DIGIMON TAMERS es propiedad intelectual y exclusiva de Chiaki J. Konaka y de Toei Studios. Esta historia no persigue singún tipo de lucro, únicamente es un homenaje a tan emblemática serie que día con día se convierte en un clásico de la animación y en un ícono de las vidas de muchos otakus, akibas y fans.
Capítulo 17
Sintió que era su día de suerte por todas aquellas razones. Lo ocurrido en presencia de sus dos grandes amigos dio una luz más a sus aventuradas sospechas de la relación entre el terremoto, el problema aún sin definir con el sistema Shaggai, la falla generalizada en las comunicaciones y la reactivación de los D-Arc. Además, la cita a la que se apresuró a llegar a tiempo.
Flash Back
En la soledad de su habitación, con un emparedado y un vaso de agua a su derecha y una libreta con un bolígrafo a su izquierda y su computadora reproduciendo música hacía anotaciones con sus kanji trazados magistralmente, escribiendo como en cuadro conceptual, un árbol donde las ideas constituían las ramas y la idea principal la raíz: el Mundo Digital. ¿De dónde más, se preguntó con acierto, podrían provenir las señales emitidas por los aparatos?
Estiró su fuerte brazo y sin voltearse a ver abrió un cajón y extrajo su D-Arc. Sintió su ritmo cardiorespiratorio disminuir a medida que su índice derecho apenas tocó el botón central. Cerró los ojos al momento de presionarlo, escuchó un bip y los abrió con prisa, alegrándose al también funcionar como los dispositivos de sus amigos. Entendió a Takato en su entusiasmo, por la posibilidad de un reencuentro, pero su mente científica le insistía que aquello simplemente era imposible por lo que sabía de antemano. Se sintió en conflicto mente-corazón y la posibilidad de equivocarse la espantó como a las indeseables moscas.
"Sólo una posibilidad". Aquellas palabras resonaron en su mente con el mismo timbre de voz como si la escuchara junto a él, en su habitación. El mismo timbre de voz de aquella persona misteriosa y motivo de contrariedad, y para él causa de fascinación y de que su respiración se acelerara. Si Suzie viera aquello empezaría a saltar con los brazos flexionados y con un gesto gracioso en su rostro redondo argumentando que era nada más y nada menos que enamoramiento. Henry meneó al instante la cabeza, era imposible estarlo en tan poco tiempo y más tratándose de una desconocida. ¿En verdad lo era? Se preguntó muy en su fuero interno, aquél con quien muy pocos compartía. Según las teorías de los expertos, el enamoramiento era un proceso gradual y además él no creía en la fugacidad del mismo.
Carraspeó y se forzó a regresar al tema de inicio. Las chicas siempre fueron para él una complicación. Prefería resolver ecuaciones de álgebra de grado post-universitario. Y mejor le era regresar a sus hipótesis primarias que pasar a las variables de las relaciones humanas entre hombres y mujeres.
El dispositivo seguía desplegando la brújula digital en pixeles de tonos primarios y secundarios, y su gran aguja apuntaba en todas direcciones, y su pantalla de información aparecía en blanco ante la inexistencia de un objetivo digital. El chico de los ojos grises caminó hacia su ventana por donde entraba una ligera brisa, estiró su brazo y el mecanismo de la brújula quedó fijo hacia el norte. Segundos después osciló hacia el sureste de la ciudad, luego hacia el este y suroeste y dio un giro de noventa grados en latitud noroeste. Frunció el ceño e introdujo su brazo. Rápidamente fue hacia su libreta y apuntó las coordenadas en un papel. Abrió una carpeta de sus documentos y desplegó un mapa del área de Shinjuku. Tomando como referencia la calle de su residencia fue marcando las áreas apuntadas por el D-Arc, descubriendo que indicaban hacia la Torre de Gobierno, la sede de Hypnos; el Hospital Metropolitano donde Yamaki convalecía; Shinjuku Memorial Park, sitio de juegos hacía unas horas; la calle del domicilio de la Familia Matsuki, y finalmente el distrito de Waseba. Trazando con el cursor del mouse líneas a modo de latitudes y coordenadas no descubrió como sucede en las películas de suspenso una figura geométrica relacionada con una secta. Chasqueó la lengua entre los dientes por el nuevo misterio frente a sus ojos. De los cinco lugares cuatro tenían un grado de familiaridad, Waseba todo lo contrario. Ningún conocido ni nada ocurrido en el pasado con los Digimon. Para descartar fallas en el sistema del aparato probó un par de veces más aleatoriamente y en diversas direcciones, incluso apuntando hacia el cielo, pero únicamente dio señales de actividad en las coordenadas antes señaladas.
-¿Qué está ocurriendo?
El vibrar de su celular sobre la mesa de madera lo sacó de su abstracción. Tomó el móvil y vio el número, un número sin nombre de contacto y sin embargo conocido. Presionó el botón verde iniciando la comunicación.
