SWEET REVENGE
[DULCE VENGANZA]
Esto está publicado aquí para fines de difusión, por lo que, si cualquiera de las implicadas en la escritura/traducción de este fanfic me solicita eliminar este escrito de este sitio, entonces lo haré tan pronto como sea posible.
This is posted here for dissemination purposes, hence if any of the implicated in the writing/translation of this fanfic request me to eliminate this writing from this site, then I will do so as soon as possible.
DISCLAIMER: Todos los personajes son de de J. K. Rowling. Asimismo, este fanfic NO es de mi autoría, por lo que le doy los créditos correspondientes a curia_regis, quien escribió este fanfic en inglés en LiveJournal y a las usuarias de Taringa: masqueradegirl y Chinese Queen XD, quienes realizaron la traducción al español, yo solamente arreglé algunos de los errores de ortografía que presentaba el escrito y le hice unas cuantas modificaciones a su estilo sin alterar su contenido.
Mil gracias por su labor.
ENLACES DE LA HISTORIA:
hp-prisonerfest*livejournal*com/31271*html [Historia en su idioma original]
www*taringa*net/+offtopic/hermione-granger-y-lucius-malfoy-un-fanfic-caliente_12o1ps [Traducción]
Nada más reemplazad los asteriscos con puntos.
DETALLES PREVIOS DE LA AUTORA [CURIA_REGIS]:
Title: Sweet Revenge
Author: curia_regis
Recipient: The Community
Pairing: Lucius/Hermione
Word Count: ~5100
Rating: NC-17
Warnings: Non-con, allusions to torture.
NOTAS PREVIAS DE LA TRADUCTORA [MASQUERADEGIRL]: Para este post les traigo un fanfic traducido por mí, que relata una historia protagonizada por Hermione Granger, y el odiado por unos, pero amado por muchas otras: Lucius Malfoy. La historia tiene lugar 3 años después de lo ocurrido en el séptimo libro.
Sin más, empiecen a leer el fanfic, traducido íntegramente por mí y una amiga (Chinese Queen xD) que me ayudó a traducir la parte intermedia del fic, espero que les guste. Las partes sexosas las traduje yo, y en algunos momentos agrego cosas que no estaban en el fic original para darle más picante a la cosa xD disfruten ~ ¡y comenten!
ADVERTENCIAS: Lemon.
Sin más que decir, disfrutad la lectura.
—¡Aléjense de mí! —Hermione arrancó su brazo del fuerte agarre de Bellatrix. Miró alrededor en busca de una manera de escapar, algo que la sacara de esa situación, pero sin su varita no podía hacer nada. Hermione pensó que luchando físicamente no lograría salir de allí, no mientras estaba rodeada de Mortífagos con sus varitas.
Bellatrix rio por lo bajo.
—Querida —dijo arrastrando las palabras —¿Por qué haríamos eso?
Había una mirada tan desagradable en sus ojos que hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Hermione.
Hermione ignoró la agitación de su estómago. Los últimos diez minutos habían ido terriblemente mal. No pudieron haber ido peor, aunque ella estuviese en una película de horror. Era el vigésimo cumpleaños de Ginny y ella había acordado reunirse con ella y con Harry en el Callejón Diagon, para celebrarlo con una bebida y una agradable cena. Ahora probablemente Ginny y Harry estarían en el restaurant, preguntándose dónde estaba ella. Pero en vez de estar pasando una noche con sus amigos, Hermione había sido atacada casi en el instante en que apareció en el Callejón Diagon. Su atacante desconocido se llevó su varita, y entonces, segundos más tarde, Hermione sintió la sensación familiar de ser succionada por un Traslador.
Hermione no podía creer que eso hubiese pasado. Se suponía que el mundo mágico estaba en paz. Habían ganado la guerra, y Voldemort estaba muerto. Nada como eso tenía que ocurrir. Sí, aún había Mortífagos en libertad, pero los aurores estaban cazándoles. Mientras Hermione miraba alrededor, no podía creer cuántos Mortífagos había allí en esa fría y oscura mazmorra. Todos ellos a excepción de Bellatrix llevaban puestas sus máscaras, y había por lo menos diez brujas y magos a su alrededor.
—Si me dejas ir, entonces me aseguraré de que tu sentencia sea menor —dijo Hermione. Estaba orgullosa de lo firme que había sonado su voz.
—¿Qué te hace pensar que alguna vez seré capturada? —preguntó Bellatrix con ojos brillantes. —¿Cuántas capturas han llevado a cabo tus preciados Aurores? ¿Diez? ¿Veinte? ¡Aún no me han atrapado!
