Este oneshot es un regalo para Blum que me pidió hace miles de años jaja :(
Notas: Universo Alterno.
Genshin Impact | miHoYo
—Noelle no ha dado su primer beso.
Usualmente cuando viene su amigo de la infancia a gastar su mísero salario en el bar, lo ignora por completo. Kaeya cumple ese estereotipo de borracho que habla y habla y habla con el tabernero (él, en este caso) para contarle cosas que jamás le interesan. O interesaban.
—¿Y? —pregunta él con fastidio.
—Oh, al fin tengo tu atención, Diluc.
La sonrisa torcida en el rostro de Kaeya le revuelve el estómago y entiende muy tarde que debió quedarse callado.
La chica en cuestión es una empleada más del bar. Le gusta hablar con ella aunque el único momento que tienen a solas es cuando la acompaña hasta su departamento, después del trabajo. La razón de hacerlo es muy simple, viven en el mismo edificio y Noelle es demasiado ingenua y blanda con la gente, no pocas veces algún cliente se ha propasado con ella. El número de hombres que se ponen pesados no ha hecho más que incrementar desde que el jefe pensó que era "una idea brillante" vestir a las meseras de maid.
Lo que ha sido un enorme fastidio para él, porque a cada momento debe intervenir para defenderla. Solo a ella, en realidad, porque las demás meseras saben defenderse solas.
Diluc aún no entiende como una chica así tiene tan metido en la cabeza entrar a la academia de policías.
—Pensé que te interesaría saberlo —murmura Kaeya antes de darle un largo trago a su bebida, sonríe con júbilo al acabarlo y da un golpecito con el tarro vacío—, ah, esto sabe increíble, lástima que seas abstemio.
Diluc le lanza una mirada juiciosa.
—¿Terminaste? Ya vamos a cerrar.
—Pésimo que trates así a tu mejor cliente, alias tu amigo de la infancia, alias… —añade levantando ligeramente la voz, con las mejillas rojas a causa del alcohol—, la persona que tiene mucha información nueva sobre Noelle.
Está a punto de contestarle que no le interesa absolutamente nada sobre la vida privada de Noelle hasta que la susodicha, al escuchar su nombre, se acerca a ellos. Camina a rápidos pasitos que hacen ondear su vestido y en el fondo Diluc se atreve a admitir que, objetivamente, es la chica más bonita del bar.
—Kaeya ¿está todo en orden? —le pregunta con tono amable—, estamos cerca de cerrar, pero puedo traerle una bebida más si así lo desea, ¿o necesita la cuenta?
Las meseras en sus últimas horas laborales no poseen la mejor actitud del mundo (comprensible), pero eso no se aplica en Noelle. Ella es la maid ideal. Su interés por dar un buen servicio a los clientes es genuino a pesar de la cuestionable paga. Una de las muchas cosas que Diluc no entiende de ella.
—Ah, la dulce Noelle demostrando cómo dar un buen servicio al cliente —levanta una ceja y ladea la cabeza, mirándolo a él—, podrías aprender de ella un par de cosas, ¿sabes? Como, no sé…, ¿sonreír?
—Paga y vete —le dice con brusquedad al estampar la cuenta contra su rostro.
Pero Kaeya no se inmuta ni un ápice, de hecho su sonrisa se ensancha y un brillo malicioso aparece en su mirada.
—Oh, Diluc, pero apenas tocábamos un tema de tu interés. Y con Noelle aquí será fácil quitarnos cierta duda.
Al escuchar su nombre, la chica pega un brinco.
—Ah, ¡haré lo que pueda! —exclama con energía—. Si hay algo en que necesiten de mí, veré en qué puedo-
—¿Es cierto que no has dado tu primer beso? —interrumpe Kaeya.
Noelle se queda de piedra mientras lentamente sus orejas se ponen rojas.
—Kaeya, déjala en paz.
El ebrio comienza a reírse por lo bajo. Noelle no sabe qué hacer consigo misma e intenta tapar sus orejas con su cabello para ocultar su bochorno. Diluc se pregunta si suele sonrojarse a menudo y por eso sabe cómo disimularlo, también se pregunta qué otro tema (o persona) la habrá puesto así antes. Hace una mueca, no es asunto suyo. No.
