Disclaimer: Todos los personajes −excepto unos cuantos− son propiedad de Rumiko Takahashi. Sólo la historia me pertenece.
Summary: Una decisión, puede conducir a la más grande traición.
I
El sonido de cascos acercándose rápidamente al Palacio rompe el silencio de la noche, siendo apenas audible para un humano y siendo el caso contrario para la gran cantidad de guardias que se encuentran custodiando la entrada del mismo.
Desde el instante en que éstos se escucharon, todo guerrero se encuentra en posición de alerta, listo para la mínima señal de peligro. El jinete, cubierto por una capa negra que también cubre su rostro, en ese momento se encuentra ya muy cerca, pero ese detalle no fue necesario para percatarse del peculiar y un tanto extraño olor que acompaña al desconocido. Y han llegado a la conclusión de que este es un demonio… posiblemente hanyou por el ligero olor humano que expide. Realmente raro si fuese el caso, por la rara forma de transportarse.
Al estar sólo unos metros de la entrada éste se baja con maestría del equino, para después dirigirse a la entrada.
− ¡Alto!− se escucha el grito de uno de los youkais que le han impedido el paso−. ¿Quién eres tú y por qué apareces sin anunciarte?− el soldado se ha acercado rápidamente y ha desenvainado su espada amenazando al extraño con la punta del arma. Tanto, que éste se ve obligado a desenvainar su propia espada con algo de temor −que estaba oculta entre sus ropajes− y parar el certero golpe dirigido a él con mucho esfuerzo.
Ante esto, el ambiente se torna hostil y los guerreros están a punto de atacar al viajero, cuando sienten que una presencia imponente se acerca con paso firme y cadencioso desde el interior del Palacio.
Algunos de los presentes se envían entre si sonrisas maliciosas, pensando que es el fin del muy atrevido sujeto que ha venido a alterar la paz del hogar de su amo, y que muy posiblemente éste acabe con su vida en cuestión de segundos.
Sin embargo, el encapuchado no parece prestar atención a su alrededor, por lo que cuando ve aproximarse al Daiyoukai y a un pequeño youkai sapo sus pies parecen cobrar vida propia haciendo que se acerque a menos de un metro de él con pasos rápidos.
−Bajen las armas− la orden del amo, sin siquiera ser necesario subir el volumen de su voz, es obedecida en un segundo por todos los presentes.
Cumplida la orden, todos esperan ver correr la sangre del desconocido, pero lo único que pueden ver es el semblante inalterable del Daiyoukai que se limita a mirarlo.
− ¡Pobre estúpido!− el grito de Jaken rompe el silencio repentinamente− ¿Cómo osas venir así sin…-? −pero una fuerte patada por parte de Sesshomaru lo manda callar. Acto que sin querer provoca una pequeña risa en el desconocido que en dicho instante se encuentra abrazando fuertemente al más que perturbado youkai− ¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡Suéltame si no quieres que te calcine con mi báculo!
Cuando la suave risa ha menguado, éste con diversión se deja escuchar por sobre los quejidos del youkai que aún abraza −Veo que se encuentra de mal humor esta noche, Señor Jaken− para sorpresa del aludido y de los presentes, la voz parece ser femenina. Sus sospechas se confirman cuando baja la capucha que finalmente deja admirar un bello rostro juvenil.
− ¡¿Rin?!−ahora el desconcierto se ha convertido en molestia − ¿Por qué me sorprendo? Sólo tú podrías causar tanto alboroto en menos de cinco segundos.
Rin solo rueda los ojos con diversión−. ¿Así es como me recibirá? ¿Con un regaño injustificado?
Rin. Así que ella es la protegida de Lord Sesshomaru, la misma que vive en la aldea de su medio hermano. Es la primera vez que la miran y ciertamente para los presentes ha sido una total sorpresa, incluso muchos dudaban que fuera cierto el hecho de que el demonio más poderoso y despiadado de todo el Oeste hubiese tomado a su cuidado hace muchos años a una pequeña niña humana, dado su carácter siempre imperturbable y su desprecio por dicha raza. Si no fuera porque la observan ellos mismos, simplemente no lo creerían.
−Eso es lo que te mereces, mocosa del demonio− tanto tiempo sin que hubiera recibido un golpe por ella desde la última vez que la visitaron hace meses y justamente viene siendo enfrente de los soldados del Palacio donde vuelve a ocurrir. Presiente que su cuerpo no volverá a ser el mismo a partir de ese día. Pero a pesar de ello es imposible no notar que se encuentra feliz de que esté ahí.
