Capitulo 6: Amigos por siempre y para siempre.

Recordaba con exactitud cada detalle de aquel día durante la primavera de su cuarto año de vida, en ese tiempo su hogar lucía muy distinto a la sombría mansión que desde la fundación de Konoha marcó el territorio de su clan, entonces era común escuchar el armonioso trino de los pájaros en los cerezos, ver danzar alegremente los pétalos de sakura al compas que la traviesa brisa marcaba y percibir las distintas esencias que se mezclaban en el ambiente, producto de las numerosas flores que poblaban los jardines de la mansión. Incluso era común ver sonreír a su padre y más increíble que eso, éste solía celebrar por todo lo alto los logros de su "pequeña princesa", así la llamaba entonces, nadie podía tocar a su heredera, mucho menos menospreciarla o subestimarla, convencido de que algún día ella tomaría su lugar como la cabeza del Clan Hyuuga, convirtiéndose en su orgullo y trayendo honor a su familia con sus logros. Un añorante pasado lleno de bellos recuerdos que hoy temía tanto olvidar, el tiempo en el que fue feliz al lado de esa persona.

Hinata aún podía recordar la calidez de sus abrazos, sus dulces sonrisas y el agradable olor a almendras de su perfume, su madre, el ser humano más hermoso tanto interior como exteriormente que ella conoció, su modelo a seguir, quien le enseñó a creer en los demás y a no dejarse llevar por las apariencias sino por la verdad que había en los corazones de las personas.

Pese a ser tan pequeña, recordaba bien los momentos que pasaron juntas, su apego emocional y lo mucho que ésta la consentía sin llegar al extremo de malcriarla, colmada de sus atenciones Hinata se sentía importante, la llevaba consigo a todos lados y dócilmente se dejaba guiar por su gentil diligencia.

Algunos de los recuerdos que más atesoraba la jovencita se hallaban justamente en los acostumbrados paseos que solían realizar solas una vez por semana, solo entonces dejaban atrás los muros de la mansión para encontrarse con un mundo totalmente distinto al rígido ambiente familiar de los Hyuuga; la mayoría de las veces acostumbraban visitar a las amigas de su madre, reuniones en las que tomaban el té y de vez en cuando tenía la oportunidad de jugar con otros niños de su edad, pero sin duda lo que más le gustaba a Hinata, era visitar la tienda de golosinas de regreso a casa.

Era un local pequeño pero bien surtido, había tanta variedad de dulces en las vitrinas de dónde escoger, que a menudo se le hacía imposible decidirse por uno, y entonces la vio, una gran paleta en espiral de caramelo macizo, los ojos de Hinata brillaron por la emoción e inmediatamente hizo saber a su madre su elección, señalando con su pequeña manita la gran paleta de caramelo sabor naranja.

Con una gentil sonrisa su madre asintió y le dijo al dueño lo que deseaban, otra de las razones por las que frecuentaban ese lugar, era porque a su madre le encantaban los chocolates envinados rellenos de cereza que ahí vendían, un gusto que solía darse a solas y que de vez en cuando compartía con la pequeña.

El hombre iba a atender su pedido cuando se detuvo de la nada, mirando fijamente a alguien que acaba de entrar en el establecimiento, curiosa por el notorio desagrado que el rostro del hombre mostraba, tanto Hinata como su madre se volvieron a ver quién estaba en la puerta.

Era un niño de la edad de Hinata, lucía desaliñado y algo sucio, no obstante, lo que mayormente llamó la atención de Hinata no fueros sus ropas ajadas, sus enmarañados cabellos o su rostro mugriento, no, lo que atrajo su atención fueron sus ojos, de un intenso azul cielo y el color de su cabello, rubio, tan dorado como los rayos del sol de mediodía. Su contemplación no duró mucho, éste fue sacado a empujones del local, inconscientemente Hinata tomó la mano de su madre, impresionada por la desagradable escena.

- ¡Ya te he dicho muchas veces que no entres aquí! – vociferaba el hombre, a Hinata le atemorizó un poco, hasta entonces ella siempre lo consideró un señor muy agradable y gentil, la impresión que tenía de él se desbarató luego de que tomará al pequeño rudamente de la oreja y lo jalara a la puerta.

- ¡Pero tengo dinero!, ¡en serio, puedo pagarte! – el niño sacó unas monedas del bolsillo de su pantalón corto y se las ofreció, de un manotazo el otro las rechazó, tirándolas al suelo.

- ¡No quiero tu sucio dinero monstruo! ¡si vuelves a poner un pie dentro te daré una paliza! – Hinata no olvidaría la dolida expresión en el rostro del pequeño, ni mucho menos la fuerza bruta con la que fue sacado del establecimiento, en el momento en que finalmente logró dejar al chico afuera el rostro furioso del hombre se transfiguró por uno lleno de dulzura.

- Entonces Mizuho-san, me decía que quería diez chocolates con relleno de cereza y una paleta de naranja para Hinata-chan – dijo ligeramente risueño, como si nada hubiera pasado, regresando a su puesto tras la vitrina, Hinata no acababa de entender cómo ese hombre aparentemente tan bueno, podía ser tan cruel al mismo tiempo.

