Disclaimer: Nada en esta vida es mío, mucho menos Naruto ni sus personajes. Copyright Masashi Kishimoto.

Fandom: Naruto

Pareja: Sasuke Uchiha / Sakura Haruno y quizá otro personaje por allí que es una sorpresa.

Advertencia: Lemon y palabrotas de vez en cuando.

Recuerdos y pensamientos en CURSIVA

Género: One True Pairing (OTP)

¡Sin más…! Disfruten!

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"… Quién te dice que no te está contando ficciones

para alargar la prórroga del fin

y sugerir que todo esto

tuvo al menos algún sentido…"

MEMORIA - EMILIO PACHECO


"LA HABITACIÓN SECRETA"

Capítulo I


Koharu Utatane hacía mucho que había dejado de pensar en aquella terrible decisión y en los resultados que habían acarreado en el pasado… pero jamás pensó en que su pasado volvería para atormentarla como un fantasma en el ahora.

–Era algo irónico. –se dijo, cuando puso un pie en ese lugar, también pensó, que en algún instante el espíritu de algún Uchiha volvería del más allá y la haría arder allí mismo como castigo por haberse atrevido a entrar allí.

De los cuarteles de la antigua fuerza policial militar de Konoha solo prevalecía un antiguo bunker que se hallaba parcialmente bajo tierra. Era lo único que quedada de lo que había sido ese honorable lugar y lo que representaba. Ahora era una mazmorra, donde Raíz ocultaba sus más oscuros secretos. Solo los miembros del consejo y los ANBU de más alto rango sabían de la existencia de ese recinto. Los ANBU practicaban en ese lugar desde interrogatorios, hasta torturas. Era algo que estaba al margen del centro de inteligencia e investigación de Konoha y, por lo tanto, del propio estado.

El centro de investigaciones secretas, era algo oscuro, malévolo, era un lugar que no tenía código de honor, ni memoria y todo lo que ocurría allí, moría allí y en el mejor de los casos era reguardado para ser usado en cuanto fuese necesario o beneficioso para la aldea.

Cuatro muros de concreto macizo y en bruto conformaban la gran sala de guerra donde ella se encontraba. Un lugar sin ventanales, con solo una antorcha iluminaba todo el lugar, era frío y su única salida era pesada puerta hecha completamente de metal. Tras un enorme y antiguo escritorio se encontraba ella. Su semblante era tenso y parecía haber envejecido más en el transcurso de esas horas… no, desde que había recibido esa carta.

Escucho el picaporte chirriar en un eco oxidado y un segundo más tarde la gran puerta metálica se abrió con un movimiento aletargado, detrás de ella, su más fiel sirviente le miro a los ojos y con una muda señal le dio a la anciana la confirmación de lo que ella estaba esperando. La fina línea que eran sus labios se oprimió –ahora involucraría más de la cuenta a aquella pobre chica– pensó, pero las circunstancian lo ameritaban, era de la única de quien no sospecharían porque su lealtad a la Hokage era ciega, pero mucho más importante, era ella la única que podía ayudarle…

–Es lo único que puedo hacer por aquel muchacho. –se dijo la anciana estrechando aquel maltratado pedazo de papel entre sus dedos.


La moribunda luz del día se derramaba en la estancia de su apartamento junto con el resonante canto de las cigarras que se filtraba a través de las persianas corridas. Estaba exhausta, doble turno en el hospital y de último minuto, una la reunió con la Hokage… que se había alargado más de lo normal. Le habían asignado una nueva misión...

–… Eres la más indicada Sakura –su maestra la miro con preocupación– No me gusta enviarte a este tipo de situaciones, pero el Daimyō del País del Té, rogó mi ayuda, la epidemia… aún no saben que es y se ha extendido y descontrolado… Los médicos del lugar han enfermado también… –continuo la Hokage. Sakura vio la inquietud vagar en el rostro de su maestra.

No debe preocuparse por mi Tsuande-sama –la reconfortó su alumna– hace mucho tiempo estuve allí, es un país hermoso en el que dejé amigos –le contó la pelirosa recordando a Idate, aquel chico de ojos marrones y revoltoso.

Es mi deber ayudarles… usted me entreno para eso, ¿o no?