—Es… es cierto —confiesa, para su sorpresa—, te lo dijo una de mis compañeras, ¿verdad? Ah, es que, yo… Bueno, me la paso trabajando y estoy muy ocupada con mi entrenamiento para entrar a la academia, no tengo tiempo de, uhm —carraspea—. No me parece algo importante, digo, por el momento.
—No lo es —dice Diluc sin pensar.
Ella levanta un poco el rostro y le da una pequeña sonrisa, como dándole las gracias por intervenir. Una dinámica que se está volviendo habitual. En cada una de esas veces Diluc no se detiene un momento a meditarlo, lo cual es raro, porque no es una persona especialmente impulsiva.
Detiene sus pensamientos cuando vislumbra, por el rabillo del ojo, la sonrisa de triunfo de Kaeya.
—Ah, el blanco caballero como siempre al rescate —suspira, mirando su tarro vacío—. Deberías motivarla a ganar "experiencia de vida", si no la gente seguirá pensando que es una pobre ingenua.
—Estás borracho —le advierte con voz grave—, deberías irte ahora mismo.
Pero Noelle muerde el anzuelo al escuchar una frase tan llamativa como "ganar experiencia", y se acerca a él con interés.
—¿Experiencia de vida, dices? —pregunta. Evidenciando que, tal como había dicho, es algo ingenua.
—Pues claro —responde él—. Parte de la experiencia de vida es tener contacto físico.
—Oh, ah. Ya… ya veo.
—Kaeya.
—Primero algo inocente como tomar su mano, después un beso y después… En fin, el contacto físico entre dos personas es uno de los mayores placeres de la vida —agrega, ignorando el tono de advertencia de Diluc y acercándose mucho a la maid—. Ya sea con hombres o con mujeres… o ambos, yo no juzgo.
A su parecer, lo que está haciendo Kaeya es ridículamente obvio, tan obvio que roza en lo deplorable. Como si Diluc hubiera olvidado todos esos absurdos comentarios sobre su supuesto "enamoramiento" hacia ella (que no existe, por cierto). Pero él era tan insistente que nunca se callaba sobre el tema, y que ahora intente provocarlo con una escena de coqueteo tan barata es…
—Por favor, deja de mirarme así —la voz de su amigo corta el hilo de sus pensamientos y se enfoca a él con su único ojo visible—. Me miras como si intentaras matarme o seducirme, Diluc. Uno está funcionando mejor que el otro.
A este punto él ya no sabe qué hacer con la lamentable materia humana que se hace llamar 'su mejor amigo'. Así que se limita a gruñirle que pague la cuenta con su salario mínimo y a Noelle que prepare todo para cerrar.
Pudo haber terminado como una escena más de "Kaeya saca a Diluc de sus nervios" , si no fuera porque el susodicho le susurra algo a Noelle que la hace abrir mucho los ojos. La chica es todavía menos discreta que él y dirige su mirada justo a donde se encuentra Diluc. A quien no le queda más que esperar que, sea lo que le haya dicho, no fuera nada malo.
Obvio Kaeya no se conforma con eso, porque al salir por la puerta pasa a un lado de él y le dice por lo bajo: pregúntale sobre los bandidos que intentaron asaltarla. Noelle no necesita tu protección.
Y se va, tan campante, tambaleándose con triunfo dentro del taxi. Como si acabara de hacer el trabajo de dios.
Ninguno de los dos está hablando mucho. El silencio no es algo que le moleste normalmente, pero ahora lo hace sentir incómodo. Lo que dijo Kaeya sobre unos sujetos que intentaron asaltarla no deja de dar vueltas por su mente, y el mensaje de "no necesita de tu protección" lo mantiene intrigado. Le dirige una breve mirada a su compañera, que anda a su lado todavía usando su vestido de maid, mientras avanzan por las oscuras calles. Sin duda se ve como un blanco fácil para robar.
—Uhm, ¿Diluc? —la chica no lo mira—. ¿Puedo hacerte una pregunta un poquito indiscreta?
Se detienen antes de cruzar el peatonal y esperan por unos largos treinta segundos que la luz cambie de color. Las luces de la ciudad se reflejan en sus ojos verdes, el viento de la noche hace ondear su vestido y Diluc se distrae un momento.
—Claro.
