- Ooooh, ¡Maddie! ¡Llegó! – Jack levantó el Delgado paquete y dio una vuelta.

- ¿Qué es? – Preguntó Danny a través de una cucharada de cereal (¡Cosmic Crunch, ahora con extra bombones de estrellas!), un poco alarmado. Probablemente no era nada peligroso, lo sentiría si lo fuera, probablemente tampoco sería algo bueno. En el mejor de los casos era alguna clase de caja de mercancía de fanboy de Vlad Masters. Lo cual. Guacala. En el peor de los escenarios, Bueno…

Él no tenía un buen historial con los paquetes de sus padres.

- Solo una tontería que tu padre consiguió en línea.

Ooh, estaban peleando. Era bueno saberlo. Con un poco de suerte no estaría relacionado a Santa. Él moriría. Literalmente, aunque solo de forma temporal. Era muy temprano en el año.

- ¡No son tonterías! – Protestó Jack, desgarrando el papel para revelar… un sobre manila enorme. Lo levantó, como si refutara totalmente el punto de Maddie.

- La magia no es real, cariño.

- ¡Sí lo es! ¡Hay hechiceros y magos en la Liga de la Justicia!

- Hay superhéroes con temática de hechiceros y magos en la Liga de la Justicia. Aquella chica hace magia escénica, prestidigitación, en público. Seguramente son aliens o metas.

Bueno, Danny no sabía de la gente en la Liga de la Justicia, pero sabía con certeza que la magia era real, peligrosa, y no siempre era detectable de la misma forma que las cosas fantasmales lo eran. Así que ese pequeño sobre manila bien podía ser más peligroso de lo que había asumido al principio.

- Okey, pero es no responde la pregunta de qué se supone que sea eso. – Él señaló, bajando su cuchara de regreso a su tazón.

- ¡Oh, sí! ¡Es el contrato de un alma! ¡Me da posesión de un alma humana!

- … ¿eh?

Maddie estaba usando sus goggles, pero aun así, era obvio que estaba poniendo los ojos en blanco. - Un hombre que decía ser un demonologo dijo que lo consiguió en una negociación con un demonio.

Danny parpadeó. – ¿No suele ser eso al revés?

Maddie se encogió de hombros.

- ¡Bueno, sí, pero el demonologo tenía algo que ese molesto demonio quería! – Dijo Jack alegremente. – ¡Así que tuvo que pagar! ¡Al parecer, el alma le pertenece a un poderoso mago!

- Es una estafa, Jack.

- ¡Bueno, si escribes estafa al revés obtienes afates! ¡Que suena como, apártate, porque voy con todo! ¡Banzai! – Abrió el sobre con un gesto exagerado, y sacó un pedazo de papel que, además de estar amarillento, se veía relativamente normal.

Énfasis en veía, porque ahora que Danny le había puesto los ojos encima podía sentir que no era normal. El poder en él era tenue, pero estaba ahí.

- ¡Voy a hacerle algunas pruebas! – Declaró Jack, corriendo al sótano.

- ¡Solo es papel viejo, Jack! – Gritó Maddie, antes de volver a su café con un resoplido.

- Uh, – dijo Danny. Vio a Maddie, quien aún tenía una amarga expresión en su rostro. – Voy a… uh… asegurarme de que no incendie nada. – O invoque a un demonio, por accidente o a propósito.

- Aw. – Dijo Jack, después de varios (para Danny) estresantes días. – Supongo que Maddie tenía razón. Solo es un pedazo normal de papel. Lo siento, Danno, sé que estabas muy interesado.

- Ajá. – Dijo Danny que todavía estaba algo agotado por tener que destruir la máquina de invocación de demonios automática que Jack había construido y rápidamente olvidado abandonada en una esquina. – Entonces, eh. ¿Supongo que no lo necesitas?

- ¿Eh? Bueno, no, creo que no. ¡Lo mejor será tirarlo!

- ¡En realidad, me preguntaba si podía quedármelo! – Dijo Danny rápidamente, antes de que Jack pudiera hacer bolita el contrato.

