He aquí el desenlace del relato. Agradezco a quienes llegaron hasta el final. En la escena del enfrentamiento les sugiero oír el opening de la primera temporada -puede ser en español o japonés, como ustedes prefieran- y en la escena de Mei pueden escuchar Kiseki no umi de Maaya Sakamoto. La interpretación de Simone Anisinger también es impresionante. Se despide vuestra servidora Fernanda.

Capítulo VII

Tiara indicó el reflejo de la luna en el mar.

- ¡Creo que se está solidificando! -dijo la niña.

En efecto, se formó un camino firme hasta el horizonte, de no haber estado todos angustiados habrían pensando que era una bonita escena.

- ¿A dónde vas tú solo? -preguntó Kou a Amane.

-A buscarla. No dejaré que nadie se sacrifique en mi lugar -respondió-. Si algo me pasa, dejaré el reino en buenas manos.

¡PLAF!

- ¡Kou! -exclamaron sus hermanos.

Amane se sobó la cara donde fue abofeteado.

- ¿Acaso crees qué a nosotros no nos va a afectar perderte? ¿Cómo crees qué se sentirá ella si no vienes? -tomó al príncipe del cuello de su camisa.

Shun y Yomogi lo apartaron con delicadeza de Amane.

-Hay algo que solamente yo puedo hacer.

-Cuando regreses, me contarás tu idilio con Nene-san -guiñó un ojo Tsukasa.

- ¡Tsukasa! -se sonrojó su gemelo.

Los adultos sonrieron con ternura. El horror que había padecido el pobre niño no le arrebató su carácter alegre.

-Yashiro, espérame -aferró la roca lunar que se había colgado sobre la ropa.

Todos lo animaron, el docente rodeó con su brazo los hombros de Tsukasa y la Sirena tomó dulcemente la muñeca de Amane.

-Sé que retornarás con ella, tú puedes. Comprendo porque Nene te valora.

Los orbes del apuesto muchacho se humedecieron, los secó con entereza y echó a correr sin mirar atrás.

- ¿Dónde está? -preguntó.

El ente se había sentado en una roca que resplandecía como si la hubiesen cubierto de escarcha.

- ¿Te sirve esta señorita? -indicó a Nene, quien ahora yacía acostada en una urna de cristal, con los dedos entrelazados. Daba la impresión de orar.

- ¡Yashiro! -Amane apoyó las palmas y giró para enfrentarse al encapuchado, de pronto notó el filo de un cuchillo cerca de su garganta.

-De seguro me odias, Amane Yugi, te he quitado tu parentela, tu infancia, tu amada.

Con un movimiento ágil, el mozo le arrebató su arma.

-No te odio, me inspiras lástima.

Blandió el cuchillo en dirección al semblante del hechicero.

- ¿Consideras qué es mejor perecer?

-Viviré por mis padres, por Tsukasa, por mis amistades, por mi pueblo, por Yashiro.

Las imágenes de los mencionados aparecieron en la mente de Amane y, sin saber la razón, recordó la primera vez que Nene le dijo "Hanako-kun". Esta memoria dibujó una sonrisa en su boca.

- ¡El pilar se está desmoronando! -chilló el mago.

Los dos advirtieron que el suelo temblaba.

-A estas alturas ya deberías estar sin vida y yo quedándome con lo que te pertenece -el brujo miraba a Amane como si fuera responsable de todo. Amane posó su frente en el receptáculo, a la altura de las propias manos de su adorada.

-Resiste, Nene.

- ¡Ah!

La estructura se partió en dos y la misteriosa criatura hubiera caído al vacío de no ser porque Amane lo sujetó.

- ¡Aguante!

-Vas a morir también, niño.

- ¡Ya los tenemos!

- ¿Kou? -Amane parpadeó.

Detrás de Kou estaban Sousuke, Shun, Yomogi, Aoi, Akane, Lemon, Teru, Tiara y los mokkes formando una cadena.

- ¡Con fuerza! ¡Vamos! -alentaba Teru.

- ¿Qué hacen? -el heredero mayor al trono los observó, estupefacto.

-Bueno, lo de quedarnos sonaba como sugerencia, no como orden -dijo Yomogi con naturalidad.

-Hay que retirarnos pronto -dijo Lemon mirando a su alrededor.

-Suban, por favor -solicitó alguien.

- ¿Y esa niña? -murmuró Shun.

Una adolescente con el cabello suelto les instaba a trepar a una nube. El arca desapareció, Nene bajó por un hilo de luz, Amane se adelantó a tomarla en brazos y Aoi apremiaba al nigromante.

- ¡Dese prisa, señor!

