Capítulo 1
Elizabeth miró al señor Darcy con desconfianza, hizo una pequeña reverencia y le agradeció. Luego se alejó lo más rápido que pudo de él lamentándose el no poder haber encontrado una excusa para no bailar con él. 'Ese hombre es aún más pretencioso y arrogante de lo que imaginaba,' pensó Elizabeth.
Por su parte, el señor Darcy observó por algunos segundos como Elizabeth se alejaba, descontento consigo mismo. Cuando le pidió bailar, él pensó que sería una experiencia agradable, pero Elizabeth había buscado discutir con él e incluso, aunque indirectamente, defender al desgraciado de Wickham. Pero nada de eso ya importaba, al día siguiente, él partiría rumbo a Londres y se olvidaría de su paso por aquel lugar y de las personas que allí conoció. Él debía concentrar sus energías en su querida hermana y los asuntos relacionados con Pemberley y los negocios familiares.
"¿Por qué pareces enojada, Eliza?" preguntó Charlotte a su querida amiga.
"No te preocupes, Charlotte. ¿Qué te parece si me acompañas a buscar algún refresco? Quiero estar lo más lejos posible de mi madre y el señor Collins," replicó Elizabeth.
"Está bien, pero si prometes contarme de qué hablaste con el señor Darcy," dijo Charlotte riendo.
"Está bien, pero salgamos de este lugar. Lo único que me hace feliz es ver a Jane tan contenta," dijo Elizabeth y tomó a su amiga del brazo.
Jane estaba al otro lado del salón de baile conversando animadamente con el señor Bingley. Ellos habían bailado el set anterior y él no se había alejado de ella. Tal vez su madre tenía razón y muy pronto el señor Bingley le propondría matrimonio y ella sería la mujer más feliz del mundo.
El señor Darcy no deseaba estar en aquel lugar lleno de gente y bullicio. Si pudiera, él se hubiera ido a su habitación para dormir algo y olvidarse de todo. Pero él sabía que no podía hacerlo por lo que decidió ir a la biblioteca y encerrarse allí hasta que pudiera por fin retirarse.
"Louisa, después de esta noche creo que está más que claro que debemos irnos de este lugar," dijo Caroline mirando con disgusto a su alrededor. Ella estaba furiosa, su casa estaba llena de gente vulgar y el señor Darcy aún no le pedía bailar, pero si lo había hecho con Eliza Bennet.
"No te preocupes, Caroline. Pasado mañana nos iremos a Londres y no dejaremos que Charles regrese a este lugar. Debemos irnos de aquí no sólo por nuestro bien sino el de nuestro hermano. Caroline, escuché a esa horrible mujer diciendo que su hija se casaría muy pronto con nuestro hermano," dijo Louisa horrorizada.
"Louisa, acompáñame a hablar con el señor Darcy. Estoy segura que se fue a esconder a la biblioteca. Él es el único que puede ayudarnos a convencer al terco de nuestro hermano."
Caroline y Louisa salieron del salón de baile rumbo a la biblioteca mientras comenzaban los acordes de una nueva pieza musical y las parejas se acomodaban en la pista de baile.
La señora Bennet estaba feliz y ni siquiera los comentarios sarcásticos de su marido podrían arruinarle la maravillosa velada. Sus hijas menores se veían felices bailando y conversando con sus amigos oficiales y estaba segura que muy pronto Elizabeth recibiría una oferta de matrimonio del señor Collins que no se atrevería a rechazar. Pero lo que más la ilusionaba era ver a Jane tan contenta. Aunque ella era una chica muy discreta, la señora Bennet conocía muy bien a su hija y podía apreciar la felicidad en su modesta sonrisa y como le brillaban los ojos cada vez que miraba al señor Bingley.
Desgraciadamente, la señora Bennet había bebido más ponche de lo que debía y se sentía un poco mareada y acalorada. Por eso, ella buscó un lugar donde no hubiera tanta gente para poder descansar por unos minutos. Finalmente encontró una silla cómoda en un corredor donde no había nadie donde se sentó a pensar en todo lo bueno que el futuro le deparaba. Ella cerró sus ojos, pero una voces que le parecieron familiares interrumpieron su descanso. Aquellas personas estaban hablando de su familia y ella sintió curiosidad por saber qué decían. Entonces, sin que nadie se diera cuenta, acercó la silla a la puerta que estaba semi abierta e intentó oír la conversación.
"Sentimos mucho tener que interrumpirlo, señor Darcy. Me imagino que usted como nosotras vino a este lugar a buscar un poco de paz," dijo Louisa.
