Lo que están por leer es resultado de haber escuchado un podcast reciente del Segundo Imperio y, por supuesto, Maximiliano de Habsburgo (con un libro recién publicado como móvil de su pertinencia). No me he podido sacar algunos detalles de la cabeza a la hora de seguir con mi vida. A eso añado que he escuchado La chica de humo de Emmanuel. La idea casi se completó sola. Así que, como no sé hacer videos, les dejo cómo creí que podía encajar todo esto junto. He de decir que sonaba mejor en mi cabeza, pero el resultado me satisface. Se los comparto.


Aun yo no sé quién e'

Lo deben saber mis pies

La siguen como las ratas

A la flauta de Hamelin

Para perderla después


A Maximiliano le habían hecho una oferta de un Imperio que aún ni existía, pero a él no le importó. Será un imperio por elección, dicen. Será una nación que, cuando surja, Maximiliano y Carlota gobernarán en serio. Carlota. Ella está tan encantada con la idea como Maximiliano. Lo está, pese a tener sus dudas. Austria no los culpa. Es entendible que estén considerando arriesgarse. Ambos no son herederos directos de ningún trono y sus probabilidades de heredar un título importante están cercanas a lo inexistente. De lo único que gozan es de cierta buena reputación en su propio territorio, así como en Europa. Y, hay que ser sinceros, la fama no es suficiente, cualquiera lo sabe. Con fama no se domina al mundo. Ésta es la oportunidad que ambos necesitan para hacer realidad sus aspiraciones y mostrar de lo que son capaces. El problema es que Austria no ve que la nueva nación esté próxima a existir.


No quiero hablar de este tema

Pero es mi mayor problema

Ella está siempre en portada

A toda plana

Cada mañana

En el diario de mis penas


Austria no tendría porqué preocuparse por todo eso. Esto es problema del segundo hijo de su familia gobernante, del hermano de su actual líder. Es Maximiliano el que aceptó el cargo, es Carlota la que va a ser llevada por él a esa tierra desconocida. Son ambos los que aspiran a regir un mundo que parece estarlos llamando a hacerlo. Conclusión: ningún miembro de la línea directa de sucesión austriaca estará involucrado. Puede estar tranquilo. Nada de lo que Maximiliano pueda hacer repercutirá directamente en él, Francisco José se encargará de que sea así. Con todo, hay algo que le deja intranquilo. Austria sabe lo suficiente de América como para decir que algo no le cuadra. Ha oído lo suficiente de la inestabilidad que tienen las naciones neonatas americanas. No ignora las dificultades que están teniendo para afirmar su existencia. No le es ajena la manera en que una entre ellas se comporta. Sabe de antemano que las noticias pueden no ser fidedignas. Vamos, podrían ser exageras, incluso falsas, pero dada la información disponible, no puede evitar preguntarse cómo un Imperio va a surgir en semejantes condiciones. Las cosas no pintan nada bueno por más que suene tentador.


Ah, me entiende

Me tantea

Ah, se enciende

Coquetea

Se evapora


Porque es evidente que suena prometedor tanto para Austria, como para la mayor parte de sus iguales imperiales. América es un sueño. El continente es tan liberal y a la vez tan conservador. Se muestra tan lleno de promesas como a la vez tan carente de certezas. Resulta tan material y a la vez tan irreal. Con las naciones de ese lado del océano es un todo o nada tentador. Entiende que cualquier cosa que provenga de esas tierras resulte en un dilema demasiado atractivo para ignorar. Así que comprende el dilema en que se encuentra Maximiliano. Para Austria es un dilema, para él fue fácil decidir en la apuesta del todo o nada. Un ejemplo de que no todo es descabellado es Brasil. Austria lo ha tratado personalmente por el parentesco de sus familias gobernantes. Tiene una buena opinión de él. Un buen imperio, una nación estable. Su independencia tranquila... si se le compara con el resto del continente. Supone que Portugal supo hacer mejor las cosas que España, Francia o Reino Unido.


Y yo qué sé dónde va, dónde vive

Y todo está mal

Y siempre es igual

Y yo qué sé, que no soy detective

La paso fatal

Mi chica de humo

Mi chica de humo


Es por eso que duda de la veracidad en las palabras de estos supuestos emisarios de México. Nunca se tiene información actualizada ni precisa de lugares tan lejanos como ése. Todo depende de una confianza ciega en negociaciones de este tipo... y no hay pruebas fehacientes. Fuera de que México es descendencia directa de una de los hijos favoritos de España Sr, ni Austria, ni nadie, puede saber nada que realmente recomiende a la joven nación o a su gente. Austria conoce a varios que han firmado o desean firmar tratados con ella, pero eso también pasa con el resto de sus hermanos. Son carne fresca en disputa.