- ¿En serio? ¿Por qué?

Esa era una buena pregunta, siendo honesto. Le había causado muchos problemas, y en realidad no quería ser el dueño del alma de un tipo, pero la idea de tirar algo así le parecía mala a Danny. Tal vez podía rastrear al sujeto y regresársela, asumiendo que no fuera un bastardo malvado. Lo cual podría ser, si hacía cosas como tratos con demonios.

- No sé, – dijo Danny, encogiéndose de hombros, –es algo gracioso, ¿no crees? Es como, soy dueño del alma de este tipo. Está escrito y todo.

Jack se rio a lo bajo. – ¡Sí lo es! ¡Claro, puedes quedártelo! Tal vez podamos enmarcarlo o algo.

El ápice de poder en el papel cambió un poco con el cambio de propiedad. Danny no sabía si eso era bueno o malo.

- Ja, tal vez. – Dijo, frotándose la nuca. – Pero por ahora está bien tal y como está. – Se acercó a la mesa en la que estaba el papel, y cuidadosamente lo sacó del aparato de ecto-medición. – ¡Me lo voy a llevar!

E intentar aprender más al respecto.

Jhonny Trece simultáneamente daba el aire de alguien que Sabía de Cosas y de alguien que nunca había pensado en su vida. Y como tal, cuando Danny lo vio en medio del centro comercial, obviamente enloqueciendo, supo que este era el momento perfecto para preguntar sobre eso de "ser dueño de un alma".

Así que, Danny se le acercó lentamente.

- ¿Intentando encontrarle un regalo a Kitty?

- ¡Oh mier-! ¡Phaaaaenton! ¿Por qué mierda eres tan sigiloso?

Danny se encogió de hombros. – ¿Necesitas ayuda?

Jhonny lo vio con ojos entrecerrados. – ¿Tú que ganas?

- ¡Vamos! Me ofrezco a ayudarte todo el tiempo.

- Sí, claro, usualmente antes del discurso de "largo de mi ciudad".

- ¿Quéee? – Dijo Danny, poniendo una mano contra su pecho. – Estoy tan ofendido. Sí, amigo, quiero que te largues de mi ciudad cuando estás rompiendo el límite de velocidad por ciento treinta kilómetros por hora y Sombra destruye todo lo que tocan, poniendo a docenas de gente en peligro de heridas o muerte. Qué impactante. Pero tengo unas preguntas sobre esta cosa que me encontré, y estoy dispuesto a lidiar con lo que sea que Sombra esté haciendo para conseguir respuestas. Siempre y cuando no esté a punto de lastimar a alguien.

- ¿Qué te hace creer que Sombra está haciendo algo? – Le exigió Jhonny, justo antes de que un par de estantes en la tienda de velas cercana colapsaran.

Danny alzó una ceja.

- Okey, bien. Mi aniversario con Kitty se acerca, y no sé qué regalarle. ¿Qué quieres?

- Necesito saber si los contratos de compra de almas son reales y cómo funcionan. Osea, qué hacen y cosas así.

- Mierda, ¿alguien intentó comprarte tu alma?

- No." Dijo Danny. Hizo una mueca, y admitió, – Mi papá compró una y cuando parecía que no iba a hacer nada fantasmal, me la dio a mí.

Las cejas de Jhonny se levantaron alto. – Dios mío, estás en el negocio de la venta de almas.

- No lo digas así. – Dijo Danny, ignorando profesionalmente los sonidos de un choque de veinticuatro almuerzos en el área de comida. – Solo no quiero dejarla en cualquier lado.

- Nah, – dijo Jhonny. Rebuscó por algo en su bolsillo, – no soy filosófico ni nada, pero aun cuando lidias con magia hay muuuchas más zonas grises en el bien y el mal de lo que la gente quiere creer.

- Deja eso, vas a activar las alarmas contra incendios. ¿Qué más sabes sobre estas cosas?

Jhonny puso su cigarro en su boca y levantó un dedo. – El regalo para Kitty primero, luego las respuestas.

Eso era lo que Danny esperaba. – Okey. ¿Cuál aniversario es?