"Así es, señora Hurst. Pero por favor, no se preocupen, me sentaré en aquella silla cerca de la ventana a leer y ustedes pueden acomodarse en los sillones cerca de la chimenea." El señor Darcy lo que menos deseaba era tener que conversar con las hermanas de su amigo.
"Señor Darcy, la verdad es que vinimos aquí con la esperanza de poder hablar con usted de un asunto bastante delicado. No sólo necesitamos su ayuda, sino también su consejo." Cuando Caroline vio que tenía la atención del caballero, no dudó en decirle todo lo que había planeado. "Y esa horrible mujer le dice a todo el que quiera escucharla que Charles se va a casar con su hija."
"Se imagina usted, señor Darcy, que mi hermano se vea obligado a casarse con Jane Bennet. Una mujer sin ningún talento, sin dote y con familiares comerciantes," dijo Louisa exasperada.
"Y a todo eso debemos agregarle la vulgaridad de esa señora Bennet y sus hijas, especialmente las menores. Allí están en el salón de baile bebiendo ponche, coqueteando descaradamente con todos los oficiales mientras la madre las mira con orgullo y el padre las ignora. Para nosotros sería una tremenda degradación tener que emparentarnos con ese tipo de gente," finalizó Caroline.
"Entiendo, y creo que tienen buenas razones para estar preocupadas. Yo estuve observando a la señorita Bennet y dudo que sienta algo más que amistad por Bingley. Aunque ella se comporta como una dama, no confío en su madre y creo que ella es capaz de hacer cualquier cosa con tal de casar a su hija con un hombre de fortuna. Además, concuerdo con ustedes que la vulgaridad de las hijas menores es espantosa, pero qué más se puede esperar tomando en cuenta la madre que tienen."
La señora Bennet estaba sorprendida con todo lo que había escuchado. Era tan grande su impresión, que no sabía si sentir indignación o tristeza. Lo único que atinó a hacer fue alejarse de aquel lugar e ir en busca de su esposo. En ese momento se sentía vulnerable y no deseaba estar sola.
Cuando regresó al salón de baile, se sentó al lado del señor Bennet y comenzó a observar a todos los que estaban a su alrededor. Entonces, y tal vez por primera vez, notó las caras de censura de sus vecinos mientras con disgusto miraban a Lydia y Kitty. Ella notó como sus dos hijas menores eran las únicas que corrían, gritaban de un lugar al otro del salón y bebían más de la cuenta. Esa noche, ella no dijo nada más y sólo se dedicó a observar y descubrió muchas cosas que antes no había querido ver.
P&P
"Mamá, iré a caminar pero regresaré a tiempo para desayunar con la familia," dijo Elizabeth. Ella estaba un poco preocupada porque la señora Bennet en las últimas semanas estaba actuando de una manera muy extraña. De hecho, se levantaba temprano y ella siempre prefería quedarse en cama hasta tarde.
"Está bien, supongo que el ejercicio es bueno para una chica tan inquieta como tú. Lizzy…"
"¿Necesitas algo, madre?"
"No… Ve a caminar y regresa a tiempo."
La señora Bennet fue a la cocina a hablar con Hill y Elizabeth aprovechó para escabullirse de la casa. Ella se sentía inquieta y triste por la situación de Jane. Aunque su querida hermana intentaba ocultar su tristeza, ella podía ver en sus ojos su pesar. Ella estaba segura que las hermanas del señor Bingley y su odioso amigo se habían encargado de alejarlo de Jane. Pero ella tenía un plan, en pocos días llegaban los Gardiner y ella pensaba hablar con su tía para que invitara a Jane a pasar una temporada en Londres con ellos. Tal vez estando allá, ella podría reencontrarse con el señor Bingley.
Cuando llegó al tope de la colina, Elizabeth respiró hondo y miró hacia el valle con orgullo. Esa era su tierra, su hogar y el lugar que amaba y del cual algún día tendría que irse. Casi tres semanas atrás el señor Collins le había propuesto matrimonio y ella lo había rechazado. En pocos días más, Charlotte sería la flamante señora Collins, y en unos años más, la nueva patrona de Longbourn.
Aunque Elizabeth sentía pena y algo de angustia al pensar que algún día tendría que dejar el único lugar al que podía llamar hogar, ella sabía que jamás podría haber sido feliz con ese hombre. Ella esperaba que su madre la regañara e hiciera una de sus famosas pataletas para forzarla a aceptar a ese hombre. Sin embargo, la señora Bennet habló con Elizabeth para hacerla entender el alcance de su decisión, pero pareció aceptar sin mayores reparos su decisión.