Sí, lo hice… pero como tu maestra también es mi deber protegerte, contesto ella. Con una epidemia desconocida siempre cabe la posibilidad de… –Tsunade no quiso solo asomo una pequeña sonrisa.

Nunca le he fallado y nunca lo haré, Hokage-sama.

–Y ahora esto. – Se dijo así misma con pensar.

Sakura suspiro hondamente. El olor a hierbabuena del ninja que había estado allí hacía solo unos minutos aún no se había desvanecido y entre sus manos, apretado contra sus dedos, se encontraba el pergamino en el que consejo le pedía se presentara ante ellos.

Adiós a mi fin de semana libre. – suspiró.

Los sueltos trazos de la firma de Koharu Utatane se deslizaban como huellas de pájaros sobre el papel. Dicho manuscrito decía que ella era considerada como la mejor capacitada para cierta tarea, la cual le sería detalladamente revelada y discutida personalmente. También le solicitaba que a partir del momento en que ese pergamino fuese desplegado, tuviese la mayor discreción posible y justo debajo del párrafo final, se encontraba el sello del consejo, lo que significaba que era una solicitud que no podía omitir y presidir de esa reunión, estaba fuera de discusión… En pocas palabras era una orden que, de no ser cumplida, sería tomado como un acto de traición.

Nos especificaba mucho. Solo que dos oficiales del cuerpo especial anbu la escoltarían al lugar de la cita que sería al anochecer del próximo día.

Aquella noche no pudo dormir, estaba inquieta y ansiosa– ¿Qué rayos está pasando, que quería el consejo de mí?, ciertamente el consejo solicita los servicios de los shinobis para cumplir tareas de índole policial, o como acompañarlos a reuniones en el extranjero de protección o apoyo, pero… ¿yo? –pensó mientras daba vueltas en la cama.

Se había especializado en medicina, envenenamientos y farmacología, sus talentos estaban eran muy limitados en cuanto a diplomacia se referían. Actualmente, Tsunade-sama le había pedido que se encargara del área de maternidad del hospital mientras no fuese solicitada para largas misiones.

¿Qué merito tenía eso para que Utatane quisiera reunirse con ella?, ¿Y por qué no podía decir nada, ni siquiera a su propio equipo?

Volvió a revolverse en su cama, con todas esas preguntas atestándose en su cabeza, resoplando cansinamente, queriendo dejar todo de lado, pero la vista corrió hasta la venta de su habitación, mirando el cielo nocturno. Era una noche cerrada, una enorme luna brillaba fuertemente con un halo de luz rodeándola.

Su madre siempre decía que una luna así era un mal presagio.

A duras penas había logrado dormir un par de horas, aunque estaba acostumbrada, por las noches de guardia en el hospital, ese día se sentía mal, había pasado toda la tarde evitando a Naruto, era increíble. Cuando estaba persiguiéndolo para su control médico mensual, él simplemente desaparecía porque no quería las inyecciones de vitaminas y ahora que estaba evitándole, aparecía por todas partes. No quería verle porque sabría que ocultaba algo y no quería que se diera cuenta de su nerviosismo… últimamente se había vuelto muy perspicaz y notaba cualquier cambien en todo lo que estaba su alrededor, incluyendo en las personas.

Así que Sakura paso casi todo el día en el área restringida del hospital, a la hora del almuerzo, no se atrevió a salir de esa zona, había escuchado por los analistas de turno que un escandaloso rubio no dejaba de fisgonear por las ventanas de todo el hospital, dándoles unos buenos sobresaltos a los pacientes y a los doctores que estaban en consulta, he incluso una mujer había gritado que había un acosador en el edificio porque Naruto había aparecido justo cuando se estaba desvistiendo para su chequeo.

Y para más a su pesar, Sakura pasó de la hora de la cena.

Cuando volvió a la intimidad de su departamento, estaba muerta de hambre, pudo relajarse un poco, comer y luego decidió darse un baño, quizá con ello ese malestar se desvanecería. Se desvistió mientras llenaba su bañera y el vapor del agua caliente inundo el cuarto de baño. Una hora después, envuelta en una toalla y con el cabello escurriéndole por la espalda, se sentía más liviana, el agua tibia se había llevado casi todas sus preocupaciones, sin embargo, no había podido dejar de pensar en la anciana del consejo como tampoco en ese pergamino. Ahora se encontraba en su habitación, desnuda y con los ojos sobre su escritorio, fijos en el rollo de papel que en él descansaba.

