Hola a todos, ya había publicado esta historia, me disculpo con los lectores (y con los personajes). Me inspiré un poco en el cuento La sirenita de Hans C. Andersen y en la novela El país del agua de Jacqueline Balcells. Recomiendo la lectura de ambas obras, no se arrepentirán.
Dedico este fanfic a Hanako y compañía, a mis amistades Alejandra y Claudia - ¡gracias por creer en mí! -, a mis antepasados y a los seguidores del manga y anime.
Capítulo I
Había una vez, en una costa de Japón, un cardumen de peces liderados por una criatura conocida como la Sirena. Podía parecer severa a primera vista, sin embargo, se preocupaba sinceramente por las entidades oceánidas.
Una tarde encontraron de casualidad a una pareja que agonizaba debido a un derrame de petróleo. Pese a su esfuerzo, el clan nada pudo hacer por salvar a los pobres desafortunados, sólo asegurar que iban a cuidar de su única hija, Nene.
Pasaba el tiempo y Nene crecía en edad y belleza. A menudo deambulaba por los barcos hundidos en busca de objetos humanos cuando no visitaba la tumba de sus padres (y los animales, llevados por el cariño hacia "su princesa", encubrían las salidas) o bien oía historias del mundo de la superficie en las reuniones anuales que mantenían en contacto con su grupo los seres del mar. En aquellas ocasiones, se ocupaba de confeccionar guirnaldas de flores para la decoración, siendo felicitada sinceramente por su talento.
-Yo no olvido lo que sucedió a mis amados familiares, pero no creo que todas las personas sean crueles -dijo una noche la pececita a la Sirena en tono angustiado.
-Querida, allá no se preocupan del medio ambiente, a algunos nos comen o nos tienen de mascotas. Durante varios años se ha prohibido el contacto entre nuestros mundos y así debe ser -respondió ella-. No te imaginas como nos dolería perderte, no logramos ayudar a tus parientes, al menos a ti te vamos a proteger.
Los demás dirigieron miradas de lástima a la pequeña, aunque nadie se atrevió a replicar. Se retiraron a dormir a sus respectivas conchas (con algas entretejidas a guisa de mantas) y en el mismo instante en que los brillantes orbes de Nene estaban a punto de cerrarse, una sombra pasó sobre su cabeza. No podía tratarse de una ballena, una orca, un cachalote, no, la joven tuvo la sensación de que algo diferente surcaba las aguas. Se incorporó y ahogó un gemido al descubrir que era un navío.
- ¿Qué hago? No puedo desobedecer y no es mi intención preocupar a los otros… Tal vez no habrá oportunidad a futuro… Quizás si voy con sigilo nadie se va a dar cuenta…
Un ceño de resolución extraño en ella apareció en el tierno semblante y con unos movimientos gráciles que no podrán ser igualados por ningún otro habitante del líquido vasto, Nene nadó con celeridad hacia arriba. La luna y las estrellas fueron admiradas por sus dulces ojos y soplaba un viento gélido. La aventurera no pudo reprimir un estremecimiento, no por la temperatura gélida sino por la emoción que recorría sus finas escamas.
¡SPLASH!
Una corona de objetos rojos que se veían suaves aterrizó cerca de Nene, salpicando su cuerpo. Casi dijo en voz alta que no había que ensuciar la naturaleza, lo que contempló le dejó paralizada de estupor.