Disclaimer: Shaman King y sus personajes no me pertenecen. Son del gran Hiroyuki Takei. Tampoco son de mi autoría algunos lugares, canciones y/o marcas que aparecen aquí. Sólo la trama, OC y lugares ficticios son invenciones mías.
Advertencias: lenguaje soez, gore (leve o moderado), y algunos pensamientos obscenos (Rated T).
Género: General. Tiene un poco de todo.
Pensamientos, comunicación por telepatía, recuerdos, sueños.
1
Un mal presentimiento
Yoh Asakura
El viento sopló con fuerza, mientras traía consigo una oleada de pensamientos. Una serie de suposiciones revoloteaban continuamente en mi cabeza, sin que yo pudiese detenerlas. La nieve cubría las calles, obstaculizando el paso de los vehículos y enfriando los interiores de las casas cuando apenas iniciaba la primavera. Este suceso dejaba atónito a todos, incluyendo al reportero del clima. ¿La razón? Jamás en la historia de Tokio –mi hogar actual– se había presenciado un fenómeno natural como este. Tenía que admitirlo, este día me daba mala espina. Las calles estaban vacías, el sol se negaba a darnos sus rayos de luz, las nubes negras se avecinaban a lo lejos… Parecía que la poca gente que permanecía fuera de sus casas, además de mis amigos y yo, fuéramos los únicos seres vivientes en todo el planeta. Eran las seis de la tarde. Cada vez oscurecía más y más. El clima definitivamente no estaba a nuestro favor. Bueno, si seguía pensando de esa forma, no iba a llegar a ningún lado.
Tranquilízate, Yoh. Todo saldrá bien, repetía una y otra vez en mi mente.
—¿Estás bien, Yoh?
Sentí que algo me tocó el hombro, asustándome levemente. De reojo, miré al causante de mi casi paro cardíaco, quien reía a todo pulmón… Hao. Mi hermano gemelo. Me zafé de su agarre sin amabilidad alguna, y entonces fue cuando escuché las risas sofocadas de Horo.
—Pff… Eres un miedosito —volvió a burlarse.
—¿Miedoso? ¿Yo? —repetí, fingiendo incredulidad—. ¿Y qué hay de ti? Al menos, yo no andaba cargando mi mantita luego de haber visto esa película de miedo que sigue estando en cartelera.
Obviamente, aquello no era cierto. Sólo quería molestar a mi hermano. De hecho, Hao era de las pocas personas que conocía que no le temían a nada o por lo menos, no parecía que le tuviera miedo a algo. Sonreí, completamente divertido, cuando fingió sentirse ofendido.
—Por los Grandes Espíritus, mi propio hermano…
—Por favor, Hao. ¿Acaso eres el único que puede desquitarse ante una broma? —mi gemelo suspiró, resignado.
—Simplemente eres muy paranoico y también muy obvio, hermanito. No tengo necesidad de usar mi Reishi contigo para saber qué te pasa.
—Eso es seguro —pronuncié con desgano.
—¿De verdad puedes leer nuestros pensamientos? —preguntó un muy curioso Manta, ganándose una afirmación por parte de Hao.
Apenas unos días atrás, decidimos contarles a los chicos sobre la habilidad que poseían Anna y mi hermano. ¿Por qué no habíamos querido mencionar aquello antes? Pues, porque ambos lo decidieron así. No estaban seguros de cómo reaccionarían los demás al saber de la existencia del Reishi, por lo que prefirieron guardar silencio por un tiempo.
—Te lo demostraré… Esa chica linda de allá quiere tirársele encima a Hoto-Hoto —apuntó mi gemelo entre risas—. Qué mal. Las mujeres de hoy no tienen buenos gustos.
—¿De veras?
Horo se sonrojó enormemente y, con cara de baboso, volteó a ver a un grupo de chicas que pasaba del otro lado de la calle. Eran tres y parecían tener nuestra edad. La chica de en medio, la más bonita según mi hermano, notó la mirada del ainu y le susurró algo a sus amigas. Acto seguido, todas se pusieron a reír con cierta "inocencia".
—No —negó Hao, divertido—. En realidad, se burlan de ti.