'¿Por qué estás tan distinta, mamá? Creo que hasta extraño a la señora Bennet que reclamaba por todo," pensó Elizabeth sonriendo. Luego, miró hacia el valle por última vez, y regresó corriendo a casa.
Cuando Elizabeth entró al comedor, estaban todos sentados pero aún no habían comenzado a comer. Ella besó a su padre en la frente y se sentó al lado de Jane. Como siempre, Lydia y Kitty no paraban de hablar y Mary intentaba leer su libro de sermones mientras comía.
"Denny me dijo que él y sus amigos tienen esta tarde libre. Estoy tan feliz que no está lloviendo porque podré pasar la tarde con ellos. Me invitaron a pasear y estoy segura que las odiosas hermanas Long van a morir de envidia al ver que todos los oficiales están enamorados de mí," explicó Lydia.
"A mí también me invitaron, y yo creo que muchos de ellos están enamorados de mí y no de ti, Lydia," agregó Kitty exasperada.
"Eso no es verdad…"
"SILENCIO," gritó la señora Bennet. "Ustedes no van a ir a ningún lugar esta tarde. Si los oficiales quieren verlas, que vengan a esta casa y pueden pasear por el jardín con la supervisión de Lizzy y Jane. Y más vale que les hagan caso porque ellas saben cómo comportarse. Y tú, Mary, deja ese libro, puedes leerlo más tarde. Ahora estás desayunando con tu familia."
Las cinco hijas se miraron entre ellas sin entender muy bien lo que estaba pasando. La señora Bennet estaba muy cambiada, pero no le había explicado a nadie por qué actuaba de una manera tan diferente a la que ellas conocían. Lo único que Jane había notado, era que su madre le escribía todas las semanas a la señora Gardiner y se encerraba por horas a leer las largas cartas que su cuñada le enviaba.
"Ya escucharon a su madre, o esos hombres vienen aquí a visitarlas o no los verán," agregó el señor Bennet sonriendo. Luego, y sin que nadie lo notara, le acarició brevemente la mano a su esposa que no pudo evitar mirarlo y sonrojarse.
P&P
"Darcy, no puedo creer que no quieras regresar conmigo a Hertfordshire. Pensé que pasarías todo el invierno conmigo enseñándome a administrar una hacienda. Bueno, supongo que tendré que arreglármelas solo, tal vez pueda pedirle ayuda al señor Bennet," dijo el señor Bingley.
Caroline y Louisa miraron al señor Darcy. Ellas sabían que él era el único que podía convencer a su hermano de olvidarse de aquella locura de regresar a ese lugar lleno de salvajes.
"Bingley, voy a ir directo al punto y espero recibir una respuesta igual de directa. ¿Deseas regresar a Hertfordshire con la sola intención de aprender a administrar una hacienda?"
"Bueno… yo," dijo el señor Bingley mirando a sus amigas y hermanas. "Hice muchos amigos en ese lugar y quiero tener la oportunidad de conocerlos mejor…"
"Charles, el señor Darcy te pidió que seas sincero. Si tanto insistes en volver es porque quieres ver a esa mujer con esa familia vulgar y…"
El señor Darcy no deseaba alargar la conversación más de lo necesario, por lo que interrumpió a Caroline. "Bingley, durante el tiempo que pasamos en Hertfordshire, le prestaste desmedida atención a la señorita Bennet, tanto, que creo generaste algún tipo de expectativas. Si regresas, debes tener claro que su familia asumirá que lo haces para formalizar vuestro vínculo."
"Bueno, si eso es lo que todos esperan, yo no tengo inconveniente. La señorita Bennet no sólo es hermosa sino también gentil y muy educada. Además, es la hija de un caballero…"
"Oh, Charles, Jane Bennet es la hija de un caballero insignificante, no tiene dote y con una madre y hermanas vulgares. Las menores son unas coquetas, la del medio es ridícula y Eliza impertinente y mal agradecida." Cuando Caroline mencionó a Elizabeth miró con una risa burlona al señor Darcy.
"No olvides, Caroline, al tío comerciante y al abogado del pueblo," agregó Louisa con disgusto.
"Pero nada de eso es importante porque la señorita Bennet es muy distinta a su familia," dijo el señor Bingley defensivamente.
"Bingley, creo que tienes razón en aquello. La señorita Bennet actúa de una manera muy distinta a su familia, pero eso no es suficiente razón para querer unir tu vida a la de ella. Si estás dispuesto a hacer el sacrificio de casarte con una mujer que no aportará ni dinero ni conexiones, no deseas al menos tener a alguien que te ame a tu lado."
