Holaaaa a todos, lectores habituales de la pagina, fanaticos de Harry Potter, computines, ociosos, curiosos o lo que sea. Aqui les presento mi nuevo fic. Una historia algo poco habitual en mi, pues es algo tragica y gotica, aunque espero que sea de su agrado.
Los que quieran leer, dejen sus rewiers y díganme si les gusta!
Prólogo.
Dos figuras avanzaban con paso firme y decidido por el pasillo del séptimo piso. Acababan de llegar después de un largo y arduo viaje en medio de la lluvia y todavía caían retazos de gotas de sus capas, las cuales mojaban ligeramente el piso brillante del pasillo.
La figura más alta y fornida se giró para mirar a su compañera y la hizo detenerse.
-¿Qué ocurre?-inquirió esta.
-Quiero saber lo que opinas de esto.
-¿Y ahora me lo preguntas?- repuso la mujer esbozando una ligera sonrisa burlona.
-Respóndeme, Lilith.
Ella desvió los ojos de su compañero y contempló el bulto que cargaba entre sus brazos: un niño pequeño de cabello oscuro que dormía profundamente.
-Siempre fue la voluntad de nuestros señores, Sherian- dijo ella- y ahora que la venerable Serenia ha muerto, el señor Lorkan solo podía apelar a cumplir su deseo.
-Ellos siempre quisieron tener un hijo, es cierto. Pero esto... es diferente- adujo Sherian mirando al niño con cierto recelo- es un mago, no uno de nosotros.
-No olvides que inicialmente debemos nuestros orígenes a la otra estirpe...
-Pero de los sinmagia, o muggles, como los llaman ellos- repuso Sherian cada vez más acalorado- pero no de los magos, con quienes siempre hemos librado una batalla y a quienes odiamos ¿Y qué pasaría si este niño termina exterminándonos?
-Solo es un bebé- dijo Lilith alzando las cejas- y no se criará bajo los perjuicios de los magos. Son a los adultos a los que tenemos que odiar, no a los niños.
-Pero entre los Vlad jamás se ha convertido a un mago en vampiro- murmuró Sherian- Nunca. Va contra nuestras leyes.
-El señor Lorkan dice que por eso mismo quería a un niño mago. Y a este niño, en especial, porque forma parte de una antigua profecía que concierne tanto a magos como a vampiros- explicó ella mirándolo fijamente- el señor Lorkan sabe lo que hace, Sherian.
-Pero nosotros no necesitamos a un mago en nuestras filas para vencer- objetó Sherian alzando el mentón- ¡tenemos nuestras propias habilidades!
-Pero no las del Elegido- susurró ella mirando al niño antes de reemprender su camino hacia el final del pasillo.
Ambos se detuvieron frente a unas puertas negras con aldabas plateadas, sin embargo, y antes de que alguno se decidiese a tocar, una voz profunda y sedosa dijo desde adentro:
-Entren.
Los dos obedecieron y penetraron en la habitación de su señor y rey actual de los vampiros: Lorkan Vlad-Seir.
La habitación era amplia y circular. Una enorme lámpara de cristales colgaba desde el centro del techo y, justo en el medio, había un enorme ataúd dorado con un peculiar escudo: una rosa de siete pétalos. Al fondo, imponiéndose notoriamente, un llamativo cuadro que retrataba a un hombre de facciones finas y hermosas, con su cabello negro ondulado cayéndole elegantemente sobre los hombros, presidía la chimenea.
-Veo que han traído al niño- dijo Lorkan girándose desde la chimenea y clavándoles a ambos sus ojos plateados- Buen trabajo.
Se trataba de un individuo alto, de cabello corto y canoso, pero pulcramente peinado hacia atrás. Vestía de forma sencilla, pero su presencia poseía un halo de evidente imponencia. No obstante, eran sus ojos plateados y fríos los que le distinguían por sobre las otras cosas.
