-Tienes que hablar con él- decía Miroku sosteniendo una taza de café colocando sus pies sobre la barra de la cocina.
Kagome caminaba pausadamente de extremo a extremo con Aiko durmiendo en sus brazos. Sango y su representante la observaban, sabía que esperaban una respuesta. Hablar con Sesshomaru era algo inevitable, no había manera de postergarlo más, no después de lo que había pasado; Aiko no podía quedarse sin padre. Con ansiedad miraba hacia la puerta que separaba el departamento de la habitación donde los hermanos descansaban.
-No tienes de qué temer- dijo Sango en tono conciliador captando la mirada de la joven quien se había detenido mirando hacia otra parte –Sesshomaru es bastante paciente y además es una excelente persona, no hay qué temer-
-¿Por qué no te casas con él?- preguntó Miroku en tono sarcástico mientras recargaba su cabeza sobre el respaldo de la silla. Sango sólo giró los ojos.
-Tienen razón- dijo pretendiendo entregarle a la niña a Miroku.
-Oye, oye, ¿Acaso piensas hablar con él mientras InuYasha está ahí?- preguntó tomando a la pequeña enderezándose mientras su clienta caminaba hacia el cuarto cerrado.
-No voy a hablar muy fuerte-
Lentamente abrió la puerta intentando no hacer ruido pero obviamente la sensibilidad en los oídos de los que se encontraban recostados sobre la cama era más fuerte que su intento de ocultar el rechinido de las bisagras con una no tan discreta tos.
-Para ser una humana eres demasiado desconsiderada- dijo InuYasha en tono burlón mientras se sentaba con dificultad.
-No deberías estar haciendo esfuerzo- dijo la joven quien rápidamente se movió hasta ese lado de la cama para recostar al hanyou quien sonreía negando con la cabeza.
-Eres medio tonta; tú fuerza contra la mía es como si una hormiga se echara un pequeño gas- Kagome se sonrojó y se levantó mirándolo mientras se ponía de pie. –Además, tú viniste a hablar con él y no quiero que sigan interrumpiendo mi sueño- contestó saliendo de la puerta mientras cojeaba ligeramente, cerrándola tras de sí.
-¿Cómo supo que venía a…?-
-Se escucha todo desde aquí- contestó el youkai sin abrir los ojos.
Con cierta timidez y el peso que sus rosadas mejillas ejercían sobre el colchón, Kagome se sentó al lado de Sesshomaru con suavidad. Los ambarinos ojos se mostraron entre la ligera penumbra de la habitación mientras que una escurridiza mano se logró colar hasta los muslos de la joven, dándole ligeras palmadas. Sonreía, mientras que Kagome sentía que su cabeza iba a estallar en cualquier minuto.
-Sé lo que vas a decir pero no sonará igual si lo digo yo- dijo por fin tomando la muñeca de Kagome y jalando a su acompañante a su pecho – ¿O escuché mal?-
Aferrándose a la rota tela de la camisa de Sesshomaru, pensaba en cómo empezar a hablar. Sentía la respiración del youkai rozando su cabeza con ligeros suspiros mientras su cabello se movía ligeramente por la corporal brisa que salía de su boca. Tenerlo tan cerca y escuchar sus latidos le producían nervios y temblor en las piernas. "Qué vergüenza" pensaba mientras el débil pero aún firme brazo que la rodeaba la acercó aún más, apretándola contra un cuerpo que apenas se movía.
-Yo…- dijo con un hilo de voz pero nada más parecía salir de su boca, sus cuerdas bucales le fallaban en el peor momento.
La profunda risa del youkai se escuchó, paseándose con suavidad en sus orejas, no fue fuerte, sólo había sido para ella. Podía sentir los delgados dedos de Sesshomaru entrelazándose entre sus mechones con delicadeza haciendo que su garganta se secara y haciendo todavía más imposible decir palabra alguna. La mano llegó hasta su mentón que poco a poco se levantó hasta tener de frente el rostro de su dueño, del que casi podía saborear el aliento.
-Voy a hablar por Aiko, por nuestra hija- dijo sonriéndole pegando su nariz a la de ella –necesita a sus padres juntos-
Los delgados labios se acercaron a la temblorosa boca de la joven, calmando su trémulo en un movimiento suave envuelto en humedad y mariposas en el estómago. Sus narices rozaban mientras sus cuerpos se abrazaban entre las sábanas. Sus labios dibujaban sonrisas e incluso debían interrumpir su danza cuando eventualmente uno de los dedos del youkai se enredaba en los rizos de Kagome. Después de varios minutos de estar prendidos cuerpo contra cuerpo separaron sus labios mientras Kagome buscaba en los ojos de Sesshomaru algo que no estaba segura de qué se trataba.
-¿Aiko necesita a sus padres juntos o sólo tú necesitas que los dos estemos juntos?- preguntó por fin sonriendo pícaramente mientras el youkai la acercaba a su cuerpo y la abrazaba con fuerza.
-Creo que desde el principio no había otra opción, ahora parece ser que sufro de un misterioso síndrome en el que deseo estar con la persona más molesta del mundo- A pesar de los bufidos de la joven el youkai la aferraba contra él sonriendo de tener su esencia tan cerca de él después de tanto tiempo de evadir sus sentimientos y fingir que Aiko había sido algo como un nacimiento divino.
Notas: Siento haberme desaparecido así sin avisar. Sé que les tengo malacostumbrados a que actualizo casi a diario y subo más de dos capítulos por día. No fue por semana santa, actualmente no estudio y por eso tengo tanto tiempo para escribir pero recibí visitas de un gran bloque de cemento que se instaló en mi cabeza por un buen tiempo y apenas ahorita estoy tratando de soltarme un poco porque no me siento del todo inspirada pero de repente me llegan ideas fugaces y las estoy tratando de escribir antes de que se vayan sin dejar huella. Prometo actualizar más y no dejar esto tan suspendido por tanto tiempo.