No escucha cuando hablo yo

Sus ojos dicen que no

Y luego me contradice

Por placer, para hacer

Que un día me ruborice


Sus mismos nacionales la tratan así. Los mexicanos que han hablado con Maximiliano mencionan un acuerdo y una voluntad generales que cuesta creer ser auténticos. Basta observar y escuchar con atención para notar que hay algo de desesperación por convencer en ellos. Esas observaciones no son concluyentes, Austria lo admite. Podría deberse a que necesitan cuanto antes una cabeza para el Estado, pero algo no parece terminar de encajar en sus afirmaciones. Hablar del último presidente deja en sus palabras un tinte distinto a las constantes negativas ante la misma pregunta. ¿La gente está dispuesta a optar por el Imperio? ¿Está el Imperio listo para recibir a los Emperadores? Austria diría que hasta parece que están jugando a contradecirse. Él ha intentado intervenir para aclarar algunas cosas en vano. Siempre le salen con alguna excusa vaga. Es como si quisieran confundirlo, como si ¿quisieran ocultar algo? Él no nació ayer, pero no sabría decir en dónde está la trampa.


Yo ya dejé atrás los veinte

Y ella probablemente

No estamos para jugar

No me va a trastornar

Un crucigrama viviente


Llevado por sus reflexiones y otras cosas, una vez todo quedó arreglado, Austria decide atenerse a las medidas dispuestas por su gobernante en turno. En consecuencia, se abstiene de hacer cualquier tipo de reconocimiento a la nación que ahora dirige Maximiliano. Es más, ni siquiera se ofreció a acompañarlo al puerto de donde zarparía a su nueva aventura. Tampoco prometió visitarlo alguna vez. Maximiliano se marchó, no tenía que hacerlo, para fundar su propia línea dinástica en otra parte. A cambio, él prácticamente renunció a su familia y a la línea de sucesión en que se encontraba. Maximiliano ha renunciado a todo lo relacionado con Austria y no ha existido comunicación con él o su nación desde entonces. Austria no debería darle tantas vueltas. Maximiliano es carismático y capaz. Él y su mujer lo son. Son miembros de la familia De Habsburgo después de todo. Además, Francia dice que todo está bien. No debería preocuparse, pero Austria no logra quedarse convencido.


Ah, me entiende

Me tantea

Ah, se enciende

Coquetea

Se evapora


La situación no lo deja en paz. Una parte de él le exige confirmarlo por sí mismo. Algo impropio de una nación tan experimentada como lo es él. No debe ir. Fin del asunto... pero su firmeza flaquea. Si puede visitar a Brasil, ¿por qué no visitar a México? Sería como tener otra especie de pariente-aliado. Uno muy misterioso, a decir verdad. No lo piensa porque sí. Las noticias que llegan de América son contradictorias y de sobra sabe qué está pasando con Francia en Europa. Por ende, Francia ya no es más una nación confiable. Ni siquiera porque México era una buena opción para Francia. De eso no hay duda. A México le ha tocado en suerte un territorio conveniente y bien ubicado. Comprensible que Francia no se lo hubiera pensado dos veces antes de querer hacerla casi su hija. Pero toda ventaja deja de serlo cuando se piensa en que la joven nación es arisca y parece renuente a someterse, como el resto de sus hermanos. Añádase su peculiar relación con Estados Unidos. Hasta con su vecina termina cediendo, mas lo hace a medias, o eso ha oído, incluso de boca del propio España. Lo peor: cada cosa que emprende termina en tragedia. Y entonces la tranquilidad se le pasa a Austria.


Y yo qué sé dónde va, dónde vive

Y todo está mal

Y siempre es igual

Y yo qué sé, yo no soy detective

La paso fatal

Mi chica de humo

Mi chica de humo


Nada le ayuda a terminar de decidirse. No puede arriesgar una visita no oficial y casi clandestina, no puede irse sin avisar. Los rumores cuentan que Estados Unidos se está recuperando de su último ataque epiléptico. Está recobrando la cordura. Hasta Francia está haciendo preparativos para no volver a América... Está decidido, no va a ir a ningún lado... Espera, eso significa que... Pensándolo mejor, sí que debe conocer a esta nación cueste lo que cueste...


Uh, y yo qué sé dónde va, dónde vive

Y todo está mal

Y siempre es igual

Y yo qué sé, yo no soy detective

La paso fatal

Mi chica de humo

Mi chica de humo


Autriche, no queremos una guerra innecesaria con États-Unis. Ya conoces su lema: Amérique para los americanos... o guerra segura. Además, Mexique no está sola, su familia la apoya, en especial uno de ellos —le recuerda Francia nada más lo ve querer hacer las maletas.