Ante eso ella responde con una sonrisa. Su mirada recae ahora en el Lord− Me alegro mucho de verlo, Señor Sesshomaru.
Él le dirige una breve mirada y dando media vuelta, se dirige al interior del Palacio− Entremos.
− ¡Guerreros, a sus puestos de inmediato!− al instante se disponen a seguir las ordenes de su líder, el cual se encuentra envainando su arma.
−Lamento mucho eso− se disculpa la joven, apenada. El soldado únicamente asiente, retirándose después de haber tomado las riendas del caballo. Ella sigue a Sesshomaru y a Jaken hasta darles alcance.
Cuando pasa el umbral después de haber recorrido un largo sendero, sólo es capaz de observar maravillada cada rincón y pasillo del enorme Palacio Imperial. Todo objeto o pieza que decora las paredes o muebles es totalmente sublime, a la vez que fino y delicado. El lugar emana grandeza por donde quiera que se mire, digno lugar para albergar al Lord de esas Tierras.
−Aún me es imposible creer que tú sola hayas podido llegar hasta aquí, y sobre esa cosa−. Jaken camina a su lado dando pequeños saltos− ¿Acaso el Amo bonito no te había dicho que iríamos por ti?
−Sí, pero ocurre que mi cumpleaños número diecisiete fue hace una semana y él me concedió su permiso para hacer este viaje sola… y por cierto, esa cosa se llama caballo.
− ¡¿QUE?!− ignora la burla de la joven al terminar de procesar lo realmente importante del asunto: ¿Él le dio su permiso de viajar sola, así como así?− No quieras mentirme Rin− le dirige una mirada suspicaz.
− ¿Por qué le mentiría? Le juro que no lo hago− decide explicarle al ver que sigue mirándola con desconfianza−. Hablé con él la última vez que me visitó en la aldea, hace unos meses. Al principio se negó rotundamente, pero después de decirle que era importante para mí y que tendría cuidado, accedió. No fue nada fácil, debo decir.− todavía es capaz de recordar a la perfección el rostro del Daiyoukai cuando le suplicó. Mortalmente estoico, pero la mirada con cierto toque de enfado.
− ¿Y por qué quisiste viajar sola?
−Le sonará como una tontería, pero quise hacerlo porque necesitaba probarme a mí misma. Recuerde que ya no soy una niña.
−Tienes razón, es una tontería − rueda los ojos−. El amo Sesshomaru te tiene muy consentida, mocosa.
−No lo creo. Si así fuera, no hubiese viajado la mitad del camino acompañada del Señor Inuyasha− eso último casi se escuchó como un reclamo. Reclamo que no altera al youkai que camina delante de ellos−. Él también pensó lo mismo y me reprendió− ahora es el turno de ella de rodar los ojos.
− ¿Inuyasha?− sin ningún reparo, se acerca y olfatea alrededor de ella poniendo cara de asco−. Ahora que lo mencionas, su esencia se encuentra impregnada en ti.
−Él insistió en que llevara su esencia en mi ropa cuando llegara la hora de separarnos. Pensó que si mi aroma se mezclaba con el suyo, existirían menos probabilidades de atraer a algún youkai en el camino, pero eso no era necesario− de entre sus ropas, saca lo que parece ser un brazalete hecho de cuentas azuladas. Al ver la mueca graciosa del sapo, no puede evitar reír−. Es un amuleto. Al colocarlo en mi muñeca, ahuyenta a cualquier youkai que esté a mi alrededor. El monje Miroku me lo obsequió. Como ve, todo fue innecesario e incluso hubiese llegado en la mitad de tiempo sin los constantes comentarios del Señor Inuyasha…
"Tu forma de cabalgar es casi demente, ¿quién te enseñó, Kagome?"
"El palacio del idiota de Sesshomaru estará ahí cuando llegues, no es necesario que mates al caballo por tu impaciencia"
"Feh, increíble que coincida con mi hermano: si quieres hacer ese estúpido viaje, tendrá que ser con mi compañía y me importa muy poco si te parece bien o no"
De repente, se detienen frente a la puerta de una habitación. De un movimiento, la puerta se abre dando paso a una youkai que se dispone a abandonarla. Al notar la presencia del mononoke, le dirige una breve reverencia.
