Gaby Kynomoto: Que bien que te haya gustado mi historia y en este capitulo responderas tu duda.
Bueno... como todo lo que empieza también tiene un fin, este es el capítulo final de mi historia SNiffffff! Mil gracias a todos los que la leyeron, y todavía más gracias a los que se tomaron tiempo para dejarme un review, me dió mucho gusto saber que mi historia les gustó. Y pues como ya lo había explicado antes, no era un fic planeado para ser publicado, sino para darle gusto a o0clomalfoy0o que es una de mis dos mejores amigas, (y la quiero mucho, aunque a ella le encante hacerme la vida difícil, jejeje). Bueno, este es el final! Ojalá que lo disfruten tanto como yo al escribirlo y no lloren por favor, aunque el final es muy trágico.( Ya,ya,ya cállate Natalia!) Espero que en un tiempo puedan ller mi sig. fic que esta en proceso, apenas llevo dos capítulos y muy pronto los voy a publicar, jejeje. Despúes de ese pequeño promocional aquí esta el final de "LA TRAICION" y por favor dejenme sus reviews que me hacen muy feliz. Sin más que decir...
starshine
6.- LA MUERTE
Caminaba lentamente por un largo pasillo y podía verse una luz al fondo del mismo, la luz parecía provenir de una puerta entrecerrada de una habitación. Entre más cercanos estaban, podían escuchar con mayor claridad la voz de las personas que estaban dentro de la habitación: el imbécil traidor de Peter Pettigrew y su tartamudeo, voces de personas que no conocía y el terrible sonido que emitía Nagini se mezclaban, produciendo un efecto aterrador en Harry, pero a la vez despertaban su odio, que era lo único que en esos momentos le daban fuerza.
Al llegar a la habitación, el chico pudo reconocer la voz de su mayor adversario: Lord Voldemort. Era una voz que helaba la sangre de las venas con tan solo escucharla, una voz penetrante que retumbaba en los oídos y no te dejaba en paz.
Maldito Voldemort, malditos todos y cada uno de los presentes en esa habitación; pero más maldito que todos era Draco Malfoy que le había dado un fuerte golpe donde más le dolía: el corazón.
- Bienvenido a la Mansión de los Malfoy, hogar provisional del mejor mago tenebroso de todos los tiempos, o sea ¡YO!: Lord Voldemort. Aunque, bueno, creo que sobran las presentaciones ¿no es así, Señor Potter? - Harry guardó silencio, por lo que su enemigo continuó.
- Ya veo que no tiene intenciones de hablar hoy, ¿qué acaso le comieron la lengua los ratones? O peor aún, ¿qué sus padres no le enseñaron modales?... ay! Lo siento, no recordaba que sus padres no viven porque, pues, hace años que los mate, jajajaja – dijo el que antes recibía el nombre de Tom Riddle
- ¿Qué es lo quieres de mí? -
- Ohhh! El niño sabe hablar ¡qué bien! Yendo al grano, porque veo que a usted no le gustan los protocolos, quiero proponerle algo: usted y yo conocemos mejor que nadie los sucesos de los últimos años en los que varias veces nos hemos enfrentado, dando como resultado cosas catastróficas, ¿no cree? ( A Harry no necesitaba decírselo, en esos momentos sólo recordaba a su padrino Sirius) y pues, para evitarnos problemas, lo que yo quiero es que unamos fuerzas contra su Director y ya! ¿No es una grandiosa idea? -
- Nunca me uniré a los mortífagos, nunca seré uno de ellos -
- Pero yo no te pido que seas un mortífago más, lo que te pido es que entre los dos logremos el control del mundo mágico y, posteriormente, el mundo de los muggles que nos están acabando. Ambos estaríamos al mismo nivel y nadie podría detenernos. Además, no me vayas a salir con el estúpido cuento de que le debes tu lealtad a Dumbledore, porque él no ha resultado ser el protector que tanto proclamaba -
Harry también lo sabía, Voldemort sólo estaba poniendo el dedo en la llaga, ahora comenzaba a sentir nuevamente el dolor, Sirius había muerto, el único que se preocupaba por él, el único que podría haber sido su familia ahora estaba tres metros bajo tierra; y enfrente tenía a la autora de ese homicidio, Bellatrix Lestrange, así que sin pensarlo dos veces empuñó su varita y pronunció: ¡Avada Kedavra! dirigido con todo su odio hacia la mujer sin que ésta pudiera hacer nada, por lo que cayó muerta al instante.