-Hola.
-Hola, Henry. Se escucho muy acelerado, ¿te llamo en mal momento?
-No, sólo corrí para tomar el teléfono.
-Pareciera que estuvieras esperando mi llamada, y yo podría haberme tomado toda una vida en hacerlo –dijo jugando con las oscilaciones de su voz-
-Tal vez… tengas razón. Ahora no estoy ocupado, puedo estar al teléfono sin que…
-Yo también, pero a decir verdad no sólo te llamo para escucharte por aquí en este medio que últimamente demostró su vulnerabilidad.
-Pues entonces, qué te parece si nos pasamos nuestros emails y chateamos cuando…
-Quiero algo más… personal. ¿Me entiendes?
-¿Quieres que nos veamos para salir como si fuera una… una…
-¿Cita?
-¡Sí! Digo, no. Una cita no, sino… uh.
-Rió suavemente- Las cosas como son, Henry. Si nuestra salida no es una cita, ¿dime entonces qué es?
-Es una cita. ¿Bien, dónde vives? Para pasar por ti.
-Y eso que no salimos como si fuéramos novios y quieres venir a mi casa y recogerme. Encantada entonces. Me gustan los hombres con modales de caballero. Que sea a las seis.
-A las seis… Tu dirección.
-Oh, claro. Qué descuidada soy. Apunta.
El chico tomó su bolígrafo y olvidando su correcta grafía anotó la dirección sin prestar más atención que a la voz de la chica.
-Te espero a las seis. Hasta pronto.
Ni siquiera hubo tiempo para corresponder el breve lapso de separación.
Suspiró en silencio. Una sonrisa se dibujó en sus labios y rió ante su propia torpeza. Una posibilidad remota de que aquella chica le llamara en verdad lo era, y acaba de ocurrir aquella "una sola posibilidad". Su mente analítica, ahora atontada por el entusiasmo de la cercana cita, le reprochó el cambio de roles en las emociones. ¡Cierto! Quien debió tomar la iniciativa e invitarla a salir debió ser él y no al revés. Pero aquello no le importó cuando miró su reloj, tenía tiempo suficiente para arreglarse y verse presentable. Tomó su libreta para ver si apuntó correctamente la dirección y en caso contrario corregirla con su asombrosa memoria, y el gris de sus ojos tembló al leer el distrito de la residencia de Alice.
-Waseba.
Y aquella sensación tan agradable para él del misterio y lo complicado le recorrió cada célula de su cuerpo. De un solo golpe mataría dos pájaros de un tiro.
Fin del Flash Back
Revisó una vez más la dirección escrita y no había error alguno. Tenía enfrente la magnífica residencia de la misteriosa chica. Tres metros del alto el muro, aproximadamente. Una puerta enrejada y un largo camino para el tránsito vehicular hacia la magnífica mansión de tres pisos y quién sabe cuántas habitaciones. A cada costado de la puerta principal había una cámara de vigilancia y un mecanismo de comunicación que enlazaba el exterior. Presionó el botón rojo y esperó.
-¿Quién es?
-Buenas tardes, me llamo Henry Wong y…
-Buenas tardes. Lo estábamos esperando.
La puerta se abrió de par en par en mecanismo automatizado y armónico, sin ese chirrido molesto de los engranes sin aceitar. Entró con pasos seguros, admirando el terreno. Era evidente que los padres de la chica eran sin duda más que millonarios. El chico atleta escuchó el ruido de unas llantas y del motor.
-Buenas tardes, joven Wong. La señorita Alice lo espera. Yo lo llevaré, por favor, suba.
Obedeció al hombre alto y de cabellos oscuros. La piel oscura iba a juego con aquellos ojos castaños, ¿o acaso eran rojos? Negó rotundamente. No existen ojos rojos en la naturaleza. Tal vez está enfermo o su vista muy cansada. Entre sus elucidaciones no se dio cuenta cuando llegaron a la puerta principal de la mansión. Se apresuró a descender del vehículo ligero y entrar cuando el hombre de la chaqueta escarlata le abrió la puerta con un ademán invitándolo a entrar.
-Sea bienvenido. Deje afuera sus preocupaciones y deje con nosotros un poco de su entusiasmo.
-Gracias.
Se agradeció haber vestido de manga larga. El interior estaba helado.
-Tome asiento. ¿Gusta beber algo?
-No.
-Si necesita algo, sólo pídalo. Con permiso.
Se internó tan rápido en un pasillo anexo de la tenuemente iluminada mansión antes de que Henry le preguntara su nombre. Y allí se quedó esperando, sentado en el ancho sillón de piel a un costado de la elegante estancia. Observó a placer las antigüedades, el mobiliario y los tapices. Pendiendo en el techo estaba un candelabro de finísimo cristal que iluminaba mortecinamente. Jamás en toda su vida había visto una casa tan grande y llena de cosas valiosas y preciosas. Más bien parecía un museo, atractivo a la luz del día y tenebroso cuando el sol se oculta y por sus corredores abandonados se pueden escuchar todavía los ecos de voces y pisadas, de murmullos y exclamaciones en la densidad de la atmósfera.
