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EL SUBTERFUGIO SERPENTINO

Autor: murkybluematter

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Capítulo 13

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Marzo fue apagado. Casi todos estaban de mal humor por la cancelación de las actividades extracurriculares, especialmente los de Quidditch. Rigel supuso que ella misma estaba incluida entre los del Quidditch, pero aunque echaba de menos la oportunidad de salir y hacer ejercicio, no estaba muy preocupada por la cancelación del torneo.

Se les dio un período de estudio adicional donde solían estar sus clases de Defensa, junto con un plan de estudios sugerido de estudio independiente. A juzgar por la forma resignada en que McGonagall explicó su plan de estudios para el futuro previsible, Rigel pensó que los profesores no esperaban sinceramente que aprendieran nada de Defensa ese año. Aún así, el estudio independiente de cualquier tipo probablemente era mejor que escuchar el monólogo de Lockhart durante una hora todos los días. Rigel ciertamente estaba realizando mucho de su propio trabajo independiente con el aumento obligatorio del tiempo de estudio. Se había acostumbrado a pasar sus dos horas en la biblioteca todas las noches buscando toda la información necesaria para los ensayos de Flint, y luego escribiendo los ensayos tarde en la noche o temprano en la mañana cuando no había nadie alrededor.

Su sesión de la Biblioteca se traslapaba con la sesión de los Gryffindor por una hora, por lo que Rigel pudo colaborar con Percy por su ayuda con Transfiguración a pesar de que ya no podía ir a la Torre.

Sin embargo, el primer martes de marzo, Rigel buscó a un miembro diferente de la familia Weasley durante su horario de la biblioteca.

Ginny Weasley estaba sentada despatarrada leyendo un libro grueso y polvoriento, pasando las páginas con una mano y apoyando cansinamente la barbilla en la otra. Rigel se aclaró la garganta suavemente y la chica pelirroja levantó la vista con desinterés distante.

—¿Sí? —dijo, volviendo a mirar su libro después de apenas una breve y aburrida mirada a la cara de Rigel.

—Me preguntaba si podría hablar contigo sobre algo que mencionaste antes —dijo Rigel—, he estado pensando en esa idea que tuviste...

—Ahora no, ¿de acuerdo? —dijo Ginny. Su tono era contundente y desdeñoso.

—Por supuesto —dijo Rigel cortésmente, cambiando su expresión automáticamente a su máscara neutral—. Estoy libre mañana...

—Solo déjame en paz —espetó Ginny, frotándose la frente con dos dedos—. No quiero hablar de nada de lo que dije antes.

—Ya veo —dijo Rigel, parpadeando—. Mis disculpas.

Ginny levantó la vista de nuevo, esta vez con una mueca agotada—. Mira, lo siento, Rigel. Estoy demasiado cansada hoy. Tal vez más tarde.

Rigel asintió en señal de aceptación, aunque algo en la voz de Ginny hacía parecer que no habría un más tarde.

Aun así, Rigel no podía dejar pasar la idea de Ginny. Al principio lo había descartado como pura tontería, pero poco a poco la idea fue creciendo en ella. Ginny le había preguntado, semanas atrás, acerca de tener algún tipo de guardián en su cabeza, para defender su mente mientras no se concentraba activamente en ella. Al principio, Rigel había pensado que Ginny quería dejar que otra cosa con conciencia dentro de su cabeza se instalara allí, y había rechazado la idea debido al peligro inherente a tal solución, pero ¿y si no tenía que ser así?

¿Qué pasaría si pudiera hacer una construcción con conciencia en su mente con magia, de la misma forma en que creaba otras cosas en su mente usando magia, y establecerla como un guardián como Ginny había imaginado? Probablemente tendría que ser alimentado constantemente a través de su núcleo mágico, pero Rigel no usaba su magia muy a menudo de todos modos, e incluso cuando imbuía pociones de alto nivel, su núcleo rara vez se agotaba notablemente. Hubo esa vez en que su magia la protegió de la explosión, que había drenado una cantidad inusual de su magia de una sola vez, pero aparte de accidentes como ese, sus reservas quedaron prácticamente intactas.

Quería volver a hablar con Ginny antes de probar la idea, en caso de que la otra chica tuviera más idea de cómo se podría hacer para crear tal cosa. Ginny parecía tener una comprensión extraña e intuitiva de ciertos aspectos de las artes mentales, por lo que su aporte probablemente habría sido útil. Aún así, Rigel no era ajena a resolver las cosas por su cuenta.

Se instaló en un rincón no utilizado de la Biblioteca y dejó que sus sentidos la llevaran a su plano mental. Abrió los ojos mientras su avatar mental se deslizaba fuera de la niebla, contemplando la vista familiar y reconfortante del pico de su montaña erguido en medio de la nieve arremolinada.

Se apresuró alrededor de la montaña, a través de la ilusión de piedra en su base hasta su laboratorio de pociones. Ella había estado agregando cosas de manera bastante constante durante los últimos meses, y el laboratorio señuelo era bastante increíble aunque lo dijera ella misma. Inspirándose en el laboratorio de Snape, agregó muchos más gabinetes de ingredientes a las paredes de la cueva y llenó los estantes con rollo tras rollo de recetas de pociones, tanto reales como falsas. La alfombra que ocultaba la trampilla estaba increíblemente detallada ahora, lujosamente suave y tejida de manera intrincada. La alegre chimenea del interior estaba incrustada con tallas de piedra de varias plantas medicinales, y las mesas del laboratorio estaban pulidas con un alto brillo. Se hundió en uno de los muchos sillones de felpa que había añadido a su laboratorio y trató de pensar en cómo iba a crear lo que deseaba.

Llamó a su magia y dejó que se acumulara en sus manos hasta que sostuvo bolas gemelas de fuego fundido que se retorcían y saltaban en sus palmas con energía inquieta. Mantuvo una imagen en su mente de lo que quería y cuidadosamente dejó que la magia fluyera de sus manos al aire frente a ella. Giró y giró, tejiendo capas de magia sobre más capas de magia, y lentamente lo que ella imaginaba comenzó a tomar forma. Ella sonrió suavemente mientras trabajaba; la magia era tan fácil en el paisaje mental. Era tan fácil como pensar y luego disponerlo.

La magia se solidificó en una figura humana. Tomó rasgos, musculatura y ropa. Pronto fue reconocible como un joven de su edad, con cabello oscuro como el de ella y túnica negra y ojos grises. Cuando estuvo satisfecha con el parecido, rompió la conexión entre ella y su magia, y esperó.

El niño creado por la magia se paró frente a ella, silencioso e inexpresivo.

—Hola —dijo ella.

Él no respondió.

Frunciendo el ceño, Harry se puso de pie y examinó su creación. Estaba inmóvil. No respiraba ni parpadeaba. Rigel puso dos dedos en su garganta para sentir el pulso. Nada.

Ella suspiró y volvió a sentarse. Así que todo lo que había hecho era hacer una marioneta mental construida mágicamente. Podría ser un espantapájaros convincente, durante unos diez segundos.

Volvió a usar su magia, la reunió en sus manos y presionó sus manos contra el torso de la marioneta, imaginando que la magia se filtraba en él, fluía por sus venas y hacía que su corazón latiera, llegando a sus pulmones y haciéndolos funcionar como los de ella.

El títere comenzó a inhalar lenta y profundamente y a exhalar. Después de varias respiraciones tentativas, parecía estar respirando como lo haría ella, y una revisión rápida confirmó que su corazón latía constantemente.

—¿Hola? —lo intentó de nuevo.

Ni siquiera un parpadeo.

Volvió a enviar su magia al títere, deseando que esta llegara a su laringe y la hiciera funcionar.

—Hola —dijo ella.

—Hola —respondió él.

Ella sonrió un poco—. Soy Harry.

—Soy Harry —dijo él.

—¿Qué? —Harry frunció el ceño. ¿Había hecho de él una copia demasiado cercana de sí misma? ¿Pensaba acaso que era ella?

—¿Qué? —dijo él, sus labios apenas moviéndose y los ojos completamente vacíos.

Harry suspiró—. Oh, ya veo.

—Oh, ya veo.

Así que solamente repetía todo lo que ella le decía. No había ningún proceso de pensamiento detrás de él, ninguna consciencia.

Ella se pasó el pelo largo por encima del hombro con impaciencia. ¿Por qué no estaba funcionando? ¿Se suponía que ella debía imaginar todas las facultades posibles que poseía una mente humana antes de que este pudiera adquirirlas? Pero no, así no era como funcionaba la magia. Cuando ella creaba una mesa en su mente, no tenía que saber cómo se veía cada pequeña pieza de la mesa. La magia se basaba en sus impresiones generales de una mesa y hacia para que le pareciera real. Cuando ella transfiguraba una cerilla en una aguja en el mundo físico, no tenia que calcular la aleación de metal exacta de la que estaría compuesta la aguja. Solo tenía que mantener en su mente lo que sabía de las agujas, y la magia se encargaba de los detalles. De lo contrario, los magos pasarían años aprendiendo a transfigurar objetos en animales, cuando en realidad sólo tomaba unas pocas semanas, porque sólo tenían que tener una idea lo suficientemente buena de lo que era el animal para que su magia llenara el resto.

Esto se llamaba Teoría del Nivel Mínimo de Articulación, y se aplicaba a todo tipo de magia. La voluntad de un mago era lo que hacía que un hechizo funcionara, y sólo requería un nivel básico de comprensión de lo que estabas tratando de hacer exactamente, o de lo contrario los niños nunca podrían aprender nada a los once sin entrenamiento previo. Para levitar algo no necesitabas saber cuánto pesaba ni de qué estaba hecho, sólo tenías que entender que querías que pesara menos, y tener el poder de hacer realidad tu voluntad, por supuesto.

Entonces, en teoría, debería ser capaz de crear una construcción que se comportara como un humano siempre que tuviera una comprensión básica de lo que era un humano. Sin embargo, por alguna razón, su magia no estaba cooperando. O más bien, estaba haciendo exactamente lo que ella le pidió, pero ella no pudo formular la solicitud de la manera correcta. Tal vez ella no tenía una comprensión lo suficientemente buena de lo que era ser consciente, reflexionó Harry, recostándose en su sillón y mirando pensativamente al humanoide casi sin vida que había creado.

Trató de enviar más magia al cerebro del chico, pero no pareció ayudar. Podía hacer que él hiciera casi cualquier cosa que se imaginaba: ponerse de pie, sentarse, correr en círculos, hablar, pero primero tenía que obligarlo a hacerlo. Parecía que no podía imbuirlo con la capacidad de actuar por su cuenta.

Una pequeña parte de ella susurró que tal vez no podías crear conciencia. Tal vez eso dependía de algo incorpóreo, como un alma. Harry negó con la cabeza. Después de todo, ella no estaba realmente tratando de crear conciencia. No era como si estuviera tratando de hacer que un objeto inanimado en el mundo real cobrara vida. Ella sólo quería una construcción mental que tuviera suficiente capacidad para proteger su mente mientras no le prestaba atención.

Sabía que era posible incluso en el mundo físico. Después de todo, ¿qué era el Sombrero Seleccionador sino un objeto mágico dotado de sentidos? Había oído que alguna vez fue un sombrero común y que Gryffindor lo había imbuido de sensibilidad, por lo que él tuvo que haberlo hecho de alguna manera, y debería ser aún más fácil imitar el proceso en su paisaje mental, donde todo lo nativo estaba controlado por su mente.

¿Pero cómo?

Sintió un tirón en sus sentidos físicos y se dio cuenta de que alguien le estaba sacudiendo el hombro ligeramente. Envió una última mirada de frustración al muñeco humano y le lanzó un poco de magia para que se sentara en uno de los sillones. Sabía que él no era real, pero se sentía raro dejarlo parado así.

Se apresuró a través de su paisaje mental hacia las nieblas, en las que se sumergió para devolver su conciencia a su forma física.

Selwyn estaba inclinada sobre ella, sin dejar de sacudirle el hombro.

—Estoy de vuelta —dijo Rigel, poniéndose de pie.

Selwyn retrocedió y se cruzó de brazos—. Ya era hora, Black. Nuestras dos horas terminaron hace cinco minutos.

—Lo siento, Selwyn —dijo Rigel, moviendo sus rígidos hombros.

—Claro que sí, Black —dijo Selwyn, indicándole que la siguiera mientras se dirigía a la entrada de la Biblioteca, donde estaban esperando el resto de los Slytherins que habían elegido ir a la Biblioteca—. Todos en dos filas, y asegúrense de que la persona que estaba a su lado al entrar esté parada a su lado ahora.

Rigel se puso en la fila junto a Draco, quien le sonrió y dijo—: Meditando, ¿verdad? Le dije a la Delegada que estarías en babia en una esquina en algún lugar.

—Gracias, Draco —dijo Rigel secamente.

Draco sólo se rió de ella.

[ESS_ESS]

La semana siguiente, Rigel recibió una carta de Sirius.

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Estimado Archie/Rigel:

El bebé de tu tía nacerá el domingo. Harry tiene un gran examen de Sanación el lunes por la mañana, por lo que no puede asistir al nacimiento aunque pudiera volar para llegar a tiempo, pero le envié una carta a Dumbledore para preguntarle si tu podrías asistir. Esperemos que sí,

Papá

§§§

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Rigel enrolló la nota pensativamente. Al ver la mirada curiosa de Pansy, dijo—: Mi tía Lily tendrá a su bebé el domingo.

La magia era bastante confiable en cuanto a la predicción de nacimientos, así que si decían que el bebé vendría el domingo, entonces vendría el domingo.

Pansy aplaudió con entusiasmo—. Oh, qué maravilloso, Rigel. Dijiste que sería una niña, ¿verdad? ¿Se les ocurrió algún nombre?

—Yo... no lo sé —dijo Rigel—, papá no ha mencionado ninguno.

—Bueno, tal vez te envíen una fotografía en su próxima carta —dijo Pansy, sonriendo.

—Aparentemente, mi papá le escribió al Director para ver si yo podía asistir al parto —dijo Rigel.

Las cejas de Draco se levantaron—. Pero tú no eres... quiero decir, no eres familia inmediata, ni siquiera un pariente de sangre.

Rigel entendió la sorpresa de Draco. Tradicionalmente, sólo el esposo y los hijos asistían a los partos en la sociedad mágica, y la familia extendida y los amigos visitaban a la madre una vez que salía del hospital.

—La falta de lazos de sangre realmente no importa en nuestra familia —dijo Rigel, encogiéndose de hombros—, supongo que todos somos familiares cercanos entre nosotros.

—Qué bien —dijo Pansy serenamente—. Bueno, entonces espero que el director te deje ir.

—Sí, yo también —dijo Rigel. Era cierto... más o menos. Quería ver a su hermana pequeña, pero no estaba segura de poder ser Archie durante tanto tiempo con los cuatro adultos de su familia. Sirius aún no se había dado cuenta de sus engaños, lo cual era un milagro en sí mismo, pero Remus a veces era alarmantemente observador.

Aún así, supuso que sería mejor hacer una cosa, al menos.

Después del desayuno, alcanzó al profesor Snape antes de que abandonara el Salón. Ya no se les permitía ir solos a las oficinas de sus profesores, por lo que la mayoría de los estudiantes habían tomado la costumbre de a importunar a sus profesores durante las comidas con cualquier pregunta o inquietud que tuvieran. No era lo ideal, pero los profesores lo aguantaban con admirable tolerancia.

—Profesor Snape, ¿puedo hablar con usted un momento?

Snape hizo una pausa y se volvió hacia la puerta—. Ciertamente. Por aquí, señor Black.

Él la condujo a una distancia muy corta de las puertas del Gran Comedor, para darle la apariencia de privacidad suponía, y levantó una ceja expectante.

—Mi tía está esperando un hijo el domingo —comenzó, pero se detuvo cuando Snape sacudió la cabeza en una pequeña expresión de sorpresa.

—¿Y? —Snape dijo después de un momento, su rostro tan inexpresivo como la piedra.

—Y —Rigel reunió sus pensamientos después de un momento de vacilación— mi padre le escribió al director para preguntarle si se me permitiría asistir al parto.

—¿Su punto, señor Black? —dijo Snape, el más mínimo indicio de impaciencia apareciendo en su tono.

Rigel también mantuvo su rostro en blanco—. Pensé que también debería pedirle su permiso, ya que mi padre presumiblemente se ha descuidado en hacerlo.

Snape no respondió por un largo momento, pero cuando lo hizo su voz no era tan impaciente como antes—. Ya veo. Gracias por informarme de la situación, señor Black. Por supuesto, me remito a lo que sea que el Director considere mejor —si hubo un giro irónico en la última parte de sus palabras, ambos lo ignoraron.

Snape se fue rápidamente, su normalmente aguda mirada distante y preocupada por algo. ¿Quizás Rigel lo había atrapado en un mal momento?

Más tarde esa noche, fue interrumpida mientras completaba un ensayo sobre Transfiguración, uno de los suyos, por una vez, en una de las mesas de la biblioteca. Era el director, y aunque Rigel trató de ponerse de pie, le hizo señas para que volviera a su asiento y en forma bastante casual se sentó frente a ella también.

—¿Cómo está esta noche, señor Black? —preguntó amablemente, mirándola por encima de sus gafas de media luna.

—Bien, Director —dijo Rigel—. ¿Y usted?

Dumbledore pareció divertido por su cortés pregunta—. Tan bien como se puede esperar en estos tiempos difíciles.

—Estoy seguro de que resolveremos lo del basilisco pronto, Director —dijo Rigel, aunque se preguntó porqué pensaba que debería tranquilizar a Dumbledore de todas las personas que no conocía.

—Qué interesante que haya dicho 'nosotros' en lugar de 'usted', señor Black —dijo Dumbledore suavemente.

—Estamos todos juntos en esto, ¿no? —Rigel dijo tranquilamente—. Neville es un buen amigo mío, y casi todo el mundo conoce a alguien que ha quedado petrificado. Todos nosotros también tenemos que vivir con el miedo al ataque, sin mencionar la forma en que los estudiantes se ven limitados por la falta de libertad extracurricular. El basilisco afecta a todos, por lo que tiene sentido que todos ayuden a detenerlo.

—Estoy bastante de acuerdo, señor Black —dijo Dumbledore, sonriendo suavemente—. La cooperación es siempre la mejor herramienta a nuestra disposición. Pero basta de hablar de la oscuridad, señor Black. Entiendo que su familia espera buenas noticias este fin de semana, ¿no?

—Sí, Director —dijo Rigel—. Mi tía espera una niña el domingo. ¿Le llegó la nota de mi padre?

—Felizmente, así es —dijo Dumbledore—, y no veo ninguna razón por la que no se le deba permitir celebrar una nueva vida con su familia. Si está de acuerdo, su Jefe de Casa lo acompañará a San Mungo el domingo por la mañana, y regresará a recogerle esa noche. Viajará por Flú, y se espera que permanezca al cuidado de su familia hasta el momento en que sea devuelto a la nuestra.

Rigel estuvo de acuerdo, pero dijo tentativamente—: ¿Es... sabio elegir al profesor Snape para que me acompañe allí? Su relación con mi padre y mis tíos es algo... problemática, según tengo entendido.

—Tan joven para ser tan políticamente correcto —se rió Dumbledore—. Pero cuando sea viejo encontrará que la sabiduría a veces toma la apariencia de incorrección, al menos para aquellos que no son tan sabios como creen.

Rigel se sintió reprendida, aunque en realidad no había entendido todo lo que Dumbledore probablemente quiso decir—. Perdóneme, Director.

—De ninguna manera, señor Black —dijo Dumbledore, todavía sonriendo con esa forma levemente afable que tenía—. Basta decir, querido muchacho, que sé algo de la enemistad entre el profesor Snape y su padre, y creo que este fin de semana les hará bien a los dos.

Rigel de repente tuvo la extraña sensación de que Dumbledore no había accedido a dejarla ir por su propio bien, sino como parte de un plan a largo plazo intrínsecamente complicado que sólo él conocía. En realidad, fue una realización aterradora que alguien con tanto poder diera la impresión de ser capaz de tanta manipulación. Rigel hizo una nota mental para no molestar a Dumbledore. Nunca.

A Rigel le pareció que su conversación ya había concluido, pero Dumbledore no hizo ningún movimiento para levantarse de la mesa, aparentemente contento de mirar alrededor de la Biblioteca con curiosidad como si él no dirigiera el lugar.

Sintiendo que no él iría a ninguna parte en el corto plazo, a pesar de que no hace mucho le había dicho sin rodeos que era un hombre muy ocupado, Rigel se aventuró a preguntar—: ¿Hubo suerte con la búsqueda de un nuevo profesor de Defensa?

Dumbledore levantó las cejas intencionadamente—. ¿No disfruta de la calma, señor Black? Tengo entendido que muchos de sus compañeros de clase consideran que la actual falta de clases es el tiempo más productivo que han tenido este año durante Defensa Contra las Artes Oscuras.

