Capítulo 15
Elizabeth tuvo que hacer un gran esfuerzo para esconder su sorpresa. Ese hombre parecía una maldición de la que no podía zafarse por más que lo intentaba. "Señor Darcy, qué sorpresa," fue todo lo que pudo decir y no delatar lo disgustada que estaba.
Charlotte invitó a pasar a los dos caballeros y llamó a una de las sirvientas para que pusiera a Sophia en su cuna. La pequeña niña se había quedado dormida en los brazos de Elizabeth escuchando una bella canción que ella le cantó por varios minutos.
Los caballeros se sentaron y Charlotte y el Coronel comenzaron una agradable conversación mientras Elizabeth y el señor Darcy sólo escuchaban. Al Coronel no le había pasado por alto la forma en que su primo observaba a la señorita Bennet, y como ella hacía todo lo posible por rehuir su mirada.
Por su parte, el señor Darcy estaba tratando de poner sus ideas en orden y calmarse un poco. Aunque el canto de Elizabeth a la bebé había sido en un tono muy suave, él no podía evitar sentir que había escuchado esa hermosa voz antes. De hecho, él creía estar seguro que era la voz que escuchaba todas las noches en sus sueños. Pero él sabía que ella jamás había cantado cuando él estaba presente, y las dos veces que le pidieron que lo hiciera, ella se negó. Entonces no entendía lo caprichoso que eran sus sueños y por qué desde que conocía a Elizabeth, insistían en hacerle creer que se conocían y que algo más hubo entre ellos en algún momento. Más que nunca, deseaba poder recordar todo aquello que estaba perdido en algún lugar de su mente porque sospechaba que esos recuerdos estaban de alguna manera ligados con su corazón.
"¿No crees, Darcy?" preguntó el Coronel para revivir a su primo. Él llevaba casi cinco minutos sin decir ni una sola palabra y la situación se estaba volviendo bastante incómoda.
"Creo que sí," contestó él sin saber qué decir porque no tenía idea de lo que su primo estaba hablando.
"Sí, se conocieron, Coronel. De hecho, un día nos encontramos en una de las reuniones mensuales que Sir William Lucas suele organizar, en su casa" aclaró Elizabeth apenas conteniendo su ira. Cómo era posible que ese hombre arrogante y pomposo no dijera que no estaba seguro si había conocido a Sir William después que él lo había recibido con tanta amabilidad en su casa. Al parecer, la arrogancia de ese hombre no tenía límites.
"Por supuesto que recuerdo a su padre, señora Collins. Disculpe, lo estaba confundiendo con otra persona." Justo en ese momento llegó la sirvienta con una bandeja de té y el señor Darcy agradeció la interrupción que lo ayudó a salir de la incómoda situación.
Además, el Coronel aprovechó la oportunidad para sentarse al frente de Elizabeth y entablar una conversación con ella. Sin lugar a dudas, la señorita Bennet era tan bonita como su hermana, y para su gusto, aún mucho más encantadora. Su manera naturalmente abierta de hablar, su sonrisa permanente y el brillo en sus hermosos ojos, indicaban que además de bella era muy lista. "Me alegra saber que le gusta tanto pasear, señorita Bennet. Espero tener la posibilidad de acompañarla en alguna de sus caminatas. En Rosings no hay mucho que hacer, y a veces puede ser bastante tedioso."
"Estoy segura que a su tía no le molestaría si usted quisiera pasar tiempo conversando con ella. De esa manera no se aburriría tanto, ¿no cree?" dijo Elizabeth con una sonrisa.
El Coronel no pudo evitar reírse al entender lo que Elizabeth le había insinuado. "Estoy seguro que estaría muy que feliz, especialmente si acudo a ella en busca de consejos. Le aseguro que mi tía es capaz de decirme hasta cómo debo organizar en una batalla." El Coronel pretendió decirle un secreto a Elizabeth y en voz muy baja agregó, "Ella lo sabe todo."
Elizabeth reía de buena gana ante ese comentario tan acertado y continuó conversando con el Coronel. Afortunadamente, este sobrino de Lady Catherine era muy agradable y se comportaba de una manera mucho más abierta y sincera que el mentiroso de su primo.
