Titulo: Enseñándole al Tiempo

Resumen: AU: Hermione y Harry, siguiendo las órdenes de Dumbledore, dan tres vueltas al giratiempo para salvar a Sirius Black, y, a más de un inocente. Ellos no supieron ver la real intención del Director, cual era el verdadero significado tras sus palabras, el fondo. Envueltos en un viaje al pasado, los dos mejores amigos se proponen un trato, una promesa entre ambos que se quieren como hermanos; salvarían a más de un inocente, incluso si eso fuera salvar el alma del mago más oscuro de todos los tiempos.

Parejas: Hermione Granger & Tom Sorvolo Rydlle. Harry Potter & Hermione Granger - sólo amistad -

Renuncia: Esta historia está basada en los personajes creados y es propiedad de JK Rowling, de varias editoriales pero no limitada solo a los libros de Bloomsbury, Scholastic Books y los Raincoat Books, y Warner Bros,. Inc. No se está tomando dinero de aquí, y no se pretende tomar los derechos de la autora.

Notas: Romance. Algunas escenas sádicas. No lemons aún. Pensamientos (quizás) retorcidos. Esta historia tiene un típico viaje en el tiempo, el punto de vista en el que se narra generalmente es del de Hermione. Los personajes se irán convirtiendo levemente en algo un poco oscuros, pero no totalmente. Advierto que en esta historia si existe cierto bashing a personajes que me desagradan ¿Qué puedo decir? Son necesarios pero no me gustan. La historia me gusta para una secuela, pero veremos más adelante.


Y sea cual sea el destino,

Sean cuales sean las vivencias que aún haya yo de experimentar

Siempre habrá en ello un viajar y un escalar montañas:

En última instancia no se tienen vivencias más que de sí mismo.

El viajero. (Frederich Nietzsche)


Capítulo Uno: Un extraño retroceso.

Tercer año de Hogwarts. Noche en la que Sirius Black aparece.

Una joven de fina figura y espesa cabellera se dejó caer en la silla de enfermería, había estado dando varias vueltas a su alrededor intentando controlar las lágrimas, lágrimas de impotencia que anhelaban escapar de sus ojos color miel y rodar por sus mejillas. Cuando ya no había podido más el dolor de sus pies y cabeza, se sentó en la silla fría de metal y bajó la mirada para huir de la camilla frente a ella, donde su amigo Ronald Weasley reposaba. Sentía sus alborotados rizos golpear sus mejillas, y pegándosele gracias al húmedo sudor de su frente.

Estuvo así unos segundos, con los ojos cerrados y suspirando varias veces tratando de enfocarse en una solución, pero no podía concentrarse en nada al sentir las quejas de Ron respecto al dolor que aquejaba su pierna. Hermione sabía que la poción que Madame Pomfrey le administró era efectiva y debía de mantenerle anestesiado, por lo que se olvidó pronto de sus quejas y enfocó su triste mirada en su mejor amigo, Harry, quien al igual que ella, sus ojos brillaban con pequeñas líneas rojas de llanto, gracias a la impotencia de tener a Sirius Black - su padrino - encerrado en la torre mas alta de Hogwarts esperando una sentencia de muerte.

Bastaba solo una mirada, una conexión de un par de segundos, para transmitirse lo que ambos sentían. El silencio se hacía cada vez más insoportable, la tensión inundando el ambiente, ninguno de los dos amigos se atrevía a romper el silencio. Pues no habrían palabras de consuelo que remediarían la situación por la que el padrino del que era como su hermano, pasaba.

Súbitamente la puerta se abrió, trayendo una conciliadora y fría rafaga de aire que agitó los cabellos de los tres adolescentes. Era Albus Dumbledore, el director del Colegio de Hogwarts de Magía y Hechicería donde asistían los tres jovenes. Vestía una larga túnica azul con pequeñas lunas doradas, sus ojos brillaban con la usual chispa de comprensión y sus lentes de medialuna se apoyaban en la curvatura de su nariz dándole un aspecto sabio.

Antes de que pudiera alegar algo su triste amigo de brillantes ojos verdes, Hermione se había incorporado de su asiento a una velocidad sorprendente y caminado hasta el anciano mago que les observaba. Ni bien estuvo a su lado se escuchó su grito respetuoso, un tono de sabelotodo reluciendo, pero aun así certero.