Rigel inclinó la cabeza en un irónico reconocimiento—. El autoaprendizaje es lo suficientemente bueno para mí, pero estoy seguro de que los estudiantes mayores apreciarán especialmente una mano que los guíe antes de tomar sus exámenes en unos meses.

—Ciertamente, ciertamente —Dumbledore inclinó su cabeza solemnemente—. Sin embargo, no se preocupe demasiado por sus amigos de los cursos superiores. He arreglado que un nuevo profesor de Defensa comience la próxima semana.

—¿En serio? —Rigel dijo, interesada—. ¿Puedo preguntar quién?

—Oh, nadie en especial —dijo Dumbledore, con los ojos brillantes—. Sin embargo, estoy deseando que llegue. Ha pasado demasiado tiempo desde que participé activamente en el moldeado de mentes jóvenes y ansiosas. Me pregunto si recuerdo cómo usar la pizarra…

Rigel parpadeó sorprendida—. ¿Va a enseñarnos usted mismo?

—Solamente hasta el final del año escolar —dijo Dumbledore, sonriendo benignamente.

Rigel estaba un poco confundida, considerando que Dumbledore seguramente estaba demasiado ocupado para dar unas siete clases al día, pero más importante...

—¿Qué pasa con la maldición? —preguntó, preocupada. No estaba segura de creer en la maldición (después de todo, Quirrell había sido despedido por una razón perfectamente defendible, y Lockhart era claramente una víctima de la oportunidad), pero si realmente había una maldición en el puesto, no sería bueno que Dumbledore fuera víctima de eso.

Dumbledore siguió mirándola con ojos titilantes con un aire de diversión superior—. Dudo que la maldición me alcance en los pocos meses que quedan del período. Tengo la intención de encontrar un nuevo instructor para el otoño, por lo que la maldición será satisfecha de facto en cualquier caso.

Rigel no estaba segura de que funcionara así, si es que en verdad existía una maldición, pero no estaba dispuesta a estar en desacuerdo con el director de Hogwarts, quien tenía más poder en su dedo meñique de lo que ella jamás envidiaría. Un hombre como Dumbledore, tan acostumbrado al peso de grandes responsabilidades, seguramente sabía de lo que estaba hablando.

Y si no lo hiciera, Rigel Black ciertamente no sería quien le dijera lo contrario.

De repente, Dumbledore saltó con sorpresa exagerada y dijo—: Ah, ya veo. Me temo que debo irme, señor Black. Le informaré a su Jefe de Casa sobre los detalles para el próximo domingo. Simplemente preséntese a Profesor Snape esa mañana después del desayuno. Adiós.

Se puso de pie y salió de la biblioteca sin decir una palabra más, ni siquiera se detuvo lo suficiente para esperar su respuesta. Rigel volvió a estudiar con un silencioso encogimiento de hombros. Probablemente nunca entendería a Dumbledore, y no había necesidad de darse un dolor de cabeza intentándolo.

Estaba volviendo al ensayo que estaba escribiendo cuando un par de manos la cegaron temporalmente.

—¿Adivina quién? —dijo una voz alegre detrás de ella.

—Hola, Ginny —dijo Rigel, esperando pacientemente a que Ginny quitara las manos.

La chica pelirroja rodeó la mesa y se dejó caer en el asiento que Dumbledore había dejado recientemente y apoyó la barbilla en la mano—. ¿Entonces que hay de nuevo? —preguntó, con una mirada expectante en su rostro.

Rigel hizo un gesto hacia su ensayo con una inclinación de cabeza—. Sólo deberes escolares. ¿Qué tal tu tarde?

Ginny se encogió de hombros con desdén—. Obviamente. Quise decir: ¿qué era lo que querías?

Rigel parpadeó lentamente, sin saber a qué se refería Ginny.

Ginny puso los ojos en blanco—. Cuando trataste de hablarme de algo, pero yo estaba ocupada, ¿recuerdas? Merlín, Rigel, ¿ya lo olvidaste? ¿No puedes mantener una conversación en tu cabeza por un par de días?

Rigel frunció el ceño al recordar que Ginny nunca le había respondido sobre la técnica de Oclumancia con la que había estado experimentando—. Ha pasado más de una semana —Rigel se sintió obligada a señalar en su defensa—, pero aún podría usar tus ideas, si no estás ocupado ahora.

Ginny frunció el ceño ligeramente—. ¿Una semana? El tiempo realmente vuela en esta época del año. Supongo que estaba tan ocupada con la escuela y todo... hmm, bueno, ¿de qué querías hablar?

Rigel no estaba segura de qué era 'todo', ya que, por lo que sabía, Ginny no participaba en ninguna actividad extracurricular, e incluso si lo hiciera, habrían sido suspendidas debido al peligro inminente del basilisco, pero se recordó a sí misma que apenas sabía lo que hacían sus mejores amigos en su tiempo libre. Por lo que sabía, Ginny podría ser la presidenta de una sociedad secreta dedicada a liberar a los elfos domésticos del servicio mágico o algo igualmente improbable.

—Bueno, la última vez que hablamos de Oclumancia mencionaste algo en lo que he estado pensando —dijo Rigel—; una especie de guardián de tu mente, creo que lo llamaste...

—Oh, eso —Ginny se quitó un mechón de cabello de la cara con indiferencia—. No estoy segura de lo que estaba pensando ese día. Honestamente, ¿una conciencia en miniatura que existe únicamente para proteger tu cabeza de una invasión? Sé realista, ¿verdad?

Rigel sintió que fruncía ligeramente el ceño y dijo—: No es del todo inverosímil, y definitivamente es una de las ideas más creativas que he escuchado en términos de defensa mental. No he leído nada parecido en los libros que he estudiado sobre el tema.

—Eso es porque es imposible —dijo Ginny—. No puedes simplemente hacer algo así como si pudieras hacer una ilusión en tu cabeza. Tendrías que absorber otra conciencia para que... ¡auch! —se agarró la cabeza de repente y siseó entre dientes—. Ay, lo siento, acabo de tener la madre de todos los dolores de cabeza. Creo que he estado estresándome los ojos últimamente, estudiando para los exámenes y demás. Supongo que finalmente me alcanzó.

Rigel se quedó un poco desconcertada por el repentino ataque de dolor evidente de Ginny, y su rápida defensa subsiguiente, y dijo—: ¿Quieres que te acompañe a la oficina de Madame Pomfrey?

Ginny puso los ojos en blanco, frotándose la sien con aire ausente—. Incluso si quisiera ahogarme con una mezcolanza vil de medi-hechicería, ciertamente no necesitaría que me acompañaras hasta allí —dijo sin rodeos.

—Por supuesto —dijo Rigel, sin ofenderse por la independencia sin disculpas de Ginny—. ¿Quizás deberíamos continuar con esto en otro momento?

—No, no —dijo Ginny—, está pasando. Me quedaré y charlaré si todavía quieres. Sin embargo, la idea es una tontería, para ser honesta.

Rigel simplemente levantó un hombro sin comprometerse—. Tal vez. Sin embargo, ¿qué te hace pensar que es imposible?

—No sé, ¿sentido común? —Ginny dijo, levantando una ceja—. Quiero decir, si la magia pudiera hacer cosas así, podrías hacer un ser humano con magia, pero no puedes. Todo lo que obtienes son imitaciones baratas.

—Pero ese es el punto, ¿no? —Rigel dijo, frunciendo el ceño ligeramente—. Crear una imitación decente de conciencia, de modo que el guardián pueda actuar y pensar por sí mismo, pero que aún así esté atado a la mente que lo creó, no una verdadera conciencia, por supuesto, sólo lo suficientemente real representar una amenaza.

Ginny frunció los labios—. Supongo... aun así, incluso eso sería terriblemente difícil. Y si estuviera ligado al comando de tu mente, entonces sería tu mente la que se defendería al final de todos modos, como siempre lo había sido. Para el momento en que te volviste lo suficientemente bueno como para crear una construcción mágica semi-sensible, probablemente podrías haber aprendido a defender tu mente de la manera normal, manteniendo los escudos constantemente, ¿verdad?

Rigel inclinó la cabeza en reconocimiento—. Buen punto. No estoy lo suficientemente lejos en mis experimentos para decidir si sería más rápido concentrarme en desarrollar mi comprensión de las energías mentales o si sería mejor aprovechar mis fortalezas, mentalmente hablando, y dedicar toda mi energía a las defensas mágicamente construidas.

Ginny pareció desconcertada—. ¿Experimentos? ¿Es que hablas en serio sobre todo esto? Pensé que todo era hipotético.

—Lo es hasta que obtenga un resultado que funcione —dijo Rigel despreocupada—. La idea aún está en las etapas de formulación. En cualquier caso, es posible que nunca termine funcionando. Solamente quería ver qué pensabas, ya que pareces tener una comprensión natural de las artes mentales.

Ginny arrugó la nariz y agitó una mano en una parodia de modestia—. Si entiendo algo, es todo instintivo. Realmente no entiendo mucho todavía. Pero me da la impresión de que lo que estás hablando es imposible, si eso ayuda.

Rigel asintió agradablemente, aunque internamente estaba resistiendo el impulso de suspirar con decepción. Parecía que también tendría que descubrir cómo imitar la sentiencia por su cuenta, ya que Ginny no parecía muy inclinada a unirse a los experimentos de Rigel—. Gracias por tomarte el tiempo de escuchar de todos modos —dijo Rigel cortésmente.

Ginny se encogió de hombros—. No hay problema. Solo vine a la biblioteca para alejarme de mis hermanos, así que tenía una hora que pasar.

Rigel pensó que si estaba tan agotada y estresada como el rostro pálido y los ojos ligeramente hundidos de Ginny revelaban, debería estar aprovechando una hora en la biblioteca para seguir estudiando o para dormir, pero tal vez Ginny estaba cansada de estudiar por ese día, o demasiado ansiosa por el basilisco para dormir adecuadamente.

Ginny se sentó ahí golpeando su pie agitadamente por unos momentos, luego se paró abruptamente y dijo—: Debería irme. Cosas que hacer, ya sabes. Nos vemos, Rigel.

—Buenas noches —dijo Rigel, desconcertada cuando Ginny, sin saberlo, se hizo eco de la salida anterior de Dumbledore.

Rigel reflexionó que las personas a su alrededor eran anormalmente francas ese día y volvió a estudiar.

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Esa noche ella soñó.

Estaba en su laboratorio, trabajando en silencio en su poción favorita. No tenía un nombre propio, porque era una poción híbrida que su tío Remus había inventado cuando aún estaba en la escuela. No era particularmente difícil de preparar, y lo único para lo que servía era para convertir la piel de alguien del color de la última comida que comieron, pero seguía siendo su favorita.

Una vez, cuando recién había comenzado a estudiar pociones en serio, su papá regresó de la casa de Remus muy decepcionado. Quería que Remus preparara esa misma poción para una broma que él y Sirius estaban planeando, pero la luna había sido particularmente exigente ese mes y Remus estaba demasiado exhausto para hacer algo. Harry buscó en las viejas notas de pociones que le había prestado su tío la semana anterior y finalmente encontró la receta de la poción que cambia la piel. Fue la primera poción que intentó preparar sola, sin la supervisión de su madre, y cuando se la presentó a su padre, él la miró como si hubiera hecho algo realmente espléndido.

Era la primera vez que se sentía útil por haber preparado una poción, y el tiempo y la familiaridad nunca apagarían la nostalgia que sentía por esa receta en particular.

En su sueño, estaba frente a un caldero tan grande como una bañera y tan profundo que no podía ver el fondo. Lo agitó lentamente, con una pequeña sonrisa en su rostro mientras burbujeaba alegremente y se aferraba a su varilla agitadora.

Luego, sin previo aviso, quedó ciega. Tenía los ojos abiertos, pero sólo la negrura la saludaba. Se agarró al costado del caldero para mantener el equilibrio en la oscuridad, pero estaba hirviendo, y gritó y retrocedió cuando se quemó la mano.

Calla, niña, no hay necesidad de dramatismo —dijo una voz burlona detrás de ella.

Harry se congeló—. ¿Quién está ahí?

Adivina quién —dijo la voz en lo que habría sido un tono cantarín si no tuviera un dejo cortante. Luego hubo risas, risas enloquecidas y resonantes—. Adelante, adivina. Ya sabes, ¿no? ¡Así que adivina!

Harry negó con la cabeza a ciegas—. No lo sé.

No quieres saber —dijo la voz. Era femenina, y aguda por la impaciencia. Harry se puso rígida cuando sintió unos dedos envolver su cabeza desde atrás—. Adivina, Rigel.

Ginny —dijo Harry, aliviada—. Por supuesto, sólo eres tú, Ginny.

¿Lo es? —la voz se rió y las manos se retiraron. Harry pudo ver de nuevo, y ella giró, pero no era Ginny detrás de ella.

Era un basilisco. Miró sus enormes ojos amarillos en estado de shock y sintió que todo su cuerpo se congelaba. Ella había sido petrificada. Sus extremidades se tensaron, ¡no podía moverse, no podía escapar! El basilisco agitó la cola y la tiró hacia atrás. Rigel cayó directamente en el caldero burbujeante, abajo, abajo en las profundidades turbias. Ni siquiera podía sentir su cuerpo mientras se hundía, más allá de una sensación de asfixia lenta e inevitable.

Entonces una mano se estiró y la sacó. Rompió la superficie del agua y se dio cuenta de que estaba en la piscina subterránea de Grimmauld Place. Archie tiró de ella hasta sacarla del agua y subir las escaleras—. ¿Qué estás haciendo, Harry? ¡Llegamos tarde!

Corrió escaleras arriba y Harry corrió tras él. Su ropa estaba seca ahora, pero no era su túnica de pociones. En cambio, estaba vestida con una falda larga de verano. Archie la condujo por el Flú y salieron al hospital San Mungo.

Harry miró a su alrededor confundida—. ¿Estamos aquí para curar mi mano? —preguntó, mirando su palma, que todavía estaba roja por habérsela quemado en el caldero.

Archie frunció el ceño—. No todo se trata de ti, Harry. Estamos aquí para ver al nuevo bebé, por supuesto. Si no estuvieras siempre haciendo otra cosa, sabrías estas cosas.

Oh —dijo Harry, siguiendo a Archie por un pasillo—. Lo siento.

Archie abrió una de las puertas y Harry vio a su madre apoyada en la cama, cargando a una hermosa niña con largo cabello rojo y ojos verdes brillantes. James se volvió de su lugar al lado de su esposa y dijo—: Aquí estás, Archie, ¿qué te demoró?

No recuerdo —dijo Archie—. ¿Es ella? ¿Mi nueva prima?

Ven y verás, Archie —Remus le hizo una seña a Archie para que se acercara a la cama, donde Sirius le hizo espacio para que se acercara.

Ella es tan hermosa, ¿no es así? —Lily dijo, sonriendo cariñosamente al bebé—. Tan inteligente, también. Ella ya puede hablar.

Harry caminó hacia adelante para ver mejor. Mientras se acercaba, la niña abrió la boca y salió una larga serie de siseos—. ¿El bebé habla pársel? —Harry jadeó.

¿Qué es esto? —James de repente estaba frunciendo el ceño ferozmente—. ¿Cómo puede ser esto? Lily, ¿qué has hecho?

Los ojos de Lily estaban muy abiertos y suplicantes—. Nada, James, no sé...

Vaya, amigo, no fui yo —dijo Sirius, retrocediendo—. Yo nunca...

Entonces, ¿cómo habla pársel el bebe? —James escupió—. ¡A menos que estés sugiriendo que Archie es mío, los dos niños deben tener un padre en común! Sirius, ¿cómo pudiste? Pensé que éramos amigos.

¡Lo somos! No me acosté con Lily, lo juro —dijo Sirius.

No te creo —dijo James. Salió de la habitación, gritando—: ¡Terminamos! —sobre su hombro mientras se iba.

Lily se echó a llorar y Harry corrió a su lado. Extendió la mano para palmear el hombro de su madre, pero Lily se apartó de ella.

¡No, no puedes llevarte a mi bebé! —gritó, histéricamente—. ¡Ella es todo lo que me queda de él!

Yo no estaba... —comenzó Harry, pero la escena se disolvió sin previo aviso.

Estaba parada frente a su casa, en Godric's Hollow. Sus padres estaban frente a éste, discutiendo sobre quién iba a vivir allí.

James sacó su varita—. Bien, entonces supongo que ninguno de nosotros puede tenerlo—gruñó. Las llamas salieron disparadas de su varita y envolvieron la casa en segundos. Lily se echó a llorar y huyó, abrazando a su hija recién nacida y disipándose. James también desapareció, y Harry miró alrededor de la calle vacía con confusión.

¿Qué hay de mí? —le dijo a la casa en llamas.

Ella esperó, pero nadie vino a apagar las llamas o a decirle a dónde ir. Eventualmente se irguió y deambuló hasta que llegó a una calle familiar. Era Dogwood Lane y el apartamento que había alquilado estaba más adelante. Se apresuró a entrar, repentinamente fría y cansada, pero cuando entró en la casa no hacía más calor.

Todo el lugar estaba vacío, sin muebles, sin nada. Harry sintió ganas de llorar cuando se dio cuenta de que todas sus pociones estaban dentro de la casa de sus padres cuando se quemó. Se dejó caer en el suelo polvoriento y abrazó sus rodillas contra su pecho, mirando hacia la puerta principal.

Nadie pasó por ahí.

Entonces se dio cuenta de que nadie iba a venir por ella. Sus amigos no sabían que estaba perdida, su familia no sabía quién era y nadie sabía dónde encontrarla. Y eso era culpa de ella, porque nunca se los había dicho.

Estoy completamente sola —le dijo a la casa vacía.

No , no lo estás.

La voz no venía de ninguna parte.

Nunca estarás sola.

Venía de dentro de ella. Miró hacia abajo y vio una bola de fuego donde se suponía que debía estar su estómago.

Soy lo único de lo que no puedes escapar.

El fuego le estaba hablando. Se onduló y se movió, luego se volvió suave como el cristal y cuando lo miró pudo ver su propia cara. Pero el rostro en el espejo de fuego sonreía y brillaba con un aura de pura magia.

¿No lo ves? Soy todo lo que queda cuando el mundo te deja atrás.

Harry negó con la cabeza, pero su reflejo permaneció inmóvil, mirándola con lástima.

Pobrecita —dijo condescendientemente—. ¿Ya no te reconoces?

Tú no eres yo —dijo Harry, con voz temblorosa.

Tal vez no soy la parte que admites —su reflejo se encogió de hombros—, pero nunca dudes de que estoy aquí, esperando.

¿Esperando qué? —preguntó Harry.

Libertad.

Rigel se despertó con sudor en la frente y una negación en los labios. Jadeó por aire en silencio, consciente de sus dos compañeros de cuarto durmiendo. Dos, porque Draco estaba de pie entre sus camas, muy despierto, con un brazo extendido hacia ella.

—Oh —dijo en voz baja, bajando la mano—. estaba a punto de despertarte. ¿Estás bien?

Rigel asintió—. Muy bien.

Draco resopló—. Eres mal mentiroso, Rigel. Muévete.

Hizo movimientos de ahuyentamiento con las manos y Rigel se movió al otro lado de su cama, notando mientras lo hacía que Draco había encendido la lámpara más pequeña antes de que ella despertara.

—Estoy realmente bien, Draco —dijo Rigel incómoda—. No necesitas... consolarme, ni nada.

Draco hizo una mueca mientras se colocaba al otro lado de la colcha—. No iba a hacerlo. Simplemente ya no estoy cansado, y probablemente no volverás a dormir, así que es mejor que nos hagamos compañía.

—¿En la misma cama? —Rigel dijo con escepticismo.

—No lo digas así —Draco puso los ojos en blanco—. Es estúpido hablar a través de las camas cuando los demás están dormidos. Los despertaremos o estaremos demasiado callados para escucharnos.

—Podríamos ir a la sala común —señaló Rigel.

—Los fuegos ya se habrán apagado —dijo Draco—. No me voy a enfriar sólo porque eres alérgico al contacto humano básico.

—Yo no soy...

—Entonces deja de actuar así.

Rigel entrecerró los ojos, pero permaneció en silencio y no se quejó cuando Draco se estiró imperativamente para ahuecar la almohada a su gusto.

—Entonces —dijo Draco después de ponerse cómodo—, cuéntame sobre tu sueño.

—No —dijo Rigel con calma.

Draco frunció el ceño—. ¿Por qué puedes decirme que no a mí, pero no a Rosier?

Rigel levantó una ceja—. ¿De qué estás hablando?

—Sabes de lo que estoy hablando —resopló Draco.

—Si lo hiciera, no perdería el tiempo preguntando —dijo Rigel—. Así que explícate.

Draco la miró a través de la penumbra. Parecía escéptico, pero después de un momento suspiró y dijo a regañadientes—: Ese día en que todos estábamos atrapados en la sala común, todos pudieron ver que no querías que Rosier se metiera contigo, pero lo dejaste de todos modos. ¿Por qué?

—No vi una salida —se encogió de hombros Rigel.