El señor Darcy veía como Elizabeth sonreía y hablaba animadamente con su primo y no pudo evitar sentirse un poco celoso y por eso los interrumpió. "Señorita Bennet, ¿cuánto tiempo lleva en Kent? Recuerdo que hace un poco más de tres semanas nos encontramos en la librería."
"Lo recuerdo, señor. Usted estaba con una amiga de mi hermana, la señorita Carter, y yo con mis tíos y mi primo," respondió Elizabeth seriamente. "Pero respondiendo a su pregunta, llevo dos semanas en Kent."
El señor Darcy se sintió como un estúpido al enterarse que el hombre de la librería era un familiar de Elizabeth. Él había pasado tantas noches pensando en ese incidente, había sentido celos y se había preocupado por nada. "Espero que se esté divirtiendo, recuerdo que una vez mencionó que disfruta de los paseos al aire libre. Rosings tiene un hermoso parque que estoy seguro disfrutará mucho."
"Gracias por sus buenos deseos, señor," contestó Elizabeth y continuó conversando con el Coronel. Después de casi media hora, ambos hombres se despidieron de las damas, dejaron sus respetos para el señor de la casa y se retiraron.
En cuanto Charlotte se quedó a solas con Elizabeth, le hizo algunos comentarios sobre el sobrino de Lady Catherine. "Por fin conozco al famoso señor Darcy."
"¿Famoso? ¿Por qué?" preguntó Elizabeth con miedo a escuchar que su amiga le dijera que era un hombre de mala reputación, algo que a esas alturas ella ya sabía.
"Porque Lady Catherine habla todo el tiempo sobre él. Es el prometido de la señorita de Bourgh, o por lo menos eso es lo que la señora dice."
"Entiendo," dijo Elizabeth mientras sentía una enorme inquietud. Al parecer, el señor Darcy era como su padre, un hombre que se casó con una mujer de sociedad con la que vivía en su lujosa mansión, y tenía a otra en una casa modesta donde jugaba a ser un comerciante. Elizabeth se preguntaba qué hubiera pasado si ella no hubiera descubierto el doble juego de ese hombre. Tal vez hubiera tenido una vida muy similar a la de Olivia Thompson.
"A ti no te agrada el señor Darcy, ¿o me equivoco?" preguntó Charlotte curiosa.
"No te equivocas," contestó Elizabeth. Pero para evitar que su preceptiva amiga pudiera notar algo más agregó. "Es un hombre muy orgulloso y poco cordial con todos a quienes considera por debajo de él. Pero no hablemos más de ese hombre, al menos su primo es bastante agradable. Déjame que te cuente las últimas novedades de Jane."
Mientras Elizabeth intentaba esconder su dolor y seguía conversando con Charlotte, el Coronel y el señor Darcy caminaban rumbo a Rosings. "Así que nada más que tolerable?"
"Sabes bien que no me gusta que me hablen en clave, Fitzwilliam," dijo el señor Darcy molesto y preparándose para lo que le esperaba.
"Entonces seré directo, Darcy. Hay dos alternativas, o eres ciego o eres estúpido, y como sé que tienes buena vista, me quedaré con la segunda opción," agregó el Coronel riendo.
Durante los casi veinticinco minutos de caminata, Richard se encargó de enumerar cada uno de los atributos de Elizabeth, y el señor Darcy no fue capaz de contradecir ninguno y de morirse de celos. "Es una mujer sin dote ni conexiones, no es para ti, Fitzwilliam."
"Lo sé, pero eso no me impide disfrutar de su compañía, y te aviso que es lo que pretendo hacer por el resto de nuestra estadía aquí."
"No te voy a permitir que juegues con ella," replicó el señor Darcy casi en tono amenazante.
"Sabes muy bien que soy un hombre honorable, está demás tu advertencia," contestó el Coronel cada vez más sospechoso de lo que ocurría entre su primo y la encantadora señorita Bennet. Él era un hombre muy perceptivo y había notado la reticencia, e incluso el desprecio con el que ella le hablaba a Darcy y eso lo hacía sentir aún más curiosidad.
