Bien, yo lo pongo tal y cómo la autora lo publicó, incluyendo sus notas y demás je je je

Que lo disfruten! :D

.-.-.-.-.-.

Bueno, después del tiempo transcurrido y por si pensabais que estabamos inactivas, no señor, volvemos a la carga con un capi laaaaaaaaaaaago como un día sin pan, que había muuucho que contar en este capi, tal vez capi de transición, pero también son necesarios ¿no? xD

Un par de cosinas antes de ponerlo, con respecto a toda la discusión sobre patearle el culo a Dean o no xD, JURO por todos los Dioses y Diosas de todos los Panteones que NO, repito NO me he fijado en esa discusión, lo que he escrito lo escribí una semana antes de que comenzaran esos comentarios y me quedé cuando los leí... y me dije enrrabietada "me han PISADO la idea" xDDDDD

Luego, el Comando al completo ha tenido una amable discusión sobre una parte en concreto del fic, con un claro 2 a favor de como ha quedado, un firme 1 en contra y otros 2 que variaban entre una y otra cosa... ya abundaremos sobre este tema después , que no es cosa de dar pistas...

Hala, que me enrollo malamente... que lo paséis bien con el capi

Título: Por delante, por detrás, vaya… por donde quieras.
Autor: Comando Wincest (para los capítulos 10 a 13: Maat, tawinchi, chicarvil, mistica)
Resumen: Ya todos sabemos de que va XD.
Calificación: NR-18
Pairing: Wincest, of course.

CAPÍTULO 10

El ruido de la puerta sonó como un mazazo.

Sam se marchó como una exhalación de la habitación. Bajó a la calle y, sencillamente, no pensó en coger el coche (además, era Dean quien tenía las llaves, maldito fuera), necesitaba caminar y, tal vez, emborracharse en el primer lugar que pillara abierto.

Comenzó a pegar patadas a todo lo que se encontraba en su camino, más enfadado de lo que jamás había estado con su hermano.

¿Cómo habían llegado a esto? ¿Cómo era posible que Dean fuera tan cerril?

Dean pensaba que… pensaba que… no, no podía procesar esa idea… sencillamente… ¿Dean realmente pensaba que él lo quería como un capricho? ¿un capricho de niño pequeño? ¿Qué no le quería por él mismo?

Cuando dijo "te necesito", habló con el corazón, sencillamente necesitaba a Dean, como hermano, como amigo, como amante. Como todas esas cosas y alguna más.

El deseo por él ha crecido tan desbocado que no ha podido resistir la tentación continua que es tenerle a su lado.

"Te necesito", dijo, y sintió que su hermano se tensaba junto a él, para después mirarle con reproche.

"¿Qué pensaste, Dean? ¿Acaso no sabes que te quiero tanto que me ahogo?", eso piensa Sam, mientras mira la noche estrellada.

Pero ese… ese… imbécil, idiota, tarado, tarugo, subnormal, tonto, gilipollas… si es que hasta se le acababan los insultos e iba a tener que inventarse algunos de su propia cosecha… Le daba ganas de golpearle, de patearle el culo…

De patearle ese culo…

Ese culo…

¡Ups! ¿el culo? Por Dios que la imagen que acababa de tener ahora le había dejado sin respiración, porque ¿cómo patear el culo de Dean sin VERLO? Y es que iba a ver ese culo y ya no iba a tener ganas de patearlo. NO. Sólo pensar en ese culo y ya dejaba hasta de estar enfadado y cierta parte de su anatomía estaba de acuerdo con el pensamiento de que se podían hacer mejores cosas con ese culo que patearlo.

Ese culo, maldita sea, que estuvo a punto de…. Mejor no pensaba en ello o iba a tener que irse al "24 horas" y comprarse algunas docenas de quilos de hielo, a ver si se le iba la calentura.

Pocas veces había sentido tantas ganas de estar con alguien, llevaban semanas jugando al gato y al ratón y Sam ya no podía más. Él ya había hecho su mejor esfuerzo y estaba cansado de luchar contra las inseguridades de Dean. De que Dean se hiciera la virgen vestal delante de él. De que él pareciera un adolescente cachondo con la testosterona desbordando.

"Ya está bien, hermanito. Se acabó", pensó Sam, "Estoy harto, ahora vas a tener tú que jugar tus cartas, las mías ya están echadas".

Se para en medio de la calle y retrocede, está cabreado con Dean y ya es hora de que éste haga algo o que no lo haga, pero él no tiene porqué dar vueltas a costa de las inseguridades de Dean.

