Prólogo
"Elegidos y olvidados"
La humanidad ha creído, a lo largo de la historia, que su voluntad es suprema , que reinan triunfantes en el universo. No es así ni lo fue jamás. Prueba viviente de ello son ocho personas que, de un día para el otro, entraron en contacto con aquello que hace girar la infinita rueda de la vida: el poder.
¿Qué es el poder?
El poder es el predador que mata a su presa...no por necesidad, sino por el puro placer de hacerlo. Es una obsesión, una adicción incurable. La peor y la más cara de todas: destruye países, mata a millones de personas, crea monstruos que perdurarán en las retinas de las víctimas durante toda su existencia.
El poder se construye lentamente mediante instituciones disciplinarias, represión, jerarquías, sangre y fuego. Está distribuido en todos los estratos sociales, en todos los países, mundos, universos. Es eterno, como la muerte: aún en el Armaggedon, siempre existirá alguien que tenga, aunque sea mínimo, poder.
En esta tierra, ocho personas fueron elegidas para salvar a la humanidad del código binario que amenazaba con absorberla en su infinito mar de números. Los digidestined:
Taichi Yagami, portador del prometeico Valor que guió al ser humano a lo largo de la historia.
Mimi Tachikawa, guardiana de la Pureza que reside hasta en el abismo.
Yamato Ishida, dueño del poder de la Amistad
Sora Takenouchi, poseedora del Amor eterno e inmutable
Joe Kido, acólito de la Razón
Hikari Yagami, misteriosa creadora de Luz
Takeru Takaishi, regente de la Esperanza
Koushiro Izumi, encarnación del Conocimiento
Todos libraron luchas contra el mal y con ellos mismos. Pasaron ira, sexo, muerte, redención y locura, pero también amistad, solidaridad y respeto. Esta mezcla de emociones les permitió, sobre todo, alcanzar la victoria.
Aun así, hubo bajas.
Takeru y Hikari, las luces de esperanza, perecieron en la batalla final. No solo eso, quedó eliminado su pasado en la tierra. Nadie recordaba sus muertes, salvo los digidestined. Y en lo que ha ellos respecta, tampoco nadie sabía que salvaron al mundo de un mal acaso peor que el capitalismo o las dictaduras.
Salvaron al mundo, disfrutaron de ello por el momento, de la arrogancia que le otorgaron sus digimons, del poder encarnado que poseían sus digivices y emblemas. Pero ahora, en la tierra...eran nadie, como Ulises. Solo unos niños más observando las pálidas luces de la ciudad.
Mientras tanto, el digiworld se encontraba en una encrucijada. Seraphimon había ascendido al trono supremo y desde el Ángelus Castle planificaba con su reina Ophanimon las directivas principales de su gobierno. Yo por ese entonces era su lacayo, un asistente de Gennai.
Ahora he cambiado. Me he dado cuenta que el digiworld necesita, por ultima vez, aquellos niños que ayudaron al código binario a purificarse. Y, de alguna forma, también necesitan mi guía, porque no han encontrado un motivo a sus vidas después de aquella aventura... Creo que puedo dárselo.
Tarde o temprano, escucharán la palabra de...
OXX
Capítulo 1
Pasados Perpetuos
" El mejor profeta del futuro es el pasado"
Lord Byron
Querido Diario:
Me llamo Koushiro Izumi, aunque casi todos me dicen Izzy. Vivo en Shinjuku, soy japonés (aunque no creo en las fronteras), tengo 16 años y curso actualmente el tercer año de la escuela secundaria Odaiba. He decidido abrir tus páginas y escribir mis pensamientos debido a que mi afición por la ciencia (en especial la rama informática) me obliga a plasmar mi conocimiento en función de una mejor comprensión de la vida que tengo a mi alrededor...por eso, creo que lo principal sería referirme a...
El comienzo de mi relato queda trunco. Una voz suave me interrumpe. Creo saber quien es.
-¡Izzy, ya está la cena!
