Fanfic con motivo de la Taiora Week del 2021.
Fanart de la portada por Faty M. Love.
Espero que disfruten de la lectura.
Taiora Week 2021.
Día 1: Conexión.
2005.
Taiora de 17 años.
.
Mi padre siempre me llamaba cariño. No hija, no Sora. Siempre era cariño.
Yo me llenaba de felicidad cada que lo escuchaba nombrarme así, a excepción de cuando lo hacía en las despedidas. Odiaba tener que decirle adiós.
Mi padre no vivía con mi madre y conmigo, puesto que su trabajo lo obligaba a residir lejos de nosotras. Solía pasar unos cuantos días al mes en casa, pero siempre tenía que volver.
Hacía menos de tres horas que él se había marchado de nuevo, y como siempre, un pequeño vacío se instaló en mi pecho, venía cargado de tristeza, nostalgia e incluso un poco de enojo.
Decidí salir a caminar un poco, eso siempre solía ayudar a relajarme, me daba la oportunidad de pensar y de distraerme.
No me gustaba sentirme así de vulnerable. La sensación de verme expuesta de esta manera ante el mundo me era angustiante, pues se suponía que yo era una chica fuerte, decidida y valiente. No débil.
Una repentina ráfaga de viento llegó a mí, fue entonces que recordé que todavía llevaba puesto el uniforme del instituto. Hacía frío y yo no llevaba abrigo.
No planeaba pasar tanto tiempo fuera de casa, pero las horas se me habían pasado sin que lo notara.
Decidí levantarme de la banca sobre la que había estado sentada, luego revisé la hora en mi reloj de pulsera. Faltaban poco para las diez de la noche. Mi madre seguro que se encontraba preocupada.
El parque en el que me encontraba se encontraba ya solo por completo. Los niños hacía horas que habían regresado a casa con sus padres. Únicamente veía pasando a una que otra persona que seguramente regresaba de su trabajo.
El único ruido que lograba escucharse era el de los automóviles pasar por la calle a mi lado, y la luz provenía de las lámparas que se habían encendido al caer la noche.
La noche se sentía muy fresca ya, pero a pesar de todo, me ofrecía una bonita vista con todos los arbustos y árboles que bordeaban el césped.
—Sora.
Sorpresa y emoción, eso fue justo lo que sentí luego de escuchar su voz. Como si una cálida y dulce corriente me atravesara todo el cuerpo.
Volteé y lo vi. De inmediato una sonrisa se formó en mis labios, y una cálida sensación se instaló en mi pecho.
—Taichi. —Pude notar el alivio que se reflejó en mi voz.
—¿Estás bien? —Sus hermosos ojos cafés me observaban con atención, como si estuviera evaluándome.
Asentí. De inmediato fui consiente de todo lo que me causaba el tenerlo allí conmigo. Era como un torrente de diversas sensaciones. Seguridad, calidez, anhelo.
Sabía que era extraño encontrarme tan tarde por ese lugar.
—Solo quería caminar un rato.
Sentí un poco de calor acumularse en mis mejillas, y casi supliqué por no sonrojarme. Pero ya era tarde.
Gracias a la luz que proporcionaba la lámpara que se encontraba a lado de nosotros, Taichi notó mi sonrojo. Lo supe cuando las comisuras de sus labios se elevaron ligeramente, dándome una de las sonrisas que más amaba en el mundo.
—Entiendo —dijo.
Sí, Taichi entendió inmediatamente la razón de que yo hubiera decidido salir. Él sabía que mi padre se había marchado el día de hoy.
—Necesitaba caminar un poco y… bueno… —La indecisión se apoderó de mí, y me quedé callada. Confiaba en Taichi más que en nadie, pero eso no quitaba el que siguiera sintiéndome avergonzada de mis anteriores sentimientos por la partida de mi padre.
Él dio unos cuantos pasos hacia mí, solo necesitaba estirar mi brazo para alcanzarlo. De repente sentí la necesidad de tocarlo, de tenerlo todavía más cerca, ante esto, tuve la seguridad de que mi rostro estaba tan sonrojado que ningún esfuerzo que hiciera serviría para disimularlo.
—Sé que tal vez quieras estar sola, pero —pausó un poco, y desvió brevemente sus ojos antes de volver a mirarme—, ya es algo tarde. No es que piense que no puedes cuidarte sola. Es solo que…
Su torpeza al hablar me pareció de lo más adorable, así que no me sorprendió que una sonrisa se apoderara de mis labios, tampoco lo hizo la extraña sensación que cosquilleó por todo mi cuerpo.
Lo observé despeinar su cabello ligeramente luego de pasar la mano sobre éste, mientras mantenía una tímida sonrisa y… un sonrojo en las mejillas.
Taichi estaba nervioso, y yo no podía dejar de mirar lo lindo que se veía.
—Creo que se me fue el tiempo. Me alegra que pasaras por aquí —dije, torpemente. Yo también estaba nerviosa, y la pregunta del porqué de aquello, llegó a mi mente, pero se esfumó casi de inmediato pues Taichi dio dos pasos más hacia mí.
—Estaba buscándote.
Tan pronto me lo dijo, mi corazón pareció acelerarse.
—¿Buscándome?
