2.
Harry miraba por la ventana de su habitación como caía la nieve… le gustaba la nieve, era tan bonita y pura; además como Brian, su hermano de cinco años, la consideraba aburrida, nunca lo molestaba mientras la veía.
Harry, era un niño de seis años, el hijo mayor de los Potter, aunque la gran mayoría de la gente creía que tan solo tenían un hijo: Brian Leonard Potter. La razón de esa creencia se debía al hecho que sus padres solían olvidarse de él… bueno a decir verdad, prácticamente todo el mundo solía olvidarse de él, tan solo tío Remus parecía darse cuenta de su existencia, el resto normalmente ni siquiera se daba cuenta de su presencia en la habitación, mucho menos en el resto de la casa.
Al niño aquello le daba igual era cierto que se ponía triste cuando aquello pasaba, pero la verdad es que ya estaba acostumbrado porque después de todo, había sido así toda su vida. Cuando era más pequeño no entendía por qué sus padres hacían eso, pero ahora le daba lo mismo; había aprendido que aunque lo preguntara no recibiría ninguna respuesta y además su hermano tendría la excusa perfecta para atormentarlo todo lo que quisiera.
Brian era también la razón por la que Harry pasaba tanto tiempo solo por propia voluntad; sus padres adoraban a Brian, para ellos no había ningún niño mejor y desde su punto de vista, él jamás haría algo malo. Lejos de sus creencias, Brian disfrutaba haciendo daño a su hermano mayor, siempre que lo tenía cerca se metía con él y si no, Harry sufría algún tipo de "accidente"; hacía un par de días el mayor de los hermanos Potter se había caído por unas de las escaleras de la casa, y la reacción de sus padres había sido mimar a Brian por si acaso se había hecho daño.
Ese día había sido Navidad, y Harry ni siquiera había salido de su habitación… ¿para qué? Jamás había tenido un solo regalo de Navidad por parte de sus padres o su "padrino", el tío Sirius. Todos los años, cuando bajaba lo único que recibía era las burlas de Brian, porque no tenía ningún regalo y no lo querían… Aunque claro, su tío Remus siempre le traía un regalo cuando venía a comer; le gustaba el tío Remus, siempre se acordaba de él y si venía a casa, prefería pasar el rato con Harry en vez de con Brian, y eso a su hermano, lo ponía furioso.
Gracias a Remus, tenía una biblioteca más propia de un chico de quince o dieciséis años, que de un niño de seis y la disfrutaba con todas sus fuerzas… los libros se habían convertido en su refugio, cuando se sentía triste tan solo debía coger uno para sentirse mejor. Se los había leído todos y gran parte de la biblioteca de sus padres; le gustaban las narrativas, pero también los libros de magia… ¡eran tan interesantes!
Un golpeteo en su puerta le hizo apartar la vista de la ventana y fijarla en la puerta… tras unos segundos concentrándose, sonrió.
- ¡Adelante, tío Remus!
La puerta se abrió revelando a un hombre joven de pelo castaño claro y ojos ámbar que sonreía a la vez que negaba con la cabeza divertido.
- Harry, Harry… tendrías que tener cuidado ¿y si tío Padfood hubiera estado conmigo? ¿Cómo lo hubieras explicado?
- Tío Padfood jamás viene a verme a mi cuarto… además, habría notado que estaba a tu lado, su aura es inconfundible igual que la tuya.
El hombre sonrió mientras le revolvía su pelo negro desordenado y lo cogía en brazos. Jamás comprendería el porqué sus amigos, o mejor dicho, nadie se daba cuenta del increíble muchacho que tenían… pero desde la profecía, nadie había prestado atención a Harry, perdiéndose la oportunidad de conocer a tal maravilla.
- ¿Cómo es que no has bajado abajo? ¿No te aburres aquí?
- Está nevando, y me gusta ver nevar ya lo sabes… además, a nadie le importa si me quedo todo el día aquí encerrado… ni se darían cuenta.
- Yo sí que me daría cuenta.- El hombre miró al niño con cariño antes de sonreír y sacar un paquete.- Ten, es tu regalo de Navidad.
- ¿Para mí? ¡Gracias tío Remus!- Alborotó el niño.
Con mucha anticipación, el niño cogió el regalo que le ofrecían y muy cuidadosamente, comenzó a deshacer el envoltorio para relevar su contenido: un libro, como ya era habitual. El niño lo miró con atención y sonrió al ver el título "Magia Elemental: ¿Realidad o Ficción?