Mi madre, de buen corazón, aunque molesta a veces, ha sido en estos últimos años la antagonista de mi expresión literaria. Yo sé que por la boca habla el lenguaje, pero hay cosas que pertenecen al orden de lo privado, que preferiría no difundir. Me levanto rápidamente, voy al umbral de mi puerta y digo:
- ¡Ya voy, mamá!
Malditos pensamientos...he estado media hora tratando de escribir algo interesante sobre mi persona y lo único que pude plasmar son meras terminologías formales y obvias, sin ningún tipo de contenido. Espero mejorar esto...pero ahora, bajaré a comer.
Luego de bajar las escaleras y sentarme en la mesa del comedor, observé que había olvidado de lavar los platos, lo cual me dio una vergüenza absoluta. No suelo olvidar ningún detalle, aunque sea una minucia. Luego de que mi mamá apareció con los fideos, comencé a hablar...
-Mamá, te pido disculpas por no haber lavado los platos.
Otra vez la rutina estúpida de hacerse la víctima. Mientras esperaba su respuesta, no apartaba mi vista del suculento plato de fideos que me estaba sirviendo. De pronto, mi madre me miro sorprendida, como si la hubiese insultado o algo así. Terminó de servirme la comida y dijo, muy segura de sí:
-Hijo, se que has estado ocupado estos días, necesitas descansar. Sos un excelente alumno y el reposo le hace bien a tu cerebro.
Excelente, no sospecha nada. A veces, ser listo tiene sus ventajas. Empecé a comer el plato de fideos, ya que mi madre estaba terminando de servirse el suyo. Luego de saborear la espesa salsa en mi boca, proseguí la conversación:
-Lo sé, pero me disgusta olvidar una acción porque sí. Más aun si en vez de realizarla estaba perdiendo el tiempo escribiendo.
Mi madre parecía perpleja, desconcertada por lo que había dicho. Yo, estaba deleitado en el disfrute culinario, y, a simple vista, no parecía prestar demasiada atención a la conversación en si. Sin embargo, ella insistió con el tema:
-¿Comenzaste a escribir?
Raro que haya preguntado eso...es más enemiga de la literatura que EZ de los blogs. Y también es raro que piense este tipo de asuntos mientras me rasco el hombro. Lo cotidiano sobre lo intelectual, digamos. Para responderle, ensayé una descripción pomposa y medio rebuscada, que cada tanto, nunca viene mal:
-Sí, pensé que sería lo mejor para evaluar mi teoría científica y como veo el mundo hoy en día...expresar mi punto de vista en un objeto privado al que solo yo tenga acceso.
Mamá no parecía estar interesada en la conversación ahora como en un principio, ya que mientras comía lentamente los fideos, había encendido el televisor para oír las noticias mundiales de la BBC. Yo había terminado de comer y dirigía mi mirada hacia la reproducción de Hokusai que decoraba la sala. Ella contestó:
-Me parece perfecto. Hoy en día la mayoría de los chicos y chicas de tu edad no leen ni el diario...cuando yo era joven, nos hacían leer por obligación, a desgano. Pese a eso, aprendíamos bastante.
Internamente me moría de risa. El sistema educativo no ha dado frutos prácticamente desde su génesis, porque las políticas estructuralistas interpretan el conocimiento de una manera lineal, de pleno estudio y notas altas, cuando el conocimiento es algo que debe sentirse en el alma. La curiosidad es el cubierto del plato del saber. Las instituciones solo dan una base, a menudo precaria, que puede servir, o no. La búsqueda personal es el valor fundamental que se debe tener si se quiere llegar al conocimiento. Pero estas reflexiones me abruman. Me limpie cuidadosamente la boca con la servilleta y dije la típica respuesta liberal que Joe criticaría:
-Lo sé, la educación escolar está en decadencia hoy en día...
No me dejó terminar la frase, y exclamó:
- Hablando del colegio, hijo...¿hay alguna chica que te guste?