Llega a la habitación a oscuras. Busca con la mirada y encuentra el bulto de su hermano echado sobre la cama. Sabe que no duerme, pero no habla y tampoco habla él.

Se desviste y se acuesta en su cama, añorando el cuerpo de Dean junto al suyo.

o – o – o – o – o – o –

El ruido de la puerta sonó como un mazazo.

Dean se quedó simplemente mirando la puerta como si no se pudiera creer lo que acababa de suceder.

Se quedó un rato contemplando sin ver realmente el techo, antes de que la ira le embargara de un modo que hacía mucho tiempo no hacía.

Se apartó de la pared y le pegó una patada a la papelera que estaba en el suelo cerca de la cama y, realmente no sintió ningún dolor al pegar esa patada, sólo tenía la satisfacción de oír el "BLAM", que hizo al impactar contra la pared.

Tenía ganas de convertir la habitación en un montón de astillas y añicos, y si su hermano osara asomar su nariz en este momento, seguramente también acabaría hecho un montón de trocitos.

No podía creer lo que había estado a punto de suceder, no creía que Sam… ¡su Sammy! Había estado a punto de hacerle. NO. Ya estaba bien de dar al niño lo que el niño quería. Basta. Llevaba toda la vida aguantando esos ojos que le miraban suplicantes, para obtener cualquier cosa de él. Años y años soportando quedar él siempre en segundo lugar, o encontrarse haciendo cosas que no quería hacer, tan sólo por una mirada de Sam.

Ahora, nada menos que ahora, el niño quería otra cosa. Y esa cosa era él. Y no lo iba a tener. Definitivamente no. No podía soportar aquello, lo que había comenzado como una broma, ya se estaba transformando en algo que difícilmente podía soportar. Las insinuaciones, las persecuciones, los besos robados… no, ya no podía soportarlo.

En este momento, comprendía a las mil y una camareras del mil baretos de mala muerte, cuando le miraban heridas por su actitud. Por esa actitud canallesca que tenía con ellas, como si fueran sólo un mero capricho de una noche. Lo malo es que sí eran un mero capricho de una noche, pero Dean no había podido ni querido hacer nada para dejar de ser así.

Recordaba los gritos, algún que otro objeto contundente arrojado a su cabeza o golpeando la puerta cuando salía por patas. Se iba riendo, sin preocuparse de dejar decepciones a su paso.

Y ahora, sabía cómo se sentían ellas al ser un mero objeto a conseguir.

Y dolía más que enfadaba. Porque sí, enfadado estaba… pero el corazón le dolía más aún. Y le dejaba un regusto extraño en la boca. Y hacía que le picaran los ojos con unas irremediables ganas de llorar.

Pensaba en Sam y recordaba sus ojos brillantes, el dolor que notó en ellos cuando, herido, le espetó que no quería ser su capricho.

El dolor de esos ojos le hizo parar en su maníaco paseo. Si se decidía a pensar mejor las cosas, se daba cuenta que tal vez, sólo tal vez, se había pasado con Sammy. Él deseaba lo mismo que su hermano, deseaba mandar a la mierda todo y dejarse amar por él pero… al fin y al cabo era su hermano, y no creía que fuera del todo "decente" estar con él de ese modo. Las persecuciones de Sam, esos besos inolvidables… todo su ser gravitaba alrededor de Sam, y es que le gustaba todo de Sam, todo, todito.

Estaba enfermo, sin duda.

No había otra manera de explicar lo que le pasaba.

Un rato estaba mimoso.

Al siguiente enfadado.

Recordaba esta sensación de otra vez, lejana en el tiempo, con Cassie. También entonces flotaba en una nube ambivalente, que sí, que no… inseguridad, culpa, deseo, mil emociones mezcladas.

Lo sabía, amaba a su hermano, y por eso le había dolido tanto el que le dijera ese "te necesito", y el dolor le había provocado ira, y la ira le había hecho decir cosas impensables e hirientes. Le había dicho, por Dios Santo, que le follara, que si era lo que quería, que lo hiciera, que se había cansado de esquivarle…

No se detuvo, de tan herido que estaba, a pensar en Sam, y ahora recordaba sus ojos, su expresión asombrada, el dolor en esos ojos… querría volver atrás y, a la vez, no volver atrás.

Meneó la cabeza con resignación, se sentía un imbécil redomado y no sabía cómo solucionar las cosas con Sammy.

Con la cabeza dándole mil vueltas, apagó la luz de la habitación, se desvistió y se acostó en su cama.

