Disclaimer: Nada en esta vida es mío, mucho menos Naruto ni sus personajes. Copyright Masashi Kishimoto.

Fandom: Naruto

Pareja: Sasuke Uchiha / Sakura Haruno y quizá otro personaje por allí que es una sorpresa.

Advertencia: Por ahora, ninguna… Recalco, POR AHORA. O_O En este aspecto, teman cualquier cosa.

Recuerdos y pensamientos en CURSIVA

Género: One True Pairing (OTP)

«Enemigo suyo era todo aquel que fuese lo que él hubiera querido ser o que tuviese algo que él hubiese querido tener.»

A sangre fría

Truman Capote.


A SANGRE FRÍA

Capítulo 7

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Sasuke siempre había sido un joven de carácter reservado, y con el transcurrir del tiempo, el orgullo y el desafío se habían mimetizado con sus gestos. No tenía ningún interés en ser o parecer amable, y en contadas ocasiones él dejaba ver lo que ocurría verdaderamente en su ser. Su rostro apático era la perfecta expresión de quietud y calma, pero los acontecimientos de los días pasados habían detonado en su semblante un sinfín de pequeñas turbaciones, desvelos y seños fruncidos cuando se encontraba sumergido en sus pensamientos.

Habían llegado a la base justo cuando caía el atardecer. El grupo se separó, y Sasuke les había ordenado una inspección del lugar, sin embargo, todo estaba exactamente como lo había dejado. Era el laboratorio donde él y Suigetsu se habían conocido. Atravesaba un largo corredor de piedra mientras sus pasos reverberaban entre el silencio y las grietas de los muros. Había olvidado que tan frías podían llegar a ser las guardias de Orochimaru. Casi llegaba a su destino, al final del corredor, divisó lo que estaba buscando. Se detuvo frente a una puerta, una lámina de madera maciza de color oscuro, robusta, pesada y bastante familiar para él. Levantó su mano, y el sello protector con el que la había bloqueado se desactivó con un chasquido. Ante él, se descubrió lo que había sido su antigua habitación. Era un lugar lleno de ecos, vacía, pero a la vez llena de todo lo que en algún momento había dejado atrás. Su colección de espadas en la pared contigua, su cama y escritorio al fondo, llenos de pergaminos y junto a ellos, su arco y flechas apilados en el rincón. Todo bañado por una fina capa de polvo.

No solo se encontraban allí viejos objetos personales, sino también el miedo y la duda que sintió en esa habitación luego de abandonar Konoha. Aquella primera noche, cuando en la soledad de esas paredes, todo se asentó en su interior de nuevo, experimentando la soledad absoluta, la miseria de volver a ser un huérfano y de estar absolutamente solo. Todo eso impregnaba aquel sitio. Todos esos sentimientos se habían incrustado en cada poro y fisura de aquellas paredes de ese habitáculo. No se detuvo más y se recostó en la cama. No estaba tan cansado como para dormir, pero tampoco lo suficientemente animado para entrenar o distraerse. Más bien, se encontraba inquieto. Sus ojos buscaban algo que no estaba allí, buscaban entre las grietas que surcaban el techo de piedra oscura, como si en ellas estuviera grabada una maldita respuesta de lo único que había estado rondando su cabeza desde su último encuentro con su hermano.

Buscando una respuesta a todo ese teatro en Konoha, no lo entendía, y mucho menos entendía cómo la más intachable de las kunoichi, con su alabada inteligencia, algo con lo que él siempre la había definido y percibido. Sakura, una criatura nacida para ser feliz con su perfecta familia. ¿Cómo alguien como ella había terminado dándose por muerta y volviendo a la vida en Akatsuki junto a su hermano? Al principio pensó que estaba allí en contra de su voluntad, que de alguna manera la habían atrapado y retenido, pero luego de lo que Suigetsu le había relatado, de cómo su hermano le había ordenado que se marchara y cómo ella había obedecido. Era remotamente imposible que ella se encontrara allí por mera casualidad.

—¿Itachi estaba controlándola quizá?—pensó.

Sasuke cerró sus ojos, recordando la escena, lo que había quedado grabado en su retina con su sharingan en la cascada, los pequeños detalles que no notó en aquel momento, detalles que no encajaban. Sakura ante él, emergida de la espesa niebla, como una diosa entre las aguas, con la angustia grabada en el rostro y en los ojos. Atrapada como un ratoncillo ante una serpiente, había permanecido delante de ella sin hacer un movimiento, observándola como si la hubiera descubierto haciendo travesuras. Su respiración, sus manos llenas de lodo, el pálido y distorsionado reflejo en el agua, la piel de sus rodillas llenas de tierra, arañadas, rotas por los afilados peñascos... sangrantes, esos surcos rojizos que dejaban escapar la vida que encerraba aquel cuerpo, derramándose en aquella pálida piel. Ese era el detalle más significativo... Los fantasmas no sangran. Entre todo ese caos, Sakura fue lo único que encajaba con la definición de "ser humano habitual", y muchas veces sus actitudes oscuras con ella fueron solo porque añoraba una vida sencilla como la de ella. Recordaba cómo en algunas ocasiones vio como el señor Haruno la acompañó hasta las puertas de la academia ninja y al despedirse de ella se agachaba y le decía a su hija alguna palabra que él nunca había podido oír y depositaba un ligero beso de despedida en la frente de ella. Eran pequeños recuerdos buenos de una vida justo después de que todo se torciera. En algunas noches no tan oscuras lograba rememorar su voz en su cabeza, su risa melódica y sus ojos, grandes y brillantes, tan llenos de esperanza, algo que él había perdido hace muchísimo tiempo. El día en que volvió a Konoha y contempló aquella lápida, sintió que de alguna manera estaba soltando algo con lo que había estado cargado desde hacía mucho tiempo, algo que había mantenido en secreto y para sí. Sin embargo, no fue un sentimiento agradable... No tenía nada que ver con la pérdida, tampoco se sentía como lo de sus padres, ese sentimiento de ser despojado de algo, que le habían quitado algo, sin embargo, inmediatamente quiso buscar a alguien en quien volcar su frustración... y sus ojos se encontraron con los de Naruto, pero casi enseguida se dio cuenta de que esta vez no había nadie a quien él pudiera volver un objetivo y vengarse. Solo era la vida que lo obligaba a desprenderse de algo que no sabía cómo nombrar. Fue por eso que en el momento en que contempló a Sakura, aquella entidad nacida de la bruma, lo había atravesado y lo había hecho perderse ante la quietud de su figura, como un hechizo del que no podía liberarse. Su concentración se había hecho trizas y por un momento algo muy parecido al alivio se le instaló en el pecho, dispersando sus rencores y su enojo, encerrándolos en un nicho oscuro en el más espeso de los olvidos. Aquella extraña cosa invisible de la que se había obligado a desechar surgió de nuevo, como la luz de un relámpago cortando la oscuridad de la madrugada. Pero así como de fugas es ese fenómeno, segundos después, la desazón le devolvió la conciencia al cuerpo. Sakura estaba viva. Los detalles de aquella secuencia de imágenes se dibujaron dentro de su sharingan, corrieron a través de su nervio óptico, hasta llegar a su cerebro. Aquel fino y largo cuello y el pulso constante que latía en su yugular, repetitivo y vibrante, que impulsaba la sangre que teñía su piel con el sonrosado color de la vida que explotaba en los vasos sanguíneos de sus mejillas.

Se sintió… engañado, mejor dicho, se sintió parte del montón, de aquel séquito de ingenuos a los que Sakura estaba engañando. Porque eso era lo que estaba haciendo. Sakura Haruno estaba engañando a todo el mundo. El darse cuenta de ello le sentó como un puñal que le traspasaba el pecho. Sin embargo, la verdadera pregunta de todo esto era —¿Por qué Sakura había traicionado a Konoha?…–

—…¿Por qué Sakura estaba mintiéndole a Naruto y porque su hermano estaba protegiéndola?—

Esas preguntas eran todo lo que rondaba en su mente y desde entonces algo se retorcía como una anguila en sus entrañas, como cuando era un crío, demasiado asustado y alerta por lo que se encontraba a su alrededor. Se llevó una mano al rostro y con sus dedos presionó el puente de su nariz. Era una manía que había adquirido con los años, cuando estaba tenso y trataba de evitar una migraña.