El anochecer llegó, pero nadie había ido por ella.

Se había quedado dormida con las ropas ninja puestas, en la sala de su piso, pero algo la había despertado, era de madrugada, somnolienta, pudo distinguir el chakra que la llamaba, las pulsaciones de energía que surgían y se apagaban, eran un poco más largas de lo normal, Sakura podía sentirlas muy cerca. No era el acostumbrado código shinobi que usaban los equipos para identificarse entre sí, así que Sakura concluyó que eran ellos, la ANBU era una rama diferente así que su código no debía ser el mismo, vagamente recordó que Sai había dicho algo sobre eso.

Al salir de su departamento, la brisa fría que vagaba por las desoladas calles la recorrió suavemente mientras sus ojos verdes se posaban en las dos figuras masculinas con máscaras de gato y el caracterismo uniforme negro que se alzaban al final de la calle. Sakura no reconoció ninguna de las máscaras, pero no tuvo que deducir porque estaban allí, ellos Iban a escoltarla y en silencio se dirijo hasta ellos.

Moviéndose entre los tejados, aun con la madrugada sobre ellos y el viento frío chocando contra su rostro, se dirigieron a su destino.

Se habían alejado mucho del centro urbano de la aldea y en dirección opuesta de la cámara de misiones, donde regularmente esas audiencias ocurrían. Los tres ninjas se habían adentrado en las ruinas de la extinta fuerza policiaca.

Sakura recordaba ese lugar, de pequeña que solía ir allí, siguiendo a hurtadillas los pasos de ese niño de cabellos negros que tanto le gustaba; solía mirar a Sasuke desde lo lejos, lo había visto con su padre muchas veces y su hermano, hasta que su madre descubrió sus pequeños paseos en solitario a esa zona y le había regañado, prohibiéndole volver allí, días después… ocurrió el incidente Uchiha y hasta donde ella tenía entendido, nunca nadie más piso ese lugar.

No quedaba nada ya de la imponente base de la policía militar que ella recordaba, solo escombros donde la naturaleza se había adueñado del lugar. Cuando cruzaron el umbral desvencijado pudo distinguir en el suelo la maltrecha y roída insignia de piedra tallada con el deslucido abanico rojo en su centro.

Caminaron adentrándose en el lugar en los que solo se escucharon sus pisadas sobre los pedruscos que cubría el lugar. Al cabo de unos diez minutos los agentes se detuvieron de golpe, tomando por sorpresa a la chica y casi chocando con uno de ellos. El lugar en donde estaban solo era un montículo de tierra y rocas y Sakura se encontraba completamente extrañada, recorrió todo con sus ojos verdes, buscando atrapar cada detalle en su mente, pero no vio nada extraño y mucho menos encontró a la persona que la había citado al lugar.

Todo lo sentía fuera de lugar, como si ella no encajara en esa situación y en su pecho, desde que había puesto un pie fuera de su casa, se había alojado un mal presentimiento que crecía terriblemente al pasar las horas.

–Haruno-san… ella espera dentro. –escucho decir a uno de ellos.

– ¿Dentro? –repitió extrañada ella para sí, buscando con la mirada al ANBU que había hablado. Ellos parecían estar al tanto de quien la solicitaba, de eso no había duda y quiso preguntarles; sin embargo, no lo hizo, sería una imprudencia. No entendía nada de esa situación, no entendía nada de lo que le estaba plasmado en aquel pergamino que recibió, todo esto parecía una broma de muy mal gusto y comenzaba a asustarse.

Por el rabillo del ojo vio como el otro sujeto tomaba un kunai y todos sus instintos se pusieron alerta ante cualquier otro movimiento. Entonces el ANBU hirió la palma de una de sus manos, la sangre corrió a través de su puño encogido, derramándose a sus pies, luego procedió a hacer una serie de sellos y fue ahí cuando la tierra debajo de ellos tembló y el suelo se agrietó. Sakura escuchó el sonido de las rocas rompiéndose debajo de ella y vio como la tierra se abría y revelando una vieja escotilla metálica.