- Si, eso será todo… – inmediatamente Hinata alzó la cabeza para ver a su madre, el tono de su voz fue inusualmente frío y la gentil sonrisa que acostumbraba adornar sus labios reemplazada por una dura mueca que la pequeñita nunca antes le vio mostrar, la impasible mirada de su madre daba miedo, no duró mucho, en cuando volvió a ver a Hinata regresó a ser el calmo semblante de siempre.

Su madre no dijo una sola palabra mientras permanecieron en el establecimiento, ni agradeció al dueño luego de que las atendiera, salió con paso firme e aire indignado, algo que advirtió el hombre, pues no paraba de hacerle halagos y despedirse con la mayor cortesía de ella, esperando una próxima visita que nunca más se dio.

Cabizbaja, Hinata no paró de pensar en el pequeño rubio de vivaces ojos azules, ni en lo que había ocurrido ahí adentro, de su triste semblante y la violencia con que fue tratado, pensativa, caminó al lado de su madre sin soltar su mano, sintiéndose un tanto culpable por haber obtenido tan fácilmente esa golosina, mientras que a él, pese a tener dinero con que pagar, prácticamente lo sacaron a puntapiés del lugar.

Se sorprendió cuando levantó la vista del suelo, a lo lejos lo vio, era el mismo niño de la tienda. Estaba sentado al filo de una acera, abrazado de sus rodillas y con el rostro hundido entre sus brazos. Involuntaria, Hinata detuvo sus pasos para observarlo mejor, luego miró la irresistible paleta acaramelada que llevaba en su mano izquierda y de nuevo a él, su madre, quien se detuvo al sentir que Hinata no caminaba más, observó detenidamente a su primogénita.

- ¿Pasa algo malo Hinata? – le expresó dulcemente, comprendiendo de inmediato el infantil dilema de su pequeña hija.

- Yo… ¿puedo…? ¿puedo dársela? – fijó sus perlados ojos en la menuda figura del niño rubio, dándole a entender de inmediato a quien se refería.

- ¿Es eso lo que deseas hacer? – algo sonrojada, hizo que si con la cabeza – entonces ve… – le sonrió indulgente, soltando su mano para que hiciera lo que su corazón le dictara hacer. Hinata asintió feliz y corrió hacia donde el pequeño se encontraba sentado. Sin saber exactamente qué decir, únicamente atinó a acuclillarse frente a él para quedar a su altura.

- Este… – balbuceaba sonrojada, nerviosa, no así el tono de su voz fue lo suficiente alto como para que él la escuchara. El chico alzó lentamente la mirada, fijando sus húmedos ojos azules en los perlados de la pequeña – quería… – al encararlo de frente el color de sus mejillas se intensificó, nerviosa, no pudo sostenerle la mirada – que-quería regalarte esto – para sorpresa del pequeño, la niña le extendió una gran paleta de caramelo naranja.

- ¿Pa… para mí? – murmuró desconfiado, ella asintió efusivamente con la cabeza y en cuanto él tomó la paleta Hinata salió corriendo para refugiarse tras el kimono de su madre. Como si el chico no creyera su buena suerte miró incrédulo hacía donde la niña había corrido, la hermosa mujer que estaba con ella le sonrió gentil y asintió levemente, dándole a entender que estaba bien, que podía comerla, después se despidió de él con una suave oscilación de su mano, finalmente tomó de nuevo la mano de la menor y así emprendieron el camino a casa, lo último que Hinata vio de aquel niño fue su rostro sonriente, era la sonrisa más deslumbrante que Hinata hubiera visto a su corta edad, su rostro resplandecía como el mismo sol, un sol que sin saberlo entonces, iluminaría su camino y la libraría de las tinieblas que dentro de no mucho se apoderarían de su puro corazón.

Le costó un poco abrir los ojos, aún recordaba los últimos momentos de aquel vívido sueño que estaba segura no era un sueño como tal sino un recuerdo lejano – "Naruto-kun" – pensó feliz para sus adentros, ese había sido su primer encuentro, un especial momento en su vida que no había recordado en mucho tiempo.

El anestésico estado de somnolencia no duró mucho, a medida que recobraba el conocimiento iba siendo más consciente de su dolorido cuerpo, no había un solo palmo de él que no le doliera, aunque de todos los puntos quizás el que más le molestaba era su mano derecha, ardía como el infierno, ya no pudo tolerarlo más y terminó de despertar.

- ¡Hinata, gracias al cielo! – no tuvo tiempo de analizar por mucho su actual situación, de la nada había salido Jiraiya, plantándose a un costado de su cama, recibiéndola con una mueca de infinito alivio.

- ¿Jiraiya-sensei? – respondió con voz entrecortada, sentía la boca reseca, Jiraiya lo comprendió y de inmediato le pasó un vaso con agua para que se aclarara, ayudándola a beber – ¿qué pasó? – recapacitó algo confusa, entonces se vio el brazo enyesado y las múltiples vendas que cubrían su cuerpo, de golpe recordó lo ocurrido – ¡¿Naruto-kun está bien? – sobresaltada intento levantarse de la cama pero Jiraiya no lo permitió.