No puede dormirse y oye llegar a su hermano. Nota su mirada buscándole en la oscuridad. Seguro que se ha dado cuenta de que no duerme, pero no habla y tampoco habla él.

Le escucha desvestirse y meterse en su cama, y gime en silencio ansiando el cuerpo de Sam rodeando el suyo, aquel ancho pecho en el que mecerse, aquellos cálidos brazos envolviéndole.

O – o – o – o – o – o – O

Sam se acerca a mi cama y, sin decir nada, se tiende junto a mí.

Me acaricia brevemente la espalda y susurra:

- Dean, por favor…

Estoy pestañeando en la oscuridad, mientras siento que algo dentro de mí se desgarra al escuchar su suave voz llamándome.

Me vuelvo hacia él y algo de la claridad de las luces del exterior se cuela dentro de la habitación y me deja entrever su rostro. Le noto triste y quisiera poder borrar todas las palabras hirientes que le espeté pero, antes de que pueda pensar en decir nada, él me interrumpe.

- No, Dean, no digas nada, tan sólo escúchame.- dice, poniendo sus dedos sobre mis labios, y luego prosigue.- Dean, no sé porqué pensaste esas cosas de mí. Sabes que no soy así. Si hay algo de lo que me he dado cuenta en estas últimas semanas es de que te amo…

Gimo levemente contra sus dedos y su mirada se vuelve más triste.

- Sí, te amo, y por eso también te necesito, pero te necesito totalmente, como lo que has sido hasta ahora y como lo que sé que podrías ser si me dejaras, si te dejaras a ti mismo ser. Me has enfadado tanto que he tenido ganas de patearte.- ríe con suavidad, mientras un rayo de dolor surca su rostro.- ¿Cómo has podido siquiera pensar en que eres un capricho para mí? ¿Cómo has podido decirme que te follara así sin más? Normalmente eres un completo imbécil, pero esta vez te has superado… ¿no te has dado cuenta de cómo soy? ¿tantos años a mi lado y aún no sabes que moriría por ti?

Siento un nudo en mi garganta y como si una losa me aplastara el pecho de tanto que me duele el corazón. Tengo que interrumpirle y aparto sus dedos con los míos, deleitándome con ese leve roce. Una dulzura imposible hace que acerque mi otra mano a su cara y le acaricie los labios como él ha hecho con los míos.

- Lo sé, Sammy, soy un completo imbécil, los dos lo sabemos… y esta vez me he superado a mí mismo. Sabes que no soy de sentimentalismos, y lo que te voy a decir tal vez no lo repita más, pero te amo y por eso me dolió pensar que sólo me necesitabas como una manera de deshacerte de la calentura. Me has desconcertado durante semanas, me has perseguido y tentado, y tan sólo así he llegado a la conclusión de que quiero más de ti que una mera relación esporádica. Te quiero conmigo siempre.

Veo sus ojos agrandarse con mi confesión y me entran ganas de reír ante su cara de asombro. La ternura que siempre siento desde que le abracé aquella noche, vuelve a apoderarse de mí y tengo que besarle o moriré.

Mis dedos, que no han abandonado su rostro, se desplazan hacia su nuca, presiono con delicadeza y subo el rostro hacia el suyo, buscando sus labios.

Cuando los encuentro, un suspiro se escapa de los míos y siento como si el mundo se parara. Mordisqueo su labio y cuando su boca se abre para corresponder al beso.

Dean se despierta pegando un brinco sobre la cama, con el corazón palpitante, las lágrimas escapando de sus ojos y los labios ardiendo.

"Un sueño, eso es lo que ha sido, un maldito y jodido sueño", piensa, y su dolor no disminuye al saber que ha sido su mente la que ha urdido ese sueño.

Le gustaría que se hiciera realidad y mira con tristeza la espalda de su hermano en la otra cama.

O – o – o – o – o – o - O

Pasa una semana, una eterna semana en la que no se dicen nada.

Dean se siente un completo imbécil y quisiera poder rectificar lo que dijo.

Sam ve a Dean como un completo imbécil y no quiere ser él el que dé el primer paso, como siempre hace.

La tensión entre ambos no cesa nunca. Desde que se despiertan por la mañana y Dean huye la mirada de Sam. Cuando Dean sale de su ducha vespertina totalmente vestido mientras Sam le mira fijamente. Cuando Sam sale también de la ducha vestido y Dean mira hacia el techo, o hacia la mesita de noche, o hacia su café, o hacia la ventana, o hacia sus armas.