—¡¿Qué?! —soltó Horo-Horo con enfado.
Al instante, las risas de Len y de mi gemelo se hicieron presentes. Eso sólo consiguió enojarlo aún más.
—No la culpo. Cada vez que abres la boca, siento que tres de mis neuronas se suicidan.
—¡Oigan! —les reclamó.
Me miró con los ojos entrecerrados cuando las risas me habían contagiado a mí también.
—Lo siento —me disculpé, encogiéndome de hombros—, pero es que ustedes se llevan tan bien.
—¡¿Con estos?! —los tres se señalaron mutuamente—. ¡Estás loco, Yoh!
—Sí, estoy loco —admití con una alegre sonrisa—. Dicen que las mejores personas lo están.
Todos me miraron con incredulidad. Hao puso los ojos en blanco y una sonrisa divertida se dibujó en su rostro.
—Le diré a Keiko que miras demasiada televisión.
—Eso no es…
—¿Qué tal les va en clases?
Manta estaba nervioso. Él sabía que una pelea se desataría en cualquier momento, así que decidió cambiar el tema. Buena táctica. Tal vez yo hubiera hecho lo mismo.
—No me quejo. Este año me está yendo… mejor que el año pasado —admití muy feliz.
Sí, mejor que el año pasado. Mucho mejor.
—¿Mejor? Horo me contó que obtuviste un 96 en Álgebra. ¿Por qué no me lo dijiste? —me reclamó mi pequeño amigo.
—Mamá nos puso una tutora en vacaciones —confesé.
Me sentía un poco más aliviado luego de haberlo dicho. Los demás me miraron con cierta curiosidad.
—Es verdad, y era muy bonita. De todas formas, la felicidad nos duró muy poco. Anna estaba de vacaciones y cuando se enteró, casi mata a la pobre chica —comentó Hao, mientras tornaba el gesto—. No me dejó siquiera pedirle su número.
—No te preocupes, hermano… Ya volverá.
—¿En serio?
—No —le di unas palmaditas en el hombro. Me fulminó con la mirada—. ¿Qué? Es la verdad.
—Lo que pasa es que estás enamorado de tu bruja, Yoh.
—Ajá, lo que tú digas.
Seguimos hablando durante un buen rato, hasta que comenzó a nevar con más fuerza. Nos habíamos sentado en unos bancos que se encontraban en el parque central. De pronto, me percaté de algo. Hao estaba distraído, viendo hacia la intersección más cercana.
—¡Hao! —exclamé al ver que no me respondía.
Se sobresaltó, causando la risa en mis amigos. Te amo, karma.
—¿Qué? —quiso saber, con notorio fastidio.
Seguía sin prestarme atención por completo. Ese comportamiento hizo que me preocupara un poco, por lo que decidí averiguar.
—¿Te sucede algo? —inquirí al ver su estado de ánimo.
Pensó un poco en la respuesta, pero luego resopló, evitando que nuestras miradas se encontraran.
—Estoy bien… —murmuró al vacío.
De pronto, se oyó el grito de una mujer y una risa macabra a lo lejos. Las exclamaciones de la gente que transitaba por la calle y el fastidioso claxon de los vehículos perfectamente sincronizados hicieron que me distrajera por un momento. Sin darme tiempo para notarlo, Hao se levantó del asiento y salió corriendo a toda velocidad… Probablemente en busca del causante de dicho alarido.
—¡Espera, Hao! ¡Puede ser peligroso!
Demás estaba decir que me ignoró por completo, fastidiándome. Pude notar que había dejado un rastro de nieve detrás de sí. El ambiente no me ayudaba a calmarme. El cielo estaba totalmente negro, e incluso ya lograba divisar las blancas estrellas y la hermosa –por no decir tenebrosa– luna llena… Si algo le llegaba a suceder a mi otra mitad, jamás me lo perdonaría. Así que, decidí seguirlo. Me guie únicamente por las pisadas en la nieve.
—¡Hao! —no hubo respuesta—. Amidamaru.
—Amo Yoh.
Mi espíritu acompañante apareció de la nada, haciendo una pequeña reverencia. Le lancé una mirada un poco envenenada. No era tiempo para formalidades.