Jhonny se encogió de hombros. – Sepa.

Guacala. Él no era tan malo como Jack, quien probablemente obtendría el oro en las olimpiadas de la ceguera, pero aun así.

- Bueno, – dijo, invocando años y años de los regaños de su madre respecto al tema, – las flores y chocolates siempre son buenos. También la joyería. Pero tienen que ser de calidad. También están, no sé, ¿cosas de pasatiempos? ¿Kitty tiene pasatiempos?

- Últimamente ha estado bastante interesada en estar en forma. ¿Tal vez le puedo conseguir unas maleteadas dietéticas o algo así? ¿Una báscula? La nuestra se rompió.

- Claro que no. Te preguntaría cómo es que sigues vivo, pero no lo estás. ¿Algo más?

- ¿Qué tienen de malo las malteadas dietéticas?

- Hermano, ¿intentas decirle gorda? Prosigue. ¿Qué más le gusta?

- ¿Solía tejer de vez en cuando?

Wow, Danny jamás lo habría imaginado.

- Okey, supongo que podrías darle algo de hilo, también. Eso no es suficiente así nada más… tal vez llévala a una cena elegante, o, – él continuó, pensando las cosas desde una perspectiva más fantasmal, – podrías hacer… ¿un gesto grande? Osea, apalea a un enemigo de ella o algo. Pero una cita, en definitiva.

- Sé cómo son las citas. – Dijo Jhonny. – ¡Es el regalo lo que es el problema!

- Bueno, ya te di opciones.

- Sí, claro, opciones, como si estuviera hecho de dinero.

- ¿Estás diciendo que estás en números muertos?

- ¡Esto no es gracioso, mocoso! ¡Está es mi muerte en la mesa!

- Dios, cálmate. Si no puedes pagarlo, solo pelea con alguien o roba algo.

Jhonny lo observó con incredulidad. – Me darás una paliza si lo hago.

- Te daré una paliza si intentas hacerlo aquí. – Aclaró Danny. – Walker tiene un montón de cosas. También el Fantasma de las Cajas. Y sé con certeza que Bertrand y Spectra tienen un montón de anillos de boda.

- ¿Por qué tienen-?

- Estafa de consejeros matrimoniales. No preguntes. Fue horrible. Pero bueno, ve a pelear con uno de ellos en vez de involucrar a los humanos. Sé que al menos puedes con Cajita.

- ¡Sí, buena idea! ¡Ya me voy-!

Danny sujetó la cola de la chaqueta de cuero de Jhonny antes de que pudiera irse volando. – Tu parte. Ahora. Y vámonos del centro comercial antes de que Sombra incendie la tienda de velas o algo."

- ¡Él no haría eso! ¡Él odia el fuego!

La alarma de incendios se encendió. Danny se tomó un minuto para observar a Jhonny con molestia. – No te vayas.

Jhonny se fue. No llegó muy lejos.

- Sabes que esto hace que sea menos probable que haga tratos contigo en el futuro, ¿verdad? – Preguntó Danny desde donde estaba sentado en la espalda de Jhonny.

- Oh, vamos, ni siquiera tuviste que 'transformarte en fantasma' o lo que sea para encontrarme.

- Pero lo hice para apagar el incendio. ¿Sabes lo rápido que una tienda de velas puede incendiarse? ¿Lo sabes?

- No. – Admitió Jhonny.

- Rápido, Muy rápido. Los edificios suelen quemarse muy rápido. Prefiero luchar contra incendios a intentos de asesinato, pero eso es como comparar que te disparen con una escopeta a que te disparen con una pistola. Ambas apestan. ¿Entiendes?

- Uhh…

- No importa. Entonces. Venta de almas. Contratos de almas. Lo que sea. ¿Qué me puedes decir?

- Es como, algo que hacen los demonios y los diablos con los humanos. Básicamente lo que dice. Poder o favores por el alma cuando mueran. O cuando estén muertos."

- Esa es una distinción extraña."

- Sí, bueno, créelo o no, ha surgido. Y solo los Antiguos saben cómo entrarías con esas dos.