― ¡Usted debe hacer algo Profesor! ¡Sirius Black es inocente! – alegó el adolescente, mientras Harry su unía a su lado dándole su apoyo, asintiendo con su cabeza rápidamente.

Dumbledore paró su andar y levantó una mano hacia ambos como pidiéndoles que por favor detuvieran la avalancha de explicaciones que venía. Ambos guardaron silencio inmediatamente, esperando fervientemente que Dumbledore les creyera.

― Les creo ― afirmó con un tono firme, indicándoles de que era la verdad y ambos adolescentes se miraron entre sí con asombro, fue como si un peso se les hubiera quitado de encima completamente, sus rostros se iluminaron de esperanza ― Sin embargo, el testimonio de tres jóvenes adolescentes no valdrá ante un juicio con la evidencia que se tiene en contra de Sirius Black, debo admitir que incluso yo testifiqué en su contra ― dijo, y no se pudo evitar como la tristeza se cernía sobre los rostros de los jóvenes.

― ¡No puede ser así, profesor! ― refunfuñó Hermione ― Debe haber algo que podamos hacer ― Harry la observó de soslayo, sintiendo como si el piso se hundiera bajo los pies de ambos. Las lágrimas nuevamente amenazaban con salir, pero Hermione sabía que nada solucionarían.

Observó los ojos azules de Dumbledore con furia, con rabia, impotencia. La mirada del director brilló con triunfo luego de unos calculadores segundos.

― Se necesita ganar tiempo ― susurró Albus Dumbledore pasando de los ojos de Harry hacia los de Hermione, la observaba con intensidad. La joven iba a protestar, pero un brillo de compresión se arremolinó en su mirada ―… Si todo va bien, podrán salvar más de una vida, recuérdenlo ambos. Señorita Granger, conoce las normas. Son las doce menos cinco ― Dijo consultando su reloj. ― Les cerraré con llave. Buena suerte.

― ¿Buena suerte? ― repitió Harry a su lado, una vez que la puerta se hubo cerrado a sus espaldas, no obtuvo respuesta.

Hermione se encontraba rebuscando en su cuello, hasta que en sus manos una cadena fina de oro apareció, llamó a Harry a que se acercara más y la puso alrededor del cuello de su amigo para qué quedara dentro del círculo.

― ¿Estás listo Harry? ― le preguntó jadeante, observando sus ojos verdes confundidos. Tenía en su mano el reloj de arena preparado para dar las vueltas necesarias para retroceder el tiempo tres horas.

― Creo ― le escuchó replicar con inseguridad al niño-qué-vivió.

Cuando Hermione dio la primera vuelta al giratiempo, levantó su rostro y observó los ojos tristes de su mejor amigo brillar en la oscura sala, no le contestó, sino qué termino de dar la última vuelta y todo se volvió oscuro.

Desearía que Harry jamás pasara por esto, pensó con rabia, mientras sostenía el reloj de arena y la sensación conocida de que volaba rápidamente hacia atrás apareció. Instantes después, Hermione fue cuando se percató de que algo malo sucedía, las manchas borrosas a su alrededor, iban y venían con más intensidad de la que nunca había sentido.

Crack.

Tuvo que soltar el reloj de arena que en aquel momento se hallaba fuera de sí, girando desenfrenado, no parecía tener ánimos de detenerse. Tanteó en la oscuridad la mano de Harry y la sujetó con fuerza, antes de sentir que el suelo bajo sus pies se removía y todo se volvía oscuridad.

._._._._._._._._._._.

La siguiente vez que Hermione Jean Granger abrió los ojos, se arrepintió inmediatamente de haberlo realizado. Su cuerpo se sentía cansado y adolorido, como si hubieran pasado encima de ella miles de hipogrifos y no se hubiese dado cuenta. Su ropa se encontraba húmeda, y le pesaba el cuerpo. Parpadeó varias veces, intentando concentrarse en un punto fijo con todo aquel sol ardiente que caía sobre sus ojos castaños.

Quiso cerrar los ojos nuevamente y dormir, pero el golpe de la realidad llegó a su mente y abrió los ojos pensando solamente donde se encontraría Harry.

