¡Hola de nuevo! En menos tiempo del pensado pude escribir el segundo capítulo. Seguramente se habrán dado cuenta que agregué algunos spoilers del primer capítulo del ánime. Lo veía en ese momento y no me resistí a hacer una escena muy similar.
Hasta ahora este trabajo va tal y como lo pensé al principio, aunque todavía quedan algunas sorpresas pendientes. Sin más por el momento, les invito a disfrutar. Recuerden que sus críticas y comentarios constructivos siempre serán bienvenidos.
Digimon Tamers es propiedad de Chiaki J. Konaka. Yo sólo hago esta historia por diversión, sin fines de lucro.
Capítulo 2.
Habiendo terminado de comer, Takato subió a su habitación para darse un baño y cambiarse de ropa. Colgó y limpió su uniforme con cuidado antes de guardarlo en su clóset. Semejante proceso hizo con sus zapatos.
Mientras se vestía, encendió su computadora y dio un clic para escuchar su música favorita. Tuvo que modular el volumen, pues en varias ocasiones no prestó atención a sus padres, no escuchó el sonido de una llamada entrante o el tocar de la puerta, por lo que se hizo merecedor de varios regaños.
Se secó el cabello, largo a ras del cuello, y tras calzar calcetas, salió a colgar la toalla al tendedero, pasó por la cocina y tomó varias piezas de pan, e inmediatamente regresó a su habitación. Con una dulce merienda y escuchando música, tuvo toda la tarde para hacer sus tareas y divertirse.
-¡Odio cálculo! –Y cerró el cuaderno con malestar- Ya sé, le pediré ayuda a Henry con las ecuaciones que no entendí -sólo en situaciones tan extremas como aprobar Cálculo, se permitía el lujo de "copiar"- ¿Qué podría salir mal? –Se preguntó con ingenuo cinismo-
Preparados sus deberes, Takato hizo a un lado el material escolar y se concentró en su cuaderno de dibujo. Afiló la punta de sus lápices y con una nueva goma cerca en caso de terminarse la actual, prosiguió dibujando, esta vez, una de las muchas ocasiones en que derrotó a Hirokazu en un juego de digicartas. Se sintió desquitado cuando dibujó a su amigo con su tonta cara de incredulidad al perder aquella ronda. Y su risilla malévola era la prueba.
Concluido, se dedicó a contemplar sus demás ilustraciones. Se detuvo muchas veces en las láminas de Juri, a quien dibujó siendo una niña con problemas existenciales y la chica actual, muy distinta, pero por quien sin duda sentía un bello sentimiento, sin olvidar la atracción que en él despertaba aquellas curvas y las piernas ahora más torneadas y femeninas.
Aún recordaba que, en casa de Ryo hacía años, cuando sólo eran inocentes niños, se prometieron permanecer juntos y darse la oportunidad de comprender el amor, pero esa aventura no estuvo exenta de altibajos, distanciamientos, confusiones, temores y necesidades propias de la adolescencia. Pero esa es otra historia.
No se percató que dieron las ocho de la noche hasta que escuchó el claxon del automóvil familiar. Y bajó a ayudar a su padre, quien junto con su esposa descargó varios costales de harina, azúcar y con mucho cuidado colocaron los huevos en el refrigerador.
-Gracias, Takato. ¿Cómo estuvo tu día?
-Muy bien, papá. ¿Y a ti qué tal te fue?
-Ah, estoy cansado. Pero también bien, pude conseguir toda esa harina a un precio muy considerable. Todos los ingredientes son de excelente calidad –se pasó el dorso de la mano para secarse el sudor, enharinándose la cara, haciendo reí a su hijo- ¿Ah sí? ¡Pues toma esto!
Padre e hijo comenzaron una divertida guerra con la harina sobrante del día. Hacía tiempo que Takehiro no jugaba de esta manera con su primogénito, quien se le parecía. Ignoraron las llamadas de Mie a cenar:
-¡Les dije que es hora de cenar! –La laboriosa mujer fue con pasos presurosos al almacén- ¡Oh, por Dios! –descubrió el piso, las paredes y a su esposo e hijo cubiertos harina y masa- ¡Vengan a acá! ¡Con lo que me costó limpiar este lugar!
Espátula en mano, persiguió a los traviesos. Poco les sirvió, pues a ambos los tomó de las orejas y los encerró en el almacén:
-¡Y de aquí no salen!