Sherian asintió, pero se mantuvo donde estaba. Sin embargo Lilith caminó hacia él y le entregó al niño envuelto en mantas. Lorkan lo tomó con una inusitada suavidad y miró al pequeño. E niño despertó y Lorkan se sorprendió al ver aquellos penetrantes e intensos ojos verdes posándose sobre los suyos con curiosidad.
Aquellos ojos...
Esos ojos se parecían demasiado a los de su adorada esposa.
-¿Cual es el nombre del niño?- preguntó Lorkan después de un largo silencio.
-Los magos... sus padres- dijo Sherian- lo llamaban Harry.
-Harry Potter- acotó Lilith.
-Así que Harry- murmuró Lorkan yendo hacia la ventana y haciendo que la luna llena destacara su perfil- Me gusta el nombre.
Lorkan alzó al niño hacia la luz nocturna, e inclinando lentamente sus labios hacia el pequeño cuello, hincó sus finos y agudos colmillos.
El niño se sacudió y abrió la boca para llorar, pero cayó rápidamente en una especie de sopor y el sueño le venció. Lorkan sonrió y lo acunó entre sus brazos, e ignorando la presencia de los sorprendidos Sherian y Lilith, le susurró al dormido niño:
-Tu nombre será Harry Vlad-Seir. Mi hijo, mi heredero... y el príncipe de los vampiros.
Capítulo 1.
Iniciación.
Quince años después.
Con un sollozo, Lily pasó suavemente el dedo sobre la foto que sostenía, donde un niño pequeño de tan solo un año miraba y sonreía a la cámara mientras jugaba con el peluche de un perro negro. Esa foto fue sacada por su padrino la noche de su cumpleaños. La misma noche en que lo perdió para siempre.
Y ese día se cumplían quince años desde que su hijo Harry había desaparecido.
Desaparecido.
Lily siempre prefería pensarlo de esa manera, pues así resultaba un poco menos doloroso. Nunca pudo sobreponerse y mucho menos asimilar el hecho de que su hijo hubiera sido raptado por mortífagos y asesinado esa misma noche por Voldemort. No. Ella aun guardaba esperanzas. Las esperanzas de que su hijo no estuviera muerto, si no desaparecido.
Desaparecido y perdido en un lugar, muy lejos de ella.
-¿Amor?
Lily se sobresaltó al oír la voz de James a sus espaldas. Aunque se apresuró en secarse las lágrimas con el dorso de la mano, su esposo supo de inmediato lo que le ocurría.
Sintió como James se sentaba a su lado en el borde la cama y pasaba un brazo por sobre sus hombros, intentado confortarla como tantas otras veces.
Y en especial los 31 de Julio.
-Lo extraño tanto James- sollozó ella y sus dedos se comprimieron en torno a la fotografía- sé que han pasado muchos años... pero aun así lo extraño. Cómo me gustaría poderlo estrechar entre mis brazos otra vez.
-Tendría dieciséis años- murmuró James observando el rostro de su hijo que le sonreía desde la foto y notando un doloroso nudo en la garganta, al mismo tiempo que la culpa y la impotencia por no haber podido protegerlo le invadían otra vez.
Se mantuvieron abrazados por un largo rato, consolándose mutuamente, hasta que Lily dio un suspiro y dijo suavemente:
-Será mejor que bajemos. Además- se esforzó por sonreír a medias- no queremos deprimir a los chicos ¿Verdad?
James sonrió tristemente, acarició la suave mejilla de ella y se levantó de la cama. Lily guardó la fotografía de Harry en una cajita que mantenía sobre el velador y salió de la habitación junto a marido.
XxXxXxX
Una brisa agradable se deslizaba frugalmente entre los gigantescos árboles. Árboles más antiguos que los primeros hombres y que hacían de ese bosque un lugar permanentemente oscuro, aunque el sol se erigiera sobre ellos. El bosque de Gelrion, se llamaba. Hogar de cientos de criaturas fantásticas. Un lugar tan antiguo como misterioso, y peligroso para aquel que nunca había entrado allí. Invisible para los sinmagia. Legendario para magos que por siglos habían intentado hallarlo y profanarlo sin éxito, y los pocos que lo habían logrado, no habían logrado sobrevivir.