― Retírense, denles espacio para respirar ― ordenó una voz firme, y las cientos de voces que parecían invadir los oídos de Hermione se silenciaron. Se encontraba acostada en el pasto húmedo, recibiendo miradas de admiración y curiosidad de parte de alumnos que no conocía.

Se giró buscando a Harry, y observó el cuerpo del adolescente desmayado, sus gafas se encontraban a centímetros de su mano, su cuerpo se hallaba inmóvil y se encontraba completamente empapado. Segundos después había notado que ella se encontraba en la misma condición, con su cabellera escurriendo agua y temblando debido a la brisa que enfriaba su cuerpo.

― Harry ― susurró asustada, estirando una de sus manos hacia él y lo mecía, casi comprobando si estaba vivo.

Debía de ser una mala, muy mala pesadilla en la que se había sumergido. ¿Qué está pasando? Su voz había salido ronca, su pecho jadeaba y la garganta le ardía como si hubiese tragado fuego.

― ¡Requiero qué todos los alumnos regresen al castillo inmediatamente! ―gritó una voz por encima de las murmuraciones, se le hacía particularmente familiar aquel tono de voz amable pero firme, aunque no pudo girar su rostro para observar el dueño, todo volvió a ser oscuridad nuevamente.

._._._._._._._._._._.

Se despertó debido a que alguien la mecía, para que despertara. Cuando abrió los ojos, sintió la oscuridad y la suavidad de las sabanas donde reposaba. Al parecer tenía migraña, una punzada lacerante y continua comenzó a doler inmediatamente.

― Hermione ―susurró Harry en la oscuridad, la chica buscó la fuente de su voz y observó la figura delgada de su amigo cerca de ella.

― Harry ― su voz salió ronca, se aclaró la garganta para hablar ― ¿Qué sucede? ¿Dónde estamos? ―inquirió.

― Caímos en el Gran Lago y casi somos atrapados por el calamar gigante de no ser por los alumnos que se encontraban allí ―explicó, y Hermione se incorporó de la cama de la enfermería para poder sentirse más a tono, Harry se encontraba sentado en el borde su cama.

― Los alumnos... eran diferentes ― concluyó ella con su tono sabihondo, comenzando a recordar los rostros de los alumnos que había visto anteriormente, dudó un poco antes de preguntar ― ¿En qué día estamos, Harry? ¿Lo sabes?

― Si... ―susurró, y Hermione se alarmó al sentir como su tono de voz cambiaba drásticamente ― Llevan casi una semana de clases los alumnos aquí... Lo escuché cuando te atendía la enfermera y hablaba con el Profesor Dumbledore y...

Hermione se sintió aliviada, al menos tenían a su profesor aquí.

― ¿Dumbledore está aquí? Oh, y por un momento tuve la impresión de que habíamos retrocedido demasiado tiempo. Si está él como Director debió...

― ¡Hermione! ― le llamó su mejor amigo sacudiéndola del hombro y sacándola de sus apresuradas conclusiones ― Estamos en el año de 1941, Dumbledore es aún un profesor ― declaró con fuerza, y Hermione sintió como algo calaba dentro de ella.

― Es imposible ― susurró en medio de la oscuridad, observando el cubierto rostro de su mejor amigo ― Los giratiempos normales no funcionan a esa escala... Aquí hay algo malo Harry ― declaró, y comenzó a tocar su cuello en busca de la cadenita de oro, más no la halló ― ¿Dónde está mi giratiempo?

― Nuestras pertenencias, así como nuestras varitas están custodiadas a manos de Dumbledore, también lo escuché en la tarde. Fingí estar dormido para evitar preguntas ― resumió su amigo con una media sonrisa, que ella no alcanzó a ver.

― Esto está muy mal Harry ― predijo la castaña, mordiéndose los labios, como un mal hábito, debido a su ansiedad ― ¿Qué haremos? ¿Qué diremos?

― La verdad ― dijo, el niño que vivió, no muy convencido.