Cuando la pequeña compuerta metálica fue abierta, a primera vista lo que vio fue unos viejos escalones cubiertos por una gruesa capa de polvo. Nadie había caminado por allí en décadas, al final de estos, un oscuro pasadizo. Sakura no pudo ver mucho más y solo distinguió un profundo hedor a humedad.

–Adentro –volvió a repetir el ANBU. Tras unos segundos de duda y asombro, Sakura comenzó a bajar los peldaños siguiéndoles, pronto la oscuridad abrió paso a un largo pasadizo iluminado por alguna que otra antorcha, sus escoltas le habían acompañado hasta el final de la escalera y justo en la entrada de un largo corredor se habían detenido y hecho a un lado, entonces Sakura entendió que desde allí estaba sola. Le habían explicado muy escuetamente que a ellos no les concernía lo que allí se hablaría, también mientras caminaba, escucho a uno de ellos decirle al otro "tan solo es una niña… solo carne fresca" en un todo bastante despectivo. Ella solo les miro sin protestar al pasar junto a ellos y seguir adelante sola.

La pelirosa había cruzado tres corredores sin ninguna dificultad, llegando a la cúspide de una segunda escalera muy bien iluminada, al pie de esta se encontraba esperando una joven mujer, vestida con un kimono negro tradicional, al acercarse, Sakura vio que tenía el cabello marrón obscuro y los ojos color ámbar, la había visto en las oficinas de Tsunade-sama una vez y recordó que era la doncella asistente de la anciana Utatane.

Estado ya frente a ella, la mujer la saludo con una reverencia.

–Haruno-san, la señora le espera, sígame por favor –pidió educadamente la joven y sin demora, la llevo hasta una gran puerta antigua que rechinó al ser empujada. Cuando estuvo lo suficientemente abierta, la mujer le cedió el paso. Agradeciéndole Sakura, se adentró a la sala escuchando de tras de ella el eco de la puerta al cerrarse.

La estancia parecía enorme y se sentía desproporcionada… no lo sabía del todo, pero el espacio era una maraña de oscuridad, lo único que pudo vislumbrar a una distancia considerable fue una serie de antorchas. Los pasos de Sakura resonaron en toda la estancia al ir hacia allí y a medida que avanzaba hacia el cúmulo de luz, pudo ver que el suelo era de piedra pulida. Aceleró un poco el ritmo de sus zancadas. No podía creer que todo esto se encontraba debajo de Konoha. Sakura tenía el corazón retumbándole en el pecho y las manos sudorosas, cuando llego a estar en frete de la anciana, aun así, hizo la acostumbrada reverencia, deslizando entre sus labios un saludo.

–Mi señora –dijo, con la cabeza gacha, esperando. Sabía que esa mujer era tan importante como lady Tsunade. Recordaba los pasajes de sus hazañas en los libros de historia, ella era una mujer muy respetada en la villa.

–Niña –murmuro quedadamente la anciana, en ese momento le hizo una seña para que se sentara en una silla de frío acero que se había dispuesto para ella, hasta que la joven kunoichi no tomo asiento, ella no hablo.

–Sé que es un total misterio para ti toda esta situación –comenzó–, sin embargo, lo primero que diré, es que la razón de mayor peso por las que te encuentras aquí… –hizo una pausa para tomar aire– es porque quiero pedir tu ayuda, o mejor dicho… necesito tu ayuda.

–Mi señora – volvió a decir Sakura. – ¿Qué puedo hacer por usted? –pregunto la kunoichi curiosa.

– Primero debo contarte una historia, necesito que comprendas que todo lo que te diré esta noche es un absoluto secreto y debes jurarme, que de tu boca jamás saldrá palabra alguna de todo esto.

Sakura se tensó al escuchar eso, desde que recibió el pergamino que ella le había enviado sabía que esta reunión tendría condiciones, si lo había deducido, pero el tono que la anciana estaba usando termino asustándola y no pudo evitar pensar en que rayos se estaba metiendo.

–Usted y sus iguales en rango, deberían tener muy en claro qué clase de lealtad profesor hacia mi hogar. – La respuesta de Sakura, fue solo esa, no se atrevió a más, no sin antes saber de qué se trataba todo esto.

