Título: Pensé que era amor.
Ranking: M (Lemon al Final)
Advertencias: UA/Posible OoC/Re-edición/Prologo de Yashi-verde eliminado/Saltos temporales/Primera Persona.
Pareja: SesshKag
Disclaimer: Todos los derechos de creación de InuYasha son de la maravillosa Rumiko Takahashi. Inu no me pertenece.
O
O
O
Cuando un matrimonio debe perecer
O
O
O
"Las luces de la ciudad fueron desplegándose lentamente tras el elegante e hipnótico ritmo de su andar. Mecer sus caderas con recatada naturaleza e inocencia le aseguró varias indiscretas miradas de transeúntes que no dudaron en admirarla, maravillados con su visión. Ella sólo sonrió algo culpable y avergonzada de atraer tales atenciones como solía ser su actuación, sus mejillas bulleron con la sangre que se esparció, decorándolas de carmín.
Jamás se habría imaginado vagando a altas horas de la madrugada por las calles de la ciudad. Pero ahí estaba, tenía que hacerlo. Finalmente los errores del pasado le habían dado alcance y esa noche comenzaría a pagar. Aunque lo desea, sabe que no puede dar marcha atrás, ahí dentro en su corazón estaba su pecado, envuelta en un suave velo cuya transparencia revela más de lo que jamás llegó a creer.
Sus cabellos, negros como carbón, tanto que aparentaban tragarse el brillo lunar danzaron junto a la brisa primaveral. Hilos negros que no llegaban ni a lacio u ondulado. Poseía un pequeño partido a la altura de un flequillo, cerca de la coronilla resaltaba los mechones en punta que enmarcaban su rostro de manera infantil.
Preciosa como una cándida niña.
El color de sus ojos se asemejaba al del cobre fundiéndose en el calor más intenso del verano; castaño oscuro que parecía colorearse con los cándidos rayos del Sol en tonalidades ámbar y los pigmentos de dorado que adornaban sus orbes cuando los veía estremecerse.
Poseía indudablemente los rasgos de una hermosa mujer y sin embargo, su descripción no podría ser jamás perfecta. Su rostro que era redondeado por aquellas mejillas de blanca nieve, quizás por herencia, poseía las mejillas un poco más grandes a lo normal y sin embargo no causaba mal aspecto en su rostro. La nariz mediana en perfecta sincronía y sus ojos que desprendían candidez cuando no se provocaba el despertar de la ira latente que solía disimular.
Una fiera como mujer.
Y como en siempre en los cuentos de hadas, la villana debe perecer."
O
O
O
Un pequeño fragmento de un vago recuerdo viene a mi mente al momento de emprender mi viaje. Aquél corto relato que creí haber encontrado en alguna parte junto a una silueta y la melodía dulce que no puedo reconocer me remueve, llevándose mis emociones a un lugar dónde me es difícil rescatarlas. Se escapan como agua entre mis manos y me dejan sin sentir, sin vivir, en un cuerpo vacío de sentimientos que apenas puede mantenerse de pie, cansado de buscar.
Estando exhausto osa contradecir a su propia mente, quedándose en silencio ante mi hundimiento en los mares de imágenes pasadas que suelen hacerme hundir.
Desde que puedo recordar he vivido de ese modo, con vagos pensamientos acerca del lejano pasado y los trozos que solo causan dolor y confusión. La vida a partir de los diecisiete cambió para mí desde el momento en que perdí la mayor parte de mis memorias cuando recién era una adolescente inmadura, siendo obligada a sobrevivir en base a los pocos instantes que he puedo vislumbrar.
A veces suelen venir a mí en sueños, situaciones que estoy segura de jamás haber vivido y sin embargo están conmigo, aquí, siempre presentes con el intento de un mensaje sin descifrar. A aquello que advierten, dejé de buscarle un significado desde hace mucho tiempo. Son tan vagos e imprecisos a veces son confundidos con los deseos que no puedo concederme.
Curiosamente suelen parecerse demasiado a aquél viejo libro que guardo recelosamente con cuidado para evitar que lo puedan leer, hablando sobre un prohibido amor, en donde las coincidencias entre mi propia vida y sus páginas llenas de tinta me hacen cuestionarme si inconscientemente no he buscado interpretarlo en la realidad para huir a la pantomima familiar.
