Los personajes de Twilight no son míos sino de Stephenie Meyer, yo solo me divierto un poco con ellos.


Capítulo beteado por Yanina


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Domingo 18 de diciembre, 15:45

Esme sacó el muérdago de la caja, estaba a punto de terminar con la decoración navideña en su casa.

El árbol de tres metros estaba adornado con luces, guirnaldas, esferas nuevas de diferentes colores, así como las esferas que había tenido por años para conmemorar cada primera Navidad de sus tres hijos, pequeños ángeles navideños y uno que otro adorno que sus nietos habían hecho para el árbol.

Había sido todo un calvario traerlo a casa, su esposo, Carlisle, y Emmett, su hijo mayor, terminaron sucios, con rasguños, llenos de la sábila del pino y perdiendo una bota ya que, al parecer, cortar y traer el árbol era más peligroso de lo que Esme creía.

Pero había valido la pena, pues el árbol era el más grande en todo Forks, Esme se había asegurado de confirmarlo con todo el pueblo.

El pueblo era pequeño, tan pequeño que cada festividad era una competencia entre vecinos, una competencia con itinerarios y actividades para asegurarse que todos participaran y definieran a un ganador.

Los Witherdale habían ganado con su decoración en Pascua; cinco conejos de un metro, madrigueras, canastas con huevos gigantes dentro, junto con dos personas disfrazadas de conejo que invitaban a los niños a buscar huevos de chocolate en el jardín y a la pequeña granja de conejos, les había valido el triunfo.

Los Hale habían arrasado en Halloween con sus calaveras de tres metros de altura y su casa convertida en un manicomio embrujado, tanto adultos como adolescentes estuvieron encantados de entrar, solo para que a la salida fueran bañados con sangre falsa, ellos definitivamente ganaron.

En Acción de Gracias los Brandon fueron los mejores, con pavos, peregrinos, indios y una gran cena para todo el pueblo, incluso presentaron una obra de teatro y obsequiaron pasteles de calabaza a todos los presentes.

Así que Navidad era la festividad que Esme iba a proclamar suya.

Su casa estaba adornada hasta el último centímetro.

Luces, muñecos de nieve, bastones de caramelo, renos y hasta una pequeña villa con más pinos decorados, pequeños duendes, cajas de regalos, casitas decoradas y una silla roja con un cartel de "Santa llegará pronto", incluso había puesto un buzón para que los niños dejaran sus cartas.

Y Santa realmente llegaría pronto, ya que su precioso niño menor vendría por fin a casa para Navidad.

Después de dos años en confinamiento, por fin podía regresar a Forks.

—¡Ya está aquí! —escuchó gritar a Alice desde el piso de arriba mientras corría por el pasillo.

Esme dejó el muérdago nuevamente en la caja, se alisó el suéter navideño color rojo con las orillas blancas y se dirigió hacia la puerta al mismo tiempo que veía a Alice bajar las escaleras con JJ sobre su cadera, ambos con sus respectivos suéteres navideños.

Era como una tradición del pueblo entero, desde el primero de diciembre hasta el veinticuatro cada uno de los habitantes usaba un suéter festivo.

Abrió la puerta al mismo tiempo que la puerta del conductor de la camioneta estacionada en la entrada de su casa se abría y bajaba una muchachita que ciertamente no conocía y que no estaba vestida de acuerdo a las festividades, quizás se habían perdido y solo querían indicaciones.

—Te dije que íbamos a estar bien, ¿ves?

Escuchó el jadeo de Alice detrás de ella, antes que, del otro lado de la camioneta, apareciera un muchacho que estaba segura no era su hijo.

Estaba demasiado mal vestido para ser su hijo.

Tanya e Irina, sus dos chismosas vecinas, estaban saliendo de sus respectivas casas para ver a los recién llegados.