Todavía siguió mirando cuando se escucharon pasos acercarse y una voz delicada a sus espaldas.
-Hola. Lamento mucho el retraso.
-Hola, Alice. Descuida, espero no ser inoportuno.
-Para nada. Creo que fui yo quien interrumpió. ¿Viste algo que te gustara?
-Todo, realmente. No soy un experto en Arte, pero creo que contrastan muy bien lo europeo y lo oriental en este espacio. Me recuerda en parte a la abuela de Rika, una mujer que incorpora la actualidad con el pasado.
-Pienso lo mismo. Tuve el gusto de conocerla y coincido contigo.
-¿Vives sola?
-Con mi mayordomo.
-¿Tienes más familia aquí?
-Un abuelo que no veo desde hace mucho tiempo.
-Entiendo. Vivo una situación similar. Mi padre es de China y mi abuelo jamás aprobó su matrimonio y el cambio de nacionalidad. Así es la vida.
-El arte es largo y la vida muy breve. Sólo podemos hacer una sola cosa: disfrutarla como si fuera el único día que nos queda de vida.
-Sí, y a este ritmo tan acelerado de hoy en día, hasta el tiempo nos falta.
-El tiempo lo tenemos, podemos tomarlo cuando queramos. También prepara el camino para la sabiduría. ¿Qué te detiene tomarlo?
Hubo un guiño de travesura y sensualidad en su pregunta, de la que no esperó respuesta al acercarse al chico.
-Muy bien, ya es hora. ¿Qué planes tienes?
-¿Recuerdas que tenemos pendiente un torneo de tenis y unas rondas de bolos?
-Por supuesto.
-Tengo membrecía en el Club Deportivo Seigaku. Hay bares, canchas de tenis y salones de bolos.
-Perfecto. ¿Caminamos?
-Está algo lejos de aquí.
-No importa. De otra forma, no tendríamos tiempo para retomar nuestra charla.
Cuando llegó por fin a su casa, hacía una hora que su madre y su abuela cenaron, y ahora veían el canal de noticias.
-¡Rika, por fin llegas! Te esperamos un largo rato, pero me moría de hambre y no pude esperar más.
-Eso te pasa por matarte de hambre para que te quede la ropa, mamá. A veces me pregunto si eres anoréxica.
-Nada de eso. Cuido mi figura y mi dieta, que es diferente. A tu edad ya tenía un cuerpo envidiable y quiero conservarlo así.
-Eso explica algunas cosas.
-¿Cómo te fue en tu salida?
-Igual que siempre, abuela.
Sacó del bolsillo de sus ajustados jeans que realzaban sus curvas un gran caramelo envuelto en papel negro con una careta de teatro impresa.
-¿Dónde lo conseguiste?
-Me lo dio un loco en la calle.
-¿Un loco?
-¡Fui sarcástica, mamá! Los regaló un payaso en la calle.
-Probablemente de algún espectáculo ambulante.
-No lo sé, abuela. Ellos se presentaron como los Death Masters.
-¿Ellos?
-Dijo que el títere era su compañero de espectáculo. Que juntos llevaban trabajando mucho tiempo tras bambalinas y detrás de la puerta, y cuando se abrió lograron escapar.
-No tiene mucho sentido.
-Ni que lo digas –dijo displicente-
-Seguramente fue una comedia o una parodia.
-No me hizo reír, abuela. El muñeco que usó siempre en todos sus actos, incluso en el lanzamiento de cuchillos a un tiro al blanco, parece que lo sacó de un bote de basura, con su cabezota gigantes y esos ojos saltones…
-¿Te asustó? –Lanzó su madre con un guiño de malicia-
-Para nada. No soy una niñita asustadiza. El payaso insistió en darme un globo del color de mis ojos, un globo como mis ojos… ¡Estupideces!
Seiko escuchó a su nieta, pero un escalofrío le recorrió la espalda cuando escuchó aquél monólogo mirando de reojo el caramelo del tamaño de una pelota de golf. Meneó la cabeza para alejar aquella sensación.
-¿Quieres cenar?
-No tengo hambre, gracias. Estoy cansada, me voy a acostar.
