Descargo de responsabilidad: la historia de Pucca no es mía, es de su creador Boo Kyoung Kim. Pero la creación de este one-shot sí es mía, así que no copias, adaptaciones, plagios y traducciones sin mi respectivo permiso.

Advertencia de contenido: Universo Alternativo, sí no te gusta el Tobecca por favor no lo leas, ya que no quiero insultos por eso, así que sólo lean y disfruten los que les guste esta pareja.

Y para que se sepa, yo soy Garucca fan, esto sólo lo hice por una hermana, así que casi no verán de esto y si lo ven ya saben porque es.

000

"Eres tú lo que siempre soñé, lo que siempre esperaba y lo que yo al fin encontré... mi gran amor, mi sueño hecho realidad."_(jasminpucca)

¡Oh, mi Pucca! Pero como han pasado los años entre nosotros últimamente y en la aldea Sooga, ¿Verdad que sí? De los niños de la aldea, ya no queda ni la sombra de todos ellos.

Pues desde hace 10 años atrás, exactamente en esta linda fecha de enamorados. Fue cuando te encontré llorando en un árbol, bastante desconsolada y derrotada.

Ante cualquiera que te observara, en verdad, ¿Quién lo diría? La temible, poderosa, inteligente he indestructible Pucca, llorando sola en el bosque de bambú bastante desprotegida ¡Y ante mí!

En verdad, me era tan fácil y tentador acabar contigo en ese momento de pura y frágil debilidad. En donde te veías frágil, llorando en ese árbol tan indefenso.

Pero realmente parece que mi destino no tenía nada malo planeado para ti, pues cuando yo iba directo a pelear contigo, algo en mi mente me dijo que me detuviera antes de que pudiera hacer algo en el que después me arrepintiera.

Y no porque fueras fuerte y me pudieras derrotar, bueno, puede que fuera primero por eso, pero también había algo más, que, en su momento, no supe que era.

[Flash Back]

Era una tarde lluviosa en la aldea de Sooga, en donde todos los habitantes de aquel calmado lugar. Se encontraban celebrando felizmente muy emocionados, a todos sus enamorados o enamoradas.

En aquella fiesta del restaurante Ching Dooda, en donde todos bailaban, cantaban, comían, se intercambiaban obsequios y convivían en parejas muy empalagosamente.

Pero claro que no hacía nada de esas cosas tontas, pues yo me había salido de mi guarida para alejarme de mis ninjas despistados, tontos y algo sentimentales. Ya que esa bola de incompetentes se estaba volviendo igual que la mayoría de la gente de esta aldea, poniendo adornos e intercambiándose regalos que en realidad me fastidiaban.

Así que yo me salí con un paraguas en mano, saliéndome de casa bastante serio con la lluvia cayendo lentamente. Para ver si así podía olvidarme de esa fecha molesta, esperanzado de poder ver si por fin hoy era mi día de acabar con Garu.

Pero al caminar por el bosque de bambú con seguridad, yo solo escuché sollozos ligeros de una delicada mujer triste, ¿Quién iba pensar que quizás eras tú? Que por una u otra razón esos sollozos me rompían el corazón estrujándolo con fuerza, poniéndome triste por aquel llanto frágil. Que yo intentaba ignorar con gran empeño. Continuando mi caminata por el bosque, sin importarme nada de lo que sucediera en mí entorno. Pues de todas maneras yo era un malvado villano, ¿Así que qué querían que yo hiciera en esos momentos de lluvia?

Así que, ante aquel pensamiento serio, yo solo intentaba caminar sin mirar a ninguna dirección más que al frente de mi camino, fallando al instante al ver un pequeño bulto negro con rojo que sollozaba. Provocando que yo me dirigiera hacia aquel bulto sentándome junto a él y colocándole el paraguas en sima.

Claro que, sin dejar de cubrirme, para así cubrirnos de la leve lluvia a los 2, mientras te preguntaba curioso. Tocándote con mi mano libre tu hombro, sin que pararas de llorar.

–Oye niña, dime, ¿qué te pasa? ¿Alguien te hizo algo?

–¿Te importa?

Me lo habías dicho completamente desafiante, volteando tu rostro despegándote de tus rodillas. Para así posar fijamente tus rasgados ojos azabaches, en mis ojos castaños sorprendidos. Mirándolos con enfado, mientras yo te observaba sin poder creer lo que mis ojos desorbitados por la sorpresa veían con asombro.

Ya que tú, ya no eras esa chiquilla molesta, dulce, fuerte, audaz, temida, silenciosa he intrépida. Que protegía a mi rival, sin que le importara nada o nadie.

Si no que ahora, eras la frágil niña de 11 años. Que tú siempre fuiste y que yo torpemente jamás vi, hasta ese mismo momento.