― Si decimos la verdad, podríamos alterar el futuro que conocemos ― replicó gesticulando una mueca, se llevó una de sus manos a su cabeza y pensó, si ella era realmente brillante, podrían salir de esta ― Eventualmente, tendremos que regresar, habrá un espacio en blanco en el tiempo debido a que debe seguirse la línea natural de nacimiento, mi madre nacerá sin que yo pueda evitarlo y conocerá a mi padre, pero ¿Cómo me tendrán si yo estoy aquí en el pasado? Habrán dos Hermione Granger jugando con el tiempo y... No, no, eso está mal. Después me preocuparé por eso, primero tenemos que idear una historia... Estamos en mil novecientos cuarenta ― susurró nerviosa ― estamos en plena guerra mundial, tenemos a Hitler, Mussolini, y... ¡Grindelwald! ― Su rostro pareció palidecer, luego recobró alegría ― ¡Eso es! Si, ajá: ¡Sí!

― Hermione; cuando comienzas con tus cavilaciones internas, me pierdo ―declaró el Gryffindor.

― Lo lamento Harry. Es sólo que estamos en un tiempo lleno de conflictos, en el año que… Bueno, creo que tienes razón, debemos contarle a Dumbledore la verdad y al resto del colegio, qué conociendo como es Hogwarts todos deben de saber que hay algo extraño aquí, una historia encubierta...

Continuaron conversando sobre lo acontecido hasta el amanecer, el sueño se había desvanecido para ambos. Platicando fue qué los encontró la enfermera Guts, quien resultó ser todo lo contrario de Madame Pomfrey, preguntaba demasiado y hablaba más de lo que uno quería, los chequeó por separado, y una vez los despachó con sus ropas, los encaminó hacia la oficina del profesor Dumbledore.

El los recibió con su suave saludo, les indicó que se sentaran y que guardaran silencio mientras el leía varias veces un pergamino frente suyo. Cuando terminó, lo guardó y dedicó una mirada a los dos jóvenes que tenía enfrente. Hermione se encontraba aún asombrada de que el profesor Dumbledore fuese pelirrojo, aun no usaba sus inusuales lentes de medialuna.

― Necesito sus nombres primero, para saber cómo dirigirme a ustedes. Mi nombre es Albus Dumbledore, profesor Albus Dumbledore ― declaró, y Hermione pudo sentir que en sus palabras irradiaba desconfianza. Aclaró su nombre como si tuviera que causar en ellos un efecto de impacto, más no lo causó, más impacto no podrían tener luego de estar allí, confiscados en aquella absurda época.

― Hermione Granger ― dijo ella, en voz suave pero firme ― Él es Harry Potter ― señaló al Gryffindor, quien asintió dándole la razón.

― Excelente, excelente ― susurró él, luego tomó sus dos manos y entrelazó sus dedos, no iba dándole vueltas al asunto, se fue directamente al problema ― ¿Podrían decirme cómo es que llegaron aquí?

― No... ― replicó ausente Hermione, como si estuviera hablando así misma.

― ¿No? ― repitió el profesor, frunciendo el entrecejo ligeramente, paseando su mirada de Hermione a Harry. Y fue cuando ella lo entendió, la razón de la desconfianza. Grindelwald.

― Es decir, sí, sí podemos explicar pero no tendrá sentido ― advirtió ― No somos espías, profesor ― añadió al ver su mirada fija en sus ojos castaños.

― He visto y he oído cada explicación en mi vida Señorita Granger ― sonrió él con ternura ― los alumnos son muy creativos a la hora de querer zafarse de problemas.

― Está bien ― acordó ella, sabiendo que era cierto. Observó a Harry como asegurándose que debían de decir la verdad, y tratando de no temblar ante lo siguiente, dijo:

―Somos del futuro, esta no es nuestra época. Ambos asistimos a Hogwarts en la casa de Gryffindor y por un error de un giratiempo, qué aun no entiendo como sucedió, dimos en este año sin saber el porqué nos encontramos aquí ― lo dijo todo sin parar, y cuando terminó tuvo que tomar aire.

Podría decirse, que hay muy pocas cosas la vida de Albus Dumbledore que lo habían sorprendido drásticamente, y esta era una de ellas. Ambos jóvenes utilizaban cortes de cabello diferentes, por no mencionar que la señorita se atrevía a utilizar pantalones más ajustados de lo indicado para una dama. El lenguaje que utilizaban era menos formal del indicado, y era la señorita Granger quien tomaba la palabra. Supo que no mentían, pero debía de indagar…

― ¿Giratiempo? ¿Por qué dos jóvenes de su edad estarían en posesión de un giratiempo? ― inquirió, y notó como las mejillas pálidas de la dama se tornaban color carmín.