Me ruboricé al instante. Mi madre sabe cuales fueron las dos únicas mujeres por las que he sentido una atracción mas allá del aspecto físico, y la verdad sea dicha...no tenía ganas de tener esta conversación una y otra vez cada semana. Bostecé, de verdad me estaba aburriendo, y contesté a desgano...
-No mamá, no hay ninguna...las hubo en su momento.
Y no las habrá nunca más, debo añadir. Pero debo concentrarme en los fideos, en degustarlos en mi paladar. Le pedí a mi madre que me sirva un poco más y mientras lo hacía, preguntó:
-Eso no significa que pueda volver a haberlas...¿verdad?
Claro que si, pero no es lo que me interesa ahora. A decir verdad, nunca tuve mucho éxito con las mujeres. Claro que no llegaba a los niveles de Joe, pero bueno, nunca deje de ser un perdedor en cierto sentido. Respondí duramente, mientras me acomodaba en el asiento:
-No creo...al menos, como ellas no.
Mamá puso una cara de celos que no olvidaré jamás. Aun así, tras esa fachada, a simple vista se ocurre el irrefrenable deseo de que siente cabeza con alguna chica de Odaiba. O quien sabe, quizá hasta con una monja. De todas formas, le he hecho saber últimamente que ese tipo de asuntos no figuran en mis planes inmediatos. Pero se ve que no me comprende, porque sigue insistiendo...
-Vamos hijo, no seas tonto...Mimi y Sora podrán estar ocupadas, pero eso no significa que no haya otras mejores...o sin ir mas lejos, que ellas vuelvan alguna vez a tu vida.
Si mamá supiera la verdad, la cruel verdad...pensaría de otra manera. Sora noviando con Tai, ese demente repulsivo que vive maltratándola y pegándole. A decir verdad, ignoro por qué ella no reacciona de alguna manera contra semejante cavernícola. Acá, entre nosotros, los simples mortales, el no es líder de nadie. Pero se ve que las viejas costumbres son difíciles de dejar. Tomé un vaso de agua, exhale un suspiro y dije, a medio camino entre la vergüenza y la culpa:
-Es que no sé, mamá...hace mucho que no las veo. Sora iba a mudarse a Tokio este mes, creo. Espero tener alguna chance de reencontrarme con ella.
Y espero no tener que cruzarme a ya-sabes quién. Aborrezco la violencia y no quiero generarla estúpidamente, pero si me provocan, no sé adonde podría llegar. Mi gato vino a la mesa y bajé mi mano para acariciarlo. Ronroneaba gustoso. Mamá siguió hablando:
-¿Y con tus amigos te ves? Podrías invitar a alguno a casa, de vez en cuando.
Claro, para que discutan y eventualmente, se muelan a golpes. Ni lo sueñes, madre. Me levanté a lavar unos utensilios y mientras el agua fría bailaba en mis dedos, le contesté...
-Puede ser. Con Joe me comunico telefónicamente, pero no lo veo hace un año. La universidad le exige demasiado tiempo...
Mentira, la universidad no es difícil. No para alguien con su genio. La razón de que no tenga tiempo para casi nada es que tomó un trabajo temporal en una morgue federal, y pasa ahí todas las noches. A decir verdad, un lugar horrible, pero por alguna razón no menos horrible Joe se siente a gusto, ahí, entre los muertos. Quizá quiera morir, de cualquier forma lo sabré antes de que lo concrete. Dejé de lavar y volví a la mesa. Antes de sentarme, le dije...
-Aun así, es importante que no pierdan el contacto. Quien sabe, por ahí tiene novia y no te ha contado.
Joe no es bueno guardando secretos, como Tai no es bueno manipulando a la gente, o Sora mintiendo. Definitivamente, son cosas imposibles. Mientras secaba mis manos con un trapo, respondí divertido...
-Mamá, Joe no tiene una buena relación con las mujeres de su edad.