Ya que llevabas tu hermoso cabello negro muy mojado, cayendo como cascadas en tu delgada espalda y hombros, con unos cuantos mechones en la cara, el poco maquillaje –que seguramente te habías colocado para él- completamente recorrido por tus ojos, labios y mejillas –seguramente por el llanto.

Estando con los labios temblorosos, los ojos hinchados, tu rostro pálido por el frio, tu cuerpo empapado por la ligera lluvia, tus manos echas puños con tus 2 listones rojos granate en ellas y tu vestido de seda rojo algo arrugado y excesivamente empapado.

(Pero, ¿Por qué te había sucedido eso? ¿Por qué hablas? ¿Y tú voto de silencio?)

Pero al ver que no iba obtener ninguna respuesta, al solo preguntarme a mí mismo en mi mente, sin poder tranquilizar mi semblante asombrado. Diciendo bastante sorprendido, al escuchar tu voz entre cortada por el llanto. Olvidando el desconcierto anterior, para fijarme en que hablabas.

–¡T-Tú... hablaste! ¿¡Pe-¿¡Pero porque lo hiciste!?

–¿Acaso eso importa, Tobe? No todo el tiempo iba estar cayada. Además, ¿qué te importa?

Lo dijiste seria, sin darle importancia al hecho de estar ablando. Sabiendo que antes no lo hacías, mientras te veía enojado.

Por aquella actitud que habías tomado, ante mi pregunta preocupada. Mirando como seguías llorando y sollozando, sin inmutarte de mí presencia.

Así como si supieras que yo no iba hacerte daño, o fueras tú lo bastante orgullosa. Como para tú querer provocarme, sabiendo que según tú ganarías.

Ya que tú me crees bastante débil, así que al aprovechar mi enojo. Yo solo te dije seriamente, quitando mi mano de ti, así como si me fueras a quemar o golpear.

–Sí me interesa, y aunque tú no te lo creas. Así que dime ¿Y tú voto de silencio en dónde está? ¿Fue Garu quien te hizo eso, ¿Verdad?

–Ese voto se acabó, Tobe, de todas maneras, porque privarme de la hermosa virtud de hablar ¡Oye! ¿Espera un segundo? ¿Pe-Pero... co-como...?

Me escuchaste decir con seriedad esas 3 preguntas, pero creme querida. Que yo sé que tú sabías, que las últimas dos no eran ninguna pregunta, sino una cruda afirmación que yo te dije.

Aun así, no evitó que te sorprendieras por el cuestionamiento que hice. Pues tus ojos llorosos se abrieron de par en par, tirando más lágrimas que recorrían tus pómulos.

Lo cual a mí me hacía entender, que muy aparte de que era tu turno de afectarte por mí. Así como yo lo hice por ti en su momento, tan bien era una manera dolorosa de saber que yo había dado en el clavo ante esa afirmación.

Así que, con la tristeza y dolor plasmado en mi semblante, yo solo te interrumpí diciéndote completamente frío. Mientras tú me mirabas desconfiada, sin parar de llorar.

–¿Qué cómo lo sé? Realmente creo que eso no importa, Pucca. Además, creo que tú lo sabes bien. Así que lo que creo, es que tú debes de decir ¿Qué te hizo? ¿Por qué rompiste tu voto de silencio? ¿Acaso fue algo muy malo?

–No sé si yo debería decirlo, porque tú eres su enemigo. Pero si te soy sincera, ya no me interesa. la verdad siéndote enteramente sincera. Tobe, es que sólo pretendo olvidar a Garu para siempre. Ya que no puedo con este dulce amor no correspondido. Pues me duele todo lo que yo hice por él, y aun así no ser correspondida.

Me lo habías dicho muy destrozada, sin dejar de sollozar. Pues no parabas de llorar al enderezarte para verme. Mientras dejabas entre ver en tus piernas una pequeña caja de corazón rosa aplastada por ti, continuando tu relato con completo dolor y amargura en tu voz y gesto.

–Ya que en realidad quieres saber, te lo voy a decir Tobé, de todas maneras, yo ya perdí las esperanzas de por fin conquistarlo.

Pues una hora antes de la fiesta de san Valentín, yo había ido a su casa alegremente muy emocionada. Para así entregarle a Garu esta dulce caja de chocolates para los 2, para así comerlos como un par de enamorados repletos de gozo, sin ninguna interrupción por parte de nadie.

Pero al llegar a la casa de él y tocar su puerta, Ring Ring solo la abrió de par en par junto con Garu, mirándome con desprecio y enojo. Sorprendiéndome en seguida ante esa vista tan horrible, para que después sonriera de par en par al pensar que era Dada disfrazado de nueva cuenta de él.

Así que como si Ring Ring pudiera leer mis pensamientos, ella solo me había dicho con una sonrisa maliciosa. Observándola con confusión, mientras Garu sólo estaba ahí parado con una expresión estoica.

