Disclaimer: Los personajes de Harry Potter que aparecen en esta historia pertenecen a las editoriales y Warner Bros. La trama me pertenece, así como todos los elementos mágicos que puedan encontrar son extraídos directamente de mi imaginación. Si encuentran alguna referencia de alguna historia ya publicada no es más que un homenaje. Esta prohibida su copia o adaptación de cualquier tipo. Los lugares presentados en esta historia son ficticios y fueron tomados de webs generadores de nombres de fantasía, pero el diseño de la geografía es mío. Esta historia tendrá contenido machista, racista y clasista; es únicamente para la ambientación de la trama, no coincide con las opiniones personales de la autora.
ADVERTENCIA 1: Se encuentran frente a una ADAPTACIÓN del material original de este fic publicado hace doce años, el cual fue modificado, reescrito y rediseñado para hacer justicia a la trama. Dudas las estaré resolviendo por PM o review.
ADVERTENCIA 2: Universo Alterno. Creación de Worldbuilding. Género: Fantasía Épica. Época: Medieval. Sistema de magia diferente a Harry Potter. Personajes Out of Character. Slow Burn.
Comentarios extra: Debido a las complicaciones del worldbuilding puedo facilitarles un mapa con las ubicaciones de los lugares del reino ficticio así como un glosario con términos utilizados en esta historia. Solo deben enviarme un PM con su correo electrónico escrito con espacios (no se pueden pegar links en esta plataforma) y se los haré llegar en la brevedad.
Mar de pasiones
Por. Stefanía Potter
Capítulo I.
La primavera en Teva había llegado, la boda de Lily con Sir Amos tendría lugar el siguiente fin de semana en los jardines de la mansión de su padre. El sumo sacerdote le había entregado las oraciones que debía memorizar para el día de la ceremonia. Desde entonces Lily no había hecho más que caminar de un lado a otro en el salón repitiendo las palabras una y otra vez.
—Me entrego a ti en cuerpo y hema, Sir Amos Diggory, hijo del Barón de Teva descendiente de la casa Hufflepuff de la Orden de Merlín… ¿No podría tener un título más corto? —se interrumpió golpeando el pergamino contra la mesa.
Mary junto al hogar reparaba unas prendas descosidas, levantó la vista hacia su pupila y acostumbrada a sus berrinches sonrió.
—Vas bien, Lily. Esa es la última parte.
Las arrugas que surcaban la frente de la mujer se hicieron más pronunciadas cuando observó a Lily inclinarse para abrir la ventana. Los jardines estaban asediados por siervos de Lord Diggory con órdenes de montar un altar. Sería la boda del año y los Barones Diggory no habían escatimado en gastos para hacerlo todo un acontecimiento.
—Cierra esa ventana, niña, si no quieres una reprimenda.
Lily la ignoró deliberadamente tomando lugar en el alféizar. Un muchacho de cabello como el oro elevó su sombrero de paja e hizo una reverencia, ocasionando una sonrisa soñadora en la pelirroja. Lo saludó y si la mano de Mary no hubiera golpeado su pierna, le habría lanzado un beso.
—¡Ay, Mary!
—Quítate de la ventana. No es correcto que coquetees con muchachos estando a unos días de tu boda.
Lily se apartó con un mohín y permitió a Mary cerrar la ventana.
—No coqueteaba. Elijah es muy educado y solo me gusta ver su sonrisa.
—Te convertirás en una baronesa, no puedes lanzar besos a muchachos con lindas sonrisas.
La pelirroja tomó asiento junto al fuego y continuó con el bordado.
—¿Por qué? —cuestionó— Yo no quiero ser baronesa, sino deseo convertirme en marinero, como mi padre. Navegar el ancho mar, mirar las estrellas cada noche, conocer lugares imposibles de nombrar. ¿Casarme? ¡Por favor!, esta es solo una treta en la que me he visto obligada a formar parte. Dinero a cambio de un título. Qué cosa más ruin.
Mary suspiró.