Hermione se dio cuenta de que eso era cierto. Habían logrado atrapar pocos Mortífagos al principio, pero, pasados dos años, la gente pareció olvidarse. Al Proyecto de Fugitivos se le había acortado su financiación hacía un año, después de que atraparan tan sólo un Mortífago en doce meses. El problema era que nadie sabía exactamente cuántos Mortífagos había, y mientras todo el mundo quería a Bellatrix tras las rejas, muy pocos estaban dispuestos a sacrificar para esa meta, los fondos que podían utilizarse para otros fines.
—¿Te comió la lengua el ratón? —Bellatrix la miró de reojo.
Hermione le devolvió la mirada, desafiante.
—Los Aurores irrumpirán aquí en cualquier momento.
Bellatrix arqueó una ceja.
—¿Lo harán? —preguntó mirando a la puerta. —Tendrán un duro trabajo, ya que este lugar es Intrazable.
—Aun así, me encontrarán —insistió Hermione. Podía oír el latido de su corazón, retumbando en sus oídos. Hermione se centró en Bellatrix. —Y cuando lo hagan, tú acabarás tras las rejas de Azkaban.
Bellatrix sonrió.
—Eres del tipo desafiante, pero ya me he tratado antes con los de tu clase, es sólo una actuación. Te quebrarás fácilmente una vez haya empezado contigo.
Hermione tragó. Eso no había sonado bien. Hermione sabía cuán sádica era Bellatrix; le bastó con visitar a los padres de Neville en San Mungo para darse cuenta. Había una mirada en Bellatrix que la aterrorizaba, pero se mantuvo firme.
—No me doblegarás.
—Eso es lo que todos dicen —dijo Bellatrix a la vez que daba un paso adelante. Puso la punta de su varita a un costado de la cara de Hermione.
Hermione saltó.
—Como un potrillo salvaje —murmuró Bellatrix inclinándose hacia delante para que Hermione pudiera sentir en calor de su aliento en el oído. —Y eso… me encanta.
Hermione miró a su alrededor, desesperada, con la esperanza de que la puerta se abriera e irrumpiera todo un grupo de Aurores con sus varitas alzadas. Pero la puerta permaneció herméticamente cerrada. Mientras sus ojos recorrían al grupo de Mortífagos a su alrededor, Hermione se preguntaba quiénes eran. Todos llevaban máscaras, así que podría tratarse de cualquiera, pero mientras Hermione se concentraba, pensó que podría distinguir sutiles diferencias en ellos. La mayoría del grupo parecían ser hombres. Cuando uno de ellos se dio la vuelta, Hermione se percató rápidamente de su larga y rubia cabellera. Sólo podía ser una persona.
—Veo que has vuelto a tus viejas andanzas, Lucius Malfoy —dijo con disgusto. Ella no había creído ni por un segundo cuando Lucius y su esposa declararon haber estado bajo la maldición Imperio. Pero el dinero Malfoy había maquillado un poco el asunto del Wizengamot, y Lucius y su familia se las arreglaron para evitar la acusación.
Lucius se quitó la máscara.
—Nunca las abandoné —dijo suavemente.
—Estoy segura de que Draco estaría muy orgulloso de ti —dijo Hermione. Si bien ella siempre había desconfiado de la lealtad de Lucius, sí confiaba en su hijo. Con el paso de los años, Draco se había ganado esa confianza. Se había convertido en Auror y fue fundamental en la captura de algunos de los Mortífagos más temidos.
Una extraña expresión cruzó el rostro de Lucius.
—Mi hijo siempre ha sido… débil —dijo. —Pero acabará dándose cuenta del error de sus decisiones.
—Y si no lo hace, estoy segura de que tú lo obligarás —replicó Hermione. Estaba familiarizada con los métodos de tortura de Lucius. —Ten la seguridad de que no obtendrás nada de mí.
—Yo no necesito nada de ti —dijo Lucius arrastrando las palabras. —Por lo menos, yo no necesito respuestas—. Con la mirada recorría el cuerpo de Hermione —Después de que termine contigo suplicarás por el toque delicado de Bellatrix.
Hermione vio a Bellatrix y le sorprendió ver un destello de fastidio en su expresión. Una idea comenzó a formarse en su mente. Tal vez los Mortífagos no estaban tan organizados ahora como lo estuvieron cuando Voldemort aún vivía. Después de todo, la inteligencia que habían mostrado en los últimos años sugería que no había un líder de los Mortífagos actualmente. Sin duda esto habría llevado a algunos de los Mortífagos más poderosos a tener roces y disputas por el mando.