—¿Ves a Hao por ahí?
—Ahora lo busco, amo —se elevó por los aires y lo perdí de vista por culpa de la espesa neblina.
Regresó un poco después para confirmar mi temor más grande en ese momento: no lo había encontrado, y ahora el rastro en la nieve era casi nulo. ¡Genial!, pensé, mientras me acercaba a un callejón vacío que daba mal aspecto. Incluso podía sentir el ambiente lúgubre, como en las películas de terror. Podría jurar que escuchaba la misma musiquita tenebrosa que utilizaban en ese tipo de películas. La neblina comenzó a despejarse, permitiéndome observar la figura de mi hermano. Hao se encontraba parado en medio del callejón, con la vista clavada en un determinado punto.
—Hao —lo llamé con alegría, acercándome.
Dicha emoción no duró mucho. Ahí fue cuando mi sospecha de que algo andaba mal resultó acertada. Había sangre regada por todos lados. Ese rojo carmesí que nunca significaba nada bueno.
—Yoh… —susurró entrecortadamente. Volteó a verme, pero yo me dedicaba a observar el escenario, espantado—. Vámonos de aquí.
—S-sí —coincidí con voz temblorosa.
Dimos media vuelta para irnos de ese lugar. No obstante, alguien nos obstaculizaba el paso. Un joven de más de veinte años de edad, tez exageradamente pálida, cabello naranja y ojos rojos como la sangre se encontraba parado ahí, viéndonos fijamente. La mirada de mi gemelo se encontró con la mía por unos breves segundos, mientras ambos dudábamos si debíamos correr o enfrentarlo. La brisa cesó y ya no había ningún vestigio de la espesa neblina. Era como si el tiempo se hubiera detenido. De un momento a otro, la comisura de sus labios se entreabrió, dejando a la vista unos puntiagudos colmillos. Esa fue la señal para huir rápidamente y no ser atrapados por ese extraño sujeto.
—Espíritu del Fuego —lo llamó Hao.
Gruñó algo molesto al notar que no aparecía. No había señales de él.
—Amidamaru —lo mismo pasó conmigo. Comencé a retroceder con cierta lentitud—. Espíritu de la Tierra.
Al igual que Hao, yo también poseía un espíritu sagrado, el Espíritu de la Tierra. Me fue otorgado unos años atrás, tal y como quisieron los Grandes Espíritus. Me distraje un momento cuando noté algo que no había visto antes. En el suelo, yacía un objeto circular completamente bañado en sangre.
—Delicioso, ¿verdad? —habló el recién llegado con ironía. Le propinó una patada a la cosa redonda y esta rodó hacia nosotros, permitiéndonos ver lo que en realidad era… Una cabeza humana—. Debo admitir que dio una buena pelea. Pobre chiquilla. Casi me hace sentir culpable de su muerte.
Se acercaba nuestro final. En cualquier momento empezaría la masacre, de eso estábamos seguros. Percibía en sus ojos el deseo de beber sangre. Nos miraba con lujuria, con ese brillo en los ojos parecido al de una persona que acababa de recuperar un objeto de gran valor sentimental. Continuábamos retrocediendo conforme el tipo se nos iba acercando. Se burlaba de nuestro temor, y cómo no hacerlo, si estábamos indefensos. Sin previo aviso, nos topamos con algo que nos impidió el escape. Una pared que marcaba el final del callejón.
—Genial —murmuró mi gemelo con sarcasmo—. Sin salida.
—¿Tienes algo en mente? —inquirí, esperanzado.
Vaciló en responder a mi pregunta.
—¿Morir? —sonrió, sarcástico.
El sujeto ya se encontraba a un metro de nosotros. Su sádica sonrisa me puso los pelos de punta.
—No creo que sea un buen momento para bromas, Hao —le recriminé algo nervioso.
—Entonces, propón algo. No es justo que sólo yo utilice mis neuronas, Yoh.