Draco la miró fijamente—. Podrías haber dicho simplemente 'no' como lo hiciste conmigo.

Rigel buscó en su cerebro las palabras correctas—. Es sólo que... no pude pensar en una buena razón para decir que no, supongo. Si dijera que no, me habría preguntado por qué no, y ¿qué podría decir? «¿Dejo que Pansy me trence el cabello pero me opongo a dejar que tú lo destrences?» Rosier a veces es molesto, pero también es una especie de amigo mío, y hubiera sido descortés rechazar descaradamente sus oberturas de amistad sólo porque me incomodaban.

Draco parecía frustrado—. Ignorando el hecho de que la amistad no tiene nada que ver con esas 'oberturas', Rigel, dime esto: si te pidiera que hicieras algo que te hiciera sentir incómodo, ¿lo harías sólo porque somos amigos?

Rigel dejó que su mirada se moviera deliberadamente de Draco, a su cama, a la almohada contra la que Draco estaba acurrucado, y de regreso a la cara de Draco. Ella levantó una ceja y Draco entrecerró los ojos.

—Ya veo —dijo Draco, su voz tensa con algo que Rigel aún no podía definir—. ¿Y si te pidiera que hicieras algo peligroso? ¿Y si quisiera que hicieras algo en contra de tus principios? ¿Harías lo que sea que alguien te pidiera siempre y cuando no quisieras herir sus sentimientos?

Rigel frunció el ceño—. Por supuesto que no lo haría.

—Bien —murmuró Draco.

—Porque tu nunca me pedirías que hiciera algo así —dijo Rigel, sintiendo que la respuesta era obvia—. No me importaría herir tus sentimientos si fueras el tipo de persona que le pide eso a sus amigos.

—Eso no... —Draco gruñó en voz baja—. Estás perdiendo el punto.

—Entonces, ¿cuál es el punto, Draco? —preguntó Rigel.

—El punto es que no puedes hacer cosas simplemente porque otras personas quieren que las hagas —dijo Draco, su voz suave pero vehemente—. Incluso si son personas en las que confías que no quieran que hagas cosas peligrosas o desagradables. Si comienzas a hacer eso ahora, lo harás durante toda tu vida, y nadie puede vivir así, Rigel. Debes tomar todas las decisiones porque es lo tu que quieres, y por ninguna otra razón.

—La vida realmente no funciona así, Draco —dijo Rigel.

—Sí, lo hace —insistió Draco—. Simplemente no entiendes porque no sabes cómo ser egoísta.

Rigel frunció los labios pero no pudo reprimir del todo la sonrisa cínica y sin humor que tiró de sus labios. Si tan sólo Draco supiera lo egoísta que podía ser. Lo suficientemente egoísta como para poner en peligro a su propio primo, a toda su familia, en realidad, sólo para perseguir un sueño descabellado.

Suspiró, agotada por su extraña pesadilla y el persistente cuestionamiento de Draco.

—Está bien, pero ¿y qué, Draco? ¿Por qué te molesta el que no me guste decepcionar a la gente? Eso debería facilitarte las cosas, en todo caso —dijo Rigel con cansancio.

Draco se quedó en silencio el tiempo suficiente para que Rigel girara la cabeza completamente hacia él y frunciera el ceño interrogativamente. Sus ojos plateados brillaron a la luz de la lámpara, y cada palabra salió lenta y deliberadamente, como si quisiera asegurarse de que ella escuchara cada una—. No quiero que nuestra amistad sea fácil, Rigel. Quiero que sea real.

Los ojos de Rigel se suavizaron sin ser consciente de ello—. Es real, Dray.

El rostro de Draco estaba contraído por la incredulidad, por lo que Rigel se giró en la cama para mirar con seriedad su rostro cerrado—. Sé que te miento mucho, Draco, y probablemente no voy a parar pronto...

Él resopló con diversión a regañadientes y sacudió la cabeza.

—...pero ahora mismo te estoy diciendo la verdad —Rigel respiró para tranquilizarse y luego dijo—: Al principio, sólo me hice amigo tuyo porque era demasiado trabajo evitarte todo el tiempo —Draco se apartó muy levemente, y Rigel lo atrajo en un abrazo enérgico que terminó con la misma rapidez—. Pero eso fue antes de que te conociera, antes de que Pansy y tú hicieran mi vida interesante y divertida y no sólo llena de estudio constante. En octubre era realmente tu amigo, y desde entonces nuestra amistad sólo se ha vuelto más fuerte. Dray, nunca pienses que sólo porque soy un idiota apático y antisocial no me preocupo por ti y Pansy. Lo hago. Prometo que lo hago.

El rostro de Draco estaba en blanco, pero estaba completamente inmóvil mientras la escuchaba hablar. Finalmente, tragó saliva y dijo—: Di que eres un idiota otra vez.

Rigel puso los ojos en blanco—. Soy un idiota.

—Y di que no dejarás más que Rosier te presione —dijo Draco con rigidez.

—Draco… —Rigel se mordió el interior de su labio. Quería hacer feliz a Draco, pero no quería convertir a un poderoso estudiante mayor en un enemigo sin ninguna razón—. ¿Por qué te molesta tanto?

—Porque te está molestando, y eso me molesta a mí, pero no puedo hacer nada para que se detenga si no le dices que te está molestando —espetó Draco, mirándola una vez más.

Rigel volvió la cabeza hacia la pared—. No estoy molesto.

—Obviamente estabas incómodo —argumentó Draco.

—¿Por qué lo estaría? —Rigel dijo obstinadamente—. Dejo que Pansy me peine. No es diferente.

—Lo es —dijo Draco, igual de terco.

—¿Por qué?

—No me preguntes —siseó Draco—. Es diferente porque obviamente tu piensas que lo es, de lo contrario no estarías tan incómodo con eso.

—Eso… —Rigel negó con la cabeza—. ¿Podemos simplemente dejarlo?

—Siempre lo dejamos pasar —dijo Draco—. Nunca quieres hablar de eso, y no puedo decir nada porque ni siquiera estoy seguro de lo que realmente está mal...

—No hay nada mal.

—…y… cállate —dijo Draco—. También hay algo mal, simplemente no sé qué es.

—Draco —Rigel se pasó una mano por su pelo corto—, creo que nos hemos desviado del tema. Sólo... está bien, puedo ver que no vas a dejar pasar esto, así que ¿podrías explicar claramente lo que quieres para que pueda explicarte por qué estás equivocado?

Draco pasó las manos en su propio cabello con frustración—. Está bien. Está bien. Primero, tengo que preguntar: Rigel, ¿tu padre te pega?

Rigel estaba tan aturdida que por un momento ni siquiera pudo hablar—. ¿Yo… qué? ¡No!

—¡Shh! —Draco miró hacia sus compañeros de dormitorio, quienes afortunadamente todavía estaban durmiendo—. Lo siento, pero primero tenía que sacar esa explicación del camino. No lo creía, estás demasiado relajado con él y obviamente él te tiene mucho cariño... pero... tenía que comprobarlo, ¿sabes?

—No realmente —dijo Rigel, frunciendo el ceño ligeramente—. Eso no es algo que le preguntas a alguien, Draco. Si la persona equivocada te escucha preguntar, no importará si es cierto o no.

Draco levantó una ceja—. ¿Por qué crees que pregunté ahora, en medio de la noche en nuestro dormitorio, y no en la mesa del Gran Comedor hace un par de meses cuando se me ocurrió la idea por primera vez?

Rigel estaba desconcertada—. Así que... ¿como desayuno como una persona maltratada?

Draco puso los ojos en blanco—. No seas estúpido. Fue Millicent, en realidad. Se acercó por detrás y puso un brazo alrededor de cada uno de nuestros hombros, y tú te pusiste rígido y te estremeciste por un momento antes de relajarte. Me lo habría perdido, pero te estaba mirando de todos modos porque le estabas explicando la tarea de pociones a Theo —los ojos de Draco se desviaron hacia la colcha mientras pensaba—. Después de eso, comencé a notar cuánto evitabas a otras personas. Quiero decir, te sentabas y hablabas con nosotros, pero casi nunca iniciabas el contacto físico, y cuando alguien te tocaba inesperadamente, te crispabas un poco, aunque si lo esperabas, estabas demasiado relajado, como si te estuvieras obligando a no reaccionar.

Rigel apretó los labios—. No todos somos demostrativos en nuestro afecto.

—Eso es cierto —dijo Draco con seriedad—. Conozco a un niño que desprecia abiertamente el contacto físico con los demás, pero es porque desde su nacimiento se crió en una familia notoriamente reservada. Sin embargo, tu papá da abrazos como Dumbledore da caramelos de limón. así que no estás reprimido por el entorno en el que creciste, ¿no ves por qué es confuso? Pero no sé cuál es el problema, así que no sé cómo ayudar.

—No necesito ayuda —espetó Rigel. Cerró los ojos con fuerza y se los frotó, diciendo—: No estoy reprimido, Draco, por Merlín. Sólo porque no coso mis sentimientos en una bandera y los agito para que el mundo los vea, no significa que no puedo reconocerlos y expresarlos de una manera saludable y significativa. Me estás acusando de tener una especie de defecto emocional, como un robot muggle o algo así.

—No estoy...

—Lo haces —dijo Rigel, bajando la voz de nuevo al recordar dónde estaban—. Es como si no pensaras que soy humano.

El rostro de Draco mostró arrepentimiento. Se estiró hacia ella y Rigel se puso rígida sin pensar. Draco apretó la mano que había estado extendida entre ellos en un puño y la dejó caer con fuerza sobre el colchón—. De eso estoy hablando, Rigel —apretó la mandíbula y parpadeó con fuerza varias veces—. Yo nunca te gol...golpearía —su voz se quebró en medio de la palabra 'golpear' y se sonrojó profundamente mientras miraba hacia otro lado.

Rigel vaciló, pero ahora no era el momento de mantener una distancia segura. Se movió en la cama y envolvió un brazo torpemente alrededor de los hombros de Draco—. Lo sé, Draco. Nunca imaginé que me golpearías. No me gusta que me toquen, pero no es porque tenga miedo de ser golpeado. Nunca podría tener miedo de ti.

Los hombros de Draco permanecieron rígidos bajo su brazo y mantuvo la mirada obstinadamente desviada—. ¿Entonces por qué, Rigel? Sabes exactamente de lo que estoy hablando; puedo escucharlo en tu voz. Así que sólo dímelo, ¿de acuerdo? No más evasivas.

Rigel sabía lo que quería decir. La verdad era que ella era extremadamente cuidadosa en no familiarizarse demasiado físicamente con sus amigos. No era realmente un problema en este momento, porque a pesar de que estaba segura de que la anatomía femenina en ciernes venía junto con el comienzo de su ciclo mensual, estaba bajo los efectos del Multijugos a largo plazo, por lo que cualquier desarrollo sería imperceptible hasta que actualizara el Multijugos ese verano. Sin embargo, en unos pocos años, incluso infundiendo el cabello del Multijugos con la mayor cantidad posible de rasgos masculinos de Archie, su anatomía no estaría completamente disfrazada mientras siguiera siendo mujer.

Podía convertirse en un hombre por completo con el uso de Multijugos, pero el uso de Multijugos entre géneros opuestos durante un período prolongado de tiempo aún no había sido bien documentado. En parte porque era un tabú usar Multijugos en alguien del sexo opuesto, y en parte porque nadie quería correr el riesgo de que los delicados órganos reproductivos se dañaran irrevocablemente con la supresión prolongada para probar la teoría. Ya era una tensión para el cuerpo permanecer bajo Multijugos por un periodo mayor de quince meses, y Rigel tendría que intensificar su régimen de ejercicios el próximo año para compensar eso, pero obligar a su cuerpo a asumir genitales masculinos durante seis años ... el riesgo era simplemente demasiado grande para justificarlo si podía evitarlo.

Así que tenía cuidado con lo cerca que estaba de la gente ahora, de modo que en unos años, cuando no pudiera dejar que sus amigos la tocaran, no sería un comportamiento anormal o repentinamente sospechoso. Pensó que si era diligente ahora, evitaría sospechas a largo plazo.

Aparentemente, había estado tan paranoica acerca de mantener sus límites físicos que de todos modos se había mostrado sospechosa al ser hiperconsciente de cada invasión menor de su espacio. En momentos como este, Rigel deseaba que hubiera un manual para las personas que querían permanecer disfrazadas indefinidamente, como espías encubiertos, porque ahora, de alguna manera, tenía que encontrar una explicación para Draco que satisficiera su confusión, ofrecer una explicación sostenible y a largo plazo para su comportamiento, y lo más importante, que no preocupara más a Draco.

Rigel consideró decirle a Draco la verdad, vale decir: que no podía decirle por qué actuaba de la forma en que lo hacia. Si bien eso aliviaría su conciencia para evitar mentir, también sabía que esa respuesta sólo haría que su amigo se sintiera más frustrado y decidido a descubrir la causa subyacente.

Al final, Rigel decidió que una mentira era mejor para todos los involucrados.

—Tengo una condición fisiológica que me dificulta dejar que otros me toquen —dijo finalmente Rigel. Defendió mentalmente sus palabras pensando que al menos eso era casi la verdad, es decir, si uno consideraba la anatomía femenina como una condición fisiológica, y si también consideraba como una especie de dificultad los incómodos efectos sociales de disfrazar dicha anatomía… bueno, era casi cierto. Si extendieras la definición de verdad hasta que se pareciera más a la definición de falsedad. Al menos era lo suficientemente vago como para no ser concluyente, con el beneficio adicional de insinuar alguna inseguridad subyacente que haría que sus bondadosos amigos se mostraran reacios a entrometerse demasiado.

De hecho, los ojos de Draco ya tenían algo parecido a la simpatía en sus profundidades plateadas cuando la miró—. ¿Es por eso que no te gustan los sanadores? —preguntó—. ¿Porque te lo recuerdan?

—Más o menos —dijo Rigel, pensando en la historia a medias que estaba contando en el acto—. Es bastante personal, y prefiero no obsequiar a cada Sanador con mi historial médica.

Los ojos de Draco se agrandaron con comprensión—. La señora Pomfrey no lo sabe, y la evitas para que no se entere de... tu condición.

Rigel se encogió de hombros en lo que esperaba que fuera una forma evasiva.

Draco giró debajo de su brazo y envolvió sus propios brazos alrededor de ella—. Lo siento, Rigel, pero gracias por decírmelo.

Rigel palmeó torpemente a Draco en la espalda, y el chico rubio se sobresaltó y se apartó de ella de repente—. ¡Lo siento! Me lo acabas de decir, pero no estaba pensando, ¿te duele?

Rigel negó con la cabeza lentamente, sintiéndose culpable pero un poco divertida por la seria reacción de Draco. De hecho, era bastante entrañable—. No es doloroso. Es solo... un poco incómodo. La mayoría de las veces puedo ignorarlo, pero cuando no estoy preparado, a veces me toma por sorpresa.

Draco asintió, aceptando la respuesta porque encajaba con sus observaciones, ¿y por qué no debería hacerlo, cuando ella lo había diseñado para que encajara?

Draco se recostó en su almohada y miró hacia el techo—. ¿Es por eso que duermes con la ropa puesta?

—Sí —dijo Rigel de inmediato, ¿por qué no cubrir tantas de sus rarezas a la vez con una mentira?

—¿Y la razón de que no dejas que nadie te vea cambiarte? —dijo Draco en voz baja—. ¿Es... visible?

Rigel se recostó en su lado de la cama con un suspiro—. A veces —dijo, pensando que ahora sonaba como si tuviera algún tipo de erupción cutánea que se irrita fácilmente. ¿Tal vez debería pretender tener picazón de vez en cuando para confirmar sutilmente las impresiones de Draco?

—Oh —dijo Draco. Se quedaron allí durante un par de minutos, sin decir nada—. Si alguna vez necesitas hablar de eso... bueno, ya sabes.

—Sí, lo sé —dijo Rigel, tragando saliva contra el nudo en su garganta.

—Mi familia tiene un sanador realmente bueno —dijo Draco tentativamente—. No sé a quién has visto, pero tal vez...

—Gracias —dijo Rigel en voz baja—, pero no hay nada que nadie pueda hacer. Sin embargo, está bien. Realmente, apenas me molesta.

—No se lo diré a Pansy —añadió Draco somnoliento, bostezando y hundiéndose aún más en la almohada de Rigel, con los brazos cruzados sobre su pecho—, si no quieres que lo haga.

—Gracias —susurró, cerrando los ojos con cansancio. Sintiéndose oficialmente como la peor amiga del mundo, se quedó dormida con el sonido de la respiración lenta y suave de Draco.

[ESS_ESS]

Se despertó sólo unas horas más tarde, con el sonido de Theo riendo a carcajadas.

La razón de su risa se hizo evidente de inmediato cuando Rigel abrió los ojos para descubrir que Draco, quien obviamente estaba acostumbrado a dormir más espacioso, se había movido mientras dormía y había reclamado la mayor parte del colchón para sí mismo en las últimas horas. En el mismo momento, Rigel se dio cuenta de un calambre en su columna por la forma incómoda en que estaba apretada contra un lado de la cama, mientras que Draco se recostaba indolentemente en el resto.

—Debería haberlo visto venir —dijo Blaise suavemente mientras se dirigía a uno de los baños.

—¿Te refieres a Draco metiéndose a hurtadillas en la cama de Rigel en medio de la noche, o que Draco es un total acaparador de colchones? —preguntó Theo con picardía.

Blaise sólo sonrió descaradamente y se metió el cepillo de dientes en la boca para ilustrar que no iba a aclararlo.

Rigel miró con irritación a sus otros dos compañeros de habitación e hizo una mueca cuando se sentó, masajeando su espalda baja. Tenía medio pensado empujar a Draco al suelo, o despertarlo con un poco de agua fría del lavatorio, pero al recordar despertares igualmente desagradables en Grimmauld Place antes de que ella y Archie aprendieran a cerrar las puertas con llave durante las fiestas de pijamas, ella suspiró y en vez de eso empujó el hombro de Draco mientras salía de la cama.

—Qué... oh —Draco recuperó su ingenio notablemente rápido al despertar. Echó un vistazo a su posición, luego a la expresión levemente disgustada de Rigel, y le sonrió tímidamente—. Lo siento, Rye.

Rigel no tuvo el corazón para seguir enojada con su amigo. Podría haber sido el hecho de que su cabello revuelto y su expresión somnolienta lo hacían parecer completamente incapaz de malicia, o podría haber sido que Rigel sabía que él era incapaz de cualquier emoción vigorosa antes de sus abluciones matutinas, pero de cualquier manera, Rigel decidió que tomaría una poción para el dolor de espalda y perdonaría a Draco por haber crecido como hijo único.

De acuerdo, ella también era hija única, pero ella y Archie habían compartido la cama más veces de las que podía contar. Había llegado al punto en que sus padres ni siquiera se molestaban en embromarlos al respecto, porque las bromas se habían vuelto tan viejas que eran monótonas y predecibles.

[HPHPHP]

Resultó que decirle a Draco que su reserva se debía en parte a una condición médica tenía ventajas e inconvenientes.

Por un lado, Draco respetaba por completo su espacio personal, e incluso interfería sutilmente cuando uno de sus compañeros parecía iniciar contacto físico también. Por otro lado, tomó el hábito de enviarle miradas significativas y un tanto compasivas cada vez que ella iba al baño a cambiarse de ropa o se acomodaba en la cama completamente vestida, y debido a que sus amigos también eran Slytherins, cada intento de Draco de actuar sutilmente era descaradamente transparente a sus ojos.

El domingo por la mañana, cuando Pansy puso una mano en el brazo de Rigel para estabilizarse mientras se sentaba en la mesa del desayuno, Draco tomó de inmediato el codo opuesto de Pansy para ayudarla a sentarse, lo que provocó que se ella desequilibrara debido al cambio de balance inesperado. Pansy tuvo que soltar torpemente el brazo de Rigel y apoyarse en Draco en su lugar, y cuando estuvo sentada cómodamente, miró fríamente a Draco y dijo—: Si a Rigel le disgusta mi toque, espero escucharlo de él, Draco —se volvió hacia Rigel y levantó una ceja—. ¿Y bien? ¿Vas a decirme por qué Draco de repente es tu guardaespaldas personal?

Draco hizo una mueca e inclinó la cabeza a modo de disculpa hacia Rigel a espaldas de Pansy.

Rigel sonrió levemente—. Tu presencia nunca podría hacer otra cosa que encantar las cosas a tu alrededor, Pansy. Draco simplemente está preocupado por mi virtud. Verás, él no confía en las mujeres preadolescentes, desde que... bueno, a él no lo gusta hablar de eso.

Draco balbuceó una negación y los labios de Pansy se torcieron hacia arriba—. Debería haber sabido que Draco estaba llevando sus delirios demasiado lejos otra vez —suspiró la chica rubia. Su cabello estaba trenzado nuevamente ese día. Como se lo estaba dejando crecer, se encontraba en una etapa incómoda entre demasiado largo para dejarlo suelto respetablemente y demasiado corto para cogerlo hacia atrás, por lo que decidió sujetarlo con trenzas francesas dobles.