—No sabía que ustedes compartían el mando —dijo Hermione.
—Cállate, sangre sucia —le espetó Bellatrix. Su varita aún apuntaba a Hermione, pero su mirada iba dirigida a Lucius, quien simplemente sonrió.
—Señorita Granger, le sugiero que sea más cuidadosa si trata de manipularnos de esa manera —dijo Lucius en voz baja. Sus ojos grises tenían una mirada dura y fría que parecía penetrar en su mente.
—No trato de manipular a nadie —protestó Hermione. Un hilo de sudor se deslizó por su cuello y la hizo estremecer. La mirada de Lucius tenía hambre, y ella fue obviamente su presa de su elección. —Sólo estaba señalando un hecho.
Bellatrix soltó una risita.
—Tal insolencia —dijo con sonrisa. —Vamos a enseñarle, ¿no es así?
Los ojos de Lucius brillaron al mismo tiempo que daba un paso adelante y cogía a Hermione del brazo. Ella dio un respingo e intentó liberar su brazo, pero Lucius la sujetaba muy fuerte.
—No nos importa compartir Sangre Sucia —dijo, su aliento acariciaba el oído de Hermione. —Y afortunadamente, Bella está de acuerdo con que yo sea el primero.
Hermione tragó saliva. No estaba segura de qué era peor. Bellatrix estaba completamente loca y tenía más bien demasiada afición por los cuchillos. Pero Lucius Malfoy no parecía mucho mejor. Había en sus ojos un brillo de locura, un destello que ella no recordaba de sus ojos la última vez que lo vio. De acuerdo a Draco, a su padre "no le había gustado" que él ahora fuese un ciudadano común que respetaba la ley. Eso era sólo un eufemismo, pensó Hermione con amargura mientras entrecerraba los ojos.
—¿Qué? —susurró Bellatrix. —¿La Sangre Sucia no dice nada?
Hermione apretó los labios con fuerza. No diría una palabra. Eso no la iba a ayudar, de todos modos. Los demás mortífagos habían formado un cerrado círculo a su alrededor y sus varitas apuntaban todas hacia ella. Las cosas no podían estar peor. Hermione presintió que moriría. Tragó saliva una vez más. No quería morir… tenía que salir de esa situación. No importaba el costo.
Bellatrix jugueteó con la varita mágica entre sus dedos y se acercó a Hermione. La hizo alzar la barbilla con su larga y afilada uña roja.
—¿Tal vez la Sangre Sucia estaba esperando esto? —sugirió con una mirada lasciva.
Hermione se tragó su amargura. Definitivamente no deseaba a Lucius de la manera que Bellatrix estaba insinuando. La sola idea era repulsiva, le parecía enfermiza, pero una vez más, hallaba a Bellatrix mucho peor. Todo acerca de ella la enfermaba.
Podía sentir los dedos de Lucius rodeando su brazo.
—No seas tan cruda, Bella —dijo él. Se volvió hacia Hermione y sonrió. —Es hora de irnos. Ven.
Hermione fue jalada hacia delante cuando Lucius comenzó a caminar. Hubo un destello de furia en los ojos de Bellatrix, pero esta no dijo nada. Obviamente todo esto había sido planeado desde el principio, pensó Hermione consternada. Se tragó la pregunta que tenía en la punta de la lengua. No iba a darle a Lucius la satisfacción de saber que ella estaba aterrada. De todos modos, pronto sabría a donde iban. Y luego… bueno, ella no quería pensar en eso.
Lucius se detuvo abruptamente a unos metros del grupo de Mortífagos. Se metió la mano en el bolsillo y sacó una pequeña moneda. Segundos después, Hermione sintió un tirón familiar en su estómago mientras todo se arremolinaba a su alrededor; vio como todo se desvaneció.
Hermione tropezó mientras aparecían en una extravagante sala de estar. Cortinas de terciopelo adornaban las ventanas y la alfombra se sentía suave debajo de sus pies. El fuego crepitaba felizmente a un lado mientras que los estantes de libros se alargaban de un lado de la habitación al otro. Entre tanto, Hermione se dio cuenta que ese estilo de sala de estar era el que ella habría querido para su propia casa. Probablemente le pertenecía a Lucius, se dio cuenta mientras lo veía. Su cara tenía un aspecto suave y sus pensamientos no eran adivinables. Ella trató de alejarse, pero su agarre era como hierro alrededor de su brazo.
—¿Tratando de escapar?
—¿Tú qué crees? —Respondió Hermione agresivamente.
Una pequeña sonrisa se pudo notar en su cara.