En ese momento, deseaba que los vampiros se pudieran exterminar, así como lo hacían en Hollywood. Ese día, detesté a la mayor industria de cine en el planeta y sus habladurías con respecto a los vampiros. "Los vampiros no existen". Si eso fuera cierto, no estaríamos a punto de ser devorados por uno. Esta vez, la suerte estuvo a nuestro favor, pues se escucharon unos disparos muy cerca de ahí, en la otra cuadra para ser más específicos. Los ojos se le iluminaron ante el estrépito. Dondequiera que hubiera disparos, había sangre. Con una velocidad imposible de igualar para un humano, desapareció sin dejar rastro de haber estado en ese callejón a punto aniquilarnos. Miré a mi hermano y noté que aún veía con horror la cabeza que alguna vez le perteneció a una persona. Decidí no imitar su acción, pero ninguno de los dos pudo evitar hacer una mueca de incomodidad.
—Será mejor que nos vayamos de aquí —propuse, desviando la mirada.
Hubo un momento de silencio en el que esperé su respuesta. Finalmente, dejó escapar un suspiro.
—Tienes razón —admitió—. Antes de que alguien nos culpe por homicidio.
Oímos pasos acelerados que se acercaban cada vez más. Claro, ya sabíamos quién sería la única en alterarse tanto por nuestra ausencia. Tres, dos, uno…
—¡Yoh! ¡Hao! ¿Acaso están locos?
Los reclamos venían de una chica de largos cabellos negros y ojos castaños, del mismo tono que el nuestro. Vestía una blusa abierta de los hombros de color morado y un pantalón negro. Era la viva imagen de nuestra madre. Únicamente diferían en el color del cabello, pues el de mi mamá era castaño oscuro.
—¿Y qué si así fuera? —se la regresó Hao.
Lo fulminé con la mirada.
—Sucede que Hao quiso jugar a ser el héroe —expliqué, mientras me cruzaba de brazos.
—Sólo quería ayudar.
En ese momento, me pareció una excusa absurda, pero luego caí en cuenta de que mi hermano estaba realizando una buena acción por cuenta propia. Hao era alguien con muchos problemas de actitud, y que mostrara interés por ayudar a alguien más era algo que hasta me ponía orgulloso, considerando los problemas que tuvo antes de conocernos.
—Pudimos haber muerto —le recriminé. Una sonrisa sarcástica se formó en sus labios—. ¡Hao!
—¡Suficiente! Sabes que me matarían si te llegara a pasar algo —me reclamó Kaoru, mi hermanita menor—. También lo digo por ti, Hao.
—No creo que Mikihisa se lo deje pasar —opiné, riendo.
Mi otra mitad me miró divertido.
—Querrás decir: "No creo que papá se lo deje pasar" —me corrigió con una sonrisa.
—¡Oye! Tú llamas a mamá por su nombre, así que da lo mismo.
Aún no podía creer que dos años atrás, cuando los dos estábamos cada vez más cerca de cumplir los catorce, supimos de la existencia del otro. Nuestros padres se separaron un año y meses después de nuestro nacimiento. Keiko se quedó conmigo, estando embarazada de Kaoru. Al enterarse de la trágica noticia, mis abuelos volvieron de su viaje a Aomori para hacerle compañía, pues Mikihisa se había ido de la casa con Hao. Escondieron toda evidencia que probara que éramos gemelos. Recordar ese suceso aún me molestaba enormemente, pues los dos vivimos bajo un engaño durante trece años de vida, aunque debía admitir que aún me daba risa la cara de perplejidad que decoró nuestros rostros en el momento en que nos reencontramos. Nos conocimos en un evento nocturno que se convertiría en el mejor recuerdo de nuestras vidas. Un recuerdo que hasta hoy seguíamos atesorando con mucho cariño.
—Es distinto —se excusó, mientras retomaba el camino.
No tardé en seguirlo.
—Claro que no. Es lo mismo —le seguí el juego.
Me gustaba sacarlo de sus casillas.
—Que sí.
—Que no.
—Sí.
—No.
—¡SÍ!
—¡NO!
—¡Agh!
Jugar con Hao, implicaba perder automáticamente. Según él, sólo había un ganador. El "Oh, gran y todo poderoso Hao Asakura". Terminé enojándome con él y todo porque no quería aceptar que era lo mismo. Nuestros amigos veían la escena con una sonrisa, al mismo tiempo en que nos pisaban los talones.