Vaya día. Lo que no quiso desde que abrió los ojos se cumplió. Desde su ángulo lo vio alegre y entusiasmado con aquella camarilla que dio la impresión de haber regresado a los entrañables años de la niñez y jugar como si nada más importara, ni la vida misma que seguía sin detenerse. Sólo jugar y divertirse. Pero ella hacía mucho tiempo que dejó de ser una niña ingenua y se convirtió en una persona madura, demasiado para su edad, demasiado por jugar y divertirse. Desde su ángulo, su ex novio no parecía decaído por la ruptura. Se negó a llorar y mostrarse débil y dolorosa por su causa. Nunca lloraría por un hombre. Si no lloró cuando su padre se fue y nunca volvió, no lo haría por un hombre, aunque compartieran gustos, deseos, metas, tensiones e intimaran. Eso jamás. Pensó que Ryo habría ido ya con la noticia y sus amigotes lo habrían apoyado, pero lo descartó gracias, sin querer, a Hirokazu, otro idiota que se merecía lo que le ocurría. Una vez más su rostro de ángulos cuadrados y mirada sensual se endureció.
Se preguntó si habría reunión para festejar y recordar, pero lo negó como si fuera un hecho ya. Con tal situación dudó que Hirokazu y Kenta se sentaran juntos, y los demás mucho menos por la agresión al chico nerd. Y ella no querría estar a lado de la sensible Juri y del ardido Ryo.
-No hay equipo, tampoco unión. Los Tamers son cosa del pasado. No hay nada que valga celebrar ni recordar.
Rumiko fue a su habitación diez minutos después que su hija para dormir. Todavía seguía muy cansada de su larga gira por Europa, la misma donde volvió a modelar y ser una con las creaciones de los diseñadores más distinguidos de aquél mundo de apariencias.
En Londres, París y Milán su único pensamiento era regresar a Tokio y estar con su familia después de un año fuera de casa. Estaba en la cúspide de su carrera en las pasarelas y aquél año, con todo y la recesión económica mundial, seguía siendo un año fructífero. Recibió propuestas de diversos diseñadores para ser su modelo exclusiva, así como propuestas de corporaciones para ser imagen de estas durante una temporada más allá de la vida productiva de una modelo. Además, recibió buenas críticas por su voz y la oportunidad de grabar sencillos. Sin embargo había un solo detalle que empañaba su dicha: la relación con Rika. Muchas veces esta le manifestó que no le gustaba su trabajo, que todos los halagos y críticas favorables los recibía no precisamente por su inteligencia, y que tendría que estar loca o ser una estúpida para aceptar modelar a su lado. Rumiko, generalmente positiva y con genial actitud, ante su hija flaqueó, dudando incluso de su rol como madre moderna y liberal a ejemplo de su propia madre.
A veces se sentía sola y con grandes deseos de volverse a enamorar, pero la mayoría de los hombres únicamente la buscaban por su dinero, hermosura y para pasar un rato en la habitación de un hotel de lujo a costa suya. Eso no quería para ella, y para Rika. La experiencia con el hombre con quien procreó una hija le dio, con el paso del tiempo, una valiosa y dolorosa lección. Lo admitió, en aquél entonces no fue inteligente, pero su ahora resultó muy distinto pese a lo que nunca creyó un error. Sonrió, su hija salió completamente a ella en su actitud independiente y luchadora, pero demasiado para su propio bien. Tal vez en fomentarlas demasiado se equivocó y ahora le dolía. Su sonrisa se borró de sus labios mientras se desmaquillaba.
-Otra vez con el corazón roto.
Afuera llovía.
Su segunda salida la logró después de prometer a sus padres que regresaría temprano, y por temprano significaba a la hora del pre-cierre de la panadería. A cambio tendría que encargarse solo de la limpieza y el acomodo. Fue un intercambio justo con tal de pasar el resto de la tarde y parte de la noche con Juri. Ahora era su turno de visitarla.
Sus suegros y cuñado, se acostumbraría a llamarlos así, atendían el restaurante en un día flojo en ventas aunque constante por lo menos veinte minutos cada hora en pedidos para llevar. Tadashi, en broma y enserio, le comentó a Takato su idea de una alianza con sus padres para beneficio de ambos negocios.
-Piensa en todo lo que juntos podríamos lograr. El negocio de tu familia y mi restaurante. Tendrían un patrimonio para más adelante.
-¿Más adelante para qué, papá?
-¿Para qué más, Juri? ¡Para su matrimonio!
Takato tosió mientras bebía el refresco y casi escupió al oír al padre de Juri, provocando hilaridad general.
-Ma… ¿Matrimonio?
-¿Qué no piensan casarse?
-¿O quieren ser una más de tantas parejas modernas que viven en unión libre?
-Mamá –dijo Juri entre dientes, sonrojada-
-Es muy pronto para pensar en matrimonio, señor.
-Entre más pronto, mejor, chico. Estoy seguro que tus padres piensan lo mismo. Este país necesita más matrimonios y ustedes hacen una buena pareja. Ya lo saben.
-Sí, pero como novios apenas llevamos una semana.
-Y durante todas sus vidas han suspirado el uno por el otro –apuntó con acierto-
-¡Papá! ¡Ahora entiendo a Rika!
-¿Y ella y Ryo?