—Me decepcionaría si no lo intentases. Recuerda, he escuchado muchas cosas de ti a través mi hijo. Pero quítate esa idea de la cabeza. Es imposible.
—Nada es imposible —grito ella.
—Aunque tus reflejos sean bastante rápidos como para escapar de mis hechizos, la puerta está cerrada y la habitación resguardada. Además, afuera hay criaturas peligrosas que te matarían en un segundo —dijo él con un tono burlón.
Hermione sintió que su corazón se hundía al oír eso. Si él estaba diciendo la verdad no había ninguna manera en la cual ella pueda salir de ahí sin su varita.
—¿Qué quiere conmigo?
Lucius alzo una ceja.
—Estoy decepcionado. Mi hijo traidor me hizo pensar que tú eras más inteligente que eso. —Su mirada recorrió todo el cuerpo de ella. —Tú eres la responsable de que cambiara. Tú eres la responsable de su traición. Tú pagarás por eso.
Su voz era un susurro sensual comparado con sus palabras de odio.
—Draco no hizo nada por mí —Hermione contesto —. Él vio el error que había cometido y decidió cambiar.
Lucius curvó el labio.
—Tan hipócrita.
—Tengo razón —Contestó Hermione. —Draco no quería ser como tú. Él entendió que había una mejor opción. Él escogió su propio camino, ¡yo no tuve nada que ver!
Sus ojos la miraron y por un momento, Hermione pudo sentir una sensación de miedo pasando por todo su cuerpo. Había algo en sus ojos, algo que no era normal. Lucius se veía sereno por fuera, pero por dentro había algo muy violento, algo que salía a relucir.
—Arruinaste a mi hijo —dijo simplemente.
Hermione cerró sus dedos en un puño. Lucius todavía estaba parado muy cerca de ella. Ella casi podía sentir el calor que salía de su cuerpo.
—No eres mejor que Bellatrix —dijo ella.
Lucius la haló para que lo estuviera viendo de frente completamente. Su corazón latía fuerte a la vez que los dedos de Lucius apretaban más su brazo, hasta que ella lo miró. Sus ojos grises brillaron.
—Oh, no —dijo él. —Yo soy peor.
Hermione oyó que Lucius susurró algo suavemente. Un hormigueo le recorrió el cuerpo de pies a cabeza. Se sentía como si un pequeño shock eléctrico le hubiera atravesado. No dolía, es más, se sentía como la estática que le daba cuando se ponía un suéter de lana demasiado rápido.
—¿Qué fue eso? —Por la sonrisa que apareció en su cara, no era nada bueno.
—No me gustan las mujeres que se resisten en mi cama —Le dijo Lucius. Luego miró alrededor de la habitación —O en cualquier otro lugar, por así decirlo.
—Entonces debes dejarme ir —Le dijo Hermione.
Lucius se sonrió.
—Yo prefiero remediar la situación —Soltó su brazo y ella casi cayó encima de una mesa.
Hermione frunció el ceño. ¿Qué significa eso? ¿Cómo que remediar la situación? Definitivamente a ella no le gustaba como sonaba eso. Su estómago se sentía raro, no era la misma sensación de nauseas que había sentido antes. Era una sensación familiar, pero no podía acordarse de dónde. Sentía que todos sus sentidos estaban más agudos.
Lucius se acercó a ella.
—Lo que estás sintiendo ahora es un hechizo que originalmente fue diseñado para ayudar a las mujeres vírgenes en su primera noche de matrimonio. Todos tus sentidos se han agudizado —Su voz era un susurro suave que le daba escalofríos —. Te garantizo que lo disfrutarás. Bueno, físicamente al menos.
Tardó unos segundos en comprender sus palabras, y cuando lo hizo sus ojos se agrandaron. No había un hechizo así, ¿o sí? Ella iba a abrir su boca para contestarle cuando Lucius se acercó y con su dedo le acaricio la mejilla. Hermione se sorprendió cuando la toco. Ella sabía que se sentía asqueada por Lucius y por la situación, pero su cuerpo no sentía lo mismo. Involuntariamente, Hermione dio un paso hacia delante.
Los ojos de Lucius brillaron.
—Veo que está funcionando.
—Eres un enfermo —escupió Hermione.
Él se encogió de hombros.
—Quizá. ¿Acaso prefieres estar con Bellatrix? Ella me dijo que había afilado sus cuchillos favoritos para la ocasión. —Lucius se acercó a ella y con su pulgar acaricio sus pezones erectos.
Hermione podía sentir un dolor profundo adentro. Se sentía horrorizada por el hecho de que se estaba mojando por esa simple caricia. Ella sabía que no quería estar ahí a la merced de Lucius, pero sabía muy bien que tampoco quería ser la prisionera de Bellatrix.