- ¡Muchas gracias, tío Remus!- Exclamó el niño al abrazarlo.
- ¿Te gusta?
- ¡Mucho!
- Pensé que te gustaría… como vi que últimamente te has estado interesando por la magia elemental, pensé que lo apreciarías.
- De verdad, muchas gracias, tío Remus.
El niño parecía tener comezón por comenzar a leerlo, pero en vez de eso lo que hizo fue dejarlo encima de su escritorio de forma que desde la puerta quedara oculto; no era plan que su hermano lo viera y decidiera quitárselo. Después de eso, bajaron a comer.
La comida resultó como todos los años, por una parte sus padres se olvidaron de él, así que fue el mismo Harry quien tuvo que ponerse el plato y los cubiertos; luego mientras sus padres hablaban con los demás sobre Brian, el aludido se pasó la comida atormentando a su hermano con insultos y comentarios hechos con toda su mala intención.
Cuando acabó la comida, los adultos comenzaron a hablar sobre la situación política actual, incluyendo la situación con Voldemort. Con los años, las cosas cada vez degeneraban a más y a pesar de la oposición que recibía, Voldemort seguía realizando su política de terror.
Brian, aburriéndose ante la conversación de sus mayores se acercó a su hermano que al contrario que él, estaba pendiente de cada palabra.
- Quiero ir fuera.- Exigió.
- Sabes que no podemos sin permiso de mamá o papá.- Le respondió Harry muy seriamente.
- ¡Pero me aburro! Y quiero ir fuera.
- Pero…
- Si no vamos fuera, me aseguraré de que papá y mamá se enfaden contigo y te castiguen.
Harry miró a su hermano y acabó asintiendo; sabía de experiencia previa que sus padres creerían lo que Brian dijera y que su hermano menor no dudaría en cumplir su amenaza. También sabía que se enfadarían igualmente si no les pedían permiso, así que cuando su hermano salió corriendo a coger Merlín sabía que, se acercó a sus padres y les dijo que iba fuera como su padre estaba tan inmerso en la contestación y jamás solía hacerle caso, asintió distraídamente.
Cuando llegó afuera con su abrigo, descubrió que el objeto que Brian había ido a buscar había sido una pelota muggle que le habían regalado por Navidad, y que estaba demasiado impaciente por estrenar. Harry por su parte, se había traído uno de sus libros, no el que Remus le acababa de regalar, y se dispuso a leer en un pequeño claro que Remus había hechizado para que siempre mantuviera una temperatura primaveral, y dejando que su hermano se divirtiera con su pelota, comenzó a leer y aprender.
Como sus padres jamás le prestaban atención, no se daban cuenta de las grandes capacidades que tenía para la magia. Le resultaba muy fácil el realizar hechizos que en sí, tendría que ser imposibles de hacer por un niño de seis años… Incluso para un chaval de dieciséis o diecisiete años. Cualquier hechizo avanzado que pudiera estudiar a fondo, podía hacerlo poco después a la perfección y sin varita alguna… pero puesto que Brian siempre era su centro de atención, sus padres jamás habían reparado en la increíble capacidad y poder que residía en su hijo mayor.
- ¡Harry!- El grito enfadado de su hermano le hizo salir de su refugio, dejando allí su libro.
- ¿Qué pasa?
- ¡Mi pelota!- Exclamó enfadado mientras señalaba hacía el lago.- ¡Ves a buscaba!
Harry miró hacía el lago y ciertamente pudo ver la pelota de su hermano en mitad de la congelada superficie. El niño miró a su hermano menor asustado, debía estar de broma ¿no?
- Brian, no hay grosor suficiente como para caminar de forma segura. El hielo podría romperse… Lo mejor es pedirle a un adulto que nos haga un hechizo convocador para recuperarla.
- ¡Quiero mi pelota, ahora! ¡Ves a buscarla!
- Pero Brian…
- ¡Me da igual! ¡La quiero ahora!
Harry suspiró y con paso indeciso comenzó a hacer camino por la superficie helada; increíblemente asustado, pero consciente de que si buscaba a un adulto, a no ser que fuera Remus, Brian les diría que él se la había tirado allí mismo con intención.