-Cambiando de tema, chicos –dijo Shizue en tono apacible- ¿Dónde festejarán en esta ocasión?
-No lo sabemos todavía, mamá.
-Quedan dos días, reúnanse y pónganse de acuerdo.
-Más tardar a mañana puedo apartarles el lugar para su fiesta, chicos.
-Si fuera así de fácil, pero últimamente hemos tenido algunos problemas.
-¿Ustedes que son tan unidos con problemas? Quién no, pero para ustedes ha sido más importante su amistad que todo lo demás.
-Ahora eso ha cambiado, señora –respondió Takato con tristeza, deseando que nada de aquello fuera cierto-
-¿Y qué han hecho para resolver eso?
-Pues… hablarlo entre nosotros.
-¿Y entre todos ustedes, como grupo? Los involucrados, los que "iniciaron" todo –vio la respuesta negativa de Takato- Así no resolverán nada, hijo. Si no participan todos, no pasará nada.
-Intentaré convencerlos…
-Y a tiempo, Takato. De lo contrario será muy tarde e inútil.
-Algo parecido me dijeron mis padres. Ya dos veces debe ser cierto. Gracias por el consejo, señora.
-Déjame involucrarme, Takato –pidió su suegro- Imagínate que eres un mensajero con una importante misión, y tienes que cumplirla en un tiempo determinado, ni un segundo más ni uno menos. Sabes ya que tienes tiempo límite, y cualquier obstáculo, en este caso excusas o temores, te harán perderlo, y cuando llegues ya será tarde y los destinatarios habrán perdido lo que para ellos esa ansiedad y espera habría valido la pena. Tal vez, muchacho, te corresponda hacerla de mensajero, después, tal vez un mediador.
Takato escuchó atento. Las palabras de sus suegros le parecieron tremendamente familiares. Una vez más encontró palabras claves cayendo como lluvia de ideas e inspiraciones. Una vez más.
-Bien, chicos. Vayan a donde tienen planeado ir porque después cada uno tiene tareas pendientes.
-Si, señor. ¿Cuánto es por la bebida?
-¡Va por cuenta de la casa, Takato!
-Eso dice.
-Juri –replicó con fingida molestia- es tu novio. A la segunda ocasión le abro una cuenta.
Todos rieron. La pareja salió a pasear y se detuvo en el parque, todavía con suficiente luz y con flujo de personas al orto.
-No te sientas mal, Takato. Haz lo que puedas y lo demás lo haremos todos. Yo también quiero ayudar a solucionar todo esto.
-Tú también quieres aclarar lo ocurrido con Rika.
-No debió decir eso, me dolió. Y me enojé. Sé cómo es Rika, pero lo que me dijo supera todo. No sé por qué dijo esa tontería, pensé que estaría de muy buen humor después de… de –y se sonrojó- ya te puedes imaginar.
-¿Su noche con Ryo?
-Sí. Y dicen que nosotras las mujeres somos las habladoras.
-¡No es cierto! ¡No es lo que crees!
La chica rió ante la ingenuidad de su novio de mejillas rojas por la vergüenza.
-No cambias, Takato. No cambias. Pero así te amo –y lo besó suavemente en los labios con un regusto de pan-
-Qué bien se siente. Quiero más.
Esta vez el beso duró más tiempo. Sus lenguas se encontraron y acariciaron mientras se saboreaban mutuamente, segundo a segundo mientras moría la tarde y Venus se dejó ver en el cielo teñido de ocre y violeta.
-Sígueme contando sobre tu salida en mañana.
-Fuimos a casa de Ai y Makoto…
-¿Los niños que cuidó Impmon? Ya deben estar tan crecidos como Suzie.
-Sí, pero siguen siendo igual o más traviesos. En el parque no dejaban de correr, jugar, esconderse y en fin, nos pasamos un buen rato. Pensé en ti que querrías estar con nosotros y los niños.
-Sí, pero tuve que acompañar a mi mamá a hacer las compras.
-Pasó algo raro en el parque.
-¿Qué?
-Los niños vieron un payaso en el parque.
-¿Qué tiene de raro que hayan visto un payaso?
-Lo que dijo el payaso. No recuerdo todo lo que dijeron los niños, pero lo más… raro –frunció el ceño- fue lo que dijo sobre unos globos. Que sus globos son de los colores de los ojos. Como los ojos son sus globos. Como los ojos de las vacías cuencas –sintió la bilis subir por su garganta-
-¡Eso suena muy enfermizo!
-¡Lo sé! Y Makoto y Ai no pudieron haberlo inventado. Cuánto me alegra haber llegado justo a tiempo y que no les haya pasado algo malo.
-Tengo escalofríos de sólo pensar en lo que dijo ese loco. Espero nunca topármelo.
-Eso no es todo, Juri. Después de dejar a los niños en su casa con Cho-sensei, Ryo nos dijo que en esos instantes cuando fuimos a buscarlos su D-Arc vibró con mucha fuerza.