- Hm. – Dijo Danny. – Probablemente cuente como que he muerto, ¿pero estoy muerto…? ¿Supongo que solo importa para las personas que mueren temporalmente? ¿Osea, las personas que resucitan? O lo que sea que haga la Liga de la Justicia.

- Sí, exactamente eso. Pero básicamente, si tienes un contrato con uno de esos tipos y mueres, es una entrada de no retorno al Inframundo. El Infierno. Lo que quieras llamarlo. No hay oportunidad de formar un fantasma normal o ir a los buenos Más Allás. A menos de que alguien intervenga y tenga bastante poder, es esclavitud eternal, tortura, o ser comido. A veces las tres.

- ¿Y si alguien que no es un demonio tiene el contrato?

- No sé, no suele ocurrir mucho, viejo. Oí de unos ángeles deshaciendo unos hace tiempo, y ha habido rumores sobre dónde obtiene Nocturno sus sonámbulos por años, y sobre el ejercito de Paria, también, pero nada sólido. Supongo que serías su dueño. Servidumbre. ¿Tal vez su alma sería succionada a la tuya?

Danny hizo una mueca. No quería ser el dueño de nadie. – ¿Hay alguna forma segura de deshacerse de un contrato?

- ¿Véndelo?

- No, quiero decir de destruirlo. Para que no me lastime o al otro sujeto.

- No sé. Intenta encontrar a un ángel, supongo.

- Jhonny, ¿dónde voy a encontrar un ángel?

- Pft, no es como que vivieran en otro planeta o algo.

- No, solo en otra dimensión.

- Oye, se le llaman los Reinos Infinitos por una razón. Pero, osea, ¿estás seguro de que quieres liberar a alguien que hizo un trato con un demonio por poder?"

Y esto era por lo que Danny fue con Jhonny a pedir consejo. Además de que estaba disponible.

- Sí, bueno, tienes un punto ahí. Volveré a eso. ¿Alguna vez has visto un contrato de un alma antes? ¿Podrías decirme si es de verdad?

- Eh, ¿tal vez? – Jhonny cruzó los brazos, pensativo. – Solo he visto uno, y era de este rarito llamado John Constantine. Te daría mucha risa su historia.

Danny se congeló por un momento, reconociendo el nombre. – ¿Sí?

- Oh, sí. Osea, no sé si el tipo tiene unas pelototas o un cerebrito, pero tienes que admirarlo de todas formas. – Jhonny se rio a lo bajo. – Pues mira: el tipo se está muriendo. Y, ya sabes, apesta, así que está convencido de que se irá al Infierno, ¿okey?

- Claro. – Dijo Danny. En realidad él no sabía cómo es que las personas eran seleccionadas para qué más allá pero, por obvias razones, no era un problema que él personalmente enfrentaría.

- No quiere ir al Infierno.

- Comprensible.

- Se pelea con Satanás.

- Él- osea ¿el Satanás de verdad? – Con los Reinos Infinitos siendo lo que eran, los nombres de una mitología solían tener bastantes reclamantes diferentes.

- No sé ni me importa. Es un tipo rudo de cualquier forma. Así que, Johnny C, se pelea con Satanás. Lo cual, insisto, respetable. Hay que vencer al tipo más grande en la prisión. Y Satanás dice, ooh, ahora voy a quedarme con tu alma y a torturarte por toda la eternidad. Dios, los demonios son tan aburridos. Entonces nuestro muchacho va y les vende su alma a los dos demonios más grandes y feos que pudo encontrar. Osea, los llamarías Antiguos si en algún momento se tomaran un descanso de la tortura.

Wow, a Danny no le estaba gustando la idea de que los demonios pudieran ser tan fuertes como los Antiguos. – Okey, hasta ahora me voy más por la categoría de tonto que la de osado con este tipo, pero continúa.

- Bueno, aquí está la parte de genio: se la vendió a ambos.

- ¿Ajá? Eso dijiste.