Caminando por la ciudad en dirección a mi "hogar" después de una larga travesía las dudas siguen haciendo mella dentro de mi cabeza.
Hogar. ¿Me es posible llamarlo así desde que todo cambió entre nosotros? Desde el mismo momento en que nos casamos nada ha resultado como pretendí.
Discusiones, problemas, y la razón de esas ausencias que InuYasha no pretende decir. Y en medio de todo eso el simple recuerdo causa que me ardan las mejillas por el encuentro tan extraño con aquél hombre de ojos dorados, tan similares en tonalidades a aquellos que amo y sin embargo su frialdad y desencanto me siguen dando escalofríos.
Suspiro y el camino me lleva de nuevo a él… InuYasha.
Cada vez que pienso que podría volver a ser el mismo de antes él asesta con sus crueles acciones una nueva puñalada a mi corazón y esta inútil esperanza surge de nuevo. Odiándole, amándole. Porque cuando veo en sus ojos lo que deseo ver me profeso en mil oraciones llenas de devoción esperando que el amor pueda volver a suceder.
Pero detengo mis pasos y me doy cuenta de que he llegado…
¿Qué pasará ahora con nosotros? Nada ha cambiado.
¿Te acordaras de esa mirada dulce me diste antes de dormir, o solo la borrarás de tu memoria? Es algo que suele hacer.
Subo hasta el departamento donde vivimos y te encuentro aun descansando, en el mundo de sueños que te mantiene lejano a mí, muriéndome por conocerlo si tan solo desearas hablarme de él. Esperando que fueras siempre así, similar a mí ser amado. —Kagome —Escucho tu susurro llamándome y veo en tu rostro una sonrisa. Una que ocurre después de tanto tiempo, y no logré evitar contemplarla maravillada. Sonreí aún más alegre que tú y me acerqué a tomar tu mano, besando tus nudillos pues se siente tan cálida y áspera la emoción que me resulta imposible de asegurar que no he caído rendida al cansancio a tu lado en algún momento.
Besas mi mano y levantas tu rostro con tus bellos ojos dorados resplandecientes que me hacen sonrojarme. Algo de la esperanza muerta regresa a endulzar mi abatido corazón. —Kagome, debo pedirte perdón por lo de anoche. —Mascullas entre dientes. —En verdad no sé qué me sucedió…
—Descuida…—Exclamé yo, ignorando el persistente latido en mi sien producto de un mal presentimiento. —Estabas muy tomado.
Las palabras se atrancan junto a la miseria en su boca, siguiendo de largo la conversación. Tus ojos se embravecen con distintos matices desvaneciendo todos los tontos pensamientos que se mantuvieron en torno a tu existencia desde mucho antes. Las falsedades y las mentiras se descubren finalmente ante mi mirada y puedo darme cuenta de lo que está a punto de suceder. —Kagome…
—No.
—Tenemos que hablar…
No lo digas. Por favor, no quiero oírlo que de tus labios me duele más, porque sé que fui yo quien debió terminar nuestra relación desde el comienzo.
Aunque luces preocupado no parece alcanzarte la verdad de tus actos, estás distraído, sometido un problema que te causa mayor temor que este mismo minuto. Gruñes de forma molesta como si todo esto te fastidiara, clavando tu fiera mirada en mis castaños ojos pero logro ver en ti que algo no está bien, como si estuvieras a punto de arrepentirte.
Las lágrimas pugnan por acudir a mis ojos pero no me dejaré vencer, ya son suficientes como para seguirlas desperdiciando en vano, no servirá que me veas llorar, aunque este maldito corazón no me deja decir algo más que me contradiga. Algo que desmienta la verdad de mis palabras. Yo te necesito. Y maldigo la hora en que tú dejaste de hacerlo conmigo…—Yo soy un ser… indeseable… —Arrastras las palabras como si fueran un hecho concreto, tú no eres nada parecido a lo que tú crees. Yo te conozco. Sin embargo soy incapaz de decirlo, dejando que de marcha el final sin retorno al que teníamos que llegar. —Lo has visto a través de este tiempo, he hecho lo posible para que huyas y te alejes de mi como debió ser, sin embargo tú… —Te escucho bufar. —Esto es lo correcto.
