Cap.1 "nuevos problemas"
Ya había pasado un año desde mi regreso al sengoku.
Yo era la sacerdotisa junto con la anciana Kaede, quien se había convertido en mi maestra.
Ya hacia mis propios exorcismos y mis medicinas. Había aprendido rápido cosa que la anciana Kaede alago de mi.
Miroku y Sango estaban ocupados cuidando de sus gemelas de 4 años y de su bebe de 1 año. Así que no se les veía mucho por el templo.
Yo vivía en la cabaña de la anciana Kaede junto con la pequeña Rin y Shippou cuando volvía de sus entrenamientos.
Todo estaba bien hasta ahí.
Pero en la aldea también vivía Inuyasha.
Parece ser que con el paso del tiempo se volvía más insoportable.
No me tocaba, si no era necesario, pero tampoco dejaba que nadie más se acercara a mí y eso en mi profesión es imposible. Parecía querer huir de algo cuando me tocaba o me miraba fijamente.
Pero una vez que era de noche y yo estaba en el templo orando por mis seres queridos y para proteger la aldea él se me acerco con los ojos ardiendo en deseo puro.
Me había acorralado contra el altar que había ahí y comenzó a besarme de una forma tan apasionada que me dejaba sin aliento.
Hace un año que él me besaba así, pero nunca concluíamos nada porque alguien siempre interrumpía y eso a él le fastidiaba y lo ponía de mal humor.
Pero esa vez había sido diferente… el no dio espacio a treguas.
Se saco su traje de rata de fuego junto con su kosode blanco de un tirón y lo mando a volar por ahí.
No fue mejor la suerte de mi traje de sacerdotisa, la parte superior la desprendió de mis hombros con facilidad.
La cara que tenia mientras me veía semi desnuda era tan irreal, me veía como si yo fuera al supremo o algo así, me estaba admirando y devorando a la vez con sus hermosos ojos dorados que parecían en ese momento puro fuego.
Yo no me quede atrás, lo contemple entero, nunca en mi vida había visto a un hombre más hermoso que el que tenía enfrente.
El rose de sus manos sobre mi piel era fuego, así lo sentía, quemándome por dentro.
Me había tomado por los muslos y me había sentado en el altar.
Parecía el sacrificio y él era el dios al que yo me entregaba.
Su boca no estaba quieta.
La movía suave, pero posesivamente sobre la mía. Con una mano sujeto mi nuca y profundizo el beso, mordiendo levemente mi labio inferíos para que dejara entrar a su lengua que estaba tan cálida como su mano en mi espalda.
El beso se volvió más apasionado, hasta que tuvimos que separarnos para tomar aire.
El aprovecho el momento y con su boca tomo uno de mis pechos.
Los beso, los lamio, los mordisqueo, lo succiono y yo no podía hacer otra cosa que gemir en sus aterciopeladas orejitas.
No aguante la sensación y con ambas manos las acaricie, las ajito y dio un ronco gemido, lo que me indico que le gustaba, yo seguí acariciándolas hasta que tomo mis manos y me dijo de forma ronca y entrecortada:
No… sigas con eso… porque sino… se acabara… el poco control que… aun me queda…
Yo mordí mi labio inferior y eso pareció incitarlo, pues se lanzo de nuevo a mis labios hambriento y yo respondí de igual forma, estaba hambrienta de él.
No me di cuenta cuando ambos perdimos la parte inferior de nuestra ropa, pero supongo que él fue el que me la quito. Sus caricias en mis pechos me tenían al borde de la desesperación, quería sentirlo unido a mí.
Me miro a los ojos fijamente y lo vi de igual forma.
El se llevo un dedo a la boca y yo lo mire hipnotizada, pues esa actitud me pareció de lo más sensual que había visto en el. Luego bajo la mano hasta llegar a mi entrepierna donde deje de respirar al sentir su dedo entrar en mi cavidad.
Me veía tan fijamente que incluso me avergonzaba, pero no podía hacer nada más que jadear y gemir mientras el movía su dedo dentro de mi interior. Cuando introdujo un segundo dedo me sentí desfallecer ante el placer que me daba.
El dejo de mirarme y cerró los ojos saboreándose los labios. Al parecer disfrutaba de lo que hacía.