Esa misma conversación había tenido lugar más de una vez en los últimos meses, y ahora que el casamiento se volvía una realidad, Lily comenzó a tener pesadillas por las noches con aquel castillo que se caía en pedazos.
—Tendrás que acostumbrarte, querida, en esta vida no hay muchas opciones de las que tomar parte. Aunque debes saber que eres afortunada, no cualquiera contrae nupcias con un caballero que no solamente es atractivo y galante, si no que porta un título honorable. Además, está infinitamente enamorado de ti.
Ante esto Lily bufó de tal manera que solo logró ganarse otro golpe en el brazo.
—Amos no me conoce —respondió sobándose el área afectada.
—Sir Diggory, Lily, Sir Amos Diggory. Recuérdalo.
La pelirroja arrugó la nariz y continuó con el trabajo de bordado.
—Sir Amos Diggory, hijo del Barón de Teva descendiente de la casa Hufflepuff de la Orden de Merlín, no conoce a su prometida.
—Se enamoró de tu belleza —afianzó Mary.
—Se enamoró de lo que quiso ver. Lo único bueno de este matrimonio de los infiernos, es que no creo que siga escribiéndome poemas absurdos una vez que compartamos el lecho.
La capa que Mary remendaba golpeó el regazo de la pelirroja que no pudo evitar soltar una carcajada.
—¡Me vas a matar, niña! ¿Qué dirá tu padre cuando escuche tu lenguaje? Me echará en cara que no te eduque todos estos años como él lo ordenó.
Lily esbozó una sonrisa y se acercó a su aya.
—Al contrario, dirá que has hecho un trabajo estupendo, y que soy mucho mejor que Petunia ya que poseo un cerebro y criterio propio.
De un momento a otro, los ojos azules de Mary se llenaron de lágrimas. Lily observó las gotas rodar por su mejilla.
—Mi Lily, mi niña, cómo has crecido. No puedo creer que después de este fin de semana estarás en un nuevo hogar, con un marido poderoso y yo me iré con los niños Humphries.
Lily tomó la mano de Mary y depositó un beso en el torso.
—Nos irá bien a ambas, y cuando tenga un hijo serás la primera mujer a la que buscaré para educarlos.
La promesa fue sellada con un abrazo lleno de cariño.
Los siguientes días pasaron rápido para Lily, se probó el brial de boda y aprendió los pasos de baile antes de la ceremonia. Su padre había arribado un día antes, agotado pero radiante. Le había entregado unas telas preciosas como regalo de bodas y algo más: un broche de oro, el cual había pertenecido a su madre. El diseño era hermoso, parecía una pequeña concha de mar con una perla en el centro. Esto la había distraído de los nervios y había solicitando que lo agregaran al tocado que llevaría durante la ceremonia.
El día de la boda tuvo que levantarse al alba. El ritual hemástico era riguroso, se iniciaba con un baño en agua caliente para dejar todas las impurezas atrás, después en otra bañera se preparaba para remojar el cuerpo una esencia para maximizar el hema —un paso importante ya que la ceremonia consistía en la unión de los hemas de los novios en uno solo—. Posteriormente, al mediodía se servía un almuerzo donde debía estar presente la familia para alejar las malas energías. Al terminar, daba inicio el baile prenupcial y finalmente, al caer el ocaso, tenía lugar el juramento.
Al concluir, la familia de la novia hacía entrega de la dote y la pareja se marcharía a su nuevo hogar, donde se llevaría a cabo la ceremonia más importante, donde por fin, los dos cuerpos se volvían uno completando el ritual nupcial.
Lily estaba nerviosa. Durante el baño creyó que podría desmayarse por la fuerte esencia del osage, incluso Mary tuvo que sostenerla para que no se golpearse contra la bañera. Aquello solo parecía un mal augurio, como si su hema no estuviera listo para unirse con el de otra persona.