—Nunca se puede hablar seriamente contigo, Hao.
—¿Conmigo? Tú eres el que se comporta como un niño, no yo.
—Ah, así que eso crees, ¿no?
—Nunca cambiarán ustedes dos —aseguraba Len, negando con la cabeza, mientras sonreía de lado.
—Pase lo que pase —coincidió Lyserg.
—¡Vuelve aquí, pequeña sabandija! —gritaba Hao con el puño en alto, iniciando lo que sería una pequeña persecución.
—No quiero —alegué, divertido.
—¡Espíritu del Fuego! —lo invocó con una sonrisa de diversión que se asomaba en la comisura de sus labios.
—¡Ah! ¡Amidamaru! ¡Espíritu de la Tierra!
—Vas a morir —me advirtió.
•❈•
Mientras tanto, en otro lugar…
—Por los Grandes Espíritus, ni que el supermercado estuviera al otro lado del mundo —decía en voz alta una chica rubia, mientras se acomodaba el corto vestido negro que traía puesto con impaciencia. Ya llevaba un buen rato viendo el reloj.
—Me preocupa que aún no hayan regresado —habló una tímida Tamao—. ¿Y si les pasó algo?
—¡Silencio! —bramó la joven. Sin embargo, muy dentro de su ser se estaba carcomiendo las uñas—. Están bien… o lo estarán hasta que sepan el castigo que les espera.
—Anna… —la llamaron Pilika y Tamao perplejas.
La susodicha lanzó un resoplido y se dejó caer en un puf azul oscuro que había en la pequeña sala de la pensión En.
—Confío en Yoh —soltó, viendo al vacío y luego a ellas—. Él no es de los que suelen meterse en apuros.
—Si tú lo dices —murmuraron ambas.
—¡Chocolove! —el grito provocó que tanto la hermana de Horo-Horo como la joven Tamamura se asustaran ligeramente. Anna sonrió para sus adentros. El shaman del afro llegó en cuestión de segundos, dejando un rastro de polvo detrás suyo. Mic, su espíritu acompañante, flotaba a su lado en miniatura—. Chango bananero, te tengo una misión.
—Agente 008 a sus servicios —apareció con un esmoquin y gafas oscuras, posando al estilo Matrix. Mic portaba unas gafas iguales.
El chico se ganó una golpiza por parte de la itako.
—Ve a buscar a la bola de inútiles —le ordenó—. O si no…
—¿…Qué? —se quitó un poco los lentes.
—Si no… —notó que una mosca descansaba sobre la mesa. Anna tomó una revista y la mató sin pensarlo dos veces, sonriéndole con malicia a Chocolove—. Te pasará lo mismo que a este hermoso espécimen de la naturaleza.
—¡NO! —chilló él, dejándose caer dramáticamente al piso.
—Déjate de payasadas —Anna se levantó, poniéndoles a todos los nervios a flor de piel—. Será mejor que corras.
•❈•
Al darnos cuenta de la locura que íbamos a cometer, detuvimos la pelea y lo declaramos como un empate. Manta y Lyserg nos hicieron reaccionar cuando notaron que algunas personas, o como diría Hao, los "humanos", decidían explorar el entorno que los rodeaba. Inmediatamente deshicimos nuestros oversouls, sin que nadie pudiera darse cuenta de lo que en realidad sucedía.
—…Ahora que lo recuerdo. ¿Saben qué era esa cosa en el suelo? —se aventuró a preguntar Manta, mirándonos a Hao y a mí de manera inquisidora.
No pensé que nos lo fuera a preguntar.
—Bueno…
—No tiene importancia —me cortó mi gemelo, terminante.
—Cuéntanos —insistió Horo, curioso.
—¿De verdad quieren saberlo? —los miró, escéptico. Todos asintieron—. Era una… cabeza humana.
Fue imposible describir las caras de horror de mis amigos.
—¿U-una qué? —quiso saber Kaoru, tartamudeando en el proceso.
—Cabeza humana —repitió Hao con cansancio—. Lávate las orejas, Kaos.
—Creí haberte escuchado mal —se excusó.
—Como sea…
—No sabía de su lado asesino —rio Horo-Horo.