- Sin que el otro lo supiera. Entonces, cuando parecía que el tipo iba a colgar los tenis, todos ellos llegaron a su lecho de muerte y comenzaron a pelear, incluyendo a Satanás.

- ¿Por qué tendrían que ir a su lecho de muerte? – Preguntó Danny. – Creí que su alma iba por su cuenta con ellos. – Hizo un gesto con la mano, como un avión cayendo, aunque no sabía bien cómo es que las almas incorpóreas se tenían que mover.

- No me preguntes, viejo, todo esto es de tercera mano. ¿Cuarta mano? Lo que sea. El punto es que como los demonios son todos unos cretinos, se pelearían entre sí si su alma estuviera disponible y ninguno de ellos estaba seguro de poder ganar, con eso de que cada uno tenía ejércitos o lo que sea, así que lo regresaron a su cuerpo, lo curaron, y cada quien se fue por su lado.

- ¿Pueden hacer eso?

- Sí, como dije, son casi como Antiguos.

- Entonces… es una estafa de inmortalidad. – Dijo Danny.

- Sí, y, adivina qué, sigue haciéndolo. Osea, el tipo vende su alma como si no fuera nada, porque no puede ser peor para él, ¿no?

- Okey," dijo Danny, – pero suena como que es bien conocido, así que… ¿por qué alguien compraría si alma, si es una estafa?

- ¿Renombre, tal vez? A veces pasan a la Zona, y no sé cómo lo ven los demonios, pero debe ayudar bastante poder decir que tienes el alma de alguien que está en la Liga de la Justicia.

Danny estaba a punto de hacer un comentario sobre un tipo así entrando en la Liga de la Justicia, pero entonces se acordó de algo extremadamente importante. – ¿Dijiste la Liga de la Justicia?

- Sí, es raro, ¿verdad?

- Entonces, uh, supongo que los contratos que hizo con los demonios dicen que obtendrán su alma cuando esté muerto…

- Sí, probablemente. ¿Por qué?

- ¿Qué pasaría si después hiciera un contrato con alguien más que dijera que después de que muriera?

- Bueno, a menos de que quisieran encabronar a los demonios grandes, lo ignorarían.

- Ajá. – Dijo Danny, jugando con su labio inferior. – E, hipotéticamente, ¿qué pasaría si alguien… consiguiera todos esos contratos diferentes?

- Mierda, en serio te estás metiendo en la venta de almas.

- ¡Oye! ¡Solo intento ayudar a otro héroe! – Dijo Danny, quien definitivamente tenía razones ocultas, aun si fueran generalmente benignas. – No es muy útil solo devolverle un contrato, ¿o sí?

Jhonny, de forma insensible, bufó.

- Entonces, ¿sabes quiénes tienen sus contratos?

- ¿Quieres hacer qué? – Preguntó Jazz, con una cucharada de yogurt olvidada frente a su boca. – ¿Para qué?

- Quiero conseguir todos los contratos de alma de John Constantine para que pueda extorsionarlo para que me lleve a la estación espacial súper secreta de la Liga de la Justicia.

- Danny… – dijo Jazz. Finalmente bajó su cuchara, y miró a su alrededor en la cocina como si sus padres fueran a saltar de los gabinetes, aunque justo ahora estaban instalando escudos fantasmales alrededor de un jardín de niños privado en las afueras de la ciudad. – ¿No crees que comprar el alma de alguien es un poco…?

- Oye, él es el que la vendió.

- Probablemente por una buena causa, si está en la Liga de la Justicia.

- Claro, – dijo Danny, – y yo voy a devolvérsela, en serio, pero entre esto y que yo consiga pasar las revisiones de salud de la NASA, ¿cuál es más probable?

De verdad le iba a devolver todos los contratos a Constantine, o al menos los destruiría, renunciaría a ellos, los haría nulos, lo que sea, pero el sujeto claramente necesitaba una intervención. Y ya. Además, estación espacial secreta.

No es como que lo fuera a obligar a hacer algo malo. Y hasta agendaría una cita y todo, retrocedería si había una emergencia de la Liga de la Justicia, esas cosas. ¡Él entendía los pesares de un superhéroe abrumado y previamente muerto! ¡Él era uno!