Moví mi temblorosa mano a su entrepierna que estaba erecta y se veía muy dura y… grande… no es que yo viera hombres desnudos todo el tiempo pero algo me decía que era grande. "te va a partir en dos… o si tienes suerte solo te romperá la cadera" me dijo mi mente y yo sonreí lujuriosa lo que lo sorprendió cuando volvió a mirarme.
Encerré en mi mano su miembro y lo comencé a acariciar. El se tenso y la mano que tenía en mi interior se movió más lento. Ahora era mi turno.
Comencé a moverlo de arriba abajo sugestivamente y me deleite con sus gruñidos y sus gemidos que me decían que lo estaba disfrutando. El no se quedo atrás e hizo lo mismo.
Los movimientos eran tan rápidos que nos llevaron pronto al éxtasis del placer infinito.
Cuando recuperamos la conciencia nos miramos a los ojos. Yo todavía tenía mi mano en su entrepierna que volvió a endurecerse cuando el saco sus dedos de mi interior y se los llevo a la boca.
Ahí me miro como un cazador a su presa y yo me dejaría devorar por el.
De un rápido movimiento se puso entre mis piernas y coloco la punta de su miembro en mi entrada. Me vio otra vez y me beso lleno de ternura y pasión y contra mis labios me dijo "te amo"
Cuando entro no pude evitar sentir un poco de dolor y enterrar mis uñas en sus hombros, aunque no pareció dolerle porque su cara no reflejo en ningún momento dolor, solo satisfacción y placer.
Se detuvo cuando estuvo adentro y pude escuchar un "estas bien" que solo atine a contestar con un movimiento de mi cabeza. Luego escuche un "eres muy estrecha… me encanta" y eso me enrojeció furiosamente, pero se me paso cuando él comenzó a envestirme suave primero haciendo que me acostumbrara al ritmo y lo pudiera seguir y después rápido y certero lo que provoco fuertes jadeos de parte de ambos, gemidos roncos por parte de él y suaves grititos de placer.
No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero si se que juntos tocamos el cielo al mismo tiempo.
Me tire hacia atrás y me lleve a Inuyasha conmigo, acostándolo sobre mi cuerpo. Lo deje a la altura de mi pecho para poder acariciar su suave y sedoso cabello plateado.
Eso fue increíble- me dijo con la voz tan dulce que parecía un niño.
A mí también me lo pareció- me beso por última vez y nos quedamos profundamente dormidos hasta el día siguiente que nos tuvimos que levantar y vestir a toda prisa pues la anciana Kaede me estaba buscando.
De ese esplendoroso encuentro ya casi había pasado una semana. No estaba embaraza, pues mi periodo llego luego de tres días.
Mucha gente venía a la aldea, ya que alguien corrió el rumor de mi presencia y mucha gente quería mi ayuda, lo que hacía que no tuviera mucho tiempo para estar con Inuyasha.
Él lo entendía y por eso estaba de mal humor, porque después de un largo día terminaba agotada y sin energía para nada.
También a la aldea llego un rumor de un youkai que buscaba la gema de la sirena, que curiosamente yo debía purificar. Lo que provocaba más cansancio y problemas en la aldea. Destrozos por parte de Inuyasha que se veía obligado a usar el viento cortante para protegerme y a los aldeanos.
Más de una vez me vi obligada a crear un campo de energía alrededor de la aldea y a lanzar mis flechas. Que por consecuencia produjeron desmayos por causa del agotamiento físico y espiritual.
Ya no había casi tiempo para estar con Inuyasha lo que me ponía muy triste y a el igual. Esa tristeza la sacaba con su mal humor a desquitándose con Shippou, lo que me parecía injusto, pero ya se sabe como es el.
Que mas podía hacer yo?
No podía mandar a la gente a volar lejos o a que molestara a otro, pues la anciana Kaede era mayor y ya no estaba para desgastes, así que yo debía sustituirla.
Solo cuando el día no era tan denso, podía estar con Inuyasha y repetir bajo el árbol sagrado lo vivido en el templo. Pero eso no era muy seguido que digamos.
Yo tenía en mi cuello dos incisiones que me había hecho Inuyasha cuando me marco como su "hembra" eso para el tenia un gran valor, y solo sobre salía cuando estábamos haciendo el amor. Luego pasaban desapercibidas al ojo humano.
Pero nada, me había preparado para lo que tuve que ver, nada, ni el duro entrenamiento como sacerdotisa, nada me preparo para volver a ver a la persona que menos deseaba ver en ese momento tan feliz de mi vida… nada…