Utatane sabía que no tendría más de parte de la chiquilla. Así que comenzó a relatar.

Hace mucho tiempo, cuando aún eras una niña y aún no conocías el mal, Homura y otras personas como yo, tomamos decisiones que en su momento nos parecieron lo mejor para esta nación.

Preservar la paz era nuestra mayor responsabilidad y personas leales a esta aldea fueron sacrificadas para preservar esa paz. Ahora la mayoría de ellos están muertos o desterrados. Pagando por cada acción que nosotros les ordenamos. Todas las buenas acciones que esas personas hicieron por nosotros, fueron borradas del los registros y en su lugar, fue grabada la marca de la traición y con eso pasaron a ser olvidados de nuestra historia.

Una miserable paga, para todos sus sacrificios– pensó anciana.

Todos ellos debían cumplir y obedecer ciegamente a su aldea y al señor de esta. Después de todo, un shinobi debía su existencia a eso, era lo que más debían amar. Todos ellos aceptaron su destino con honor y valor, aunque para algunos, la muerte los esperaba al final a mano de nosotros mismo y de la propia Konoha.

Sakura escuchaba muy quieta en el asiento, no se había atrevido a interrumpirla, veía como con cada palabra que pronunciaba la mujer, las finas arrugas se iban acentuando y como sus débiles ojos mostraban una aterradora preocupación.

–Lo que pido es que me ayudes a salvarle la vida a alguien… –llego al fin, al punto.

Un silencio profundo lleno la sala tras esas palabras, la chica estaba muy quieta, con la mirada gacha y por su expresión parecía que estaba procesando lo que acaba de decirle.

– ¿Esto… lo está asignado la Hokage, es parte de mi nueva misión en el país del Té? –pregunto Sakura seriamente y Utatane, por detrás del escritorio, solo apretó la tela de su kimono entre sus manos como gesto nervioso.

–Debo confesarte querida niña, que esa misión solo es una pantalla… yo misma moví influencias solo para poder pedir tú ayuda esta noche.

–¿Usted está pidiéndome que ayude a una persona que es considerado un traidor en una misión falsa? –el rostro de la joven reflejaba el tono con el que había formulado la pregunta, Sakura estaba asombrada por la desfachatez de la octogenaria– ¿Usted tiene idea de quién soy yo y de la posición privilegiada que tengo en esta aldea?

–Si –contesto únicamente Utatane– Pero te equivocas en algo, para mí, él no es un traidor.

–¿Se da cuenta de lo que me está pidiendo? Ayudar a un traidor me haría cómplice. Usted está pidiéndome que me vuelva uno de ellos.

Carne fresca– Sakura ahora comprendía por qué el ANBU había dicho eso. La política podía ser, es así, "a veces hay que destruirlo todo y rehacerlo" eso es algo que he escuchado decir a Tsunade-sama muchas veces, pero usted está exponiéndome y convirtiéndome es una traidora solo por escuchar todo lo que me está diciendo. –Sakura se había levantado de donde estaba y se dirigía hacia la anciana.

–No son traidores –repitió la mujer.

–Puede que no, pero Konoha los condeno como tal. ¿Qué cree que dirá Tsunade sama cuando su alumna le cuente de este lugar y de lo que hacen aquí? ¡Esto es traición! –grito Sakura, golpeando el escritorio con su puño, haciendo crujir la madera.

– ¡Tsunade no puede saberlo! –corto la anciana de forma apurada– Esto, no es por la villa, esto… esto es algo personal. –La seguridad que siempre habitaba en los ojos de la anciana había desaparecido, ahora en su rostro gobernaba la angustia y a Sakura le dolió el pecho, era como si hubiese tragado ácido cuando vio el pálido rostro la vieja mujer.

–Por favor… ayúdame –volvió a pedir en un suspiro lastimero. El rostro de la anciana estaba afligido mientras hablaba y su voz temblaba, ya no era una petición, era un ruego. –Ni él, ni su familia, merecían lo que les hicimos, sé que estoy poniéndote en una situación difícil, pero te prometo que tú y los tuyos estarán bajo mi protección y de ningún amanera serán perjudicados, eso es algo que no voy a permitir… no cometeré el mismo error otra vez, pero por favor… ayúdame.