"¿De qué hablas, Darcy?"
"¿Estás seguro que la señorita Bennet está enamorada de ti? Si le propones matrimonio, ¿crees que ella está en posición de rechazarte? Casarse contigo podría ser una forma de asegurar su futuro y el de su familia."
"Bueno… yo creo que…"
"Esa mujer horrible jamás permitiría que su hija te rechazara," dijeron Caroline y Louisa al mismo tiempo.
"¿Y tú qué piensas, Darcy?"
"Puedo decirte que miré con detención a la señorita Bennet y jamás noté en su rostro o manera de interactuar contigo ningún tipo de consideración especial hacia ti." El señor Darcy explicó con detalles a su amigo todo lo que había observado y que estaba convencido que los sentimientos de Jane Bennet por el señor Bingley no eran más que de amistad.
El señor Bingley no pudo contradecir a su amigo. Él mismo había notado como Jane parecía ocultar algo y siempre mantenía cierta distancia. Su sonrisa era cálida, pero nunca abierta y contagiosa como la de su hermana Elizabeth.
"Creo que deberé pensar mejor si deseo regresar a Hertfordshire. No quisiera generar problemas a nadie, y menos a la señorita Bennet," dijo el señor Bingley decepcionado.
Caroline y Louisa estaban felices e invitaron al señor Darcy a cenar con ellos, pero él se disculpó. Él no deseaba pasar ni un minuto más en esa casa hablando de la familia Bennet o Hertfordshire. Eso ya estaba en el pasado y él tenía otros asuntos más importantes en qué ocupar su mente.
Desgraciadamente cuando él regresó a casa Darcy listo para comer algo y descansar leyendo en la biblioteca frente a la chimenea, la señora Annesley le pidió unos minutos para hablar con él
El señor Darcy estaba contento con los servicios de la nueva dama de compañía de Georgiana y por eso no tomó bien la noticia de que ella no podría seguir trabajando para él.
"Como le expliqué, señor Darcy, mi hija se ha casado con un caballero de Escocia y desea que me vaya a vivir con ellos. Pronto nacerá mi primer nieto y mi hija me necesita junto a ella. Siento mucho crearle estos inconvenientes a usted y su hermana y aprecio mucho todo lo que han hecho por mí."
La señora Annesley había perdido a su esposa unos años atrás y ella y su hija habían buscado empleo para sobrevivir. Pero su hija había logrado casarse con un hombre con cierta fortuna y no era necesario que ellas continuaran trabajando.
"Entiendo perfectamente, señora Annesley, su deber y lugar está con su familia. ¿Me podría decir cuándo planea irse a Escocia?"
"Pretendo poder viajar antes de la Navidad, si eso no le causa inconvenientes a usted."
"No, por supuesto que no. Es lógico que quiera pasar las fiestas de fin de año con su hija."
La señora Annesley se retiró y el señor Darcy quedó preocupado pensando que tenía casi un mes para reemplazar a la dama de compañía de Georgiana. Ellos pasarían la Navidad con los Fitzwilliam y sólo al regresar a Londres, comenzaría a buscar a la reemplazante de la señora Annesley.
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"No sabes lo feliz que estoy de que ustedes estén aquí, mi querida Madeline. No creo que hubiera podido lidiar con todo esto yo sola," dijo la señora Bennet secándose las lágrimas.
"Tienes que tener fe, Fanny. Tu marido es un hombre fuerte y con el debido cuidado podrá recuperarse," dijo la señora Gardiner tomando la mano de su cuñada.
"Eso espero, querida. Justo ahora que las cosas habían mejorado tanto entre nosotros ocurre esta tragedia. Gracias a tus consejos y guía he logrado comprender tantas cosas que no supe ver durante años. Oh, Madeline, ¿qué será de mí y mis hijas si el señor Bennet no se recupera?"
Jane y Elizabeth miraban a su padre con mucha pena, pero no eran tan optimistas como su tía Gardiner. El señor Bennet estaba cada día más débil y el doctor les había dicho que él no podía hacer nada más por el paciente.
Elizabeth se sentía no sólo triste sino también culpable. Si ella hubiera aceptado la propuesta del señor Collins, al menos su familia tendría que sólo sufrir la pérdida de su padre y no también del hogar. Pero ya era demasiado tarde para arrepentirse y ella debía buscar otra manera de ayudar a su familia.
"Lizzy, te conozco muy bien y sé lo que estás pensando. Por favor, no te sientas culpable, nada de esto es tu culpa," le dijo Jane al oído a su hermana. A ella le daba mucha pena ver a Elizabeth tan angustiada.