¿Lo correcto? La ofuscación me hace perder los estribos… ¿Lo correcto? Que la persona que ha hecho de mi vida un infierno este consciente de ello me diga que está bien o mal es patético. —Esto que me haces no es para nada correcto ni lo mejor, es lo peor que podría pasarme en mi vida pues siempre tuviste la opción de cambiar y te negaste… ¡Nunca lo intentaste siquiera! —Grité furiosa con todas mis fuerzas sin importarme como te sientas, finalmente, el momento que tanto temí estaba a una frase y por mi propio orgullo prefería incitarla yo. — Dilo de una vez, InuYasha…
—Puedes irte ya. Nuestro matrimonio no existe…
Las palabras resonaron en mi cabeza intentando poder entenderlas, pero me es imposible, sencillamente no lo deseo comprender. El matrimonio terminó. Deseé golpearlo, gritarle en la cara todo mi dolor y sufrimiento, humillarlo diciéndole que ya no me importaba nada pero ninguna palabra quiso salir de mis labios, atrapados en mi garganta estaban todos mis lamentos de años atrás.
Sollozos, lágrimas, esas palabras líquidas que siempre anhelaba decírtelas cada noche y demostrarte lo que siento. Pero tú solo estás ahí, mirándome con esa aflicción que me impide reprocharte algo.
¿Cómo puedo ser tan débil de voluntad? Yo soy quien lleva el alma lacerada por tus soflamas y es a ti a quien le tengo compasión. Soy una tonta.
Por fin una gota de agua salada escapa de mis cuencas cafés. No salgo de la impresión y busco tu mirada, quiero saber qué es lo que piensas, que es lo que sientes tú. Si de verdad te arrepientes o simplemente te doy pena, pero tu desvías tus ojos, te ocultas bajo la máscara, pues seguramente estos ojos que alguna vez te adoraron han cambiado su dulce mirar, ahora son fríos y sin expresión alguna. — ¿InuYasha? —Vuelves la cabeza y otra vez me enfrentas.
Fluye en mis venas el naciente rencor, sale a relucir esa obstinación tuya junto a tu orgullo demasiado altivo. Vuelves a ser indiferente a mi dolor. Engreído y pretencioso como eres tú.
He caído en lo más bajo al creer que te dolía lo que me estabas haciendo, pero ya no más InuYasha, nuca más. Estas lágrimas que ves son las últimas que me haces derramar. —Puedes pensar lo que quieras ahora, solo recuerda que yo no quise lastimarte.
—Lo haces al mirarme así, como una víctima. He tenido suficiente. —Me observas extrañado y te sonrío, el teatro dramático debe terminar de una vez. Podría asegurar que esperabas suplicas de mi parte y lloriqueos constantes y, tal vez, antes lo hubiera hecho.
—Kagome, créeme que es lo mejor.
—Lo mejor para ti, supongo…—Añadí cortantemente, no estoy dispuesta a aceptar tus palabras, el vano intento de consuelo que me das ¿Crees que con ellas puedes suplir la destrucción que dejas en mi interior? —Ya no…—Quiero decirlo pero no logra salir, no quiero derramar más lágrimas frente a ti, no quiero tu consuelo y lastima. Lo que yo soñé era que me amabas, es lo que deseaba y que aún deseo. Un sueño imposible. —No… no voy a seguir guardando mi amor para ti… —Mascullé lo más alto que pude. — ¡Te juro InuYasha que me voy a olvidar de este absurdo amor! —Expresé tan alto que por unos segundos dudé al ver tu expresión llena de horror, pero la culpa dio paso a la ira y has pasado a un segundo plano.
— ¿Te arrepientes de haberme amado? —No sé porque reaccionas así, tu rostro varonil contraído por la amargura e impotencia. ¿Acaso te duele que sea verdad? Cuanto desearía que fuera verdad, responderte que sí para herirte, regresarte en algo todo lo que recibí— ¡Contéstame! ¿¡Te arrepientes!?