En aquellos momentos de dudas o desasosiego, trataba de permanecer con la cabeza fría mientras su mente intentaba encajar las piezas de aquel puzzle. Por el rabillo de su ojo izquierdo, observó algo; un casi imperceptible movimiento, algo pálido que reptaba entre los resquicios de la habitación. Cuando volvió a parpadear, lo que había visto había desaparecido. Sasuke casi enseguida sacudió su cabeza. Estaba imaginando cosas, estaba exhausto. De repente, fue consciente de la comodidad de la cama, de cómo su peso se hundía entre la mullida superficie. Era el momento de apagar su cerebro, su conciencia se sumía en el letargo espeso de la extenuación, mientras que era devorado por los antiguos recuerdos de su compañera.


Itachi y Sakura se movían entre los árboles. Habían decidido ralentizar el paso un poco debido a la condición del pelinegro, quien se sentía fatigado y algo mareado después de caminar durante un tiempo. Kisame, siendo consciente de esto, siempre mantenía un ritmo tranquilo al trasladarse por los caminos y, de vez en cuando, hacían uso de caballos cuando algún pueblo en su camino les daba la oportunidad. Sin embargo, moverse con Sakura era diferente. La chica rebosaba de vitalidad y su paso entre los árboles era ágil y rápido. Sakura Haruno poseía una gran resistencia para viajar largas distancias. Sin embargo, cuando notó el cambio de ritmo del pelinegro, se detuvo.

—Necesitamos parar y descansar —dijo. Itachi y ella no habían podido conversar sobre lo que ocurrió antes del encuentro con Sasuke, porque la prioridad del Uchiha mayor fue alejarse rápidamente y lo más pronto posible de su hermano.

Cuando estaban en la cascada y Sakura se vio descubierta por Sasuke, lo último que esperaba era ver esa expresión en el rostro de su excompañero. Parecía como si estuviera viendo una ilusión o un espectro. Fue solo por un segundo, pero Sasuke pareció realmente confundido. Cuando susurró su nombre, sintió un horrible sentimiento en su pecho, como si lo estuviera traicionando de alguna manera. Aquello la paralizó, estar frente a él después de tanto tiempo y en esas circunstancias acabó con su agilidad mental. Itachi fue por ella en el momento en que Sasuke parpadeó, la atrapó contra él y terminaron ocultándose detrás de la pesada cortina de agua, en una pequeña cueva que era el escondite perfecto.

A su alrededor solo se oía el fragor de la barrera líquida que los protegía, una cortina densa que se desplomaba con borbollones en desvarío y provocaba estruendo. Itachi se llevó el dedo índice a los labios, indicándole que no hiciera ningún ruido. Estaban empapados por el agua y el frío les calaba hasta los huesos. Sakura solo asintió, bajó la mirada y se concentró en mantener oculto su chakra. Sus ojos repararon en el anillo que llevaba Itachi en su dedo anular derecho, el símbolo que lo ataba a los Akatsuki.

Itachi mantenía su atención a los movimientos que se desarrollan afuera, escuchando las voces y percibiendo movimientos, luego de un rato, solo quedó el furor de la cascada y el constante sonido de sus respiraciones.

—Se han marchado. —aseguro el pelinegro.

Sakura jamás pensé que en algún momento de su vida, se encontraría en medio de aquellos dos hermanos. Era algo inverosímil, casi hilarante, estaba tan enfadada ahora, ver aquel símbolo, aquel simple objeto metálico y escarlata —Vas a contarme que es todo esto—susurró la chica. Itachi le miro desde donde estaba, la expresión de su rostro no cambió, pero toda un aura de misterio se derramó sobre ellos dos en esa pequeña cueva. Sakura titiritaba de frío, pero una expresión de "estoy hablando en serio" se le había instalado en el rostro y algo le dijo a Itachi que no desaparecería si él no le daba una respuesta.

—Has pasado todos estos años alimentando la ira y el odio en Sasuke, enloqueciéndolo y cuando él te encuentra, solo te escabulles… Eres la única familia que le queda… Fuiste el que le quitó todo y no conforme con ello lo has orillado a alejarse de su hogar, de sus amigos y de la gente que lo quiere, obligándolo a perseguirte. — Estaba tan enfadada que dejó de medir sus palabras y un impulso imperioso de sangre la obligó a ser cruda... quería insultarlo más, llamarle de otras maneras impensables, maltratarlo, a hacerle todo el mal que pudiese por haberle hecho daño Sasuke… Por haberlo convertido en lo que ahora era.

—Solo eres un cobarde… —soltó Sakura con firmeza.

A Itachi Uchiha lo había llamado de muchas maneras:

Loco.

Traidor.

Asesino.

Ladrón.

Pero nunca cobarde. Ella lo había dicho con una resolución absoluta. Que lo llamara una chiquilla que no sabía nada de la vida, de la guerra o del dolor, pareció remover algo en su interior… Nadie se había atrevido a llamarlo de esa manera. Nunca.

—Cualquier hombre habría muerto por decir tales palabras— repuso él suavemente, como si no la hubiese oído. Las sombras acentuaron más sus rasgos, sus ojos negros buscaron a los verdes.

—Supongo que tengo suerte de ser una mujer… Una que es tu única esperanza porque hora solo eres un hombre enfermo que huye de su pasado. Las facciones angulosas removieron, Itachi la miro con incredulidad y sintió la necesidad de que aquella voz cesara, de que aquella voz muriera, de que no pudiera oírse más nunca. Nadie sabía sobre todo el valor que tuvo que reunir para hacer lo hizo.

Todo lo que sacrificó.

Nadie había sido consiente de todo el valor que tuvo que contener dentro de él para no enloquecer luego de presenciar lo que había hecho. Cobarde. El insulto hirvió entre las paredes de roca y le reverberó en el pecho. Ella lo vio levantarse y venir en una forma salvaje y retrocedió hacia el interior de la cueva hasta sentir la roca húmeda en las yemas y palmas de sus manos. Ya no era un hombre, era una energía desatada y destructora.

Sakura estaba pálida de la rabia, con los ojos más verdes y más grandes, toda sacudida, pero preparada para lo que fuera. La distancia en ellos fue acortándose lentamente, de pie frente a ella, con los brazos en jarra, él la miraba con los ojos entrecerrados, estaban tan cerca que incluso Sakura podía ver cómo brillaban, acuosos, como una mancha de alquitrán, llenos de odio. —¿Qué puede saber una niña como tú sobre valor? —Dijo el pelinegro inclinándose sobre ella.—Si tanto crees que sabes sobre mi carácter, Sakura, sabrás también que esperar de mí. —¿Sabes lo sencillo que sería quebrar tu cuello justo ahora? La mano con la sortija que Sakura había contemplado hace unos minutos se cerró sobre su garganta, sus dedos oprimieron un poco, pero se contuvo, algo le quedaba de inconsciente respeto.

—No lo harás… ella lo miro a los ojos, sin recelo. —No solo estás enfermo, estás muriendo. — Sakura pensó que estaba debelándole algo.—Mátame y desecharas quizá la única oportunidad que tengas para sobrevivir. El silencio entre los dos fue abismal por unos segundos y él pareció casi sonreír en la oscuridad. Sus dedos oprimieron más el cuello de la chica. Las pupilas de Sakura se dilataron, fue la única manifestación de miedo que dio. La fuerza de Itachi la levanto unos centímetros del suelo. Sakura intentó buscar un punto de apoyo con la punta de sus pies mientras se revolvía.

—Anda, defiéndete... como hace unos días atrás.—La reto el pelinegro, la herida aún punzaba debajo de su clavícula. La chica lo observo con gesto feroz, sintiendo su aliento caliente chocar con su cara, el corazón le palpitaba en los oídos, sus manos buscaron el pecho de Itachi, como un punto de apoyo y trató de empujarle, de echar atrás aquella barrera en la que se había convertido el pelinegro, se preparó para reunir chakra en los puños y golpear, pero una frase, solo una frase dicha por él, la detuvo.

