Capítulo II: Presentación del caso
Kazuha Toyama se sentía la adolescente más afortunada de Osaka, ya que había encontrado en su casillero cuatro boletos para ir al parque de diversiones de la ciudad, que había sido renovado y reabierto hacía un par de días. Por otro lado, Heiji Hattori estaba atravesando una terrible jaqueca por un extraño papel que había sido dejado en el mismo día y en el mismo lugar.
"859109 81202015189 205 11818521201185 117215121215 17215 13119 205
913161518201 3151315 2021 1215 843919205 8135 2114 11415".
Era todo lo que decía. Sí, como si un montón de números juntos pudieran tener algún significado relevante.
- Ey, Heiji, estuviste viendo ese papel por horas y todavía no tenés nada, ¿por qué no lo dejás? - le sugirió su amiga.
Ambos estaban en el aula, en medio de la clase de matemática.
- ¡Cómo querés que lo deje! – Protestó el chico. - Si me propongo ser el mejor detective de Japón debo poder descifrar esta clase de mensajes. Pero todavía no descubrí su significado.
- Vamos, Heiji, vení conmigo al parque de diversiones para distraerte un poco y seguro que después resolvés el código – propuso la chica. - Tengo cuatro boletos y tengo planeado invitar a Ran y a Kudo. Así salimos las dos pa… - la adolescente se mordió la lengua y se corrigió de inmediato - quiero decir, los cuatro.
- No creo que Kudo vaya – repuso el chico. - Escuché que está concentrado en un caso muy difícil.
- Bueno, ya le mandé un correo a Ran a ver qué le parece. A lo mejor, ella lo convence de que venga.
"A menos que encuentre la manera para que crecer repentinamente, lo dudo", reflexionó Hattori.
- Hattori, por favor, pasá a resolver la ecuación - le ordenó su profesora.
- Sí, sensei.
Después de resolver correctamente la ecuación, Hattori decidió espontáneamente enseñarle a la profesora el papel. "A lo mejor tiene que ver con alguna teoría o regla de matemática", consideró. La mujer accedió amablemente al pedido de su alumno-detective pero, en cuanto vio el contenido del mensaje, quedó atónita y perdida ante tantos números juntos. "¡Qué tonto! ¿Cómo una simple profesora de matemática va a poder descifrar este código?", se regañó mentalmente el adolescente.
Con otro fracaso consumado, regresó a su lugar y tomó asiento. Kazuha miró a Heiji con tristeza mientras sostenía el celular en su mano y le avisó:
- Ran aceptó mi invitación pero dice que va a venir con Conan en lugar de Shinichi.
"Lo sabía", se dijo así mismo el detective.
- Vamos, Kazuha, no te pongas triste. Querías ir al parque con Ran y lo vas a hacer.
- Vos también vas a venir, ¿verdad, Heiji? - Preguntó expectante.
- Supongo… salvo este maldito papel no me ha surgido ningún caso - contestó con indiferencia.
La afirmativa de su mejor amigo sorprendió y alegró tanto a Kazuha que olvidó donde estaba, se levantó repentinamente de su lugar y dio un alarido de felicidad. Toda la clase desvió su atención a la chica, mientras Heiji se tapó el rostro por la vergüenza ajena. Kazuha dio una pequeña carcajada y se disculpó con la profesora que, a modo de castigo, la hizo pasar a resolver el siguiente problema.
Ese fin de semana Ran, Conan, Kazuha y Heiji se aventuraron al parque de diversiones.
- Quedó muy bien - comentó el detective de Osaka asombrado.
- Construyeron dos nuevas montañas rusas, un laberinto de espejos y un paseo en botes… para enamorados - concluyó sonrojada Kazuha.
- Ni creas que vamos a ir a ese paseo - advirtió Heiji tajante.
- ¿Por qué iríamos a ese paseo? - contraatacó listamente su mejor amiga.
Heiji se sonrojó.
- Hacé de cuenta que no dije nada - murmuró.
Kazuha y Ran se adelantaron y Heiji y Shinichi pudieron comenzar a hablar con tranquilidad.
- Ey, Kudo, ¿te gustan los parques de diversiones?
- Fue justamente en un parque de diversiones donde me encogieron, pero no me molestan – contestó el niño de gafas. - Igualmente hubiera preferido quedarme en Tokio. Mañana se juega la final de la Copa del Emperador y tenía planeado ir al estadio con los chicos - refiriéndose a la liga de detectives - pero Ran fue muy persuasiva - explicó recordando la expresión poco amable que tuvo su mejor amiga a la hora de pedirle que la acompañara al parque. "Todo por culpa de Sonoko que se fue a visitar al tonto de su novio", pensó con el ceño fruncido.
- Pero, Kudo, ¡no seas tonto! Podés ir con Mouri al paseo de los enamorados y divertirte - bromeó Heiji.
Conan lo miró feo por ese comentario. Él no era Shinichi así que ni de casualidad andaría por esa atracción. Igualmente si fuera el de siempre tampoco se atrevería a entrar a ese lugar y menos con Ran.
- Cambiando de tema. Hace un año, en este lugar, tuve uno de mis primeros casos. Se trató de un chico que robó un banco. Cien millones de yenes en total, y no tuvo mejor idea que esconderse en el laberinto del terror. Claro que yo no le perdí el rastro, colaboré en la búsqueda y gracias a mis deducciones lo atraparon - contó orgulloso.
Conan no le dio mucha importancia, no parecía ser un caso tan complicado.
- ¿Un chico, decís? ¿Era muy joven?
- Bueno, en realidad, tenía diecinueve años en aquel entonces. Rui era su nombre. En cuanto lo atrapé no puso mucha resistencia. Dijo que robó el dinero para ayudar a su papá. Por cierto, encontré en mi casillero este extraño papel. - Heiji introdujo su mano en el bolsillo de su pantalón y le entregó al pequeño la hoja. - Me he estado exprimiendo el cerebro para averiguar qué significa.
-Si son sólo un montón de números - opinó Kudo -. No estoy seguro de que sea un mensaje en código. Ni siquiera parece estar firmado. ¿Qué podrá ser?