— ¡Sí! —Le grité. Quería hacerle saber toda la verdad, que me arrepentía por cada lágrima sin sentido, que lamento no haber conciliado esas noches por pensar en ti, que maldigo aquella vez que juré amarte en el altar. — ¡Nunca en mi vida había sufrido tanto como contigo!
—Lárgate… ¡Lárgate de una maldita vez, Kagome! —
Tomé mis cosas y me marché en esa última noche. No iba a tolerar más de tus insultos y desplantes.
O
O
O
Caminé de nuevo sin rumbo con miles de sentimientos tomando posesión de cada fibra de mi ser. Sin darme cuenta de en qué momento comencé a dirigirme al parque de la vez anterior, a volver a aquella banca que encontré cómoda por casualidad y sentarme donde la noche anterior.
Llegó fugazmente a mí el recuerdo de ese hombre sentado a un lado mío, después de todo ese pequeño período me había hecho olvidar. Un poderoso sonrojo comenzó a invadir mi cuerpo ante la imagen grabada a fuego en mi mente de ese hombre de tez tan blanca y ojos… dorados. Iguales a los de mi esposo. Lo que aun no entiendo es cómo será posible nuestra anulación de matrimonio. Sonreí melancólicamente al recordarlo, seguramente su familia adinerada intervendrá en esto, nunca se dignaron a conocerme…—Ya no quiero llorar…
— ¿Por quién? —Una voz dulce e infantil me sacó de mis pensamientos, era una pequeña niña de cabellos azabache. Sus ojos grandes y resplandecientes de color castaño me recordaron a mi cuando era una niña. —Perdón por escucharla señorita, pero… ¿por quién ya no quiere llorar?
—Eres muy perspicaz pequeña. —Le sonreí, llevé una mano su coronilla y comencé a acariciar su cabello. De verdad que éramos similares, ella cerró sus ojos y se dejó consentir por mi mano, a pesar de no conocerme. Confiar demasiado fue lo mismo que me hizo sufrir tanto por él. — ¿Cuál es tu nombre, linda?
—Rin. —Llamó una voz grave y enigmática, en un timbre de voz que me era imposible no reconocer. —Regresa ya.
No podía ser posible. La misma voz de aquel hombre, igual de fría y sin expresión. Era ilógico pensar que se lo volvería a encontrar en un parque que no frecuentaba a una hora ni a una hora distinta del día. ¿Verdad?
—Papá, a ella no le molesto. ¿Verdad señorita? —Asentí y le di una sonrisa, no entiendo por qué, pero esta niña me da tanta paz y bienestar. — ¿Cuál es su nombre?
—Kagome Higurashi, mucho gusto de conocerte Rin. —Al escuchar mi nombre fue muy extraño, la pequeña se alegró de sobremanera y saltó a mis brazos, yo correspondí pero me pareció algo extraño. Volteé a ver a ese hombre tan misterioso y lo descubrí sonriendo de una forma muy misteriosa, algo tenebroso. Esa misma sonrisa lasciva de avaricia y satisfacción unidas. — ¿Por qué tanta efusividad?
—Mucho gusto de conocerla, tía. —Saludó cordialmente Rin mientras me abrazaba con más efusividad. Ya no entendí que era lo que estaba pasando en realidad. ¿Yo su tía? ¿De dónde? Que yo recuerde solamente tengo un hermano menor llamado Souta y no creo que tenga un hijo a la edad de ocho años, tampoco creo ser familiar de ese hombre.
—Rin, déjala en paz. —Afirmó severo con sus ojos dorados mirando fijamente a la niña. Ella no se inmutó pero obedeció, se desprendió de mí con una sonrisa y corrió al lado de su padre. Al verla así pude apreciar mejor la estatura de su padre, él alto, demasiado alto. Incluso más que InuYasha.
Ese nombre. ¿Por qué tenía que recordarlo en una situación así?
