®Shingeki no Kyojin es propiedad de la mente maestra de Hajime Isayama
No quería publicar esta historia.
Bueno, al menos no hasta tener más de la mitad escrito.
Pero lo estuve pensando, y considerando la importancia de esta fecha, decidí subirla hoy
Esta historia habla de la lucha por la libertad que tanto caracterizó a Shingeki no Kyojin, así que, qué mejor momento para publicarla que este.
¡Gritemos con brío!
¡Muera la opresión!
Persiguiendo la Libertad
Sin dudar, con aquella agilidad que le caracterizaba, aniquiló al titán. Continuando con la misión como dictaba su deber, sin mirar atrás.
Había sido así siempre. Seguir adelante, dar ejemplo, ser fiel a la causa. Ser fiel a Marley y seguir actuando como tal si quería mantener la farsa; aún si debía seguir manchándose las manos de sangre inocente; aún si eso significaba darle la espalda a los suyos.
Su madre había sido ejecutada a la usanza de Marley cuando se descubrió parte del complot. En aquel momento, tragándose toda su ira y dolor, tuvo que mantenerse firme y fingir que estaba de acuerdo. La traidora le dirigió una última mirada inundada en lágrimas, cargada de mil significados que sólo ellos dos podían entender.
«Sigue adelante, Levi», le había dicho Kuchel antes de su ejecución. «Incluso si eso significa darme la espalda y dejarme morir, tienes que seguir adelante. Nuestra misión es mucho más importante que mi vida.»
Tiempo después, de pie en la frontera que separaba el infierno del resto del mundo, la vio convertirse en un demonio para siempre.
Eso no le detuvo. Siguió adelante con aquella farsa, jugando a ser el buen perrito obediente que decía sí ciegamente a todo lo que se le ordenaba. Él debía ser firme en su causa y nada debía interponerse en su camino. Ni siquiera ella.
Petra Ral era una joven de ideas firmes y convicciones claras. Se oponía al estigma que le había sido imputado, cuestionaba la historia que se les contaba, el por qué su gente debía pagar por los crímenes de sus antepasados. Su padre le había advertido muchas veces que debía ser prudente y mantener sus ideas para sí, pero ella no le hizo caso. No podía callarse, no cuando el mundo le odiaba, no cuando tenían que sufrir y vivir en una jaula.
Fue así como sus caminos se cruzaron. Una eldiana que no podía conformarse con la vida que llevaban. Un soldado de Marley que había convertido a muchos de los suyos en monstruos sin intelecto.
Debió haberla reportado de inmediato. Debió entregarla a sus superiores y arrestarla por su conducta anti-Marley, llevarla hasta Paradis y transformarla en un titán. Pero no pudo.
Por primera vez, Levi, el del apellido prohibido, fue detenido por una emoción desconocida.
Duda.
Levi dudó cuando sus miradas se conectaron. Vio el odio, la determinación que solo nace en una de mil almas, la furia inundando en fuego sus ojos azules.
—Me llevaré a ésta —dijo entonces sin emoción, conduciéndola por un pasillo diferente.
—¿De verdad? —una expresión de asco y sorpresa marcaba las facciones de su compañero—. No creí que eras de esos.
—Cierra la maldita boca o haré que seas al que envíen al paraíso —amenazó. Ni siquiera tuvo que alzar la voz. Su mirada gélida transparentaba suficiente.
—E-está bien, no- no diré nada.
No fueron necesarias más palabras.
El temeroso subalterno se fue sin dudar. No sería el primer hombre al que Marley enviaba a Paradis como cebo para titán, incluso si se trataba de uno de sus propios ciudadanos.
Petra Ral le observó irse con una mezcla de terror y desesperanza, intuyendo de antemano lo que le esperaba. Había oído de ello, rumores a medio susurrar en la oscuridad de la noche, que nadie terminaba de creer. Marley era cruel… pero orgulloso para poner límites. Generalmente.
—Mátame ahora —dijo ella cuando la reja de la celda se había cerrado tras sí—. Prefiero morir antes que...