—…Espero que sea una broma —gruñó mi hermano.
—Ya basta —los detuve. Aquello me molestó, pero no más que a él—. ¿Cómo bromean con eso?
—¿Entonces quién fue? —Len sonrió con sorna.
Una suave brisa arrastró los volantes que descansaban en el suelo. Miré a mis amigos por el rabillo del ojo. Confusión y preocupación era lo que podía percibir.
—Un vampiro —siseó Hao.
Al instante, mis amigos aullaron en risas. No nos creían… ¡No nos creían! Lancé un resoplido. Sabía que sonaba estúpido, pero era la verdad. Las películas de ficción no eran del todo falsas. Len fue el más escéptico del grupo. "Que alguien llame a Van Helsing". Hao apretó los puños con ese simple comentario.
—Hao… —le recriminé de nuevo, cerrando por un instante los ojos.
No me consideraba una persona de escasa paciencia. No era normal en mí explotar por cualquier cosa, pero estaba demasiado estresado. Me sentía un poco humillado.
—¿Puedo golpearlos? —farfulló mi gemelo, acercándose más a mí.
—No —respondí con el mismo tono.
—Los vampiros no existen.
Horo resaltó lo obvio, haciendo que Hao se molestara más.
—Eso era lo que pensábamos hasta hace unos minutos —indiqué.
—¡Brothis!
Chocolove nos sorprendió, llegando repentinamente. Dejó de correr y tomó grandes bocanadas de aire en un intento por recuperar el aliento.
—¿Qué no te habías quedado con las chicas? —quiso saber Kaoru. Chocolove asintió sin dejar de jadear—. Anna te mandó —volvió a asentir—. No puedes hablar, ¿verdad?
—Anna… La Anna Banana estaba preocupada por ustedes —lo miramos con confusión. Sacudió la cabeza para después corregir lo dicho—. Por ti, Yoh.
—¿Por mí? —repetí, incrédulo.
Sentí que mis mejillas me traicionaban, porque decidieron adquirir cierto rubor. Mi Annita se preocupaba por mí. Los demás no paraban de lanzarme miradas pícaras. Sólo atiné a ocultar mi rostro, viendo el pavimento que aún tenía rastros blanquecinos de la nieve. Estaba enamorado de Anna Kyoyama, eso era más que obvio según mis amigos, pero… lo que no sabían era que también hubo otra persona que ocupó un lugar muy especial en mi corazón por un tiempo.
—Creo que alguien tiene un doble problema —canturreó un divertido Hao.
Los demás no encontraron sentido en sus palabras, y menos mal. Él era el único que estaba al tanto de lo que había ocurrido a lo largo de mi vida. De todo.
—Sí, y tú tendrás el triple si Anna no nos encuentra en la casa en los próximos veinte minutos —celebré.
Al menos, no sería el único castigado.
•❈•
Me asombró la rapidez con la que llegamos a la pensión. Se escuchaba menos ruido del habitual y eso significaba una cosa: teníamos visitas. En efecto, porque al girar el picaporte, unos cabellos plateados llamaron mi atención. Una muchacha con la apariencia de una fina muñeca de porcelana nos visitaba. Sus rojos y tiernos ojos, que disimulaban inseguridad, se posaban en Hao y luego en mí, y viceversa. A mi lado, apareció un espíritu de apariencia similar al Espíritu del Fuego. Su cuerpo era de un tono marrón, a excepción de sus ojos y unas líneas que tenía alrededor de su cuerpo, pues estos eran de un color metálico. Apareció en su forma chibi, debido a su tamaño colosal. Dicho espíritu fruncía el ceño, sin despegar sus ojos del desarrollado cuerpo de la recién llegada. El Espíritu del Fuego, en cambio, la miraba muy curioso. Ella sonrió con timidez.
—Esto va a ser divertido —farfulló Kaoru con una sonrisa sarcástica.
Presentí que también sospechaba de ella.
—Idiotas, mi prima se quedará en la casa por un tiempo —habló Anna.
—Jeanne Renault. Es un placer —se presentó, haciendo una pequeña reverencia.
—Iron Maiden Jeanne —la apodó Hao con diversión.