Una vez la tuvo en sus manos se dio la vuelta para volver a la orilla y de esa forma poder estar otra vez tranquilo, pero cuando estaba a punto de iniciar el camino un leve sonido a sus pies le hizo pasarse en seco y mirar el hielo asustado. Conociendo a su hermano, le lanzó la pelota con todas sus fuerzas, justo antes de que el crujido que había oído hacía unos momentos se volviera a repetir y el hielo se rompiera, cayendo en las congeladas aguas con un grito.
Lo único que sintió fue dolor, pinchazos por todos los puntos nerviosos de su piel, el pecho de ardía y antes de que pudiera cerrarla boca comenzó a tragar agua… se iba a ahogar y nadie podría hacer nada por impedirlo. Justo antes de perder la conciencia, le pareció que era agarrado por un brazo.
Cuando volvió a recuperar la conciencia le dolía todo el cuerpo, aunque los pulmones le ardían especialmente. Se sentía extraño, casi como si estuviera tumbado en una cama extraña… una cama que no era la suya… además, tenía la sensación de que tenía algo introducido por la nariz y le dolía mucho el brazo…
Con mucho trabajo abrió los ojos y descubrió que estaba e un cuarto blanco, un cuarto extraño. Había un pitido extraño a su derecha y cuando giró un poco la cabeza, descubrió una máquina; eso quería decir que estaba en un lugar muggle. También a su lado, descubrió a Remus que dormía en una silla.
- Tío…- trató de llamarlo, pero nada más hablar le dio un acceso de tos.- Merlín, gracias… me has tenido muy preocupado.
- ¿D… Donde estoy?
- En un hospital muggle.-Le contestó el hombre lobo.- ¿Recuerdas lo que pasó después de que cayeras al agua?- Ante la negativa del niño, continuó.- Por lo visto, cuando caíste, pasaba cerca del lago un muggle… cuando vio que caías corrió a socorrerte y te sacó del agua. Luego llamó a una ambulancia muggle y te trajeron aquí; llevas dos días inconsciente.
- ¿Papá y mamá?
- Están en casa, con Brian.- Respondió Remus con tristeza.- Estuvieron aquí el primer día, pero luego se fueron.- Ante la mirada triste del niño, añadió.- Brian le dio su versión de los hechos, poniéndote como el culpable de todo.
Harry no respondió por un rato, quedándose mirando el techo fijamente; como siempre sus padres habían creído a Brian fielmente, y puesto que su hermano no estaba herido, eso hizo que sus padres ni se molestaran en preocuparse por él.
- ¿Cuánto tiempo tengo que quedarme aquí?
- Hasta que te cures.
- ¿Ni siquiera dejarán que me cure un sanador?
- James estaba tan enfadad de que pusieras a Brian "en peligro" que decidió que el curarte de forma muggle sería tu castigo.- Dijo Remus con un suspiro.
Un nuevo ataque de tos hizo que Remus se levantara asustado, y se dirigía a buscar a una enfermera, pero la mano del niño lo paró y lo hizo volver a sentarse.
- ¿Qué me pasa, tío Remus?
- Estuviste mucho sumergido en el agua.- Explicó el hombre.- Demasiado. Un muggle hubiera muerto, pero tu magia te salvó… pero, hubo daño en tus pulmones…
- ¿Daño?
- Sí… todavía tienen que ver que repercusiones tendrá, pero hubo daño permanente.
- Pero… un sanador podrá curarlo ¿verdad?
- No lo sé, Harry… si te hubiera tratado al instante… puede… pero no lo sé, ¿Qué fue lo que pasó?
Harry le explicó tan detalladamente como pudo lo que había sucedido hacía dos días antes, como su hermano había exigido salir, como había enviado la pelota al lago y como había exigido que fuera a buscársela. Fue una explicación larga y lenta, ya que en más de una ocasión tenía que detenerse por culpa de un ataque de tos. Cuando acabó, miró al hombre lobo silencioso.
- Es una versión muy diferente a la que Brian le dijo a tus padres.
Harry se quedó callado, no era necesario que dijera nada, después de todo conocía la verdad… a sus padres no les importaba y también sabía el motivo, les había escuchado una noche comentándolo y sabía que para ellos, solo era alguien que tan solo representaba una carga… ¿cómo se iba a comparar con su hermano menor, profetizado para destruir a Voldemort? Estaba seguro de que si no volviera a casa, tampoco se darían cuenta, solo Brian y tío Remus notarían que ya no estaba y obviamente, por motivos diferentes.