— No estoy sugiriendo que hagas algo, Frankreich —este asunto ya se ha vuelto algo personal para Austria.

— Y no me ofrecería. Sé que llevé a Maximiliano y a su esposa para allá, pero no me comprometí a regresarlos, ni siquiera de tener lugar algún revés.

— ¿Qué quieres decir con eso, Frankreich? —tuvo que hacer acopio de todo su autocontrol para no cometer una estupidez al oír tal afirmación.

— Maximiliano estaba preparándose para regresar con mis hombres y... sólo llegaron sus enseres.

— ¿¡Qué!? —grita.

No, definitivamente no escuchó mal.

— Dudo que haya sido Mexique, tenlo por seguro. Ella jamás le pediría que se quede, pero quien lo haya convencido de quedarse... no sé qué plan desesperado tenga. Autriche no deberías intervenir, de cualquier manera todo está perdido.


Y quién te crees que eres tú

Siempre tú, siempre igual

Y siempre está todo mal


Claro que Austria nunca pensó en culparla a ella de haberlo retenido. Haya sido su esposa, los mismos mexicanos que le ofrecieron la corona o él mismo quien le convenció de quedarse, Austria sabe que él mismo ya no puede recibirlo tan fácilmente. La nación que ahora debe hacerse cargo de él tiene un millón de ideas contradictorias, pero está seguro de que ninguna de ellas involucra acoger al Emperador como suyo. ¿Quién se creía ella para actuar tan incongruentemente? ¿Sabía que afectaba a muchos con eso? ¿Sabía algo acaso?


Y quién te crees que eres tú

Siempre tú, siempre igual

Y siempre está todo mal


Probablemente no sabía nada o simplemente estaba en crisis.


Y quién te crees que eres tú

Siempre tú, siempre igual

Y siempre está todo mal


Él era una nación ajena a todo. Así que... no tenía razones para recriminarle políticamente algo... Bueno sí podía, pero...


Ah, me entiende

Me tantea

Ah, se enciende

Coquetea

Se evapora


Puede encararla en persona por fin después de algunos años, después de que todo se ha perdido. Ahora Karl y él pisan su territorio para la inauguración de la capilla. Al fin puede conocer en persona a la representación del país cuyo nombre está en boca de toda Europa. Por fin la tiene al alcance de su mano. México se encuentra parada frente a él, en ademán conciliador. Quería comunicarle tantas cosas, pero el rostro de ella refleja algo que lo distrajo y hasta se le olvidó qué quería decirle. En cambio, ella parece tener claro lo que quiere hacerle saber.

— No sé si recuerdas el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación que firmamos hace unos años, menos de un siglo me parece —se dirige a él con soltura, con familiaridad, con la mano extendida, aunque algo apenada e insegura—. Después de tantas décadas, al fin nos conocemos en persona, Austria. Es triste que sea por estas circunstancias que al fin tenemos el gusto de que nos visites.

Austria sólo puede tener una cosa en la cabeza: ¿Cómo le habla de tú, con tanta confianza, sin presentarse, sin nada más?


Yo qué sé dónde va, dónde vive

Todo está mal

Y siempre es igual

Y yo qué sé, yo no soy detective

La paso fatal

Mi chica de humo

Mi chica de humo


Se tiene que recordar que él es una representación nacional con experiencia. La diplomacia primero, aunque sospecha que eso no es lo que motiva su reacción.

— Al fin tengo el placer de conocerla, Mexiko —acepta su mano y, con ese gesto, acepta la disculpa en sus palabras, en sus actos, en la capilla. Quisiera gritar por aceptar tan fácilmente su disculpa, pero no puede evitarlo. No puede evitar querer comprenderla, conocerla, hablarle, estar cerca—. Siempre se puede volver a empezar. Agradezco la oferta de su General.

Ella tampoco lo tuvo fácil, ni lo tiene. Para ella, el caos aún no termina.


Y yo qué sé dónde va, dónde vive

Y todo está mal

Y siempre es igual

Y yo qué sé, yo no soy detective

La paso fatal

Mi chica de humo

Mi chica de humo


— Siempre tendrá un aliado en mí. Es lo mínimo que puedo ofrecer en su memoria —replica ella.

Entiende en memoria de quién jura esto. Austria la observa con un poco de aprehensión. No acaba de entender a esta nación. Ella no actúa como España, ni como el resto de Europa. Es un misterio que debe resolver cuanto antes. Austria no sabe cómo interpretarla. Tendrá que esperar algunos años a que una situación difícil ponga a prueba la sinceridad en sus palabras, de sus intenciones. Pero claro, eso tampoco lo sabe.

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