Cuando finalmente llegaron a Rosings, el señor Darcy se sintió feliz porque no deseaba seguir escuchando a Richard hablar de Elizabeth como si fuera una mujer sin compromiso a la que cualquier hombre podía admirar. Había algo que le decía que ella estaba destinada a estar con él, aunque él sabía que eso no era posible.
Por eso se encerró por varias horas en su habitación y sólo salió de allí, para trabajar en el estudio de su tía para intentar organizar la pila de documentos que lo esperaban, y ver cómo podía poner en orden las finanzas de la finca.
Sólo a la hora de la cena, él se reunió con el resto de la familia. Como siempre su tía hizo que la velada fuera interminable, pero logró sobrevivir ignorando como mejor pudo sus insolencias. Cuando finalmente estaba en su cuarto listo para descansar, su ayuda de cámara le entregó un mensaje de su prima Anne.
Darcy, ven a mi sala de estar mañana después del desayuno para que podamos conversar. Anne.
"Esto era lo único que me faltaba," dijo el señor Darcy absolutamente fuera de sí.
P&P
Louisa se había sentido muy mal en los últimos días y el doctor le había ordenado reposo. Pero pasar en cama podía ser muy aburrido para una mujer que no tenía costumbre de leer y que prácticamente no tenía amigas, por lo tanto nadie la visitaba. Las que ella llamaba amigas, en realidad, eran amigas de Caroline y sentían poco o nada de interés por Louisa. La única persona que sentía genuino interés por ella, era su esposo. Desgraciadamente, en los últimos días había estado muy ocupado estableciendo algunos negocios con sus nuevos socios.
Por esta razón, su única esperanza de compañía para no sentirse tan sola, era Caroline. Ella quería que su hermana pasara la tarde con ella en su habitación, aunque sólo fuera para oírla reclamar y quejarse. Eso era más entretenido que sentirse sola en un momento en que se sentía particularmente vulnerable.
Pero Caroline no llegó y ni siquiera le mandó una nota para avisarle que no vendría, lo que la tenía bastante triste y melancólica. Afortunadamente, justo cuando había comenzado a sollozar producto de lo abandonada que se sentía, la ama de llaves le anunció que su cuñada la había venido a visitar. Ella se secó las lágrimas y la recibió animadamente, cualquier cosa era mejor que pasar la tarde sola sintiéndose miserablemente.
Cuando Jane entró al cuarto sintió mucha pena al ver a Louisa tan pálida. Hacía más de dos semanas que no la veía, y era evidente que había perdido peso y que no estaba durmiendo bien porque tenía grandes ojeras.
"Louisa, espero no ser inoportuna," dijo Jane tímidamente.
"Para nada, Jane, por favor, pasa y siéntate," le dijo Louisa indicando la silla que estaba cerca de la cama. "Pediré que nos traigan una bandeja con té y unos bocadillos."
Inmediatamente ambas mujeres comenzaron a hablar de muchas cosas. Jane le contó a Louisa de todas las personas a las que había conocido y lo amables que todos habían sido con ella. Louisa se dio cuenta de que Jane, en el poco tiempo que llevaba en Londres, había logrado establecer conexiones en los primeros círculos. Además, Caroline le había contado que Lady Victoria la estaba apoyando y le había abierto muchas puertas que siempre habían estado cerradas para ellas. Louisa sabía que si dejaba todos sus prejuicios de lado, debía reconocer que su cuñada era amable, cariñosa y muy considerada. Parecía que su belleza exterior no era más que un reflejo de su belleza interna, y como si eso no fuera suficiente, además, ella tenía una especial forma de hacer sentir a los demás queridos.
Pero junto con todos esos atributos, Jane era una excelente compañía porque sabía escuchar, era respetuosa y daba su opinión tomando en cuenta los sentimientos de su interlocutor. En resumen, después de una hora en compañía de Jane, y habiendo dejado todos los prejuicios que algún día tuvo hacia ella en el pasado, Louisa estaba contenta conversando y hasta riendo junto a su encantadora cuñada.
"Me encantaría poder tener tus habilidades con el crochet, Jane. Esa manta te está quedando preciosa, ¿para quién es?"