Pero sus principales moradores alababan su belleza y lo protegían. Vivían en el bosque desde hacía siglos, y el castillo que se imponía justo en el centro estaba rodeado por calles y edificios tan bellos que cualquier mortal que los viera pensaría que se hallaba en una ciudad legendaria. El Bosque Oscuro, lo llamaban también. Los inmensos árboles, sin embargo, superaban la altura de la propia Ciudad, cubriéndola de sombras permanentes.
Gelrion, la Ciudad de las Sombras.
Un nombre apropiado.
Ese día, el crepúsculo que vaticinaba el amanecer teñía el cielo con tonalidades moradas y rojizas. Un vista hermosa que los vampiros disfrutaban cada vez que tenían la oportunidad.
Mientras tanto, una esbelta y delicada figura avanzaba por el bosque con pasos seguros. Sus ojos violetas buscando entre la espesura y sus delicadas manos blancas tanteando los troncos de los árboles.
Hasta que por fin lo encontró.
Se hallaba sentado junto a una roca en el lago. Su mano estaba extendida con soltura, haciendo un amago para acariciar con ella las suaves crines de un hermoso unicornio que se había acercado a él. Ella lo observó, sonriendo, y siguió avanzando.
El joven alzó la vista para mirarla y el unicornio hizo lo mismo, sin embargo, el bello animal no pareció sentirse amenazado. Este dio media vuelta con tranquilidad y se alejó entre los árboles.
-Sabía que te encontraría aqui- dijo ella componiendo una sonrisa y girando la cabeza para observar a su alrededor- solíamos venir aqui a jugar cuando éramos niños.
Él sonrió.
-Me alegra que lo recuerdes.
La joven caminó hacia él y se sentó a su lado. Una suave y cálida brisa sacudió sus cabellos azulados cuando levantó la mirada hacia el crepúsculo.
-Hoy cumples dieciseis años- murmuró ella sin mirarlo.
-Lo sé.
-¿Y que te parece?
Él tardó en responder, pero cuando lo hizo, se encogió ligeramente de hombros.
-Pues, ya no me considerarán un niño.
Ella sonrió y le acarició un mechón con ternura:
-Para mi siempre lo serás, Harry.
El muchacho también le sonrió. Por supuesto, su amiga tampoco era ya una niña, aunque era medio año menor que él. Ya poseía las formas delicadas de una mujer y los rasgos angulosos del rostro. Para muchos, era una de las vampiras jóvenes más hermosas.
-Tú también lo eres para mi, Aldana- dijo él mirándola a los ojos- aunque no sé qué haremos con nuestra amistad cuando nos comprometan.
Ella se ruborizó y Harry sonrió. Ambos eran amigos inseparables, pero también sabían que entre ellos siempre se perpetuó algo más que una amistad. Todo aquello, sin embargo, podría haber pasado si no fuera por la decisión del padre de Harry y el padre de ella de comprometerlos cuando ambos cumplieran su mayoría de edad, lo que sucedería en seis meses más, cuando Aldana alcanzara los dieciséis. Ambos se tomaron la noticia con sorpresa en un principio, pero no tardaron en aceptarla y asimilarla con calma y serenidad. Después de todo, entre ellos siempre existió atracción y estaban seguros de que serían muy felices juntos si se unían.
Pero Harry no sospechaba que, para Aldana, aquel compromiso lo significaría todo para ella.
Se quedaron contemplando el amanecer en silencio, hasta que la luz que logró colarse entre las frondosas copas de los árboles comenzó a debilitar a Aldana, quien se colocó rápidamente la capucha sobre el rostro. Sin embargo, Harry no tenía necesidad de eso, pues con la sombra de los árboles le bastaba.
Esa era la gran ventaja de ser un vampiro con sangre mágica corriendo por las venas.