Mary no escuchó sus súplicas y le ayudó a prepararse para el almuerzo. Los rizos pelirrojos caían por su espalda cubiertos por una tela elegante que solo permitía ver el broche en forma de concha de mar. El brial claro era el indicado para la ceremonia y a petición de su padre, un lirio colgaba de su muñeca.
Al entrar al comedor, notó cada una de las sillas ocupadas. La habitación estaba repleta de gente, más de la que le hubiera gustado, sin embargo debía recordarse que esa no era una boda discreta. Se estaba casando con el futuro Barón de Teva, uno de los individuos más importantes de la isla. El simple pensamiento hacía que se le revolviera el estómago, y sintió que podría volver a desmayarse cuando su familia política la recibió en la mesa principal.
Amos, o Sir Diggory como se suponía debía llamarlo, portaba una gran sonrisa en los labios y los ojos azules brillaban cada vez que la veía. Lily había escuchado hablar de ello, pero jamás creyó que fuera cierto. El hema de Amos podía reflejarse claramente en sus ojos con suaves llamas doradas. ¿Acaso era natural en las familias Hufflepuff? Debía serlo, pues nadie parecía escandalizado por el detalle.
—Me gustaría darle la bienvenida a la familia a la señorita Lilianne Evans, futura Baronesa de Teva, la mujer que, estoy seguro, hará infinitamente feliz a mi hijo —expresó el Barón Diggory elevando su copa de cobre.
«Y muy rico» —pensó Lily.
Todos se unieron al brindis con las copas en alto y sonrisas radiantes.
—Dicen que mi hema reacciona al tuyo —dijo Amos más tarde, cuando danzaban por el salón tomados de las manos.
—¿Te refieres a ese brillo en tus ojos? —preguntó notando los destellos que parecían abandonar sus pupilas.
Amos sonrió. Definitivamente era muy atractivo.
—Sí. Solo se da cuando soy infinitamente feliz.
—¿Y por qué mi hema no se ve? ¿Hay algún motivo en particular? —No pudo evitar preguntar.
Amos no parecía ofendido, aunque nada de lo que había hecho en los últimos meses parecía molestarle, ni siquiera la vez que derramó sopa en su calzado.
—Aunque el hema está en todos los seres vivos, es cierto que solo aquellos que descendemos de las familias honradas con la Orden de Merlín somos bendecidos con una mayor presencia. Esto se vuelve más evidente cuando tenemos emociones fuertes. Como yo, por ejemplo, estoy a punto de casarme con la mujer más hermosa de la isla, así que soy irrevocablemente feliz.
La información que le proporcionó era muy interesante y, aunque hubiera pensado más en ello cualquier día normal, esa tarde estaba en su boda. No hubiera podido concentrarse aunque quisiera.
Cada vez se acercaba más el momento en que tendrían que decir sus votos frente al sumo sacerdote, formalizando la unión matrimonial y eso hacía a Lily sumirse en la desesperación. No podía soportar la idea de pasar su vida junto al pelmazo de Amos Diggory, que sí, tal vez era un buen pedazo de pan, pero Lily preferiría un estilo de vida muy diferente para el que le habían preparado.
El ocaso estaba cerca, lo que significaba que solo tenía unos pocos minutos para huir. La tarea no sería fácil, el recinto estaba lleno de gente que deseaba presenciar el momento de la unión. Así que Lily llegó a la conclusión de que debería esperar a que todos estuvieran reunidos en el jardín, esperando por ella caminando hacia el altar, ese sería el único momento en que podría escapar.
No sabía a donde iría. Tal vez a ninguna parte. Solo deseaba escapar el tiempo suficiente para que Lord Diggory concluyera que no era digna de su hijo.
Cuando llegó el momento salió por una de las puertas traseras y corrió lo más rápido que le dieron las piernas, o al menos lo que logró alzando el brial que se arrastraba por el suelo.
El tocado casi se había caído cuando llegó al puerto. Siervos y burgueses paseaban por la plaza sin prestarle atención a la chica pelirroja ataviada con ropajes de boda. Lily observó el sol ocultarse detrás del mar sabiendo que en casa ya deberían estarla buscando. No pasaría mucho tiempo antes de que la encontraran, y cuando eso ocurriera, esperaba que ya fuera muy tarde.