"Es para la hija de una amiga muy cercana que vive en Kent. En estos momentos Lizzie está visitándola, y en la carta que me envió me habló tanto de la pequeñita, que me motivó a hacer esto para ella."
"¿Crees que podrías enseñarme a hacer una igual para mi bebé, Jane? Me ayudará a mantenerme entretenida mientras tengo que hacer reposo."
"Por supuesto, querida. Es mucho más fácil de lo que parece," dijo Jane con entusiasmo. Ella se sentía muy feliz de por fin haber sobrepasado las barreras que la separaban de su cuñada, y comenzar por fin a conformar una verdadera familia. Jane estuvo varias horas conversando, enseñándole crochet a Louisa y conociéndola mejor. Al final del día, pudo descubrir con asombro y alegría, que ella y Louisa eran bastante similares en muchas cosas.
El señor Hurst llegó un poco antes de la cena y fue directamente al cuarto de su esposa para contarle cómo le había ido y todas las nuevas oportunidades que vislumbraba para el futuro. "¿Y cómo fue tu día querida?"
"Pasé una tarde muy entretenida, Jane vino a visitarme y me enseñó a tejer a crochet. Pero además hablamos de muchas cosas interesantes," explicó Louisa mientras su esposo notaba lo bien que le había hecho la visita de la esposa de su cuñado. El día anterior, Caroline había pasado una hora con Louisa y la había dejado angustiada y deprimida.
"¿Y Caroline no vino a verte hoy, querida?"
"No, y tampoco la extrañé. Pero no me vas a creer lo que le dijo a Jane."
"¿Qué le dijo?"
"Que no podía venir porque ella y sus amigas patrocinaban un orfanato de niños y tenía un compromiso con ellos," explicó Louisa riendo. "Pero te prometo que no la eché de menos porque la pasé muy bien con Jane. De hecho, ella me prometió que regresaría mañana y seguiré aprendiendo a tejer a crochet. Quiero hacerle muchas cosas lindas a nuestro bebé."
"Me alegro mucho, querida. Pasado mañana tengo el día libre así que yo me quedaré contigo. Ahora pediré que nos traigan la cena." El señor Hurst prefirió guardarse su opinión sobre el comportamiento de Caroline para no hacer sufrir a su mujer. Pero estaba claro que ella cada día estaba peor, y ya era tiempo que alguien la pusiera en su lugar.
P&P
"Charles, me gustaría que mañana pasaras a ver a Louisa, aunque sea sólo por unos cuantos minutos. Ella ha tenido muchas complicaciones con su embarazo y el doctor le recetó reposo absoluto," le dijo Jane a su esposo mientras él le besaba la mano. Ellos iban en su carruaje rumbo a casa porque nuevamente habían cenado en casa de los Gardiners. Caroline una vez más había invitado a unas amigas que solían hablar de cosas que a ellos no les interesaban. Por el contrario, en casa de los Gardiners, ellos se sentían tranquilos y seguros.
"Está bien, querida. Gracias por decirme, sinceramente pensé que había mejorado ya que Caroline lleva varios días sin ir a verla."
"Es que Caroline ha estado muy ocupada con los asuntos del orfanato y no le ha quedado tiempo para poder estar con Louisa."
"¿El orfanato? ¿Qué orfanato?"
"¿No sabías que Caroline y sus amigas son patrocinadoras de un orfanato de niños?" preguntó Jane un poco asombrada y le contó un poco más sobre la obra de caridad de su hermana.
"¡No puedo creer que te haya dicho eso!" dijo el señor Bingley indignado.
"¿De qué hablas, querido?"
"Caroline te mintió, ella no participa en ninguna obra de caridad. Y cuando sale con sus amigas, lo hace principalmente para ir de compras. Esta semana me han llegado un montón de notas de distintas tiendas, que por cierto, debo pagar."
"Charles, pero como crees que Caroline es capaz de hacer algo así."
"Querida, a veces mi hermana puede hacer cosas terribles con tal de zafar de algo y no cumplir con su deber."