—Sí. —Volvió a desviar brevemente la mirada—. Fui a buscarte a tu casa, pero tu madre me dijo que habías salido. Ella creía que estabas conmigo.
—Oh. —Un latigazo de decepción me golpeó con fuerza, pero intenté disimularlo lo mejor que pude—. Te pidió buscarme.
Su cabello se agitó cuando negó con la cabeza, casi con prisa. Y sonrió, pero reconocí ese gesto. Era su sonrisa traviesa.
—Era evidente que no estabas conmigo, así que me preocupé, le dije a tu madre que iría a buscarte, y luego salí corriendo. —Soltó una risa—. Tal vez no le di oportunidad de pedirme que te buscara, pero igual era innecesario, yo iba a hacerlo de todos modos.
—¿Buscarme?
—Sí.
—Y me encontraste.
—Y te encontré.
Este era uno de esos momentos tan extraños que estaban comenzando a hacerse habituales entre nosotros. Pues había una chispa distinta entre ambos.
Algo estaba cambiando.
—No debí salir tan tarde.
Y con eso rompí la burbuja en la que estábamos. Acaba de arruinarlo. Yo no quería interrumpir nuestro tonteo o lo que fuera que estábamos haciendo.
Un suspiró se escapó de entre mis labios.
—Si quieres quedarte otro rato, puedo quedarme contigo, o puedo acompañarte mañana. No, no, no quiero decir que debes llevarme, es solo que... —Resopló—. Sé que querías estar sola, solo que estaba muy preocupado. Lo lamento.
Tal vez me impulsó la situación, sus palabras o el cómo me sentía. Quizá fue todo junto, pero caminé los dos escasos pasos que nos separaban y lo rodeé con mis brazos. Un momento después, él también me abrazó.
—Odio mostrarme débil. —Di un respiro profundo, y continué, pues las palabras parecían necesitar salir con urgencia—. Se supone que soy fuerte y positiva, pero cada que veo a mi padre partir, no puedo evitar sentirme triste, tan vulnerable. No me gusta que nadie me vea así.
Se separó ligeramente de mí, lo que me obligó a soltarlo un poco.
Y así, rodeándonos todavía uno al otro con los brazos, nuestras miradas se encontraron.
—No tiene nada de malo sentirse triste, y no creo que sea un signo de debilidad. —Pareció pensar—. A mí más bien me parece que la tristeza es un signo de que eres humana, Sora. Tienes el derecho de sentir.
—Taichi —susurré.
Pareció prepararse para decir algo más, pero una fuerte ráfaga de viento nos alcanzó.
Cerré los ojos y me encogí un poco de hombros tratando de refugiarme del frío que el viento dejaba. Cuando volví a abrirlos miré a Taichi, él me observó durante un momento, luego parpadeó y sacudió ligeramente su cabeza.
Me soltó y se quitó su chaqueta, rápidamente levantó los brazos y la pasó por sobre mis hombros, esperó hasta que pasé los brazos por las mangas, y luego subió la cremallera.
Me quedé mirándolo a los ojos todo el tiempo. Cada movimiento, el roce de sus dedos con mi piel cuando acomodó la chaqueta sobre mis hombros, su cálido aliento chocando con mi rostro…
Luego, sin alejarse, buscó mi mirada.
A pesar de la escasa luz que nos rodeaba, el precioso café de sus ojos parecía relucir con ese brillo especial que siempre lo caracterizaba.
Una nueva ráfaga de viento cruzó. Cerré un poco los ojos cuando varios mechones de cabello volaron hacia mis ojos, estaba a punto de acomodarlos, pero Taichi se me adelantó. Tan suave y delicado como había sido al ponerme su chaqueta, de igual forma tomó los mechones de mi rostro y los acomodó detrás de mi oreja.
Me estremecí un poco ante su tacto, él lo notó y sonrió.
—Deberíamos volver. Hace frío, no quiero que vayas a resfriarte.
Mi boca se abrió ligeramente. Claro que había temblado un poco, pero no precisamente por el frío.
Sonreí y asentí.
—Tampoco quiero que vayas a resfriarte. Duermes mucho cuando te enfermas.
La risa que dejó escapar sonó un poco ronca, seguramente su cuerpo estaba ya reaccionando al frío de la noche. Luego, para aumentar mi sorpresa y las tantas sensaciones que me abrazaban en ese momento, Taichi tomó mi mano.
—Si tú quieres, también puedes hablar conmigo. Platicaré contigo o me mantendré callado si lo deseas. Lo sabes, ¿Verdad?
Asentí, claro que lo sabía.
Me dedicó una sonrisa más, y comenzamos a emprender camino a nuestros hogares.
Su toque era suave y cálido, así como todo lo que siempre se apoderaba de mí cuando él estaba conmigo.
Seguía extrañando a mi padre, y la nostalgia se mantenía dentro de mí, pero me sentía mejor.
Y todo era gracias a él. Como si mi corazón lo hubiera llamado, y Taichi hubiera respondido.
Dijo que me había buscado y que me había encontrado.
Me di cuenta de que, desde el principio, yo ya lo estaba esperando.
Notas de la escritora:
¡Hola!
Este fanfic participa en la Taiora Week de este año (2021).
El prompt del primer día es Conexión, espero haber logrado transmitirlo.
Próximo capítulo: Día 2. Elegancia.
¡Un abrazo!
Faty.