–Supongo que yo tengo que decirle a Dada, que, por fin, yo ya no lo necesito para a ti molestarte. Pues, de todas maneras, yo ya tengo el premio mayor y tú no Pucca.

Y ya después de decirme todo eso, ella solo lo besó fuertemente. poniéndome un gesto de triunfo ante ese hecho, destrozándome al instante de verlo.

Mientras yo rompía mi voto de silencio, luchando por él con fiereza, dándome cuenta que a él ni eso le interesaba de mí. Empezando a llorar con dolor, rabia e impotencia, diciéndole molesta.

–Pe-Pero, ¿P-Por qué a mí? ¡S-Si yo he luchado todo este tiempo por ti y para que no te hagan daño! ¡VAMOS, G-Garu! DI-Dime, ¿P-Por qué?

Y al decirle eso con toda la rabia posible, Garu sólo me miró con una ceja levantada rompiendo su voto de silencio. Para solo decirme secamente.

–Yo nunca te lo pedí, Pucca, ahora que ya sabes la verdad. Te puedes ir de mi casa con la poca dignidad que te queda. Claro, si es que te queda dignidad.

Así que después de decirme eso, yo solo me salí de su casa poniéndome a caminar sin rumbo alguno por todo el gran bosque de bambú. Y ahora estoy aquí contigo llorando a mares.

–Lo siento, Pucca, eso es lamentable hasta para mi

Te lo había dicho tristemente, mirándote a los ojos, mientras te abrazaba, dejando que tú te desahogaras tranquilamente entre mis potentes brazos ninjas. Y tú solo llorabas aún más, diciéndome orgullosa con tu vos quebrada.

{Vaya vaya, Pucca. A pesar de estar herida, pareciendo un gatito asustado. Tú aún sigues manteniendo tu orgullo a flor de piel}

–Te-Tobe, n-no quiero que tú me tengas lástima. Só-sólo por ser la tonta que defendía a tu rival, Pu-Pues de verdad, y-yo no deseo que te burles de mí.

–No te tengo lástima, Pucca. Es sólo que, aunque te parezca raro, a mí no me parece honorable lo que él te izo.

Te lo había dicho con gran dulzura, acariciando tu largo cabello mojado con mi única mano libre. Para después decirte algo, que posiblemente haría que me arrepintiera por ello, ¿o tal vez no?

–Pucca, tal vez tú te enojes con mi pregunta ¿o tal vez no? pero, aun así, yo debo preguntar, ¿Quieres ir a mi guarida a tomar algo?

–Claro que sí, gracias Tobe.

Me lo dijiste triste, apartando tu rostro de mi pecho. Mirándome con algo de consuelo en tus ojos, una sonrisa dulce y lágrimas aun recorriendo tus mejillas; Que, al fin y al cabo, sin mentirme, movían barias cosas dentro de mí ser, que yo no podía explicar sinceramente en esos momentos.

Pero me ponían triste y feliz, al saber que por lo menos. Yo podía consolarte, aunque sea un poco, a pesar de ser un villano.

Así que, con eso en mente, y mientras te miraba con muchísima calidez. Yo solo quité la mano de tu cabello, para solo dirigirla hacia tus mejillas. Y así limpiar tus lágrimas, con un único pensamiento en mi cabeza. Mientras nos levantábamos lentamente del suelo dirigiéndonos hacia mi guarida con mucha calma y sin decir nada.

(¡Hay, mi querida Pucca! Si pudiese ser una parte de ti, elegiría ser tus lágrimas. Porque tus lágrimas son concebidas en tu corazón, nacen en tus ojos, viven en tus mejillas y mueren en tus dulces labios rosas.)

[Fin De Flash Back]

¡Vaya! ¿Quién diría que tú me acompañarías a tomar algo en mi guarida? ¿O que si quiera yo te invitara?

Bueno, siendo muy sincero, no lo sé con certeza, pero lo que si se, es que agradezco que tu hallas aceptado ir conmigo sin enojarte.

Pues si no lo hubieras echo como lo hiciste en ese día, yo jamás hubiera descubierto cuanto te necesitaba y te quería a mi lado. como ahora mismo lo hago en esta fecha y en los demás días, desde ese entonces en la que te encontré tan decaída.

Yéndote a ver una y otra vez al restaurante Ching Dooda, desde que te dejé ahí después de beber y comer algo en mi casa, para que así sin pensarlo yo te comenzara a pretender, hasta convertirme en tu querido novio y después de unos cuantos años en tu amado esposo.

–¡Listo, Tobe! Ya estoy arreglada, ¿Nos vamos a la fiesta?

–Claro que si, Pucca. Vámonos ya, Seguro que tus tíos desearán verte.

.

.

.

26 de marzo de 2022.