- Tío Remus, estarás cansado… será mejor que vuelvas a casa y descanses… yo estoy bien, no te preocupes.
- ¿Estás seguro?
- Sí.
- Volveré mañana, ¿vale?
- Vale.
Remus abandonó la habitación y tras indicar al médico que el niño había despertado, se encaminó a casa de su amigo con tal de tener unas cuantas palabras con él; James debía saber que su comportamiento con su hijo, era inadmisible. Estaba seguro que ni siquiera Snape se comportaba así.
En cuanto pudo hacerlo, se apareció delante de la casa de James Potter y llamó a la puerta con decisión y enfado. Lily fue quien le abrió la puerta sonriéndole.
- ¡Remus! Pasa, pasa… Llegas a punto para cenar. ¿Te apetece?
- Gracias Lily… pero he venido más que nada a hablar con James y contigo.- Dijo mientras entraba.
- ¿Hablar con nosotros?- Dijo James Potter que se encontraban en el comedor.- ¿Y de qué?
- ¿De Harry, tal vez?
- Ahhh… de él.
- ¿Qué es lo que ocurre, Remus?
- Espero que seáis conscientes del daño que le habéis hecho, negándole el derecho a ver un sanador.
- Ya está teniendo asistencia médica, y el curarse de forma muggle es lo mínimo que se merece por poner en peligro a su hermano.- James estaba furioso.- Obligarlo a salir de la casa… ¡y sin permiso! ¿Y si le hubieran atacado los mortífagos? ¿Qué hubiera pasado, si le hubiera ocurrido algo a Brian?
- ¡Por si no te has dado cuenta, Brian está bien! ¡Es Harry quien no lo está! Harry te pidió permiso para salir afuera, yo estuve delante cuando lo hizo, y tú le dijiste que podía… Y si conocieras algo a tu hijo mayor, sabrías que jamás obligaría a alguien a hacer algo que no quiere, al contrario que Brian.- Remus se giró dispuesto a irse.- Harry estuvo casi diez minutos sumergido en un agua con una temperatura de casi veinte grados bajo cero… Es un milagro que siga vivo… Las consecuencias serán demasiado pocas en comparación con lo que podía haberle pasado… más vale que lo tengáis en cuenta.
Después de eso, Remus se fue de la casa, sin molestarse en decir nada más, después de todo, ya estaba todo dicho.
NA: Bien, ya está… segundo capítulo escrito (Sil aparece de la nada de repente Quieres decir que lo acabas de escribiiiiir? Voz de rintintin No se yooo :P). No sé… espero que me esté quedando bien, aunque debo reconocer que los comentarios que me habéis dejado ayudan mucho. Wua… 12 reviews en el primer capítulo! Casi ni me lo he podido creer, más dos que me habéis dejado en mi livejournal… Es que no me lo creo. (Bueno mujer, por algo debe ser no? ;) Cuando alguien se lo merece, se nota)
No sabéis como me han subido la moral, porque gracias a uno, me enteré de que habían utilizado este fic en un foro, en el que critican aquellos que creen que serán o que realmente son malos (Es algo que no entiendo, como se puede criticar algo leyendo solo el primer capítulo? A saber que tipo de cosas escriben (si es que lo hacen), ya me gustaría a mi ver si son capaces de no escribir Mary sues o Gary Stues o como se llame eso). El motivo, como era… ah sí, que este fic iba a ser un Gary Stu? No sé… bue, es igual. Espero que aquellos que dieron por sentado que aquella iba a ser la temática del fic, comprueben que no es el caso… Sé que me estoy rayando mucho con lo del foro, pero es que realmente me deprimió y estuve planteándome dejar de publicarlo… gracias a que Silverstar (esa soy yooo:P) me animó, a su forma claro (Eh! Eh! Que quiere decir eso!), y no le di tanta importancia…
Espero que os guste este nuevo capítulo, y gracias a todos aquellos que se dan la molestia de leerlo… y muchas gracias a aquellos que aún se molestan más y dejan un review… sois una alegría para todo escritor/a (Ya ves! Son como las cartas que recibe un escritor conocido, pero de forma mas inmediata! Yay por los que dejan review!).
Petonets! (Besitos) (Eso! Yo tbn!)
Irethy. (Y Sil!)
(P.D. Creo que me han quedado algo serias las notas de las notas… bueno, ya intentaré que sean más amenas :P)