Le di un codazo. Menos mal que sólo yo logré escucharlo o eso pensé, hasta que oí la risita sofocada de mi hermana. El apodo no estaba del todo equivocado, ya que el vestuario de la chica llamada Jeanne consistía en un vestido, zapatos y accesorios hechos de hierro. Extraño.
—Tienes un aire francés —reconocí.
Traté de parecer despreocupado, y de inmediato, noté que todos me miraban incrédulos. Torné el gesto. Ahora estaba perplejo. Ni yo supe por qué lo había dicho.
—Más específico —me pidió con dulzura.
—¿Meaux, París?
—Casi. Le mans, Sarthe. ¿Has viajado a Francia con frecuencia?
—No tanto. Un par de veces. Mi madre me llevó hace unos cuantos años —sonreí de lado—. En vacaciones.
—Entiendo… —me examinó detenidamente—. Tú no eres cien por ciento japonés. ¿O acaso me equivoco?
…Ahora sí estaba seguro de una cosa, ella no era de fiar. Juraba que podía escuchar los pensamientos de mi hermano a la perfección. Que quizás ella era una espía y cosas por el estilo. Esperaba habérmelo imaginado, porque yo no tenía la capacidad de escuchar los pensamientos de las demás personas, así como él.
—En efecto —habló Hao.
Nuestras miradas se cruzaron por medio segundo, hasta que él desvió la suya.
—No sé por qué, pero tengo un extraño presentimiento sobre eso —expresó Jeanne, para después seguir viéndonos de los pies a la cabeza. Hao tenía un semblante serio. Era como si, en su interior, analizara cada detalle de lo que estaba pasando. Segundos más tarde, sonrió un poco al ver el rostro inocente de Jeanne. Creo que ambos estábamos pensando en lo mismo—. Egipto, ¿verdad? Alejandría, espero.
Mi hermano mayor negó con la cabeza.
—El Cairo —respondió con una sonrisa sarcástica.
Jeanne le devolvió la misma sonrisa, retándolo.
—Tu padre y tu abuelo no se llevan bien —dijo como si nada.
Esa afirmación nos tomó desprevenidos. ¿Cómo demonios lo supo?
—¿Co-cómo sabes eso? —le exigió saber Hao, algo molesto.
—Intuición —ella rio, divertida.
Los demás se dispersaron para hacer sus cosas, por lo que Hao se aventuró a exteriorizar su duda.
—¿En verdad eres prima de Anna?
Al igual que mi hermano, también deseaba indagar sobre lo que estaba pasando en ese momento. Quería confirmar si yo estaba actuando como un paranoico desquiciado, o ella estaba utilizando su parentesco con mi Annita para espiarnos.
—Por supuesto que sí. ¿Por qué tendría que estar mintiendo? —nos reclamó, fingiendo sentirse ofendida por no creer en ella.
Sin embargo, era obvio que estaba nerviosa.
—Ya veo… Debes estar sedienta por el viaje.
Dicho esto, Hao fue rumbo a la cocina, dejándonos solos a ella y a mí en la sala de estar. Se hizo presente un silencio incómodo, o al menos para la chica misteriosa. Poco después, mi hermano regresó con un vaso cuyo líquido era de un color rojo brillante. Lo miré como si estuviera loco.
—Ten… —extendió su brazo hacia Jeanne. La susodicha se mordió el labio inferior—. Está buenísimo, puedo asegurártelo.
—N-no tengo mucha sed.
Hao agitó el vaso de vidrio de forma lenta y tentadora. Sonreí para mis adentros. Por fin capté las intenciones de mi gemelo.
—Bueno, como gustes.
Hizo como si fuese a beber su contenido. Jeanne se levantó de su asiento casi volando y le arrebató el recipiente de las manos. De un sorbo, bebió todo el líquido rojizo, para después escupirlo con violencia sobre la alfombra nueva.
—¡Puaj! Es… ¡Esto es jugo de tomate!
—¿Y qué? ¿Creíste que era sangre? —Hao sonrió con burla al notar el rostro furioso de Jeanne. Traté de aguantar las ganas de reír—. No te hagas. Sabemos que eres una de ellos.