—No es su culpa —dijo Rigel—. Realmente debería haber dicho algo antes, pero odio decepcionar a nuestro Draco.

Pansy asintió sabiamente—. Puede ser difícil negarse al chico, algo en esos ojos inocentes y expresión seria es tan conmovedor.

Draco frunció el ceño ferozmente—. No soy ni inocente ni conmovedor, y te agradecería que no hicieras calumnias tan atroces sobre mi carácter ante la audiencia de mis pares.

—Dudo que nada de lo que digan cambie nuestra opinión sobre ti, Draco —dijo Blaise suavemente desde el otro lado de la mesa.

Draco entrecerró los ojos—. Eso fue un insulto, ¿no? Sé sobre ese tipo de declaraciones. Se basa en que tengo una opinión demasiado inflada de mi propio valor, lo que hace que pase por alto el desaire al pensar que estabas elogiando mi mérito ya existente cuando en realidad estabas insinuando que nunca podrías dejarte engañar pensando que tenía alguno para empezar —Sonrió triunfalmente, y Rigel supo por el tono de su voz, confiado, orgulloso y un poco afectuoso, que esto era algo más que su padre le había enseñado.

Blaise sonrió divertido—. ¿Estás diciendo que el insulto no funcionó porque tu comprensión de ti mismo es lo suficientemente buena como para coincidir con nuestra propia estimación de tu valía?

—S... -—Draco cerró la boca y pensó por un momento—. No. Tampoco voy a caer en eso. No funcionó porque soy demasiado inteligente para ti.

—Claramente —dijo Blaise, sonriendo abiertamente ahora.

—Por mucho que disfruto viendo al señor Malfoy trastabillar buscando palabras, es hora de irse, señor Black —el profesor Snape se había acercado a la mesa de Slytherin mientras hablaban.

—Dale nuestros saludos a tu padre, Rigel —dijo Pansy, sonriendo con emoción a pesar de que nunca había conocido a Lily Potter, y probablemente nunca conocería a su hija por nacer tampoco.

—Y los de mi madre —añadió Draco rápidamente—. Ella querrá saber sobre el bebé, así que podría ser más fácil si le dices a tu padre que le escriba.

Ella asintió fácilmente y se levantó para seguir a su Jefe de Casa fuera del Hall.

Snape la condujo a su oficina, donde tenía una chimenea conectada al Flú fuertemente protegida contra la detección. Usualmente ni siquiera era visible, pero cuando Snape movió su varita, la sección de la pared donde estaba la chimenea se expandió suavemente para revelar el Flú. Snape encendió el hogar con un movimiento negligente de su varita e invocó polvos Flú detrás de su escritorio con la misma facilidad. No habló hasta que arrojó un puñado de polvos Flú a las llamas y dijo—: Después de usted, señor Black.

Rigel se acercó a la chimenea y dijo—: Hospital San Mungo —era posible acceder al piso del hospital simplemente diciendo 'San Mungo', o diciendo 'Hospital', diseñado para ser más indulgente en términos de reconocimiento de patrones vocales que la mayoría de las direcciones Flú debido al hecho de que muchas personas que intentaron usar el Flú del Hospital estaban en estados de malestar, pero Sirius solía decirles que una vez había terminado en un burdel de Mongolia porque pronunció mal su destino Flú, por lo que Rigel se aseguraba de ser cuidadosa.

Por otra parte, reflexionó Rigel mientras la sensación nauseabunda del viaje por Flú la invadía, cuando Remus contó la historia, resultó que James había buscado la dirección Flú de la casa de citas de Mongolia en el directorio Flú y luego le dijo a Sirius que era la dirección Flú de su abuela como una broma.

Ella entró a trompicones en el vestíbulo y se quedó a un lado hasta que apareció Snape. Había cinco puertos Flú en el vestíbulo de San Mungo, así que no era de extrañar que Snape apareciera tres chimeneas más abajo que Rigel. Se acercó a él y lo siguió hasta el escritorio de la recepcionista.

—Sala de Maternidad —dijo Snape bruscamente, aunque la severa mujer detrás del escritorio, que le recordaba a Rigel a Madame Pince, no pestañeó. Rigel supuso que lo había visto todo.

—Nombre —dijo la recepcionista, con la misma dureza.

Potter.

Rigel no sabía que su apellido podía sonar como veneno, pero de repente estaba un poco más contenta de haber conocido al profesor Snape como Rigel Black en lugar de Harry Potter. Sirius siempre decía que Snape odiaba más a James, pero Rigel realmente no se había dado cuenta de ese hecho hasta que lo escuchó pronunciar su apellido como si la mera idea de las personas unidas a éste lo irritara y lo disgustara.

Por un momento deseó que Snape nunca descubriera quién era ella. No creía que pudiera soportar ese tono de voz dirigido a ella.

—Habitación 839 —dijo la dama con un acento poco impresionado.

Con un breve asentimiento, Snape se despidió y se volvió hacia Rigel, diciendo—: Lo recogeré al atardecer.

Rigel asintió con la cabeza, contenta de que Snape, a pesar de su evidente desprecio por su familia, tuviera un sentido de discreción en un día como hoy. O tal vez simplemente no pensó que pudiera soportar ver a sus odiados compañeros de escuela.

De cualquier manera, Rigel no tendría que hacer malabarismos con las personalidades de Archie y Rigel, por lo que no se quejaba.

Siguió la señalética hasta el octavo piso y le preguntó a una medi-bruja que pasaba qué pasillo tomar. Finalmente se encontró fuera de la habitación 839. Hizo una pausa en la puerta, pero rápidamente volvió a la realidad. La vida real no se parecía en nada a sus sueños.

No llamó, porque Archie no soñaría con hacerlo, y sonrió brillantemente mientras asomaba la cabeza—. ¿Tía Lily? ¿Estás ahí? ¿Dónde está mi nueva prima?

Lily caminaba de un lado a otro, con el estómago más grande que nunca, una mano en la parte inferior de su espalda y la otra sosteniendo la mano de James mientras caminaba a su lado. Sirius estaba recostado indolentemente al pie de la cama del hospital, y Remus estaba sentado en una de las sillas en la esquina.

—¡Archie! —Sirius saltó de la cama y se apresuró a abrazarla. Apretó demasiado fuerte, pero Rigel sólo le sonrió—. Justo a tiempo, creo que Lily está a punto de redefinir el color carmesí.

Lily, cuyo rostro estaba de hecho enrojecido y sudoroso, miró con irritación a Sirius—. Será mejor que creas que una vez que no esté hinchada como un globo, voy a cazarte y destriparte por eso, Sirius.

—De verdad, Sirius, ¿no tienes ningún sentido de autoconservación? —Remus negó con la cabeza sin levantar la vista del manual que estaba leyendo—. Hoy de todos los días.

—Asumí que estaría más dócil teniendo en cuenta todas las pociones que ese medimago a medio hacer le ha estado metiendo por la garganta —dijo Sirius con ligereza, encogiéndose de hombros con elegancia mientras le daba una palmada rápida a la cabeza de Rigel y volvía a su lugar en la cama. .

—Te enseñaré lo que es dócil, chucho recrecido —gruñó Lily. James pasó una mano tranquilizadora por el cabello de Lily y el rostro de la pelirroja se suavizó hasta que sonrió con cansancio. Volvió a pasearse sin moverse para estrangular a Sirius, por lo que Rigel supuso que su madre estaba teniendo en cuenta su ubicación. Sirius funcionaba bien en la sala infantil, incluso se divertía jugando con los niños que veían muy poca alegría, pero se ponía muy nervioso cuando estaba atrapado en la habitación de un paciente. Era un remanente de todas las horas que pasó en una habitación como ésta cuando Diana estuvo enferma. Rigel sólo lo había visto así un par de veces cuando uno de los percances de Archie y ella los había dejado con heridas demasiado problemáticas para tratar en casa, pero Sirius era marcadamente diferente en una habitación de hospital.

Era más frívolo, más sarcástico. Sus insultos eran demasiado agudos y su buen humor un poco demasiado forzado. Sorprendió a Rigel que Lily pudiera mostrar tanta consideración por su amigo en medio de su propia situación personalmente difícil. Rigel nunca había experimentado un trabajo de parto, pero no parecía un paseo por el prado de las hadas. Su madre era verdaderamente una persona de buen corazón.

—¿No se supone que esa cama esté higiénica? —Rigel le preguntó a Sirius, tratando de canalizar al Sanador interior de Archie.

—Puedes desinfectarla cuando salga, entonces —dijo Sirius, agitando una mano con negligencia—. ¿O la matrícula impía que James envía a esa escuela estadounidense no está sembrando ningún beneficio todavía?

—Sirius —reprendió Remus en voz baja, aunque incluso Rigel podía decir que su corazón no estaba realmente en la reprimenda. No tenía sentido enfadarse con Sirius cuando estaba así.

—¿Qué? —dijo Sirius, colocando sus manos detrás de su cabeza mientras se recostaba sobre el colchón—. En serio, pensé que Archie estaba aprendiendo todo lo que Harry aprendía, ¿no es así como funciona? Bien podrías hacer que su dinero valga la pena, ya sabes, James tiene que pagar la matrícula foránea, ¿no? No tengo idea de cómo los hijos de muggles pueden permitirse enviar a sus hijos al extranjero para estudiar magia. Todo es un mal asunto.

—La educación de Harry no está ni cerca de ser una carga para nuestras finanzas —James puso los ojos en blanco ante su amigo—. Y Archie no puede hacer magia fuera de la escuela, aunque técnicamente no son vacaciones.

Sirius miró a James y resopló—. Eso nunca nos detuvo.

—Eso no es algo de lo que estar orgulloso —bufó Lily, frotando pequeños círculos sobre su columna vertebral con una mueca mientras caminaba—. Te lo juro, no vas a clavar tus garras en este, Sirius. Fui demasiado suave con Archie y Harry; no más. Este no va a ser un alborotador.

—Harry no es una alborotadora —protestó James—. Ella es prácticamente una santa, con el estudio y la cortesía y el...

Lily resopló—: Conoces a nuestra hija, ¿no? Ya sabes, ¿Harry, la modosita que siempre está de pie junto a Archie cuando algo sale terriblemente mal? ¿La chica cuyas ideas suelen ser el origen? Nuestra hija es capaz de crear problemas inimaginables. Tienes suerte de que mi sentido común también se le haya contagiado, o nuestras experiencias como padres podrían no habernos inspirado a tener otro. Por cierto, ¿por qué tendremos otro? Olvidé lo horrible que fue esto.

James murmuró palabras sin sentido para sosegarla, las cuales en realidad causaron que Lily pusiera los ojos en blanco y meneara la cabeza con exasperación.

Sirius suspiró con aburrimiento y Remus alzó la cabeza con divertida paciencia—. Ve a conseguir un café, Sirius, por amor a Merlín.

Sirius se puso en pie y le hizo gestos a Rigel—. Vamos, Arch, hazme compañía.

Caminaron en silencio por los pasillos. Rigel sabia que era inusual que Archie estuviera tan callado, pero no sabia que decir. Por fin, fue Sirius quien rompió primero el silencio.

—Este lugar en verdad te sacude —dijo Sirius, haciendo un gesto con la mano abarcando las murallas blancas y los pisos fríos de cerámica—. Sólo... —suspiró—. Estoy feliz por tu tía, pero sigo pensando que podríamos haber sido nosotros, ¿sabes? Yo, tu y mamá. Siempre hablamos acerca de tener más hijos. Mi hermano era un chivato la mayor parte del tiempo, pero me gustaba no ser un hijo único. Aun así, supongo que tu tienes a Harry, ¿no?

—Nunca me sentí solitario al crecer, si eso es lo que quieres decir —le aseveró Rigel—. Y siendo honestos, ¿como podría? Esta familia es la mejor. Y el bebe de tía Lily será para mi como otra hermana de todos modos. Estoy feliz con la vida que me has dado, papá —le dio un codazo a Sirius para enfatizar sus palabras—. En serio, no podrida pedir nada mejor.

Sirius le dio un abrazo con un sólo brazo mientras caminaban—. Oh, cielos. Eres demasiado bueno para alguien como yo, Arch. Siempre lo supe. Tu mamá era igual.

Rigel siempre se sentía muy incómoda al hablar de tía Diana con Sirius, pero intentó no demostrarlo en su rostro—. Estas subestimando tu bondad, papá —dijo ella, sonriéndole brillantemente a Sirius en una aproximación de la picardía sin esfuerzo de Archie—, o estas sobreestimando la mía —añadió con impertinencia.

Sirius se rio, y volvieron a guardar silencio.

—¿Y qué nombres están considerando? —inquirió Rigel.

—Oh, ¿acaso no te lo dije? —Sirius le dio una mirada con expresión avergonzada—. Ya escogieron uno en realidad.

—Quizás lo hiciste —dijo Rigel con facilidad, sabiendo muy bien que él no lo había hecho—. Sabes que se me olvidan las cosas.

—¿Así como olvidaste decirme que eres un hablante de pársel? —preguntó Sirius suavemente.

Los pies de Rigel se congelaron por un momento antes de continuar dando un paso—. Acerca de eso, yo iba a...

—Oye, lo comprendo —Sirius se detuvo para encararla y le puso una mano en el hombro—. En serio, lo comprendo. También habría vacilado en decírmelo, pero quiero que sepas que no es tu culpa. No pienso menos de ti porque tienes un Don Oscuro. Si nada, me culpo a mí mismo, porque, bueno, encarémoslo: ¿quien sabe que cosas más andan nadando en los genes Black después de todos estos años? Así que no te sientas culpable ni nada por tenerlo ni por guardarlo para ti. A veces a los chicos les gusta guardar secretos, ¿no? Yo lo recuerdo. Los hace sentir especiales saber que nadie más lo sabe.

—Yo... —Rigel parpadeó un par de veces para ordenar sus pensamientos—. Lo descubrí en el receso de Navidad —no tenia caso aclarar en cuál receso de Navidad—. Al principio iba solamente a ignorarlo, quiero decir ¿a quién le importa? Pero después todos lo descubrieron, y yo iba a decírtelo, pero no podía hacerlo por carta, ¿sabes? Supongo que debería haber sabido que lo escucharías de todos modos.

—Como dije, no te preocupes al respecto —dijo Sirius—. En lo que a mi concierne, tu todavía eres Archie Black, el mismo de siempre, solamente que ahora no tienes una excusa para no ayudarme con las serpientes.

—Oh —dijo Rigel—. Gracias, papá. Lamento que yo... bueno, gracias. Acerca de las serpientes, sin embargo... yo prefiero no usarlo si no es necesario. Quiero decir, ha causado tantos problemas ya, que... si no hay problemas ¿que tal si pretendemos que no lo tengo?

—No te veas tan preocupado, campeón —Sirius sonrió y le revolvió el cabello antes de entrar al elevador que los llevaría a la cafetería—. Haremos lo que tu quieras.

Rigel se alegraba de que su pársel no pusiera otro obstáculo en la relación de Sirius y Archie, pero aun así... no pudo evitar pensar que la reacción de Sirius al don, a pesar de ser expresado en términos de comprensión y aceptación, no había sido tan reconfortante como probablemente él pensaba. Sus amigos habían actuado un poco demasiado entusiasmados acerca de todo el asunto, pero nunca la hicieron sentir como si se esperara que ella estuviera avergonzada de eso.

No es que Rigel lo culpara. Si Archie hubiera resultado ser un hablante de pársel, se habría sentido exactamente como Sirius esperaba de ella, ya que Archie siempre fue muy consciente del disgusto irracional que sentía su padre por todas las cosas que lo asociaran con la crianza de su familia Oscura. Sin mencionar que el Hospital probablemente hacia que fuera peor para Sirius el intentar hablar de cosas que ya encontraba deprimentes y preocupantes.

Así que ella se inclinó y lo abrazó con fuerza antes de que el ascensor los dejara en el nivel de la cafetería, y luego dijo—: Nunca dijiste cuál era el nombre que decidieron, papá.

Sirius sonrió, pero había un toque de tristeza en ella—. La van a llamar Adriana.

Rigel inmediatamente conectó la similitud entre Adriana y Diana. No estaba segura de si tener un recordatorio constante de la tía Diana sería bueno para Sirius o no, pero podía ver que el gesto lo conmovió.

—Adriana Potter —dijo, probándolo—. Bueno, necesitará un apodo. Adriana es un poco complicado para cualquiera que no tenga al menos treinta años.

—¿Ana? —sugirió Sirius.

—Demasiado arrogante —Rigel negó con la cabeza, imitando la propensión de Archie a tomar decisiones precipitadas.

—¿Ree?

Rigel hizo una mueca—. Suena como el canto de un pájaro.

—Eres terriblemente quisquilloso cuando se trata de apodos —observó Sirius, sonriendo burlonamente—. Entonces sugiere uno.

Rigel no estaba dispuesta a sugerir a Dana, Diane o algo demasiado parecido a la inspiración original para el nombre, así que dijo—: Addy.

—¿Addy? —Sirius chasqueó los labios como si estuviera masticando la palabra—. Addy. Bueno, eso funcionará hasta que tenga al menos... tres.

Rigel golpeó a Sirius con el codo—. Creo que es lindo.

—Bueno, entonces puedes decirle a Lily por qué le pusiste el apodo de una víbora a su hija antes de que ella naciera —dijo Sirius.

—No hay problema —dijo Rigel despreocupadamente—. Solo tendré que aguantar la ira de la tía Lily durante unos dos minutos antes de que tu digas algo peor y quedaré libre.

Sirius hizo una mueca—. Realmente debería saber mejor que antagonizar a las mujeres justo antes de que comiencen el trabajo de parto. Todavía tengo pesadillas sobre el nacimiento de Harry.

Rigel se mostró escéptica. Nunca había oído que algo traumático sucediera en su cumpleaños—. Estoy segura de que no fue tan malo. La tía Lily ni siquiera sabe malas palabras.

Sirius sacudió la cabeza con seriedad mientras hacían fila para el bufé—. Lo creas o no, la lengua de Lily es la menor de tus preocupaciones una vez que se pone en marcha. Cuando era más joven, su magia era extremadamente volátil.

—Como la de Harry —dijo Rigel, pensando que había heredado la magia rebelde de su madre.

—¿Harry? No, Harry es una corderita en comparación —dijo Sirius—. La de Harry casi nunca se liberaba de su control cuando era niña. Aparentemente, Lily solía tener crisis una vez al mes antes de recibir una educación adecuada. No la conocí muy bien antes de que James se casara con ella, pero la vi un par de veces en la Plataforma 9 ¾, y James parecía tener una forma de molestarla... —Sirius sonrió al recordarlo—. En nuestro quinto año, James le pidió a Lily que se casara con él. Otra vez, fíjate; él lo hacía todos los años cuando la veía en la plataforma, y ella simplemente estalló. Supongo que había estado teniendo una mala semana. De hecho, pude sentir la magia derramándose de ella ese día, si eso te da alguna indicación, y James... bueno, creo que realmente se enamoró de ella en ese momento. Al momento siguiente, él salió volando por el aire. La magia de Lily lo empujó hasta el tren, adentro de en un compartimiento, arrojó su equipaje después de él y lo encerró dentro por si acaso.

Sirius estalló en carcajadas, ignorando las miradas de censura de algunos de los otros clientes de la cafetería, quienes aparentemente no creían que un hospital fuera un lugar para reírse.

Rigel se detuvo a pensar en ello. Parecía que la magia de su madre había sido similar a la suya, excepto que ella tenía su magia más fieramente reprimida que Lily. Se preguntó cuándo se había apaciguado la magia de su madre, porque Rigel nunca había visto a Lily perder el control sobre esta mientras crecía. Tendría que preguntarle cuándo volviera a ser Harry.

—¿Por qué Lily siguió yendo a la Plataforma 9 ¾? —Rigel preguntó—: Quiero decir, ya que James la irritaba tanto.

Sirius levantó las cejas—. Estoy seguro de que lo he mencionado antes, Arch, realmente eres olvidadizo, ¿no? Bueno, en ese entonces la comunidad mágica no confiaba mucho en los aviones. Los que viajaban al IAM y al Instituto de Salem desde Londres también tomaban un tren, y dado que sería un poco inútil construir dos plataformas secretas en una estación, los trenes partían de la misma plataforma.

—¿Al mismo tiempo? —Rigel frunció el ceño—. ¿No era confuso? ¿Qué pasaría si la gente se subiera al tren equivocado? —Decidió que ni siquiera tocaría el tema de cómo se suponía que un tren cruzaría el océano. Hacía mucho tiempo que había aprendido que los magos a menudo hacían las cosas de la manera imposible sólo porque podían, en lugar de, por ejemplo, reservar una estación pública de Flú.

—No, el tren a América salía una hora más tarde, creo —dijo Sirius, arrugando su rostro en una expresión pensativa.