- Tranquilízate, él está bien… – inmovilizándola por los hombros la obligó a recostarse de nuevo en la cama – gracias al poder curativo del zorro no le tomó más que dos días recuperarse por completo de sus heridas.

- ¿Dos días? – balbuceó confusa, sintiendo un peso menos en cuanto Jiraiya le aclaró la situación de Naruto.

- Así es, a diferencia suya, tú no saliste tan bien librada pequeña… – le acarició superficialmente el cabello, dejando escapar un suspiro cansado – has estado inconsciente por cuatro días – la muchacha abrió mucho los ojos por la sorpresa y antes de que pudiera preguntar nada, Jiraiya se adelanto a explicar – veamos – y enumerando con los dedos comenzó a señalar cada falla – te fracturaste tres costillas, tienes un pulmón perforado, el cubito y radio de tu brazo izquierdo también se fracturaron y tu mano derecha sufrió quemaduras de segundo grado, tuviste mucha suerte de no dañarte los tendones, por lo demás, según Má, no podrás moverte de aquí en al menos un mes, sería muy riesgoso que continuaras el viaje en estas condiciones…

- Lo siento… – murmuró quedito, sintiéndose culpable de haberse convertido en una carga inútil para ellos – puede dejarme aquí y continuar con el entrenamiento de Naruto-kun, no quiero que por mi culpa se retrasen.

- ¿De qué hablas chiquilla tonta? – Jiraiya mostró genuino enfado al escucharla, decepcionado del concepto en que lo tenía – me has sacado el peor susto de mi vida, de ninguna forma podría abandonar a su suerte a mi querida hija – Hinata lo escuchó en silencio, asombrándole enormemente la última declaración de éste – eres el miembro más valioso de nuestro equipo Hinata.

- Ji-Jiraiya-sensei… – alzó la mirada y al verlo a los ojos y constatar que no mentía, los suyos se le llenaron de lagrimas, conmovida y evidentemente tocada por sus últimas palabras, fue cuestión de segundos para soltar a llorar inconsolable.

- ¿Por…? ¿por qué lloras? – espantado de su reacción Jiraiya se acercó a ella, no tenía la menor idea de qué hacer o decir para contentarla, le dio unas titubeantes palmaditas en la cabeza, el llanto se intensificó y él apartó de inmediato su mano. Por lo general era ella quien los consolaba y no a la inversa.

- Es… estoy muy feliz… – gimoteó después de un rato, y entre suspiros, gradualmente fue tranquilizándose hasta que solo su nariz constipada se escuchó, limpiándose las lagrimas con el dorso de su mano vendada; el esfuerzo del llanto le hizo resentir sus costillas rotas, no le importó, contenta de saber lo que Jiraiya realmente pensaba, y hablando de él, ella y Naruto no fueron los únicos perjudicados por la repentina aparición del Kyuubi – ¿y usted cómo está sensei?, su herida…

- Oh, no fue gran cosa – se abrió un poco la solapa de la yukata que vestía, mostrándole su pecho vendado – cauterizar la herida ayudó a que no pasara a mayores, ¿sabes? también estoy guardando reposo – ella asintió con la cabeza, sonriéndole tiernamente.

- Vaya, aunque dormí por cuatro días todavía estoy muy cansada… – bostezó sonoramente, más tranquila al saber que todo estaba en orden.

- Entonces duerme, gastaste casi todo tu chakra durante la batalla y el reposo hará que tu cuerpo sané más pronto… – Hinata entrecerró los ojos, luchando para no abandonarse por completo al sueño.

- No quisiera hacerlo sin antes ver a Naruto-kun… ¿podría llamarlo por favor? – la explicación de Jiraiya no la dejó del todo satisfecha, quería asegurarse con sus propios ojos del bienestar de su amigo. Las señales de alarma en Hinata se dispararon luego de escuchar el apesadumbrado suspiro de Jiraiya, el sueño se despejo y de inmediato demandó insistente con la mirada una explicación.

- Aunque lo llame dudo que venga – terminó por ceder a la muda exigencia de su alumna, rascándose un tanto nervioso la mejilla y evitando verla a los ojos.

- ¿Po… por qué?, ¿está molesto conmigo? – tanto su rostro como su voz se vieron afectados, no soportaba la idea de que él pudiera menospreciarla por lo que pasó.

- Yo no diría que contigo…, más bien está molesto con él mismo – cansado, Jiraiya se dejó caer en una silla que estaba ubicada junto a la cama de su alumna, lugar donde tanto él como Má, la sapa anciana, se habían turnado para velar por el bienestar de la pequeña.

- No lo entiendo… ¿por qué haría algo así? – expresó genuino desconcierto, hundiendo la cabeza en la almohada, tratando de hilar algún sentido cuerdo a la actitud de Naruto.

