Descargo de responsabilidad: la serie de Pucca no es mía, es de su creador Boo Kyoung Kim, así que sólo disfruten este fic sin que plajien o traduzcan.
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"El amor sin pación es triste, la pación sin amor es terrible, pero si juntan las dos formarán magia." _perlapuccabf
Garu se encontraba en el palacio del maestro so entrenando, debido a que ya no estaba a salvo de Pucca en su casa o en el dojo de Chang. Así que decidió quedarse con so un rato para esquivar a Pucca, pues ahora más que nunca estaba consciente de que ella y él ya no eran unos niños.
Y por lo mismo, sabía que era muy peligroso que ella se le aventara de la nada, no sólo por la pena, vergüenza y nerviosismo que le daba cada que lo hacía enfrente de todos o asolas. Sí no que también era porque a su edad de adolecente sentía otras cosas cuando ella estaba encima de él, cosas que Garu no podía identificar y que lo hacía reaccionar de forma extraña.
Y siendo el ninja más honorable de la aldea de Sooga, él no podía actuar así o dejarse llevar. Por lo que por eso estaba huyendo de su casa y del dojo de Chang, entrenando como un loco y cansándose de más por el ejercicio constante que se estaba obligando a realizar.
Detalle que le estaba pasando factura de una cruda manera, pues por los mismos entrenamientos ya no bebía agua ni comía bien. Así que estaba cansado, hambriento y sediento por la falta de todo aquello, que se iba notando con forme se fijaba más en el refrigerador de so que de tanto en tanto el maestro lo habría.
Torturando al pobre de Garu que se le hacía agua a la boca cuando veía de reojo el contenido del refrigerador, sorprendiéndose al ver tantos tipos de alimentos y tés de diferentes colores, tamaños, marcas y figuras. Seguramente para impresionar o diferenciarlos de los demás, que aun así le provocaban ganas de tomar uno y llevárselo a casa para disfrutar y relajarse un poco.
Pero Garu no era así y jamás se atrevería a tomar ninguno de esos tés, sobre todo porque no eran suyos y por muy hambriento y necesitado que estuviese él no era un ladrón. Así que sólo se conformaba con verlos desde su posición, entrenando con todo lo que le quedaba y siendo vigilado por el maestro so y sus doncellas.
Y aunque Garu se sentía débil últimamente por todo lo que estaba pasando, prefería sólo entrenar y ver de reojo ese condenado refrigerador. Debido a que había oído al maestro Loo decir que so tenía un montón de remedios que te subían la energía, así que quería ver sí estaban en ese lugar o los escondía en otro lado.
Y debido a que lo habría con constancia, supuso que allí tenía todo tipo de remedios. Así que se fijó aún más para ver si estaba en lo cierto, viendo sacar al maestro so dos bolsitas de té de su refrigerador y girarse hacia Garu para decirle.
–Garu, creo que es suficiente entrenamiento por hoy, se ve que estás cansado y que ya no puedes contigo mismo. así que mejor deja de entrenar y toma esto, te hará sentir mejor para que después sigas entrenando.
Entregándole el maestro so dos bolsitas de té a Garu en las manos, en el momento en el que él guardó su espada y dejó de entrenar como se le había pedido, tomando Garu las bolsitas de té para analizarlas atentamente, mientras le escuchaba decir con seriedad.
–Así que tómate estos tés y cuando estés mejor regresa a seguir entrenando, que con ese cansancio que llevas ya no sabes ni que estás haciendo.
–Está bien, maestro so, muchas gracias por los tés.
Soltó Garu agradecido, sonriendo levemente el ninja por el gesto de so, para después despedirse con una reverencia y diciendo serio.
–Bueno, ya me voy, maestro so.
–Sí, adiós muchacho.
Le dijo el maestro so con seriedad, moviendo la mano sin importancia para que se fuera rápido. Asintiendo Garu velozmente para así irse, ansioso de llegar a su casa para descansar un grato y de esa manera reponerse.
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Garu poco después llegó a su casa y se propuso a poner el té, tomando de su bolsillo uno de los dos tés que el maestro so le dio y lo preparó en su olla favorita. Y cuando por fin estaba hecho, Garu se sentó en su sofá, le puso azúcar, prendió el televisor y se propuso a tomarlo, relajándose en su casa y recargándose en el respaldo de su sofá para por fin descansar en Paz.
