Tenía frío, estaba desorientada, sentía humedad en el aire pesado que respiraba, con esfuerzo abrí los ojos, el piso bajo mi cuerpo estaba cubierto de fango, mis ropas han de estar hechas un desastre, mi cuerpo… era como si pesara mas, esa incómoda sensación parecía no querer abandonar mi cuerpo, sentí el ardor, instintivamente llevé mi mano en donde horas antes se habían incrustado un par de colmillos, empecé a entender el por qué de esas sensaciones, era como si estuviera mareada y además mi vista estaba borrosa, bueno, tampoco era como si tuviera derecho a quejarme, a fin de cuentas esa fue mi decisión… pensé en él, no podría odiarle ni aunque lo deseara con todas mi fuerzas, recuerdo perfectamente la sensación de su cálida espalda, donde tantas veces me llevó, ¡Ya! No debo seguir actuando como una masoquista, pero ¿Dónde demonios estoy?

Sentí esa mirada tan despectiva de él, como diciendo -Pensé que no lo preguntarías humana…

Hablé en apenas un susurro, pero él lo escuchó, como es de esperar de un Taiyoukai, me levanté sin inmutarme. Bueno, sin casi inmutarme, digamos que estaba hecha un verdadero desastre.

Miré mi hombro, donde deberían estar las marcas de los colmillos de Sesshomaru vi dos franjas violetas, como las que el tiene en sus manos y mejillas, ahora dudaba si lo que había entendido por la mirada de Sesshomaru había sido pura deducción, o realmente lo había escuchado en mi cabeza.

Pensé por un momento quedarme callada, aún no sabía como tratarlo… pero me cansé de pensar. Suspire. Me pregunte que estarían haciendo los demás. Si, estaba pensando en él nuevamente, la mirada reflexiva que ponía cuando pensaba en algo importante, mirando hacia lo lejos encima de la rama de un gran árbol… junto a Kikyo… mis nervios me traicionaron y la lágrimas luchaban por salir de mis ojos. Me di cuenta que nos estábamos dirigiendo nuevamente a la villa.

Recoge tus cosas, vuelve aquí cuando la luna esté en su punto más alto.

No me dijo nada más, lo que me irritó, pues sólo me dio la espalda y camino de aquella manera característica de la realeza, no pude retener el deseo de decirle algo.

Pues hasta entonces Sessho-insortable!

Me fui corriendo para no esperar a que el decidiera castigarme por mis palabras, tengo que admitir que sentía cierto alivio, pues aunque no lo demostrase sé que mis palabras le habían molestado. Aunque quizás debería estar más preocupada que aliviada por ello.

Ya estaba oscuro cuando llegué a la villa, el suelo estaba muy mojado, fui lo más cautelosa posible, mientras menos personas me viesen en ese estado mejor, si ya de por si mi uniforme era un escándalo, las condiciones en las que estaba ahora mi vestimenta si que armaría un verdadero tumulto, entre a la cabaña de la anciana Kaede rogando a las deidades del bien que Inuyasha y Kykio no estuvieran presentes, y por una vez, mis ruegos fueron escuchados.

Kagome! Qué te ha pasado?

Es una larga historia…

Y era verdad, en apenas horas habían pasado muchas cosas, además se podía ver desde mi espalda el agujero que que hizo el brazo que me había matado, además de estar completamente ensangrentado.

Anciana Kaede, no puedo explicarle todo ahora, pero necesito que crea en mi y que me haga un favor.

Ella suspiro, y mostro esa expresión afable en rostro, aquella expresión que dejaba claro que creía en mí y me ayudaría.

Lo primero fue obtener nuevas vestimentas, pues como pensaba durar poco aquí no había traído ningún cambio, me sorprendió , parecía que ya la tuviese lista para mí, y al preguntárselo me di cuenta de que asi era.

Ella me entrego un sencillo kimono blanco, que me llegaba a medio muslo, el haori gata, hasta el mismo nivel, era verde claro, con diseños blancos en las orillas, obi negro, con diseños en verde, en distintos tonos, mi mochila seguía arreglada, pues no había sacado nada, me acompañó al río y allí me di un baño, hice lo que pude para que las nuevas franjas violetas en mi hombro pasaran de inadvertidas por kaede, me vesti y fui lo más rápido que pude, con arco y mi carcaj lleno de flechas, y dejando a Kaede bajo la promesa de no decir lo poco que sabía.

Mi cuerpo estaba en buenas condiciones, y había aceptado de inmediato el alma que se escapo de él por apenas unos segundos, mis sentidos estaban completamente agudizados, pues justo aquí, donde hace unas horas me habían matado, es común que merodeen demonios, solté la mochila y tome el arco cargado con una flecha, cerré los ojos en espera de la llegada de Sesshomaru, estaba lista por si algún otro demonio llegaba primero que él.

Sentí un choque de adrenalina, una sensación que no había conocido hasta ahora, escuche los ruidos típicos del bosque, pero sabía que algo más estaba al acecho, ahora ya estaban muy cerca, no pensé, sólo actúa según mis instintos me lo pedían y la flecha dio justo en el corazón de una de los youkais que estaban luchando, pero en su recorrido la simple presencia de la luz mató al resto, y sólo uno quedó de pie, sin siquiera un rasguño, habiendo dejado detrás de si un camino de cadáveres de los youkais que mató para abrirse paso, o quizás, por pura diversión.

Me miró a los ojos, entonces descubrí que el motivo de mi estremecimiento, era su presencia.