- Se culpa de lo que te pasó y no quiere acercarte a ti porque piensa que puede volver a lastimarte – le aclaró Jiraiya, lo que de inmediato dio paso al descontento de la jovencita

- ¡Eso es tonto!, era imposible evitar lo que pasó – rebatió con aire indignado, Naruto no podía sentirse responsable, sin importar que el Kiuby y él compartieran el mismo cuerpo, no eran lo mismo, no lo culparía por algo que estando en su juico él jamás hubiera consentido, ¿cómo esperaba que el resto de las personas lo trataran como individuo, si él mismo no hacía la distinción?

- Lo sé, pero ese cabezón mocoso no lo ve así – Jiraiya se cruzó de brazos, dejando escapar un resoplido frustrado, le daba la razón ya que el mismo pensaba de forma similar, el muy gañán lo estaba evitando incluso a él.

- No puedo estar tranquila mientras Naruto piense eso, necesito hablar con él – azuzó ella, volviendo a la carga, antes de que le cruzara por la cabeza intentar levantarse de nuevo, Jiraiya la atajo casi con suplica.

- Por favor ten paciencia, de los dos tú eres la más sensata, déjalo que se calme y luego yo mismo lo arrastraré aquí si es necesario, por ahora debes preocuparte en descansar lo suficiente para que tus heridas sanen

- Pero… – testarudamente iba a replicar, más la severa mirada que Jiraiya le dedicó a continuación la obligó a abstenerse – de acuerdo… – a regañadientes terminó aceptado lo que Jiraiya proponía – pero si en dos días no viene a verme yo misma iré a buscarlo.

- Bien, así será… – las facciones de Jiraiya se relajaron, regalándole una cariñosa sonrisa – ahora descansa – no sabía si era porque se estaba haciendo más viejo, pero esa niña estaba logrando ablandarlo, ya antes tuvo chicas bajo su cargo y nunca antes compartió esa clase de confianza con ninguna, llegó a apreciarlas, pero hasta ahora solo seis de sus alumnos se habían granjeado su afecto y de entre ellos Naruto y Hinata fueron los más especiales.

Pasaron los dos días y siete días más en los que Naruto nunca se dignó a visitarla, luego de permanecer por casi dos semanas postrada, Hinata al fin se vio con la fuerza y salud necesaria para dejar la cama por cuenta propia.

Gracias a los especiales cuidados de Má, tanto sus huesos rotos como las heridas superficiales estaban casi curados, aún no podía realizar ejercicios pesados, pero dado que sus piernas estaban en perfectas condiciones era capaz de trasladarse por sí misma de un lugar a otro.

Se llevó una enorme sorpresa la primera vez que miró fuera de la habitación donde se encontraba confinada guardando reposo, lo hizo al descubrir lo lejos que estaban de aquella playa donde acamparon por última vez, Jiraiya le explicó que estaban en un lugar tan apartado, que solo contados humanos habían llegado por propio pie, escondido en lo más profundo de las remotas montañas del norte, se encontraba Miobukuzan, al constatar la gravedad de sus heridas, Pá decidió invocarlos en ese lugar, juzgando que era lo mejor si quería salvarles la vida.

Hinata quedó maravillada con la exótica vegetación existente, el clima era muy húmedo y continuamente caían desde ligeras lloviznas hasta torrenciales aguaceros que podían durar horas enteras, a donde quiera que se veía habían corrientes de agua fluyendo desde los diversos ríos y arroyuelos que atravesaban la pequeña aldea cuyas casas se encontraban construidas en las copas de los arboles, la población de Miobokuzan estaba constituida por las ranas y sapos con quien Jiraiya-sensei había firmado un contrato muchos años atrás, el líder de la aldea era precisamente Pá, que pese a ser muy pequeño comparado con los demás adultos, era apreciado y respetado por todos en la aldea.

Quizás lo único que Hinata echaba de menos era la comida, sus anfitriones aunque atentos, solían alimentarse de todo tipo de larvas, lombrices y una que otra raíz comestible, luego de dos semanas ahí, no solo ella, Naruto y Jiraiya también, consideraban una pierna de pollo como un manjar de los dioses.

Má resultó una gran compañera en sus ratos de ocio, le hablaba de sus muchos hijos, la instruía en los platos típicos de Miobukuzan y la distraía contándole anécdotas del joven Jiraiya, fue tal la confianza que nació entre ambas que no tardaron en tomarse mutuo afecto, la anciana consideraba a Hinata una chica sencilla y gentil, de no ser por la diferencia de especies, la hubiera comprometido como esposa de alguno de sus hijos.

Durante ese tiempo le nació a Hinata la idea de pedirle un favor que meditó concienzudamente varios días, sabía que Má tenía gran habilidad con el genjutsu, quiso aprovechar su estancia obligada para aprender todo lo posible de aquella área en la que tanto Naruto como ella eran sumamente débiles, pensando en el beneficio que les traería a futuro.

Al parecer no fue la única en pensarlo, Jiraiya también quiso aprovechar el tiempo que permanecerían en ese lugar, creyendo conveniente iniciar a Naruto en el arte del senjutsu. El Uzumaki se negó rotundamente a retomar el entrenamiento del control del Kiuby, obsesionado en no volver a dañar a ninguno de sus seres queridos.