― Me lo otorgó la subdirectora de Hogwarts para poder asistir a todas mis clases ― dijo la castaña…

Luego a Harry le tocó explicar lo que sucedía, quedaron de acuerdo en no comentar el porqué usaron el giratiempo, según Dumbledore para no alterar la línea temporal, refiriéndose a que el no debía de saber los futuros acontecimientos. El profesor Dumbledore les explicó que se incorporarían al año escolar en cuarto año debido a su apropiada edad, hablaría cuanto antes con el director acerca de su estadía y que serían sorteados lo antes posible a sus respectivas casas. Ambos asintieron, de acuerdo.

― Sin embargo, me veo en obligación de preguntarles ¿Están ustedes comprometidos? ― inquirió, luego de haber visto como ambos jóvenes se trataban durante la conversación, recibió dos miradas perplejas en respuesta.

― ¿Qué? ¡No! ― Ambos gritaron sorprendidos.

― Está bien; simplemente les pido que ambos deben de guardar sus composturas al enterarse de que muchos alumnos ya tienen sus apropiadas parejas desde su nacimiento ― reprendió el profesor, y ambos asintieron. Luego de un rato de silencio, prosiguió:

― Les pediré, sin embargo, sobre todo a usted Señorita Granger que cambie sus ropas por unas más adecuadas a nuestra época. No es apropiado para una dama de su nivel que vaya mostrando el contorno de sus piernas, con todo respeto ― a este punto, la castaña se sonrojó, e iba a estar a punto de replicar pero Dumbledore prosiguió ― La historia que crearé del porqué están ustedes aquí, exigirá cierto estándares de sociedad que deberán cumplir. Les enviaré un pergamino con la información requerida, y a las seis en punto pueden estar fuera de mi despacho luego de la breve visita a Hogsmeade que tendrán― les tendió una bolsita de cuero, que al topar contra la mesa de madera, tintinó un ruido metálico...

Hermione solo frunció el entrecejo y exigió sus pertenencias de vuelta.

Para suerte de ambos, la mayoría de los alumnos se encontraban en la mitad de sus clases, por lo cual no sé toparon con ninguno en su camino a las afueras del castillo. Dumbledore le había prestado a Harry una túnica azul marino que le protegería del frío de la tarde, pero Hermione no obtuvo la misma suerte.

― No puedo creer como las mujeres deben de cumplir ciertos estándares para ser consideradas de cierta "clase" ― emuló con burla la chica, mientras escuchaba como una bolsita de galeones tintineaba en los pantalones del mago. Bufó molesta, mientras descendía la ladera y se frotaba sus brazos intentando infundirse calor. Pudo haber realizado un hechizo calorífico a su ropa, pero su rabia le había impedido concentrarse en lo que necesitaba. Se mordió los labios molesta.

Un suave tacto contra su piel la distrajo, la capa que el profesor Dumbledore le había proporcionado a Harry, estaba en sus hombros protegiéndola del viento de la tarde. Ella le dedicó a su mejor amigo una mirada escéptica, el sonrió.

― Hermione; estamos en el pasado. Era este el trato que debía de pasar una mujer de alta sociedad. Dumbledore te hará pasar por alguien de ese nivel; y debemos de cumplir con nuestro rol ― sentenció él, y a su pesar, la castaña le dio la razón.

― Lo sé ― finalizó, a modo de disculpa ― Pero no puedo creer lo qué ha sucedido, Harry, es algo que aún no me puedo explicar. Conozco cada característica de los Giratiempos y sé que no es su manera normal de funcionar. Sé que por ende "poseen" la capacidad de alterar el tiempo, pero aunque la posean, tampoco tienen la capacidad para llevarnos tan lejos, lejos como la fecha en la que nos encontramos hasta aquí, su máxima capacidad con suerte nos podría llevar dos o un mes, nunca esta distancia. Puede que incluso que ya hallamos creado un Universo Alterno por el solo mero hecho de encontrarnos aquí ― Tomó aire y prosiguió con su pensamiento en voz alta, mientras continuaban caminando hacia el pueblo mágico ― Investigué todo el material posible al escuchar a la profesora McGonnagal sobre mi posible uso de uno en Hogwarts, Harry, y sé que lo mantuve secreto, debía ser de esa manera ― se disculpó ― Pero todo lo que realicé para retroceder... ― guardó silencio, al ver la intensa mirada que le dedicaba su amigo, pero tenía razón, los giratiempos eran como los coches muggles, podían avanzar en velocidad y llegar hasta cierto nivel, pero tampoco podía llegar a la velocidad de la luz de la vida, sin algo que alterara su composición, era simple, pura lógica. ― ¡Además mi giratiempo no está! ― gritó, molesta.