- Danny, si tú… – Jazz suspiró con pesar, – extorsionas a este tipo con sus contratos, ¿no crees que se preguntarán cómo los conseguiste? No quieres ser investigado, ¿verdad?

- ¡Sí! ¡Es por eso que los conseguiré todos como humano! Será como un pasatiempo. ¡Un reto personal! – Dijo con entusiasmo.

Jazz lo contempló con una mezcla de resignación y horror. – Danny… ¿sí sabes que eso es peor, verdad? Eso les hará investigarte a ti. En lugar de a Phantom.

- ¡Síp! Y entonces descubrirán el portal al más allá en nuestro sótano, y tal vez al fin nos tomen en serio. – Sus ojos brillaron verdes por un momento.

- Claro. – Dijo Jazz. – Okey. – Levantó su cuchara y siguió comiendo su yogurt con un aire de cansancio extreme. – Siempre y cuando estemos con todo en la locura, de acuerdo. Bien. Lo que sea. No vendas tu alma o a tu primogenitor por accidente.

Danny le dio dos pulgares arriba. – ¡No lo haré!

- ¿Quieres qué? – Preguntó Sam.

- Quiero que me ayudes a comprar el alma de este sujeto.

- ¿De ebay?

Danny asintió. – De ebay.

- Creí que no permitían vender almas en ebay.

- Sí, el vendedor está usando un agujero legal, está vendiendo el contrato físico, pero eso parece ser suficiente para la magia.

Sam observó a Danny por un momento, y se encogió de hombros, – ¿Sabes qué? Hagámoslo.

- Okey, – dijo Sam, dejando caer un enorme libro en la mesa, obligando a Tucker saltara para salvar su almuerzo, – este hechizo no es para contratos de almas específicamente, pero debería ayudarte a encontrar "magia similar".

- Genial." Dijo Danny, acercando el libro. – ¿Creen que sí podré hacer esto?

- Si no puedes, – dijo Sam, – yo te ayudo.

"Bueno," dijo Tucker, – ¿pueden hacerlo en otro lado? Esa cosa está polvorienta, ¡y yo necesito proteínas para sobrevivir las clases!

Danny caminó alrededor del círculo de hongos tres veces antes de cerrar los ojos y entrar en él. Cuando los abrió, estaba en otro lugar, pero había una delgada línea de magia plateada, guiándolo hacia adelante.

Hasta ahora, todo bien.

- Oh por dios, – gruñó Danny, tirado en el sofá, – todavía has muchos. ¿Por qué todavía hay tantos?

- Bueno, – dijo Jazz, – es posible que todavía esté vendiendo su alma. Así que puede que nunca los puedas conseguir todos.

- Qué horror. – Dijo Danny. – Quiero que se detenga. – Algo cosquilleó, y Danny se sentó de golpe.

- ¿Qué pasa? – Preguntó Jazz, alcanzando su muñequera.

Danny se concentró, pero… – Nada. Supongo que solo me dieron escalofríos.

- Eso es inusual.

- Sí.

- Okey, – dijo el demonio menor dentro del círculo de invocación, – eres bueno negociando, humano. Te lo venderé, con una condición.

- ¿Cuál?

- Que le causes problemas a ese mago bastardo.

- Esa es mi intención.

Danny contempló al demonio frente a él, y levantó su ectoarma modificada. – Bueno, – dijo alegremente – si no lo quieres vender ahora, supongo que puedo hacerte papilla hasta que cambies de opinión.

- ¿Y qué puede hacer un humano como tú? Ni siquiera estás usando un símbo—

Danny le disparó al demonio en la cara con ectoplasma mezclado con agua bendita.

Danny puso su tarea en la mesa y contempló la expresión pretensiosa de Reloj. – ¿Qué quieres decir con que pude haberlos estado robando todo este tiempo?

- Bueno, – objetó Reloj, su voz estaba sincronizada de forma extraña con los relojes de su guarida, – no todos. Algunos solo son transferibles a través de tratos voluntarios, no por posesión de la versión física del contrato. Pero estoy seguro de que sabes bien cómo son los demonios a este punto.