-¡Pero, mamá! ¡Papá empezó!
-¡No es cierto, querida! ¡Takato inició todo!
-¡No me importa quién haya sido! ¡Quiero este lugar limpio y ordenado! ¡Ya! ¡O no cenan!
La última advertencia sí que era seria y grave, al menos para aquellos dos. Con escobas, trapeadores, agua y lo más rápido que les daban los brazos, cumplieron con su castigo, aunque la diversión nadie se las quitaría.
-Ah, estoy tan cansado que sólo irme a dormir –se lamentó Takato-
-Yo igual, mi pobre espalda.
-¡Nada de eso! ¡No quiero tener sábanas enharinadas! Se dan un baño antes de dormir.
-Si, mamá –dijeron los regañados al unísono-
Aunque afirmaron estar muy cansados, al ver sus cenas sólo pensaron en devorarlas, cosa que hicieron sin pensarlo demasiado. Por ser más delgado y joven, Takato consiguió apropiarse del baño.
-Vaya niño. Qué respeto tiene hacia sus mayores –exclamó su madre-
-Déjalo, además, no tengo prisa.
Takehiro abrazó lenta y suavemente a su esposa por detrás, rodeándola. Mie no se opuso.
-Hoy estás más cariñoso.
-¿No puedo tener un detalle así contigo? –le susurró al oído- Hace mucho que no estamos juntos así. Qué tal si hoy esperamos que Takato se vaya a dormir y tú y yo…
-Primero date un baño –a veces, Mie sabía arruinar el momento. Takehiro sonrió por la circunstancia- Lo siento, ya sabes cómo soy.
-Lo sé. Me daré el baño… si ambos nos tallamos la espalda –le guiñó un ojo-
-Está bien.
Las noches de verano eran muy calurosas, y nada mejor para combatirlo que un buen aire acondicionado y una bebida fría. Tal era el concepto, bastante sencillo pero accesible, del bar de Tadashi Katou. Anteriormente una cantina común y corriente, ahora un restaurante-bar con ambiente familiar, conservando, eso sí, la barra libre.
Los años no pasaron en vano para la familia. Desde los traumáticos sucesos revividos por el D-Reaper nada fue igual, pues para seguir unidos se vieron en la necesidad de confrontarse, abrir viejas heridas para cerrarlas, y tras una intensa catarsis no libre de conflictos, perdonarse. Aún estaban en proceso, pero permanecían juntos. Después de todo, gracias a aquellas pruebas, el destino les dio una nueva oportunidad.
La niña que antes llevaba las botellas de cerveza, que para los demás siempre sonreía y en sus momentos de soledad lloraba a su fallecida madre, se convirtió en una mujer, madura para su edad, esta vez auténticamente feliz, la experiencia y sus personas especiales le ayudaron a serlo. Ahora era la segunda al mando en el bar, suplantando a su padre en la caja y en pequeños asuntos de administración, lo que le permitiera su edad y quisiera hacer.
Dieron las diez cuando sintió su teléfono celular vibrar. Se emocionó al ver quién le llamaba:
-¡Hola, Takato!
-Juri, hola, eh, espero no ser inoportuno, si estás…
-Para nada. ¿Cómo estás?
-Bien, ¿y tú?
-Cansada, llegué de la escuela y nada más terminé la tarea me vine al bar. Barra llena.
-Ah, qué bueno. ¿Sabes? Mmm, quiero verte.
-Yo también –hizo un escaso silencio- ¡Veámonos!
-¡Sí! Cuándo y…
-No. Hoy.
-¿A esta hora?
-¿Quieres que nos veamos o no?
-¡Sí! ¡Quiero verte… quiero estar contigo!
-En 15 minutos en el Parque Chou, por los columpios.
-¡De acuerdo!
Un "hasta entonces" fue innecesario e interrumpido por los impulsivos enamorados. Juri fue donde su padre:
-¡Papá, regreso en un par de horas!
-Tienes hasta la media noche. Ve con cuidado, jovencita.
-Despreocúpate, papá. ¡Gracias!
La vio salir por la puerta principal. Admitió lo que ya sabía: Cada día, se parecía más y más a su madre. Y eso le enorgulleció.
Por el balcón se coló un fugitivo en el más absoluto silencio, corriendo rumbo a su destino.