La joven kunoichi vio como las manos de la anciana tomaban su puño, que aún estaba en el escritorio, y sintió como las frías y arrugadas palmas de la mujer envolvían su mano… suplicando.

Solamente atino a bajar su rosto, estaba incómoda con todo esto. Ella jamás se imaginó estar involucrada en una cosa así, nunca en todo el tiempo que llevaba siendo una kunoichi pudo imaginar que una mujer como Utatane Koharu pediría y haría semejante cosa, pero sobre todo le parecía increíble que una mujer como ella, una mujer con tal estatus estuviese… rogando.

Sakura no podía creer o lo que iba a hacer.

–Usted se refiere a esa persona como "él", es evidente que es un hombre –comenzó a decir la pelirosa levantando su rostro de nuevo para encontrar la mirada de la mujer mayor– pero… ¿quién es? –pregunto ya sin más rodeos.

–Eso niña, no puedo decírtelo –contesto en un tono muy suave Koharu–. Por la posición en la que él se encuentra… no sería algo bueno para ti y mucho menos para él.

–Con todo mi respeto, señora, no lo puedo aceptar lo que me está pidiendo… es como si me enviara a la boca del lobo a ciegas.

La vieja mujer vio en los ojos de la chica la decisión. Desde un comienzo sabía que iba a negarse, después de todo era descabellado, aquella kunoichi no le debía nada para acceder a semejante cosa, pero Koharu no tenía a quien más recurrir, esa chica era sin lugar a duda la mejor opción, era la sucesora del mejor médico que había conocido el mundo ninja. Esa niña incluso sería mejor que la legendaria Sanín. Sakura Haruno era alguien brillante y compasiva y la compasión era algo que el mundo ninja había olvidado, ya… era una cualidad rara y casi extinta.

– Señorita Haruno… –los ojos de la anciana, abandonaron las facciones de la chica, posándose en la oscuridad de aquella habitación– No quiero morir sin haber hecho algo por él.

Sakura a través de su mano pudo sentir como la vitalidad de la anciana se inquietaba, su chakra era turbio y su pulso se elevaba gradualmente y su respiración se aceleraba. Una alarma en el cerebro de Sakura comenzó a sonar, las emociones fuertes no eran buenas para los ancianos y rápidamente su chakra verde fluyo de entre sus dedos, rodeando las arrugadas manos de la mujer enfrente de ella, confortándola, calmándola.

Comprendió en ese momento que la vieja mujer no se rendiría y que estando en ese estado morirá de tristeza y decepción si no la ayudaba. Sintió compasión por ella, Utatane estaba decidida a redimir su equivocación, fuese cual fuese y parecía que ella era una pieza clave para ello.

–Está bien… está bien, mi señora. Le ayudaré, pero si voy a hacer esto por usted, espero que al menos me diga que es este lugar.

El arrugado semblante de Utatane pareció relajarse solo un poco, y la aspereza de la tristeza se desdibujó a paso lento, tras esa pregunta, resoplo un poco preparándose para debelar uno de los mayores secretos que el consejo escondía.

Continuará

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NOTAS DEL AUTOR

Espero que les haya gustado este primer capítulo, la verdad es que estoy muy inspirada con esta historia, a pesar de que será escrita sobre la marcha, no será un fic muy largo.

Bien, esto… ¿cómo decirlo?... hasta los momentos es un fic SasuSaku, pero quizá pueda cambiar de opinión durante el proceso creativo, está en manos de ustedes decirme que es lo que prefieren, ya con el transcurso de la historia se van a dar cuenta de por qué se los digo XD. En cuanto al personaje secreto (que seguirá secreto hasta dentro de tres o cuatro capítulos más ajajajajaja) ¿quieren intentar descubrir quién es? ¡Adelante! Estaré muy emocionada de ver quienes se les ocurren XD

¡Si les gusta, un RR por favor! Me encantaría saber sus opiniones, también sugerencias y por supuesto críticas, me disculpo de antemano si hay algún error por allí, de verdad.

¡Bueno, creo que eso es todo lo que quería decir, nos vemos en el próximo cap!

Próximo capítulo: "A TRAVÉS DEL OJO DE BUEY"