Este one-shot es algo que tenía guardado en mi computadora durante años y hace poco lo encontré, no recuerdo qué era lo que quería hacer originalmente con esto pero lo leí y me gusto. Así que ahora lo publico.
No es muy largo, pero Alec es de mis personajes favoritos de TMI y me gustaría que hubiera más contenido sobre él.
Espero les guste
Toma lugar desde Ciudad de las Almas Perdidas, cuando Alec y Magnus se separan.
Alec se sentía como un maldito farsante.
Magnus… Magnus lo había dejado y todo se había ido al demonio. ¡¿Por qué?! ¿¡Porque demonios tuvo que ir con Camille!? Alec era un cazador de sombras, uno de los mejores, debió haber sabido mejor que ir con la vampira. Pero ¿Cómo los hacía entender? ¿Cómo hacía que entendieran que su pecho se contraía cuando pensaba en el futuro? Porque él sabía lo que depara el futuro, un futuro lejano pero futuro al fin y al cabo. Su relación con Magnus era lo mejor que le había pasado en toda su vida, lo hizo crecer y aceptarse. Magnus era… todo para él. Y ahora gracias a sus decisiones impulsivas ya ni eso tenía.
Fue un estúpido, un completo y total estúpido.
Pero estaba asustado, no era una excusa, pero estaba aterrado de lo que su mortalidad significaba. Alec sabía que él le daría toda su vida a Magnus, pero era una vida mortal; solo tendría unos pocos años a comparación de todo lo que había vivido Magnus y todo lo que viviría.
Y pensar en que existía la posibilidad de que, de alguna forma, eso puede arreglarse y pasar toda su vida juntos fue… abrumador.
Pero no era su decisión. No era su vida.
Lo comprendió en el momento en que Magnus lo miró decepcionado, como si no pudiera creer que Alec pudiera traicionarlo de esa forma. Y tenía razón, el mismo no podía creer que por un momento había considerado… no, mejor no pensar en eso. Camille lo tomó justo en un momento de vulnerabilidad y se aprovechó. Ella más que nadie sabía lo larga que podía ser una vida inmortal y lo usó contra Alec.
Magnus había estado en todo su derecho en enojarse, decepcionarse e incluso gritar e insultar si quería. Alec lo habría aceptado todo porque sabía que se lo merecía. Pero… nunca espero lo que sucedió.
Terminaron.
Ya no había un Magnus y Alec.
Solo Alec.
Y era tan espantoso volverse a sentir solo. Isabelle tenía a Simon, Jace tenía a Clary y ¿él? Estaba solo. Desde pequeño se sentía apartado de sus hermanos, era el mayor, el más sabio, el que cargaba con la responsabilidad del nombre Lightwood en sus hombros. Tenía que ser responsable y cuidar de sus hermanos. Pero era una posición solitaria. Y desde la muerte de Max ese sentimiento de deber con sus hermanos se había intensificado. Falló. Le falló a su hermano menor y ahora estaba muerto. Alec debió estar ahí para Max, protegerlo y asegurarse de que creciera para ser el increíble cazador de sombras que sabía que sería. Pero no lo había estado y Max estaba muerto por su negligencia.
¿Cómo podía seguir ocupando el lugar del protector cuando había fallado cuando más lo necesitaban?
Ahora solo quedaban él, Izzy y Jace. Y Alec estaba aterrado de volver a fallar.
Y ahora ni siquiera tenía a Magnus; que cuando lo veía decaído lo tomaba amorosamente en sus brazos y lo dejaba desahogarse para luego aconsejarlo y animarlo, que lo besaba como si fuera algo precioso, que se tomaba su tiempo con su cuerpo y, sobre todo, que logro que Alec se aceptara tal y como era y no le diera vergüenza ser quien era. Le debía tanto. ¿Y cómo le pagaba? Juntándose con una de sus ex a sus espaldas mientras planeaba cómo quitarle su inmortalidad.
Alec no sabía mucho de novios y relaciones, pero sabía que él era el peor.
Y él entendía porque Magnus había decidido que lo mejor era separarse. Lo entendía, pero no por eso dolía menos. ¿Cómo pudo ser tan estúpido? ¿Cómo pudo ser tan malditamente ingenuo?