Mientras que gustoso comía galletitas que él había comprado antes de llegar, esperando recobrar las fuerzas para poder seguir entrenando o por lo menos meditar afuera de su casa. Aunque bueno, luego de un rato de comer galletas de chispas de chocolate y tomar su té de sabor a menta con calma y gusto absoluto a pesar de su color rosáceo.
Garu empezó a sentirse extraño y no sabía por qué, un calor quería colarse entre sus mejillas y en cada rincón de su cuerpo. pero lo ignoró, estaban en verano y era seguro que el clima por el tiempo en el que estaban era lo que lo tenía así.
(toc-toc-toc)
Habían tocado la puerta de su casa con fuerza, alarmando a Garu con velocidad, porque ese golpe tan fuerte en su puerta sabía que era de Pucca. Y ciertamente no quería ir abrir porque sabía lo que pasaría, pero por otro lado si quería abrir porque quería saber que quería y tenía ansias de Verla.
Así que resignado y confundido dejó lo que quedaba de sus galletas y de su te en la mesa de su sala, levantándose de su sofá y dirigiéndose hacia la puerta de la entrada a abrir. Viendo por el cerrojo que efectivamente era Pucca la que tocaba, por lo que no tuvo de otra más que abrir de par en par deslizando la puerta.
–Hola, Garu, vine porque mis tíos quieren verte para darte la paga de hoy por los ingredientes que les llevaste.
Informándole alegre Pucca con una sonrisa a Garu, sonrojándose un poco luego de saludarlo. Mientras que Garu le sonreía levemente sin saber por qué, respondiéndole el saludo sin su cotidiana seriedad que tanto le caracterizaba.
–Hola, Pucca, pasa adelante.
Abriendo paso para que Pucca entrara a su casa y se sentara en su sillón, extrañando a Pucca por la extrema caballerosidad de Garu. Pero aun haciéndole caso para entrar y sentarse en el sofá, cerrando Garu la puerta de su casa para seguirla y sentarse a su lado como si nada.
Pues no podía negar sus sentimientos, aunque lo hubiera querido o lo estuviera haciendo hasta ahora. Él quería mucho a la chica de chongos y ojos rasgados, aunque diferencia de ella el ninja de coletas lo ocultaba con todas sus ganas y fuerzas posibles.
Haciendo que, al fin y al cabo, ellos no fueran tan diferentes en el fondo. Pues ambos chicos se querían desde siempre y sobre todo desde que se conocieron, pero él era tan tímido que no podía decírselo como tanto deseaba y como ella sí podía decirlo.
Provocando que estando juntos el corazón de Garu latiera a mil, mientras que a Pucca le iba a dar un infarto al aguantarse las ganas de aventarse a los brazos de él y sólo estar allí sentados sin hacer nada. Escondiendo ambos el nerviosismo y extrañeza que sentían, decidió el ninja romper el silencio al decir en tanto serio.
–Y bien, ¿De qué dinero hablaban tus tíos?
–Del dinero que siempre te dan cuando les llevas los ingredientes para la semana al restaurante, de ese dinero están hablando y como se los entregaste antes de lo usual quieren darte un poco más de dinero por ello.
Le dijo Pucca alegre a Garu, poniéndose el rostro del ninja completamente rojo y su mente jugaba con él. Mirando de reojo a Pucca sin pensarlo, pues ahora que lo analizaba, ¿Cuándo en lo que llevaba su adolescencia se había fijado en que también dotada estaba su acosadora?
Los ojos de Garu la recorrieron de pies a cabeza y solo imaginarla sin toda esa ropa le provocó una fuerte erección, que avergonzado cubrió y se giró un poco hacia el otro lado para que Pucca no lo notara.
Pucca dejó de hablar abruptamente al observar lo raro que se comportaba su amado ninja, pues Garu se había encogido sobre sí mismo con la cara completamente ruborizada y poniendo sus brazos cruzados en medio de su vientre y piernas. Eso hizo pensar a la mesera del Ching Dooda que a él le dolía el estómago y como ella era buena curando, decidió mostrarle su arte medicinal para quitarle el dolor de pansa y así ayudarle, preguntándole con preocupación en todo su ser.
–¿Estás bien, Garu?
–Emmm. Sí, estoy bien.