-¿Se activó una vez más? –Estaba asombrada y confusa-
-¡Sí! Henry dedujo que todo ocurrió en los escasos minutos que tardamos en encontrar a los niños. Y cuando estuvimos más cerca, agregó, vibró todavía más fuerte.
-¿Se habrá tratado de algún Digimon?
-No lo creo, ¿dónde estaba la niebla que aparece cuando un Digimon viene a este mundo?
-¿Y si la niebla no apareció por el fallo en el sistema de Hypnos? Tal vez por esa razón se reactivaron los D-Arc. Lo que no entiendo es ¿por qué hasta ahora?
-Ni tú ni nadie. Henry prometió averiguar más, y yo sólo sugerí ser discretos con esto.
-Lo seré. Bien, dejemos de temores y paranoias para ver el lado feliz de esto.
-¿También crees que vuelvan?
-Es posible, pero no creo que Leomon.
-Juri…
-No. Sé que no porque sus datos fueron absorbidos por Beelzemon.
-¿Lo odias?
-No. Lo perdoné. Lo que hizo por mi, arriesgando su vida, nunca pude agradecérselo lo suficiente. Si ellos regresan, quiero que él también regrese.
-Eres tan dulce, Juri.
-Lo sé –se jactó con una sonrisa traviesa, dejando relucir sus blancos y alineados dientes- Me contagiaste tus deseos de volver a vivir una aventura así. A veces deseo volver al Digimundo para abrazar a Calumon. También tengo mucho que agradecerle.
-Todos le debemos mucho.
-¿Qué estarías dispuesto a hacer para regresar?
-¡Lo que sea! Si tú vas conmigo.
-Eres tan tierno.
Bostezó y se estiró como una felina, recostándose sobre el pecho de Takato mientras éste la abrazaba:
-Takato, ¿qué es para ti Guilmon?
-Mi otro yo.
-¡Oh! ¡Entonces también está enamorado de mí! –Los ojos del chico se abrieron tanto que parecían salirse de sus órbitas y sudó frío, provocando en ella una ola incontenible de risas- ¡Ah! ¡Qué bien me siento! ¿Podrán enamorarse los Digimon?
-No lo sé.
-Se parecen tanto a nosotros, o nosotros tanto a ellos. Pudiera ser que algún Digimon haya cruzado a este mundo y ya tenga un compañero sin que nosotros lo sepamos. Tal vez eso pasó con Alice.
-Te llevas bien con ella.
-Es una chica seria, pero no es mala persona. Creo que sólo quiere ser nuestra amiga, pero Rika y sus ideas –meneó la cabeza en desaprobación-
-No pensemos en eso ahora. Ven aquí.
Se besaron una vez más bajo la luz de las lámparas del alumbrado público, tenue todavía en aquella sección. No muy lejos, entre los matorrales, un par de ojos fríos y una sucia mueca de sonrisa los observaba.
De repente comenzó a llover y la pareja huyó del lugar.
En una cafetería del distrito de Akihabara se detuvieron a tomar algo tras salir del Club Deportivo.
-Lo reafirmo, eres una muy buena tenista.
-Gracias, tú la haces bien en los bolos. Son demasiado pesadas para mí.
-No es cuestión de fuerza, sino de estrategia. Además, yo te insistí que tomaras otra bola, pero tú preferiste la de color negro.
-Es mi color favorito.
-Te sienta bien –cuando se dio cuenta ya lo había dicho-
-Gracias. Salud.
-Salud.
Alice vio el cielo ya oscurecido de Japón a pesar de las potentes luces.
-Lloverá.
-No pronosticaron lluvia para esta noche.
-¿Crees ciegamente en todo lo que te dicen?
-No, pero le doy su crédito a los expertos.
-Los mismos que, según sus criterios absolutos, aseguraron que sus sistemas no podrían fallar, ¡y mira lo que pasó! Henry, no todo lo que tiene fachada de objetivo es cierto. Todo posee un grado de subjetividad, sabes de lo que hablo. En el improvisar, la posibilidad de equivocarse. ¿Tienes miedo de equivocarte?
-No es miedo, sino que con el error implica tener que volver a empezar y ver detenidamente dónde o en qué me equivoqué.
-Hablas en primera persona.
-Más cuando se trata de mí. Es mío y por tanto lo valido así.
-¿Y el error no merece que lo valides como tuyo?
-¡Claro que lo hago!
-¿De qué forma, Henry? Etiquetándolo negativamente, o sólo como parte de tu experiencia de vida.
Una vez más, en toda su cita, guardó silencio ante la chica de larga y sedosa cabellera rubia y brillantes ojos azules celestes que parecían penetrar en los recovecos de su persona con aquella sonrisa suave mientras él la miraba como contemplando un descubrimiento.