—Bastardo —murmuró ella.
—No soy ningún bastardo —dijo Lucius suavemente —Ahora quiero que te quites la ropa para mí.
Hermione lo miró. La situación era mala, pero ella se estaba mojando más cada segundo. Sus dedos querían bajar hacia la parte de debajo de sus pantalones y frotar su clítoris. Involuntariamente pensó que hacía ya mucho tiempo que no tenía sexo. Nunca pensó que su próximo encuentro sería así.
—Eres un enfermo.
Lucius le apunto con su varita.
—Por favor, quítate la ropa.
Hermione se estremeció. Ella no quería hacerlo, pero tampoco quería que morir. Por la mirada de loco que tenía antes, no cabía duda de que él la podría matar o herir. Ella tenía que obedecer. Cuando salió de sus zapatos sus pies se hundieron en la alfombra. Sus dedos se sentían adormecidos cuando los levanto para desabotonarse su abrigo. Ella haló uno tan fuerte que rompió el botón y este se fue rodando debajo de una silla.
—Tan impaciente —susurro Lucius —. Eso es bueno.
Hermione ignoró la manera en que su cuerpo parecía responder a esas palabras y a la suavidad de la voz de Lucius. Se sentía como si unos dedos acariciaran todo su cuerpo, burlándose de ella y trayéndola a un estado de excitación tan grande que sabía que sus ropas intimas debían estar completamente mojadas. Era lo más intenso que había sentido jamás. Sus ojos estaban siendo atraídos hacia el bulto que tenía Lucius debajo de sus túnicas. Hermione se sorprendió de que la idea no le disgustaba tanto como debía hacerlo.
Una pequeña parte de ella quería sentir que él la empujara hacia la pared, sujetándole los brazos mientras la besaba apasionadamente. Quería sentirlo abriéndole sus piernas, introduciéndose dentro de ella, hasta que ella estuviera jadeando y pidiéndole que vaya más rápido, más rápido, ¡más rápido!
La sonrisa en la cara de Lucius le dejó ver que él sabía lo que ella pensaba. Cuando Hermione terminó de quitarse el último botón de su abrigo lo tiró al suelo. Lucius se lamió los labios.
—Quítate la camisa.
Lentamente Hermione comenzó a quitarse la camisa. Internamente su mente le estaba gritando para que parara, pero con la sensación de sus propios dedos en su piel desnuda a la vez que se quitaba la camisa hacía que su cabeza cambiara de opinión. Ella miro a Lucius que parecía mirarla atentamente. Hermione respiro profundo y empezó a quitarse su sostén. Era mejor que terminara con esto rápidamente. No había sentido en alargar la situación. Además, sus pezones se sentían como si estuvieran pidiendo que el los chupara. Le dolía y la tela del sostén solo lo hacía peor.
—No —dijo Lucius —Todavía no. Quiero que te quites los pantalones primero.
Hermione lo miraba, su corazón palpitando fuerte. ¿El bastardo quería que se quitara la ropa en un orden particular? ¡Qué ridículo! No hay ninguna diferencia que se quitara el sostén ahora o después.
Lucius dio un pequeño golpecito en la pierna con su varita.
—Espero no tener que repetirlo.
Hermione rápidamente desabotonó el pantalón y se lo quitó. Ella esperaba que Lucius no se diera cuenta de lo excitada que estaba. Había una pequeña mancha dentro de sus pantalones y su ropa interior casi goteaba... Él hechizo que había utilizado Lucius era demasiado efectivo.
—Tan impaciente —dijo Lucius, su voz era un susurro sensual a la vez que se acercaba. Hermione se congeló cuando él empezó a acariciar su entrepierna. —Tú quieres esto tanto como yo.
Hermione se estremeció con sus caricias y tuvo que aguantarse de gemir. Quería que sus dedos le frotaran el clítoris, metiéndose hasta que ella empezara a jadear.
—Tú me hiciste esto —dijo ella, su voz estaba un poco ronca —¿No puedes buscarte una mujer de otra manera?
Lucius rio.
—Claro que puedo, pero tienes que admitir que esto será muy divertido —A la vez que decía eso sus dedos se deslizaron por el elástico de su ropa interior entrándola.
Se sentía como algo que jamás había experimentado antes. Todos los encuentros sexuales eran nada comparado con este. Sus dedos deslizándose hacia adentro se sentían casi eléctricos. Involuntariamente Hermione se dio cuenta que ella se movía hacia él, entre sus brazos, sus pechos presionándose contra él a la vez que ella dejaba que la masturbara. La peor parte, pensó Hermione, es que él estaba siendo gentil. Es como si él estuviera actuando como su amante, no como su violador, y a su cuerpo parecía gustarle eso.
