Capitulo 79: Intenciones

James no sabía como actuar en ese momento, él y Vernon Dursley estaban parados a unos metros de distancia de sus respectivas parejas. Se había vestido como un muggle, muy arropado pues estaba nevando. Habían llegado de manera muggle y no había hablado de absolutamente nada que no pudiera ser muggle.

Pero no era un muggle y Vernon lo sabía.

Podía notar como el gigantesco hombre lo miraba de reojo y hacía gestos que le indicaba que le tenía miedo y por algunos segundos, James también notó una pizca de asco en su actitud. No habían dicho ninguna palabra, simplemente se habían estrechado las manos al llegar y dejaron a las dos mujeres ir solas a la tumba de los Evans. James no sabía controlar bien eso de estar callado en un lugar, incluso estando en un cementerio y es que incluso la muerte para él era algo de respetar, pero también que honrar y estar callados no era una manera.

- ¿Y cómo va la vida de casados? - intentó preguntar James preguntándose si había sido una buena idea hablar la boca - digo, ¿todo bien?

Vernon tardó un momento en emitir algún sonido, como si estuviera pensando exactamente que palabras utilizar.

- Completamente normal - dijo finalmente - Petunia es una excelente esposa.

James apretó los labios, intentando descifrar lo que Vernon le había dicho. Normal, era exactamente lo que Lily siempre decía de Petunia y al parecer Vernon también. Tan normales que eran anormales.

- La verdad, Vernon es que quería preguntarte algo - James notó que algunas partes del rostro del hombre se estremecían - no es nada personal, solo es que... - James había pensado en esto desde el día en que empezaron a hacer los planes de vida de Sirius junto a la pelirroja - ... sabes, yo nunca conocí a los Evans, solo conozco a Lily y Petunia.

James y Vernon seguían sin mirarse, como si conversaran con el aire, si es que a eso se le podía llamar conversación.

- No hay más familiares cercanos, la señora Evans era hija única y el señor Evans tenía un hermano, pero murió como soldado en la guerra, en Alemania - relató Vernon, sin despegar la mirada de su esposa - solo tienen tíos abuelos y familiares muy lejanos que no reconocerían si pasar a veinte centímetros de distancia.

- Yo sólo quería saber, como, digo... - James intentaba encontrar las palabras perfectas, las más normales - ... Tú sabes que yo vengo de otra clase de... gente, sé que no te simpatizo y créeme no me siento ofendido ni nada - Vernón lo miró por primera ver y James se preguntó si alguna vez en su vida iba a decir bien la cosas - tú sabes más de tradiciones mugg... - James se detuvo en seco - ... normales, tradiciones normales y aunque tengo amigos que saben, tú conociste a los Evans.

James se quedó callado esperando que le dijeran algo, porque él definitivamente se había quedado sin palabras, pero lo único que pasaba en ese momento Vernon posando su mirada en la varita que salía de sus bolsillos. Definitivamente eran ojos de desaprobación.

- Un día quiero casarme con Lily - dijo finalmente James logrando que Vernon se sorprendiera - y no quiero preguntárselo mañana, ni pasado, pero quiero estar preparado, saber si hay algo que debiera hacer - James había pasado un tiempo pensándolo - ¿Le pido la mano a Petunia?, yo sé que no se hablan, pero tampoco quiero pasar por sobre ella y ¿hay algo que debería saber?

- Solo tienen diecisiete años - saltó el hombre, casi sin pensar - aun no tienes ni cómo mantenerla. Ni casa, ni auto

- Eso no es completamente cierto - dijo James - ya somos mayores de edad y dinero no es algo de lo que me preocupe, tengo mi propia bóveda en Gringotts, con bastantes galleons como para mantenernos.

James había cometido demasiados errores en solo diez segundos, primero lo contradijo, segundo, había mencionado palabras que los muggles como Vernon no conocía y por si no le bastara menciono que el dinero no le preocupaba, es definitivamente iba en contra de los valores capitalistas del gran hombre.