Por el resto del camino, el señor Bingley se fue en absoluto silencio meditando sobre el comportamiento de su hermana. Él evitaba a toda costa crear discordia en la casa porque conocía muy bien la historia de la niñez de su esposa. Él amaba tan profundamente a su Jane, que muchas veces prefería morderse la lengua para evitar altercados. Además, su dulce mujer parecía adaptarse a todo con tanto aplomo, que él no deseaba forzarla a hacer algo que no sentía. Pero esta vez, Caroline se había pasado de la raya y él no estaba dispuesto a quedarse callado.
Por su parte, Jane podía presentir lo disgustado que estaba su amado esposo. De hecho, al llegar a la casa, en vez de acompañarla a su cuarto como siempre lo hacía, se disculpó y se encerró en su estudio hasta que las amigas de Caroline finalmente se fueron a sus casas.
Después de eso, Jane, que ya estaba en su habitación, escuchó una serie de gritos. La pelea entre Charles y Caroline fue tan fuerte que incluso su doncella se asustó un poco. Cuando los gritos terminaron, ella sintió como Caroline corrió llorando a encerrarse a su cuarto y su marido se encerró en el de él, desde donde ella podía escuchar cómo se paseaba de un lugar a otro. Ella esperó y esperó, pero el señor Bingley esa noche, y por primera vez desde que se casaron, durmió en su habitación.
Jane no pudo evitar llorar y recordar su infancia en Longbourn. Cuando ella era pequeña, era usual escuchar a su madre y su padre discutir tal como lo habían hecho Caroline y su marido, y después desde su habitación oía como su madre lloraba por mucho tiempo. Ella siempre había soñado tener un hogar distinto, donde reinara la paz y el respeto. Por eso, Jane siempre evitaba los conflictos y siempre buscaba la armonía y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para evitar escenas como la que recién había ocurrido.
En su cuarto, el señor Bingley estaba tan alterado que prefirió no ir donde su mujer. Él no era tonto y se había dado cuenta como ella había comenzado a brillar en sociedad, la forma en que las mujeres la halagaban por su elegancia y dulzura y cómo los hombres la miraban con admiración. Él sabía que pese a lo que sus hermanas y su amigo le habían dicho, Jane estaba por sobre él, y tenía miedo de perder su respeto y amor. Si él lo veía como estaba en ese momento, seguramente sentiría una gran decepción. Él le había prometido mientras la amaba, que siempre la protegería y jamás le daría motivo para sentirse triste. Esa noche se sentía un fracasado por haber perdido el control y haber generado discordia en el hogar. Por esa razón, prefería que ella no lo viera así.
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Elizabeth salió a caminar muy temprano y pensaba regresar antes de desayunar a casa de su primo. La noche anterior, después de que la pequeña Sophia se quedó dormida, se quedó conversando con Charlotte y su primo por casi dos horas. Sin duda alguna, el matrimonio de su amiga no era perfecto, pero ella apreciaba que había logrado encontrar la seguridad que ella tanto deseaba, y la pequeña señorita Collins le había ayudado a su padre a lograr algo de equilibrio y hasta de sensatez. Sin duda alguna, ellos hacían una buena pareja aunque no lo pareciera a primera vista.
Por otra parte, Elizabeth cada día se maravillaba más con lo hermoso que era la naturaleza en aquel lugar, y se preguntaba por qué sus dueñas disfrutaban tan poco de todo eso que les pertenecía, y preferían estar encerradas en esa casa llena de lujosos muebles de tan mal gusto.
"Buenos días, señorita Bennet," dijo el señor Darcy un poco nervioso mientras miraba a la mujer con la que soñaba todas las noches.
"Señor Darcy," replicó Elizabeth cortantemente. Ella no pensaba permitirle a ese hombre que le arruinara el día, ni menos que pensara que podría seguir jugando con sus sentimientos.
"Parece que tuvimos una idea similar, a mí también me gusta hacer algo de ejercicio antes de desayunar," agregó el señor Darcy cordialmente. Esa mañana había salido a caminar con el único propósito de verla y hablar con ella, de tenerla sólo para él aunque fuera tan sólo por unos cuantos minutos. Pero a la vez, él estaba consciente de que debía hacer todo lo posible para evitarla, aun cuando comprendía que en realidad, simplemente no podía estar lejos de ella. Además, al verla tan nerviosa se daba cuenta de que Elizabeth, probablemente, correspondía a sus sentimientos, y eso lo hacía sentirse peligrosamente atraído hacia ella.