—No te traje por eso —interrumpió él sin inmutarse, encendiendo una lámpara.
—¿Ah, no? —replicó ella, mordaz—. No te creo. Ya estoy muerta de todos modos. No cambiará nada mientras llegue respirando a —se le quebró la voz— ese… ese lugar.
—No voy a hacerte daño —repitió con más firmeza.
—Estás mintiendo.
—Estoy diciendo la verdad —se impacientó. Su arma colgaba de su hombro, y extrajo un cuchillo de su bota—. Te traje por una razón.
—¿Qué razón? —la pregunta estaba cargada de acidez.
—Tu odio hacia Marley. No te conformas con la vida que tienes, cuestionas todo, incluso mis palabras. Puedes sernos útil.
—¿Es esto algún tipo de prueba, una especie de interrogatorio? ¿¡Qué más cargos pueden levantar en mi contra!? ¡Ya estoy muerta, ¿qué más podrían querer de mí?! —se detuvo abruptamente, el aire se le había acabado al hablar tan de prisa—. ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué te burlas de mí así?
El soldado perdió la paciencia. Su rostro adquirió dureza, al igual que su voz.
—Fue tu bocota lo que te puso aquí, en primer lugar. De no ser por mí, estarías en la celda de los condenados esperando a ser ejecutada —hizo una pausa antes de continuar—. Es tu decisión si creerme o no. Puedes confiar en mí y salvar tu patética vida, o no hacerlo y terminar como todos los demás. Pero sea lo que sea que elijas, hazlo rápido.
Petra se quedó paralizada en su sitio, sin poder procesar la información que le ofrecían. ¿Una salida, de verdad? El hombre no parecía ser de los que pierden su tiempo con bromas, y comenzó a pensar que tal vez decía la verdad. Pero, ¿y si todo era mentira? ¿Y si aquello no era más que una máscara y en realidad era alguna clase de sádico que disfrutaba jugando con las mentes de sus víctimas?
La muchacha pareció debatirse intensamente en qué hacer. Hasta el momento, no la había lastimado, pero eso no significaba que no lo haría después. Había visto a muchos como él, hombres crueles que no tenían ningún respeto por la vida humana y habían asesinado a cientos de eldianos. ¿Qué pasaría si todo era mentira y él sólo jugaba con ella del mismo modo que un gato juguetea con su presa?
—No tengo todo el maldito tiempo del mundo —presionó él, observándola por encima de la punta de su cuchillo.
Petra inspiró hondo y tomó una decisión arriesgada.
—Está bien —se esforzó para que su voz no temblara—. Voy a confiar en ti.
Alzó la cabeza, y aunque había unas lágrimas necias formándose en sus ojos, su mirada era decidida, como si aceptara cualquier cosa que el futuro le lanzara de allí en adelante.
—Ya era hora.
El soldado se aproximó hasta ella sin soltar su cuchillo. Ella cerró los ojos, esperando acaso un golpe mortal, pero nada vino. En lugar de eso, las ligaduras de sus pies se soltaron y las de sus manos se aflojaron. Era libre.
Petra lo miró sorprendida, todavía sin poder creer lo que estaba pasando. Aquel hombre no había mentido.
—¿Por qué rayos me miras así? —le cuestionó con el ceño fruncido—. ¿No te dije que te salvaría? —chasqueó la lengua, irritado—. Vámonos ya. No podemos perder más tiempo.
Petra asintió en silencio, sin saber qué decir. Salió de la celda guiada por él, la luz de las antorchas lastimando sus ojos azules, camino a la libertad.
—¿Cómo te llamas? —preguntó al cabo de un rato, cuando habían salido del edificio.
—Eso no importa ahora —respondió él—. Andando.
El trayecto fue silencioso. El soldado la condujo en medio de la oscuridad, atravesando callejones con la agilidad de un gato. Era como si conociera aquel sector como la palma de su mano, mientras que ella se sentía perdida en un mundo enorme y cruel. Perdió la noción del tiempo, aunque estaba segura de que había caminado lo suficiente como para cubrir una distancia de kilómetro por lo menos. Finalmente, tras lo que parecieron horas, se detuvieron frente a lo que parecía la entrada trasera de una taberna. A lo lejos, se oía la mezcla indistinta de risas, voces y música.