Vernon se puso rojo, como si se le subiera la presión.

- Yo, solo quería preguntarte - saltó James algo preocupado - no tienes por qué contestar, de verdad, solo fue de curioso.

Curiosidad, una palabra tan desaprobada por Vernon como creatividad. Vernon comenzó a hablar en murmullos, como si se estuviera hablando a si mismo, sin tomar en cuenta que James estaba frente a él.

- No, no, no - respiró hondo el gran hombre - lo hago por Petunia, lo hago por Petunia - murmuró mientras inhalaba y exhalaba - esta bien, seamos cuerdos, solo quiere saber como ser normal, yo soy normal - James por un segundo pensó que su cuñado tenía un maleficio - yo soy normal, soy un habitante normal, un ciudadano ejemplar, es mi deber controlar a esta gente. Eso, es mi deber, debo, yo debo hacerlo. ¿Pero qué le respondo? Debería pedirle la mano a Petunia, pero ¿Es seguro? y si mi pachoncita se contagia de algo, no, debe ser lo correcto - Vernon dio un último respiro hondo que le lleno el pecho y hablo hacía James que no sabía si estaba preocupado u ofendido - Lo correcto sería comentarlo con Petunia, cuando estés listo y - Vernon tartamudeó un poco - solo te pido que no te vean los vecinos.

- Seguro - asintió el aludido, algo temeroso.

- Y bueno, la gente... ya sabes, que no es como tú, que es normal - Vernon tartamudeaba nervioso - no sé en realidad como lo harán ustedes...

Vernon intentó recordar que había hecho él. Había ido a ver al señor Evans y luego de explicarle sus planes de casarse y de tener pruebas de que era un hombre decente y que podría mantener a su hija, él le dio la bendición. El hombre no estaba muy interesado en el dinero, pero él estaba listo para probar que era un digno yerno. Luego, en una cena en casa le propuso matrimonio, sin mucha parafernalia pero si con un anillo que había costado dos veces su sueldo.

- Lo normal, es ya sabes, luego de tener la bendición, encontrar un momento adecuado, arrodillarse y pedir matrimonio, con un gran anillo - Vernon infló el pecho de orgullo - Petunia aceptó de inmediato.

- Gracias, Vernon - dijo James intentando mantener todo en su cabeza. No era muy distinto a lo que hacían los magos, pero quería recordar todo lo que le había dicho su cuñado, porque estaba nervioso. Definitivamente quería estar por siempre con Lily y aunque siempre había dicho que se casarían y tendrían tantos hijos como para formar un equipo de quidditch, era la primera vez que se lo planteaba más como un plan que como un sueño - de verdad.

Vernon infló aun más el pecho y vio a su esposa abrazada de la pelirroja. Amaba a su esposa, le hacía bien estar con ella, era perfecta en su vida perfecta. Pronto tendrían un hijo, lo habían hablado y aunque sabían que querían esperar unos años, ya habían decidido que buscarían tener una familia. Vio como Petunia hablaba con Lily, era lindo ver como sonreía y es que más que mal eran familia.

Fue ahí cuando a Vernon le saltaron un sin fin de preguntas. ¿Sus hijos serían raros con la hermana de su esposa?, y si ellos se casan, tendrán hijos y ¿Será bueno que sus hijos tengan primos así?, ¿Sería correcto?. Quizá ellos no tienen hijos, quizás los crean, o los adoptan, Lily no venía de una familia con magia, quizá no podrían tener hijos. ¿Y que habían sido esas preguntas de matrimonio?, ¿Acaso no es sagrado matrimonio lo que ellos tienen?, quizás eran polígamos.

Vernon se calmó, recordó que Petunia le había dicho que no debía preocuparse, que todo era normal, que ellos solo era unos bichos raro y que no eran muchos. Pero aun así, tenía tantas dudas. Vernon Dursley jamás había tenido dudas y ahora tenía miles.