—Bueno —toma aire y lo mira, pero se queda en silencio y sus orejas enrojecen—. Ah, bueno. Sobre… Kaeya, dime ¿cómo perdió el ojo?
Diluc frunce el ceño.
—Por una razón estúpida —contesta, caminando de nuevo cuando el semáforo los deja pasar—. Quiso hacerse el interesante con unos pupilentes de color, no tuvo cuidado, contrajo una infección en la córnea y ahora usa un parche. Eso es todo.
—¡Ah, eso es terrible!
—Yo creo que ya sanó, pero seguro le gusta la apariencia de pirata desempleado que tiene ahora.
Noelle suelta una risita y a él le parece extraño porque no dijo ningún chiste, mas el sonido se evapora y vuelven al silencio.
Diluc por su parte sigue debatiéndose sobre lo que dijo Kaeya, ¿realmente intentaron asaltarla? De ser así, ¿pudo hacerse cargo sola? ¿Por qué no le contó?
—Noelle, ¿es cierto que te asaltaron?
La sutileza no es su fuerte.
—Ah, ¡no! ¡No fue así! —como si hubiera alzado mucho la voz, la chica se queda callada unos segundos, ordenando sus pensamientos y vuelve a hablar, con voz más regulada—. Unos hombres intentaron llevarse mi bolso, aparecieron detrás de mí y, uhm, me sorprendieron mucho. Creo… creo que me pasé un poco con ellos. Todo fue muy rápido, la verdad no quería hacerles tanto daño, actué antes de pensar.
La pequeña y menuda chica a su lado le habla tranquilamente cómo se hizo cargo de dos hombres adultos que intentaron aprovecharse de ella, mientras dice con pena que tal vez usó mucha violencia. No tiene ni idea de nada.
—Pero, ¿estás bien? —le pregunta.
—Oh, sí. Estoy bien. No fue grave, llevo mucho tiempo entrenando para convertirme en policía. Tengo que prepararme para estas cosas si quiero proteger a la gente.
Cuando Noelle dice ese tipo de cosas (que a él le parecen tan cursis) se le iluminan los ojos.
Pero en su propia experiencia, la Academia de policías está podrida. La mayoría entra motivados por la avaricia y sólo ascienden las personas deshonestas. Por eso salió de ahí. Prefiere mil veces seguir trabajando en el bar de la familia a pisar ese lugar inundado de ratas. Aun así, Diluc se reserva lo que realmente piensa de la Academia frente a Noelle. Pues al final del día, cuando la mira ser tan comedida con todos y con el deseo ferviente por hacerlos felices, espera que ella logre el cambio que ese hoyo de mierda necesita.
Sacude su cabeza, ya se está volviendo un idealista.
—Entonces… ¿Por qué me esperas al salir del bar?
—¿Eh? —la chica se detiene y lo mira con sus grandes y bonitos ojos—. Bueno, porque después de ese incidente me di cuenta de que estas calles son peligrosas y tú siempre te ibas solo. ¿Qué clase de policía sería si no cuido de las personas que me impor…? —se calla y oculta sus orejas con su cabello—. Eh. Ah. Sí, debo proteger a las personas. Sí.
Qué absurdo, piensa Diluc.
Se siente conmovido hasta la médula.
—Noelle —la llama, da un paso hacia ella. Titubea. La chica lo mira.
El sonido del celular toma a ambos por sorpresa y ella busca entre las cosas de su bolso, sacándolo con sus manos nerviosas.
—Esos son muchos mensajes —ríe al escuchar el celular timbrar sin parar—, son de Kaeya. Y dice que… oh.
El ánimo de la maid cambia de forma brusca, quedándose seria y pensativa. Diluc no se anima a preguntar qué dicen los mensajes (porque, de nuevo, su vida privada no es de su incumbencia) pero imagina la probabilidad de mensajes sugerentes, tomando en cuenta cómo es él. Ante esa idea comienza a irritarse.
Recuerda a su amigo acercándose mucho a la chica, cómo le murmura que él puede darle "experiencia de vida", cómo le es tan fácil romper la distancia y susurrar cosas al oído. Siente algo arder en su estómago.
¿Qué le habrá dicho Kaeya?
—Diluc —escucha su vocecita llamarle—, este…, ¿qué se siente besar?
Su primer pensamiento: húmedo.