El parque Chou, donde se reunían cuando niños y donde partieron a la aventura más asombrosa de sus vidas, por la noche servía como refugio para las parejas y otra clase de personas menos recomendables. Con mucha precaución, la solitaria chica recorrió sus secciones, prestando atención. Por fin llegó al punto de encuentro, pero de su invitado ni su sombra. Se sentó a esperar en los columpios. Por breves instantes se sintió niña en un juego tan inocente.
De pronto se escuchó un ruido, proveniente de los arbustos. Se puso a la defensiva, dispuesta a todo. Lo vio salir y su corazón latió aún más fuerte:
-¡Takato! ¡Vaya susto que me has dado!
-Lo lamento, Juri, no fue mi intención, enserio.
-Ya deja de disculparte. Ven aquí.
El chico hizo caso. No se sentó.
-Los columpios son para bebés –dijo casi para sí mismo-
-Ah, entonces, ¿yo soy un bebé?
-¡No! ¡Ignora lo que dije! Yo…
-la chica rió la infantil reacción de su viejo mejor amigo- No has cambiado nada, Takato. Todavía te sonrojas y te avergüenzas por todo.
-Jeje, sí, soy incorregible –respiró profunda y calmadamente antes de proseguir- Me alegra que por fin podamos vernos.
-A mi también, han pasado muchos meses.
-Desde las vacaciones. Y como ingresaste a esa escuela privada, con menos razón podemos vernos –se percibía un dejo de reclamo-
-Era una oportunidad que no podía dejar pasar –aclaró al chico- Esa escuela es de las mejores de Japón y así tendré más oportunidades de ingresar a una prestigiosa universidad.
-Lo sé, pero, ¡ah! ¡No es por eso! No me molesta que estés en esa escuela. Fue un gesto muy grande de Rika para ayudarte a obtener esa beca.
-Rika ahora es mi mejor amiga. Hubiera querido una hermana mayor, pero mi madre murió y ya conoces la historia. Es muy temperamental y exigente, pero Rika es una muy buena amiga.
-Ni que lo digas, lo uno y lo otro. Pero no es…
-¿No es qué?
-Lo que me hace sentirme así. Con nuestros horarios tan diferentes, no nos vemos muy seguido. En la preparatoria quería que fuéramos compañeros, estar en el mismo salón… quería estar contigo.
-Y sólo por eso ¿ya no quieres estar conmigo? Estás diciendo "Quería estar", ¿ya no quieres?
-¡Claro que quiero! –El chico la tomó de los delgados pero firmes brazos- ¡Quiero estar contigo, Juri!
La chica sintió sus mejillas arder y sus piernas temblar. Pocas veces Takato se mostraba tan impulsivo y seguro en situaciones como esta. ¿Será acaso porque son pocas?, se preguntó. Le urgía conocer sus motivos:
-¿Porqué?
-¿Porqué qué? –expresó confundido-
- Porqué quieres estar conmigo. Dímelo. Vamos, dime porqué quieres estar conmigo.
El antiguo líder la miró a los brillantes ojos castaños con un creciente fuego de impulso por decir lo que bullía en sí.
-¡Dímelo! –demandó-
-Quiero estar contigo, porque te amo. Te amo.
Fue tanto el impacto de la confesión que guardó silencio. Ya había escuchado un "Te amo" de sus labios, labios de niño, sentimientos de adulto.
Takato se preocupó. Temió haberla asustado con su declaración tan impulsiva, temió que lo dejaría y ella saldría corriendo queriendo jamás verlo. Pero una suave mano acariciándole le trajo de nuevo a la realidad.
-Juri, eh… -aquellos suaves dedos le silenciaron-
-También Te amo, Takato.
Guardaron silencio. Únicamente el chillido de los insectos y algún ruido citadino rompían la armonía. Pero para los enamorados no importaba. Para sentir toda la fuerza del momento único en sus vidas, cerraron los ojos y Takato, con suavidad, la besó. Juri lo abrazó y lo hizo acercarse mucho más, desvaneciendo la distancia, profundizando el beso, primero con torpeza, como los niños, después, con la emoción de los primerizos.
Tal vez no fuera necesario aquella llamada, tal vez no era necesario verse en un parque a casi media noche, tal vez incluso el beso era dispensable. Tal vez…
-con suavidad y con sus respiraciones aceleradas, se separaron. El chico rompió el silencio- ¿Era necesario? Aunque ya lo sabemos.
-Es necesario, porque –respondió en susurros-, después de todo, ya no somos niños.