Si Joe escuchara esto me mataría. O quizá no, es bastante cobarde. Pero cuando alcanza su límite, no quisiera estar cerca de él. Observaba detenidamente la biblioteca, donde sobresalía un nuevo libro de Kenzaburo Oé, La Presa, que aún no había leído. Pero mi calma fue interrumpida por la incisiva pregunta de mi madre...
-¿Es Gay?
Las cosas que pregunta esta mujer son increíbles. Aun así, siempre que recuerdo los tiempos pasados, recuerdo el olor eléctrico del sexo. Hoy por hoy esos asuntos me importan poco, pero en su momento, en plena Isla File, llegaban a mi mente en momentos de ocio colectivo. No podría decir quienes de nosotros eran gays...Matt evidentemente lo era, pero él era mas bien bisexual, andrógino. Respetaba a todos, salvo a Tai. Siempre se especuló que tras tanto odio se escondía un romance guardado bajo siete llaves, pero solo eran rumores. Aunque cuando somos tan pocos, los rumores pierden de a poco su valor sensacionalista y pasan a ser prácticamente una verdad absoluta. Temblaba un poco, este tipo de preguntas me generaban una relativa preocupación. Me volví a servir jugo de naranja, y tras beber lo que quedaba me crucé de brazos esperando a que la digestión hiciera efecto. Contesté de manera casi evasiva:
-Nooo. Solo es tímido.
Y jodidamente soberbio, debo añadir. Mi madre miraba consternada, pero risueña. Mientras sacaba una revista dominical para leer, me contestó:
-Nada que el tiempo no cure...la primera vez que salí con un chico, me moría de nervios y creía que iba a arruinarlo todo. Por suerte la vida me demostró que estaba equivocada.
¿ Eso fue una metáfora? Si es así, mis reflexiones sobre la educación en Japón no estaban tan erradas. Seguía con los brazos cruzados, y de a poco se acalambraban. Por algún motivo, no parecía importarme, la conversación era el único tema interesante en este momento finito de la existencia. Le respondí, impostando un poco la voz...
-Si mamá, pero Joe es un tipo maduro. Alguna vez tendrá que cambiar de actitud si quiere cambiar algo de su vida.
No sirve de nada decirle eso a Joe, el sigue su obstinado camino racional. Yo también soy racional, pero no soy un esclavo del discurso. El sí lo es. Repentinamente, mamá respondió:
-Eso ya depende de él, no de ti.
Sabio consejo, pero individualista hasta el tuétano. Si mi amigo necesita ayuda, no vacilaré en otorgarle lo que necesite. El Busto de Beethoven encima de la repisa parecía mirarme con desaprobación. Respondí mientras movía los brazos, ya que el calambre me estaba hartando.
-Lo que pasa es que Joe en un aspecto es como yo: no ha conocido chicas que lleguen al nivel de Sora y Mimi.
Mejor dicho, NO HA CONOCIDO CHICAS. Es excesivamente tímido...salvo, justamente, con Sora y Mimi. Aunque con esta última es discutible, ya que después de aquel asunto la relación se tornó muy complicada. No es bueno, bajo ningún punto de vista, recordar tanto los malos tiempos. Joe hace eso a menudo, lo que lo sume en profundas depresiones. El calambre estaba pasando, de a poco, y mientras tanto, mi madre preguntó esta obviedad:
-¿A él también le gustaban?
Le respondí con una sonrisa sardónica:
-Nos gustaban a todos. Ellas sabían esto y bromeaban acerca de quien era la mas linda. Igualmente, cada uno tenía su preferencia. Por ejemplo, Joe se enamoró de Mimi desde la primera vez que la vio...
-¿Y no intentó nada con ella?
Basta de hacerme recordar lo que pasó entre Joe y Mimi. Lo recuerdo claramente, fue horrible. A partir de ahí, todos empezaron a odiarlo. Todos, salvo Matt, su hermano, Kari y un servidor. El sufrimiento de mi amigo debió ser inimaginable, y el de Mimi, todavía mas. Pero en ese entonces no podíamos hacer nada, éramos todos jóvenes e inexpertos. A decir verdad, lo seguimos siendo.