"Así parece, señor." Elizabeth miraba a su alrededor intentando poner fin a la incómoda conversación para poder retornar lo antes posible a la casa parroquial.
"Aproximadamente a una milla de aquí, si sigue por este camino, podrá llegar a un hermoso lago. Si me lo permite, puedo acompañarla. Estoy seguro que le gustará mucho el lugar."
"Gracias por la recomendación, pero ya lo conozco, no es necesario que se tome la molestia de enseñármelo."
"Imagino, había olvidado que lleva dos semanas aquí. Seguramente usted ya conoce todos estos senderos tan bien como yo."
"Disculpe señor Darcy, pero es hora de que regrese a desayunar a casa de mi primo."
"Por supuesto, pero por favor permítame acompañarla hasta allí," dijo el señor Darcy y le ofreció su brazo.
"Gracias," dijo Elizabeth y no le quedó más remedio que tomarse del brazo de aquel hombre. Caminaron casi en silencio, que el señor Darcy sólo interrumpía para mencionarle algunos detalles sobre la propiedad de su tía.
"Hemos llegado, señor Darcy. Qué tenga un buen día," dijo Elizabeth y antes que él pudiera decir algo más que adiós, se alejó corriendo.
Mientras él la veía alejarse no pudo evitar decir, "Elizabeth, no sé por cuánto tiempo más podré seguir evitando lo inevitable."
P&P
El Coronel llevaba cinco minutos sentado en la mesa del desayuno internamente maldiciendo a su primo. Una vez más se había desaparecido y lo había dejado aguantando las incesantes preguntas de su impertinente tía. "Fitzwilliam, no es posible que no sepas dónde está Darcy. Él debería estar sentado desayunando con nosotros, y con Anne, por supuesto."
"Lo siento, Lady Catherine, pero Darcy es un hombre de veintisiete años que no tiene por qué informarme lo que hace."
"Quiero que vayas a buscarlo inmediatamente."
"¿Puedo desayunar primero?"
"No, sabes muy bien que…"
"No se preocupe, Lady Catherine, aquí estoy. Siento la tardanza," dijo el señor Darcy y se sentó en la silla en frente de su primo.
"Darcy, estoy seriamente enfadada contigo. Sabes muy bien que los buenos modales…" Lady Catherine estuvo casi cinco minutos regañando a su sobrino sin cesar.
Por su parte, el señor Darcy miró a Fitzwilliam con cara de arrepentimiento y hasta le murmuró unas palabras de disculpas cuando su tía no lo estaba mirando. Él deseaba que Richard lo ayudara con el asunto de Anne, y lo necesitaba de su lado y de buen humor. Él nuevamente había notado cómo su prima lo miraba fijamente y le sonreía y estaba nervioso por la conversación que tendrían más tarde.
"Y esta velada, he decidido invitar al señor Collins y su familia a cenar con nosotros. A veces es bueno mostrar consideración por todos aquellos que no son tan afortunados como nosotros, y por supuesto, darles la oportunidad de aprender de sus superiores. Por eso espero que estén puntualmente aquí y no me dejen en vergüenza. Es nuestra obligación dar el ejemplo."
"Discúlpeme, tía, pero yo siempre soy puntual," dijo el Coronel, y eso desató otra serie de reprimendas de su tía hacia su sobrino Darcy. Richard tuvo que esconder sus risas tras la servilleta y le guiñó a Anne, que parecía disfrutar de igual forma las tonteras que su madre le decía a su primo Darcy.
El señor Darcy casi ni notó lo que Lady Catherine le había dicho. Esa noche Elizabeth Bennet vendría a cenar con ellos y tendría la posibilidad de verla, disfrutar de su compañía y tal vez hasta de conversar con ella. Tendría que hablar con su ayuda de cámara para que le prepara el saco azul. Su tía Victoria siempre le había dicho que ese color le sentaba muy bien, y él deseaba lucir lo mejor posible ante los ojos de Elizabeth.