—Entonces, ¿la tía Lily no podría haber dejado de llegar demasiado temprano si realmente quería evitar al tío James? —preguntó Rigel—. ¿O a ella le gustaba en secreto incluso entonces?

Sirius resopló—. No es ningún secreto cómo se sentía Lily en ese entonces; realmente no podía soportar a tu tío James. Todos los años él se arrodillaba y pedía su mano, y todos los años ella le gritaba como una banshee que la dejara sola. Pero en cuanto al porqué llegaba temprano… —Sirius se interrumpió abruptamente—. Eso ya no importa.

—¿Qué significa eso? —Rigel frunció el ceño.

—Te lo diré cuando seas mayor —dijo Sirius, moviendo las cejas.

Rigel lo dejó pasar, porque incluso la posibilidad implícita de información inapropiada sobre sus padres le revolvía el estómago, pero estaba muy consciente de que Sirius sólo estaba desviando su curiosidad porque no quería responder. Tendría que preguntarle ella misma a su madre cu ándo llegara a casa a pasar el verano.

Pagaron la comida y charlaron de otras cosas mientras comían. Clases, Quidditch (Sirius se horrorizó al saber que los partidos se habían pospuesto indefinidamente hasta que atraparan al basilisco). Más horrorizado, de hecho, que cuando Rigel le dijo que había un basilisco vagando por la escuela.

—Nunca he visto uno —dijo Sirius—, apuesto a que valdría la pena echarle un vistazo.

—No si fuera lo último que vieras —señaló Rigel irónicamente.

Sirius parpadeó—. Bueno, alguien le ha estado escribiendo a Harry con demasiada frecuencia. Normalmente yo diría, '¿por qué tan serio, hijo?' pero nunca sería tan fatalisticamente directo.

Rigel dejó que sus labios sonrieran con vergüenza—. Sí, supongo que sí. ¿Pero no deberías estar más... no sé, preocupado por un basilisco gigante corriendo por el internado de tu hijo?

—Bueno, si es un basilisco, dudo que vaya corriendo —dijo Sirius razonablemente. Ante la ceja levantada de Rigel, se rió entre dientes—. Archie, Dumbledore es el mago más grande de nuestro tiempo. Si el mal es lo suficientemente estúpido como para mostrarse justo debajo de las narices del director, puedes estar seguro de que no estará presente para molestarte por mucho tiempo. Dumbledore se encargará del basilisco. Solo manténte en forma en tu juego de Quidditch para cuando se restablezca la copa.

Ante la expresión aún preocupada de Rigel, Sirius suspiró y dijo—: Mira, aprendí mi lección el año pasado, ¿de acuerdo? Había olvidado los problemas en los que me metí cuando era niño hasta que recibí cartas del director sobre niños que caían en coma. Estaba tan preocupado el año pasado, pero llegaste a casa sano y salvo, tal como Dumbledore dijo que lo harías. Supongo que lo que estoy tratando de decir es que recuerdo cuántas noticias no enviaba a casa sobre lo que sucedía en la escuela, pero nada realmente malo nos pasó allí. Así que podría pasar todo mi tiempo preocupándome por ti, o podría confiar en ti, y confiar en Dumbledore, para estar a salvo y actuar en tu mejor interés.

Rigel absorbió eso pensativamente. Por un lado, Sirius confiaba más en Dumbledore de lo que incluso Rigel se había dado cuenta, pero por otro lado, la falta de preguntas por parte de Sirius sólo podía ser algo bueno en lo que respectaba a sus secretos.

Cuando terminaron, volvieron a subir a la sala de maternidad para encontrar varios sanadores en la suite de Lily.

—¿Ya es hora? —Sirius dijo alegremente, al ver a Lily apoyada en la cama—. Además, espero que hayas desinfectado eso primero.

—¿Ya? —Lily gruñó—: He tenido espasmos abdominales durante horas, Sirius.

—Sí, pero... en realidad, creo que puedo concederte eso —dijo Sirius pensativamente—. Bueno, si me necesitas, estaré afuera —sin más preámbulos, Sirius le deseó buena suerte a Lily, le dijo a James que no volviera a desmayarse y salió rápidamente de la habitación del hospital.

—Uno pensaría que alguien que es a la vez auror y voluntario del hospital a tiempo parcial tendría un estómago más fuerte —dijo Remus pensativamente—, pero supongo que sería más un estorbo que cualquier otra cosa en este punto. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar, Lily?

—Por mucho que aprecie la oferta —gruñó Lily—, por favor, saca tu trasero bien intencionado de mi sala de parto.

Remus esbozó una pequeña sonrisa—. Como desees, futura madre. Cuídala, James.

James asintió desde su posición al lado de la cabecera de la cama. Estaba sosteniendo la mano de Lily y parecía estar mentalizándose para una batalla de la que esperaba salir del lado equivocado.

—¿Debería…? —la voz de Rigel se apagó. Quería estar allí para su madre, pero Archie no era realmente el hijo de Lily, por lo que sería un poco extraño si se quedaba después de que Sirius se fuera.

—¿De verdad quieres mirar? —preguntó Lily sin rodeos.

Los ojos de Rigel se agrandaron cuando se dio cuenta de lo que en realidad estaba a punto de suceder. Tenía una vaga idea del parto, por supuesto, pero... pensar en ello en el sentido inmediato y práctico era francamente perturbador.

—Llámanos cuando estés recuperada, tía Lily —dijo Rigel, tratando de no hacer una mueca—. Buena suerte. Sean cuidadosos —agregó a los sanadores al salir, porque Archie definitivamente habría dicho lo mismo.

Esperaron en el pasillo por un tiempo, pero finalmente los tres no pudieron pasearse más, así que se retiraron a una pequeña sala de espera al final del pasillo. En realidad, no tomó más de una hora, pero se sintió como una eternidad simplemente sentados allí tratando de no pensar en lo que estaba pasando pasillo abajo.

Luego, un sanador asistente vino por ellos.

—Ustedes tres están con los Potter, ¿verdad? —ante la suave confirmación de Remus, inmediatamente dijo—: Tanto la madre como la hija están bien. No hubo complicaciones y los Potter están listos para verlos ahora.

Remus y Sirius suspiraron de alivio. Rigel agradeció a la magia magia que su madre estuviera bien, y cerró los ojos contra su cerebro tratando de imaginar qué implicaba exactamente una 'complicación'. Archie aún no había cubierto el parto en sus estudios de Sanador, probablemente no lo haría hasta el sexto o séptimo año. Sin embargo, por lo poco que Rigel entendía, no era algo que realmente quisiera experimentar. Nunca. Afortunadamente, ahora tenía una hermana pequeña para ser responsable de continuar con el linaje sanguíneo. Una hermanita, reflexionó Rigel, a quien probablemente debería ir a conocer.

Siguió a sus tíos de regreso a la habitación de Lily y levantó las cejas mientras observaba a sus padres. James parecía haber sido sometido a una de las Prácticas Agotadoras Extremas de Flint, o PAE, como le gustaba llamarlas a Pucey. Su cabello estaba más desordenado que de costumbre, su rostro sudoroso y tenía la mirada desorbitada de un hombre que ha pasado por un infierno y todavía no está seguro de lo que ha hecho para merecerlo.

Lily, por otro lado, parecía una corredora profesional que acababa de terminar una carrera importante. Su piel brillaba con el esfuerzo saludable, una fina capa de sudor hacía que su frente brillara ligeramente bajo las brillantes luces del hospital, y tenía una sonrisa de inmensa satisfacción en su rostro.

En sus brazos había un pequeño bulto rosa de mantas. Todos se agolparon para ver, y el primer pensamiento de Rigel fue que nunca había visto nada tan raro.

Su hermanita era un poco arrugada, no parecía realmente humana, y no parecía ser capaz de abrir los ojos ni cerrar la boca. Su carita arrugada parecía completamente infeliz de enfrentarse a las luces y el ruido del aire exterior. Sus ojos permanecían cerrados con fuerza, sus fosas nasales dilatadas, y lloró y lloró por la injusticia de todo. Hizo que le dolieran un poco los oídos a Rigel, y la expresión de Remus era particularmente dolida, pero Sirius se inclinó para acercarse.

—Qué par de pulmones —dijo, riéndose—. Hola, pequeña Addy, bienvenida al mundo.

—¿Addy? —Los ojos chispeantes de Lily se entrecerraron peligrosamente.

—Fue idea de Archie —dijo Sirius, retrocediendo rápidamente.

—¿Addy? —Lily dijo de nuevo, volviendo sus ojos a Rigel.

—A Harry se le ocurrió —dijo Rigel rápidamente—. Me escribió sobre los apodos que estaba pensando, ya que Adriana es demasiado sofisticada para el uso diario.

Lily frunció los labios—. Addy, ¿eh? Supongo que es lindo.

Sirius le envió a Rigel una mirada impresionada que claramente decía 'buena salvada'. Rigel sólo sonrió un poco ante la ironía de la vida.

—Me gusta —declaró James. Estaba recuperando lentamente el color, pero aún parecía estar sufriendo un leve caso de fatiga de combate.

—¿Puedo sostenerla? —consultó Sirius ansiosamente.

—No —dijo Lily sin rodeos. Al ver la mirada suplicante de Sirius, suspiró—: Haz que la sanadora Nilkin te desinfecte primero. Y no pongas su piel de colores extraños.

La sanadora dio un paso adelante y realizó un hechizo de esterilización general sobre ellos tres que Rigel reconoció del entrenamiento de Archie—. Eso dura por cuatro horas —dijo alegremente—, pero volveré cada dos horas para renovarlo, por si acaso. ¿Y puedo decirle qué hermosa niña tiene, señora Potter? Simplemente perfecta.

La Sanadora salió de la habitación vivazmente, y Rigel tuvo la sensación de que ella era el tipo de persona que caminaba por el mundo con una sonrisa en el rostro sin importar lo que se cruzara en su camino.

Sirius sostuvo a Adriana por un rato, luego Remus la cargó, todavía haciendo una mueca por la forma en que la bebé no dejaba de quejarse y llorar.

—¿No alimentaste a la niña? —preguntó Sirius. Ante la mirada fulminante de Lily, se encogió de hombros—: Correcto, pregunta tonta. Aún así, Addy está un poco tensa, ¿no crees?

—¿Vas a cargarla, Archie? —Remus preguntó unos minutos después—. Voy a pedirle a una de las enfermeras una poción para el dolor de cabeza.

Rigel vacilante se recostó en su silla y sostuvo sus brazos en la posición que le mostró la sanadora. Cuando colocaron a su hermana en sus brazos, se sorprendió ilógicamente de lo ligera que era. Una persona no debería pesar menos que un saco de harina, reflexionó Rigel en silencio.

Los ojos de su hermana se abrieron un poco, pero no lo suficiente como para distinguir el color. Rigel había leído que los recién nacidos requerían una poción de gotas para los ojos para mantener alejadas las infecciones durante los primeros días después del nacimiento, y la poción a menudo nublaba la visión del bebé hasta que las gotas desaparecían. Rigel supuso que si alguien la hubiera cegado sin explicación, ella también lloraría mucho. Con su frente arrugada y sus ojos entrecerrados, Addy no era realmente muy linda todavía, pero aún había algo entrañable en su extraña y pequeña fragilidad. A pesar de que la niña era, con mucho, la cosa más indefensa de la habitación, no dudaba en hacer notar su presencia. Rigel se preguntó a qué edad la gente dejaba de dejarse escuchar por miedo.

Addy todavía estaba inquieta, por lo que Rigel meció sus brazos suavemente por un rato para tratar de calmarla. No pareció ayudar, pero siguió haciéndolo. La pequeña gorra de Addy se resbaló un poco, y antes de que Rigel se la reajustara, dejó entrever unos finos mechones de cobre.

—Ella tiene tu cabello, tía Lily —dijo Rigel, sonriendo levemente.

—Y los ojos de James —dijo Lily, sonriendo—. Los tenía bien abiertos hasta que entraron las gotas.

—Así es —dijo James con orgullo—, y también la barbilla de su madre.

Lily negó con la cabeza—. Todavía no puedes distinguir la forma de su barbilla, James.

—Sí, pero tiene esa inclinación obstinada, ¿no? —James suspiró con cariño—. Ella será un verdadero demonio, puedo decirlo.

—Oh, no —dijo Lily, todavía sacudiendo la cabeza—. No, ésta no. Ella será un ángel.

—Oh, Lily, lo siento mucho —dijo Sirius, con los ojos muy abiertos con dolor fingido—. Yo pensé... —se interrumpió y se mordió el labio a modo de disculpa.

—¿Qué? —Lily dijo con suspicacia.

Sirius sacudió la cabeza con tristeza—. Sólo pensé que Addy era hija tuya.

—¡Tú...! —Lily comenzó a buscar algo en su bata de hospital—. James, ¿dónde está mi varita? Voy a lanzar un maleficio a ese estúpido amigo tuyo aunque sea lo último que...

Lily se interrumpió cuando Addy dejó escapar un grito de angustia particularmente fuerte. Rigel se puso de pie torpemente y con cuidado transfirió al bebé de vuelta a los brazos de Lily. Lily comenzó a arrullar suavemente a la niña, ignorando a Sirius por completo.

Pasaron el resto de la tarde en la suite. La magia ayudaba significativamente en el parto en términos de la salud de la madre y la fuerza del bebé, por lo que los Potter probablemente podrían haberse ido a casa el mismo día, pero James sintió que era mejor quedarse al menos hasta la mañana. Todos se turnaron para sostener al bebé, aunque ninguno de ellos pudo lograr que se quedara callada por mucho tiempo.

En algún momento, Rigel debió haberse quedado dormida en su silla. Tendía a quedarse dormida estos días cuando no estaba haciendo algo activamente, por lo que no la sorprendió sentir que Remus la sacudía para despertarla. Se estiró y estaba a punto de preguntar qué hora era cuando escuchó una voz inconfundible flotando a través de la puerta de la sala de partos, que estaba ligeramente entreabierta.

—Si simplemente busca a Rigel Black adentro, estaré en...

—¡Tonterías! Simplemente debe venir a desearle lo mejor a la nueva madre; es de buena suerte, sabe.

—No tengo ningún interés en la suerte, buena u otra...

—Bueno, entonces al menos entre por cortesía.

—Yo no...

La puerta se abrió por completo y la Sanadora Nilkin entró como una brisa, con una mano indicándole a cierto Maestro de Pociones que la siguiera. El profesor Snape apenas parecía estar controlando su impaciencia, por lo que Rigel se levantó y dijo—: Adiós a todos. Felicidades, tía Lily. Hola, profesor. Mis disculpas por no encontrarlo abajo, me temo que me quedé dormido, .

—Ya veo —dijo Snape brevemente, moviendo su mirada sobre su cabello revuelto y su túnica—. Venga conmigo, Black.

—¡Espera!

Se dieron la vuelta cuando Lily los llamó. La madre de Rigel se mordía el labio, un hábito que Rigel sólo había visto en un puñado de ocasiones, ninguna de ellas feliz. Lily abrazó a Addy un poco más fuerte contra su pecho y luego dijo—: Es bueno verte, Severus.

Rigel dejó de respirar por un momento por la sorpresa. ¿Su madre acababa de dirigirse al profesor Snape por su nombre de pila? Siempre había regañado a James y Sirius por insultarlo, pero Rigel pensó que su madre sólo sentía un cariño nostálgico por su amigo de la infancia. Por la forma en que lo miraba ahora, era como si se conocieran, como si una gran tragedia hubiera pasado entre ellos. Era incómodo, la angustia incómoda en el rostro de Lily.

El rostro de Snape no hubiera sido más inexpresivo si hubiera estado petrificado—. Señora Potter —Lily se estremeció levemente—, felicitaciones. Venga, señor Black.

—¡Oye! No le hables a mi hijo como si fuera un animal —espetó Sirius, parándose de su silla para moverse protectoramente hacia Rigel y su Jefe de Casa.

Snape hizo un gesto a Sirius lo suficiente como para ser completamente desdeñoso—. Trataré a mi estudiante como me plazca, Black.

—Ni lo sueñes —gruñó Sirius—, no dejaré que le des órdenes a Archie como si fuera un perro azotado para que puedas sentir una sensación de autosatisfacción fuera de lugar.

Snape levantó una ceja puntiaguda—. A diferencia de algunas personas, no obtengo placer en degradar a otros. Creo que encontrarás que... Archie no se opone a mi forma de tratarlo en lo más mínimo —Snape dio un paso más cerca y bajó la voz a una peligrosa octava—. Quizás quieras pasar un poco menos de tiempo preocupándote por el comportamiento de los demás y un poco más contemplando el tuyo.

—¿Qué se supone que significa eso? —dijo Sirius, entrecerrando los ojos y profundizando la voz también.

—Sólo que claramente no puedes esperar que un animal sea responsable de otro —dijo Snape, con los labios fruncidos con desagrado—. ¿Es realmente una sorpresa que alguien más calificado viniera a tomar el control de lo que has permitido que crezca sin control?

—¿Estás cuestionando mi habilidad como padre? —Sirius se enfureció, apretando los puños. Rigel nunca había visto a Sirius tan molesto; por lo general, cuando la gente lo enojaba, simplemente se reía de ellos o los insultaba. Él nunca cayó en el anzuelo de esta manera.

—Cuestionaría tu habilidad como ser humano si no supiera que un chucho como tú lo tomaría como un cumplido —dijo Snape con una sonrisa sin humor.

Rigel se dio cuenta de dos cosas en rápida sucesión. La primera fue que Snape sabía de alguna manera acerca de la forma animaga ilegal de Sirius. La segunda era que si estos dos magos se quedaban en la misma habitación por mucho tiempo, alguien resultaría herido. Dado que la cosa más indefensa en la habitación era su hermanita, Rigel de repente se sintió extremadamente motivada para sacar al profesor Snape de la habitación, no porque temiera a Snape, sino porque quién sabía lo que haría la presencia de Snape combinada con estar en una habitación de hospital para Sirius.

—Bueno, no me gustaría perderme la cena —dijo, con un tono de voz un poco demasiado alta, como lo hacía Archie cuando quería cambiar de tema tan obviamente que nadie podía ignorarlo—. Nos vemos este verano. Gracias por recogerme, profesor Snape —se movió para abrazar a Sirius brevemente y saludó a todos los demás, lanzando un beso a Addy por si fuera poco.

Snape aprovechó el momento sin problemas, asintiendo a la asamblea general y saliendo rápidamente.

No hablaron mientras bajaban en el ascensor hasta el nivel con conexiones Flú, ambos perdidos en sus propios pensamientos. Rigel no sabía lo que estaba pensando Snape, pero estaba pensando que o bien Dumbledore no era tan sabio como pensaba, o que había subestimado seriamente la cantidad de mala sangre entre Snape y su familia. Para ser honestos, Rigel también lo había subestimado. De alguna manera, la fría negrura en la mirada de Snape parecía ir mucho más allá de lo que sería razonable en una rivalidad escolar de una década. Y Sirius le había gritado a Snape tan rápido, como si hubiera estado esperando para hacerlo, o lo hubiera hecho tantas veces que fuera automático. James y Remus no habían intervenido, notó Rigel. Ni siquiera habían parecido sorprendidos. Remus sólo parecía resignado, y James visiblemente se estaba absteniendo de ponerse del lado de Sirius, no se atrevió frente a su esposa, al parecer.

Y Lily, ¿qué diablos era esa expresión en su rostro cuando Snape la llamó 'Señora Potter'? Era como dolor y un poquito de ira, pero no hacia el profesor Snape. También había otras cosas en su mirada, pero Rigel no podía descifrarlas. Todo estaba demasiado cargado emocionalmente para analizarlo, y no tenía idea de por qué.

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El lunes por la mañana, Dumbledore hizo el anuncio de hacerse cargo de las clases de Defensa por el resto del período. El rostro de McGonagall mostraba abiertamente desaprobación, pero el resto del personal sólo parecía sorprendido y confundido. Los susurros estallaron en el Gran Salón. Hubo muchas miradas emocionadas alrededor de algunas de las mesas, especialmente entre los estudiantes mayores.

—¡Finalmente! —Pucey exclamó desde la mesa—. Tal vez aprendamos algo antes de graduarnos.

—Es sólo por unos meses —dijo cínicamente alguien más—. Él pasará todo el tiempo deshaciendo el daño de una década de incompetencia.

—Aun así es mejor que tratar de deshacerlo nosotros mismos —se encogió de hombros Pucey.

Los de segundo año tuvieron Defensa esa tarde después del almuerzo, y se sentaron en silencio esperando que llegara su nuevo profesor, sin saber muy bien qué hacer con la situación. Al principio se sorprendieron cuando comenzaron a llegar estudiantes de las cuatro Casas, ya que normalmente sólo tenían esta clase con los leones, pero como señaló Blaise, Dumbledore es un hombre muy ocupado. Tenía sentido condensar sus clases a siete por semana en lugar de catorce o más.

Cuando el Director finalmente entró al salón de clases, estaba completamente en silencio. Se dirigió al frente y escribió cuidadosamente su nombre en la pizarra con una tiza blanca y chirriante.