- ¿Es igual que nosotros? - preguntó Vernon calladamente, como si la pizca de curiosidad que le había nacido no fuese aprobada - Digo, ya sabes, matrimonio para toda la vida, hijos, igual que nosotros.

- Si - respondió James recordando como Albus Dumbledore alguna vez, en una cena de aniversario de sus padres había hablado de la unión mágica - El amor es un sentimiento muy fuerte para los magos, no conozco a nadie que terminara su matrimonio, excepto por la muerte de la pareja y aun viudos es difícil tener una nueva relación. Y es que cuando dos magos... - James se detuvo una milésima de segundo notando su amor - ... cuando dos personas como Lily o yo se unen no solo como una obligación del Ministerio, se unen en esencia - James quería decir que su magia se unía, por lo mismo generalmente sus patronus cambiaban, pero no quería asustar a Vernon con palabras que no iba a entender - Por ejemplo mis padres no se casaron tan jóvenes, pero llevan casi noventa años casados.

James se quedo pensando en lo que había dicho, hace mucho que no pensaba así del amor y la unión. Vio que Vernon abrió tanto los ojos que pensó que se le saldría.

- ¿Noventa años? - saltó asombrado - ¿Y no eran tan jóvenes?, ¡Santos Cielos!, ¿Están vivos?

- ¿Mis padres? - preguntó sin entender el aludido - si, y de lo más vivos, se lo pasan viajando.

Vernon parecía tener tanta curiosidad tan grande que casi le da un ataque de pánico.

- Deben tener más de cien años y me dicen que no están postrados - dijo Vernon - ¡Deben ser las personas con más años del mundo!

- Ni cerca - dijo James más relajado, acababa de entender su equivocación - La gente como nosotros vivimos más, conozco. La mayoría muere en accidentes, creando... - James intento cambiar la palabra hechizo de la oración - ... errores que uno comete practicando tú ya sabes qué, pero es normal llegar a los cien años, mi tio abuelo, que murió hace poco tenía ciento setenta y tres.

James miró a su cuñado tratando de no mostrar ninguna expresión, a pesar de que al parecer la conversación iba bien, sentía que era demasiado para que el hombre procesara lo que oía. En su cabeza escuchaba a Lily recordándole que tuviese cuidado con lo que dijese.

- Bien - concluyó James, intentando cambiar el tema - gracias por ayudarme, Vernon, de verdad que has sido de gran ayuda - Vernon movió un poco la cabeza como si recién volviera a la realidad, debía decir algo que evitara más preguntas - eres todo un hombre normal.

- Gracias - sonrió Vernon inflando nuevamente su pecho lleno de orgullo - solo recuerda que no te vean los vecinos.

James asintió y miró a las dos mujeres que ahora se acercaban a sus parejas. Lily y James se despidieron, cordialmente, sin demasiadas emociones y vieron como Vernon y Petunia salían del cementerio. Lily no le había dicho ninguna palabra a su pareja, simplemente caminaron por el cementerio y luego fuera de él.

- Casi me mata cuando intenté poner flores mágicas para que no se murieran con la nieve - dijo la pelirroja - No la culpo, en serio, sé que odia la magia, pero de nada iba a servir poner flores con esta nieve.

- Ya sabes, es lo normal - río James haciendo un tono chistoso con la palabra normal - un exceso de normalidad, igual que Vernon.

- Por favor, James, dime que no asustaste a Vernon - saltó preocupada la chica - Tuney me mataría.

- No te preocupes, solo una pequeña conversación, nada fuera de lo normal - río James repitiendo el sonido chistoso en la última palabra y recibiendo un golpe de la pelirroja - ¡Si no hice nada!

- Si no hiciste algo, de seguro lo harás después - se burló la chica - no te conoceré, James Potter.

Lily suspiró y agarró fuerte el brazo de su novio.