Cuando el desayuno finalmente terminó, el señor Darcy le dijo a su tía que estaría en el estudio trabajando en asuntos de la hacienda y que necesitaba la ayuda de su primo. De esa forma, ambos caballeros se encerraron allí, y el señor Darcy le contó de forma resumida al Coronel la manera extraña en la que Anne había estado actuando con él, y de la nota que le había mandado la noche anterior.
"Necesito que me acompañes a hablar con Anne, Fitzwilliam, no quiero estar a solas con ella. Además quiero que estés como testigo de todo lo que tengo que decirle, para que no le quede ninguna duda de que todo lo que siempre su madre ha dicho sobre ese supuesto compromiso desde nuestras cunas, no es más que una mentira. Mi propio padre me dijo que jamás me sintiera obligado a casarme con nadie, y menos con Anne."
"A ver si entiendo correctamente, Anne te mandó este mensaje que tengo entre mis manos, te pidió que fueras a hablar con ella. Y tú crees que es para exigirte que te cases con ella, o intentar forzar una situación comprometedora entre ustedes, ¿no?" preguntó el Coronel casi sin poder contener la risa.
"Exactamente, y no veo por qué te parece tan gracioso," contestó el señor Darcy casi ofendido.
"Cómo se nota que no conoces a Anne. Ella siempre me invita a su sala de estar para contarme sus cosas…" intentó explicar el Coronel. Pero se dio cuenta de que era en vano porque su primo parecía no creer lo que él decía. "Está bien, vamos para allá."
Anne estaba muy animada esperando que llegara su primo Darcy, y se sorprendió mucho cuando lo vio entrar acompañado por Richard. "Darcy, Fitzwilliam…"
"Anne, estoy aquí sólo porque este pelmazo piensa que lo citaste para exigirle que se case contigo u obligarlo a hacerlo," dijo Richard al ver la cara de sorpresa de su prima.
"Lo siento, Darcy," dijo Anne e inmediatamente dejó de sonreír y se puso muy nerviosa. "Te puedes ir si lo prefieres," agregó en una voz tan tenue que casi ni se escuchó.
"Anne, lo siento, yo… Fitzwilliam eres un bruto. Lo siento Anne, creo que el bruto soy yo," agregó al señor Darcy mientras veía como su prima se secaba algunas lágrimas con su pañuelo.
Richard se sentó al lado de Anne y la tranquilizó, mientras el señor Darcy se sentía como un verdadero canalla, pero seguía sin entender qué estaba pasando. "Anne, por favor discúlpame. Pero es que hace tanto tiempo que nosotros estamos distanciados por todas las cosas que tu madre siempre ha dicho, y de repente me mandas este mensaje y me citas aquí…"
Anne al sentir el apoyo de Richard se sintió más segura y dijo, "Después de todo lo que hablamos el año pasado cuando estuviste aquí, pensé que todo eso estaba aclarado entre nosotros, Darcy."
"¿Hablamos el año pasado? ¿Sobre qué?" preguntó el señor Darcy intrigado.
"Sí, y tú parecías tan distinto… Darcy, yo pensaba que…"
"¿Anne de qué hablamos?" preguntó el señor Darcy ansioso.
Pero eso hizo que Anne volviera a tensionarse por lo que Richard le aclaró. "Anne, ¿recuerdas que Darcy tuvo un accidente?"
"Claro que sí, y no le conté nada a mi madre. Darcy, yo recé todos los días por tu recuperación, y me alegro ver que estás bien."
"Anne, el asunto es que Darcy recibió un golpe muy fuerte en la cabeza y no recuerda nada de lo que aconteció en el último año de su vida."
"Anne, ¿serías tan amable de decirme de qué hablamos?" preguntó el señor Darcy nerviosamente. Tal vez su prima podría ayudarlo a recordar todo aquello que estaba oculto en algún lugar de su mente.
"Claro que sí, Darcy. Aunque no sé si te va a gustar escuchar algunas cosas que me contaste con mucha tristeza," dijo Anne tomando la mano de su primo para reconfortarlo.
P&P
Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo ya sea leyendo directamente o a través del traductor.
Saludos,
Yo