−Acabo de guardar las cosas de la señorita, Milord. Me han informado que su caballo ha sido instalado en un establo contiguo al de Ah-Un.
− ¡Hace tanto tiempo que no veo a Ah-Un! Sé que es tarde pero, ¿creen que podría visitarlo sólo unos minutos?−al escuchar el comentario, la youkai repara en la joven protegida de su amo, a quien le dirige una sonrisa tímida−. Lo siento, creo que he sido un poco impertinente.
−No se preocupe −le dedica una sonrisa tranquilizadora −. Pero creo que es mejor que descanse, debe estar agotada por el largo viaje que realizó, ya tendrá tiempo mañana para visitarlo. Mi nombre es Shiori, soy el ama de llaves del Palacio. Es un placer conocerla −su mirada es dulce, maternal.
−Para mí también es un placer conocerla Shiori, pero por favor, dime Rin.
−De acuerdo, Rin. Pero entonces yo te pediré que también te refieras a mí de la misma forma − le guiña el ojo confiadamente, lo que hace que una sonrisa se plasme en el rostro de Rin y en el caso de Jaken lo haga enfadar de inmediato.
− ¿Qué no tienes nada bueno que hacer, Shiori?− sin embargo la sangre se le congela al ver la expresión en el rostro de la youkai, por lo que rápidamente se esconde detrás de Rin haciendo que ésta ría más. Después de eso, Shiori convierte su mueca de enfado en una triunfante y después de desearle a Sesshomaru y a Rin buenas noches da media vuelta hasta perderse entre los pasillos.
El Daiyoukai desliza nuevamente la puerta, cediéndole el paso a la joven que con pasos un tanto tímidos entra en la habitación. Ésta es enorme y se encuentra bellamente decorada en tonos cálidos.
−Buenas noches Rin, y por favor, has el favor de dormirte ya. Mañana tendrás tiempo de seguir haciendo escandalo a tu antojo.
−Hasta mañana, Señor Jaken− ella aún sigue absorta recorriendo la habitación, por lo que no se cuenta de que se haya sola, con el mononoke a sus espaldas. Con delicados movimientos se quita la capa dejando ver un traje de exterminador. Al darse vuelta y ver a Sesshomaru, se sorprende. Él solo la recorre brevemente con la mirada.
−Era de la Señora Sango, ya sabe, por protección− siente la necesidad de excusarse por su vestimenta. Él, como siempre, no dice nada.
− ¿Esta es tu decisión?− la fría voz del Daiyoukai corta el silencio en el que se habían sumido−.Es bien sabido por este Sesshomaru que gustabas de vivir en la aldea de Inuyasha, junto a los de tu especie.
Al escucharlo, avanza hasta quedar a un paso de distancia del youkai que la observa detenidamente −. Es cierto. Estos años he vivido rodeada de humanos y he sido feliz. El dolor que me provocaba estar cerca de ellos lo he superado, y todo gracias a usted y su decisión de dejarme con la anciana Kaede − su expresión se vuelve de pronto soñadora−.Pero, ¿recuerda lo que me dijo cuándo se despidió de mí, aquel día? "Cuando cumplas diecisiete años, podrás elegir tu propio camino: quedarte aquí o venir conmigo. Tu decisión será respetada" ¿Aún cuento con su palabra, Señor Sesshomaru?
−Hmn, este Sesshomaru jamás ha concedido promesas vacías− pronuncia fríamente, lo que provoca que Rin sonría más. Ella lo sabe más que nadie, pero aun así tuvo la infantil necesidad de escuchar esas palabras de su boca.
−Aunque, ¿le digo algo?− al saber que él se mantendrá en silencio, no espera contestación alguna-, nunca hubo necesidad de pensarlo, porque siempre ha sido mi deseo permanecer a su lado, Señor Sesshomaru. Usted, el Señor Jaken y Ah-Un son mi familia.
Sabe que sus palabras no harán mella en el Lord y que las muestras de cariño sobran para él, pero de todas formas no le ha importado en absoluto. No le importa que él crea que sus palabras son una tontería propia de humanos, palabras sin una pizca de valor; porque son verdaderas, porque ha esperado pacientemente ese momento por diez largos años y ahora se encuentra, finalmente, en el lugar que muy felizmente podrá llamar hogar.
El rostro de Sesshomaru se muestra tal cual siempre ha sido, inmutable. Y a pesar de ello, parece captar por un momento un silente mensaje antes de que abandone la habitación para dejarla descansar.
"Bienvenida"