-De hecho sí, pero Mimi es muy caprichosa y egoísta...rara vez registraba las indirectas de Joe. Sora, por el contrario, lo comprendía perfectamente y trataba de ayudarlo.
Y obviamente Joe era mas evidente que nadie, pero eso no importaba. Al menos estaba decidido a un objetivo en particular. No como ahora, donde está a la deriva, alienado. Mi madre tenía cara de cansada...la conversación se estaba extendiendo mucho y yo soy un hueso duro de roer. Contestó, ligeramente preocupada...
-Pero no hubo caso...¿cierto?
La respuesta es obvia, por lo tanto decírsela me molestó un poco...
-No, la verdad que no...y luego hubo un problema entre Mimi y Joe, que los distancia hasta hoy.
Y que prefiero olvidar, pero mi madre no contribuye a eso de ninguna manera...preguntó, aún más preocupada:
-¿Qué tipo de problema?
Odio mentirle a mi madre, pero la verdad es destructiva en este punto. Además, esta conversación es trivial, por lo tanto si puedo evitar que sepa lo que sucedió, mejor aún. Tenía ganas de terminar este diálogo, se estaba extendiendo mas de la cuenta y empezaba a bostezar en demasía. Me hice el misterioso y le respondí lo siguiente:
-Nadie sabe con exactitud, pero de un momento a otro Mimi empezó a odiar irracionalmente a Joe. Y hasta donde yo sé, Sora tampoco habla con él.
Mamá se veía triste. Contestó, lúgubremente...
-Pobre chico, debe sentirse muy solo.
Y que lo digas. Realmente creo que si no me tuviese a mi, ya se hubiese desmonorado como un castillo de naipes. Tenía la cabeza gacha, y los ojos brillosos...contesté, aburrido:
-Ya lo creo.
Mamá me pidió que me levantase para sacar el mantel. Ya era hora, evidentemente tantas incógnitas la habían cansado. La retórica me encanta. Pero no me gusta usarla con mi madre, no soy esa clase de persona. Mientras ella terminaba de levantar todo y mientras la ayudaba, me dijo con ternura:
-En fin hijo, son cosas que pasan. Te doy un consejo: no intentes ayudar a dos personas a la vez si estas se odian...charla con cada una individualmente y observá su punto de vista.
Es medio complicado...pero de alguna forma, útil. Veré que puedo hacer respecto al asunto Sora-Joe, creo que es hora de que haga algo para reparar la relación.
-Gracias, es un buen consejo. Y mamá, la comida estuvo espectacular.
La única verdad absoluta que digo y pienso. Mamá me dio un fuerte abrazo y contestó, emocionada:
-De nada hijo, es un placer cocinar para un chico tan inteligente como vos. Ahora no te preocupes por levantar la mesa, andá a tu cuarto y descansa. Yo voy al mercado, en un rato vuelvo.
Mejor aún, puedo dedicarme a mis pensamientos. Y de paso, ver que onda Foros EZ, a ver si hay algún post útil y profundo que no sea hecho por mí. Suena soberbio, pero la verdad es que el nivel general es lamentable. En fin, estaba cansado y le dije a mi madre que iba a dormir. La saludé gustoso...
-Bueno mamá, nos veremos luego...
Ella me contestó, con esa mirada que solo puedo reconocer como igual a la mía. Y ya solo su tono, como un arrullo, daba todavía más ganas de descansar...dijo:
- Suerte hijo, que duermas bien...
Al día siguiente me desperté a las 8:00 AM. Estaba aturdido, no había dormido bien. La conversación de ayer me había devuelto las dudas sobre mi papel...¿hacía bien en desligarme de los problemas ajenos? ¿mis amigos y amigas, no necesitaban, acaso, una oportunidad para reconciliarse? Pese a que los ánimos estaban caldeados y temía intervenir, no hacerlo sería egoísta, inhumano. Después de todo, Joe no tuvo la culpa de nada...¿o si?