Hermione casi se sintió decepcionada cuando Lucius dio un paso atrás. Fastidiosamente se limpió los dedos en la túnica y sonrió.
—Ahora puedes quitarte el sostén.
Lentamente Hermione desató el cierre de su sostén. Ahora estaba muy abochornada, después de lo que pasó, después de lo que ella dejó que Lucius hiciera. Sus pezones estaban erectos cuando ella dejó caer el bra a sus pies.
Lucius se acercó y casualmente le apretó uno de sus pezones. Hermione se tragó un gemido por la sensación que la invadió.
—Y tu ropa interior —murmuró Lucius mientras la tomó entre sus brazos. Hermione pudo sentir la dureza de su pene presionado contra ella mientras se bajaba sus panties. Se preguntaba si Lucius esperaba que le quitase su ropa también, cuando Lucius rápidamente en un movimiento pareció quitársela toda de un solo golpe. Debió haber algún hechizo involucrado en ello, pensó Hermione y entonces su mente quedó en blanco. Repentinamente se dio cuenta que estaba desnuda frente a un alto y completamente desnudo Lucius Malfoy. Su cuerpo era mucho más definido y musculoso que el de cualquiera de sus anteriores novios. Halló sus propios ojos mirando ese sobresaliente pene…
Hermione tragó saliva… tenía la sensación de que sabía lo que se vendría.
—Arrodíllate —le dijo Lucius mientras le acariciaba el cabello con los dedos. —Eres una chica lista Hermione. Sabías a dónde iba a llegar todo esto.
El cuerpo de Hermione tembló, ella luchaba por al menos seguir respirando. No era capaz de hacer eso, con hechizo o sin hechizo.
—¿Y qué si no lo hago? —susurró ella. Su estómago se apretaba de miedo anticipando la respuesta. Si sólo tuviera su varita, podría hacer de eso un enfrentamiento justo. Habría podido hacer que Lucius se arrastrase en el suelo, lleno de dolor. Pero no tenía la varita…
—¿Realmente necesito decirte? —Lucius le pasó el pulgar sobre los labios y sonrió.
El pulso de Hermione aumentó mientras se ponía de rodillas… La alfombra era mullida y suave bajo sus rodillas desnudas. Hermione se sentía incómodamente pegajosa entre las piernas… El pene de Lucius estaba erecto justo frente a sus ojos y era obvio con sólo ver su rostro lo que esperaba de ella.
Lentamente, de mala gana, Hermione cerró los dedos entorno a la base de su pene. Si cerraba los ojos, pensó, no iba a ser muy diferente de la última vez que lo hizo con algún ex novio. Podía imaginarse que no era Lucius, que no se trataba de una violación y que ella con alguien que en realidad quería.
Hermione cerró los ojos, dio un profundo respiro y se echó hacia delante. Mientras Hermione introducía su pene en le boca, agradeció que al menos su sabor era completamente limpio. Todo habría sido mucho peor si el sabor le hubiese causado náuseas. Oyó que Lucius emitió un pequeño sonido de placer mientras ella recorría con su lengua la parte de debajo de su pene.
Con horror, Hermione se dio cuenta que incluso se estaba sonrojando por eso. Se movió un poco en la alfombra para quedar en una posición más cómoda, pero sólo pareció empeorarlo. Cada vez que se inclinaba para introducirse el pene en la boca sentía como si el placer no sólo era para Lucius… Sus dedos le pedían deslizarse hacia abajo y acariciarse el clítoris, pero ella no iba a darle la satisfacción de saber cuánto estaba afectándola. Era un hechizo. Ella podría combatirlo justo como Harry combatió a los Dementores con su Patronus. Incluso se sorprendió cuando Lucius dio un corto paso hacia atrás.
—No querría que terminase tan pronto —dijo Lucius mientras miró hacia abajo para verla.
El corazón de Hermione se desplomó cuando Lucius se sentó a su lado y la empujó hacia abajo sobre el suelo. Su cuerpo era pesado sobre ella, así que le podía sentir su pene presionado contra el cuerpo, aún húmedo de su saliva. Su clítoris le dolió hasta que Lucius alcanzó su entrepierna y lo frotó. Incluso sin querer hacerlo, Hermione se halló abriendo las piernas, permitiendo a Lucius meterse entre ellas.