—¿A qué viene la pregunta? —inquiere él, quizá con un tono más seco del que originalmente pretendía.
—No lo sé —suspira, mirando hacia delante. Quedan pocos metros para llegar al edificio de departamentos—. A mis compañeras les parece "tierno" que alguien de mi edad no tenga esa experiencia. Quisiera… que dejaran de subestimarme por algo como eso. Intento no pensar en ello porque tengo otras metas en mente, pero no sé, ¿se sentirá tan bien como dicen? Y —le dirige una mirada tímida por un segundo—, últimamente no he parado de preguntármelo. Y Kaeya dice que-
—No deberías tomar en serio lo que dice —la interrumpe.
Escucharla nombrar a Kaeya no debería molestarlo.
—Pero Kaeya dice que necesito ganar experiencia en la vida si quiero ser un buen policía.
En el sentido estricto de la lógica, no tendría por qué acrecentarse su fastidio.
—Noelle, no.
Diluc presiona en silencio el botón del ascensor y cuando ambos entran, lo único que se escucha es el timbre incesante del teléfono de Noelle. Cada nuevo mensaje sirve como un pequeño detonante de irritación. Después de unos cinco minutos tiene unas ganas tremendas de tomar ese celular y lanzarlo desde el doceavo piso, pero detiene esa idea en el acto. ¿Desde cuándo deja que algo tan banal influya en sus emociones? La personalidad rara de Noelle le está afectando, si es que eso tiene sentido.
La imagen de Kaeya acercando su boca al oído de Noelle vuelve a su memoria. Mira a su compañera que está buscando con nerviosismo la llave de su departamento. Pero ella pausa el movimiento de sus manos y toma una gran bocanada de aire y se gira hacia él. Tiene que levantar un poco la cabeza por la evidente diferencia de estatura.
—Diluc —le dice con voz fuerte y temblorosa.
—Dime.
Si ella accediera a la ayuda de Kaeya, seguramente él no se contendría con un simple beso. Seguramente su querido amigo le pediría poder pasar a su habitación, se divertiría con ella un par de noches y después no tendría ni la decencia de volver a llamarle.
—Yo… —comienza Noelle, pero de nuevo es interrumpida por su celular—. Ah, Kaeya me está marcando, espera.
Si bien, a Diluc le cuesta mucho trabajo entender a Noelle (en su amabilidad, coraje e ingenuidad), tampoco se entiende a sí mismo cuando está con ella. Odia, de hecho, que cuando están juntos su cuerpo se mueva por mero impulso. Odia ser de los que actúan sin premeditación.
Pero todo eso se difumina cuando toma el rostro de Noelle entre sus manos y se inclina para besarla. En ese instante deja de pensar. Quiere que ella también deje de pensar. Siente el jadeo de sorpresa pero no se aparta y comienza a mover lentamente los labios contra los suyos, en su boca suave y pequeña. Coloca una de sus manos detrás de la nuca para intensificar el beso hasta que finalmente ella cede y le corresponde.
Noelle mueve su boca de forma tímida, toda llena de nerviosismo y dulzura. Siente la pequeña lengua de la chica y lo hace de una forma tan torpe que le parece adorable. Pero él quiere más de ella, así que muerde levemente su labio y la escucha suspirar. Noelle pone las manos en su pecho y por un momento cree que va a apartarlo, hasta que agarra en un puño su camisa y lo acerca más y él solo se deja hacer porque desea repetir ese suspiro, unir más sus cuerpos, sentir otra vez la punta de su lengua.
Entonces el teléfono vuelve a sonar y Diluc recuerda a quién está besando - a la ingenua, dulce y extraña Noelle - y se aparta con brusquedad quitando las manos de su cuerpo, sintiéndose bastante culpable. Le ha robado su primer beso.
Ella está totalmente sonrojada y su cabello corto se ve desordenado. Se queda unos segundos mirándola y siente la tentación de besarla otra vez.
—Creo que… —dice ella y carraspea—, que ya tengo claro lo que se siente besar. Eh, bueno, muchas gracias, Diluc.
Noelle mantiene las palmas abiertas frente a ella, las mismas que hace un momento lo estaban tomando de la camisa con fuerza. Diluc presiente que ahora las usa para marcar la distancia entre ambos y se queda largo rato procesando lo que acaba de escuchar.