La curiosidad, la maldita e imposible curiosidad seguía acechándome. Era adicto a ella. Como Tai al poder, Joe a la reclusión o Mimi a la vanidad. Todos enfermos, todos vacíos. Pese a todo, compartimos un momento que jamás será olvidado, y aunque nunca volverá a suceder, aún hay esperanzas de hablar. No con Tai, desde luego. Pero Sora y Joe son otra historia...
Todavía no me levantaba de la cama. Estaba dudando, conjeturando...en definitiva, eludiendo la situación. Pero recordé algo. El digivice debía estar en mi armario, junto a la Notebook, las fotos, los escritos...tenía que encontrarlos. Me levanté rápidamente de la cama, y fui a lavarme la cara y los dientes. Tras salir del baño pisé accidentalmente al gato, que injurió en su idioma. No le di importancia, volví al cuarto y luego de vestirme apresuradamente, empecé a revolver en los cajones.
Entre los libros que ya no leía, los tratados científicos, la edición japonesa de la revista Wired, las cartas de la hermana de Tai y diversos mechones de pelo cuidadosamente guardados (nunca se sabe si serán útiles en el futuro), se encontraba una bolsa de consorcio cuidadosamente cerrada, con una etiqueta en el centro: DIGIWORLD. Un acto, debo decir, irresponsable...pero a los adultos no les hubiese importado, creerían que era parte de un juego de rol de niños. Se equivocaban: fue todo, menos un juego.
Abrí la bolsa violentamente, como si mi mera existencia dependiese del contenido de ella. Tiré la Notebook a la cama con tal aversión que por poco más se rompe. Pegada a la misma había un sobre de papel madera. Me imaginaba que contendría. Lo rompí y su contenido cayó al suelo. Fotos de todos nosotros sonriendo, con nuestros respectivos digimons...los viejos tiempos fueron buenos, desde luego. Por lo menos antes de enfrentarnos a los Dark Masters, Isla File era el paraíso que habíamos soñado. Las chicas en poses sugerentes, Matt esbelto, único en su androginia, Tai con buena cara, Joe tímido pero participativo, Takeru y Hikari vivos y felices (para ellos sí era un juego, después de todo)...solo yo parecía absorto, autista, en mi mundo interior. Recién al final, cuando estábamos tensos, cuando la rivalidad entre Joe y Tai se hacía mas fuerte, cuando Mimi lloraba cada día mas...yo parecía despertar, socializar, porque todo se derrumbaba y no sabía como modificar la situación.
Pienso demasiado. Tentomon diría que me relaje, que no me preocupe. Pero tengo un emblema, y debo hacerle honor. El conocimiento no solo es saber de política, leer oscuros libros de Scudder Klyce y Ayn Rand, comprender el Ser de Heidegger y maravillarse con la música de Schubert...es ayudar a tus amigos, estar en los malos momentos. Es armonizar, debatir sanamente, es recorrer el largo camino hacia la razón, la idea de bien. Pero la retórica me abruma. Debo actuar, reaccionar, cambiar la historia.
Tiré las fotos y me subí a la cama para ver si la Notebook estaba en buen estado. Al menos exteriormente, no la veía dañada. La enchufé y encendí el botón "Power", gustoso. Pero la pantalla no salía de su negrura. Quizás no tenía carga. Empezaba a molestarme...¿tanto me ilusioné con que esta chatarra iba a funcionar? Igual, era lógico...si sobrevivió a todo un año en el digiworld, tendría que sobrevivir a cualquier cosa. Lentamente empezaba a quedarme dormido. Eran las 8:30. Intenté despertar, pero fue inútil. Caí rendido en los brazos de Morfeo.