—Sé que estoy muriendo.— la voz de Itachi salió en un susurro. Sakura dejo de luchar y él aflojó su agarre. Lentamente, Sakura sintió de nuevo el suelo en la plata de sus pies. —¿Quieres la verdad?. Bien… No eres el primer ninja médico en mi vida y Konoha no es lo que crees que es… Konoha me traicionó y tú, solo eres una extraña que no tiene nada que ver conmigo o con mi hermano y mucho menos con el camino que elegí tomar.

Ante eso Sakura no pudo decir nada, eso era cierto, pero en su mente las palabras de Itachi sobre el hogar donde creció no tenían sentido. A sus ojos Konoha siempre fue un lugar maravilloso, un lugar donde la gente se sentía segura y a salvo.

—¿A qué te refieres?—se atrevió a comenzar a preguntar.

Itachi ya no estaba tan seguro de que lo que estaba haciendo era lo correcto, traer a la chica, el haber aceptado aquel trato… quizá solo debía apresurar sus planes. —Vete…—susurro. —Esto ha sido un error. Jamás debí aceptar la oferta de Koharu.— Itachi se echó hacia atrás, dejándole el camino libre. Él estaba quitándole los grilletes de la responsabilidad que ella misma había aceptado colocarse.

—Sabes que no puedo hacer eso. —dijo la chica desde donde ataba.— No puedo volver sin más. Sus ojos viajaron hasta la cortina de agua que bloqueaba su salida, pero sus pies no se movieron del lugar en donde estaban plantados.

—Inventa una historia...Que un par de sirenas te salvaron, o algo así. – Itachi estaba listo para darse vuelta tras decir eso.

A Sakura, algo en su interior le gritó que se quedará... Que ella estaba justo en el lugar donde debería estar y que todo esto, era algo importante. — ¿Quién lo hizo, quien te traicionó?—disparó su boca, dejando pasar la única oportunidad de irse y seguir con su vida... Una vida normal y tranquila. El pelinegro solo se plantó a escuchar las palabras de la joven. La contempló dejando reposar la mirada sobre los suaves brazos, en cómo la ramificación de sus difusas venas azules se dibujaba en su piel. Ella era una leal shinobi de Konoha, alguien que tenía la voluntad de fuego pululante en su sangre, un ninja en toda la extensión de la palabra. Todo lo que ella conocía y creía se tambaliaria la revelar aquel nombre. —Si te lo digo, no habrá vuelta atrás, sabrás algo que te condenará. — le advirtió el moreno.

Allí estaba de nuevo, su salida...su última oportunidad.

Los ojos de Sakura volvieron a mirar la entrada de la gruta, vio como el agua salpicaba y como las charcas se aglutinaban y vibraban cada segundo. El silencio estridente se asentó entre los dos por un momento.

—Si de verdad alguien en la Hoja cometió algo similar en contra de ti…—Las palabras de Sakura, salieron calmadamente desde dentro de sus cuerdas vocales, como aceptando su destino, asimilando que había algo más grande que su deber como shinobi en todo esto. Lo aceptaba, pero esta vez no a través de una misión o del grillete que ella misma parecía haberse colocado, sino siendo libre de decidir si quedarse o no. Volvió sus ojos al rostro de Itachi. —…demuéstralo y yo te ayudaré a limpiar tu nombre. Una vez le ofrecí mi ayuda a tú hermanos... y él la rechazó, ahora te la ofrezco a ti, espero que tú no seas tan tonto como para declinar la oferta que te da la pupila de la Hokage— La voz de la chica sonó segura. —No olvides que fui enviada aquí en una misión y no me voy a ir sin haberla cumplido.

Ante Itachi, se encontraba una verdadera hija del fuego, la valentía era algo que corría en la venas de aquella jóven, viendo la determinación de Sakura, los labios de Itachi pronunciaron un nombre.

Danzo Shimura.


Konoha había redoblado la vigilancia en toda la aldea, se habían dispuesto centinelas en todos los tejados de las edificaciones de relevancia y cada entrada y salida de la Hoja estaba siendo vigilada a todas horas. Toda esa convulsión se había originado a altas horas de la madrugada, cuando le fue notificado que habían encontrado el cuerpo de joven secretario del departamento de defensa ANBU, nada más y nada menos, que en el antiguo distrito Uchiha.

Este acto había entendido las alarmas en la torre Hokage y Tsunade había ordenado una reunión de emergencia con el consejo, ya que en el cuerpo de la víctima había encontrado señales de tortura. Aún no tenía claro a qué clase de abusos habían sometido a la víctima.

Esa misma mañana habían comenzado las investigaciones pertinentes, pero Danzo ya había señalado a un posible culpable.

—Sasuke Uchiha mató a mi secretario. —Dijo sin ningún reparo. —Y esto voy a considerarlo claramente como una amenaza. — dijo continuó desde uno de los extremos de la gran mesa situada en la sala de guerra de la torre Hokage.

Al haber encontrado el cuerpo en aquel barrio había vuelto a encender las alarmas y no habían descartado que él hubiese vuelto a irrumpir en la aldea.

—¡No tenemos la certeza de que haya sido él!—dijo la rubia.

—Lady Tsunade... por kami, Sasuke Uchiha entro como si nada aquí, demostró que es capaz de burlarnos y ahora de repente aparece muerto alguien que tenía acceso a todos los registros históricos de la aldea. En el lenguaje de la guerra, acaba de decirnos que él es capaz de acercarse tanto como quiera... Y al asesinar al alguien cercano a nosotros solo implica que está jugando... que quiere asustarnos.

—No voy a repetirlo Danzo... No hay una prueba que lo incriminen directamente.

Konohagakure Jōhōbu, nuestra división inteligencia está estudiando la escena del crimen y tiene en su poder el cuerpo de la víctima, estamos a la espera de los resultados preliminares. La rubia escuchaba pacientemente cada cosa que decía el anciano. Era la primera vez que desde que había asumido el puesto de Hokage no sabía qué hacer. Había hecho una promesa. Le había prometido a Naruto que lo esperaría, que será condescendiente con Sasuke.

—Bien… Hasta no tener el informe de Inoichi Yamanaka, doy por levantada la sesión.

Desde su asiento Danzo había comenzado a ajustar los engranajes de su próximo movimiento. El joven Uchiha al poner un pie nuevamente en la villa, se lo había puesto casi todo en bandeja de plata. Solo tenía que colocar las piezas en su lugar.

Para Danzo, los Uchihas siempre fueron un incordio. A pesar de ser un clan reservado, en el fondo de cada uno de ellos habitaba una rebeldía casi indomable. Había demasiada pasión y orgullo en ellos y nunca fueron fáciles de manipular. Cuando notaron los movimientos de Danzo, después de la muerte del cuarto Hokage, los Uchihas formaron un frente común bajo las órdenes del representante principal del clan, Fugaku Uchiha y le negaron el apoyo impidiéndole obtener el poder, porque para ser nombrado Hokage, se necesitaba los votos de todos los clanes principales. Al ellos negar su voto, el consejo entre clanes no se dio, así que Hiruzen volvió a retomar el puesto de Sandaime.

Movido por la rabia y la derrota, Danzo no tuvo reservas de señalarlos cómo los principales responsables del ataque de Kyubi, no había una prueba concluyente de ello, pero había logrado poner en duda la voluntad de fuego de un clan entero, eso los convirtió de manera indirecta en culpables de traición y del asesinato del cuarto Hokage.

Esto ocasionó que con el tiempo lo Uchihas comenzarán a ser repudiados por todos. Danzo había sembrado la duda, y ya que no había manera de demostrar su culpabilidad o su inocencia, a los ojos de todos ya no eran un clan de fiar, así que los apartaron y los aislaron de los terrenos de la aldea.

Itachi al principio pensó que estaban teniendo problemas para adaptarse a su nuevo hogar, pero luego pensó que era algo más profundo, luego de encontrar llorando a su madre en la cocina, él preguntó qué le ocurría, pero Mikoto solo se limitó a limpiar su rostro y continuo con sus quehaceres sin contestarle nada, Itachi concluyo que estaban tratando de manejarlo lo más discretamente posible.

