Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Stephanie Meyer, solo la trama me pertenece.

Hola :D, pues aquí vengo con otra historia ya que Juegos del Destino esta en la recta final y me pare con esta idea rondándome en la cabeza, es muy distinta a mi otra historia, espero sus comentarios positivos y/o negativos

Espero que les guste.

Betza


Bella se levantó ese día como si fuera cualquier otro a las seis y cuarenta de la mañana cuando sonó la alarma.

Se revolvió entre las sabanas por cinco minutos mientras batallaba mentalmente con la lucha interna entre poder dormir diez minutos más y pararse inmediatamente. Cuando la dio por pérdida, ya que tenía obligaciones y gente que dependía de su trabajo, se levantó a regañadientes de la cama para empezar con su rutina diaria.

Paseó por su cuarto luminoso todavía en ropa interior y fue a su sala, cubierta con mobiliario blanco y adornos azules y amarillos, además de los cuadros que adornaban las paredes. Le encantaba su apartamento, la sensación de estar sola y ser responsable de sí misma era completamente satisfactoria. Fue su mayor batalla personal lograr que su padre accediera a dejarla ir de su casa, pero hacía dos años que vivía sola y nunca había sido más feliz que en los momentos de tranquilidad que pasaba sentada en el balcón de su Pent House con una taza de café o un jugo natural y acompañada de un buen libro.

Encendió el televisor para escuchar las noticias financieras, las odiaba y les aburría en exceso, pero era el único momento del día en que podía escucharlas sin quedarse dormida y es uno de sus deberes conocer cómo estaba el mundo de los negocios diariamente.

Activó la cafetera la cual le proveía de su única droga y estimulante que la ayudaba pasar el día y se metió al baño.

A los treinta minutos estaba lista para encarar un nuevo día, con su traje Armani y sus manolos. Su disfraz como lo llamaba, quien la conoce de verdad sabe que con los jeans y las franelillas son el atuendo perfecto para que se sienta cómoda, pero las circunstancias de su deber social le limitaban ese placer pecaminoso a muy pocas ocasiones; tal vez eso era lo que le atraía de ese vestuario, lo sentía como un pequeño acto de rebeldía en toda su correcta vida.

Cuando tomó su cartera sonó el teléfono y ella respiró hondo. Solo una persona la llamaba tan temprano, por lo que ni se molesto en ver el identificador.

-Hola papá - dijo con más entusiasmo del que sentía, pero había que aceptarlo, eran todavía horas de madrugada así el sol haya salido y esas llamadas de sus padre son su forma particular de controlarla, como si no fuera una mujer hecha y derecha.

-¿Bella?

-Sí.

-¿Qué pasa? Te noto desanimada…

Ella suspiró de nuevo y aceptó que había fallado en su actuación. Su padre es la persona que más la conocía, por lo menos a lo referido a sus estados de ánimo, de lo que pasaba dentro de su cabeza tenia la satisfacción de creer que nadie tenía idea... excepto Edward... tal vez - La cafeína no ha hecho efecto - anunció mitad excusa, mitad verdad.

Charlie suspiró - Eso es malo para ti

-Lo dice el hombre que toma cuatro litros de café diario - bufó a la vez que se dejaba caer en una de las sillas altas que rodeaban el mesón de la cocina.

-Bueno, como lo tomó diariamente sé que es malo.

Bella rió de la ironía - eso es doble estándar Charlie.

-Tengo siempre esa prerrogativa contigo, es mi derecho de padre - declaró orgulloso y Bella sonrió irremediablemente, amaba a su padre así fuera el ser más terco y posesivo, sobre todo con ella, aunque al cumplir el rol padre y madre por tantos años era evidente que iba a actuar de esa forma.

-¿Esta llamada tiene algún un objetivo? además del de afectar mis nervios me refiero…

-Si - titubeó Charlie - ¡Bella! ¿Cómo logras siempre hacer que me desvié de lo que te iba a decir primero?... pero es porque eres muy terca, eso lo sacaste de tu madre, yo...