Tomó asiento en una roca, sin apartar la vista de los colores naranjas y rosados que se reflejaban en la inmensidad del mar. Pequeños barcos se veían a lo lejos con las velas izadas aprovechando la brisa marina. Cuando la primera estrella apareció en el firmamento decidió que probablemente debería volver a casa, pero no quería, no podía, se rehusaba a vivir la vida que su padre quería para ella.
Lily no era Petunia. No cedería ante las peticiones de un viejo chiflado, aunque este fuese su progenitor.
No le tomó mucho tiempo tomar una decisión. Había cuatro barcos en puerto, solo debía abordar alguno de ellos por algunas horas y despedirse del matrimonio con Sir Diggory.
La idea se le antojaba arriesgada, sin embargo, era la única opción para no ser encontrada. Así que haciendo uso de esa terquedad que la caracterizaba, subió por la escala real hasta llegar a la cubierta.
Le sorprendió darse cuenta que estaba desierta, tal vez la tripulación había ido a la ciudad por provisiones o a disfrutar de las horas en tierra, lo que significaba que no partirían pronto.
Lily descendió por la escotilla hasta la batería donde pudo visualizar algunas hamacas colgadas entre mesas y armarios sujetos al suelo de madera. El lugar no tenía un olor agradable, pero tampoco podía quejarse después de todo era un navío que se la pasaba en altamar.
Se asomó en la bodega del barco, estaba llena de cajas, también había una cabra y dos gallinas en pequeñas jaulas. Todo estaba separado, parecía preparado para zarpar en cualquier momento, así que se acurrucó en una esquina donde encontró unas velas rotas.
—Hola, amiguita, ¿tienes mucho tiempo en este lugar? —dijo acariciando la pequeña cabeza de la cabra.
Esta la miró con sus ojos dispares y baló en respuesta.
—Si no te molesta me quedaré aquí por unas horas hasta que la infernal boda haya terminado. ¿Sabes en cuánto tiempo zarpará? No me gustaría quedarme atrapada en este lugar.
La cabra esta vez la ignoró y se dirigió a la otra esquina de su pequeño corral. El lugar tenía un claro aroma a animal, aunque nada comparado con la batería, la cual olía a hombre apestoso definitivamente.
Se acurrucó mejor entre las velas encontrando una posición bastante cómoda y se preguntó qué estaría pasando en su ausencia. ¿Su padre la estaría buscando? ¿Mary lloraría? ¿Lord Diggory ya habría roto el compromiso? Esperaba que así fuera, sino tendría que encontrar la manera de huir de cada una de sus bodas hasta que se diera cuenta que ella sería una terrible esposa. Era malhumorada, distraída y obstinada, esa no era la combinación ideal para una baronesa. Estaba segura que había otras mujeres en Teva dispuestas a ser lo que cualquier noble quisiera, pero ella no.
Cerró los ojos mientras escuchaba los pasos de la tripulación golpeando el suelo de la batería, y se acurrucó mejor entre las velas dejando que el sueño poco a poco la invadiera.
Despertó con el sonido de la madera crujir, sobresaltada sintió como algo golpeaba el casco y tuvo un mal presentimiento.
—¿Ya zarpó, verdad? —preguntó a la cabra que baló— Eres una pésima amiga, debiste advertirme.
Apartó las velas saliendo de su escondite de un salto, pero no contó con el balanceo que tenía la nave. Se tambaleó un poco antes de alcanzar la escala que subió con lentitud. La sensación de mareo en la boca del estómago le provocó náuseas, no sabía si era por el problema en que se había metido o por el vaivén del barco.
Tragó saliva fuerte cuando llegó a la batería. Estaba desierta, las hamacas ya habían sido recogidas. Se preguntó cuánto tiempo había dormido para que todo hubiera cambiado.