Pero la realidad era que el honor de los Uchihas había sido manchado, estaban nerviosos, la policía militar de Konoha había sido relevada de su posición cómo principal protección, siendo sustituida por los ANBU una fuerza shinobi que era controlada por el mismo Hokage. Durante ese tiempo, comenzaron las desapariciones, al principio ocurrieron en misiones, los miembros del clan Uchiha comenzaron a morir. Poco a poco, nada que llamara mucho la atención... después de todo eran ninjas, la muerte podía estar a la vuelta de cualquier esquena en aquel oficio.

Hasta que ocurrió la muerte de Uchiha Shisui dentro de la misma aldea. Ese mismo día, Danzo sufrió un atentado que lo dejo lisiado de por vida. Le habían atacado en su casa, sufriendo daños en su ojo izquierdo y comprometiendo la movilidad de uno de sus brazos. Jamás volvería a ser útil en batalla.

Esto puso más tensos a los Uchiha, estaban cayendo de a poco... Y nadie estaba tomando las cosas bajo lupa, ni siquiera Sarutobi. Sin embargo, fue una gran sorpresa para Fugaku cuando su hijo mayor fue señalado como principal sospechoso de la muerte de Shisui. Pero de nuevo, no había como probarlo y lo único que lo señalaba era que ellos dos había vuelto de misión hace poco... Por ende era el último que lo había visto con vida. Todo se volvió más desagradable a partir de allí, lo que alguna vez fue aquella tranquila comunidad de buenos hermanos, vecinos y amigos de toda la vida, se vio de pronto enfrentada con la insólita experiencia de tener que desconfiar los unos de los otros.

Así que para calmar al clan y tratar de permanecer unidos, Fugako clandestinamente planeo reuniones con los cabezas de familia, los miembros más fuertes e importantes de las ramas Uchiha, ellos exigían que el Hokage se retractara de la decisión de apartarlos... Los estaban tratando como escoria, sin ninguna causa probable. Fugaku sabía que el honor Uchiha estaba siendo cuestionado, pero los Uchihas no serían los responsables de iniciar una guerra.

Las provocaciones de Danzo no estaban funcionando, se sentía frustrado por no conseguir una respuesta física. Solo una sería suficiente, un pequeño error. Hasta que una noche uno de sus espías dijo algo:

Son más diplomáticos de lo que parecen. Fugaku ha estado reuniéndose con las otras ramas de su clan. Los ha mantenido a raya.—

Y fue allí donde el anciano vio su oportunidad. No era para nada lo que se había imaginado, pero solo había que mirarlo desde otra perspectiva y ahora, para Danzo fue mucho más fácil conspiras en contra de ellos que tratar quebrar su postura. Denuncio las reuniones y de inmediato fueron mal vistas por el resto del consejo, las reuniones fueron tomadas como conspiraciones. Estas acciones terminaron por lograr desmoronar los esfuerzos del Hokage por mantener la estabilidad de las relaciones con los Uchiha así que Sarutobi se preparó para llamar a la fuerza ANBU a actuar. Aquella noche Itachi fue llevado ante el Hokage, lo habían maniatado y sellado su poder, el shinobi más brillante de su generación estaba siendo llevado ante Sarutobi.

La sala de interrogatorio quedo en el más absoluto silencio, luego de que sus pasos se detuvieran. Que trajeran al chico en esas condiciones no le agrado al Hokage y ordenó que le quitarán la venda de los ojos. Cuando Itachi levanto su rostro, sus ojos permanecieron impasibles. El Hokage lo veia de frente, sentado en un trono de roca, la seriedad de sus facciones acentuaban las arrugas y las pecas propias de la vejez en su rostro.

¿A quién le debes tu lealtad Uchiha Itachi?—pregunto en voz alta Hiruzen.

A Konoha y a usted mi señor. Yo, daría mi vida por esta aldea y por lo que ella representa. Su tono fue tranquilo, solemne y en su voz no hubo ninguna duda, para Sarutobi eso fue más que suficiente. Fue allí donde le develaron "la verdad" de la situación de su clan. Para Itachi luego de eso, todo encajó.

¿Sabes lo que conlleva lo que plena hacer tu clan?, ¿la guerra interna que se desataría?. Para Itachi, quien había contemplado la horrible cara de la guerra, su hedor, su brutalidad, siendo tan joven... No lo dudó, haría cualquier cosa para que eso no se repitiera. —Si señor.— la voz de Itachi fue pausada. Hiruzen observo al jovenzuelo delante de él. El primogénito Uchiha aún eran tan joven... Te han traído ante mí porqué eres demasiado valioso para esta aldea, tus habilidades, de no ser así serías ejecutado junto con todos los demás.

Lord Hokage, le ruego que me otorgue un poco de tiempo. Yo seré sus ojos dentro de mi clan. Y si la situación lo amerita yo...—Itachi le miro a los ojos y en un momento el entendimiento se abrió paso en la mente del anciano.

En ese caso...— Sarutobi hizo un movimiento con su mano, de un rincón oculto, la presencia de Danzo salió a la luz. —Él es Danzo Shimura, será tu nuevo general en jefe, de ahora en adelante perteneces al escuadrón secreto de RAÍZ, el será tu guía de ahora en adelante. Él te dirá que hacer y como actuar.

Libérenlo— ordenó el recién llegado. Los ninjas que había escoltado a Itachi desataron las cuerdas que oprimían las muñecas del chico al momento que fue pronunciada la frase. De repente, toda la habitación se iluminó, revelando a las filas de la nueva fuerza secreta de Konoja. Desde ese momento el destino del clan Uchiha había sido sellado.


—Y esa es la verdad.

Cuando vi lo que realmente había hecho Danzo ya era muy tarde, para Danzo fue todo un acierto, tenían ahora en su poder aún Uchiha al cual podían manejar. Para el Hokage, yo ya no era útil dentro de la aldea y fui condenado a cumplir este papel. Solo así Sasuke permanecería con vida.—termino Itachi.

Sakura estaba atónita. Ya había caído la noche y estaban descansando en un claro, protegidos por una barrera de maleza y muy bien ocultos por el denso follaje.

—¿Entonces dices que Danzo mintió sobre la revuelta Uchiha, que él la provocó y el consejo de Konoha lo permitió?—dijo Sakura.

—Así es…—Itachi mirándola desde el otro lado del fuego, su rostro era una máscara inexpresiva —Al principio la rama secundaria estaba molesta, pero mi padre como líder principal de los Uchiha siempre estuvo allí para apaciguarlos como un dique de contención. El trato por todo los medios de mantener la calma en el clan. Para él, era una prueba que debía superar.

—Lo sabías y aun así lo hiciste — afirmó la chica. El silencio de Itachi contesto a su pregunta.

—Evite una guerra. Si yo no hubiese hecho lo que hice, la vida de los aldeanos sería otra, incluida la tuya. La guerra iba a ser eminente. Mi padre no tuvo salida cuando Danzo nos declaró la guerra abiertamente. Mi padre siempre supo de qué lado iba a estar.—corto Itachi.

—¿Y Sasuke?...¿Por qué él está vivo?. En los ojos verdes de Sakura se reflejaban las llamas de la pequeña hoguera.

—Era demasiado débil como para importar. —su respuesta fue plana y simple.

Sakura se puso de pie de inmediato, indignada luego de eso. Para él, Sasuke no importaba. —Nos salvaste, salvaste a Konoha, pero condenaste a Sasuke con ello, no lo mataste, pero lo mutilaste de la peor manera…

—No había otra forma.—susurro Itachi bajando la mirada.

—Pues… ! DEBIÓ HABERLA!—grito la chica. Tú no tienes idea de lo fuerte que él. Va a matarte... algún día y para ese entonces yo no intervendré— soltó Sakura.

—No espero que lo entiendas...