-Papá - le interrumpió enérgicamente - estas divagando de nuevo...

-Cierto - ella se lo imaginaba frunciendo el ceño confundido y no pudo evitar poner los ojos en blanco. A veces acababa con su paciencia así lo amara con locura - ¡YA! - Bella apartó su teléfono al escuchar su grito emocionado - Feliz Cumpleaños.

Bella se quedó estática un segundo por lo que le dijo su padre, ¿era su cumpleaños? ¿Cómo pudo olvidarlo? Miro al reloj con calendario y le confirmó la fecha.

13 de septiembre.

-Gracias papá - dijo todavía asombrada por ser tan despistada.

-No puedo creer que no te acordaras que es tu cumpleaños…

-Tú sabes por qué papá – le dijo suavemente y después se arrepintió de haber hablado de más, habían pasado muchos años pero sabía que todavía recordar le dolía.

Él se quedó callado unos segundos, seguramente recordando, lo que hizo que Bella reafirmará la conclusión que había llegado desde que tenía ocho años de edad. No le gustaba celebrar su cumpleaños. Había sido un día triste para la familia Swan ya que su madre Renée murió en el parto.

-Bella...

-Te quiero mucho papá - esa era una de las únicas cosas que le gustaba hacer en su cumpleaños, decirle a su padre que le amaba, agradecer la fuerza que requirió para un hombre soltero y deprimido por haber perdido a su mujer criar a una hija y amarla con frenesí, sin hacerle sentir en ningún minuto responsable por ser la culpable indirecta de su muerte, y a su vez manejar una empresa multimillonaria junto con su mejor amigo y compañero de universidad.

Su padre era un gran hombre y ella tenía el privilegio de llamarlo suyo.

Charlie suspiró y dijo algo inteligible haciéndole ver que la había escuchado. Bella sonrió, él era bueno para demostrar afecto pero no para decirlo, al igual que ella, siendo hija de su padre al fin y al cabo. La única excepción era ese día en especial, por lo que hacía que cada año en que declaraba su afecto fuera importante para ambos así a Charlie le fuera difícil aceptarlo y a la castaña le fuera aún más difícil expresarlo. Pero valía completamente la pena. Además que había disfrutado ver al gran hombre de negocios sonrojado cuando a los diez años le había obligado a celebrar una fiesta y ella se le había tirado encima frente a todos los miembros de su mesa directiva a decirles esas mismas palabras. Ese fue el último año que la forzó a celebrar su cumpleaños.

Y decirle sus sentimientos ese día se había vuelto una tradición que nunca faltaría.

-Emmm si - continúo Charlie - yo... tú sabes, te espero en la noche.

-No – contestó rápidamente - tengo mucho trabajo.

-Bella - dijo en un tono recriminador.

-Papá – respondió con el mismo tono. Ella conocía que su padre era un manipulador de primera y lograba que hiciera lo que quisiera, pero cuando usaba ese tono él sabía que había tomado una decisión y que no había vuelta atrás - soy el jefe del departamento legal de tu empresa, así que tengo mucho trabajo, debes saberlo, me mató haciéndolo mientras tú disfrutas tus días de jubilación

-¿Le vas a hacer un desaire a Lauren? Ya me ha dicho que tiene planeado un menú completo para celebrar tus veinticinco años.

Bella frunció el ceño al escuchar su edad, era joven, sin embargo le faltaba muchas cosas por vivir y eso la estresaba un poco.

La virgen más vieja que existe.