En silencio bebieron los refrescos. Después de pagar Henry insistió en pagar ambas cuentas pese a la renuencia de Alice. También detuvo un taxi, pero la chica se rehusó a abordarlo, prefiriendo caminar pese a la larga distancia.
-Disculpa mi silencio.
-¿Y si no quiero hacerlo? ¿Para qué disculpar si no tiene algo de malo?
-Tienes razón. Algo muy parecido me sucedió cuando niño. Cuando conocí a Terriermon le prohibí muchas veces intervenir en un combate para que no se lastimara, pero tiempo después me di cuenta que en realidad quien no quería pelear era yo. Antes buscaba pelea por todo, incluso lastimé a un niño. Sólo hasta que combatimos al D-Reaper me di cuenta que nada de malo tiene luchar en verdad por lo que creo justo.
-¿Y cómo te sentiste?
-¿Disculpa?
-¿Qué sentiste?
La chica se giró para mirarlo de frente y puso su delicada mano sobre el pecho fuerte de Henry, en quien se dibujó un ligero rubor.
-Como si me hubiera liberado de un peso.
-Es parecido a lo que te ocurre ahora…
-Alice.
Sintió algo frío caerte en la cabeza, líquido, una vez y otra, y otra vez, seguido de muchísimas más. Lluvia. Alice, sin retirar su mano del pecho fuerte de Henry, sonrió como si dijera "Te lo dije", y el chico se encogió de hombros, sonriendo resignado. La vio quitarse las zapatillas, guiñarle un ojo, sonreírle y salir corriendo. Rápido salió de su asombro para correr tras ella que reía y parecía jugar como niña pequeña bajo la lluvia, esquivándolo e invitándolo a perseguirla hasta darla alcance, sin que el pragmático chico lo lograra, importándole nada estar completamente empapado y mojarse todavía más si es que era posible al paso de los vehículos.
Por fin logró alcanzarla, sujetándola con una fina presión para evitar que resbalara y escapara.
-Ya llegamos.
Vio y resultó ser cierto. La soltó y a ella le dio un escalofrío.
-Será mejor que entres para que te seques.
-¿Quieres entrar?
-No.
-Gracias por la cita.
-Veámonos de nuevo. ¿Puedo llamarte?
-Claro. Hasta luego.
La vio correr entre la lluvia cuyas gotas le parecían chispas de estrellas sobre su vestido negro como el ahora encapotado cielo que caía sobre ellos. Se dio un momento para disfrutar y dar un cierre a su día de suerte, para después caminar silbando hacia su casa.
-Lástima que no acabó con más contacto.
Cuando Alice entró, su sonrisa traviesa se relajó, pareciéndose a la imagen de la nostalgia. Por el frío de su residencia se abrazó, siendo la perfecta excusa para tocarse donde él la sujetó, pero aquella agradable sensación se esfumó cuando su mirada se nubló como el cielo de Tokio.
-Lo siento mucho, Henry.
No podían creerlo. Sencillamente no podían. Un arduo día de trabajo que rindió sus frutos, y ahora algunos deseaban simplemente ignorarlo, que al igual que un disco duro sus memorias inmediatas fueran formateadas para borrar lo que los tenía silentes sentados ante la mesa.
-Un virus. ¿Un simple… virus?
Tao sintió que la palabra simple no era la adecuada, pero la causa de tal desastre en su sistema informático "lo era" según sus propios y compartidos términos. El decirlo lo expresó semejante a lanzar un insulto. Y las interrogantes necesidad de duda.
-En apariencia, Tao –contestó Megumi-
Shibumi, como todos los miembros del Equipo Salvaje, sabía que ningún virus, ni siquiera el más primitivo, ni siquiera el D-Reaper, era sencillo.
-Sabemos ahora la causa, ¿pero ya sabemos en qué momento entró e infectó el sistema?
-No –Daisy respondió- Nuestra hipótesis es que se activó en el momento del terremoto y las alarmas del sistema se debieron a eso.
-¿Pero acaso pudo provocar el corto circuito que lastimó a…? –Reika sintió que un nudo se le formó en la garganta y no pudo seguir hablando-
-Es posible. No ocurre muy a menudo, pero conocemos casos de software malicioso que han apagado sistemas de plantas nucleares –agregó la mujer rubia de porte serio-
-También es posible que, como los gusanos, se aprovechen de vulnerabilidades específicas del sistema.
-Es, en esencia, un gusano que ataca áreas especializadas y es capaz, además, de dañar el hardware.
-Así es –sentenció Daisy al vicario del equipo-
-Muy bien, hemos encontrado la causa de la paralización de las redes de comunicación en todo nuestro país. Pero –agregó acomodándose mejor en su silla acolchada- ¿cómo se relaciona con las infiltraciones realizadas desde el Digimundo?