—Es por eso que huyes. ¿No es así?.— le cortó... Sasuke es un mounstro que tú creaste...—susurro Sakura. Itachi cerró los ojos con pesar porque algo se estaba hundiendo en su pecho. Sabía que esa conversación acabaría así. Las cosas con Sasuke se habían torcido y cada palabra dicha por Sakura en ese momento estaba impregnada de algo realmente hiriente, pero, por otro lado, él jamás permitiría que se cuestionasen sus razones para hacer lo que hizo.

—Una pequeña malagradecida cómo tú no tiene derecho a jugarme, cuando la vida que ha gozado hasta ahora, es el resultado del sacrificio que tuve que hacer.

—Yo no veo ningún sacrificio. Solo veo a alguien que fue demasiado arrogante y ambicioso como para darle la espalda a su familia. Es evidente que algo no salió como querías. En lugar de obtener algún reconocimiento, solo ganaste el título de traidor, un paria que no tienen a dónde regresar. De verdad ella podía tener la boca llena de veneno cuando se trataba de defender lo que amaba. La manera en la que dijo todo aquello, fue lo suficientemente dolorosa como para que el pelinegro se envolviera con la armadura de la crueldad. El cuerpo de Itachi cambio de postura, levanto su rostro, su torso se echó hacia delante, apoyó su tobillo derecho en su muslo izquierdo y sus brazos se soportaron sobre sus muslos, era el lenguaje corporal de alguien confiado. La luz de la fogata le dio de lleno en el rostro. La miro fijamente por un momento, una pequeña media sonrisa se asomó en una de las comisuras de su boca, para luego pronunciar algo que heló la sangre de Sakura.

—¿Y quién ha dicho que no estoy en sitio en el que se supone que debo estar?— la modulación de su voz estaba cargada de confianza, quería hacerla sentir tonta.

Sakura le miro con asombro.

Él no es un traidor…

Los engranes en el cerebro de Sakura comenzaron a moverse y parpadeo rápido. Ese pequeño gesto había dado la señal al pelinegro de que la tenía donde quería. Itachi Uchiha era un doble agente. Un shinobi leal de Konoha que se había infiltrado en Akatsuki.

Itachi solo había develado la verdad a medias, solo lo suficientemente para calmar las ansias de la chica. Había descubierto que la personalidad de Sakura era algo volátil, si la hacía enfadar podía lograr desviar su atención a un punto menos importante. Ella no tenía que saber que el tercer Hokage no le pidió manchar sus manos con sangre de su sangre, ya que lo considero una crueldad, que un hijo levantará su espada contra su propio padre era una aberración. Sin embargo, Itachi le rogó que se lo permitiera, "redimir el honor de su clan" solo era una excusa. Itachi solo quería salvar la vida de su hermano, quien era inocente. Solo él podría asegurarse de que Sasuke siguiera con vida y también salvarlo de que creciera con el estigma de ser el vástago de un clan traidor. Él, Itachi Uchiha había decidido en ese entonces cargar con todo, con la traición y el posterior asesino de todo su clan. Todo había sido rápido y sin dolor. No le importó entregarse como sacrificio, para él, lo más importante era conserva la paz que reinaba en la aldea y el futuro y felicidad de su hermano.

Poco importaba que la chica que debía salvarle lo mirase como si se tratase del ser más despreciable que hubiese conocido en su vida. Entre los dos, las palabras se habían acabado y solo quedaron entre ellos los recurrentes chasquidos de la fogata ardiendo.


Hecha de las escamas negras del cielo, la sombra de las montañas se desparramaba sobre Villa de Hoja. La noche lenta y quieta, la oscuridad a esas horas lo cerraba todo, ni una estrella podía verse en el firmamento, apenas si ardían una que otra luz pequeña en el poblado y algunas fogatas en la sabana abierta antes de llegar a la hilera de árboles que delimitaban el bosque. La brisa nocturna era tan fría que se calaba hasta los huesos, Tsunade se encontraba frente a su ventana, observado los tejados de la ciudad a sus pies. A lo largo de las calles sombrías, si se prestaba la suficiente atención, se podía escuchar los solitarios pasos de los centinelas desplegados a los alrededores, su rostro estaba más serio que de costumbre... olvidado habían quedado el plan de ir a algún bar luego de comprender lo que acaba de leer.

Aún tenía el dossier en sus manos. El mismo Inoichi Yamanaka, jefe del departamento de inteligente de Konoha había ido en persona a entregárselo, considerando pertinente que lo que había en ese sobre solo lo supiese la Hokage, cómo jefe de estado ella sabría cómo actuar.

La investigación de Yamanaka había determinado que el cuerpo había sido sujeto a múltiples torturas, manos y pies habían sido lesionados mediante la inserción de agujas bajo las uñas, golpeado hasta presentar múltiples laceraciones y hemorragias internas, pero lo más curioso fue el estado en el que encontraron el cerebro.

Por los rasgos de deterioro del órgano no había duda de que la mente de ese pobre hombre había sido destruida mediante genjutsus complejos.

Solo un maestro de genjutsu o los usuarios del sharingan eran capaces de generar tal daño. Como base para confirmar la teoría, Inoichi había comparado las notas de la autopsia con algunos registros más antiguos y casos del estudio del Kekkei Genkai. Los resultados coincidieron casi en su totalidad.

—Si esto no tenía otra maldita explicación... entonces debía tomarse como un acto de guerra por parte del Uchiha. Danzo tenía razón, y Tsunade odiaba tener que admitirlo, pero claramente tenían que actuar, Sasuke Uchihas se había rebelado contra su propio hogar y ahora era sospecho de asesinato y hora era considerado como una potencial amenaza para Konoha.

Por favor abuela, yo lo traeré de vuelta.

Estaba a punto de romper una promesa y para más a su pesar estaba por soltar en la intimidad de su oficina una sentencia.

—El Uchiha irá al libro BINGO —dijo la rubia con pesar en el rostro. Shizune le miró desde donde se encontraba sentada, abrió los ojos en su asombro y luego de unos segundos soltó un suspiro de pesar, todo estaba de cabeza y su mentora no dejaba de recibir malas noticias.

La morena podía ver los signos de agotamiento y tristeza en el rostro de su mentora. No lo demostraba, pero el haber perdido a Sakura, había desequilibrado. Los ojos irritados y los círculos violetas debajo de ellos era lo único que su Jutsu de transformación no podía ocultar.

—Debemos dar aviso a las otras aldeas. Desde hoy, Sasuke Uchiha es un criminal internacional.

...

—¿Qué pasa?— pregunto Danzo desde su sillón, lo le gustaba lo que veían en el rostro de colega.

—Aquella vez nos excedimos—dijo Homura, la voz le salió ronca. — Luego de todo este tiempo… aún no me lo perdono. Homura no daba crédito a lo que estaba escuchado, pensaba que a su edad algunas viejas costumbres habían quedado en el pasado. Para él, ya había sido suficiente con las conspiraciones.

—Es necesario que acabemos con el Uchiha, alguien con semejante poder no puede estar suelto por allí.

— ¿Estás dándote cuenta de lo que estás diciendo?—hablo Homura asombrado— Crecieron juntos, fueron compañeros.

— ¿Y qué?, ya están el uno contra el otro.—le cortó Shimura mirándole a los ojos. Si se matan entre sí, estaríamos zanjando dos problemas a la vez. Esto es algo que de una u otra forma ocurrirá. Solo estoy adelantándome al hecho, antes de que otra cosa peor ocurra. No podemos dejar que se repita lo del nueve colas. Y ese Uchiha, si tuvo el desparpajo de aparecer aquí, es capaz de cualquier cosa.

—Koharu comparte mi opinión.

—La opinión de alguien como Koharu no me preocupa. Solo es una simple mujer, nunca en realidad ha tenido poder alguno. El desprecio en la voz de Danzo fue casi palpable. —Me encargaré de ella, solo necesita escuchar un buen argumento para saber qué decir en nuestra próxima visita a la sala de guerra.