Alejó ese pensamiento inmediatamente a la vez que se mordía el labio ansiosa. Demonios, no quería pensar en su falta de experiencia en ese ámbito, era una mujer exitosa, profesional, guapa, solo… que no había tenido tiempo, ni la oportunidad de hacerlo… bueno… la oportunidad si se le había presentado, muchas veces, es solo que… su cabeza no dejaba de trabajar nunca, no lograba desconectarse y pensar en vivir el momento ¿por qué tenía que ser tan metódica? Odiaba esa parte de su personalidad - Tú esposa…

-Tu madrastra Bella… - ella volteó los ojos aburrida a la vez que se revolvía en el asiento y decidió emprender camino a la empresa, esa conversación iba para largo, como cada vez que hablaban de la nueva esposa de su padre.

De verdad no era la nueva esposa de su padre, se habían casado cuando Bella cumplió once años, así que habían pasado años para adaptarse. Ella era divertida, coqueta, frívola, superficial y siempre estaba pendiente del que dirán; había aceptado todo sobre Lauren porque su padre merecía ser feliz y ella lo hacía de alguna forma, nunca conoció la relación entre sus padres así que no sabía si con su madre era igual o distinto, pero al pasar los años y al madurar se dio cuenta que el aprecio que Lauren decía profesarle frente a su padre era completamente fingido. Nunca necesitó una madre así que en verdad no le dolió el rechazo, pero si se sintió libre cuando vivió en el campus de la universidad toda su carrera y esa fue una de las verdaderas razones por la cual buscó su libertad tan pronto se licenció en leyes; necesitaba alejarse de la rigidez, de tanto aparentar y una vida llena de lujos, que aunque siempre había tenido se había resaltado más desde que su "madrastra" empezó a vivir con su padre.

-Lauren – dijo tranquilamente a la vez que se montaba en su Mercedes Benz gris – sabe que no me gusta celebrar mi cumpleaños, y que tengo unas tradiciones que no puedo cambiar.

-Bella… - allí venía el tono de advertencia que aprendió a conocer bien en sus años de adolescencia - ¿crees que las cosas serán iguales este año?, él ahora esta casado.

Bella sintió un pequeño dolor en el pecho al escuchar esa afirmación de su padre. Lo sabía. Claro que sabía que estaba casado, había sido la padrina de su boda, lo cual causó mas habladuría y revuelo que el propio matrimonio que los medios declararon "La Boda del Año", el evento que uniría dos familias que ya estaban completamente unidas por negocios, a los periodistas no les importaba que uno de los miembros solo perteneciera a la familia por una unión matrimonial, que no tuviese ningún papel en la empresa o en el imperio familiar, para ellos solo contaba la historia de hadas, así vendían más ejemplares.

Hacía ya siete meses que estaban casados y todavía cada vez que salían en publico atraían a los periodistas como abejas al panal, queriendo saber mas acerca de la pareja de oro; y ella como la masoquista que era leía cada y uno de los artículos y se creía las estúpidas palabras e inventos que publicaban, así tuviese la primera plana frente a sus narices, lo viera cada día y fuera su mejor amiga.

-No lo sé papá… sabré cuando llegué a la oficina.

-Bella… - Se lo imaginó negando con la cabeza y solo pudo bajar la cabeza avergonzada. Eso le pasaba por no disimular en su adolescencia la admiración que sentía por él, y hacerle ver a su padre que lo amaba con locura, pero era una niña y él era todo lo que imaginaba que iba a querer en su futuro. Ahora ya maduró, sabe que los cuentos de hadas no existen y no lo ama de esa manera. Si tan solo se lo pudiera hacer entender a su padre y así evitar que sufra por ella cuando no era necesario… – las cosas han cambiado. Esa era una de las razones por las cuales quiero la cena, así crearemos una nueva tradición, y no será muy distinto a la tuya… él estará allí, solo que con tu hermana…

-Hermanastra…

-Su esposa…

-Lo sé papá, no tienes que decirlo como si lo ignorara, estuve cuando se reencontraron en mi cumpleaños, cuando se hicieron novios, se comprometieron, incluso estuve al lado de Edward al momento de decir sus votos y le entregué los anillos que cada uno carga en su dedo corazón. Así que no lo he olvidado.