Varias personas se rieron en voz baja cuando se dio la vuelta y dijo—: Hola, clase. Soy su nuevo maestro, el profesor Dumbledore.

El hombre de cabello plateado se paseó por el frente de la habitación con una gracia fácil mientras hablaba.

—Como habrán notado, combiné todas las Casas de cada año, tanto porque me ahorra tener que enseñar la misma lección dos veces como porque siempre he sido receloso con las divisiones innecesarias entre nuestros estudiantes —dijo, tirando de su barba pensativamente—. Ahora, estoy seguro de que se estarán preguntando qué tipo de cosas cubriremos en esta clase. Esencialmente, habrá un tema diferente cada día. No te lo contaré con anticipación, porque probablemente decidiré sobre el tema esa mañana mientras desayuno.

Nadie podía decir si estaba bromeando o no.

—No se requerirán tareas de lectura antes de la clase, y no se asignarán tareas después de la misma —continuó Dumbledore—. Lo primero es porque les diré todo lo que necesiten saber, lo segundo porque aunque tomaré mi responsabilidades de este puesto en serio, lamentablemente no tengo tiempo para calificar lo que estoy seguro serían simplemente ejemplos inspiradores de su percepción y comprensión del material.

Había sonrisas estallando por todas partes ahora, y un par de personas aplaudieron.

—Sin embargo, esto no significa que no serán responsables de las materias tratadas en clase —dijo el director con cordialidad—. Cada dos miércoles habrá una prueba oral sobre los temas tratados en las últimas tres clases. Se podrán consultar los apuntes, así que asegúrense de tomar algunos. Sin más preámbulos, comenzamos nuestro primer tema: Escudos defensivos. Por supuesto, todos han aprendido Protego, pero este es sólo el primero de una serie de hechizos defensivos que llamamos escudos. Cada escudo tiene un nivel diferente de dificultad y utilidad, que en la mayoría de los casos son directamente proporcionales.

Y así fue su primera lección real de Defensa. A diferencia de Quirrell, Dumbledore no les dio un capítulo para leer sobre un hechizo y luego los hizo probarlo en maniquíes durante todo el período con poca o ninguna orientación.

Les dio una descripción general de los diferentes tipos de escudos que podrían esperar encontrar en sus vidas, con un análisis exhaustivo de sus usos y desventajas. Varios de ellos, explicó, estarían más allá de su nivel actual, pero era mejor estar al tanto de lo que otros que eran más poderosos que ellos podrían usar en su contra que ignorarlos simplemente porque estaban fuera de su alcance.

Todos salieron de la clase satisfechos y muy emocionados por sus últimos meses de Defensa.

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La siguiente semana fue tan tranquila que todos sabían que algo malo tenía que pasar pronto.

En la tarde del día quince, Rigel pensó que debería visitar a Neville en la Enfermería.

Se acercó a Selwyn en la sala común, quien levantó la vista de su revista, escrita, nuevamente, completamente en el lenguaje rúnico en el que se basaba Rune Magic, con una expresión resignada—. ¿Qué quieres, Black?

Rigel trató de parecer lo más humilde posible—. Me preguntaba si podría tener un pase para la Enfermería para visitar a Neville Longbottom.

—Está petrificado —dijo Selwyn sin ambages—, no va a saber si lo visitas o no.

—Aún así me gustaría visitarlo —dijo Rigel con voz plana—. Puedo llevar a otro estudiante por seguridad, si lo prefieres.

Selwyn se burló—: Oh, sí, déjame enviar a dos estudiantes de segundo año a los pasillos infestados de basiliscos. Estoy seguro de que tener una segunda persona para romper en lágrimas histéricas contigo hará toda la diferencia.

Rigel le dirigió a Selwyn una mirada inexpresiva y poco impresionada, y Selwyn levantó una ceja en respuesta, como si dijera: ¿realmente puedes negarlo?

—¿Puedes enviar un prefecto conmigo? —Rigel intentó.

—Mis prefectos tienen mejores cosas que hacer —dijo Selwyn.

Rigel miró hacia donde el prefecto masculino de séptimo año estaba jugando al chasquido explosivo con sus amigos—. Claramente.

Selwyn gruñó—: No vas a irte, ¿verdad? Bien. Te acompañaré a la Enfermería, donde permanecerás hasta que vuelva a recogerte a la hora del toque de queda.

Rigel estuvo de acuerdo de buena gana y Selwyn la acompañó a regañadientes a través del castillo hasta la Enfermería—. Oyes cualquier cosa que suene como un silbido y me lo dices de inmediato, Black —dijo Selwyn, agarrando su varita con cautelosa confianza—. Luego me dices de qué dirección viene y corremos hacia el otro lado, ¿entendido?

Rigel asintió—. Nada hasta ahora.

—Es mejor que siga así —masculló Selwyn—. Si quedo petrificada y me pierdo los EXTASIS por tu culpa, repetiré el año sólo para fastidiarte y ponerte en detención todas las noches durante todo el año.

Rigel sintió que su miedo a que el basilisco apareciera esa noche aumentó en varias muescas.

Llegaron a la Enfermería sin incidentes, y Selwyn la miró fijamente antes de irse—. Quédate. Aquí.

Rigel reflexionó en privado que Selwyn realmente no confiaba mucho en ella.

Su amigo era el primero en la fila de estudiantes petrificados, y siempre le dolía a Rigel ver esa misma expresión congelada en su rostro incluso después de todos estos meses.

Se sentó en silencio junto a su cama, ya que en realidad no tenía nada que decir. No estaba segura de qué la impulsaba a visitar a Neville de vez en cuando (lógicamente ninguno de los dos se beneficiaba realmente de ello), pero parecía incorrecto no hacerlo, como si se estuviera olvidando de él.

Eventualmente, decidió trabajar en su pequeño proyecto siempre y cuando estuviera sentada en silencio, así que aprovechó la Enfermería tranquila y vacía y se sumergió en la meditación.

El guardián-títere estaba justo donde lo había dejado, por decepcionante que fuera. Ella se hundió en el sillón frente a él y lo miró pensativa. Lo había modelado a partir de cómo pensaba que se vería si realmente fuera un niño. Esto sería lo que encontrarían los posibles intrusos en su mente, por lo que quería que coincidiera con las expectativas de las personas sobre lo que verían, para que fuera menos probable que lo cuestionaran.

El mejor propósito que había diseñado para un guardián mental sentiente era disfrazarlo de ella misma, o al menos de cómo la gente percibiría su ser mental. Uno de los principales inconvenientes de tener que defender conscientemente tu mente era que te dejaba vulnerable en el mundo físico. Ningún Oclumancista era realmente una amenaza hasta que sus escudos fueran lo suficientemente buenos como para poder defender su mente automáticamente mientras aún estaba conscientemente presente en su cuerpo físico, para poder mantener a ambos fuera de peligro. Hasta entonces, era una situación de uno u otro, y a menos que te enfrentaras a un enemigo como la enfermedad del sueño, que sólo atacaba tu mente, un ataque mental probablemente vendría junto con uno físico.

Esta era una medida temporal para evitar ese inconveniente hasta que pudiera descubrir como establecer sus escudos. Si un ataque mental venía con una amenaza física, podría mantener el control sobre su cuerpo mientras el guardián protegía activamente su mente de la forma en que sólo podía hacerlo mientras meditaba.

Al menos, en teoría. En realidad, el llamado guardián sentado frente a ella era poco más que un zángano descerebrado. Tal vez... bueno, él podría seguir instrucciones básicas, así que tal vez ella podría darle un conjunto de órdenes muy específicas a seguir en caso de una intrusión. Continuaría estando sin mente, pero sería capaz de reaccionar bajo un cierto conjunto de condiciones propuestas, como una computadora muggle.

Se dedicó a idear un conjunto de comandos de este tipo, que básicamente consistía en imaginar escenarios posibles y luego imbuir al títere con los comandos de reacción adecuados mediante el uso de magia para consolidar las instrucciones en el cerebro del títere. No tenía forma de saber si funcionaría, ya que no podía simular un ataque mental en su propio cerebro, pero al menos se sentía mejor por haber hecho algo.

Regresó al mundo físico para ver que el sol ya se había puesto. Selwyn probablemente vendría a buscarla pronto.

La puerta de la Enfermería se abrió y Rigel se levantó para irse, suponiendo que Selwyn no querría esperar. Para su sorpresa, no fue Selwyn quien entró, sino Parvati Patil. La chica entró sin hacer ruido y no costó mucho adivinar que se había escapado de la torre de Gryffindor para visitar a su hermana.

—Hola —dijo Rigel.

Parvati saltó sintiéndose culpable y se giró hacia ella—. ¿Black? ¿Qué estás haciendo aquí?

—Visitando a Neville —dijo Rigel.

—¿Y eso que bien hará? —Parvati dijo con amargura.

Rigel levantó una ceja, teniendo la impresión de que Parvati estaba haciendo exactamente lo mismo.

Parvati hizo una mueca—. No me mires así. Neville no es tu gemelo, por lo que no puede sentir tu presencia como Padma puede sentir la mía. Además, yo no puedo hacer nada más. Sin embargo, tú puedes —Ante la mirada confundida de Rigel, ella tiró su trenza sobre su hombro y dijo—: Hablas pársel, ¿no? Usa tu estúpido don para encontrar la cosa antes de que lastime a más personas. Eso es lo que Dumbledore estaba tratando de hacer, ¿no es así? Reconocí esa lengua pársel que todos escuchamos como tuya, así que obviamente cree que puedes atraerla.

—No funcionó —dijo Rigel disculpándose.

—Entonces inténtalo de nuevo —dijo Parvati—. Mi hermana está petrificada, Black. Sé que eres hijo único, pero intenta por un segundo imaginar cómo se siente.

Rigel pensó en Addy, tan pequeña y frágil, y se estremeció al pensar en ella acercándose a la mirada de un basilisco—. Lo siento mucho, Parvati...

—No lo sientas —dijo Parvati con frialdad—. Haz algo al respecto.

—No puedo —dijo Rigel, sintiéndose inadecuada a pesar de que sabía que realmente no se podía esperar que hiciera nada—. No es seguro simplemente deambular buscándolo, y ¿qué haría si lo encontrara? Simplemente huir, probablemente.

—¿Y qué? —Parvati dijo, alzando la voz—: Encontrarlo es mejor que nada. Pero no, sólo estás sentado aquí, totalmente inútil. Si tuviera el poder de ayudar a las personas, no me verías sentada aquí sin hacer nada.

—Los maestros no quieren que nosotros...

—Sin embargo, los maestros no tienen a alguien que les importe petrificado, ¿verdad? —dijo Parvati, con la voz entrecortada—: Sabes, hoy es mi cumpleaños. El mío y el de ella. Nosotras siempre . . . Yo nunca lo había pasado sola antes, y le compré un regalo hace meses, pero no podrá abrirlo hasta Junio con suerte y todo es tan estúpido. ¡Odio esto! No veo por qué los profesores no pueden detenerlo.

—Estoy seguro de que están haciendo lo mejor que pueden —dijo Rigel infructuosamente.

—Cierto. Eso es algo que la gente dice cuando no quiere decirte que no ha logrado nada—escupió Parvati—. ¿Sabes qué? ¿Por qué no te vas?

—Tengo que esperar a...

—¿Qué? ¿Alguien más que haga que todo esté bien? Crece, Black. Y márchate. No te quiero aquí esta noche —dijo Parvati, girándose hacia la cama de su hermana con una expresión rota y miserable—. Ya es bastante malo saber que no estás haciendo nada para ayudar. No quiero verte hacer nada también.

—Esperaré junto a las puertas —dijo Rigel.

—¿No me escuchaste? ¡Fuera! —Parvati se giró para gritarle, quitándose el zapato y arrojándolo en dirección a Rigel por si acaso. Probablemente sabía que las protecciones en la Enfermería impedían que se lanzaran la mayoría de los hechizos de bajo nivel clasificados como 'ofensivos', para evitar que los estudiantes de los equipos de Quidditch opuestos se maldijeran entre sí después de los partidos.

La magia de Rigel salió para desviar el proyectil automáticamente, pero ella se estremeció de todos modos sorprendida de que la otra chica realmente le arrojara algo. Aún así, ella no tenía una hermana gemela, por lo que supuso que realmente no podía comprender lo que Parvati debía estar pasando. Dejó la Enfermería en silencio, decidiendo que la discreción era la mejor parte del valor en este caso, y se apoyó contra la pared del pasillo. Si tenía suerte, Selwyn no la regañaría demasiado por estar en el pasillo cuando llegara.

Durante unos minutos hubo silencio.

Cuando empezó a escuchar el susurro del pársel resonando suavemente por el pasillo, su primera reacción fue de total incredulidad. ¿Cómo podía estarle pasando esto a ella, de todas las personas? Luego, una pregunta más apremiante:

¿Qué debería hacer ella?

Madame Pomfrey no estaba en la Enfermería esa noche, como lo demostraba el hecho de que no viniera a investigar cuando Parvati comenzó a gritar. Rigel sabía que medibruja generalmente hacía inventarios con Snape a mediados de mes, por lo que era muy probable que estuviera en las mazmorras. Había una alarma para alertarla en caso de que una persona herida cruzara el umbral hacia el ala, pero Rigel no estaba segura de cuán sensible era y no quería lastimarse gravemente para activar las protecciones en caso de que Madame Pomfrey no estuviera solamente en otro lugar, sino realmente indispuesta.

Por un lado, podía quedarse allí y fingir que no escuchaba nada. Eso podría mantenerla a salvo si el basilisco no se cruzaba en su camino, pero también era un curso de acción cobarde que no ayudaría a nadie. Si el basilisco estaba vagando, alguien tenía que saberlo. Además, no había garantía de que el basilisco no la encontrara; de hecho, era más probable que fuera petrificada si se quedaba donde estaba que si se alejaba del débil sonido del siseo.

Por otro lado, podría tratar de conseguir ayuda. Esa era una buena idea, pero no sabía dónde buscar. No había retratos en el pasillo, aunque podría haber algunos en la Enfermería. Sin embargo, si regresaba adentro, Parvati le preguntaría por qué había regresado, lo que la llevaría a contarle a la chica que acababa de admitir que tenía tendencias de justiciera que el monstruo que tanto deseaba ver destruido posiblemente estaba a su alcance esa noche. De alguna manera… eso parecía una mala idea.

Y, sin embargo, ¿tenía elección? No podía andar dando vueltas. Tal vez podría convencer a Parvati de que se quedara en la Enfermería con ella, y por lo menos Rigel probablemente era físicamente más fuerte que la chica Gryffindor. Podría obligarla a permanecer en la relativa seguridad de la sala de Enfermería si tuviera que hacerlo. Rigel se dio la vuelta y tiró de la puerta, pero ésta no se movió. Frunciendo el ceño, Rigel lo intentó de nuevo, pero la puerta definitivamente estaba atascada. Llamó a la pesada puerta varias veces, pero Parvati no respondió. Tiró unas cuantas veces más de la manija antes de darse cuenta de que la puerta no estaba atascada. Estaba bloqueada. Parvati la había dejado afuera. Golpeó más fuerte, tratando de inyectar algo de urgencia al sonido, pero también fue ignorado.

Rigel estaba a punto de intentar pedirle a su magia que abriera una de las puertas, a pesar de la improbabilidad de que eso funcionara sin su varita para ayudarla a dirigirla conscientemente, pero antes de que pudiera formular la solicitud silenciosa, se sintió repelida hacia atrás varios pies sin ninguna advertencia. Fue como si una fuerza invisible hubiera aumentado de repente y la hubiera empujado lejos de la puerta. Extendió una mano, pero no pudo acercarse a las puertas más de medio metro. Ella movió la mano de un lado a otro, frunciendo el ceño. Se sentía como si una burbuja de magia se arqueara sobre las puertas del Hospital, aunque no pudo ver ningún rastro visible. La semicúpula de magia no cedió ni vaciló, incluso cuando Rigel levantó ambas manos y la presionó probándola. Le recordó algo, pero no estaba segura de qué.

Ella suspiró. Su magia probablemente no sería capaz de atravesar lo que fuera. Al menos Parvati estaría a salvo mientras permaneciera en el ala.

La única pregunta que realmente quedaba era cómo encontrar ayuda y alertar a alguien ahora sin encontrar y/o alertar también al basilisco. Probablemente éste estaría buscando presas, lo cual, si todos los demás estaban en sus salas comunes como se suponía que debían estar... prácticamente la dejaba a ella sola.

El siseo era un poco más fuerte ahora, pero aún débil e indistinto. Estaba bastante segura de que venía de la izquierda, así que se dirigió a la derecha. Le pediría ayuda al primer retrato o fantasma con el que se encontrara.

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[HPHPHP]

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Francamente, Alesana tenía mejores cosas que hacer que andar de un lado a otro detrás de un segundo año con una boca demasiado avispada para su propio bien y una desafortunada inclinación para cabrear las fuerzas del destino. Por otra parte, como Delegada, era una de las dos únicos estudiantes a los que se les permitía deambular por los pasillos en estos tiempos difíciles. El hecho de que había aprobado su TIMO de Defensa con gran éxito y se esperaba que le fuera igualmente bien en su EXTASIS a pesar de siete años de un desfile de profesores más inútiles de lo que nadie podría esperar sólo justificaba la confianza que los profesores depositaron en ella.

La confianza, como sabía cualquier buen Slytherin, iba de la mano con la responsabilidad añadida. Así que si realmente querías mantener la confianza de la gente, tenías que estar dispuesto a asumir la responsabilidad por cosas que de otro modo no harías, lo que significaba que a veces ella tenía que llevar a los mocosos de segundo año a la Enfermería y regresar aunque preferiría estar sola leyendo sobre los efectos de la privación de luz solar en los duendecillos de Cornualles.

El castillo siempre era espeluznante después de que los estudiantes estaban en la cama, cualquier prefecto que hubiera hecho rondas lo sabía, pero esta noche había algo... extraño en el aire. Escuchó atentamente los sonidos de siseos mientras caminaba, pero la información disponible sobre el pársel indicaba que aquellos que estaban predispuestos a hablarlo también eran mucho más sensibles a su percepción. A menudo, se informaron casos de hablantes de pársel que reconocieron el sonido de otra serpiente al menos cuatro veces decibelios negativos en el que un no-hablante podía escucharlo.

Curiosamente, los hablantes de pársel no parecían haber aumentado las habilidades de detección de audio en general. Era solamente cuando se trataba de la percepción de pársel.

Alesana llegó a la Enfermería, se estiró hacia las puertas y se congeló, primero por la confusión, luego por la ira. Había algo que le impedía acceder al mango. Sacó su varita y lanzó un encantamiento sobre sus propios párpados dirigido a hacer visible la magia invisible, siempre que fuera magia libre, liberada de quien la realizara en la forma de un hechizo completo. La cúpula alrededor de las puertas de la Enfermería brilló blanca ante sus ojos, y Alesana notó cuidadosamente sus dimensiones antes retirar el hechizo de Vista Mágica. Ella eligió una parte de la puerta que no estaba protegida por la barrera invisible y lanzó una Transformación útil que esencialmente transfiguró una pieza sólida de material en un espacio negativo al mover el material en el epicentro del hechizo hacia los bordes del área afectada, que tenía unos tres pies de diámetro. Cuando el agujero se materializó en la pesada puerta, Alesana se deslizó con gracia a través de la pequeña abertura.

Emergió en la Enfermería en alerta máxima e hizo un inventario de la habitación rápidamente, pero sólo había una persona adentro, y no era Rigel Black. Una rápida mirada por encima del hombro a las puertas reveló al culpable de la barrera invisible. Un botón de aspecto inocuo yacía en el suelo justo en frente de las manijas interiores. Alesana lo reconoció al instante como uno de los nuevos productos de broma que se incluyeron en la lista de Alerta de Prefectos que se editaba cada semestre. Este era un invento de los Merodeadores, el Botón de Barrera, o algo así. Ella movió el botón, y por lo tanto también la barrera, con un movimiento de su varita hasta que estuvo lejos de la entrada del Hospital. Alguien más tendría que descubrir cómo desmantelarlo más tarde.

Caminó hacia la Gryffindor, Patil, que estaba sentada junto a su gemela petrificada. La chica se apresuró a levantarse cuando escuchó pasos, tomada completamente desprevenida, y retrocedió hacia la pared más cercana. Típico de Gryffindor, sin conciencia de la situación ni previsión.

—Tú, Patil —espetó Alesana—. ¿Qué haces afuera después del toque de queda?

—Faltan diez minutos —dijo Patil desafiante; por supuesto, Gryffindors. Ningún Slytherin mostraría sus diminutos colmillos a alguien incuestionablemente más poderoso que ellos.

—¿Bloqueaste las puertas? Esta es una Enfermería, sabes. ¿Qué pasaría si un estudiante hubiera resultado herido y necesitara entrar? —preguntó Alesana.

—A los estudiantes no se les permite salir de los dormitorios de todos modos —dijo Patil sin demora, luego hizo una mueca cuando sus propias palabras la alcanzaron.

