"Este fic participa en la actividad multifandom del foro Alas Negras, Palabras Negras."

Disclaimer: No6 no me pertence.

Prompt: Lluvia, palacio


No había figura en el horizonte, igual que hace tres años. Shion solo veía una ciudad que lentamente se expandía más allá de los restos del muro.

Unos pasos rápidos lo hicieron volverse. La niña sonrió al verlo otra vez en la terraza, ingresó tarareando para si misma con un ratón en el hombro. No era el que Shion estaba esperando.

Lili empujó una de las sillas a su lado y se sentó contemplando el horizonte. Tsukiyo alzó la cabeza y trepó por el brazo de Shion, sus uñas

―Creo que hoy va a llover ―murmuró Lili ante las nubes oscuras que se acercaban lentamente a cubrir el cielo.

Ese día había recibido dos regalos: el tifón y…

―Shion ―Karan ingresó a la terraza, miró alrededor y luego dijo―: Hice pastel de cereza, ¿quieres un poco?

―Sí, gracias, mamá.

En unos minutos ella apareció con tres platos. La corteza estaba crujiente y cálida, perfecta para contrastar con el frío.

«"Mi mamá es buena con la cocina"; "Es delicioso"»

Shion apenas sintió el sabor, solo los recuerdos regresaban tan vividos que lo abrumaban.

También fue una noche tormentosa, tan diferente a la calma que los rodeaba ahora. Allí había empezado todo. Shion a veces se preguntaba que habría pasado si lo hubiera entregado a la Unidad Correccional. La respuesta era obvia, pero su mente nunca llegaba a conjugarla. Entregarlo nunca había sido una opción.

Entre el viento podía escuchar la conversación de Karan y Lili. Después de la muerte de su ultimo pariente la niña se quedó con ellos, ahora los tres parecían una familia.

«…Vivir aquí con mi madre, Safu y tú»

Su puño se cerró, ahora entendía porque Nezumi prefería no hacer planes para el futuro, así era más difícil que la realidad te decepcionara.

Shion notó que Karan se sujetaba los brazos y temblaba un poco. Lili se encogió por el frío. Sin embargo ninguna se marchó. Shion no comprendía como ellas podía venir a acompañarlo todas las tardes en esa pantomima de una princesa esperando en su palacio.

De repente el viento trajo gotas de lluvia y hojas, había un vacío en el ambiente cuando el viento soplaba pero no se escuchaba el silbido de la Gota Lunar.

Solo faltaba su canto y podría ser la misma noche, esa noche.

Karan y Lili ingresaron a la casa, solo Shion permaneció de pie, con la mirada perdida más allá del muro.

―Deberías entrar a casa ―dijo Karan al dejarle un paraguas.

Shion sabía que la preocupaba: todas las tardes en la terraza, en una espera que se sostenía solo por una promesa.

―Esperare un poco más.

Ella sonrió con tristeza, pero se marchó sin insistir.

El viento seguía silbando con fuerza, los arboles se mecían en desesperación. Los dedos de Shion se clavaron en el paraguas: sabía que era inútil. Igual que hace tres años, todos los días llovía en su alma.