-Así que sabes que él tiene sus obligaciones y que no puede cambiarlas por ti.

Bella respiró resignada y deprimida, sabía que su padre tenía razón, tal vez por eso había intencional e inconscientemente olvidado su cumpleaños. Desde que tenía doce años los pasaba con él, incluso en la Universidad, así estuvieran llenos de obligaciones, trabajos, exámenes, contratos, siempre tenían un descanso ese día, él inventaba algo nuevo y completamente normal que la ayudaba a olvidarse que ese día sucedió un hecho triste en su vida… además de ser un año mas anciana y estar más cerca de la muerte, ¿por qué tenían que cambiar las cosas solo porque se casó?... ¿por qué lo hizo?

Hizo un gran puchero que gracias a Dios nadie noto y se recompuso inmediatamente al llegar a un semáforo. Había instalado un programa de teléfono en el carro lo cual la ayudaba a maniobrar mientras peleaba, hablaba y reía. Está segura que ese gran producto ha salvado muchas vidas desde que lo instaló Edward, solo tenía que contar los cuatro accidentes, sin consecuencias que lamentar, que había sufrido el año anterior por manejar y hablar por teléfono. Sonrió al recordar lo histérico que estaba Edward en el último accidente, le gritó por media hora después de haber estado pálido y nervioso en el hospital esperando que le dijeran que estaba completamente bien.

-Victoria me lo puede prestar una noche – habló sin pensar e inmediatamente cerró los ojos esperando la reprimenda que venía a continuación.

-Isabella Marie Swan, la santidad del matrimonio se tiene que respetar, si tu madre estuviera viva – Bella frunció el ceño por el recordatorio de su madre y porque solo la sacaba a relucir cuando estaba completamente alterado. A veces le divertía enojar a su padre, pero ese día en particular no lo iba a disfrutar, ya que su animo había bajado al entender que su vida había cambiado – te diría que el deber de un esposo es estar al lado de su mujer, cuidándola, protegiéndola, y que en ninguna parte de los preceptos del mismo dice que se puede prestar, arrendar o vender al mejor postor.

Bella sonrió divertida – Habrá que modificar esas cláusulas… tranquilo papá, atenderé eso como prioridad número uno.

-Bella…

-Papá… si es necesario – no iba a admitir nada hasta que Edward le dijera que no iban a hacer nada – cambiare mi tradición, pero no iré a cenar con Lauren y Victoria – solo se estremeció al pensar en la unión de ellas dos, las evitaba cada vez que podía – llamaré a Alice o Rose, no lo sé. Yo te aviso para que sepas que me divierto.

-Tal vez puedas salir con James – dijo con tono esperanzado y Bella frunció el ceño extrañada mientras miraba el altavoz

-¿Vamos a hablar de hombres papá? – respondió incomoda.

-Solo digo… es un buen muchacho.

James Salvatore era el hombre indicado según su madrastra y también su papá. Educado, con mucho dinero, conexiones necesarias, y ella había cometido el error de invitarlo a una fiesta dos meses atrás, haciendo crecer la esperanza de su progenitor de que sentará cabeza. Claro, esa descripción de James es una simple charada; en realidad él es un hombre peligroso, depende de los medios que trataba, calculador, frío y distinto a todo lo que había conocido.

Le gustaba y había salido varias veces con él, es un poco agradable aunque algo superficial y había considerado poder llegar a tener una relación seria, pero en ese momento estaban en un punto muerto ya que tenían que avanzar a lo físico y ella no estaba muy segura entre hacerlo o no, tal vez en su próxima salida decidiría.

-No vamos a hablar de James papá – negó categóricamente a la vez que aparcaba al lado del mustang de Edward. Eran las ocho de la mañana, ya debía tener tres horas en la empresa – y te dejo, llegué a casa – como llamaba cariñosamente a Swan & Cullen Enterprise – ya sabes… obligaciones… reuniones… trabajo… lo normal, cuando no se es un viejo como tú.