- ¿Todo bien? - preguntó James al recordar que claramente no era un día para burlas - ¿Quieres volver a casa?

- Todo bien, solo, no puedo creer como pasa el tiempo - Lily miró la acera llena de nieve, habían unos cuantos niños jugando como de costumbre, casi ningún adulto porque probablemente estaban recuperándose de la resaca de año nuevo - Son muchos recuerdo que tengo aquí.

- ¿Me harías un tour? - preguntó con una sonrisa encantadora el chico - nunca me has presentado nada de tu hogar.

Lily le dio un beso y asintió. James tenía razón, jamás había llevado al chico ahí y es que nunca había vuelto a su casa, que ya no era su casa. Según Petunia ahora la casa le pertenecía a otra familia.

La pareja caminó alejándose del cementerio. Fueron unos diez minutos hasta la zona más residencial, la pelirroja le mostró en el camino todos los lugares de su infancia, los árboles por los que escalaba cuando era niña, el parque donde jugaba con su hermana. El lugar exacto donde iba a leer cuando no quería estar en casa para no molestar a su hermana.

- Por allí vive Severus - dijo con una media sonrisa mientras apuntaba hacía un puente - y antes de que digas cualquier comentario, solo recuerda que sea quien sea ahora, no cambia que fue parte importante de mi infancia.

James se trago cualquier comentario, no quería hacer sufrir a su novia y tenía razón. Ya llevaba tiempo de que se había arrepentido de las tortuosidades infantiles y adolescentes por las que tuvo que pasar Snape. No importaba si él tampoco era muy amigable, por decir lo menos, pero ya había aprendido que a veces había sido demasiado con él. Eso no cambiaba que no dejaría que le tocara ni un pelo a su novia, ni siquiera hablarle, él y era obvio que ahora él había pasado al lado de quién-no-debe-ser-nombrado.

Lily lo guió hasta su casa y se paró frente a ella y sonrió. Un niño rubio de no más de diez año, salió del portón y corrió hacía la nieve. Tenía tanta ropa que apena podía mover los brazos.

- Que bueno que hay niños ahí - sonrió la pelirroja - Mira, esa ventana de ahí, era mi habitación.

- ¿Me estás diciendo que la ventana daba a la calle? - preguntó James logrando confundir a la pelirroja - ¿Me estás diciendo que todo este tiempo pude haberte hecho una serenata?

El chico recibió un codazo y una risa de parte de su novia. James solo siguió riéndose para luego empezar a tararear una canción. Se arrodillo y fingió tocar un instrumento invisible, para luego subir el volumen.

- James, detente, me estás avergonzando - Río la chica, pero el chico no se detuvo, siguió cantando algo desafinado pero con mucha pasión y ella supo que no iba a poner detener su locura - ¡JAMES POTTER!

Lily salió corriendo avergonzada y divertida, así que James la persiguió sin parar de cantar y aun fingiendo que tocaba lo que parecía un bajo invisible. La pelirroja pasó entre el parque de su casa, mientras los niños reían al oír cantar a James, lo que ahora parecía un mal intento de un canto tirolés. Lily le gritaba que nunca la iba a alcanzar, mientras se subía a los juegos quizá ya no eran tan adecuados para su porte.

Y así siguieron persiguiéndose, cantándose y burlándose mutuamente hasta que dio la hora de volver donde los Potter. James abrazó a la pelirroja por la espalda y caminaron juntos por la nieve. James sintió que nunca había visto el mundo con tanta claridad, hace tiempo que quería a Lily, que la amaba, pero fue en ese momento en el que se dio cuenta que quería una vida unida a la magia de esas pelirroja ver a Lily, de esa bruja maravillosa que tenía entre sus brazos.

Tenía claras sus intenciones.

oOo

Lo sé un año
no hay más excusas
simplemente ocurrió
Comenten sin parar y rétenme todo lo que quieran
Vuelen, vivan y no dejen que la gente que aman

Simona Polle