― Ya fue Hermione; déjalo pasar ― pidió el, aún dolido por los sucesos recientes. Y con ello se estaba refiriendo a Sirius Black ― Tu giratiempo lo más probable es que haya caído a las aguas del lago… ― y solo ese hecho, produjo escalofríos en Hermione.

― Algo no encaja, Harry, y averiguaré que es ― sentenció la chica tercamente, y se detuvo para observar al fondo del paisaje, las casitas mágicas abiertas a los magos para la compra de lo esencial. Todo estaba prácticamente igual al Hogsmeade de su tiempo, ciertas diferencias en la decoración, se veía más vacío de lo usual, pero en general continuaba de la misma manera.

Ambos guardaron silencio hasta llegar a la tienda exclusiva de Madame Malkins. Hermione penetró en la tienda a regañadientes murmurando algo que sonaba como "elitista" "dama" entre otros que Harry no alcanzó a escuchar. El niño que vivió, simplemente pidió una túnica negra a un mago de aspecto serio y elegante que leía el Profeta, mientras que Hermione lidiaba con una señora que frunció el entrecejo al verla por primera vez. Desde su sitio, podía escuchar la batalla verbal en la que se habían sumergido.

― ¿Sabe lo que es un corsé? Espléndida forma de buscar curvas en tu cuerpo, sentirá cada mirada del chico tan lindo de ojos verdes que entró con... ¿No? Bueno, quizás, si me lo permites ¿Un hechizo para alisar el cabello tal vez? Quedaría espléndido, y podríamos decir que es la última moda traída de Francia el sentir la cabellera… ¿Sabe? Sería lo mismo al igual que si me dejara usted... ― inquirió la vendedora mientras paseaba su vista por el cuerpo delgado de Hermione, la cual, poco a poco iba subiendo el tono de sus mejillas hasta alcanzar un tono que imitaba el color del cabello de Ginny Weasley.

Cuando la mujer volvió a abrir los labios, Hermione explotó.

― ¡No usaré nada de lo que dice; ahora deme el vestido o la hechizaré antes de que alcance a decir cinta métrica de nuevo! ― gritó la castaña con una voz firme, que Harry ya conocía desde hace mucho tiempo, era la misma que utilizaba cuando les reprochaba acerca de su incumplimiento en sus deberes.

― ¡Por Merlín, que muchacha! ― exclamó, dándole las ropas a la chica que las tomó con un bufido, el cual sonó a un seco gracias y se retiró a cambiarse.

Salió del vestidor de cortinas rojas de terciopelo, con una mirada perpleja que parecía indicar que estaba a punto de un colapso. Iba con un sencillo vestido azul de mangas que le llegaba hasta un poco más arriba de los tobillos, una capa negra amarrada en su cuello, y sus ojos repletos de furia. Harry pagó antes de que pudiera decir algo más y la empujó fuera de la tienda.

― Hermione, tendrás que aguantar lo que esta época impone ― recordó, su mejor amigo, sabiendo de antemano que su amiga nunca fue de las chicas que usaría falda o botines.

― Para ti es fácil, es casi lo mismo ― acusó infantil, dejándose caer en una banca y observando a su mejor amigo sentarse a su lado.

― No es fácil, pero al menos estamos juntos en esto. Sería más difícil si estuviera uno de los dos solos aquí ― replicó, y una sonrisa surcó su rostro lo que provocó que Hermione le mirara interrogante ― Simplemente me imaginé el rostro de los Dursley cuando les explicaran que viajamos en el tiempo. No me molestaría no volver allí…

― Harry ― suspiró la castaña, sabiendo que era difícil para él ― Eventualmente, tendremos que volver.

― Lo sé; a enfrentarse de nuevo a Voldemort… ― replicó el pelinegro, con un deje de amargura - ¿Qué? ― preguntó al ver la cara pálida de Hermione.