Conociendo de antemano lo testarudo que era y lo difícil, por no decir imposible, que le resultaría hacerlo cambiar de opinión, Jiraiya lo convenció de tomar ese entrenamiento alternativo, un entrenamiento en el que incluso a él le tomó muchos años poder aprender la técnica del ermitaño, técnica que aún hoy no perfeccionaba del todo, estaba seguro que al aprender el arte del ermitaño sentaría las bases para que Naruto tuviera control absoluto sobre su poderoso chakra.

Luego de que Pá y Jiraiya le explicaran a grandes rasgos la técnica que estaba por aprender, Naruto se topó con la primera traba de su entrenamiento, éste le exigía paciencia y absoluta concentración, algo en lo que precisamente él no era muy bueno, los pensamientos que últimamente rondaban su cabeza tampoco lo ayudaban en mucho, no podía dejar de pensar en Hinata ni un solo momento, recordaba el crítico estado que casi la mata, sus heridas, pero sobre la sangre que manchaba la nívea piel de su cuerpo.

Cada vez que cerraba los ojos, el horrible recuerdo se materializaba y lo incapacitaba para concentrarse en nada más, la culpa tenía mucho que ver, se creía el responsable directo de lo ocurrido, nunca se perdonaría haberla lastimado de esa forma y estaba seguro de que ella tampoco lo perdonaría, cuatro días después del incidente, se armó de valor para finalmente visitarla en su habitación, estuvo a punto de llamar a la puerta cuando escuchó los sollozos de ella, se quedó paralizado, Hinata estaba llorando y la única lógica que cuadró en su cerebro fue que él era el responsable de su llanto, asustado, se alejó rápidamente de ahí, no era capaz de enfrentarla cara a cara, acobardándose de sobre manera ante la sola idea de escuchar las funestas palabras que durante toda su vida lo habían marcado «te odio», no soportaría escucharlas de nuevo, no de ella.

Si bien el incentivo de las consecuencias que le traerían fracasar ––Naruto no quería terminar convertido en la horripilante estatua de un sapo–– luego de dos semanas seguía siendo incapaz de concentrarse ni un poco, Jiraiya tuvo la paciencia suficiente para no gritarle en ese tiempo, habiendo sufrido la misma experiencia años atrás, en las que no fueros semanas, sino meses sin ver resultados.

No obstante era consciente de las dudas y temores que rondaban la cabeza de su alumno, por ende de las trabas que le impedían concentrarse, viéndose obligado a finalmente intervenir antes de que formara parte de las estatuas que adornaban los alrededores.

- Toma un descanso chico, lo dejaremos hasta aquí por hoy – le dijo Jiraiya sacándolo de trance, automáticamente Naruto lo contradijo.

- Espera Ero-senin, solo déjame intentarlo un poco más, estoy seguro que ésta vez lo lograré – de un salto se puso en píe, deshaciendo la postura de loto que guardara durante más de una hora.

- A este paso terminaras siendo uno más de la galería de Pá – Jiraiya señaló los diversos sapos petrificados que lo precedían – ya te había advertido que debías tomártelo con calma, ésta no es una técnica que puedas aprender de la noche a la mañana, es más, ¿por qué para distraerte no invitas a Hinata a pasear?, esta mañana me dijo que se sentía con fuerzas para salir de la habitación.

- ¡No! – exclamó enérgico, incluso parecía asustado – lo… lo que quise decir es que prefiero quedarme a entrenar, ya iré a verla luego.

- ¿Y cuándo será ese "luego" Naruto-kun? – el aludido quedó paralizado en su sitio al escuchar la voz a sus espaldas – ¿una hora, un día, un mes, un año? – Hinata se escuchaba inusualmente irritada, lo que terminó por darle al traste al poco orgullo que le quedaba a Naruto – adelante Naruto-kun, me gustaría saber a qué atenerme.

- Hinata no… yo solo… – se giró lentamente fingiendo una despreocupada sonrisa, el momento de enfrentarla finalmente había llegado y él no se sentía con la seguridad necesaria para hacerlo.

Ambos jóvenes se miraron fijamente el uno al otro, la sonrisa confiada de se desvaneció, Naruto nunca le vio mostrar tanta severidad y Hinata a él tanta vacilación.

- Creí que éramos amigos Naruto-kun – Hinata rompió el silencio, Naruto abrió mucho los ojos, impactado de qué pronunciara esa frase, terminando por desarmarlo y anticipándole que lo que más temía se avecinaba.

- Lo siento mucho Hinata… – murmuró descorazonado, malinterpretando el significado real de sus palabras – sé que es imposible que me perdones, de veras lamento mucho haberte herido, está bien si no quieres volver a dirigirme la palabra – ver su condición solo acrecentó el sentimiento de culpa que tenía, Hinata aún llevaba múltiples vendajes y el yeso en su mano izquierda.

- Debería hacerlo… – aseguró ella con notoriamente molesta, obligando a Naruto a desviar los ojos, ahí venían las tormentosas palabras que no quería escuchar – pero no es por lo que piensas – confundido, nuevamente la encaró – ¿realmente creíste que te culparía por lo que pasó? – claramente indignada le echó en cara lo que realmente pensaba – ¿tan poco me conoces Naruto-kun para creer que dejaría de considerarte mi amigo o a apreciarte menos por algo de lo que no fuiste responsable?