Lucius sonrió maliciosamente mientras ubicó su pene en la entrada de ella…
—Deseas esto —le dijo a Hermione.
Hermione suspiró profundamente cuando lo sintió introducir el pene dentro de ella completamente, hasta que sólo pudo sentir la sensación de él metiéndoselo y sacándoselo sin parar. No debería haberse sentido bien, pero así fue. Hermione no podía hacer nada excepto mover un poco sus caderas. Gemía y gemía mientras cerraba sus piernas entorno a él y él se la metía con más fuerza y más profundo.
Se horrorizó al darse cuenta que no había tenido sexo en bastante tiempo. Era enfermo y retorcido, pero Hermione se dio cuenta que estaba empezando a disfrutarlo tanto mentalmente como físicamente. Se sacudió cuando el pulgar de Lucius le frotó el clítoris. Quería que se detuviera, pero al mismo tiempo no quería otra cosa que ese momento durase una eternidad.
—Por favor… —Hermione no estaba segura de lo que quería rogarle. —Por favor…
Lucius se detuvo por un momento y la observó, sus ojos se oscurecieron.
—¿Por favor qué? —El corazón de Hermione latió más fuerte cuando lo miró. Podía sentir cómo se le calentaban las mejillas.
—Por favor… Continúa…
—Con gusto —dijo Lucius mientras empezó a bombear nuevamente contra ella.
Hermione echó su cabeza hacia atrás y se perdió en la sensación de ser echada abajo y cogida. Se las arregló para acomodarse y frotarse el clítoris con un dedo, mientras Lucius no se detuvo ni un segundo, se la cogía intensamente.
—Eres mía — le susurró él en el oído, penetrándola ahora con una lentitud desesperante, ella movía sus caderas para ayudar a que se la metiese y sacase más fuerte y rápido. Inhaló bruscamente cuando él le comenzó a lamer un pezón, el roce de su lengua contra su duro pezón enviaba olas de placer a través de Todo su cuerpo.
—Mía...
—Sí —gimió Hermione. Habría dicho cualquier cosa que lo hiciera seguir. La cabeza le daba vueltas, él la tenía presionada a ella suavemente contra la cama mientras se la metía y sacaba sin cesar. La penetración se daba con mucha facilidad, ella había lubricado un montón y aun así la fricción era intensa, pues su vagina pese a llevar rato siendo penetrada, conservaba su forma hermosa y naturalmente apretadita, lo que parecía enloquecer a Lucius, quien constantemente se acomodaba, sin dejar de penetrarla, para verle la vagina.
Ya sus jugos escurrían y el agujerito de su ano estaba empapado también, bañado por la corriente de fluidos que poco a poco surgían de su sexo caliente y pleno; también había mojado las sábanas y se excitaba mucho al sentir lo mojado de la tela bajo sus blancas y hermosas nalgas, estaba disfrutándolo completamente, deseaba correrse y continuar, y seguirse corriendo durante toda la noche. Estaba perdida, lo sabía, perdida en el placer, pero le fascinaba. Mente y cuerpo se habían vuelto uno solo y deseaban lo mismo.
Recorrió la espalda de Lucius con sus manos, lo rasguñó lentamente, y cuando él descendía lo suficientemente cerca de ella, le lamía el cuello y le mordía los hombros.
Lucius también estaba demasiado excitado, se veía feliz. Sus embestidas cobraron fuerza y velocidad, le daba más rápido, más rápido, más rápido, Hermione podía sentir su agitada respiración bañarla. Sentía que todo a su alrededor le daba vueltas, la piel le cosquilleaba cada vez que Lucius se la metía hasta el fondo. Ya incluso no había fricción, estaba caliente y mojada, el interior carnoso de su vagina se cerraba alrededor del pene de Lucius y parecía no ofrecer ninguna clase de resistencia.
Entonces, ella sintió que estaba cerca, espasmos, se acercaba cada vez más y más, comenzó a gritar de placer entre jadeos y una sensual capa de sudor que cubría toda su piel, dándole un brillo que la hacía ver apetitosa, los espasmos eran ahora continuos, una sensación divina recorría el interior de sus piernas, con las cuales atenazó a Lucius, como si este fuese a detenerse y a escapar, pero no podían estar más lejos de eso. Los espasmos de su vagina, sin embargo, no le impedían sentir las palpitaciones del pene de Lucius, durísimo y bañado por sus jugos, debía estar enrojecido de tanta acción. Hermione se abrazó a Lucius y sus espasmos se hicieron más y más seguidos, no podía más, su respiración era muy agitada y cuando abrió la boca fue porque sintió cómo el mundo se le vino encima, se corrió a lo grande en medio de un orgasmo intensamente fuerte que duró varios segundos y la dejó sin aire, segundos durante los cuales ella arqueó su espalda y se apegó completamente al fornido y caliente pecho de Lucius, permaneció abrazada a él mientras todo el cuerpo se le estremecía de vibrante placer durante un momento que, para su deleite, duro mucho más de lo que pensó que se podía.