Al llegar a la escotilla principal se detuvo un momento, ¿en qué demonios había pensado cuando se metió en ese barco? Su padre era un marinero, ella debió identificar las señales que indicaban la partida pero no lo hizo, y ahora estaba metida en un gran lío.
Tembló un poco pero tomando algo de valor subió a cubierta. Lo primero que vio fue que el sol ya había desaparecido por completo, provocando que todo pareciera una gran masa oscura; ya no se veía diferencia entre el océano y el cielo.
La tripulación iba de un lado para otro sin prestarle atención, estaban tranquilos, lo que significaba que tenían varias horas de haber abandonado el puerto.
Cuando hizo contacto visual con uno de los hombres andrajosos, se dio cuenta de la mala idea que había sido aparecerse sin ceremonias. El hombre la miró de los pies a la cabeza con lujuria y esbozó una sonrisa desdentada. Lily como acto reflejo dio unos pasos hacia atrás, chocando contra el pecho de alguien. La persona que estaba atrás era alta y musculosa, trató de apartarse pero este se lo impidió rodeándola con su brazo.
Escuchó una voz ronca en su oído diciendo:
—Miren lo que tenemos aquí.
Su reacción natural fue gritar y patalear tratando de soltarse del agarre, pero fue inútil, solo provocó que el hombre la sujetara también de la otra extremidad haciéndola caminar hacia adelante.
El resto de la tripulación la rodeó en un círculo imperfecto. Lily sentía su cuerpo temblar de los pies a la cabeza, el mareo cada vez era más insoportable y sus brazos sujetados con fuerza eran lo único que le hacía notar que no estaba alucinando. Aquella escena era real: se encontraba como polizón en un barco.
Volvió a gritar cuando uno de los hombres sin cabello se acercó tomando la tela de su brial. Lily jamás había estado con un hombre, pero había leído sobre ello y era suficiente con ver sus rostros para darse cuenta que ella era una presa fácil. Se maldijo por quinceava vez, y vomitó sobre los pies de los marineros salpicando también su vestido.
—¿Qué infiernos está pasando aquí? —preguntó una voz con autoridad.
Soltaron sus brazos y la dejaron en medio del círculo. Estaba mareada, asqueada y asustada. Se tambaleó un poco hasta que pudo sentarse sobre el suelo de madera. Podía notar el círculo hacerse más amplio mientras una persona se abría paso ante la tripulación.
Era un hombre de ojos dorados. Lily creyó estar alucinando, pues en solo un día había visto en dos ocasiones aquellas llamas en las pupilas.
—Lunático, ven acá.
Lily sentía los ojos sobre ella, pero aquello no impidió que volviera a vomitar esta vez sobre el brial. El vaivén del barco era agresivo, todo lo que estaba a su alrededor se movía aunque aquellos hombres no parecían tener ningún problema.
—¿Qué es lo que está pasando? —preguntó otra voz ligeramente más fina.
—¿Puedes explicarlo? —cuestionó el hombre de ojos dorados señalándola en el suelo.
El segundo pegó un respingo al hacer contacto visual con Lily. Este era de cabello rubio, un rostro más delgado que los demás y con un aire de inteligencia.
—¿Cómo llegó esta doncella aquí?
Parecía tan confundido como los demás y, por el contrario, en él no podía percibir la mirada desagradable. Se acercó con paso lento y se agachó a su altura.
—¿Mi señora, se encuentra bien? —preguntó apoyando la mano en su delicada espalda que se sacudió por el contacto.
—Estoy mareada —Alcanzó a decir con un hilo de voz antes de vomitar por tercera vez consecutiva.
El rubio se puso de pie y negó con la cabeza hacia el hombre de ojos dorados antes de levantar la voz:
—¡Vuelvan a sus actividades! ¡No hay nada que ver!
El resto de la tripulación se dispersó con lentitud, murmurando entre ellos y lanzándole miradas a Lily que todavía no podía ponerse de pie.
—Consiguele un cubo —dijo el primer hombre.