Homura observó a Danzo de desde su asiento. Con los años había se había percatado de los cambios de actitud de su compañero. El ser despreciado por la aldea lo había vuelto mezquino; sin embargo, todo que había hecho siempre había sido en favor de Konoha. Homura había sido testigo de la crudeza en batalla de Danzo, fue un shinobi al que siempre se le debió tomar en serio, fiero en batalla, pero más allá de eso, su verdadero poder era el del convencimiento. Una característica que había desarrollado durante su juventud y había perfeccionado en la adultez.

Danzo casi siempre había obtenido lo que quería.

—No deberías expresarte así de ella. Es nuestra igual, además deberías tener respeto por alguien a la cual una vez amaste. —reprocho Homura.

—Cómo bien dices, la amé. Hasta que decidió darme la espalda—escupió Shimura. A esa frase Homura no supo que contestar, era cierto. Koharu le había dado la espalda a Danzo cuando le otorgó su voto a Sarutobi, voto que le aseguro la victoria ante el consejo como Hokage.

Luego de eso, no volvieron a ser los mismos el uno con el otro. Danzo nunca le reprochó nada a Koharu, sabía por qué lo había hecho y con el tiempo noto cómo ella iba cambiando y alejándose de él. Hasta que ella no lo soporto más y el desprecio broto de sus ojos oscuros.

La habitación quedó en silencio luego de eso.

—Debo irme—dijo Danzo, apoyándose en su bastón y levantándose con cierta dificulta. Homura se levantó también, en su semblante se dibujaba una pregunta tácita que de igual forma pronuncio. — ¿Qué harás?.

—No te preocupes, dijo Danzo como respuesta. —Nada por ahora. Pero si me iré de Konoha un tiempo, debo resolver unos asuntos personales.


Habían pasado días viajando, evitando pueblos y caminos concurridos. El silencio luego de su anterior discusión había sido casi extremo, a tal punto que solo se limitaban a escuchar el sonido de sus respiraciones. Hasta que una tarde, justo antes de que él solo se pudiese en el horizonte, Itachi se desplomó, tenía dificultad al respirar y se sostenia el pecho, se detuvo de improviso y busco estabilizarse para soportar el punzante dolor. Sakura corrió hasta él, logro sostenerle, al tocarlo, la fiebre era evidente en él, y el ataque de tos que siguió fue atroz. El chakra de Sakura comenzó a fluir para ayudarlo a respirar, justo en el momento que Itachi expulsaba de su boca una gran cantidad de sangre, que lo dejo pálido y tembloroso.

—En un segundo pasará. —logro articular el pelinegro. —Solo, detengamos un momento. Sakura lo llevo hasta un árbol y lo recostó a sus pies. Busco en su rostro y le observo los ojos nublados y desorientados. Había visto un sinfín de situaciones clínicas en sus años de estudiante y luego en el hospital, trabajando a la par con su maestra, pero estos síntomas no eran de enfermedades que un momento a otro se presentaran y desaparecían de la nada.

Ella le aparto el cabello húmedo de la frente perlada por el sudor.—Itachi...—le llamó Sakura. Era hora de ponerle fin a sus silencios... desde aquella discusión, él solo se limitaba a ordenar cuando se marcharían del lugar donde acampaban.

Itachi abrió su capa y buscó algo en su bolsillo, de él extrajo un frasco de cristal oscuro.

—¿Que es eso?—pregunto Sakura cuando le vio ingerir unas cuantas pastillas.

—Lo único que funciona para apaciguar los síntomas. —contesto con cierta dificultad el moreno.

—Bien...—Sakura miro a su alrededor, asistiendo. —Debemos conseguir un lugar donde descansar. Espera aquí, revisaré los alrededores. Sakura se apartó de él y caminó unos cuantos metros hasta llegar a un acantilado. A la distancia diviso un pequeño pueblo que se alejaba algo del sendero por el que cruzaban el bosque. Buscaría una posada para pasar el resto del día y la noche.

Cuando regreso sobre sus pasos y volvió dónde Itachi, estaba donde lo había dejado, había recuperado cierta tonalidad de color y comenzaba a respirar sin dificultad y se había limpiado la sangre de la boca.

Sakura le quito la banda de la frente y midió su temperatura y volvió a mirar el frasco de vidrio entre los dedos del joven.

—¿Sabes lo que contiene? —pregunto la chica con recelo. Itachi solo negó con la cabeza.

—Me ocuparé de eso luego... Ahora tenemos que movernos. Necesitas descansar y yo necesito ver qué rayos es esto. Hay un pueblo no muy lejos, solo hay que bajar la ladera.

—No podemos hacer eso... Es demasiado peligroso exponernos.

—Vamos... nadie está buscándome—dijo la chica. Estoy muerta para todos en Konoha, ¿no lo recuerdas?

—Llamas demasiado la atención.

Sakura llevo su mano hasta su cabello. Sabía que ese rasgo tan suyo podía llegar a ser un problema, así que por eso lo mantenía corto.

—Puedo ocultarlo.—Sugirio ella.

—No es solo eso...—rio en dientes el pelinegro. Eres llamativa en el más amplio sentido de la palabra.

Se quedaron callados por un momento.

—Recuerdo que mi madre usaba algo. Una planta que ella cultivaba en nuestro jardín, la usaba solo para acentuar el color natural de su cabello. Cada vez que lo hacía, mi padre no parecía saber lo que era, pero siempre decía algo así como: Yo estoy envejeciendo y tú quería, sigues igual, pronto seré un viejo achacoso y tú seguirás pareciendo una veinteañera. Mi madre solo reía al escucharlo decir eso.

Sakura contemplo cómo el rostro de Itachi se llenaba de algo muy parecido a la felicidad al recordar a su familia. En ese momento aquella pequeña remembranza le había dado un aire menos distante por un segundo. —Pero no creo que encontremos algo como eso en este lugar, dijo mientras se le asomaba una pequeña sonrisa en el rostro.

—Sakura solo dio un pequeño asentimiento. No quiso decir nada... No quería arruinar aquella pequeña atmósfera confidente que se había instalado en ese momento, algo que fue inevitable cuando él comenzó a colocarse de pie.

—Puedes ocultar tu cabello con esto. Itachi le tendió el pañuelo con el que ataba su banda metálica, guardado la placa en el bolsillo de su pantalón. Sakura escondió como pudo cada meloncillo de cabello rosa. Ahora era el turno de él de abandonar la capa de nubes rojas. Entrarían en aquel lugar como civiles.

El pueblo se llama Cobe y era tan pequeño que solo había una posada en la que descansar.

—Solo queda una habitación disponible.— mirando con duda a la pareja. —Es una región pequeña, pero concurrida, y más en esta época del año, se excusó la dependienta.

—Está bien, mi compañero y yo la compartiremos.—Aquí tiene—dijo Itachi a la anciana dependienta, depositado en el mostrador las monedas. Sakura permanecía con la cabeza gacha tratando de pasar desapercibida.

—Por aquí por favor. La anciana los condujo a través de un corredor. La posada era de estilo tradicional, con piso de madera y habitaciones con ligeras puertas corredizas de madera, decoradas con láminas de papel pintado.

—Es aquí— la mujer abrió la estancia, era una habitación mediana con una ventana al fondo, un futón en el centro y una pequeña mesa ratona con un pequeño juego de té a la izquierda de esta.

—El armario está a su derecha, dónde pueden guardar el equipaje— continuo ella, pero rápidamente se cayó, al notar que ninguno de los dos llevaba consigo alguna valija. —La cena se sirve a la siete y media de la noche y se sirve en el ala oeste.

—Los baños están siguiendo este corredor y doblando a la derecha. Por si desean hacer uso de ellos.

—Muchas gracias.

—Disfruten su estancia.—se despidió la anciana.

La habitación quedó sumida en el silencio luego de eso. Sakura miraba el paisaje pintado en el papel que cubría los rectángulos que separaba la habitación de corredor. Estaba bellamente decorado.

—Puedes dormir en el futón.—dijo Itachi rompiendo el silencio. —Yo dormiré en el suelo. Sakura se volvió hacia él y lo miro como si acaba de decir un disparate.

—Tú eres el que necesita descansar.

—Pero…

—Silencio Uchiha, el ninja médico aquí, soy yo.