"Jane, te juro que si nuestro padre… Yo seré quien las protegerá, no sé cómo, pero yo me encargaré de que nos les falte nada," dijo Elizabeth y abrazó a Jane.
"Fanny, tu marido quiere hablar contigo," dijo el señor Gardiner. Él venía del cuarto de su cuñado y por su cara todos adivinaron lo que estaba pasando.
La señora Bennet fue inmediatamente al lado de su esposo, mientras el señor Gardiner se encargaba de consolar a Lydia y Kitty, y la señora Gardiner abrazaba a Mary.
En el último mes, el señor Bennet se había visto motivado por el cambio de actitud de su esposa a hacer algo más por su familia. Entonces, se levantaba temprano y se encargaba personalmente de las tareas que antes delegaba a otros. Una contagiosa gripe afectó a parte de los habitantes de Meryton y la familia Bennet. Lydia, Mary y el señor Hill estuvieron muy enfermos pero lograron recuperarse. Desgraciadamente, el señor Bennet no mejoraba y el doctor estaba convencido que le quedaban muy pocas horas de vida. Él había visto fallecer al coronel Forster y pensaba que el señor Bennet correría la misma suerte.
"Fanny, querida, quiero que sepas que pese a todo y…" el señor Bennet no pudo seguir hablando porque una tos rebelde le quitó la poca energía que le quedaba.
"Thomas, por favor descansa," dijo la señora Bennet tratando de controlar sus nervios.
Una vez que el señor Bennet pudo controlar su tos, con el poco aliento que le quedaba le dijo a su esposa todo lo que necesitaba comunicarle. "Fanny, yo siempre te he querido, perdóname que no haya sido el marido que esperabas."
"Yo tampoco fui la esposa que merecías, mi querido señor Bennet," dijo la señora Bennet y le besó la mejilla a su esposo.
"Querida, quiero que sepas que invertí una pequeña suma de dinero en el negocio de Edward y que con los intereses que genera ustedes podrán tener suficiente dinero para arrendar alguna propiedad en Meryton…"
"Lo sé, mi hermano me lo dijo. Nosotras estaremos bien, yo… Yo seré la madre que nuestras hijas merecen, te lo prometo, mi querido Thomas," dijo la señora Bennet y no pudo evitar abrazar a su esposo y llorar desconsoladamente.
"Querida, dile a las niñas que vengan, quiero estar con todas ustedes cuando llegue mi hora," dijo el señor Bennet casi con su último aliento.
A los pocos minutos, Jane, Elizabeth, Mary, Kitty y Lydia entraron al cuarto de su padre y se acomodaron alrededor de su cama.
"No saben el gusto que me da ver a las cinco chicas más bobas de toda Inglaterra junto a mí," dijo el señor Bennet provocando las risas de sus cinco hijas.
Casi una hora más tarde, el señor Bennet falleció rodeado de todas sus hijas y en paz. Aunque él sabía que su esposa estaba muy lejos de ser una persona madura y equilibrada, él estaba orgulloso de ella por querer cambiar y darse cuenta de lo equivocada que había estado en los últimos años. Él siempre se consideró intelectualmente superior a ella, sin embargo, fue ella quien le hizo entrar en razón y querer cambiar.
Jane y la señora Gardiner se encargaron de contener a la señora Bennet y las hermanas menores, mientras el señor Gardiner se hizo cargo de los arreglos para el funeral.
Por su parte, Elizabeth corrió hasta la cima de la colina en busca de consuelo. 'Debo llorar y superar esta pena tan grande que siento lo antes posible. Debo buscar empleo, mi madre y mis hermanas me necesitan y no pienso fallarles…' pensaba Elizabeth mientras no podía dejar de llorar.
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Este es el primer capítulo de mi nueva historia. ¡Espero les guste!
Sólo quiero mencionarles algunas cosas por si desean seguir la historia. Yo no edito, sólo escribo y publico. De esta forma puedo actualizar periódicamente y escribir capítulos largos. Además, escribo los sujetos cuando no es necesario en español para ayudar a aquellos que sigan la historia por el traductor.
Bueno, compartan sus ideas y opiniones. Les aviso que esta historia es un poco larga y tendrá como protagonistas a Jane y Elizabeth. Ambas intentarán buscar la manera de proteger a su madre y hermanas y en ese camino les pasarán muchas cosas.
Dear readers, I plan to translate this story into English for those who do not read Spanish and are interested in reading it. In English, its name will be "A New Beginning."
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
Yo