Escuchó al rubio alejarse, y la madera crujió debajo de las botas de cuero del hombre de ojos dorados. Este se puso en cuclillas a su lado y la tomó de la barbilla para verla mejor. Lily también pudo apreciar mejor el cabello negro y rostro juvenil de rasgos cincelados. Contrario a lo que parecía, los ojos no eran dorados, sino marrones. Debió estar alucinando cuando los había visto antes.
—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó entrecerrando los ojos.
—Tu amigo es más educado —respondió tomando un poco de valor para emitir palabras ante la majestuosidad de hombre frente a ella.
—No importa si lo es, yo soy el capitán y me debes explicación de lo que acaba de pasar.
Lily tragó el vómito que había amenazado con salir y parpadeó varias veces para alejar las lágrimas.
—Yo solo me estaba escondiendo y me quedé dormida. El barco zarpó sin que me diera cuenta —Podía sentir su voz débil por estar aterrada.
En ese momento el rubio regresó con un pequeño cubo poniéndolo frente a ella, que inmediatamente comenzó a escupir deshaciéndose del mal sabor de boca.
—¿Qué haremos con ella, Cornamenta? —preguntó el rubio.
Cornamenta entornó los ojos antes de ponerse de pie.
—¿A cuánto estamos de Teva? No podemos llevar a esta mujer abordo, causará revuelo entre la tripulación.
—¿Cuál es su nombre, mi señora?
Lily elevó sus ojos verdes hasta Cornamenta que seguía a su lado.
—Me temo que no soy una señora. Mi nombre es Lilianne Evans.
Tenía la esperanza de que su apellido le sonara a alguno de los hombres, pero ellos fruncieron el ceño sin reconocerla. No entendía, su padre era conocido en el suroeste de Uthor, no podía ser que hombres dedicados a la marinería no habrían escuchado de su nombre.
—Soy hija de Benedict Evans, mercader de especias y alfombras.
Aquello tampoco hizo ruido en los hombres que permanecieron con la misma expresión. El rubio esbozó una sonrisa tranquilizadora y le ayudó a ponerse de pie. Aun en esa posición se sentía pequeña al lado de los marineros, ellos eran altos y fibrosos, podía ver debajo de sus camisas los músculos bronceados de su pecho.
—No se preocupe, señorita Lilianne Evans, buscaremos una alternativa.
Lo que pasó a continuación fue que la llevaron hacia una de las cabinas que estaban sobre la cubierta, donde le permitieron asearse con un poco de agua. A Lily le hubiera gustado tener también un paño húmedo, pero no se iba a quejar cuando el rubio había sido tan amable.
El capitán Cornamenta la observaba desde una silla en el centro de la habitación, frente a una mesa que emitía un crujido molesto. El rubio había salido a buscar a alguien llamado Canuto a petición del primero, dejándolos solos por un minuto.
—Dices que no eres una señora, pero estás usando uno de los briales más elegantes que he visto —murmuró el hombre con los brazos cruzados.
Lily dejó el cubo en el suelo, y observó su rostro pálido frente al pequeño espejo de la estancia.
—Escapé de mi boda. Contraería nupcias con uno de los hombres más poderosos de la isla, era imperativo que luciera mi mejor atuendo.
Cornamenta asintió y no emitió palabra, seguió con la vista clavada en Lily. La pelirroja estaba segura que ese hombre jamás había recibido ningún tipo de educación, ¿por qué creía que era correcto observar con escrutinio a una mujer mientras ella se aseaba? Seguramente cualquier caballero le daría privacidad, pero no el capitán frente a ella.
La incomodidad se podía palpar en el ambiente. Lily no sabía dónde fijar su atención tratando de no encontrarse con los ojos marrones que prácticamente no parpadeaban.
—Aquí está, Cornamenta —dijo la voz del rubio entrando a la estancia.
—Tardaste, Lunático. ¿Canuto? —saludó al segundo hombre.