Supo que Charlie se estaba riendo antes de escuchar la carcajada y sonrió por reflejó – Esta bien, ve a cumplir tus obligaciones, estamos hablando.

-Adiós – respiró hondo aceptando que había superado otra llamada de pesadilla y salió camino a la oficina,

Subió al ascensor y espero con los ojos cerrados que llegará al piso veinticinco. Cuando el ascensor paro, ella bajó saludando cordialmente a cada uno de sus empleados. Los conocía a todos, tanto su nombre como su historia, era uno de los lemas de su padre; según él el aura de la empresa mejoraba si las personas sabían que a los empleadores les importaba su pasado, presente y futuro, y al ser su compañía una de las más influyentes y con mayores ingresos de Estados Unidos, tenía que aceptar que el consejo de su progenitor era correcto.

Saludó a su secretaría Zafrina y entró a su oficina abriendo los ojos ampliamente al ver el gran ramo de rosas blancas, sus favoritas, encima de su escritorio. Era tan monstruoso que abarcaba casi todo la mesa y ella tuvo que estirarse para poder sacar la diminuta tarjeta del arreglo. La abrió y sonrió ampliamente a leerla.

13 de Septiembre

Nació el último ángel en la tierra

Te quiero Bellacienta

E.C.

Casi grita al leer el apodo con el que él la había bautizado cuando la conoció. Bellacienta por su madrastra y la malvada hermanastra que siendo niñas era tan malcriada e insoportable que a veces Bella corría a casa de Edward y se refugiaba en su cuarto a llorar cuando le hacía una maldad o la acusaba de algo que no había hecho.

Victoria no había cambiado, pero ya Edward no la consideraba malvada, si lo hubiera hecho no se hubiera casado con ella.

En ese momento abrieron la puerta y el dueño de sus pensamientos entró con una gran sonrisa

-Sabía que ya estabas aquí – Bella sonrió mientras lo observaba acercarse. Cuando era adolescente siempre le quitaba el aliento lo hermoso que era, y ahora, aunque no le gustaba de esa forma tenía que aceptar que es un hombre muy atractivo. Él era todo el combo completo, como decían sus amigas, con su piel blanca, su cuerpo formado debidamente escondido por su traje hecho a la medida por una casa extranjera de las que no conocía nada, su cabello bronce, ojos verdes y esa sonrisa que hacia que los ojos de cualquier mujer se iluminaran. Que en esos momentos era dirigida solo para ella – Feliz Cumpleaños.

-Shhh – dijo a la vez que cerraba la puerta mirando a los lados para verificar que nadie los haya escuchado – sabes que no me gusta Edward – peleó frunciendo el ceño.

-Lo sé – aceptó derrotado a la vez que se cortaba la distancia entre ambos y la abrazaba fuertemente levantándola del suelo. Ella trató de forcejear para que la soltara causando que se riera de su absurdo intento ya que parecía estar hecho de granito, cuando la apretaba en sus brazos no importa cuanto intentara no lograba que se apartada ni un milímetro – déjame darte cariño y felicitarte Bella – le reclamó él abrazándola mas fuerte y ella lo dejó ser para que la soltara un poco y pudiera respirar, a los cinco minutos la soltó dándole un beso en la frente y se sentó en una de las sillas que estaban frente al escritorio – Y… ¿qué vas a hacer hoy?

Bella frunció el ceño y lo observó sintiéndose triste por un segundo, luego miró a otro lado para que no notara su estado de ánimo. Había hablado en singular, su padre tenía razón, no iba a estar con ella – no lo sé… - contestó al fin, todavía viendo un punto interesante en la pared.

Edward suspiró y se acercó a ella colocando sus codos en las rodillas – sabes que me gustaría pasar tu día contigo ¿verdad? – Ella asintió mordiéndose el labio inferior fuertemente – es solo que… las cosas son distintas este año.