—Apenas si llegamos —respondió el chico, con aquella voz que pertenecía a su hijo, se quitó los lentes negros y por fin se dignó a mirarlas a ellas—. ¿Mamá? ¿Alice?

Esme miró al hombre frente a ella, tenía los mismos ojos verdes de su hijo, el cabello cobrizo y, aunque su piel ya no era tan pálida, la cicatriz en su ceja izquierda aún era visible en su bronceada piel.

Pero su hijo no era este chico que usaba un saco negro con bufanda gris, su hijo tendría que estar usando el suéter que le envió semanas atrás cuando confirmó que venía a casa.

Su hijo conocía la tradición, sus hijos eran partícipes activos de las tradiciones navideñas del pueblo, dos años sin haber podido regresar a Forks no pudieron hacer que su hijo cambiara tanto.

Algo malo había aquí y la culpable debía ser esa chica que, al igual que su hijo, no estaba vestida de manera adecuada.

—¿No hay abrazo para tu hijo, mamá?

—Claro que sí, tesoro —respondió Esme recibiendo el abrazo del joven, se sentía como su hijo, la misma altura, los mismos ojos verdes, el mismo cabello cobrizo, incluso la misma media sonrisa, pero había algo diferente—. Me alegro mucho que por fin estés en casa, no quiero que te vuelvas a marchar por tanto tiempo, el instituto estaría encantado de poder tener a un profesor tan capacitado como tú.

Su hijo le sonrió, pero antes de que pudiera decir algo, Alice detrás de ellos habló.

—¿Qué es lo que te causa gracia? ¿Y quién eres tú?

Vio la mueca de fastidio de la chica, estaba a punto de responder cuando Edward dejó de abrazarla y se acercó de nuevo a la chica, la tomó de la cintura y besó el tope de su cabeza.

—Mamá, Alice, les presento a Bella Swan, mi novia. —Les sonrió a ambas junto a la chica que también sonreía amablemente, aunque podía ver que había cierta burla en esa sonrisa.

—¿Desde cuándo tienes novia? —preguntó Alice acercándose a ellos—. Nunca nos has ocultado nada, ese no es nuestro Edward. ¿Desde cuándo la conoces? ¿Y por qué no estás usando el suéter que te mandamos?

Siempre tenía a su hija para decir las palabras que ella no podía.

—Nos robaron el correo —respondió la chica— y no hemos podido recuperar los paquetes, siguen investigando.

No estaba muy segura de que eso fuera cierto, pero antes de que pudieran decir otra cosa, Tanya e Irina se acercaron para saludar y conocer a la chica que Edward no soltaba.

—Algo está mal.

—Averiguaremos qué es —respondió Alice junto a ella.

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Esme entró a la habitación después de su hijo y la chica, dejaron las maletas junto a la cama y la chica se acercó a abrir el armario, haciendo una mueca al ver la ropa que estaba colgada, era ropa de la última vez que su hijo estuvo ahí y mucha de la que acumuló en su adolescencia, debía subir los suéteres que se encontraban en la lavandería para que su hijo estuviera bien vestido.

Además esa noche iniciaba la semana navideña y su hijo no podía presentarse sin la ropa adecuada.

—No hay espacio —se quejó haciendo puchero y cruzándose de brazos, parecía más una chiquilla malcriada que una mujer adulta.

—Sacaremos esas cosas y lo habrá —respondió Edward.

—Pero son tus cosas, cariño —respondió Esme haciéndose notar—, está todo tal cual lo dejaste.

—Lo sé, mamá, pero ya no uso esa ropa, es mejor que la subamos al ático o si quieres podemos donarla a la iglesia, aún hacen la colecta anual, ¿verdad?

—Pero…

—Aww, tienes a Winnie Pooh —se rio la chica sacando una playera que llevaba años colgada ahí, a su hijo nunca pareció molestarlo, la última vez que estuvo en casa la usó para dormir—. Esta tiene un león durmiendo, eres toda una ternura.