Itachi no tuvo como discutir eso, pero igual no hizo lo que Sakura le pidió, había demasiado orgullo en sus venas como para aceptar dormir cómodamente mientras una chica dormía a su lado en el suelo, Sakura, por otro lado, era demasiado terca como para retractarse de su posición.

A la mañana siguiente, la pelirosa despertó al encontrándose sola en la habitación. El sol rebotaba en la superficie de celosía, filtrándose contra el papel pintado que resguardaba la habitación del exterior. Sakura se levantó del tatami y se dirigió a la puerta corrediza, al abrirla se encontró de frente con la dependienta que los había atendido la noche anterior. Traía entre las manos una bandeja con un desayuno para dos. La anciana pareció verla detenidamente... Acababa de darse cuenta de que era una chica, tras un segundo de sorpresa, le sonrió.

—Tu novio, está en la sala de baño. Salió muy temprano y ha estado allí desde entonces. Dio orden de que se te trajese el desayuno.

—Él no es mi novio...—dijo Sakura rápidamente al momento que una película rosa cubrían sus mejillas.—Oh!, querida, no tienes que avergonzarte... Yo también fui joven, ¿sabes?. Sé cómo es... Y más con un joven tan apuesto como él.—dijo haciendo a un lado a Sakura para pasar.

—Me llamo Satsu… y tu querida niña, necesitas comer, estás muy pálida—dijo, colocando la bandeja en la mesa ratona. El té humeaba cuando la anciana lo sirvió para ella. Sakura la observó moverse por la habitación. El cabello canoso de la mujer estaba sujeto en un moño alto, y vestía una yukata de verano color olivo.

—Si deseas tomar un baño en un lugar más privado, justo detrás de esa puerta hay una bañera. Y en ese armario de allí hay ropa fresca. —Siguió parloteando la mujer, terminando de colocar la fuente de comida.

—Con tu permiso.—se despidió la mujer. Cuando Sakura miro el contenido de la mesa. Consistía era un desayuno completo para dos. Ella pudo leer entre líneas lo que Itachi hacía, el pelinegro estaba dándole un lapso razonable de tiempo para gozar de privacidad, así que se apresuró a tomar un baño antes de que Itachi volviera, probablemente se marcharían en cualquier momento.

En el armario encontró algo adecuando para ponerse. Una blusa de corte tradicional y un par de pantalones negros, algo holgados, pero sin duda le servirían.

El desayuno consistió en té, caldo de verduras, tomates agrios sazonados con pimienta y sal, huevos y pescado. Justo en ese momento la puerta principal de la habitación se abrió. Apareció Itachi, vestido con un conjunto azul oscuro y el cabello mojado, parecía tener un aspecto renovado.

Tomaron el desayuno en silencio.

Sakura lo esperaba no muy lejos de la salida del pueblo, era pasado el medio día y diviso a Itachi acercándose con un par de caballos de un color tostado.

—No continuaremos a pie, es demasiado trecho.—dijo cuando llegó ante ella. —Toma, me aseguré de que fuese una bestia mansa.—continuó tendiéndole las riendas a ella.

El viaje a partir de allí fue tranquilo, hasta que a medio camino, el pelinegro la obligó a ponerse un ridículo sombrero con flecos, típico de viajeros nómadas de la región, a pesar de que en ningún momento se toparon con nadie en el camino. La ruta que había trazado Itachi los había llevado a atravesar el intrincado bosque, cruzando hasta la frontera que delimitaba con el país del viento. Los caballos se habían detenido justo en frente, era increíble como el paisaje cambiaba tan abruptamente. De una tierra fértil y llena de vida a una gran extensión de desierto de brillante arena amarilla.

Entre las dunas, mimetizándose contra las rocas, se encontraba un montículo de concreto amarillo y ladrillos de arcilla, con ventanales altos y largos que corrían a lo largo de la construcción.

Al entrar en la fortaleza, bajaron de las monturas en un amplio patio, donde una fuente de agua que emanaba de debajo de la tierra, parecía funcionar como abrevadero. Sakura se deshizo del sombrero y sintió el sol rozarle sobre las mejillas.

—¿Dónde estamos?—pregunto Sakura al contemplar la geografía de la edificación al su alrededor.

—Era uno de los laboratorios de Orochimaru... Pero lo abandonó. A estado deshabilitado desde que Sasori murió.—dijo Itachi, señalándole el camino por donde debían ir.

Mientras caminaban por un pasadizo de piedra donde increíblemente la temperatura iba dependiendo a medida que lo recorrían, un ruido los hizo detenerse. Algo apreció moverse en el fondo del corredor, escucharon él susurró de algo que hizo eco entre las paredes. Itachi encendió sus ojos y Sakura se preparó, pero de un momento a otro un cuerpo laxo pendía delante de ellos mediante unos finos hilos. Los había sorprendido al caer desde el arco del techo con el típico sonido de la madera hueca al chocar entre sí.

Itachi y Sakura se quedaron contemplando la marioneta, que colgaba frente a ellos. —Debió ser una marioneta guardián a la que dejó a cargo la protección de laboratorio. Al morir Sasori, quedó inutilizada. —Sasori era algo... siniestro. —Acotó el moreno luego de un momento.

—Ni que lo digas… lo sé.— dio como respuesta la chica.

Itachi la miro sin comprender. —¿Lo conocías?— pregunto con verdadera curiosidad, apartando del camino la marioneta. —Así es. Una chica como ella, ¿de dónde conoce una chica como tú a un mercenario cómo lo era Sasori? —dijo el Itachi reanudando el camino por el corredor de piedra. Itachi espero a que ella dijera algo más… que hablara de Suna o de su infancia, de alguna amistad o algo pero no.

—Luche contra él.— contestó la chica. Itachi espero a que ella continuará. Aquella respuesta fue a secas.

—Así que te referías a eso, al Akatsuki que eliminaste.— adivinó. Mientras seguían caminando. Sakura cerró los ojos, no pretendía hablar de ello con él, y lo que había dicho, lo había hecho en un momento de desesperación. Pero ahora era algo incómodo. Suspiro cansinamente. —No estoy orgullosa de eso y no tengo el crédito completo. La abuela Chiyo estuvo conmigo, fue una batalla realmente complicada y dolorosa… en el más profundo sentido de la palabra… pero si, lo mate y me dejo una bonita cicatriz para recordarlo siempre.

—¿Sobreviviste al veneno del escorpión?— pregunto, mientras ingresaban en una gran biblioteca, a través de unas puertas valientes, al barrer con la mirada el lugar, lo primero que notaron fue la gruesa capa de polvo que cubría el lugar y como la luz de la tarde se filtraba a través de los altos y grandes ventanales.

—Eso sí que es impresionante, tomando en cuenta que Sasori lo desarrollo junto a Orochimaru.

—El mitridatismo es algo útil en este oficio.—se justificó la chica. Si sobreviví porque estoy casi segura de que su veneno tendría como base alguno al que soy inmune.

—Asegúrate de que ningún otro Akatsuki lo sepa…

—¿Ni siquiera tu compañero?.—comento Sakura mientas combinaban.

—En especial él.


—¿Y bien? … ¿Qué ocurre?— Pregunto Shimura. Las arrugas de su rostro se acentuaron bajo la intensa luz que se imponía en aquel impoluto cuarto y el olor del aire estéril del laboratorio se había instalado en sus fosas nasales. El largo apósito que cubría su rostro yacía en el suelo junto a sus pies.

La pequeña linterna con la que inspeccionaba el órgano en cuestión se movió de un lado a otro. El médico buscaba algún reflejo inadecuado en la pupila o alguna anomalía en el cristalino. —Físicamente, todo está bien. —Contesto el otro ocupante de aquella habitación.

—Tus reflejos son lo que deberían ser. Ahora energéticamente... La luz blanca del artilugio cesó. Danzo vio como el médico la introducía en el bolsillo de su bata blanca.

El chakra verde característico de los ninjas médicos comenzó a fluir y a bañar las paredes del recinto. Danzo siento la presión de la palma fría de su acompañante en el rostro en contraste con el calor y el cosquilleo de la energía verde que viajaba a través de su piel.