Bella lo miró recriminatoriamente sin poder hacer nada para evitarlo – Es solo que Victoria no te deja Edward, por lo menos ten los pantalones para aceptarlo.

-Bella…

-Eres un sometido – declaró enfadada a la vez que se dejaba caer en el mueble de cuero marrón, el favorito de su padre y que ella mandó a trasladar de su antigua oficina cuando empezó a trabajar como jefe del departamento legal.

-Estoy casado ahora Bella, con tu hermana.

-Hermanastra.

Él sonrió de lado – Esta bien Bellacienta, tu hermanastra entonces, el hecho es que no tengo tanto tiempo libre como antes.

-Eres el presidente de Swan & Cullen Enterprise Edward, no tienes tiempo libre, punto.

Edward asintió serio y ella no podía evitar sentirse como una niña malcriada a la que le quitaban su dulce preferido – Te lo recompensare Bella… lo prometo.

Asintió sabiendo que era mentira y respiró hondo recuperando la madurez que se le había escapado unos minutos atrás – No hay problema Edward, ya sé que eres un hombre hecho y derecho, yo soy solo una cría a tu lado, disfrutare de la discotecas, bailes, sexo de una noche, mientras tú vas a tu casa con tu aburrida y egocéntrica esposa…- al parecer no había madurado tanto como creía.

Edward frunció el ceño enfadado y a ella le confundió esa rabia en sus ojos, siempre se habían jugado así antes – Nunca has tenido sexo de una noche Bella... – le sorprendió que fue eso lo que le molesto.

-No lo sabes Edward… - le dijo sin poder evitar picarlo un poco.

-Si lo sé – dijo sonriendo como si con esa declaración ganara la pelea y ella no pudo evitar responder.

-Tienes siete meses fuera del mercado Edward. He salido sin ti y tú no sabes lo que he hecho, así que… no lo haces – era un completo farol, desde que se había casado Bella había dejado las discotecas por completo. Sólo salía a veces con James, y eran extremadamente inocentes, algunos besos y una que otra caricia pero sin llegar a mayores, pero eso no tenía por qué saberlo.

Edward se levantó furioso de la silla y por un momento ella se asustó. Nunca lo había visto así antes. Se acercó a la ventana y respiró hondo varias veces; cuando se volteó hacía ella lucía exactamente igual que unos minutos atrás, tranquilo y sonriendo. Eso la confundió aún mas – Victoria no es egocéntrica – declaró tranquilamente y Bella levantó una ceja sarcásticamente, el amor hacía milagros, de eso no tenía duda.

-Y yo soy Rey de Roma – declaró ella.

-Solo… tiene una autoestima muy alta, y la gente no la comprende.

-No quiero hablar hoy de mi hermanastra Edward – anunció a la vez que se paraba y se acercaba a él dándole un pequeño beso en la mejilla – gracias por las rosas, son mis favoritas

-Lo sé – contestó tranquilamente, como si fuera algo obvio, lo cual lo era, si tomaban en cuenta que se conocían desde que eran unos niños.

-Ahora déjame sola, tengo que trabajar igual que tú, y en el camino si ves a alguien de mantenimiento dile que venga a la oficina, por mucho que me gustes por tu capacidad de ser exagerado, tengo que ver la puerta, atender publico, recibir llamadas y tu regalo lo evita – Edward se rió divertido, asintió varias veces y salió de la oficina.

Bella se concentró en sacar una licitación que le había costado a la Empresa que le otorgaran ya que cinco metros del terreno que querían utilizar para crear el resort vacacional era parte de una reserva indio-americana. Le estaba causando problemas, y al no arrancar la contratista con la construcción en un lapso de seis meses empezaran a perder dinero, lo cual no era beneficioso para el negocio y era su trabajo impedirlo.