Danny gruñó. – He estado intentado averiguar qué les puedo cambiar o cómo amenazarles todo el mes.

- Así es. Pero quiero que sepas que robarle a los demonios es algo arriesgado.

Resultaba que los demonios no protegían sus bóvedas contra incursiones de humanos vivos tan bien como deberían. Danny se divirtió bastante.

- Mira, – dijo el demonio, – ya ni siquiera la quiero. – Chasqueó los dedos, y una… cosa… apareció de entre una humarada gris. – ¡Mira eso! ¡Parece que me estuviera viendo!

Danny examinó la muñeca que si bien era espeluznante no estaba poseída en la que el contrato estaba escrito y percibió una oportunidad. – Buen punto. ¿Sabes qué? Cambié de opinión. Puedes quedártelo.

- ¡No! ¡Espera! ¡Humano, quédatela! ¡Quédatela! ¡Te pagaré!

- Oye, Sam, conseguí tu dinero.

Con una sonrisa triunfante, Danny añadió el último de los contratos a lo que había apodado 'la pila de malas decisiones de Constantine'.

No tardó en explotar.

Aunque considerándolo bien, Danny pensó, mientras miraba a su alrededor, no fue una explosión. No una muy grande, al menos. Su cuarto estaba completamente intacto. Solo que…

Solo que los contratos habían desaparecido. Destrozados. Había pedacitos de papel (y de relleno de muñeca) regadas en el cuarto como confeti.

Danny gritó por dentro. Qué. Había. Pasado. ¿Constantine les había puesto una trampa a sus contratos de alguna forma? Cretino. ¡Eso era tan injusto!

Solo que… se frotó los ojos, como si eso fuera a ayudar. La magia claramente seguía ahí. Se levantó, usando un poco de su vuelo, y se tambaleó hacia adelante, observando su cuarto un tanto mareado, fulminando con la mirada el cajón en el que había guardado todo, como si tuviera la respuesta a lo que sea que acababa de pasar.

Sintió la magia—claramente se había movido con él. Oh. Eso no era bueno.

- Gran señor, – dijo Congelación, poniendo su mano glacial contra su mano ectoplásmica, – ¿por qué no viniste con nosotros antes? ¿O al menos en vez de ir con Jhonny Trece?

- No sé, – dijo Danny, – ¡creí que podía manejarlo! Y, yo, um, tal vez… no tenía las intenciones más… correctas, o puras.

Congelación hizo una banca de hielo detrás de él sin voltear a ver, lo cual era muy genial. Danny desearía poder hacer algo tan específico sin mirar. – ¿A qué te refieres?

- Bueno, – Danny comenzó con incertidumbre, – él tiene acceso a esta súper genial estación espacial a la que yo quería ir… ¡pero habría sido bueno para todos! Le iba a devolver todos los contratos… así que supongo que habría sido un contrato de alma a la inversa, pero… – se encogió de hombros, – ¡Ahora los contratos se han ido, pero puedo sentir la magia, y no sé qué salió mal!

- Ah, – dijo Congelación, – bueno, no hay nada de malo en seguir tus pasiones, especialmente cuando puedes hacer ambas al mismo tiempo, pero no estoy seguro de que algo haya salido mal, de la forma en la que piensas. Dada la naturaleza única de los contratos del señor Constantine, y tu legítima y total propiedad, sospecho que la magia en todos los contratos simplemente se mezcló, destruyendo las manifestaciones físicas de los contratos y simplemente se anclaron a ti.

- Okey,– dijo Danny, – entonces… ¿qué significa? ¿Me puedo deshacer de esto?

- Gran señor, me temo de que tendrás que acostumbrarte a la idea de, bueno…

- No. – Dijo Danny. – No, no. Se suponía que sería temporal. Yo solo iba a- ¡iba a ser una broma! Yo llegaría, le daría unas órdenes, le enseñaría una lección moral –como lo hace Reloj, ¿sabes?– ¡y entonces se la devolvería! ¡No puedo ser el dueño de alguien de verdad! ¡Eso es esclavitud! ¡No le puedo hacer eso a alguien!