- ¡Por supuesto que soy responsable! – rebatió testarudo – por mi culpa casi mueres Hinata, ¿por qué te niegas a ver el monstruo que soy?

- No… no niego nada, yo nunca podré verte así… – murmuró algo dolida – eres el único que se niega a ver lo contrario – temblando de impotencia se giró sobre su eje, dándole deliberadamente la espalda, quería alejarse antes de decir otra cosa de la que pudiera arrepentirse después; antes de dar el primer paso se quedó por unos segundos pensativa y luego lo miró por encima del hombro – para mí Naruto-kun, es Naruto-kun, nunca lo olvides – dicho esto emprendió la retirada, Naruto la vio marchar con sentimientos confusos debatiéndose en su interior, no entendía cómo era posible que Hinata no lo odiara, que no lo culpara, que no lo repudiara por sus actos.

Jiraiya, quien se mantuvo al margen de la discusión finalmente decidió intervenir, sin aviso le dio un fuerte coscorrón en la cabeza a su discípulo.

- ¡Eres un completo idiota Naruto! – quiso reclamarle el repentino golpe, al notar el genuino enojo de Jiraiya se quedó callado– ¡por una vez en tu vida deberías dejar de hacer el tonto y considerar sus sentimientos! – expresó totalmente ofuscado.

- ¡Por supuesto que lo hago!, es por eso que lo mejor será que se aleje de mí – quiso escucharse seguro de sus palabras, pero Jiraiya sabía bien que lo que decía no era cierto.

- No, a quien quieres proteger es a ti… – declaró contundente – no eres más que un mocoso egoísta, esa niña estuvo dispuesta a dar su vida a cambio de la tuya, incluso cuando despertó, no se preocupó más que por ti – Naruto lo escuchó en silencio – ¿sabes que fue lo primero que me dijo?, ella me preguntó si Naruto-kun estaba bien – avergonzado, el Uzumaki apartó la mirada, comenzando a entender lo que Jiraiya quería decirle – el entrenamiento terminó por hoy, espero que sepas lo que debes hacer – le pasó de lado y lo dejó a solas para que pudiera pensar detenidamente en lo ocurrido.

Así terminó vagando durante algunas horas por los alrededores, sin trazarse un camino en concreto, pensaba en la reacción de Hinata y en lo que Jiraiya le dijo, quería creer que Hinata no lo odiaba, tarea difícil cuando él mismo se odiaba.

Resopló exasperado, maldiciendo por lo bajo su mala suerte, pudo seguirse de largo despotricando en su contra, de no ser porque al final de la vereda se encontraba precisamente la persona que menos quería ver ahora. Recargada contra un grueso tronco, Hinata tenía la mirada perdida en el horizonte, cavilaba en sus propias preocupaciones, absorta y sin prestar atención a su alrededor. Naruto la contempló detenidamente por uno o dos minutos sin ser visto.

Convencido de hacer lo correcto, estuvo a punto de dar la media vuelta e irse; contuvo sus intenciones al ver que ella dejaba escapar un pesaroso suspiro, para luego dejarse caer lentamente, resbalándose en el tronco hasta quedar sentada sobre pasto.

- ¿Hinata? – preocupado de que algo malo le hubiera pasado, se encaminó apresurado hasta quedar junto a ella, acuclillándose a su lado.

- ¡Naruto-kun! – casi gritó de la impresión, en ningún momento se percató de su presencia – ¿qué…? ¿qué haces aquí?

- Este… – le tomó unos segundos contestar e idear una buena excusa – decidí… decidí dar un paseo por los alrededores… – aunque algo nervioso y considerando seriamente emprender la retirada, le respondió con tono jovial.

- Es un lugar muy bonito ¿no lo crees? – siguió Hinata, se sentía tan o más incómoda que él, la tensión acumulada le ganó a su buen juicio y dijo cosas que ahora la avergonzaban.

- Si…, hay mucha vegetación y agua, todo el tiempo está lloviendo… – de inmediato se arrepintió de hablar, fue el comentario más estúpido y obvio que pudo ocurrírsele, no podía seguir así, miró a Hinata por el rabillo del ojo y comprendió que había llegado a su límite, tomó profundamente aire y exhaló pausado, estaba cansado de ese juego, él nunca huía a sus problemas, se estaba comportando como un tonto gatito asustadizo, si Sasuke pudiera verlo ahora seguro que se carcajearía de su cobardía – lo siento – soltó sin mayores rodeos, si Hinata lo odiaba era mejor saberlo de una vez – lamento todo lo que hice y dije – ella lo miró atenta, pestañeando en un par de ocasiones, acababa de robarle su línea.

- También lo lamento Naruto-kun… – confesó tímidamente – si hubiese sido más fuerte, el Kiuby no me hubiera lastimado y ahora tú no te sentirías responsable por mí… – tocó el turno de Naruto para sorprenderse, ¿Hinata también se culpaba?, ¿qué clase de broma bizarra era esa?