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Varías horas después se dejó caer en la silla completamente agotada. Le gustaba trabajar, estar activa y ese día le había servido de mucho para evitar que la depresión que estaba sintiendo salir a flote. Deseaba que las cosas permanecieran iguales, que Edward y ella fueran adolescentes de nuevo o estuvieran en la universidad, cuando todo era más fácil. Ella siempre fue su confidente, pero sabía que tenía prioridad sobre todas las mujeres que querían atraparlo por su dinero o su cuerpo; pero ahora las cosas eran distintas, él pertenecía a otra mujer, y no a cualquiera, si no a la imbécil y malcriada de su hermanastra.

¿Qué le había visto a Victoria?

Si, era completamente hermosa, sexy, apasionada, pero es un caparazón vacío, ella lo sabía, vivió con Victoria más de seis años de su vida. ¿Por qué Edward no ve eso? Suspiró agotada y alejó esos pensamientos de su cabeza. Ella se había casado con él y Bella tenía que aceptarlo, habían pasado ya siete meses, ¿por qué le estaba costando tanto hacerlo?

Vio el reloj y quedó impactada al ver la hora, iban a ser las ocho de la noche, y solo se había levantado de la silla tres veces. Una de esas para almorzar fruta y un café, pero no tenía hambre; solo quería llegar a su casa y meterse en su bañera escuchando música y relajándose al fin. Mañana sería un nuevo día.

Pensó por un momento llamar a James, salir con él, volverse loca y tener una noche de sexo desenfrenado, o tal vez calmado e inexperto como sería su caso, pero desecho la idea en ese momento. No estaba de ánimos para nada, y no le había dicho que era su cumpleaños, casi nadie lo sabía.

Se colocó los manolos, que se había quitado varias horas atrás, y estaba levantándose del asiento cuando escuchó el teléfono repicar. Lo miró con resentimiento, como si lo culpara por haber sonado, frustrar su veloz huida del mundo real y se dejó caer en la silla de nuevo, tomándolo fuertemente

-Buenas Noches – su padre había educado una dama, aunque en su mente estaba profiriendo insultos nada adecuados a quien la molestara cuando quería irse a su otra casa.

-Bella – escuchó la voz y se tensó inmediatamente.

-James – respondió asombrada. Parecía que lo había llamado con el pensamiento, le gustaba, tal vez debía tomar la llamada como una señal...

-Tengo que hablar contigo – Bella frunció el ceño al oír su tono preocupado y ansioso. Decidió que el baño de burbujas y su proceso de relajación iba a quedar aplazado… de nuevo.

-¿Dónde quieres que nos veamos? – preguntó resignada.

-No – respondió él rápidamente – te llamó… para informarte que me voy de Estados Unidos. Voy a erradicarme en Europa, estoy en el aeropuerto – escuchó los altavoces diciendo algo sobre un vuelo – dentro de diez minutos despegara el avión.

A Bella le sorprendió la noticia y sintió un pequeño dolor a su pecho, referido a su amor propio y a que la estaba dejando por teléfono – Me estas dejando – anunció sin lugar a duda.

-Lo siento…

-Por teléfono – estaba completamente indignada.

-Bella…

-Eres un completo cobarde James Salvatore, ¿por qué no me dejas frente a frente? – le dijo rabiosa.

-Lo sé… sé que tengo la culpa Bella…es solo que… me enamore de otra persona.

Ella se hundió más en el asiento y frunció el ceño - ¿por qué me dices esto James? – no entendía sentía que algo se le escapaba.

-Quería disculparme contigo antes de que todo se hiciera público y te hiciera daño – Ellos habían salido varias veces así que efectivamente lo que hiciera la iba a perjudicar, pero había algo más que ella no lograba entender.

-¿Qué hiciste James?, estas pensando en ti más que en mi en estos momentos, quieres que lo que sea que hayas hecho yo me quede callada y no lo agravie, así que dime que hiciste… Eres un cínico.