Aunque poseía las mismas habilidades de un vampiro, también podía usar magia, lo que constituía para él y para su pueblo una gran eventualidad. Cuando tenía ocho años, su padre mandó a hacer una varita mágica especial para él, hecha con un nucleo muy particular: sangre de vampiro y pluma de fénix. Según lo que él sabía, era el primer mago/vampiro de la historia, por lo cual tenía ciertas peculiaridades que le hacían inmune a muchas cosas.
El sol le hacía daño solo si permanecía más de tres horas seguidas expuesto a él. Eso significaba que, a diferencia de los demás vampiros, quienes solo podían andar en la noche o en lugares donde no llegaran los rayos solares, él podía salir de día a cualquier parte siempre que estuviera bajo la sombra de algo o usara una capucha para resguardarse del sol. Pero de todos modos se sentía mucho más cómodo entre las sombras.
Y podía hacer hechizos, algo que a él le encantaba, pero aun así prefería no hacer magia en frente de otros vampiros que no fueran su padre, Aldana, Sherian y Lilith. Él estaba consciente de que los vampiros sentían recelo de la magia y de los magos, y aunque a él le respetaban y apreciaban por las cosas que había hecho por ellos en todos aquellos años, sobretodo porque se trataba de su príncipe, Harry tenía el suficiente tacto como para no incomodarlos con exhibiciones de magia que, al fin y al cabo, solo usaba en determinados momentos.
-Será mejor que regresemos- dijo Harry viendo divertido como Aldana se ceñía más la capucha- después de todo, no quiero que mi futura prometida quede convertida en cenizas.
Ella alzó las cejas y Harry, tomándola de la mano, regresó con ella a la pequeña Ciudad de Gelrion. La cuna de los vampiros.
XxXxXxX
Lilith alzó la vista cuando vislumbró la inconfundible figura esbelta de Harry. Colocándose en jarras, se colocó frente al joven con una fingida postura de severidad.
-¿Puedo saber porqué tardó tanto, príncipe?
Harry rodó los ojos y cruzó los brazos sobre el pecho, esbozando una media sonrisa y alzando las cejas. Detestaba que Lilith lo llamara príncipe y sabía que, cuando ella lo llamaba así, era porque quería fastidiarlo.
-Solo fui a dar una vuelta- respondió él.
-Si, me imagino. Pero yo esperaba que este día prescindiera de sus paseos y se presentara en la cámara a la hora puntual.
Resoplando, el muchacho replicó:
-Vamos, Lilith ¿Puedes dejar ya las formalidades a un lado? Odio cuando comienzas a hablarme así!, haces que me sienta como un crío otra vez, y por si no lo recuerdas, hoy cumplo dieciseis años, lo que me convierte en...
Ella sonrió y le interrumpió:
-Ya lo sé, tonto muchacho. Pero aun así debieras haber estado aquí hace una hora. !La ceremonia de iniciación es muy importante!
Harry observó la monumental puerta dorada que estaba frente a ellos y le preguntó:
-¿Vas a estar?
-Claro que si.
-¿Y Sherian?
-Por supuesto-sonrió ella y sacudió con coquetería su suave y llamativo cabello blanco- no olvides que somos personajes importantes.
-Sí, claro- se burló Harry y ambos entraron a la cámara principal del castillo.
Se trataba de un lugar enorme y sumamente elegante. No habían ventanas, por supuesto, pero sí grandes lámparas circulares con cristales colgando desde el techo y varios asientos aterciopelados donde vampiros y vampiras ya estaban sentados. Lilith le guiñó un ojo y fue a sentarse junto a Sherian, quien le sonrió. Harry avanzó hasta donde se encontraba parado su padre, esperándolo en el centro de la cámara. A su lado había una especie de mesa redonda que estaba cubierta por un manto negro.
-Tardaste- observó Lorkan Vlad-Seir.
Harry inclino ligeramente la cabeza.
-Lo lamento padre, es que...
-No importa- dijo Lorkan y le sonrió- lo bueno es que ya estás aquí. Y hoy, hijo mío, es un día muy importante para ti... y para todos.
Harry miró brevemente a todos los presentes, quienes le sonrieron con respeto y aprecio.