La nube se elevó por el firmamento. Los jóvenes repararon, atónitos, en que el sendero volvía a la normalidad a medida que se acercaban a la playa de Kamome. Al pisar la arena, dieron las gracias a la muchacha enigmática.

-Mi nombre es Mei y soy una hija de aire. Él tendrá la oportunidad de expiar sus pecados viajando con mis compañeras y yo haciendo buenas obras en diversos mundos. Ustedes pueden elegir entre la paz eterna para el reino o la resurrección de la doncella.

Todos se miraron.

-La tranquilidad es algo que labraremos unidos, por favor, devuélvenos a Yashiro -Amane hincó una rodilla en tierra y se sorprendió al percatarse de que sus compañeros lo imitaron.

-Lo siento -sollozó el brujo, arrepentido.

-Está bien, aproveche la oportunidad que se le ofrece.

Los orbes de los presentes se abrieron, dotados de un fulgor cuya belleza no podría describirse con palabras.

Nene estaba de pie, ilesa, más guapa que nunca. Amane la cogió por la cintura, le dio una vuelta en lo alto y se fundieron en un abrazo grupal, con los mokkes incluidos. Se sumaron enseguida los habitantes de Kamome y Tsukasa invitó al cardumen, a Sakura y a Natsuhiko.

-Nos enorgullecemos tanto de vosotros…

- ¿Madre? ¿Padre?

Una pareja de peces rodeó con las aletas a Nene.

-Gracias por querer a nuestra pequeña -se inclinaron ante la Sirena y sus subordinados, luego ante los demás.

-Mis dulces pequeños…

- ¡Padres amados! -Amane y Tsukasa quedaron frente a sus progenitores.

- ¡Majestades!

Los otros iban a hacer reverencias y el rey los detuvo.

-No, no debéis inclinaros ante nadie.

-Siempre vamos a bendecirles, disfruten de una existencias plenas -musitó la monarca.

Los espíritus de los antepasados se despidieron y se elevaron lentamente hacia el firmamento.

Varios años después

- ¡Ya va a empezar!

Un niñito de cabello negro y ojos magenta con acentos amarillo y naranja y una pequeña de mirada miel y pelo corto crema que se desvanecía en un verde azulado en las puntas avanzaron hacia las aguas impregnadas de espuma.

- ¡Aquí vienen los principitos más tiernos del mundo! -la Sirena recibió unas coronas de camelias que distribuyó entre todos.

-Así son mis adorables sobrinos -Tsukasa extendió una manta-, él heredó la pasión por el espacio de su padre y ella tiene el talento para la jardinería de su mamá.

- ¿Me concede su compañía, señorita? -dijo galante Natsuhiko.

- ¿Así es como te refieres a tu prometida? -interrogó Kodama.

-Es verdad, se casan el próximo mes -dijo Yako, quien venía junto al sensei Tsuchogomori. Sus alianzas matrimoniales relucían a la luz de unas farolas.

-Akane-kun, gracias, puedo caminar.

-La madre de mi futuro bebé debe ser tratada con el respeto que merece su estado, Ao-chan -contestó Akane-. Ya vamos a cumplir tres años de casados y no me cansaré de demostrar cuanto os adoro a ambos.

La sentó y besó el vientre de su hermosa cónyuge.

-Trajimos dulces -ofrecieron los mokkes a los peces. Se volvieron cercanos a medida que pasaba el tiempo.

-Y hay té y refrescos -añadió una atractiva doncella, la risueña Tiara.

-Y cocinamos las galletas que a ustedes gustan mucho -agregó Shun, abrazando a Yomogi. Kou y Sousuke instalaban un telescopio e intercambiaban ojeadas afectuosas. Después de la coronación, iniciaron un noviazgo.

-Por ahí vienen los anfitriones -anunció Lemon.

-¡Pidan unos deseos! -Amane indicó el cielo y se acomodaron juntos a contemplar la lluvia de estrellas.

A la hora de dormir, todo el mundo se entregó al descanso de inmediato. Los nuevos regentes de Kamome -quienes compartieron de modo justo el poder con Tsukasa- se fueron a la terraza, apoyados uno en el otro, para atisbar la luz lunar reflejada en el océano.

-Gracias por todo lo bello que trajiste, Nene.

-Hanako-kun, si viviéramos otras vidas, siempre te amaría en cada una.

El dúo pasó a ver a sus afables herederos, luego se encaminó a su alcoba y cuando marido y mujer apoyaban las cabezas en las almohadas, sus labios manifestaron la felicidad que irradiaban sus espíritus. Trabajando en conjunto, lograron los residentes que Kamome fuera una localidad próspera. Y las almas de ellos tendrían dicha eterna, merced a sus virtudes.

Fin.