― Repite lo que dijiste ― pidió, con una mirada atónica, incorporándose de su asiento como si algo la hubiera pinchado.

― "¿Qué?" ― repitió, alzando una ceja ante la tontera que Hermione le pedía que repitiera.

― ¡No puedo creerlo! ― gritó ella en medio de la calle, mientras tomaba sus dos manos y las llevaba a su rostro perpleja.

― ¡Hermione, que sucede! ― instó a saber su amigo, preocupándose. La castaña se giró a observarlo luego de unos segundos, sus ojos se encontraban casi dilatados. Sabía que había descubierto algo, pero el aún no le entendía.

― Luego… ― comenzó a decir, pero la voz se le quebró, esperó unos segundos para recobrarse ― luego del ataque del año pasado, me dediqué a investigar todo acerca de… Y, yo, bueno, no sé cómo no lo pensé antes. ¡No puede ser, debe ser una mala broma! No…

― ¡Hermione! ― gritó Harry, desesperado.

― Es… Voldemort ― dijo ella, en un susurro, temblando ante la mención de su nombre ― El es la razón del porqué estamos aquí.

― ¿De qué hablas? ―replicó, su rostro palideciendo al igual que él de su amiga ― ¡El no es de esta época!

― V-Voldemort quizás no lo sea, pero sí Tom Ryddle ― completó la castaña ― He visto su trofeo muchas veces, "Premio Anual; 1944" "Medalla al Mérito Mágico…"

― Eso significa, que está en Hogwarts ahora ― sentenció, con coraje ― ¡Por Voldemort estamos aquí en el pasado! ― alegó en voz alta su amigo, levantándose de su silla pero Hermione le detuvo indicándole que guardara silencio.

― No podemos usar su… apodo en voz alta, Harry, puede que el ya lo haya inventado a este tiempo ― replicó ella, mordiéndose los labios.

― ¿Cuál es el punto de ver la cara del asesino de mis padres frente a mi? ¡Por qué alguien querría que vea el cínico rostro del mago que…! ― comenzó a decir, pero un abrazo de Hermione le impidió continuar, las lágrimas se formaron inmediatamente en sus ojos esmeralda y su vista se aguó.

― Dumbledore lo dijo antes de que nos marcháramos; más de una vida podría ser salvada ― citó ella, dudando incluso de sus propias palabras, luego de un rato de silencio en el que aprovechó para separarse de Harry.

― ¿Quieres que salvemos a… Voldemort? ― dudó el pelinegro, e incluso ella lo hacía, pero aún así asintió ― Siempre supe que algo no andaba bien contigo, Hermione, pero nunca creí que tanto ― bromeó de humor negro, enviando una suave sonrisa triste a la castaña, que elevó la comisura de sus labios con nostalgia.

― Sé que estamos en esto solos; en una sociedad en la cual no nos criamos, sin Ron a pesar de que es un insensible en muchos ámbitos, atascados en el mismo colegio que… "el", y que nuestro boleto – o sea el giratiempo – ha desaparecido. Y nuestro plan, es una locura ― se corrigió al ver la mirada de su amigo ― está bien, por el momento mi plan, pero tú mismo lo dijiste el año pasado según lo que te contó Dumbledore. Ryddle ― optó por decir ella, evitando pronunciar el temido apodo, a lo que el chico alzó una ceja ― nunca ha tenido un amigo…

― Y nunca querrá tenerlo ― intervino, sencillamente el joven de ojos verdes.

― Saldremos de esta Harry, si vencimos a Quirrel, el lazo del diablo de Sprout, el juego de lógica de Snape, el ajedrez de McGonnagal, mataste un basilisco, salvaste a Ginny, liberaste a Dobby, y abofeteé a Malfoy ¿Por qué no? ― inquirió, dudando internamente de sus palabras.

Porque así era la naturaleza de Hermione, aparentar una fortaleza que no sentía con tal de no dejar hundir a su mejor amigo, ni a ella misma.

― Saldremos de esta ― prometió, en voz baja, sin ser escuchada.

Cabizbajos, y en silencio, retomaron el camino al castillo siendo guiados por uno de los carruajes por el cual tuvieron que pagar un galeón de propina al no tener más vuelto. En la puerta los esperaba el celador mientras limpiaba con un paño un látigo, que luego de divisarlos colgó de su cinturón con un gesto amenazante. Los guió directamente al despacho del Director Dippet.