-Colócate ante ese pedestal hijo. Vamos a comenzar- le indicó Lorkan.
Harry hizo lo que le indicaba y Lorkan empezó:
-Hoy, mi hijo y heredero del imperio de Gelrion, Harry Vlad-Seir, cumple dieciséis años, lo que lo convierte en un mayor de edad ante nuestros ojos. Eso significa también que recaerán sobre sus hombros nuevas responsabilidades- Lorkan miró fijamente al muchacho y le preguntó-¿Juras proteger y serle fiel a tu pueblo, Harry?
-Lo juro- asintió el joven.
-¿Y juras desempeñar honestamente con tus labores de príncipe?
-Lo juro.
-Y por último- los ojos plateados de Lorkan destellaron- ¿Juras unirte en nuestra lucha contra los magos para honrar nuestro linaje y vengar nuestro exilio?
Harry miró de reojo a Lilith y a Sherian antes de asentir y responder:
-Lo juro.
Lorkan sonrió ampliamente.
-Muy bien hijo mío. Ya eres oficialmente el príncipe heredero. Futuro gobernante de los vampiros.
Harry sonrió, al tiempo que todos los presentes se levantaban, aplaudían y exclamaban la tradicional oda al unísono:
-! Eternidad y fortuna a nuestro príncipe Harry!
-Y ahora- dijo entonces Lorkan y se hizo nuevamente el silencio- falta tu paso hacia tu iniciación definitiva. Acércate Harry.
El joven avanzó y vio como su padre quitaba el manto negro que cubría aquella plataforma redonda y que resultó ser... una gran fuente de plata exquisitamente labrada y que estaba llena de agua.
-El espejo incognoscible- le dijo Lorkan pasando una mano por sobre la hermosa fuente y mirando a Harry fijamente- ha estado aquí desde hace cientos de años. Cada vez que un vampiro cumple la mayoría de edad, debe mirar aquí.
-¿Y que se supone que uno debería ver en él?- preguntó Harry.
-El agua reflejará el rostro del primer mago o bruja al que deberás morder- contestó Lorkan- y no solo eso. El agua también te proporcionará mentalmente el nombre de esa persona.
Morder... y Matar.
Aquello retumbó en la cabeza de Harry sin necesidad de que Lorkan se lo señalara. Porque los vampiros de su casta solo podían convertir a alguien en uno de ellos cuando ese alguien no superaba los tres años de edad. Pero si mordías a una persona mayor de tres años, esta moría instantáneamente.
-Inclínate sobre el espejo incognoscible Harry- le indicó Lorkan- y deja que él te muestre.
El joven vampiro lo hizo. Pasaron varios segundos antes de que las transparentes aguas de la fuente comenzaran a distorsionarse y a mostrarle el rostro de una persona. Harry entornó los ojos para vislumbrar mejor, hasta que por fin el espejo le reveló a aquel que debería matar.
Y su respiración se congeló por unos instantes.
El rostro que el espejo le mostraba era el de una muchacha. Una muchacha pelirroja y risueña. Harry ni siquiera parpadeó, perdido en la dulzura de aquellos ojos color avellana y esa sonrisa suave, casi hipnotizante.
Ginebra Weasley..., siseó en su mente una voz sibilante, y antes de que Harry se diera cuenta, la imagen del espejo incognoscible se desvaneció.
Harry tardó en salir de su turbación, hasta que la voz de Lorkan lo obligó a levantar la vista.
-Y bien hijo ¿Ya has visto al mago o bruja que tendrás que morder?- le preguntó este.
El joven respiró hondo y asintió.
-Si padre.
-¿Y el espejo te ha dado su nombre?
-Sí.
-Perfecto- sonrió Lorkan y entonces abrazó a su hijo con cariño, añadiendo- Sé que me harás muy orgulloso Harry. Tengo todas mis esperanzas puestas en ti.
Harry se esforzó por sonreír, sabiendo que debería estar feliz y entusiasmado. Pero no pudo.
Porque el rostro de Ginebra Weasley era lo único en lo cual podía pensar ahora