—Cosas viejas. —Se la arrebató y la aventó a la cama antes de pasar junto a Esme y gritar hacia el pasillo—. ¡Leah!

La niña rubia de doce años apareció a los segundos, estaba usando su uniforme de las niñas exploradoras, solo que con un toque navideño, un suéter color verde con pequeños pompones de colores alrededor junto con mallas rojas con dibujos de luces y, para terminar, el infaltable gorro rojo.

Su nieta mayor era una muy buena representación del espíritu navideño.

—¿Sí?

—¿Aún estoy a tiempo para ayudarte con la colecta de ropa? Hay mucha ropa en ese armario que no necesito, puedes tener toda la que quieras.

Los ojos de la niña brillaron y entró a la habitación aventando a Bella en el proceso.

—La nana me dijo que no podía llevarme nada de aquí, porque todo era tuyo —dijo emocionada mientras descolgaba la ropa—, pero con esto ganaré en la colecta.

—Pero, Edward —intervino Esme viendo como todo lo que había estado atesorando y guardando para su hijo él lo desechaba como si no fuera nada—, son tus cosas, aún puedes usar esto, además…

—Solo es ropa, mamá —le respondió sonriendo al mismo tiempo que tomaba las maletas y las ponía en la cama para abrirlas—, tengo más ropa, y tenemos mucho que acomodar antes de que llegue papá.

Esme asintió sin poder creer lo que su hijo estaba diciendo ni mucho menos podía creer lo que sus ojos veían, su nieta sacaba la ropa del armario como temiendo que se arrepintieran y le dijeran que volviera a dejar todo en su lugar mientras su hijo abría la maleta que pertenecía a Bella, misma Bella que veía su teléfono sentada en la cama sin hacer nada.

Dio media vuelta y salió de la habitación sin saber qué era lo que estaba pasando con su precioso niño al que había educado completamente diferente al hombre que estaba en este momento frente a ella.

—¡Tienes un arbolito! —escuchó el chillido de Bella—, es tan lindo, hasta dice Eddie, me encanta.

—La nana pone arbolitos en cada uno de los cuartos —escuchó decir a Leah—, todos tenemos uno con nuestro nombre, quizás tengas el tuyo para Navidad o puedes acompañarme a la hora de manualidades y…

—Hablas muy rápido, cielo —escuchó la risa de Bella—, lo mío no son las manualidades, pero si me ayudas, claro que me encantaría acompañarte, ya sabes, tengo que pensar qué darle a tu tío Eddie.

Esme siguió su camino hacia su habitación, quizás estaba sobrepensando las cosas y Bella solo era una novia más, quizás solo necesitaba incluirla en las festividades, mostrarle a su hijo que aceptaba a esta chica que ni siquiera conocía para que el espíritu navideño de él volviera a la vida.

Y ella sabía exactamente cómo hacerlo.

Forks era el lugar perfecto para que el espíritu navideño reviviera, y ella siendo la futura ganadora de la Navidad, sabía exactamente qué hacer.


Hola chicas guapas, hermosas, preciosas y bellas.

Estoy de regreso por aquí con esta pequeña historia de navidad, ustedes saben que me encantan estas historias, espero que les gustara este primer capitulo que lo hice con todo el amor del mundo para ustedes, espero lo disfruten tanto o más que yo lo hice al escribirlo.

Yanina, muchas gracias por ayudarme con el capítulo y por apoyarme en esta nueva historia, eres la mejor en todo el mundo.

Mis queridas acosadoras que han estad para mi desde que inicie, espero que me acompañen en esta nueva histoira, las quiero y adoro con todo mi corazon.

Déjenme sus comentarios, opiniones, críticas, teorías o lo que quieran compartir conmigo en un review, ya saben que aquí todo es bien recibido, así que no sean tímidas al escribirme, que estamos aquí para divertirnos y pasar un buen rato.

Nos vemos en el siguiente capítulo

Las quiero.