Estaba perdido en las puertas de la percepción, el dominio del inconsciente: el Sueño. Caminaba sin rumbo fijo por él, observando curioso los televisores que sobresalían en la arena. Parecían flores perversas, terribles. En uno de ellos se observaba un hombre crucificado a punto ser incendiado por una turba. En otro, la agradable cara de Mimi cantando un tema de Bob Dylan. Todo es posible en este plano mental. Pero algo me perturbó e interrumpió mi caminata.
Una sombra, extraña, difusa, se observaba en el horizonte. Venía hacia mi. Intenté huir, pero mis piernas no se movían. Estaba petrificado, clavado en la arena. La figura se acercaba rápidamente y pude distinguir algunos rasgos: su contorno daba la impresión de ser un hombre alto, con pelo largo, vestido con un traje de color claro, que no alcancé a distinguir en profundidad. Cuando se estaba acercando a mi, me di cuenta que la figura seguía rodeada de sombras, pese al sol radiante. Al estar a unos metros de distancia, se detuvo con calma y habló, con una voz de ultratumba.
-Koushiro Izumi, vengo en paz.
Aturdido por la sorpresa que me provocó escuchar a esa figura sombría, me puse pálido. Su voz era imposible de definir, parecía la voz de un anciano que ve al mundo extinguirse ante sus ojos. Sin embargo, tenía una fuerza y una seguridad peculiares. Respondí tímidamente:
-¿Qué eres? ¿Qué quieres de mi?
Pareció disgustarse, y calló. Pero luego de unos segundos, retomó el dialogo:
-Soy un errante, un enigma. He sido muchas cosas, pero pocas me disgustan tanto como haber sido un lacayo, un esclavo. Busco redimirme, quiero salvar el Digiworld. Pero no puedo hacerlo solo.
Tales palabras me sorprendieron...¿qué era este ser, digimon o humano? ¿ estará tratando de engañarme? Todas estas preguntas eran inútiles, de momento. Traté de seguirle el juego, y contesté:
-¿Cómo sabes que fui un digidestined? ¿Qué garantía tengo de que no eres un Dark Master perdido que trata de vengarse de mí, y del resto?
- Tienes mi palabra. Si fuese un Dark Master, te hubiese asesinado al instante. Sin embargo, no lo hice. Además, esto sigue siendo un sueño. Tu sueño...
Esto era cada vez más y más surrealista, como una película de David Lynch. Aunque la criatura me recordaba a La Muerte, como la presentó Bergman en El Séptimo Sello. Claramente la presencia de este ser era algo aterrorizante, que de no ser esto un sueño seguro me hubiese hecho en los pantalones. Aun así, presa del miedo, le respondí...
-Si esto es un sueño...¿por qué hablas como si fuera real?...No sé que fuerzas te guían, ni en qué podría ayudarte a salvar el Digiworld. No soy ya un digidestined, y no lo seré jamás. Solo quiero que mis amigos estén bien, quiero ser una persona normal. El pasado es una carga que quiero quitarme de encima. Debo vivir con los pies en la tierra. Todos los digidestined, en mayor o menor medida, están enfermos, y es mi deber ayudarlos. Pero no de esta manera, no volviendo al antiguo juego.
No respondía. Seguramente estaba preso del desconcierto que le causaba mi respuesta racional, quizá demasiado lógica. De todos modos, estaba hablando con una entidad en un sueño...la situación distaba mucho de formar parte del sombrío mundo de la razón. La arena de del desierto se anidaba en mis ojos, y de repente respondió:
-Tú, que caminas en las calles del saber, que has probado el fruto del conocimiento, deberías sentir que la razón está débil, que la pureza se corrompió, que el amor esta coartado y que el valor es la amenaza que deberán enfrentar. Me sorprende tu ignorancia, tu inequidad...has deshonrado tu emblema, tu icono. Estoy decepcionado.