El soldado tocó la puerta, y luego se volvió hacia ella.
—Te quedarás aquí —habló por primera vez en lo que pareció mucho tiempo—. Si quieres vivir, más te vale hacer lo que se te dice y mantener la maldita boca cerrada. De lo contrario, voy a enterarme y yo mismo me encargaré te cortaré el cuello para que nunca más vuelvas a hablar. ¿Está claro?
Petra apenas logró asentir ante una amenaza tan directa. Claramente el hombre no tenía pelos en la lengua, pero resultaba estremecedor viniendo de la persona que la había salvado. Siendo honesta, hubiera deseado un trato mejor, pero tratándose de un soldado al servicio de Marley no podía esperar mucho.
Afortunadamente, se ahorró tener que soportar más el tortuoso momento, cuando la puerta se abrió revelando a una mujer. Era alta y atlética, de cabello y ojos castaños. Usaba gafas, y llevaba una toalla en su mano derecha. La observó de abajo hacia arriba, captando en un instante su figura maltrecha. Una mirada de reconocimiento cruzó sus ojos, y éstos se posaron en algún punto detrás de Petra, para luego volver hacia la muchacha.
—Cuídenla —dijo la voz del soldado, pero cuando Petra miró atrás, éste ya no estaba.
La mujer de gafas se quedó en silencio un momento, como pensando qué debería hacer, pero reaccionó rápidamente e hizo pasar a Petra.
—Pasa, pasa. Debes estar agotada.
Petra entró, sin dejar de mirar atrás en busca del hombre que la había salvado, pero era como si se lo hubiera tragado la tierra.
—Se ha ido —dijo la mujer—. Entra, entra, hace frío.
Petra la escuchó sin responder, siguiéndola a través de un pasillo rústico, con poca iluminación. Las paredes estaban desnudas, y las bombillas titilaban, causándole mareos. Se distrajo observando a su alrededor, en busca de algo interesante, o acaso una ruta de escape si las cosas salían mal, pero el pasillo no tenía puertas y parecía extenderse sin fin, aunque claro, aquello solo era imaginación suya. Hasta ahora todo iba bien, pero tenía que reconocer que en el fondo aún tenía dudas.
—No tienes por qué temer —dijo la mujer, como si adivinara sus pensamientos—. Aquí estarás a salvo. No es mucho pero nos la arreglamos bien. Todos ayudamos en algo, así que nunca nos hace falta nada. Ya encontrarás algo que puedas hacer…
—Disculpe —la interrumpió Petra, sin poder soportar más las preguntas que rondaban su cabeza y oprimían su pecho—. Pero, ¿quiénes son ustedes, por qué me ayudan?
La mujer detuvo sus pasos, justo cuando estaban por alcanzar una puerta.
—Compartimos la misma sangre —le dedicó una mirada cordial—, somos hijos de Ymir.
Ahora la desconcertada era Petra. Eldianos viviendo fuera de los guetos. No lo podía creer.
—Debes estar muy confundida —su voz se tornó suave, comprensiva—. No importa, te lo explicaremos luego. Debes tener hambre, ¿no?
Petra no supo qué responder, aun sin poder salir de su asombro.
—Bien, pasa adelante, te traeré algo.
Petra estudió la habitación que se abría frente a ella. Era pequeña, con el espacio bien distribuido. Había una cama individual, una mesa regada con papeles —de hecho había papeles por todos lados, incluida la cama—, un baúl grande, un estante repleto de libros, y carecía de ventanas.
—Ignora el desorden —se excusó su anfitriona con una sonrisa nerviosa—, no he tenido tiempo de limpiar. Pero en fin, te traeré ropa limpia para que te cambies. También tenemos agua, pero por desgracia a esta hora ya está fría así que…
—Está bien —aceptó Petra—. Gracias.