Soltó Garu serio, que la verdad la mesera del Ching Dooda no se convenció de esa respuesta y se atrevió a tocarle el brazo a Garu. Lo palpó de arriba y abajo con sus dedos por en sima de la tela, haciendo que este retuviera un suspiro y oyendo habar a Pucca con súplica.
–Garu, déjame ayudarte.
–N-No, no es necesario, Pucca.
Negó Garu con la cabeza, apartándose de Pucca con velocidad, mientras ella le rogaba con sus ojos brillantes.
–Por favor, Garu, permíteme.
–No, Pucca, es muy vergonzoso.
Se negó Garu al instante, rogando a los cielos que Pucca no se acercara a él. Haciendo que Pucca se sintiera intrigada y frustrada por la situación, así que por eso se levantó del sofá y se dirigió hacia la cocina de la casa de él para prepararle una sopa.
Tal vez eso lo ayudaría, en lugar de sólo esperar a que se le pasara el dolor de estómago. Pero mientras buscaba en la cocina una sopa para prepararle a Garu, encontró un par de sobres en la repisa que la llenaron de curiosidad.
Notando que estaba uno abierto y el otro cerrado, llamándole la atención el que estaba abierto por lo que decía el sobre. Leyendo en silencio las palabras en letras blancas, que la sorprendieron y la hicieron sonrojar al extremo.
{Para ayudar a un mejor rendimiento sexual.
Agregue esto a su bebida predilecta, deje disolver y luego ingiéralo, desde allí disfrute toda la noche.}
Terminando las palabras con una foto, en donde había una mujer recostada y con un escote muy pronunciado. Que como era evidente enfadó, preocupó y enceló a Pucca, haciendo que se preguntara con gran rapidez, ¿Qué rayos era eso? ¿Qué es lo que Garu había tomado? ¿Eso parecía un afrodisiaco? ¿De adonde lo había sacado?
Para cuando Pucca reaccionó, ya era demasiado tarde para hacer algo por Garu. El ninja era silencioso como un gato al cazar su presa y como Pucca estaba allí, lastimosamente o afortunadamente ella le tocaba ser su preciosa presa ratona.
Y cuando se dio cuenta, Pucca ya estaba arrinconada en la repisa y él detrás de ella. Acercándose hasta el oído de la joven con seducción, diciéndole a su fan con seriedad y la voz ronca por lo que había bebido.
–Pucca, yo…. Yo sé que este no es el momento apropiado, pero… Quiero que sepas que m-me gustas, te deseo c-con todo m-mi corazón.
Justo en ese momento Garu se pegó más a ella, abrazándola por la espalda y volviéndole a susurrar en el oído.
–Y mi cuerpo.
Pucca estaba sintiendo muy claramente la erección de Garu rosar con su trasero, estaba muy dura y ella no podía evitar empezar a sentirse confundida interiormente, ¿Debería girarse y enfrentarlo para luego huir? ¿O dejarse llevar por la situación ahora que este le ha confesado sus sentimientos y estos son correspondidos? Confundida a lo extremo como estaba, se viró para quedar anonadada frente a los ojos de su amado mirándola fijamente. No pasaron ni diez segundos y Garu no aguantó más y besó con travesura a su fan, quien se encontraba atónita ante la repentina acción del chico.
Abriendo los ojos de par en par, para después relajarse entre sus brazos y corresponder ese beso travieso. Cerrando sus dos ojos con gusto, pues ya que más daba hacer eso si se amaban como a nada en el mundo.
Los besos tiernos y torpes dejaron de serlo para volverse unos apasionados, llenos de necesidad y deseo intenso que provenía de ambos sentidos. Y aunque era verdad que Pucca no había tomado ese afrodisiaco, sí que era cierto que quería demostrarle a Garu todo el amor que sentía por él.
Así que las manos de Pucca rodearon la nuca del ninja, acariciando su cabello negro traviesamente y provocando que sacara suspiros de sus labios. Sintiendo como Garu acariciaba su cintura con suavidad, bajando sus manos para acariciar el trasero de la joven con picardía.
Pucca dejó escapar un pequeño gemido por el toque de su amado, saliéndose de sí misma y bajando sus manos al pecho de Garu. Desprendiéndolo de la camisa negra con el corazón rojo que llevaba siempre, cuando oyó que caía al piso procedió a acariciar con las yemas de sus dedos los músculos fornidos de Garu.