Su arrogancia me sorprendió...¿quién se cree que es, este ser cuasi espectral, cuyas palabras son laberintos, para juzgarme? Una ira venenosa me invadió de repente...y mi respuesta se llenó de ella:
-¡No sé quién, o qué, te da derecho a juzgarme, pero si crees que te haré caso, estás muy equivocado! Soy un organismo racional en la sociedad, estoy delimitado por las reglas que me han inculcado. Intento romper con ellas, ir mas allá de la estricta moralidad típica de mi país, pero no es posible que me digas que te has decepcionado porque no accedo a seguirte en tu loca cruzada. El digiworld es un espacio ajeno, inhumano, al que no debo ni quiero pertenecer jamás.
Tras mis palabras, la criatura parecía disgustada...pero no tardó en responder:
-Estás equivocado, Koushiro. El digiworld es su hogar, su espacio. Es el ámbito donde se sienten seguros. En él no son simples mortales abocados a tareas mundanas. Son luchadores, enfrascados en aventuras increíbles, surrealistas. Se acercan más a lo que desean...el poder. Son dioses en un mundo ilógico, un libro de páginas blancas que espera ser escrito.
¿ Tendrá razón este ser? ¿Debemos volver a tomar contacto con el poder, y obrar en consecuencia de ello? Tales pensamientos me inquietan sobremanera...y sinceramente, no soy quien para decidir por todos. Nunca fui un líder, ni quiero serlo. Tampoco significa que Tai lo sea. Pero, definitivamente, no puedo decidir por una mayoría. Tal es mi juicio y mi verdad, le respondí a la entidad lo siguiente:
-Quien quiera que seas, tus palabras guardan algo de verdad. Aun así, deberás entender que decisiones como ésta no deben ser tomadas a la ligera. No sé si esto es real o no, pero no puedo permitirme decidir por los demás. Sabrás que mi emblema no implica liderazgo. Implicara guía, consejo, pero no mucho más. ¿Me entendés? Sé que no podes hacerlo solo, pero yo tampoco soy quien para aceptarlo. Necesito tiempo, y confío en que puedas dármelo.
La criatura pareció sonreír, pero seguía mirándome severamente...pese a ello me respondió:
-Entiendo tu situación, Koushiro, avatar del Conocimiento, pero comprende que el tiempo se acaba...situaciones peligrosas se pondrán en juego, y no he hallado la forma de evitarlas. El destino es inescrutable y definitivo. Aun así, debo advertirte de Gennai...intentará contactarte y desplegaren sus redes de manipulación. No confíes en él...sirve a lo que tu llamarías "las fuerzas oscuras". Dichas fuerzas son responsables del estado actual del Digiworld. Seguramente te preguntarás por qué deberías creer a un extraño. Koushiro, he formado parte de esas hordas, fui cómplice de sus repulsivos planes y busco redimirme haciendo todo lo posible por destruirlas. Solo de esa manera encontraré paz en mi existencia. Pero debo dejarte, tienes mucho que hacer. Y yo también. Nos veremos...
Su desapego me enervaba...por lo que grité, casi suplicando...
-¡TU NOMBRE!...¿ COMO DEBO LLAMARTE?
Su figura se estaba desvaneciendo lentamente, junto con el escenario del sueño. Antes de que todo se pusiese oscuro, dijo, susurrando pero decidido...
-Llámame Oxx.
Luego, el vacío. Cuando me desperté, eran las 8: 30...¿no había pasado el tiempo?¿ todo fue una alucinación febril, un instante onírico sin importancia? Desde luego que lo era...¿o no?
Extrañamente, la pantalla de mi computadora se había puesto azulada (claro signo de error). Unas letras pálidas centelleaban en ella. Y decían lo siguiente:
NO FUE UN SUEÑO. EL TIEMPO SE ACABA Y NO PODRÉ EVITAR LAS TRAGEDIAS QUE OCURRIRÁN. CUANDO CAMBIES DE OPINIÓN, ME REVELARÉ ANTE SUS OJOS.
OXX
El antiguo juego empezaba de vuelta, y yo, con todo mi saber, no podía hacer nada para evitarlo...
"Llamamos destino a todo cuanto limita nuestro poder"
Ralph Waldo Emerson