Lo último que pudo sentir fue como su orgasmo y los espasmos de su vaginita caliente y satisfecha enloquecieron a Lucius quien, en un último bombeo, le metió el pene hasta el fondo y acabó dentro de ella en grandes cantidades, pudo sentir todo el semen caliente llenarla, entonces ambos de desplomaron en la cama, él sobre ella, ella abrazándolo, y ambos jadeando y sudando, enrojecidos de pasión y un placer increíble. Pudo ver el rostro de Lucius, que parecía sorprendido, entonces cerró los ojos y todo le dio vueltas una vez más hasta que su alrededor desapareció.
Hermione despertó, vio a Lucius vestido y mirándola. Mientras se levantaba, se dio cuenta que el efecto del hechizo parecía haber pasado. Ya no sentía el hormigueo placentero por todo el cuerpo. En cambio, sintió una intensa oleada de vergüenza al pensar que había tenido sexo con Lucius Malfoy y lo había disfrutado.
Le pareció que había dormido bastante, un efecto secundario del hechizo, sin duda, pensó Hermione con amargura. Y él parecía haber permanecido allí sólo observándola dormir desnuda. Torpemente, trató de cubrirse con algo.
—Ya he visto todo —dijo Lucius lentamente. —No hay necesidad de modestia.
—¡Me violaste! —dijo Hermione. —Me violaste más que sólo físicamente. Estás completamente enfermo.
Le temblaban las manos al recordar. La peor parte no fue la violación. De hecho, lo peor fue que Lucius la hizo cómplice de la misma. Ella hasta lo había disfrutado. Esa era la verdadera peor parte. Ella debería haber estado gritando, pero en cambio, lo había instado a hacerlo. Era enfermizo pensar que el mejor sexo que jamás había tenido había sido en una situación como esa.
—Entonces estarás contenta de saber que no estarás más aquí —el tono de Lucius era calmado.
Hermione lo miró fijamente.
—¿Qué? —ella podría sentir un ligero cosquilleo de esperanza dentro de ella, pero pronto sería hecho a un lado. No había manera de que Lucius la dejase ir.
—No necesito más nada de ti —dijo Lucius con una sonrisa burlona. —Bellatrix, como sea, estoy seguro que está esperando ansiosamente su turno, y pienso dejarla disfrutarte tanto como yo lo he hecho.
Una chispa de miedo emergió en el estómago de Hermione, pero iba acompañada por una ligera sensación de alivio. Bellatrix realmente estaba loca, pero no había manera en que pudiera ser más horrible que esto que había pasado. Hermione sabía que podía lidiar con cualquier dolor que Bellatrix le diera. Sería mejor que tener su propia mente y su cuerpo traicionándola.
—Bien.
—Ella vendrá aquí mañana a recogerte —dijo Lucius.
La respiración de Hermione se detuvo. ¿Mañana? Tuvo la sensación de saber lo que Lucius planeaba para esa noche.
—Volveré esta noche. Y no te preocupes… lo disfrutarás. —dijo Lucius y caminó hacia la puerta. Hermione lo miraba, calculando la distancia y la manera en que pudiera quitarle su varita antes de que él pudiera lanzarle algún hechizo.
—Ni siquiera lo pienses —dijo Lucius lentamente, sin siquiera darse la vuelta.
La puerta se abrió con un movimiento de su varita. Él salió, y entonces la puerta se cerró tras él. Hermione miró fijamente la puerta cerrada y respiró profundo. Tenía que salir de ahí. No podía sólo sentarse y esperar por él o por Bellatrix.
Hermione apretó los labios. No iba a ser prisionera de nadie, menos de Lucius Malfoy. Ella era más fuerte que eso. Iba a escapar.
Debía escapar.
Se mordió el labio inferior y empezó a caminar por la habitación.
—Debe haber una manera de salir de aquí —. Sabía que podía encontrarla si buscaba lo suficiente. Entonces podría salir de allí y regresar con un grupo de Aurores para tomar el lugar. Lucius sería arrestado, y ella se daría el gusto de verlo podrirse en Azkaban de por vida.
Hermione juró que se vengaría de Lucius por lo que le hizo. No importa lo que hiciera falta para lograrlo.
¿FIN?