La tensión extendida cuando van a cualquier cafetería o bar y la camarera de turno babea con Dean. Y Dean no hace nada, tan sólo la mira y pide su consumición. Y Sam le mira y no dice nada. Y Dean cierra los ojos y no dice nada. Y Sam aprieta los labios y no dice nada.

Tensión cuando están en la habitación del motel, que se les hace a los dos angustiosa y asfixiante. Sam teclea en su ordenador y Dean mira la televisión o dice que se va a arreglar a la nena y desaparece durante horas. Y Sam mira por la ventana y le ve sentado detrás del volante, sin hacer nada.

Más tensión aún por las noches, cuando el sol cae y las sombras alargadas parecen invitar a la intimidad.

Evitan mirarse y lo que sienten el uno por el otro flota en el aire.

Evitan mirarse, porque si se miran, se quedan parados donde están. Dibujan sus cuerpos en sus mentes y el sofoco de la habitación aumenta.

Evitan mirarse, mientras cada uno se acuesta en su cama y se dan la espalda mutuamente, para no tener que verse durmiendo.

Una semana pasa y, aunque no es una eternidad, ellos la sienten así.

O – o – o – o – o – o - O

Como siempre, la promesa de un caso sirve de acicate. Al menos, así pueden volver a hablarse casi con normalidad. Dean tiene que ocuparse de entrevistar a un par de personas y Sam decide hacer su investigación bilbliotecaria de rigor.

Se despiden, y Sam observa cómo se aleja el Impala. Desde luego, su hermano es un imbécil y no hay manera de que reaccione. Sam ya no sabe si cortarse las venas o dejarlas crecederas. Refunfuña por lo bajo mientras entra en la biblioteca.

Unas horas más tarde, se frota ausente la espalda, cansado del largo rato mirando los gruesos tomos de la biblioteca. A su lado alguien resopla con simpatía y le dicen:

- ¿Qué? ¿Cansado de los librotes?

La agradable y profunda voz le hace mirar con repentino interés, encontrándose con unos amigables ojos azules dentro de una expresiva cara. "Un muchacho realmente atractivo", piensa Sam algo ausente, "claro, no como Dean, si es que nadie es como Dean, por Dios, qué hombre", suspira sin querer al pensar en su hermano, el imbécil.

- Lynet Holmes.- le interrumpen los pensamientos.

- ¿Eh?.- dice Sam totalmente descolocado.

- Mi nombre.- dice el muchacho, pacientemente.- Lynet Holmes, encantado.

- Ahh, perdón, estaba pensando en otra cosa, Sam Winchester.- dice, y se estrechan las manos.

- Decía que se te ve cansado de leer esos librotes.

- Sí, la espalda me está matando.- comenta Sam.

Los dos se miran con simpatía y, de repente, Sam nota la oculta corriente que surge de Lynet. Pocas veces se da cuenta del interés sexual que puede suscitar y, de hecho, es una de las mil maneras que usa Dean para meterse con él: que si eres un despistado, que si mira a esa nena cómo te mira, que si ¿por qué no follas más, Sammy?, que si esto y lo otro. Y, por una vez, se ha dado cuenta a tiempo.

Ese pensamiento le conduce por una dirección inesperada… ¿Por qué no aprovechar un poco la atracción que siente este chico por él para darle celos a Dean? Evidentemente, su hermano parece atascado y no va a reaccionar por sí sólo así como así. ¿Lo mejor? Celos, sin duda. Todavía le duelen los celos que él sintió por la camarera con la que se fue Dean, ésa con la que no se le empinó, sí, esa. Y piensa que lo mejor es darle un poco de la misma medicina.

O – o – o – o – o – O

Unas horas más tarde, Dean regresa a la biblioteca, a la hora acordada con Sam para recogerlo. Está apoyado en el cristal del coche y, de repente, oye la risa de su hermano y la risa de alguien más haciéndole eco.

Cuando mira, siente que algo de su mundo se deshace, pocas veces, muy muy pocas ha visto ligar a Sam, pero reconoce las señales y, sin querer, palidece.

- Ahhhhh, Dean.- le dice y luego se dirige al chico que le acompaña.- Mira, Lynet, éste es mi hermano Dean. Dean, éste es Lynet.

Y Dean se ve obligado a estrechar la mano de un joven exactamente de su altura, con unos brillantes ojos azules y un rostro muy atractivo.

Su corazón se detuvo en ese momento.

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El muchacho en la cabeza a la hora de la descripción, merced a mistica, es Chace Crawford "Nate", de Gossip Girl.

Aquí una imagen:

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