Todo sucede en los interminables instantes en que la luna de Hueco Mundo, solemne, alumbra el palacio con su esplendoroso fulgor. Cada uno de los movimientos que hacen cuando sus caminos se cruzan en alguno de los gélidos pasillos de Las Noches está estrictamente calculado.

Cuando Grimmjow distingue a lo lejos su ondulada melena de color verdoso, no puede evitar pensar en el gustoso tacto que éste tiene entre sus ásperos dedos, familiarizados con la lucha.

El felino vistazo azul que le da a Nelliel evoca en la joven el momento antes de recostarse en su abdomen desnudo, cuando se quedan solos en algún rincón perdido del desierto. La misma reacción tiene él, por muy imperturbables que sean los grandes ojos pardos de ella.

Los sentidos de Nelliel se estremecen al ver de reojo cómo Grimmjow aprieta su mandíbula al acercarse a ella. Lo mejor de sus íntimas veladas es sentir su maxilar recorrer el hueco de su clavícula.

Grimmjow se fija en el ceño fruncido de su amante al pasar por delante de él y ríe interiormente por el engaño que han ido tejiendo delante de sus compañeros. Sabe de sobra que ella es tan incapaz como él de no poder pensar en la increíble sensación de liberación que disfrutan cuando estallan de puro placer en la cama de ella. Ve que ha cerrado los ojos, sólo un par de segundos, intentando evitar el contacto visual (y así resistirse a lanzarse encima del Espada) de la forma más natural posible.

Pero él ha aprovechado la distracción para agarrarla por la muñeca, indefensa, y arrastrarla hasta rincón que hay entre dos columnas muy próximas. Está satisfecho, una sonrisa victoriosa se le dibuja en toda la cara. Aún la sostiene por la muñeca. Aunque Nelliel no se ha resistido a la fuerza del otro, le mira nerviosa. ‹‹Nos van a ver...›› murmura. Su voz es una melodía delicada para el oído de Grimmjow, que en seguida la atrapa entre sus robustos brazos acercando su boca a su terso cuello. ‹‹Eres un animal.›› concluye ella, cediendo al juego. Su musculosa espalda es demasiado atrayente.

Siempre es igual. Se han planteado algunas veces dejar de esconderse, pero les divierte demasiado mirarse con cara seria cuando están con más gente. Nadie sabe que se necesitan tanto. Como en una obra de teatro, ambos tienen sus papeles aprendidos. ‹‹Espero que no estés fingiendo los orgasmos también››, ha comentado Grimmjow un par de veces, bromeando. Nelliel sólo tiene que callarle con un beso.