—El ceño del ninja médico se contrajo por un segundo, —... los conductos energéticos por los que viajan los impuestos eléctricos que activan el sharingan parecen estar... degradándose.

El ojo café de Danzo se dilató. Entonces su implante si estaba fallando.

—Es lo que la inspección preliminar determina. — aseveró el hombre.

—Ya ha comenzado. Te lo dije cuando hicimos esto. Las pupilas verticales de Orochimaru se contrajeron hasta parecer solo una diminuta línea dentro de un círculo dorado. —Tomaré una muestra de sangre antes de que te marches—dijo, separándose del anciano. Danzo había enmudecido. Mientras miraba como se alejaba el Shanin de las serpientes.

Sostener tanto tiempo las técnicas ilusorias pude que haya acelerado la descomposición del órgano en cuestión, sumando al hecho de que su energía es algo antinatural para tu cuerpo y tu avanzada edad.

—¿Y qué podemos hacer?— fue lo único que pudo articular ante el hecho de saber que su poder estaba colapsando.

No lo sé con certeza. Podríamos intentar aumentar las dosis de inmunosupresores... Tendría que estudiar tu respuesta a eso. Orochimaru se movió a su alrededor, meditando que otras posibilidades tenía a su alcance. Su conocimiento de medicina tenía un límite, no era un especialista como Tsuanade, él se definía más como un científico que como médico.

Le gustaba experimentar. Pero hacerlo con ese sharingan no era factible, no podían permitirse estudios de ensayo y errores. Se le habían acabado las oportunidades. Solo Tsunade podía encargarse de hacer ese tipo de curaciones y por obvias razones eso no era una opción. Reemplazar el ojo mucho menos. El ojo de Shisui Uchiha era demasiado útil y poderoso, era irremplazable.

—Si tan solo esa mocosa no hubiese muerto…

—¿A qué te refieres?— pregunto arrastrando su vista por el escritorio que lo separaba del anciano delante de él.

—¿No lo supiste?— Danzo lo pregunto algo sorprendido. La discípula de la quinta murió.

—¿Shizune?—volvió a preguntar el pelinegro, levantándose de nuevo y caminando hasta una vitrina de dónde extrajo un nuevo apósito y un inyector.

—¿Debajo de qué roca has estado viviendo últimamente serpiente blanca? Tsunade encontró, mejor dicho; había encontrado a alguien realmente apta para entregarle sus conocimientos. Una chiquilla llama Sakura Haruno. Orochimaru estaba por colocarle el vendaje y por un segundo la labor de sus pálidas manos se detuvo. Las pupilas rasgadas de Orochimaru se dilataron al escuchar ese nombre.

—Oh... ¿De verdad?—dijo, un vago recuerdo invadió su mente — La pequeña que siempre revoloteaba al rededor de Sasuke y el chico zorro, una niña demasiado simple y sin ningún talento en especial como para ser de alguna manera relevante para él.

—Habría podido utilizarla, convertirla en uno de mis sirvientes. Realmente era una jovencita con talento. Orochimaru tomo el brazo descubierto del anciano y extrajo la muestra, tomo lo suficientemente para llenar un vial que guardo en su bolsillo.

—Bueno, es una lástima. Es un talento único lo que la reina de las babosadas puede hacer. Haber perdido al alguien con esas habilidades, debe de haber sido un duro golpe para Konoha. La silla que ocupaba Orochimaru para ese entonces en la conversación crujió cuando él se removió.

—¿Aun ese chico piensa que estás muerto?—pregunto Danzo cambiado de tema, observando a detalle a Orochimaru. Su cabello negro contrastaba con su bata blanca, este Orochimaru no usaba su característico maquillaje de guerra... Parecía ser su parte más intelectual. Aquella oficina estaba llena de a vitrinas, repletas de contendores y ánforas llenas de plantas y líquidos viscosos y un sinfín de archivos al fondo de estas.

—Si… él solo mató a mi otra parte. He estado dejando que crea lo que quiera. Orochimaru continuo su labor. Su expresión cambio a una pensativa, evaluando en su mente lo que diría a continuación.—Sasuke no es tan complejo como aparenta.— soltó terminando con el apósito. —Solo está demasiado enfado como para ver las cosas que están justo en frente de él.—continuo volviendo a su asiento detrás del escritorio, la silla chillo con su peso.

—No deberías subestimarlo Orochimaru.

—Y no lo hago, es lo suficientemente fuerte ya para enfrentar a Itachi. Si embargo, hay algo que no sabe.

La sola mención del Uchiha mayor hizo que Danzo le diera toda su atención a su acompañante—¿Qué es lo que no sabe?—inquirió el anciano.

Orochimaru movió su cuerpo en la silla, se recostó en la mullida superficie de esta y cambio de posición a una más relajada. —Que su hermano mayor está muriendo… Está enfermo.

—¿Cómo sabes eso?—pregunto Danzo con los ojos muy abiertos por el asombro.

—Tengo mis fuentes…—Justo en ese momento llamaron a la puerta, los dos hombres miraron al mismo tiempo, al momento que el Sannin ordena que quien quiera que fuese entrara.

Un joven de aspecto pálido y ojos rasgados, con la banda del sonido reluciendo en su frente, atravesó el vano de la puerta sujetando un pergamino entre sus manos.

—Señor...Ha llegado un mensaje.

El Sannin tomo lo que el muchacho le tendía. —Bien, como puedes ver estoy algo… ocupado, así que señor Shimura, si me lo permite.

Haciendo un gesto con la mano. Orochimaru señalo la puerta. —Acompaña a nuestro pacientemente a la salida, muchacho. Danzo parecio disconforme con aquel gesto, sin embargo esos no eran sus terrenos y era un hombre demasiado inteligente como para enfrentrase a un sannin solo. Sin más, apoyó su bastón y con cierta dificultad se colocó de pie y fue escoltado hasta la salida.

Orochimaru era un hombre al que el cielo lo había bendecido con un nivel de paciencia extraordinaria. Sabía ajustarse a las diferentes circunstancias del destino y a aceptar las cosas como se presentaran, su inteligencia casi siempre le había pedido tomar ventaja en lo que apareciera en su destino. No le sorprendió la traición de Sasuke, de alguna forma la esperaba, al igual que la condición del Uchiha mayor, el mismo inoculo la enfermedad en su sistema, en ese entonces tan solo vio la oportunidad y la tomó. Enfrentar a Itachi habria sido un suicidio en ese momento. Era demasiado fuerte, demasiado listo... debilitarlo había sido su jugada para poder apoderarse de él, pero Sasori lo descubrió y lo delato. Esa fue la razón de su deserción de Akatsuki.

Ahora trataba de permanecer encubierto, como una serpiente oculta bajo tierra, aletargada por el invierno, esperando la tibieza de la primavera. Su mano derecha se movió hasta el bolsillo de su bata médica y extrajo en vial que contenía la sangre de Danzo. Quizás era hora de salir de su letargo, el no era el sirviente de nadie. Que Danzo creyese que presentarse ante el de nuevo y exigir su ayuda no significaba que la tendría. El vial que sostenía entre sus dedos termino en el piso, crujió, haciéndose añicos debajo del lustroso zapato de cuero de Orochimaru. Sus desdeñosos ojos se apartaron de la mancha rojiza que había quedado en el suelo hasta llegar al pergamino que descansaba en la superficie lacada de su escritorio negro.

El sello de la guarida del norte se estampaba en él. La máscara de seriedad que se había instalado su rostro se convirtió en un gesto de extrañeza, ya que ese definitivamente era un lugar del que jamás pensó volver a saber.

Continuará...


NOTAS DEL AUTOR

Lo siento, lo siento! He estado con mucho trabajo, junto con la universidad y la tesis. Todos los ratitos libres que tuve los utilicé para escribir. De verdad perdón por la tardanza, en compensación, el capítulo es largo, no me di cuenta hasta que lo termine de cuan extenso quedo, espero que no se le haga aburrido o tedioso, cualquier sugerencia pueden dejarme un RR. ;)

Bueno, espero que les haya gustado. Nos leemos pronto. !