Haciendo que él gruñera entre beso y beso por el rose, dejándose acariciar por su adorable fanática número uno. Separándose la de ojos rasgados de él un poco, para decirle totalmente enamorada y con la voz entre cortada.
–T-Tú también me gustas, Garu, lo sabes y es desde siempre.
Dijo Pucca embelesada, escondiendo su rostro en el pecho de su amado ninja. sintiendo el aroma varonil de este, que de verdad la fascinaba hasta el punto de enloquecerla.
Él le responde con una sonrisa tímida, tierna e inocente, propia de Garu, besando con dulzura la frente de Pucca. subiendo Garu sus manos a los pechos de ella y suavemente rosar con la yema de sus dedos los pezones ya erectos de Pucca, el momento y la pasión que ambos estaban sintiendo estaba empezando a aumentar de tono.
Pucca gimió más alto y esto desencadenó la bestia contenida en Garu, gruñendo con más profundidad, agarrándola por la cintura y alzándola del suelo. Llevándola con decisión al sillón de su sala, de allí la dejó caer con suavidad y procedió a acariciar el cabello de la chica.
Debía admitir que esto no lo había planeado y hasta lo había intentado evitar, pero ahora que podía admirar su belleza desde cerca sin escapar de ella como un cobarde. Intentó rememorar cuantas veces había soñado con estar tan cerca de Pucca, estar así y sin ninguna interrupción, pero no pudo hacerlo por más que lo pensó, porque sabía que habían sido demasiadas y sólo él lo sabía.
No queriendo pensar más bajó su rostro hacia el cuello de la chica y la mordió suavemente, no quería esperar más tiempo para unirse en carne, corazón y alma con Pucca, ya no más. así que mientras la besaba en el cuello, labios y rostro, acariciaba todo el cuerpo de la mesera y le retiraba la ropa con discreción.
Quitándose de paso su propia ropa también, para quedar en las mismas condiciones que su fanática. Haciendo que cuando Pucca se diera cuenta de que ya no tenía ropa, se cubriera como pudiese con sus manos y mostrando la timidez que nunca había tenido frente a Garu.
–¿Por qué te tapas?
Preguntó Garu con curiosidad, posicionándose encima de ella, agarrándola de los brazos con firmeza sin llegar a lastimar y dejándola expuesta ante sus ojos. respondiéndole ella en forma tartamuda con un gran sonrojo en sus mejillas, que le hacían ver adorable y más hermosa para la vista de Garu.
–M-Me da pena que me veas así, G-Garu.
–Eres hermosa, Pucca, no tienes por qué hacerlo y sobre todo porque nunca te has sentido avergonzada frente a mí.
El corazón de Pucca se inundó en ternura al oír eso de los labios de Garu, dejándose llevar sin pena para que le hiciera lo que quisiera. Estaba realmente feliz y nada lo cambiaría, por más que esto fuera muy pronto y pareciera loco lo que hacían.
Dejó que él la siguiera besando, sintiendo como Garu se acomodaba de manera que su miembro rosara su intimidad. Haciendo que, en esa vista completa, se viera realmente excitante lo que ambos estaban haciendo.
Prosiguió Garu tomando a su compañera con ternura y entró suavemente en su amada, provocando que unas lágrimas asomaran de los ojos azabaches de Pucca. Era la primera vez de ella y estaba escurriendo un poco de sangre a través de su entre pierna, por lo que Garu se quedó quieto en su lugar al creer que había hecho algo mal.
–¿Era tu primera vez?
Dijo Garu atónito, impresionado por lo que había hecho. Sabía que era una pregunta estúpida, pero por alguna razón no pudo evitar hacerla.
Pues si bien esta también había sido su primera vez, nunca pensó quitarle la castidad a Pucca y menos de esa manera. Pero de todas maneras ya no había vuelta atrás, así que le sonrió apenado a Pucca sin siquiera arrepentirse en absoluto.
–Así es.
Respondió ella tiernamente, exclamando Garu con algo de susto.
–¡POR SOO! ¡YO!
–No te preocupes, estoy feliz de que sea con la persona que amo.