- No seas boba Hinata, eres fuerte, yo soy el débil que dejó escapar al Kiuby – los ojos de Hinata se abrieron de par en par, ¿la había llamado boba?, él nunca la llamó así, se sintió un tanto ofendida y con unas inmensas ganas de contradecirlo, cosa que hizo.

- Por favor Naruto-kun no seas absurdo, te digo que yo soy la débil, siempre lo he sido y siempre lo seré… – y por primera vez desde que se conocían se enfrascaron en una ilógica contienda de egos para ver quién era el más débil de los dos.

- Absurdo ¿dices?, según Ero-senin perdí el conocimiento a los cinco minutos de que iniciamos con el entrenamiento…

- Ah sí, pues yo no aguanté más de un minuto al crear la segunda barrera…

- Pero el zorro hace conmigo lo que quiere y terminé inconsciente por cuatro horas…

- Pues yo lo hice por cuatro días y… y todavía no me recupero… – Naruto ya no la desmintió, volvió a ser embargado por la culpa de antes y a sentirse responsable de que su amiga terminará como lo hizo, Hinata supo que había cometido un error, por lo que de inmediato trató de enmendarse – lo… lo que quiero decir es que debemos trabajar más duro, ninguno está preparado para enfrentarnos a algo así, no fuiste tú el que me dijo que juntos nos volveríamos fuertes y así cumpliríamos nuestros sueños, es nuestra promesa ¿lo recuerdas? – Naruto la miró con ojos bien abiertos, el asombro dio paso a una mueca de alivio y finalmente a una carcajada – ¿por…?, ¿por qué te ríes? – sus mejillas se tiñeron de un tenue color rosa por el enojo, la estruendosa risa de Naruto la hizo sentir como una tonta.

- Perdón, perdón…, es solo que no creí que lo recordaras – su sonrisa despreocupada le dio a entender que ya todo estaba bien y que volvía a ser el de siempre, contagiada por su buen ánimo ella correspondió el gesto.

- Por supuesto que lo hago, es algo que no puedo olvidar, esas palabras me recuerdan que no estoy sola, que cuento contigo y con Jiraiya-sensei – con su acostumbrada serenidad, la muchacha le sonrió afectuosa – tú tampoco estás solo Naruto-kun – confiada, con la mano vendada tomó la de Naruto y le dio un ligero apretón – por favor nunca olvides que sin importar lo que pase tú siempre contarás conmigo.

- Lo sé… – entrelazó su mano con la de ella, mirándola a los ojos – es solo que es difícil para mí confiar del todo, temo lastimar a las personas que quiero y que terminen odiándome como cuando era niño – entonces con la misma confianza que Hinata le mostró recargó su cabeza en el hombro de ella, acción que la tomó por sorpresa y casi hace que colapse de la impresión – Iruka-sensei, Sasuke, Kakashi, Sakura-chan, Ero-senin, pero sobre todo tú son mi familia Hinata, no puedo permitirme perder a ninguno – los alterados nervios de Hinata se aplacaron tan pronto como escuchó lo último.

- Si… – murmuró apenas audible, se sentía desilusionada – sé bien qué es lo que sientes Naruto-kun – fue duro despertar a la realidad, era cierto, Naruto nunca podría verla de otra forma que no fuera como parte de su familia, como a una hermana, sin importar cuán duro trabajara para hacerse notar, él no cambiaría de opinión, nunca la vería de la misma forma que ella a él. Lo miró de reojo, aún se encontraba apoyado sobre su hombro y ella no deseaba apartarlo.

En realidad Naruto se hallaba muy cómodo en ese lugar, al sostener su mano, como por arte de magia se disiparon los miedos, las dudas e inseguridades, todo estaba bien estando a su lado, incluso el delicioso aroma a vainilla de su perfume lograba ponerlo bajo un relajante trance; estando juntos el tiempo se detenía, la paz que ella le daba no se medía en minutos u horas, pues incluso el silencio resultaba grato. Si Hinata lo hubiera sabido, tal vez no hubiese tomado la drástica decisión que su cabeza le aconsejaba era lo mejor para ella.

Mirando de frente al horizonte supo lo que tenía que hacer, sonrió melancólica viendo ponerse el sol a lo lejos, era momento de madurar y dejarlo ir del todo, de convertirse completamente en la hermana que él deseaba, no pudo evitar comparar el ocaso con sus agonizantes emociones, comprendió que no había marcha atrás, debía hacerlo por su bien, antes de que su corazón cayera a tierra y resultara roto de forma irreparable, en minutos el sol terminó de esconderse tras las montañas y la primera estrella de la noche pudo verse en el cielo, soltó la mano de Naruto, nunca olvidaría sus sentimientos por él, tampoco se aferraría a ellos, se obligaría a renunciar y aceptar que no era para ella, el tiempo sería el encargado de decirle si había hecho lo correcto, y amparada bajo el cobijo de la luna llena, dejó en manos del destino escribir el final de esa historia.