Me puse de pie y llegué hasta ellos, observando como con mi estatura apenas alcanzaba la altura de su pecho, tuve que elevar mucho la vista antes de enfrentarlo cara a cara. Él parecía divertido con eso, me hacía sentir indefensa ante sus burlas. Un total y completo desconocido burlándose de cuán bajita era, maldito fanfarrón. Si no fuera porque aún me apenaba el incidente de ayer le gritaría en cara hasta de lo que se podría morir
Con esos ojos crueles me examinó e arriba abajo, provocándome vergüenza. Mis mejillas comenzaron a dejar rastros de ese tinte rojizo que tanto detesto, no puedo creerlo, él me miraba de una manera tan mezquina y yo solo soy capaz de sonrojarme. —Tía, no te enfades tanto. —Intervino la niña pero era inadaptada para prestarle mucha atención. —Sé que mi papá puede parecer muy malo pero no lo es, siempre que jugamos él…
—Rin, regresa al auto…—Acotó con autoridad. Sonreí al instante y él se molestó, no le agradaba la idea de que su hija relatara lo que hacía cuando nadie lo observaba. —Obedece a tu padre.
—Está bien, otro día le contaré a mi tía de lo bondadoso que eres cuando estás solo…—Esa chiquilla se fue cantando y bailando, a lo lejos pude verla abordar un coche lujoso que me causó espanto por su apariencia llamativa. Espero volverla a ver, ella logró que la tristeza que tenía se me olvidara por completo.
—Mi nombre es Sesshoumaru Taisho…—Comenzó de pronto el idiota que seguía enfrente. Estuve por decirle cuanto me interesaba como se llamara hasta que me percaté de un enorme detalle. —Supongo que mi apellido te suena familiar…—Inquirió frío, con esa actitud cortante. ¿Acaso sería así todo el tiempo? Pero su pregunta distrajo mi mente con la perturbadora realidad. — ¿InuYasha?
—Nunca habrá lugar para un bastardo como ese.
—Tú lo odias, de eso no cabe la menor duda, pero ¿qué es tuyo? —Le pregunté con la mano en la cintura, vi desde la distancia a Rin enviándome señas y la saludé, ignorando un poco a ese Taisho. Ahora más que nunca me resultaba tan odioso y pedante, más aún si era un familiar de él.
—Mi padre lo considera un hijo suyo, yo jamás aceptaré a alguien tan inepto como familiar de sangre. —Abrí los ojos de más al escuchar destilar tal veneno en contra de su propio hermano. La familia, era tal para cual. Pero atisbé un brillo inusual de maldad en sus ojos serenos, un temblor violento sacudió mi cuerpo. —He oído que te estás divorciado de él y te propongo un trato…
Dios, aun con una pésima hermandad entre ellos la noticia ya había llegado. ¿Lo habría planeado desde hace tanto?
— ¿Qué clase de trato me ofreces? —Pregunto por curiosidad pero su expresión vacía, el color dorado impregnado en rabia y dolor junto a ese porte de tensión causan que me quede sin palabras.
—Me ayudarás a conseguir venganza contra ese bastardo.
O
O
O
N/Kou:Tan, tan, tan… Las que han leído esto antes se darán cuenta de que hubo muchos cambios respecto al divorcio entre Inu y Kag, he incluso en la manera de llegar a este. Me pareció mejor de esta forma, y mucho más lógica respecto a las personalidades de ambos. Bueno, de nuevo quiero reiterarles mi petición de perdón por haber tardado tanto, pero prometo que no volverá a suceder, esta vez estaba en un concurso y tengo que leerme veinte historias sin contar la mía y comentar para seguir. Les deseo un buen día y gracias por seguirme apoyando a esta, la traidora del inuxkag xD
Jenny: imagino que el otro review es tuyo. Muchísimas gracias por tomarte tu tiempo para comentar y perdona la tardanza, esa escena de la maleta fue inspirada en una experiencia personal y es tan vergonzoso xD El siguiente capítulo no tardará, lo prometo, esta vez fue solo por culpa de un concurso de un foro, pero ya estoy mucho más libre de tiempo.
Zabitamt1975: TwT Muchas gracias. Por fin Inu y Kagome firmarán el divorcio, en cuanto a Sesshoumaru, él es un amargado y dudo mucho que lo olvide xD Es que es un rencoroso -.-U Muchos saludos :3
anii anii: Awww, muchas gracias, me halagas. Normalmente tiendo a exagerar un poco en la narración, pero me alegra saber que aun asi te está gustando. Prometo no tardar tanto, muchos saludos :3 La página me borra tu nick xD
Paovampire: Tus deseos son órdenes :3