La otra sonrió, saliendo de la habitación para guiarla hasta el cuarto de baño. Era más pequeño que el dormitorio, tenía una tina llena hasta la mitad, un lavabo e inodoro, y una repisa que contenía algunos productos de aseo personal de aspecto gastado. Tampoco tenía ventana, y estaba iluminado por una bombilla que parecía que en cualquier momento se apagaría. El espejo estaba roto y tenía motas de humedad, para variar.
—Si necesitas algo, no dudes en llamarme —se ofreció, saliendo del baño.
—Espera —la mujer de gafas se detuvo en el umbral—. ¿Có-cómo te llamas?
—Hans.
—Soy—
—Hoy comienza una vida para ti —le cortó Hans—. Vas a necesitar un nuevo nombre, y estoy segura de que aún no has pensado en ello —el silencio de la muchacha confirmó sus palabras—. Cuando estés lista, entonces me lo dirás.
—Rosalie —Hans detuvo sus pasos, impresionada por la rapidez de la muchacha—. Puedes llamarme Rosalie.
—Rosalie —sonrió—. Me gusta.
Petra sonrió también. Rosalie era un buen nombre.
Cuando llegó a casa, era pasada la medianoche. Dejó su gorra sobre el perchero, y se dirigió directamente a su habitación. Se desvistió, ya sin la rapidez con que solía hacerlo, cuando era un novato y sentía que aquellas ropas malditas le quemaban. Había madurado y aceptado su papel, con todo lo que implicaba.
Sin embargo, esa noche había ido en contra de su propósito, se había arriesgado mucho al salvarle la vida a aquella chiquilla. Si no tenía cuidado y su compañero se iba de bocón, tenía mucho que perder.
Se masajeó las sienes, agotado. Había sido un día duro, y el que vendría no sería menos difícil. Quisiera o no tendría que hacerse cargo de la mocosa, hablar con sus compañeros al respecto y soportar el sermón que Erwin le daría. Chasqueó la lengua al pensar en lo último, previendo el aburrido discurso que su superior le echaría por tomar decisiones así sin consultarle primero. Pero lo hecho, hecho está, y ya no podía retractarse. No podía llevarla de regreso al destino que tenía, no cuando le había prometido que la salvaría.
—¿Qué demonios he hecho? —se preguntó, llevándose la mano a la cara.
Esta historia nació en 2019 (¡2019!) y su historia es curiosa y algo compleja. Primero pensé en una historia donde un marleyano y un eldiano se enamoraban, un rivetra, pues. Por algunas semanas se quedó en solo una idea. Luego se convirtió en un Levi es un espía de Marley, así que para poder ganarse la confianza de Marley debe ganarse la confianza de la Legión primero… como consecuencia, se ve obligado a matar titanes sabiendo que una vez fueron humanos, y peor aún, sabiendo quienes fueron… Poco después comencé a darle forma a este enredo, escribiendo de a poquito, hasta que pude llegar a las mil palabras. Por desgracia esas mil palabras se perdieron y no pude recuperarlas… (Nunca editen en winrar) Pero en fin, ya la idea tenía una forma más concreta, así que reescribí esa parte perdida y comencé a trabajar a partir de allí (aunque nunca me terminó de gustar).
Por otro lado, parte de esta historia es adaptada de una sub-trama que había descrito muy por encimita en otro fic, el cual es un U/A donde Levi es un famoso escritor y Petra está disgustada por el desenlace de la saga que él escribe. Y esta historia que él escribe es una especie de u/a inspirado en SNK donde las cosas se desarrollan en Marley pero con los personajes de Paradis.
Y es así como llegamos aquí. Tenemos a los personajes de los muros interactuando en Marley. Como muchos llevan vidas de ciudadano marleyano promedio, se conocen dentro de la resistencia por nombres falsos sin saber cuáles son sus nombres reales. De hecho, un par de esos nombres los tomé prestados de aquel fic que mencioné.
Y bueno, esa es la historia.