—Así es —dijo Alesana, sonriendo—. Los estudiantes tienen prohibido salir sin una escolta adecuada. ¿McGonagall se esconde debajo de una de estas camas? —Alesana levantó una ceja burlonamente cuando Patil no respondió—: No lo creo. Diez puntos menos para Gryffindor. ¿Dónde está Rigel Black?

—¿Y a mí que me importa? —Patil frunció el ceño.

—Cuida tu tono, segundo año —dijo Alesana, su ya escaso suministro de paciencia se evaporaba rápidamente—. ¿Estaba Black aquí cuando te colaste?

Patil apretó una mano alrededor de su trenza, tirando de ella sobre su hombro en un gesto nervioso—. Sí, él estaba aquí, sentado y abatido como un imbécil inútil.

Alesana apretó los dientes ante el insulto flagrante—. ¿Cuándo se fue y adónde?

—Hace diez minutos —dijo Patil hoscamente—, y no me importa adónde fue.

Alesana tenía muchas ganas de dar un tirón fuerte a la trenza de esa niña y ver si le metía modales en la cabeza, pero se contuvo porque había aprendido desde muy pequeña que era imposible arreglar la testarudez—. ¿Por qué se fue, Patil? Se suponía que debía esperar a que lo viniera a buscar.

Algo parpadeó en la mirada de Patil, pero fue sofocado rápidamente—. Simplemente se fue.

—Rigel Black no hace 'simplemente' ninguna cosa —dijo Alesana—. Trata de nuevo.

—¡Yo le dije que se fuera, ¿de acuerdo?! —Patil le espetó, con los ojos marrones ardiendo—. Deberías haberlo visto, sentado allí sin hacer nada. ¡No tenía ningún derecho! Actuando como...

Alesana había escuchado lo suficiente para entender que Patil era la razón por la que Black se había ido, y que la chica probablemente había levantado la barrera para mantenerlo alejado. Se mofó de la chica—. ¿Cómo qué? ¿Como si le importara? Puedo suponer que estás sentada aquí porque te sientes sola sin tu hermana, pero Rigel Black vino aquí porque, por alguna razón insondable, siente compasión y responsabilidad por las personas que él, con los derechos, no deberían importarle dos knuts Y en lugar de agradecerle su consideración o, no sé, dejarlo solo, explotaste con él para satisfacer tu propia frustración y tu lamentable sentimiento de culpa e indefención, ¿estoy en lo correcto?

Patil se sonrojó y volvió la cabeza para no tener que mirar a Alesana. Algunas personas podrían haber sentido lástima por la chica en este punto, pero Alesana no estaba de humor para compadecerse de los mezquinos Gryffindors.

—Ya que no provocaste físicamente que Black se fuera, lo dejaré en los diez puntos que ya tomé —dijo Alesana, cada palabra cortante—, pero tenga la seguridad, señorita Patil, que si Rigel Black está petrificado para cuando yo lo encuentre, me aseguraré de que sus amigos sepan exactamente de quién es la culpa de que estuviera aislado e indefenso en una noche como esta.

—¿Que se supone que significa eso? —preguntó Patil temblorosamente.

—Significa que aprenderás, niñita, por qué lo primero que te dijeron tus compañeros de Casa cuando te seleccionaron fue que no te metieras con uno de la Casa Slytherin —siseó Alesana, incrédula de que la niña pudiera ser tan tonta—. ¿Realmente pensaste que podrías tratar a Black como quisieras sólo porque fue demasiado amable para detenerte? Así no es como funciona.

Patil se estremeció, pero miró a Alesana con irritación de todos modos—. Lo sé. También sé que Black nunca dejará que ninguno de sus amigos me lastime, ni siquiera Malfoy, así que deja de intentar asustarme. Quise decir ¿qué se supone que significa 'una noche como esta'? ¿Sabes cuándo va a atacar el monstruo o algo así?

Alesana sintió la necesidad de poner los ojos en blanco y apenas se contuvo de hacerlo—. ¿Qué fecha es hoy, Patil?

—Quince de marzo —dijo Patil.

—¿Qué es el quince de marzo?

—¿Mi cumpleaños? —Patil dijo sin comprender. Ante la mirada poco impresionada de Alesana, frunció el ceño y dijo—: No lo sé, ¿de acuerdo? ¿Qué pasa, es el Día del Basilisco?

—Es el Festival de las Almas —dijo Alesana, sintiendo que el tácito 'idiota' estaba claramente implícito—. Y si supieras algo sobre la cultura de los no-muertos, sabrías que esta es la noche en que todas las huellas y sombras de almas conscientes se reúnen para celebrar la vida después de la vida. Incluso si no sabías nada sobre el festival, sin embargo, deberías haber sabido con sólo mirar a tu alrededor que no deberías enviar a Black afuera por si solo al castillo. Hay tres retratos en esta habitación, ¿ves a alguno de ellos en sus marcos? ¿No? Eso es porque todos están en la Torre Suroeste, y probablemente no saldrán del Salón del Fundador hasta que su celebración concluya al amanecer.

Patil tragó saliva cuando se dio cuenta de la realidad de las circunstancias—. ¿También los fantasmas?

—Incluso el Sombrero Seleccionador asiste —le informó Selwyn sin rodeos—. Lo que significa que cuando Rigel Black se meta en problemas, y puedes apostar a que lo hará, porque eso es todo lo que el mocoso sabe hacer, no habrá nadie a quien acudir.

—Los profesores...

—Dejaron de patrullar después de que Lockhart quedó petrificado —espetó Selwyn. Honestamente, incluso los Gryffindors deberían haberse dado cuenta de que los profesores no se convertirían en blancos cuando no debería haber ningún estudiante que vigilar. Todos comprendían el peligro, por lo que presumiblemente los estudiantes eran lo suficientemente inteligentes como para seguir las reglas cuando se trataba de su propia piel. Por otra parte, a los leones nunca les importó el pellejo de nadie, y menos el suyo.

—Bueno —Patil estaba evadiendo, y ella lo sabía—. Bueno, no está indefenso. Black es un mago decente.

Alesana no tenía palabras para describir lo completamente tonta que estaba actuando esta chica, y no tenía intención de seguirle la corriente, sin importar lo angustiada que estuviera la chica por su hermana—. En primer lugar, Rigel Black es un estudiante de segundo año. No importa cuán buen estudiante de segundo año, todavía no hay forma de que pueda enfrentarse a un basilisco. En segundo lugar, Rigel Black es un idiota que deja su varita mágica en su mochila escolar la mitad del tiempo. Si bien eso es su estúpida culpa, también significa que por lo que sabes, él está completamente indefenso en este momento.

El labio inferior de Patil tembló, pero obstinadamente mantuvo la barbilla en alto—. N-no. Usó magia para desviar mi zapato cuando...

Los ojos de Alesana se posaron en los pies de Patil, sólo uno de los cuales estaba calzado, y luego en la puerta, donde un zapato que hacía juego con el de su pie izquierdo estaba tirado en el suelo. Habló lentamente, sin poder creer lo que estaba diciendo—. ¿Debo entender que le tiraste un zapato a uno de mis estudiantes de segundo año?

—No lo golpeó —murmuró Patil, y la única razón por la que Alesana no le dio detención fue porque podía ver vergüenza genuina en sus ojos.

—Otros diez puntos menos para Gryffindor, señorita Patil —dijo Alesana con frialdad—, y debe permanecer aquí hasta que Madame Pomfrey regrese de su reunión bimensual de inventario con el profesor Snape o yo regrese para acompañarla a su sala común. ¿Entendido?

—Sí, Delegada Selwyn —dijo Patil con rigidez, finalmente reconociendo la autoridad de Alesana en un esfuerzo por raspar su dignidad del piso.

Alesana salió de la Enfermería con paso rápido y el ceño fruncido. Patil era un idiota, pero Black no ganaría ningún premio de sentido común esa noche. ¿Por qué, en nombre de Salazar, había dejado el pasillo de la enfermería, incluso si no podía volver a la sala?

Se detuvo un momento afuera de las puertas para respirar hondo y luego evocó el recuerdo de su cumpleaños más reciente. Hacía calor esa noche, y durante la pequeña fiesta que sus padres habían organizado para su mayoría de edad, Edmund la había sacado al jardín y le había dado una caja plateada, delicadamente adornada con verde.

Será mejor que esto no sea parte de nuestro juego —dijo Selwyn, la sonrisa relajada en su rostro desmintió la advertencia—: Quiero un regalo de verdad.

Edmund la miró fijamente, la sonrisa en sus ojos era la única señal de su aprecio—. No vas a engañarme para que te diga lo qué es, Alice. Ábrelo.

Alesana levantó la tapa y sintió que su respiración se detenía. Dentro de la caja había un par de aretes, tallados en zafiro pero grabados tan hábilmente que eran representaciones perfectamente estilizadas de la mariposa azul china. Los dedos de Edmund se acercaron para agarrar los de ella alrededor de la caja, y sólo entonces se dio cuenta de que le temblaban las manos. En la mitología china, un par de mariposas simbolizaban el amor eterno.

—Expecto Patronum —dijo Alesana claramente. De su varita surgió un gran lobo fantasmal. Pasó los dedos por su pelaje por un momento, absorbiendo la sensación de fuerza constante que proyectaba, antes de decir—: Encuentra al profesor Snape. Mensaje: Estudiante fuera de los límites. Rigel Black. Visto por última vez en la Enfermería.

El lobo inclinó la cabeza y echó a correr por el pasillo.

Puso su varita en la palma de su mano, dijo—: Señálame: Rigel Black —y echó a correr cuando su varita dejó de girar.

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Aparentemente todos los fantasmas y retratos se habían ido de vacaciones. Literalmente, cada marco que Rigel encontró estaba vacío, y ninguno de los fantasmas deambulaba por sus lugares habituales. Era como si el castillo hubiera sido vaciado, estaba tan silencioso. Excepto por el siseo. No podía decir si estaba más cerca o más lejos, pero de vez en cuando se volvía lo suficientemente claro como para captar frases ominosas como «Desgarra» y «Déjame alimentar, Amo». Luego se movía en la otra dirección, y se desvanecía de nuevo. Se sentía como si estuviera jugando un perverso juego del gato y el ratón. Aunque no fuera cierto, parecía que ella y el basilisco eran los únicos dos en toda la escuela, corriendo en círculos uno alrededor del otro mientras Rigel intentaba encontrar a alguien que la ayudara y el basilisco intentaba encontrar a alguien a quien matar. La única ventaja que tenía era que el basilisco proyectaba su posición con su murmullo de descontento, y ella se había quitado los zapatos para amortiguar el sonido de sus propios movimientos tan pronto como se puso en marcha.

Se prometió que lo primero que haría cuando estuviera en la biblioteca sería buscar un hechizo para encontrar cosas. Sería útil tanto para encontrar un maestro como simplemente para saber dónde estaba lo que quería evitar. Varias veces Rigel trató de dirigirse a las mazmorras, pero cada vez la voz se acercaba peligrosamente y se veía obligada a dar la vuelta y tomar otra ruta. Además, prometió en silencio dejar de dejar todas sus cosas importantes en su bolso, aunque estuviera mejor protegido que su persona. O bien iba a empezar a llevarlo a todas partes, por noches como esta, cuando terminara sin varita, sin mapa, sin capa de invisibilidad y, en general, tan poco preparada para los problemas como era posible.

Estaba en el segundo piso cuando lo escuchó. No el siseo, sino llanto. Alguien estaba sollozando ruidosamente cerca, y Rigel cambió de dirección para apresurarse hacia el sonido. Si había otro estudiante fuera de la cama esa noche, tenía que encontrarlo y asegurarse de que también estuviera a salvo.

Siguió el sonido hasta un baño de niñas, donde el agua parecía filtrarse por debajo de la puerta hacia el pasillo. Golpeó un par de veces, y cuando nadie respondió, abrió la puerta.

El sonido se intensificó exponencialmente una vez que entró, lo que hizo que Rigel pensara que alguien, por alguna razón, había colocado algún tipo de hechizo amortiguador alrededor de la puerta. Tal vez por eso su llamada no había sido escuchada.

—¿Hola? —llamó al baño—. ¿Está todo bien?

El terrible llanto se detuvo al instante y una voz sospechosa espetó—: ¿Quién está ahí?

—Mi nombre es Rigel —dijo, sintiéndose incómoda sólo de pie allí pero poco dispuesta a ir más allá en caso de que la chica no estuviera... decente. Aunque no era nada que no hubiera visto antes, la chica no lo sabría y no había necesidad de avergonzar a nadie—. ¿Puedo entrar?

—Eres un chico —dijo la chica mordazmente—. No se permiten chicos. Así que ve a molestar a alguien más.

—No soy ese tipo de chico —dijo Rigel persuasiva. No podía irse en buena conciencia sin encontrar una manera de llevar a esta chica a un lugar seguro—. No soy uno de esos malos y estúpidos, sabes.

—Supongo que tú tampoco te burlas de las chicas —dijo la chica con escepticismo.

—Nunca —dijo Rigel solemnemente—. Mi mejor amiga es una chica. Ella no soporta ninguna de las cosas habituales de los chicos.

—Oh —la chica sonaba un poco apaciguada.

—Entonces, ¿podrías salir? —Rigel preguntó—: Porque ya es después del toque de queda. Ya no es seguro estar fuera de los dormitorios por la noche.

Una risa aguda resonó alrededor del baño, y de repente un pálido espectro atravesó la pared del baño más cercano y se detuvo frente a la cara sorprendida de Rigel. La fantasma parecía un poco mayor que Rigel. Tenía coletas y anteojos, y una expresión de suficiencia.

—No eres muy brillante, ¿verdad? —dijo la chica, resoplando de risa—. ¡Los fantasmas no tienen toque de queda!

Rigel sintió que su rostro se sonrojaba de vergüenza—. Mis disculpas, señorita. Pensé que era una estudiante que había salido después del toque de queda.

La fantasma le dio una mirada plana y ligeramente herida—. ¿Entonces viniste aquí para meterme en problemas?

—No —dijo Rigel para tranquilizarla—. No sé cuán al tanto estás de los eventos en la escuela, pero los pasillos no son seguros en este momento. Solo iba a asegurarme de que regresaras a tu dormitorio a salvo.

—¿Incluso si fuera una Hufflepuff? —exigió el fantasma.

Rigel levantó las cejas—. Bueno, por supuesto. Eso sería más conveniente, ya que está de camino a mi propio dormitorio.

La fantasma entrecerró sus ojos pálidos detrás de lentes igualmente translúcidos y dijo—: Hmph. Bueno, como puedes ver, no necesito ayuda. Así que vete —La fantasma se volvió hacia el compartimiento inundado del que había venido, con la cabeza gacha con abatimiento.

Rigel vaciló. Debería volver a su dormitorio, pero se sentía... mal simplemente dejar a alguien llorando en un baño, incluso si ese alguien era un fantasma.

—¿Por qué estabas llorando? —preguntó Rigel.

—No es asunto tuyo —dijo la fantasma, dándose la vuelta. Sus ojos comenzaban a lagrimear una vez más.

—A veces ayuda hablar de eso —dijo Rigel, recordando cómo Draco trató de que ella hablara sobre su pesad... sueño.

El fantasma lo fulminó con la mirada—: Oh, no. Sé cómo funciona esto. Pretendes escucharme durante unos minutos y luego sueltas todos tus estúpidos problemas y esperas que te dé consejos y soluciones —Rigel abrió la boca para negarlo, pero el fantasma continuó—: Había una mocosa aquí la semana pasada hablando y hablando de cómo se estaba volviendo loca y olvidando su vida y perdiendo la cabeza, y yo estoy como: esto es no un pabellón psiquiátrico. ¡No soy un sanadora mental! El hecho de que esté muerta no significa que no tenga una vida, ¿sabes?

Rigel hizo un sonido que esperaba fuera más comprensivo que divertido; el fantasma parecía no tener idea de la ironía.

—Prometo no contarte ninguno de mis problemas —dijo Rigel solemnemente.

—Bien, porque a menos que sean realmente horribles, no podría importarme menos —dijo el fantasma, reclinándose de lado en el aire—. ¿Entonces puedo quejarme y no harás nada más que escuchar?

Rigel asintió tentativamente, sin saber en qué se estaba metiendo.

La fantasma dio vueltas en el aire hasta que se quedó mirando el rostro de Rigel al revés—. Bueno, es la cosa más horrible. Sabes que esta noche es el Festival de las Almas, ¿verdad?

Los ojos de Rigel se agrandaron—. Oh. Eso explica... —mucho, en realidad. ¿Acaso tenía la peor suerte del mundo, o qué? Ella frunció el ceño—. Entonces, ¿por qué estás aquí?

La fantasma sorbió y retrocedió varios metros, toqueteándose las coletas malhumorada—. No soy bienvenida allí.

Rigel se sintió mal por el fantasma a pesar de sí misma—. Estoy seguro de que a nadie le importaría...

—¿Estas seguro? —la fantasma chilló de repente—. Oh, ¿sabes tanto? Bueno, creo que fue bastante claro cuando Peeves arrojó una bomba apestosa aquí esta tarde y me dijo que no mostrara mi rostro en el Círculo de Fundadores esta noche.

Rigel trató de aplacar al fantasma—. Peeves realmente no habla por todos los fantasmas.

—Bueno, nadie vino a contradecirlo —espetó la fantasma malhumorado.

A Rigel le pareció algo revelador que esperara que alguien viniera y la invitara personalmente a un evento que, por definición, estaba abierto a todos los seres conscientes post mortem.

—Eso fue terriblemente malo de su parte —dijo finalmente Rigel, decidiéndose por la conmiseración—. No sabía que la vida de ultratumba hacía que la gente fuera tan idiota.

—Oh, no fue la muerte la que lo provocó —dijo sabiamente el fantasma—. Todas las personas son idiotas.

—Supongo que podrías decir eso —dijo Rigel torpemente.

—Bueno, yo debería saberlo —la fantasma sorbió por la nariz, sus ojos comenzaron a lagrimear una vez más. Rigel estaba francamente impresionado por lo rápido que podía cambiar el estado de ánimo del espíritu—: Incluso antes de que muriera, nadie fue amable conmigo. Mucha gente piensa que es divertido que haya muerto en un baño, pero no estaba aquí respondiendo el llamado de la naturaleza, sabes. Estaba aquí llorando, porque Olive Hornby se burló de mis anteojos otra vez. Como si ella pudiera hablar, deberías haber visto su cabello. Más despeinado que el de un mono borracho.

—Estoy seguro de que se arrepintió de haberse burlado de ti, después de tu muerte—, fue todo lo que Rigel pudo pensar en decir.

—¿No es eso cierto? —el fantasma suspiró felizmente—. Oh, la perseguí durante mucho tiempo.

—Ya veo —dijo Rigel, luego frunció el ceño cuando algo inquietó su mente y preguntó—: Lamento si te molesta, pero ¿cómo moriste exactamente en un... baño...? —Rigel rápidamente se dio una bofetada mental a sí misma—: ¡Eres Myrtle!

El fantasma frunció los labios con sorpresa—. Bueno, sí, soy yo —Ella entrecerró los ojos—. ¿Alguien estaba hablando de mí a mis espaldas?

Rigel negó con la cabeza—. En realidad no, pero yo estaba investigando la serie de ataques de hace unos cincuenta años atrás, y me dijeron que una chica muy agradable llamada Myrtle fue asesinada trágicamente por un monstruo, sólo que olvidé que dijeron que fue en el segundo piso, así que no me di cuenta de que estaba hablando con una, uh, celebridad.

Myrtle se pavoneó—: Bueno, es cierto. Me mataron en esa casilla de allí. Escuché que alguien entró, sabes, alguien como tú, un chico que no debería estar aquí. Salí para regañarlo, pero luego estaban estos ojos, y luego... estaba muerta. ¿Sabes que les tomó tres horas encontrar mi cuerpo? Esperé y esperé a que alguien finalmente se diera cuenta de que me había ido —Myrtle estaba llorando de nuevo ahora, y Rigel sintió un tirón involuntario en su corazón. Imagina esperar a que alguien se dé cuenta de que has muerto—. P-pero nadie vino. Mi asesino ni siquiera se quedó. Para cuando desperté como fantasma, los ojos habían desaparecido.

Ella rompió en sollozos histéricos y Rigel no estaba segura de qué hacer. No podía consolar físicamente al fantasma, pero tampoco tenía palabras para la situación. Eventualmente decidió que una distracción estaba en orden.

—¿Crees que lo que está pasando ahora está relacionado con lo que te pasó a ti? —consultó Rigel.

Myrtle se sorbió las lágrimas y dijo—: Bueno, debe ser. Quiero decir, todo es igual, excepto... ya sabes, había una escritura rara que seguía apareciendo en todas partes la última vez. Así que tal vez no sea lo mismo... No lo sé.

—Tal vez atrapen a quienquiera que lo haya hecho, esta vez —dijo Rigel con energía—. Tal vez el culpable sea llevado ante la justicia por fin, y puedas tener un poco de paz.

