Orgullo y Prejuicio pertenece a Jane Austen, el resto es producto de una mente inquieta.
Una lección para Caroline
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A Lady Catherine de Bourgh le tomó un año y medio perdonar a Elizabeth Bennet por casarse con Fitzwilliam Darcy. Tuvieron que pasar otros seis meses para que ella se atreviera a hacer una visita a Pemberley. Y tras otro par de años, reconoció que su sobrino no hizo una mala elección. Cinco años después de la boda, la relación entre mujeres era bastante cordial, y para el sexto año, podía decirse que había entre ellas una respetuosa amistad. Fue por eso que a Lady Catherine le pareció insultante cuando cierta señora, que también estaba de visita en Pemberley ese verano, se atreviera a dar su opinión sobre el matrimonio de los Darcy.
Todo sucedió un cálido día de agosto, mientras la mayoría de los caballeros estaban cabalgando por el campo y las mujeres presumían sobre los logros que cada uno de los hijos había alcanzado hasta ese momento. La señora Bingley aseguraba que el pequeño Charles estaba aprendiendo a leer, la señora Spencer declaró que su pequeña Alexandra ya empezaba a decir sus primeras palabras, y Lady Edith habló del hijo que al año siguiente iría a Eton y la excelencia en música que tenían sus dos hijas a tan corta edad. La señora Darcy no se encontraba en la actual conversación, ya que un asunto con el ama de llaves requirió de su presencia de inmediato.
Al ser llamada, Elizabeth se disculpó y dejó su lugar junto al resto de las damas. El grupo entonces se dividió en dos, ya que Lady Catherine se sintió un poco cansada de escuchar sobre la felicidad de estas madres jóvenes, mientras ella pensaba en que su propia hija había quedado muy débil después de dar a luz al único hijo que tendría, y el niño, aunque sano, no podía convivir mucho con la madre por el delicado estado de Anne. Con discreción, Lady Catherine se fue alejando de ellas, y con el pretexto de querer un poco de aire fresco, salió de la habitación.
La señora Hayes la siguió a la terraza argumentando igual deseo de escapar del aire tibio de la estancia. Ella, que no había visitado Pemberley en el último par de años, no estaba del todo sabida del cambio entre Lady Catherine y la señora Darcy, por lo que pensó que podría desahogar sus opiniones con alguien que no simpatizaba con la popular Elizabeth. La señora Hayes empezó con comentarios vanos sobre el clima y la belleza de la finca, y cuando estuvo segura de que Lady Catherine parecía dispuesta a hablar, abordó lo que realmente le interesaba.
—Es maravilloso estar de vuelta en Pemberley—dijo ella—Me temo que Harton Park, que es casi tan extenso como aquí, no posee el encanto de Pemberley. Aunque si soy honesta, creo que la señora Darcy debería considerar remodelar un par de salones en el ala sur, los colores empiezan a verse desgastados.
—Al menos la sala azul debería ser remodelada, en eso estoy de acuerdo con usted—respondió Lady Catherine, quien entendía que la renuencia a remodelar no era por falta de atención de Elizabeth, sino por el sentimentalismo de Darcy. Esos salones habían sido de los favoritos de Anne Darcy.
La señora Hayes, que estaba complacida con la respuesta, dejó escapar un suspiro de fingida pesadez.
—Hasta la fecha me parece desconcertante que el señor Darcy haya tenido la inclinación de hacer su esposa a la hermana de la señora Wickham. Siempre pensé que él contraería matrimonio con alguien como la hija de usted, o alguna otra dama que tuviera mejores relaciones familiares y de sociedad.
—Mi hija está satisfecha con su matrimonio, señora Hayes. Cualquier especulación de lo que pudo haber sido no merece nuestro tiempo.
—Por supuesto, Lady Catherine—se apresuró a decir, temerosa de haber molestado a la otra mujer—solo pienso que ciertos aspectos de Pemberley podrían ser supervisados con más atención si el señor Darcy hubiese tomado como esposa a alguien con una educación más refinada y más experiencia en una mejor sociedad.
—Usted parece muy interesada en el cuidado de la finca y los asuntos del señor Darcy, ¿Quién, en su opinión, hubiera sido una esposa adecuada para mi sobrino?—La señora Hayes se sonrojó un poco y empezó a jugar con el abanico en sus manos. Sin darle tiempo a responder, Lady Catherine continuó—Confieso que al principio yo no estuve de acuerdo con la decisión de mi sobrino, pero el tiempo me ha demostrado que la señora Darcy es una buena compañera para él.
—Eso parece—dijo la otra mujer apretando los labios.
Lady Catherine se sentó en una banca y le pidió a la otra dama hacer lo mismo antes de seguir hablando.
—Ahora que tenemos un momento a solas, quiero darle un consejo, señora Hayes—dijo ella con gran calma en su voz—Dedique su tiempo al esposo que tuvo el valor de casarse con usted, no a pensar en otro hombre que está dedicado a su propia familia.
—¿Mi Lady...?—dijo la otra, llevando una mano a su pecho en gesto de asombro por la acusación.
—Sé que usted, por años, albergó esperanzas con mi sobrino, señora Hayes. Hace años que usted debió de hacerlas a un lado para enfocarse en su propia vida. Él jamás consideró hacerla la señora de Pemberley. Cualquier ataque a la señora Darcy se refleja mal sobre usted, no sobre ella. Ahora, si me hace favor, vine a esta terraza porque es mi intención tener un poco de paz.
Caroline Hayes la miró sin atreverse a responder y dejó a Lady Catherine sola. Diez minutos después, Elizabeth volvió con el resto de las damas y encontró que faltaban dos. Lady Vivian le dijo que estaban en la terraza, y ella fue a ver si la mayor de ellas estaba bien.
Elizabeth encontró a Lady Catherine sentada en la banca de piedra y mirando hacia el río, pero no había señal de Caroline.
—Pensé que estaría usted con la señora Hayes, Lady Catherine. ¿Sabe a dónde ha ido ella?
—Me parece que ella fue a descansar a su habitación, querida, tiene mucho que reflexionar por el momento—comentó, y le pidió a Elizabeth que se quedara a platicar con ella un rato.
Saludos a quienes se toman el tiempo de leer esta historia, y un agradecimiento a aquellos que extienden un comentario o deciden agregarla a favoritos.
Pd: No me he olvidado de Hija de dos familias, estoy organizando ideas.
—D