—De nada —responde al fin, como un idiota.
—Sí —carraspea una vez más y mira a todos lados menos a él, retuerce sus manos, el sonrojo de sus orejas es más evidente que nunca—. Bueno, aquí están mis llaves, eh. Voy a entrar a mi departamento ahora, sí.
—Espera —le dice sin pensar. Pasan más cosas de las que Diluc es capaz de procesar—. Yo… puedo ayudarte.
—¿Cómo? —pregunta Noelle, vacilante.
Toma aire y se esfuerza en dejar de mirar su boca.
—En tu preparación para entrar a la Academia de Policías.
—Oh —responde ella con cierto deje de decepción, pero después sus ojos se agrandan y una sonrisa enorme aparece en su cara—. ¡Oh! ¿En serio? ¿De verdad me ayudarías en mi entrenamiento? Ah, estoy tan agradecida, sé que no te agradan así que eso me alegra mucho.
Definirlo como que "no le agradan" se queda corto a su verdadero sentir, pero sabe que Noelle sigue intentando ser parte de ellos a pesar de tantos rechazos. En el fondo piensa que no se merecen a alguien tan noble como ella, pero si eso la hace feliz…
—Sí, te ayudaré.
—¡Diluc! ¡Muchísimas gracias! —se aproxima a él con la intención de abrazarlo, pero se congela a medio camino y toma un paso atrás—. Agradezco de corazón que desees ayudarme. ¡Daré lo mejor de mí! ¿Cómo podría pagarte tu ayuda?
Él se queda en silencio un momento, considerando varias opciones, una de ellas le hace mirar fijamente sus labios. Niega con la cabeza.
—Ya has hecho suficiente protegiéndome al salir del trabajo. Te lo agradezco.
Escucharle decir eso solo la ilumina más y le da las gracias por otros largos diez minutos, de todas las maneras imaginables y conocidas en el mundo. Diluc se cansa de repetirle que no es para tanto, aunque antes de que ella finalmente se despida y esté a punto de cerrar la puerta, él vuelve a abrir la boca y hablar, por puro impulso.
—Noelle —murmura y la mira a los ojos—. Sobre lo que pasó…
—¡No te preocupes! —lo interrumpe—. Yo pedí ayuda y tú me la diste, como siempre eres muy amable conmigo.
—Entiendo, pero —le aclara, acercándose un poco. Él no tiene intención de disculparse en absoluto—, quería decirte que si tienes alguna duda o necesitas ayuda otra vez… puedes contar conmigo.
—¿Contar contigo?
—Sí —se inclina un poco para que sus ojos queden a la misma altura—. Para cualquier cosa.
—Oh. Muchas gracias, Diluc. Yo, eh, lo tendré muy en cuenta.
—Bien.
Diluc asiente y le desea buenas noches, ella hace lo mismo y solo agrega:
—¿Sabes? Me hace feliz que nos cuidemos mutuamente la espalda. Eso es muy lindo, tener con quien confiar y también para… este, ¡buenas noches!
Y cierra la puerta de golpe, con demasiada fuerza. Diluc se queda mirando la puerta cerrada por mucho tiempo, intentando procesar todo, sin éxito.
Finalmente suelta un hondo suspiro y sube al último piso donde queda su departamento. Probablemente le espera una larga noche porque duda poder quedarse dormido tan pronto, un montón de pensamientos se acumulan de golpe en su cabeza y no sabe ni cómo desenredarlos. El único que resalta entre todos es Kaeya y la eterna duda sobre qué le habrá dicho esa misma noche, antes de salir del bar.
Suena la notificación de su teléfono y mira que es un mensaje de Noelle.
Gracias de nuevo
nos vemos mañana
sueña bonito :)
Diluc sonríe. Mañana podrá preocuparse por eso.
Gracias, tú también.
Y lo que sea que Kaeya le haya dicho, Diluc supone que no importa. O en todo caso, conociéndolo, es mejor nunca saberlo.
"Bueno Noelle, presta atención. Necesito que finjas una cara de sorpresa como si te hubiera dicho algo increíble. Bien, ahora mira hacia Diluc. Excelente, Noelle. No preguntes... y de nada".
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N/A:
¡mil gracias por leerlo!
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