Disclaimer: Pucca pertenece a Boo Kyoung Kim, su creador. La trama es de mi propiedad.

Palabras: 445.


Bufó, por enésima vez en el día. De verdad, ¿Por cuánto tiempo iba a pensar? Se suponía que debía estar meditando, alejando pensamientos innecesarios, no trayéndolos a cada rato, desconcentrarse ¡Y ponerse nervioso! Ese no era su objetivo.

Respiró hondo, relajó los músculos, espalda recta. Sintió el oxígeno recorrer sus fosas nasales, sus pulmones; lo sintió por todo el cuerpo. No había aves, ni grillos, ni ningún ruido que perturbase su paz. Si, podía sentirlo, aquella paz que tanto había buscado en el día. Pensamientos vinieron, pero no le interesaban, al contrario, simplemente prefería concentrarse en su respiración. Sintió que despegaba, sus pies se separaron del bambú en el que estaba, sintió flotar.

Y entonces, sucedió. Aquellos ojos volvieron a su mente. Los ignoró, respira. Otra vez, la melena oscura ondeando el viento, buscando su atención ¡No! Concéntrate. Inhala, exhala. No debía afectarle.

La risa

Su respiración se trancó, el cuerpo se tensó y sus ojos se abrieron como platos. Nuevamente tenía sus mofletes rojos como cerezas, ¡sucedió otra vez! No habían pasado más que cinco minutos cuando ella aparecía ¿Es que, ni en su ausencia, le dejaba en paz? ¡Quería meditar!

Tal vez, por su ausencia, es que su mente la traía para compensarlo. Bah, tonterías.

Seguro solo estaba demasiado traumado por sus constantes acosos, sus tacleos, los carrerones matutinos, vespertinos, y nocturnos, porque no podía ser que extrañase sus risas infantiles, o su sonrisa brillante, tampoco sus oscuros ojos ¡Ni mucho menos su precioso pelo! O sus labios suaves contra su piel… O su olor a vainilla… Espera.

Imaginen, el tono rojo más alto y brillante que exista, porque lo podían ver no solo en la cara, sino por todo el cuerpo del sereno y centrado ninja. Vamos, que él ahora mismo estaba echando humo por las orejas ¡Parecía tren a vapor!

Es cierto, la había visto como todas las mañanas, normal, siempre sonriente, y ella le había visto. Listo para correr ante el más mínimo atisbo de un beso, se puso en posición, solo para quedarse helado cuando ella solo sonrío más, río, y luego se despidió. Ya.

No hubo más. ¿Lo celebró? Extrañamente no.

Y puede que su cerebro le añorase. Puede que al final, Pucca si hubiese dejado una huella en él. A estas alturas, él no debería estar tan ajeno a lo que pasa. ¡Era obvio, por Dios! Pero no quería, su terquedad y orgullo ninja no le dejarían aceptar que ella provocaba algo en él.

Dejémosle, en su miseria de un entrenamiento fallido. Y pensando ¿Por qué? Tal vez se dé cuenta, que Pucca había dejado una gran huella.

Veremos cómo reacciona cuando lo sepa.

Ay, el amor.


Nota de autora: Well, acabo de ponerme un reto personal. Escribir treinta escritos en treinta días, será bastante complicado, pero me servirá para ponerme dedicada a este hobby, really? Espero que sí. Aclaro, ninguno de los escritos tiene que ser alguna continuación, pero si lo prefiere pensar así, pues bien. Todos son independientes, a menos que indique lo contrario. ¡Espero les haya gustado!

¡Gracias por leer!