Hitler ― susurró el hombre a la gárgola para que diera paso a los dos alumnos convocados a esa hora. Ambos no pudieron evitar una mueca al escuchar la contraseña. Una vez se activó, el celador empujó a Harry adentro dejando en claro que no debía irse a ninguna parte.

― Entren, entren ― pidió el director con una voz aburrida, monótona. Les señaló con un dedo larguirucho y feo, los asientos frente a él, mientras que con su cabeza enterrada entre los pergaminos que revisaba murmuraba ciertas cosas imposibles de distinguir ― Bien, Señor Evans, y… Ehm… ― chequeó con su mirada los pergaminos nuevamente ― Señorita Granger, el profesor Dumbledore me ha indicado la situación por la que ambos pasan en este momento, y debo suponer que es mi deber como director el protegerles, esto de la caridad… ― comenzó a negar con la cabeza mientras se sumergía en murmullos.

Harry y Hermione intercambiaron una mirada que delataba confusión.

― Bien, bien ― se pasó la lengua por sus labios, pensativo ― Sí, creo que todo está bien. Hogwarts siempre estará… ¿Ah? Sí, al servicio de los refugiados. Su abuelo simplemente deja una donación espléndida cada mes ― apuntó el mago a Hermione con una ceja alzada, la chica recompuso su rostro de confusión y asintió suavemente.

El director de Hogwarts, que al parecer de Hermione era presuntuoso y dejado, realizó un hechizo levitador y trajo el sombrero seleccionador, directo hacia los cabellos negros de Harry.

Fue un silencio incómodo, Dippet se había sumergido nuevamente en los pergaminos frente a él y Hermione sentía resonar en sus oídos el molesto tic-tac del reloj de madera frente suyo. Sabía que el sombrero seleccionador siempre había tomado más tiempo con Harry, se sintió curiosa de saber que era lo que le estaría diciendo.

― ¡Gryffindor! ― gritó finalmente, y antes de que Hermione pudiera intercambiar una sonrisa con su amigo, el sombrero cayó en su cabellera, impidiéndole ver dado que le tapaba los ojos.

Tú nuevamente Hermione Granger, susurró una voz gruesa que conocía muy bien, ¿Dónde ponerte esta vez?

Ponme en Gryffindor, susurró ella mentalmente, sintiendo como su estómago se retorcía de ansiedad.

Sigues siendo tan inteligente y predispuesta a los estudios, perfecta Ravenclaw, sí, sí, perfecta, pero oh, tan valiente y aguerrida como tan solo un Gryffindor podría serlo, y tan leal, sí, tan leal a tus amistades y a tus convicciones… Perfecta Gryffindor.

Ponme en Gryffindor, repitió la castaña, harta, queriendo que la voz del sombrero se callara.

Pero que más veo; poder, orgullo, aspiraciones a grandezas…Oh, sí, grandes cosas que te depara tu futuro, por el cual caminas como un ciego sin saber adónde ir… Ah… sí, sí, ya sé dónde ponerte… Sabrás el porqué después... Si tienes astucia.

― ¡Slytherin! ― gritó el sombrero seleccionador, y una mirada de terror cayó sobre las facciones de la castaña.

¿Una Slytherin? Se repitió, creyendo aún que era una broma. Se mordió los labios ante la mirada de Harry, sabía exactamente lo que estaba pensando y la preocupación opacó la mirada de su mejor amigo; esto era un gran problema...

._._._._._._._._._._.

En aquellos momentos, unos suaves pasos elegantes iban caminando hacia el lago oscuro, por las afueras de Hogwarts. Cuando los pasos se detuvieron, la alta figura de un joven giró varias veces sobre su lugar, como si estuviera asegurándose de no estar siendo seguido por nadie.

Cuando complacido, notó que no había nadie a su alrededor. Se agachó, y alargó sus manos tocando la espesa grama húmeda, comenzó a moverlas suavemente, hasta que finalmente sus dedos atraparon una fina cadena de oro de la cual, pendía un pequeño reloj de arena roto.

Satisfecho, guardó la cadena en su bolsillo, y se encaminó de vuelta al gran comedor antes de que terminara la cena.