—¿Una qué? —se atrevió a preguntar.
Hao pronunció la respuesta en voz baja.
—Una vampiresa.
Un rugido feroz salió de su garganta sin que pudiera evitarlo. Sus ojos carmesíes brillaban más que nunca. Alzó la comisura de sus labios, mostrándonos sus puntiagudos dientes. ¡Lo sabía! Ella era una vampiresa.
—Es probable, precioso mortal, pero tú y tu gemelo también se unirán a nuestro clan muy pronto. Acéptenlo.
—Prima, tu cuarto está listo —anunció Anna, saliendo de quién sabe dónde, asustándola un poco.
Al parecer, nadie vio nada. Se me hacía extraño que Jeanne no haya podido sentir el olor a tomate antes de beber.
—En realidad… Lo siento mucho, Anna. No podré quedarme —se disculpó, torciendo el gesto de nuevo, mientras tomaba sus pertenencias—. Recordé que tengo un compromiso pendiente. Lo lamento.
—Hija de…
—No es buen momento para eso, Hao —lo detuve. A zancadas, subió las escaleras rumbo a su cuarto. Suspiré—. Iré a ver qué le pasa —les informé—. Con su permiso.
—No hay pena —me contestó Jeanne. Maldita bipolar, pensaría Hao—. Buenas noches.
—Mañana hablaré seriamente contigo, Yoh… Que descanses.
—Tú también —susurré cuando pasé a la par de Annita.
Subiendo las escaleras, no pude evitar mirar hacia atrás. Jeanne me observaba como si fuese un trozo de carne. Confundido, desvié la mirada, esperando encontrar despierto a Hao. Quería charlar con él sobre el mito que, el día de hoy, había dejado de serlo para nosotros. Se había vuelto una terrible realidad.
•❈•
¡Hola! ^^
Aquí les traigo este fic sobre vampiros. Me encantan los fics donde los gemelitos se llevan bien y eso fue lo que me animó a escribir esta historia. Espero que sea de su agrado.
Quizá se pregunten: ¿Cuál es su relación con la historia original de Shaman King? Este es un medio universo alterno. ¿Por qué medio? La historia se desarrolla en una trama un poco diferente al anime o manga. Es decir, los chicos son shamanes, y tienen los mismos espíritus acompañantes que les dio Takei; pero Hao nunca reencarnó con el fin de apoderarse de los Grandes Espíritus, por lo que podría decirse que posiblemente esta sea su primera vida. Finalmente, vive al lado de Yoh después de haber sido separados cuando eran bebés. Ambos disfrutarían de una vida casi pacífica, si no fuera por la aparición de los vampiros. Tomaré algunos elementos del manga que me gustan mucho para el fic, como la aparición del Espíritu de la Tierra. También habrá unos cuantos personajes inventados, nuevos poderes y demás. No sé si hay una palabra adecuada para "medio universo alterno" xD Por ahora la desconozco. Si alguien sabe de qué forma se le llama a eso, por favor díganmelo.
Si ya habías leído anteriormente el fic: Bueno, como pudieron notar, he editado este capítulo. ¿Por qué? Pues porque había ciertas partes del capi que me daban vergüenza. Este es un fic que empecé hace 8 años, por lo que se podría decir que mi forma de escribir "ha mejorado", o eso espero xD Además que quiero atar cabos de ciertas cosas que parecían no tener relación con lo que seguía de la trama del fic. Cambié un par de diálogos y otras cositas… En realidad, fue poco lo que edité del capi, pero a lo mejor en los demás capítulos si tendré que editar un poco más.
El fic tendrá capítulos narrados por los gemelos. Como pudieron leer en este, Yoh fue el que lo narró, y el siguiente será Hao ^^ De vez en cuando, habrá partes escritas en tercera persona, por lo que aclaro esto ahorita, antes de que haya dudas.
Muchas gracias por leer, en serio espero que les haya gustado. Pueden dejar sus lindos reviews, para saber sus opiniones sobre el capítulo :) Así como este, estaré editando los demás capítulos que he subido, así que los invito a leerlos, para que no haya lugar a confusiones.
¡Nos vemos! ^^