Añadió Pucca ilusionada y le ofreció una dulce sonrisa, que alivió a Garu al instante e hizo que la abrazara con fuerza. Metiendo lentamente su pene en ella aún más profundo, al ver que Pucca dejaba de llorar y sus lágrimas se remplazaban con el antiguo placer.
La mesera del Ching Dooda suspiró, mientras que Garu aumentaba paulatinamente las envestidas rítmicas que desde hace un buen tiempo empezó. Haciendo que agitados disfrutaran el momento que vivían, el placer que tenían desbordaba como vino en una copa fina de cristal.
En medio de todas las embestidas, Garu tomó con su boca uno de los senos de Pucca y lo comenzó a estimular. Ella suspiraba su nombre entre jadeos, sintiendo como Garu ponía su otra mano libre en el otro pecho de Pucca y lo erizaba también.
–¡AHH! ¡G-GARU! ¡AHH! ¡AHH! ¡G-GARU! ¡AHH! ¡AHH! ¡AHH! ¡G-GARU! ¡GARU! ¡GARU!
Era delicioso lo que estaba pasando entre los dos, que perdieron el tiempo y dejaron pasar un par de horas consumidos por el placer. Para cuando Pucca y Garu ya habían terminado, ella tenía puesta la camisa de él, recostada en el regazo de su querido ninja, quien la abrazaba tiernamente adormilado y sin dejarla salir de allí.
Pucca lo besó y luego se durmió a su lado, después de todo, ella jamás esperó que pasara eso en ningún momento. Sin embargo, ese milagro o locura había pasado y la verdad no se arrepentía de nada y esperaba que Garu tampoco lo hiciera.
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–Garu, ¿Dónde estabas? Te mandamos a llamar desde hace un buen tiempo con Pucca, ya casi anochece y no entendemos por qué no aparecías.
Exigió saber Ho, Dumpling y Linguini al mismo tiempo, respondiéndole Garu con seriedad y el rostro ruborizado hasta las orejas.
–Perdónenme, estuve un poco "mal" esta tarde y Pucca insistió en quedarse en mi casa para cuidarme.
Cuando Garu soltó esto, tenía la mirada puesta fijamente en Pucca. Compartiendo miradas cómplices con fijación, sonrojándose al instante, desviando después la mirada y sosteniéndose las manos discretamente.
–Bueno, sí fue eso. Entonces no hay problema, Garu, aquí está tu pago y el regalo por traer los ingredientes antes de tiempo.
Soltaron los tres tíos de Pucca, mirando Dumpling, Ho y Linguini a Garu y a Pucca con extrañeza. Pues no entendían que había pasado realmente entre ellos, como para que ahora se vieran de esa manera tan romántica y diferente a hace años e incluso días.
Tal vez nunca lo sabrían, o por lo menos no por ahora. Ya que ambos chicos estaban muy avergonzados como para contar algo, así que cuando se les pasara se lo dirían a los chefs y a sus amigos, pero omitiendo muchos detalles sobre lo que pasó para que no les criticaran.
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Mientras tanto, las geishas del maestro so convivían con él y lo atendían como el dios que era. Limpiando el palacio y revisando que no faltara nada en el lugar, abriendo el refrigerador una de las doncellas y notando que dos sobrecitos de infusión no estaban, así que se giró hacia el maestro so y le preguntó preocupada.
–Maestro, faltan dos sobres de sus tés especiales, ¿En dónde están? ¿Sé ¿Los Robaron? ¿O ya se los tomó?
–No, Kua, se los di a Garu. Así que no te preocupes, nadie robó nada y todo estará bien.
Soltó el maestro so relajado, ya que una de sus doncellas lo estaba masajeando con parsimonia. Sorprendiéndose Kua por lo que el maestro so le dijo, así que cerró el refrigerador y le cuestionó impactada.
–Maestro ¿Le dio a Garu su te para ayudar a un mejor rendimiento sexual? Pero, ¿por qué hizo eso?
–Espera, ¡¿QUÉ?!
Dijo el maestro so impactado y se levantó bastante sorprendido, alarmado por lo que le dio a Garu y esperando que Pucca no lo haya ido a visitar. Pues sabía que ese te sólo funcionaba con la mujer que uno amaba, por lo que sí Pucca no lo iba a visitar ese afrodisiaco no se activaría, pero si iba entonces eso sería un caos para ambos jóvenes.