Aquella noche de verano apuntaba un cielo despejado, con las estrellas visibles, pero no eran las estrellas las que Takato miraba. ¿Para qué, teniendo a alguien tan hermosa?
Una idea traviesa cruzó por su mente. Sin decir nada, tomó a Juri de la mano y se refugiaron bajo el árbol más cercano. Guiada con lenta suavidad, Juri se apoyó en el tronco y de nuevo sintió los brazos de su novio rodear su cintura y sus labios nuevamente besándola. Cerró sus ojos y se dejó llevar. Takato acarició su espalda sobre la tela de la camisola. Dejó los labios de Juri para besar sus mejillas, rozar con su lengua los lóbulos de sus orejas y así descender al blanco cuello. Un simple roce al principio, después, apasionados besos, correspondiendo a los suspiros y caricias de su novia, que no se quedó atrás.
Se detuvo por un instante, se abstuvo de proseguir. Juri le miró con desaire, pero comprendió lo que su novio decía con su mirada. Una sutil afirmación para permitirle usar sus manos, no sólo los labios. Sus artísticas manos iban por el buen camino de tocar, palpar, acariciar el trabajo de la naturaleza cuando la luz de una linterna y un silbato escandaloso les asustó y les hizo salir corriendo. Los precoces jóvenes huyeron entre los árboles, sin detenerse hasta dar con la salida, confundiéndose entre el resto de la población noctámbula.
Entre jadeos y carcajadas iban recuperando el aliento.
-¡En mi vida había estado más asustada! ¡Temí que nos detendrían!
-¡Yo también! –jadeó intentando respirar con normalidad- Juri…
-¿Sí, Takato?
-Gracias –la abrazó- Es lo mejor que me ha pasado.
-Para mí es único. Mis fantasías no se comparan a este momento, de nuevo entre tus brazos, aunque ahora no estoy siendo salvada, mi valiente caballero con armadura.
-Tuyo, Princesa mía –en ambos, el sonrojo se acentuó- Te acompaño a tu casa.
-Pero llegarás tarde a la tuya.
-Mis papás creen que duermo, y, creo, también están ocupados –se encogió de hombros- Para que no sospecharan, dejé mi almohada fingiendo ser yo, jejeje.
-Deja de juntarte con Ryo y los otros dos locos, ¡te contagiarán!
-Exageras, son buenos amigos. Anda, se hace tarde.
Caminaron y caminaron en silencio, con sus manos entrelazadas y ella con su cabeza apoyada en el hombro del chico. Tenían sueño, esta noche fue una de las más emocionantes de sus vidas, al menos hasta entonces.
-Bien, hemos llegado.
-Justo a tiempo, mi padre me dio permiso hasta la medianoche.
-Entonces, Cenicienta, entra antes de que se rompa el hechizo, jejeje. Te veré mañana.
-Si es que no te castigan –rió con malicia-
-No creo. Paso por ti mañana.
-Mejor a la hora de la salida. Es mejor. A la dos y media.
-Dos y media. Buenas noches.
-Buenas noches –los breves diálogos estuvieron cargados de miradas fijas, sensaciones seductoras, atracción y amor-
Hasta verla entrar a su hogar fue como siguió su camino. Silbando con placer y despreocupación por la alta hora de la madrugada. Nada importaba, nada excepto su amor por Juri y su recientemente descubierto atrevimiento.
En silencio trepó por el balcón, descorrió la ventana y entró sin hacer ruido. Todo estaba a oscuras, pero en ese preciso momento le encendió la luz y con terror hizo un descubrimiento.
-Takato –el tono de voz de su padre le aterró- ¿Dónde estabas, jovencito?
-¡Papá! ¡Uh! ¡Maaa má! Verán, yo, pues, este…
-Suficiente –finalizó su molesta madre-
-¡No, enserio! ¡Puedo explicarlo! ¡Enserio! ¡NO! ¡PAPÁ!
Y por ahora así concluye la aventura nocturna para nuestro carismático Takato. No lo sé, pero creo que esta sería la reacción de sus padres cada vez que llegara tarde. Nunca me expliqué cómo nunca le regañaron en el anime siempre por sus salidas nocturnas o por llegar tarde por razones inexplicables, jejeje. Cielos, me divertí escribiendo este capítulo.
Muchas gracias a quienes se tomen un tiempo para leer mis creatividades. En un tiempo indefinido, nos volveremos a ver por aquí. Se despide, el autor enmascarado…