Continuará…


(Dudas, sugerencias, felicitaciones y jitomatazos favor de dejarlos en un review, gracias =3)

NOTA DE SALEM:

Contagiada por el manga, la inspiración volvió a mí y por fin pude terminar éste capítulo =D, aún flipo con la chula imagen del rescate en el manga, hasta ganas me dieron de hacer un doujin NaruHina *-* (sé bien que seré desilusionada por Kishi en cualquier momento, no me fio de ese hombre -_-#), eso sí, nadie me quita la sonrisa Colgate al menos hasta el miércoles XD, en fin, muchas gracias a quienes amablemente comentaron el capítulo anterior:

- Bella: Una de las razones por las que me gusta esta pareja es por la ternura y la especial química que se da entre ambos =3

- Jan di-chan: Muchas gracias, y sip, ese Jiraiya, genio y figura hasta la sepultura XD

- elyzmaki: Pues no era una ilusión, este capítulo tampoco lo es XD, es solo que hago demasiadas cosas a la vez y ya ves lo que dicen, el que mucho abarca poco aprieta o-ó

- Kyoko Nakamura: Muchas gracias =D, me alegra que pienses eso, porque soy especialista en hacer sufrir personajes, sobre todo a Sasuke, que bueno que no ha aparecido en esta historia, que si no XD

- sakima: Gracias, me alaga tu comentario jeje, la verdad si tenía mis dudas, y es que si puedo evitar describir peleas lo hago, pero cuando la historia lo requiere, ni hablar, y descuida que aún no me da por matar a nadie, puede ser que en un futuro, pero ahora no lo tengo en mis planes XD

- Willou: Si, Jiraiya que no cambia XD, aunque Hinata ya le dejó bien marcado su territorio, y gracias, lo cierto es que me trauma describir peleas ya que aunque tengo la secuencia en la cabeza, se me dificulta un montón poder plasmar la idea, gracias por todo y saludos para ti también n-n

- Davaru: Muchas gracias y lamento haber demorado tanto en actualizar jeje

- Namikaze Rock: Gracias por el apoyo X3

- poison girl 29: Si, aprecia lo suficiente a Hinata como para contenerse jaja

- Sammy-Askura: Estoy muy bien gracias n-n, y descuida que yo suelo ser igual de vaga que tú XD. Si, bueno, creo que no eres la única que me tiene entre ceja y ceja por lo que está pasando en Rewrite, se me ha ido la mano, pero pronto quedaran resueltos un par de asuntos y se desatará la de Dios es padre también XD, y más que nada Sasuke es el del dilema, porque si Itachi fuera consciente de lo que está pasando y los deseos de su padre se llevaba el trauma de su vida jaja. Y pues ya me faltaba un respiro con el SasuHina, escribir NaruHina es todo lo opuesto y me está gustando experimentar con ambas parejas por separado, cosa que no hago con el doujin, que ambas van de la mano en avance. Pues sí, Hinata se fortalecerá poco a poco, siempre he visto como un fallo que Hina se vuelva prácticamente Dios en cuanto a poder, aunque tampoco la veo como el personaje débil que muchos creen, hay que llevarla a un ritmo que al menos sea creíble, lo mismo con Naruto y sip, yo también hubiese querido que Hinata evolucionará más en el manga, sobre todo con la decisión que tomó al final de la primera parte, pero bueno, Kishi es así y ha relegado incluso a Sakura que es coprotagonista a un simple personaje de apoyo. Saludos y muchas gracias, y no hay problema, incluso a mi me tiene enredada el lío Sasuke-Hinata-Itachi-dark Sasuke y eso que yo lo plantee lol

- Hinata-Hyuga-048: Amiga de mi vida y mi corazón me alegra que cayeras (en efecto) al lado luminoso XD, sinceramente me está gustando mucho describir la personalidad de Jiraiya, y si, si llega Naruto se arma la gorda y hasta uno que otro rasengan va de por medio, muchas gracias por el apoyo, un beso y muchos abrazos ;D

- Kasumi-chaan: Muchas gracias, me alegra que te guste n-n

- JhungYuki: En serio gracias por los ánimos, últimamente estoy tan metida en un doujin que estoy dibujando que cada vez escribo menos, voy aponerme las pilas y trataré de actualizar más seguido, y bueno, creo que luego de año y medio Hinata tuvo tiempo de acostumbrarse a Jiraiya y aprender a combatir sus mañas XD, y seguro, Naruto evolucionará un poco más, no mucho, pero de que será más fuerte de cuando empezó Shippuden lo será jeje

- DarkTemplar28: Muchas gracias, trataré de ser constante =D

- okashira janet: Si, al principio a mí también me costó un poco que la idea terminara de cuajar, pero quería escribir algo totalmente opuesto a lo que está sucediendo con Rewrite, que ya se volvió todo un drama digno de telenovela XD, la ventaja de empezar con Hinata y Naruto peques es que puedo desarrollar mejor sus personalidades y modificarlas sin que terminen por perder su esencia, por supuesto, nadie mejor que Jiraiya para guiarlos en el camino, y es precisamente ahora que ya están más grandes que todo terminará por cuadrar con la historia que tengo en mente, muchas gracias y de veras que trataré de actualizar más seguido =D

Saludos, besos y abrazos para toda(o)s, nos estamos leyendo ja né =D