-¿No era esa una de las cosas que te gustaba de mi Bella? – le respondió tranquilamente aunque después suspiró arrepentido y a ella no le quedó otro remedio que aceptar que esa era una de las cosas que le había atraído. Que estuviera fuera de los parámetros normales de la sociedad, era extremadamente rico, tenía muchos negocios algunos lícitos otros… no tanto, aunque ese detalle no fuera muy conocido, pero no seguía los patrones de conducta normales, era libre como el viento, o por lo menos eso aparentaba.

-Basta James.

-Lo siento Bella, solo tenía que seguir mi instinto e ir por la Swan correcta – Bella quedó paralizada aunque como sea pudo preguntar.

-¿Qué quieres decir?

-Como el caballero que soy – Bella casi se ríe de esa expresión pero la alerta que escuchaba en su cabeza le hizo escuchar con atención – te quise informar antes de que los medios lo hicieran… me voy a Europa con Victoria, Bella.

-¿Q…qué? – Bella estaba impactada por lo que dijo y no pudo evitar temblar por sus palabras y miró el teléfono un segundo como si fuera a salir un elefante morado.

-Lo siento, pero desde el día de hoy tu perfecto Edward, se quedo sin perfecta pareja, ya que Victoria es mía – siempre había odiado a Edward igual había sido el caso contrario, ella nunca entendió por que se repelían… hasta ese momento.

-¿Por qué?... ¿Cómo pudiste?

-¿Yo? Me conoces Isabella, sabes que yo no juego, y fue tu hermana la que se lanzó en mis brazos. Me dijo algo sobre estar insatisfecha y sentirse frustrada, lo sabrás mejor cuando tu Edward te enseñe la carta que le dejó, fue muy… educativa. Lamento si te hace daño esto, eres una buena persona, pero siempre la quise para mí y no iba a desaprovechar la oportunidad de tenerla y ella me quiere… eso es suficiente.

-¿Hace… hace cuanto tiempo de esto? – eso no podría ser de un día para otro, era imposible y el corazón de Bella dejo de latir asustada esperando escuchar la respuesta.

-Estuvimos juntos clandestinamente antes que ella regresara a Estados Unidos, después me dejó y se fue con él. Ni me preguntes la razón por la que decidió conquistarlo, pero prácticamente volvimos juntos después de la luna de miel…

-¿Yo era solo el tapujo? – dijo en un susurro. Entendiendo por fin tantas cosas, como el hecho de estar saliendo por varios meses y que él no insistiera, como muchos otros, en consumar la relación por lo menos no con mucho esfuerzo.

-Lo siento – dijo con voz completamente arrepentida, ella no lo podía creer.

-James… - ¿estaba entendiendo bien? ¿Habían estado juntos todo este tiempo? ¿Victoria dejó a Edward? ¿Por James? ¿Quién diablos se va con James cuando tiene a Edward?

-Te quise llamar para informarte, soy un bastardo, pero me gusta dejar las cosas claras, y quería advertirte antes de que salga en los diarios, además de disculparme por mi comportamiento.

-¡Vete al infierno James! – le gritó sin poder evitarlo antes de trancar el teléfono y se quedó en shock cuando escuchó la voz de su hermanastra llamándolo amor.

Miró hacía los lados y pasó sus manos por su cabello marrón suelto. ¿Qué pasa con Victoria?, se fue de un buen postor a otro mejor, sabía que era interesada y frívola pero pensaba que había cambiado cuando se casó con Edward, que lo quería de verdad.

Su padre iba a estar destrozado, era un escándalo, por Dios Victoria se fugó con James. Incluso Lauren lo estará, se quedará sin excusas para justificar a su preciosa hija. Su mente quedó en blanco cuando cayó en cuenta, sobre lo peor de toda esa situación.

Edward.

Iba a estar completamente destrozado, y además según lo que entendió ella fue lo suficientemente cobarde como para ni siquiera decirle en la cara que lo dejaba sino que se lo dijo por medio de una carta…

Tenía que encontrarlo.


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