Canuto era atractivo de cabello negro sujeto en una coleta en la nuca, tenía la piel más bronceada que sus compañeros haciendo que los ojos grises tomaran protagonismo. Con aquella barba de pocos días y sonrisa ladeada definitivamente se les podría considerar hermoso.
—Lunático dijo que estábamos metidos en un problema, pero sigo sin encontrarlo —sugirió mirándola de los pies a la cabeza.
El rubio le golpeó en la nuca.
—Educación, Canuto, estás enfrente de una doncella —reprimió.
—No es una doncella. Es hija de un burgués —exclamó Cornamenta desde su posición gloriosa.
—Aun así, es una joven que merece nuestro respeto y no el trato agresivo de cualquier marinero.
—¡Somos marineros! —Esta vez exclamó Canuto.
Lunático se llevó la mano a la frente y dedicó a Lily una mirada de disculpa.
—¿Entonces quieren saber dónde podemos deshacernos de tan preciosa joya, cierto? —preguntó Canuto apoyando las manos sobre la mesa.
A continuación, Cornamenta abrió las cartas de navegación y el melenudo analizó los trazos sobre el pergamino. Lily permaneció recluida en una esquina del recinto, tratando de controlar los mareos que no habían desaparecido.
—Podríamos regresar a Teva, pero eso nos llevaría toda la noche y retrasaríamos nuestro viaje a Tilliam. Según el clima eso podría llevarnos un día completo.
Cornamenta resopló mirando también las cartas. Lunático permanecía a dos pasos de la mesa, claramente sin saber lo que estaba en las manos de los otros dos hombres.
—¿Hay alguna forma de llegar más rápido a Tilliam?
—Ninguna si debemos regresar a Teva.
Los dos hombres lanzaron una mirada fugaz a Lily, la cual se estremeció. Ellos no emitieron palabra y salieron de la cabina, el único que se quedó fue Lunático que suspiró con pesar.
—Lo siento, señorita Lilianne, pero no es una prioridad regresarla a su isla.
El mareo casi se había ido por completo, y una fuerza en su interior que había permanecido dormida en la última hora emergió como una explosión. Apartó a Lunático de un empujón y salió de la cabina encontrándose con los dos marineros hablando en voz baja.
—¿Por qué haces esto, idiota? —exclamó golpeando la mejilla del capitán— Solo representa unas horas de retraso regresar a Teva.
En los ojos marrones, de repente, apareció el mismo destello que había visto más temprano, aunque esto solo duró un segundo. Se quedó quieta con la mano alzada mientras él cuadraba su mandíbula por el golpe. Lunático llegó corriendo detrás de ella y tomó el brazo alzado tratando de detenerla.
—Contén a esta mujer si no quieres que camine por la plancha, Lunático —murmuró Cornamenta entre dientes.
El rubio abrió la boca para emitir palabra, Lily tardó en darse cuenta que sus ojos no estaban en ella, sino en algún punto del océano. Los otros dos marineros dirigieron su atención al navío que se veía a los lejos, de manera impresionante la luz de la luna iluminando las velas.
—¡Ese maldito otra vez! —exclamó el capitán, y junto al melenudo subieron a la toldilla del barco—. ¡Lunático, deshazte de ella! ¡Tripulación, estamos bajo un posible ataque! ¡Todos a sus puestos!
30/05/2020
Omg, omg, omg. Estoy nerviosa y todo. Algunas personas ya sabían que estaba haciendo una reescribición de esta historia. La he estado trabajando por un par de meses y por fin me sentí lista para soltar el primer capítulo. De verdad espero que les haya gustado y consideren que es mucho mejor que el original. Por cierto, si alguien desea el material original (publicado hace años en esta plataforma) puedo enviárselo por correo electrónico c: Solamente avísenme y se los hago llegar.
De verdad muero por saber lo que piensan al respecto. Prometo que esta vez no lo abandonaré. Ya tengo tengo varios capítulos de adelanto que iré publicando conforme la respuesta que vaya tenido el fic. Así que por favor, si te gusta deja review que haces a esta escritora muy feliz c:
Nos leeremos pronto, S.