-Tengo una teoría –dijo Shibumi-
-Dinos –invitó Tao tras ingerir dos aspirinas para su jaqueca-
-Este mismo virus pudo abrir un espacio entre alguna de las vulnerabilidades sistémicas, reescribir el código y acoplarlo a su propio núcleo, alimentado desde el ciberespacio. Sólo así se explica que todo inicie fuera de nuestro mundo, y concluya aquí.
-¿Cómo puede ser eso posible?
El decano del Equipo dio un sorbo a su vaso de agua, dejando en suspenso a sus colegas. Después de tantos años aún podía hacerlo.
-Porque es parecido a lo que realicé cuando estuve en coma con mi mente atrapada en el Mundo Digital.
Ninguno permaneció indiferente. Sus semblantes mostraron la perplejidad ante la impasibilidad con que Shibumi hizo a conocimiento general su secreto.
-No por mi propio poder, que no poseo. Con ayuda de aquellos pequeños seres. Su estructura es similar a un virus, sin serlo. Tampoco son data, pero su núcleo la integra. Esas criaturas conocidas como Digignomos pueden, como ya sabemos, ir y venir entre redes y espacios, reescribir cuando lo consideran necesario, abrir puertas y, en términos propios, conectar.
-Explícanos –Curly bebió toda el agua de su vaso ansiosa por el relato-
-De una manera que no logro explicar, pero que todos sabemos que hizo posible la entrada de los Digimon a nuestro mundo, los Digignomos emplearon esa misma tecnología, no encuentro mejor palabra, para conectar mi mente mientras estuve en coma. Mi cerebro no dejó de funcionar a pesar de haber ralentizado mi propio organismo para mantenerse con vida. Nuestro sistema nervioso central es una computadora, la más compleja. Tao, deja de mirarme como si fuera un loco.
-Perdón.
-Decía, es la computadora más compleja, y la más desconocida. Un ejemplo sencillo: durante el sueño, el cerebro sigue funcionando mientras no reciba un daño profundo ni estructural. Incluso en condiciones como las que estuve, el sistema nervioso central sigue actuando y el autónomo mantiene los reflejos vitales. Aunque el organismo caiga en un estado vegetal, mientras exista la sinapsis la mente se mantiene consciente.
-Que fue lo que te pasó, Maestro.
-Exacto, Reika.
-Pero este virus no tenía las mismas intenciones que los seres digitales.
-Innegablemente.
-Tu teoría no explica cómo fue que se infiltró, pero es innecesario. La forma más común de infección de sistema a sistema es la misma red.
-La respuesta más sencilla es, con frecuencia, la correcta –puntualizó Shibumi-
-Pero ningún organismo, ni siquiera el gubernamental, puede financiar el desarrollo de tecnología tan avanzada. No soy ingenuo, sé que tenemos muchos enemigos y los mismos que no descansarán hasta vernos destruidos; pero este software es demasiado avanzado. Ningún hacker pudo haberlo desarrollado solo, ni siquiera un grupo de terrorismo cibernético cuenta con tal tecnología. No pudo simplemente infiltrarse desde una computadora casera sin que nos diéramos cuenta. Colegas, este ataque no provino de ninguna fuente inmediata –señaló Tao-
-¿Quieres decir que provino del mismísimo Mundo Digital?
-No tengo otra explicación.
En ese momento ingresó el Hombre de negro con una tarjeta blanca en su mano, misma que entregó al líder vicario para que leyera su contenido. El rostro del científico se iluminó y clavó su mirada en Reika, luchando por hablar.
-¡Vamos al Hospital! ¡Yamaki despertó!
Saludos a todos aquellos que siguen mi historia. Me disculpo por el largo tiempo que permanecí desconectado y sin dar señales aparentes de vida. Como compensación decidí subir tres capítulos seguidos. Espero que la espera haya valido la pena.
También este tiempo fue para replantearme mis parámetros en cuanto a reviews. Reconozco que fui muy estricto y no comprendí que muchos no son tan explícitos al momento de externar su emoción después de la lectura. Ya aprendí que a veces un par de líneas muy bien escritas y que digan lo que ustedes lectores sintieron con el contenido dice más que muchas reseñas, aunque siempre desearé que los comentarios sean recíprocos a los capítulos, pero ahora ya no lo exigiré. De ahora en adelante únicamente os invitaré a leer, sentir y dejarse llevar.
Estoy redactando el capítulo 18 y comenzando el 19. Realmente no sé cuánto tiempo me vuelva a tomar, pero tengan por cierto que cuando retorne será con toda mi fuerza. Agradezco a todos aquellos que se tomaron su tiempo en leer mis amadas locuras (Issil que ya volvió a cambiar de nombre XD, Lady Beelze, te debo un review, Juri, siempre fiel seguidora, y a quienes en este momento no recuerdo). Nos leeremos la próxima ocasión.
P.D. Futuro Crossover entre mi historia y el fanfic de El Cuestionador, "The Oxx".