- Vaya, pensaba que sólo un mago poderoso podía hacer eso – dijo Lucius Malfoy
- Nadie ha pedido su opinión... ¡Crucio! – dijo el Señor Tenebroso. – Está bien Harry, yo se que ella te caía muy mal y por eso la eliminaste, no hay problema, de hecho, yo habría reaccionado de igual forma, tú lo sabes. Ella y lo que lo acabas de hacer no es un impedimento para que mi propuesta siga en pie, al contrario, eso me demuestra y creo que a ti también, que nos parecemos mucho y que podría unirte a mí, al fin y al cabo eres un mago muy poderoso para haber resistido nuestros encuentros pasados.
No te preocupes, que ya no pienso hacerte daño, lo que más deseo es que unamos fuerzas para ser invencibles! -
En ese mismo instante los miembros de la Orden del Fénix entraron en la habitación, comandados por Albus Dumbledore, el único mago al que temía Lord Voldemort; y comenzó la batalla campal, los hechizos eran lanzados de un lado a otro, pero lo único que Harry quería era salir de allí y buscar al maldito traidor, infeliz y desgraciado de Draco Malfoy, a quien no le había importado jugar con sus sentimientos. Lo encontraría y le daría su merecido.
Corrió por un pasillo que quizá lo llevaría a la estancia principal de la Mansión. No dejaría de buscar hasta que lo encontrara.
Por fin, en uno de los cuartos del ala este de la mansión encontró al autor de los sufrimientos que había pasado, no lo pensó dos veces y levantó su varita directamente hacia el chico rubio y por más que escuchaba sus súplicas, palabras de amor, y juramentos de lealtad eterna, esto sólo logró enardecer más al niño de la cicatriz (que de niño ya no tenía nada) y pronunció nuevamente las fatales palabras: ¡AVADA KEDAVRA!.
El chico rubio, que poseía una gran belleza se desplomó en el suelo sin vida, sus ojos cristalinos perdieron la luz destellante que antes los caracterizaba y de uno de ellos brotó una lágrima que quedó cristalizada en su mejilla; este gesto demostraba una gran tristeza. En ese momento, Harry volvió a la realidad y se dio cuenta que el odio lo había cegado, cometiendo así un grave delito, no podía creer que le había quitado la vida a Draco Malfoy, a aquel a quien tanto había amado.
Mientras pensaba en eso escuchó una voz de una mujer:
- No! ¿Cómo es posible?! Llegué demasiado tarde. ¿Por qué lo hiciste, Harry? – Era Nymphadora Tonks, una auror de la Orden del Fénix.
- Me traicionó, sé que estuvo mal, pero él... -
- Lo único que él quería era protegerte, él nos dijo en donde te encontrabas para que pudiéramos rescatarte, él arriesgo todo por ti y tú lo mataste! -
Las palabras resonaron en su cabeza ¡Lo mataste! ¡Lo mataste! Escuchaba mil veces esas palabras que taladraban su cerebro.
- Pero tenemos que irnos, vamos, no nos pueden encontrar aquí, o más bien, no deben encontrarnos aquí -
Tonks sacó a jalones a Harry, él no quería dejar así a Draco, o bueno, a su cuerpo, se veía tan vivo, con la mirada tan triste, por lo que no quería dejarlo allí.
Todos los de la Orden se dirigieron a Grimmauld Place, donde algunos explicaron cual había sido el saldo de la batalla: cuatro mortífagos muertos, entre ellos Peter Pettigrew, algunos aurores heridos y el nuevo escape de Voldemort, se les fue en las narices, pero eso ya no era extraño.
- ¿Por qué no me dijiste que Draco arriesgó todo por mí, Tonks?! -
- Draco estaba amenazado, después de que Lucius se lo llevó de Hogwarts, le hicieron beber la poción Veritaserum, por lo que le contó acerca de la relación que tenían. Lo amenazaron diciéndole que si volvía a hablar contigo te torturarían e incluso llegarían a matarte.
Él no sabía que lo seguirías hacia Hogsmade, donde había quedado de verse con su padre que lo estaba preparando para ser un mortífago, a lo que había accedido para evitar problemas. Pero los caíste como un regalo.
En la primera oportunidad que Draco tuvo, avisó a los miembros de la Orden para que fuéramos a rescatarte. -
No podía ser posible! Él, Harry Potter, había actuado como un verdadero mortífago, dejándose llevar por el odio y el rencor. Por ello había matado a su único y verdadero amor. Nunca podría perdonarse lo que había hecho, pero su mayor castigo sería vivir sin amor y con el remordimiento que nunca lo dejaría encontrar la felicidad en este mundo.