- No tienes que hacer nada con ella, – dijo Congelación, intentando reconfortarlo, –puedes ignorarla completamente… aunque, supongo que será un poco más difícil después de que él muera…

- ¿Qué pasará cuando él muera?

- Bueno, ¿supongo que debería felicitarte por tu primer, eh, vasallo jurado?

- ¿Estás diciendo vasallo para evitar decir sirviente?

Congelación se encogió de hombros.

Danny gruñó. – ¿Qué voy a hacer?

- Tal vez decirle al señor Constantine que su estafa de inmortalidad ya no está en efecto, – sugirió Congelación, – y pasarla bien. Mientras tanto, buscaré… posibles soluciones.

- Okey. – Dijo Danny. – Okey. Voy… a hacer eso.

Danny salió por el portal e inmediatamente se dio cuenta de que no tenía ni idea de cómo contactar a John Constantine. Maldita sea su incapacidad de pensar bien las cosas o planear a la larga. Golpeó su cabeza contra un lado del portal.

Tenía mucho por hacer.

- Entonces, – dijo Jazz, girando en la silla de la computadora, – ¿es aquí donde te dijo que te-?

- Me lo dijiste, lo sé, lo sé. Ughhh.

- Sí, sí, lo siento, hasta yo tengo que regodearme de vez en cuando. ¿Cómo te ayudo?

- ¿Me ayudarás?

- Sí, si me dices qué salió mal.

Danny hizo una mueca. – Más bien qué salió bien.

- No puedo creer que ahora seas el dueño de alguien. – Dijo Tucker, tecleando en su computadora.

- No lo digas así. ¡Se la iba a regresar! Y no voy a, no sé, obligarlo a hacer nada… excepto tal vez mostrarme el Almanaque… ¿al menos así no va a ser torturado cuando muera?

- Eso es muy poco, hermano, pero te perdono. Sé que no querías ser dueño de un tipo.

- En serio no quiero ser dueño de un tipo. Se suponía que iba a ser una broma, y ahora es una tontería de magia inquebrantable.

- Síp. Suena como algo que nos pasaría. Tal vez para la próxima no te metas en cosas de demonios.

- ¡Iba a regresarla!

- Ajá, sé que sí, amigo. – Dijo Tucker. – Wow. Este tipo es más fantasma que tú.

Eventualmente, Danny decidió que lo mejor que podía hacer era tomar el autobús a DC y acercarse a la mesa de recepción. También era lo peor que podía hacer, porque significaba que tenía que ir a DC, con toda la planeación y las excusas que involucraba, pero no podía ser limosnero con garrote.

- Hola, – dijo, poniendo su mejor sonrisa, – yo, uh, estoy buscando a John Constantine.

- Okey, ¿sabes en qué tour está?

- No, es un miembro de la Liga, um, necesito darle un mensaje.

- Oh. – Dijo la recepcionista. – No estoy segura de que alguien con ese nombre esté aquí justo ahora. Si tienes una emergencia, o necesitas reportar un crimen—

- No, no, solo necesito enviar un mensaje. Aquí. ¿Por favor? – Entregó un sobre que contenía una carta que debía explicar todo.

John se paseó al Almanaque, habiendo sido forzado a asistir a una reunión por Zatanna.

- ¡Oye! ¡Constantine! ¡Revisa tu correo, está a reventar

Le hizo un ademán como reconocimiento. ¿Qué podía haber en su correo, al fin?

Un sobre lanzado como un shuriken lo golpeó en la parte posterior de la cabeza. – ¡En serio, se está volviendo un problema!

John fulminó con la mirada al idiota vestido de spandex, pero recogió la carta y mostró que la estaba abriendo. Tomó el pedazo de papel de adentro y se congeló cuando sintió el ligero toque de magia en él. Con un poco más de urgencia, sacó la carta.

Querido señor Constantine, empezaba la carta.

Soy dueño de su alma.

- Ah. – Dijo John. – Coño.