Myrtle rodó los ojos—. No me quedé porque mi asesinato aún no se ha resuelto. Quiero decir, cielos, ¿podrías ser más cliché? Me aparezco en este baño en caso de que otras personas vengan aquí a llorar como yo solía hacerlo. Si estoy aquí, no tendrán que llorar solas.

—Eso es muy noble de tu parte —dijo Rigel—. ¿Pero no te importa que atrapen lo que sea que te mató?

—Bueno —dijo Myrtle lentamente—, sería bueno saberlo finalmente. Si fue un basilisco como dice el director ahora, sería una historia genial para contar en el Festival de las Almas del próximo año. Hasta ahora todo lo que he podido decir cuándo es mi turno es 'causas desconocidas', mientras que ese Sir Whimsy Porpin-head o como se llame sigue y sigue sobre cuántas veces casile cortaron la cabeza. Como si a alguien le importara.

Rigel tuvo una idea repentina, aunque no estaba segura de si era buena o no.

—Myrtle, ¿te gustaría... unirte a mi investigación? Me vendría bien un fantasma de tus inigualables habilidades de observación en mi equipo —dijo Rigel, ahora reducida a una manipulación descarada, pero no demasiado molesta por ello. Era por una buena causa, después de todo.

—¿Yo? ¿Parte de un equipo? —La forma en que los ojos de Myrtle brillaban de emoción era casi doloroso de ver—. ¡Oh, sí! Podría ser un agente genial, señor... ¿cómo te llamas?

—Rigel —dijo—. Soy Rigel Black. ¿Me ayudarás entonces? Porque queremos atrapar al basilisco antes de que alguien más sufra tu cruel destino.

Myrtle flotó a su alrededor en un círculo y aplaudió—. ¡Sí, sí, mi destino fue tan cruel! No dejaremos que ninguna otra pobre niña sea asesinada en su casilla, ¿o sí?

—Ah, definitivamente no —dijo Rigel—. ¿Entonces puedo contar contigo para vigilar las cosas por aquí?

—Puede apostar —dijo Myrtle—. Le informaré tan pronto como vea algo sospechoso, señor Black.

—Genial, Myrtle —dijo Rigel—. Gracias por tu ayuda.

—No hay problema —dijo Myrtle—. Entonces, ¿cuánto paga esta tarea?

Rigel parpadeó—. ¿Qué tipo de compensación estabas buscando? —No estaba segura de que los fantasmas tuvieran algún uso para el dinero, pero supuso que su mesada podría cubrir los gastos de los fantasmas... cualesquiera que fueran.

Myrtle pensó por un momento—: ¡Oh, ya sé! Quiero algunas decoraciones aquí. Consígueme un póster de las Weird Sisters, un poco de pintura aguamarina y algunas de esas cuentas que se colocan sobre las puertas, pero ajustadas a las dimensiones de mi casilla.

Rigel estuvo de acuerdo, aunque todo el asunto comenzaba a sentirse vagamente surrealista, y Myrtle flotaba en vertiginosos bucles alrededor del baño.

—¡Oh! —dijo Myrtle de repente—. ¿Dónde te reporto?

Rigel hizo un gesto hacia su corbata plateada y verde—. Estoy en la sala común de Slyther, por lo general.

Myrtle parecía dudosa—. Eso está muy lejos de mi baño... supongo... que sólo informaré sobre cosas realmente importantes.

Rigel pensó que tal vez esta era una buena regla para poner por escrito de todos modos, ya que Merlín sólo sabía qué tipo de cosas Myrtle podría considerar necesario informar. Aún así, Rigel pensó que el fantasma podría ser útil, y Myrtle definitivamente podría usar una salida positiva para su depresión. Tal vez estaría más contenta si no estuviera tan concentrada en su triste existencia. Además, como era un fantasma, Rigel no tenía que preocuparse de que el basilisco la matara si veía algo. No se podía matar a un fantasma, y sólo se podía desterrar mediante rituales muy específicos, por lo que esta era una manera perfecta de obtener ayuda para lidiar con el basilisco sin poner a nadie en peligro. Incluso Patil no podía pedir más.

—Myrtle —dijo—, tengo que volver a mi sala común ahora. Pero fue un placer conocerte.

—Me alegro de que haya disfrutado su tiempo aquí en mi humilde baño —se rió Myrtle—. Vuelva a venir, señor Black.

Rigel se inclinó profundamente ante el fantasma, luego salió del baño de chicas y cerró la puerta detrás de ella. Una vez que estuvo fuera del hechizo silenciador que ahora estaba segura de que había sido puesto en la entrada del baño, escuchó atentamente de un lado a otro del pasillo. No podía escuchar nada, lo cual era una muy buena o una muy mala señal. O el basilisco estaba lejos o se había quedado en silencio preparándose para atacar.

Calculó que había estado hablando con Myrtle durante unos quince minutos, por lo que realmente tenía que volver pronto a la sala común. Probablemente Selwyn ya estaría de regreso, esperando a que apareciera Rigel. Consideró regresar a la Enfermería para asegurarse de que Parvati regresara a su torre de manera segura, pero no había garantía de que ella misma pudiera llegar a la Enfermería de manera segura, y Parvati definitivamente no le agradecería que apareciera allí nuevamente de todos modos, siempre que su hechizo de barrera aún no estuviera en su lugar.

Simplemente le diría a un prefecto cuando regresara a la sala común que el monstruo había estado fuera esa noche y que una chica en la Enfermería podría necesitar ayuda para regresar a su dormitorio.

Rigel cortó hasta el conjunto de escaleras más cercano y bajó hasta el nivel del sótano. Desde allí se apresuró pasando las cocinas y dobló la esquina hacia el pasillo que la llevaría a las escaleras que subían tanto al nivel principal como a las mazmorras.

Cuando llegó a esas escaleras, que eran bastante anchas siendo tan frecuentadas, escuchó pasos que bajaban rápidamente en su dirección. Giró, su magia chisporroteando bajo su piel con agitación, pero se levantó de su defensa cuando vio quién era.

—¡Black! De todas las cosas completamente estúpidas que podrías haber hecho. ¿No te dije que no te movieras de allí —Selwyn se apresuró a bajar los últimos escalones y apuntó su varita a Rigel antes de que pudiera abrir la boca para defender sus acciones. Selwyn no habló, pero el brillo azul que emitía lentamente su varita para abarcar el cuerpo de Rigel era un hechizo que Rigel reconoció de los libros de texto de Archie como un hechizo integral para controlar la salud. No te diría qué le pasaba a alguien, como lo haría un encantamiento de diagnóstico, pero sabría instantáneamente si algo andaba mal.

Desafortunadamente, una de las cosas que el hechizo de verificación, como lo llamaban los sanadores, podía detectar era el uso de la poción multijugos. La magia de Rigel se elevó para responder a la amenaza categorizada de inmediato, y sintió que se asentaba en una capa sobre su piel un instante antes de que el brillo azul se conectara. El encantamiento de Selwyn trató de absorberse en su piel, momento en el que estaba destinado a resurgir como vapor azul, si no pasaba nada, o como vapor rojo, si el sujeto estaba bajo la influencia de un hechizo, maldición, poción, ataque mental, o lesionado físicamente de cualquier manera.

En cambio, la nube azul se posó sobre la propia magia de Rigel sin penetrar su piel y permaneció allí, aparentemente sin saber qué hacer a continuación.

Los ojos de Selwyn se entrecerraron bruscamente. Hizo un movimiento rápido con la punta de su varita y el brillo azul se disipó. La Delegada giró la punta hacia atrás con la misma rapidez y apuntó su varita con firmeza hacia Rigel, diciendo—: ¿Por qué dejaste la Enfermería?

Rigel frunció el ceño y dijo—: Pensé que si regresaba temprano, no tendrías que tomarte la molestia de ir a buscarme —No le gustaba mentirle a Selwyn, pero no tenía sentido culpar a Parvati por eso y meterlos a ambos en problemas. Ella se había ido por su propia voluntad, después de todo.

Los ojos de Selwyn brillaron y una mirada fría pasó por sus bonitos rasgos—. Respuesta incorrecta —su varita se movió en un borrón, demasiado rápido para que Rigel la viera, y un chorro de luz roja salió disparado de ella.

Rigel no tuvo tiempo de responder, pero su magia, que ya estaba lista después de responder al hechizo de control, hirvió a través de ella sin que ella la pidiera, solidificándose en un escudo rojo brillante entre ella y Selwyn. Lo reconoció como el mismo escudo que su magia había intentado cuando la pared explotó en el corredor del sótano hace tantas semanas. Esta vez sólo hubo unos pocos agujeros, y el aturdidor de la varita de Selwyn fue absorbido sin dejar rastro por la parte sólida del escudo que golpeó.

El escudo rojo estaba drenando su magia rápidamente, hasta el punto de que realmente podía sentir el efecto que el hechizo tenía en su núcleo para mantenerlo en marcha. No sabía de qué se trataba este escudo que su magia seguía tratando de crear, pero era diferente a cualquier otro hechizo que había sentido en términos de esfuerzo.

Selwyn disparó dos hechizos más en rápida sucesión, ambos dirigidos a agujeros en su escudo incompleto, pero el escudo se deformó y retorció para apartar las partes agujereadas del camino de los dos hechizos sucesivos. Rigel se tambaleó hacia atrás cuando el hechizo se volvió exponencialmente más difícil de mantener. No podía quitarlo e intentar otra cosa, en parte porque para cuando cambiara de escudo, Selwyn conseguiría acertarle, y en parte porque de todos modos no tenía una varita para canalizar la magia consciente. Era mucho más difícil controlar la magia sin la varita de fénix incitándola. Además de todo eso, no sabía por qué Selwyn le estaba lanzando hechizos en primer lugar.

—Selwyn, ¿qué está pasando? —dijo Rigel, retrocediendo hacia las escaleras.

Selwyn la siguió con cuidado—. ¿Quién eres? —ella exigió bruscamente.

Rigel mantuvo una expresión de completa confusión, aunque en su mente estaba empezando a reconstruir lo que había sucedido—. Soy Rigel Black —dijo lentamente.

—Incorrecto —dijo Selwyn, girando su varita para enviar un hechizo alrededor del escudo rojo. El escudo giró para cubrir el costado desprotegido de Rigel y Selwyn usó esa breve abertura para lanzarse hacia adelante con un barrido de piernas debajo del escudo, que sólo cubría su torso, y trató de sacar las piernas de Rigel debajo de ella. Rigel saltó por instinto alejándose del barrido, pero ella perdió el equilibrio y se inclinó hacia el interior de su propio escudo. La magia roja se disipó en el instante en que comenzó a caer hacia él, y Rigel sólo tuvo tiempo de preguntarse qué pasaría si realmente lo hubiera tocado cuando Selwyn siguió con una mano rápida alrededor de la garganta de Rigel mientras que con la otra mano llevó su varita a la oreja de Rigel.

Se congeló, su magia flotando inútilmente bajo su piel en una combinación de vacilación y miedo.

Selwyn le apretó la garganta levemente a modo de advertencia y dijo—: ¿Quién eres?.

Rigel frunció el ceño con frustración y dijo—: Soy Rigel. No sé qué más quieres que diga.

—Basta de hacerte el tonto —gruñó Selwyn—. Rigel Black dejó la Enfermería porque Parvati Patil se lo pidió. Si fueras Rigel Black, lo habrías sabido.

Demasiado tarde, Rigel se dio cuenta de que la Premio Anual era mucho más paranoica de lo que Rigel le había dado crédito, y también que al proteger a Parvati había parecido ser una mentirosa, lo cual era, y peor aún, una impostora.

—No quería meter a Parvati en problemas —explicó Rigel rápidamente—. Lamento haber mentido, Selwyn. Pregúntame algo más.

Selwyn parecía muy escéptica, pero luego se detuvo y su agarre se aflojó un poco—. Lamentablemente, eso... suena como algo que Black haría. ¿Por qué bloqueaste mi hechizo de control si no tienes nada que ocultar?

Rigel hizo una mueca—. No dije que no tengo nada que ocultar, sólo que soy Rigel Black. Tienes que admitir que el hechizo de control es una invasión de la privacidad. Hay media docena de razones por las que podría tener que evitarlo, todas las cuales son legítimas y no son de tu incumbencia, Delegada o no. Basta con decir que no fue porque yo sea un impostor.

Rigel no creía que la ironía pudiera espesarse más en el aire esa noche.

Selwyn la miró a los ojos y se burló un poco de lo que vio allí—: Eres un mentiroso —Rigel se puso ligeramente rígido—. Pero... Rigel Black también es un mentiroso. Dime esto entonces: ¿qué le diste a Rookwood en mi nombre el año pasado?

—Veneno de boomslang —dijo de inmediato.

—¿Qué le pediste a Rookwood que hiciera en la Gala de Año Nuevo?

—Bailar con Pansy.

—¿Qué tenemos tú, Theo y yo en común?

Rigel hizo una pausa. ¿Qué...? Oh—. Todos podemos ver thestrals.

Selwyn soltó su garganta y dio un paso atrás con el ceño fruncido—. No vuelvas a mentirme, Black, al menos no en una noche como esta.

—Mis disculpas —dijo Rigel, frotándose un poco la garganta.

—Hemos perdido demasiado tiempo —dijo Selwyn—. Vamos.

—Está b... Espera —Rigel aguzó el oído, Selwyn se congeló para permitirle escuchar sin impedimentos. Había algo en el aire, sólo el más débil de los ecos, pero no podía decir con certeza si era la lengua de serpiente—. No estoy seguro... debemos movernos rápido.

Selwyn echó a correr, seguida de Rigel. Cuando Selwyn vio que estaba manteniendo el ritmo, la Premio Anual aceleró el paso, lanzando de vez en cuando un hechizo de color amarillo pálido cuando se aproximaba a una esquina. Rigel no estaba segura de lo que hacía, pero Selwyn parecía satisfecha cada vez que el hechizo volvía a su varita sin hacer nada más.

Estaban casi llegando a la sala común cuando un lobo plateado saltó de la pared de piedra junto a ellos, casi provocándole a Rigel un infarto en el proceso. Selwyn se detuvo y el lobo se deslizó hasta detenerse frente al estudiante mayor de cabello negro.

—Mensaje —entonó el lobo.

—Procede —dijo Selwyn.

La voz del profesor Snape sonó desde las fauces abiertas del lobo—. Pomfrey de regreso en la Enfermería, no regrese por Patil. Diríjase a la sala común con o sin Black. Los profesores McGonagall, Flitwick y Sprout también notificados. Enviar respuesta de estatus.

Antes de que Selwyn comenzara a responder, Rigel dijo—: Dile que el basilisco está activo esta noche. Lo escuché antes; por eso tuve que moverme de la Enfermería. Sonaba demasiado cerca.

Selwyn asintió y transmitió tanto esa información como su ubicación actual y su estado de salud al patronus, que se alejó saltando a través del techo una vez más. Rigel se preguntó cómo Snape se encontraba arriba si había estado en las mazmorras haciendo un inventario cuando recibió el mensaje, pero luego recordó que la Enfermería también tenía una conexión Flú, por lo que probablemente habían subido por Flú cuando oyeron lo sucedido.

Después de eso, pasó poco tiempo hasta que llegaron a la entrada de la sala común y Selwyn espetó la contraseña. Ambos se ingresaron rápidamente a la sala común y se detuvieron para recuperar el aliento sutilmente antes de continuar hacia el área principal.

Rookwood llegó a ellos primero. Tomó a Selwyn por los hombros y la recorrió con una mirada que lo abarcaba todo. Una vez satisfecho de que ella estaba ilesa, dio un paso atrás y asintió con la cabeza a Rigel, revisando sutilmente su salud general también, aunque no tan intensamente.

Rosier se adelantó un segundo más tarde y dijo—: ¿Corriste hasta aquí desde la Enfermería, Alice? Porque me temo que tienes una ventaja injusta sobre nuestro Rigel.

Selwyn le lanzó a Rigel una mirada pensativa—. Se mantuvo bastante bien.

—Rigel corre por las mañanas —dijo Draco cuando él y Pansy los alcanzaron—, pero normalmente no por los pasillos. ¿Qué pasó?

—Perdí la noción del tiempo —dijo Rigel sin pausa—. Pensamos que escuchamos algo, así que nos apresuramos a regresar, más vale prevenir que lamentar.

Selwyn le lanzó otra mirada, esta vez completamente incrédula—: ¿De verdad te resulta tan fácil o te pasaste todo el viaje pensando en eso?.

Rigel apretó los labios con leve molestia—. Todo eso era cierto.

—Y completamente engañoso —dijo Selwyn rotundamente—. Miente a tus amigos si quieres, yo no voy a mentir a los míos.

Bueno, cuando ella lo ponía así.

—Lo siento, Pansy, Draco —dijo Rigel, sintiendo que últimamente decía eso mucho.

—Dices eso mucho —dijo Draco sin rodeos.

Rigel hizo una mueca—. Simplemente no me gusta...

—Preocuparnos —terminó Pansy con una sonrisa paciente—. Lo sabemos, y lo entendemos... pero igual vamos a preguntarle a Selwyn qué sucedió realmente.

Rigel pensó que eso era bastante justo.

Selwyn dio una breve explicación de la noche desde su punto de vista, y Rigel la apoyó sin mencionar detalles innecesarios, como hacer tratos con fantasmas en baños femeninos.

Draco y Pansy ni siquiera se molestaron en actuar sorprendidos. En cambio, intercambiaron miradas exasperadas, luego cada uno tomó a Rigel por el codo.

—Lamentamos mucho lo de nuestro amigo, Delegada Selwyn —dijo Draco con exagerada cortesía.

—Nos aseguraremos de enseñarle cómo responder adecuadamente a una situación de emergencia —agregó Pansy—, ya que aparentemente todo lo que sabe hacer es andar a tientas como un troll de montaña ciego.

Rigel pensó que eso era un poco duro, ella había hecho todo lo posible, considerando todas las cosas.

—Asegúrense de explicarle qué es una pregunta de seguridad, Pansy —dijo Selwyn con una mueca irónica en los labios.

—Por supuesto, Alice —dijo Pansy con dulzura—. Justo después de que expliquemos por qué abandonar un lugar seguro porque tu enemigo te lo dijo es un curso de acción monumentalmente estúpido.

—Ella no era mi enemiga —protestó Rigel.

—Cualquier persona con un desprecio tan flagrante por tu seguridad personal es tu enemigo, Rigel, aunque sólo sea temporalmente —dijo Pansy tranquilamente.

Rigel iba a discutir cuando un patronus plateado se deslizó a través de la pared de la sala común y se detuvo frente a Selwyn. No era el lobo de Selwyn, sino una cierva de tamaño mediano, con ojos dulces y un porte elegante. Presumiblemente, los patronus de Selwyn se habían quedado sin fuerza (tendían a ser buenos sólo para unos pocos mensajes, había leído Rigel) y ahora uno de los profesores estaba usando el suyo. Selwyn condujo al patronus a una pequeña sala de conferencias fuera de la sala común principal a la que sólo tenían acceso los prefectos, y cerró la puerta para recibir el mensaje en privado, presumiblemente en caso de que no estuviera destinado a los oídos de los estudiantes.

No pudo evitar pensar, mientras Draco y Pansy la arrastraban a una conferencia sobre el comportamiento adecuado en tiempos de estrés e incertidumbre, que el patronus le resultaba familiar de alguna manera, como si lo hubiera visto antes.

[fin del capítulo trece].

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Nota del Autor: Antes de que alguien pregunte: el hechizo Señalarme funcionó para la ubicación de Rigel, aunque en realidad no se llama Rigel Black porque en ese hechizo el nombre es simplemente el referente por el cual el mago define lo que está buscando. Si sólo pudiera encontrar algo con el mismo 'nombre' y nada más, entonces podría señalar a cualquier persona llamada Rigel Black en el mundo. Afortunadamente, los hechizos y dispositivos de reconocimiento mágico no están vinculados al nombre real de algo, sino a la cosa o persona con la que el hechizo o dispositivo asocia el nombre; dependen de la voluntad y la comprensión del hechicero, como casi toda la magia. Entonces, debido a que Alesana conocía a Harry Potter como Rigel Black, el hechizo Señalarme la llevó a Harry Potter cuando le preguntó a quién conocía como Rigel Black. Esto es muy importante, no sólo porque quería hacer que el hechizo Señalarme funcionara en este caso, sino en el futuro para cierto torneo de los tres magos que puede o no tener lugar en el cuarto año.

Mis mejores deseos,

-Violet

NdT: Muchas gracias por comentar , favorecer , y seguir este fic. Disfruten de la familia y amigos. y cuidense.

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Harry Potter, personajes y su mundo © de J.K. Rowling y varias otras compañías. Alanna the Lioness © de Tamora Pierce. Fanfiction sin fines de lucro, ni pretensiones de infringir derechos de reproducción, realizado sólo con fines de entretención. La trama y personajes originales pertenecen al autor del fanfic.