YATO MINA
(FINALMENTE)
Disclaimer: Los personajes aquí utilizados son de Stephenie Meyer
CAPITULO UNO
LA DESPEDIDA MÁS CRUEL
—Deben esconderse—fue lo primero que dijo Benjamín al reunirse con Lydia y Sebastian.
—No podemos dejar a nuestra raza sola—contesto Sebastian.
—Pero si ustedes son encontrados no solo nuestra raza perecerá también la raza de Barbará y George—contesto Benjamín.
Al escuchar esto tanto Lydia como Sebastian se miraron preocupados— ¿tan grave es?—pregunto por fin Lydia.
—Teniendo en cuenta que los ataques han aumentado hemos salvado a alguien que por poco muere y por lo que nos conto los buscan—informo.
—Para que nos querrían a nosotros si finalmente la sangre que necesitan es alguien de nuestra raza—razono Sebastian.
—Por lo que hemos investigado creemos que su sangre podrá destruir a nuestra raza y a la raza amiga—dijo cautelosamente—Barbará y George ya fueron puestos a salvo; necesitamos ponerlos a ustedes a salvo—aseguro—no podemos permitir que tengan a la pequeña princesa—termino.
Los tres se miraron por un momento, pero antes de que dijeran algo se escucho un ruido en las afueras—Nos han encontrado—susurro Benjamín a velocidad vampírica.
—Lydia ve a despertar a la pequeña—ordeno Sebastian; la mujer corrió hacia el cuarto de la niña—Benjamín llévate a la princesa a tu casa y nosotros nos iremos a otra parte para que nos sigan a nosotros—termino.
—Pero…—
—No hay peros que valgan, el gran poder que esconde la princesa si cae en manos equivocadas las dos razas podrían extinguirse rápidamente sin oponer resistencia, ella es la clave de nuestra existencia. Tenemos la ventaja de que tu eres el padrino de la niña además de que tuviste una hija de la edad de la princesa que desgraciadamente nos dejo muy pronto—hizo una pausa—Cuando ella deje esta casa su memoria será modificada para que no recuerde información importante, ella recordara hasta que esté preparada a enfrentar el futuro que le depara—explico rápidamente.
—Amor despierta—decía la dulce voz de Lydia a la pequeña que dormía en su cama.
— ¿Mami?—pregunto la niña adormilada.
—Vamos corazón es hora, ¿recuerdas lo que te dijimos?—pregunto la madre con nostalgia.
—Sí, ¿es tiempo?—pregunto la pequeña con voz trémula y a punto de llorar.
—Lo es—le confirmo su madre.
—Pero…—
—Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh—susurro la madre—sé que es difícil de entender, pero por tu bien es mejor hacer esto—dijo abrazándola
—Mami—dijo la pequeña abrazándola—tengo m-miedo—susurro.
Lydia contenía las lagrimas para no llorar ante su hija—lo se amor, pero tienes que ser fuerte—la separo un poco de su cuerpo y le sonrió—recuerda que no estarás sola—termino.
—Lo sé mami, pero no me quiero decir adiós—continuo la pequeña.
Lydia la miro tiernamente—considera esta separación como un hasta luego; nosotras nos encontraremos de nuevo mi pequeña—le aseguro y la abrazo fuertemente. Tomo la maleta preparada desde hacía más de un mes con las pertenencias de la niña y salió del cuarto con el conocimiento de que tal vez nunca más pudiera ver a su preciosa hija.
—Aquí estamos—anuncio Lydia mientras veía a su marido y Benjamín terminado de preparar el viaje.
Sebastian se acerco a su mujer y tomo a la niña en sus brazos—papi—dijo la pequeña abrazándolo sin querer separarse
—Lo sé pequeña—susurro enterrando la cara en los cabellos de la niña.
—Te quiero—susurro la niña, ante estas palabras Sebastian la apretó mas y contuvo las lagrimas que se acumularon en sus ojos.
—Te quiero hija mía—susurro para no delatarse ante la niña. La separo de su cuerpo con una mano la sostuvo y con la otra acerco a su esposa—siempre estaremos cerca de ti hija—le aseguro.
— ¿Cómo?—pregunto inocentemente la niña.
—Aquí—dijo su madre tocando a la altura de su corazón.
La niña abrazo a su padre y derramo unas lagrimas—es hora de irnos—intervino Benjamín con un gran dolor.
La familia se separo—te entregamos lo más preciado que tenemos—susurro Lydia.
—Lo sé—susurro, tomo a la niña en brazos—nos veremos pronto—termino sonriéndoles, se giro y salió corriendo sin poder evitar que una pequeñas lagrimas salieran de sus ojos. La niña que sostenía en sus brazos lo abrazo por el cuello y solo entonces entendió que tenía que ser fuerte por la pequeña en sus brazos. Ya cuando estaban lejos se giro para ver lo inevitable, la casa estaba rodeada por las llamas pero esta no se quemaba, se oían gritos hasta esa distancia y sin poder ver más esa escena empezó a correr hacia su casa.
Cuando llego por fin entro a su habitación y dejo a la pequeña que dormía en sus brazos en la gran cama, se había dormido en el camino.
—Ahora solo seremos tú y yo pequeña—susurro dándole un beso en la frente.
—En eso te equivocas—inundo la voz de una mujer. Benjamín se levanto y se puso a la defensiva pero cuando vio a la mujer que entraba por la ventana se relajo.
—Eres tu—murmuro para no despertar a la niña.
— ¿Quién mas podría ser?—pregunto irónicamente—bien sabes que estás mejor protegido que nada—termino viendo a la niña dormida en la cama—sucedió al fin—termino con un deje de tristeza.
Benjamín asintió, se levanto de la cama mientras arropaba a la pequeña; le hizo una seña a la mujer para que salieran. Los dos salieron y se dirigieron a la sala.
— ¿Qué haces aquí?—pregunto Benjamín.
—Lo sabes perfectamente, lo sentí nada mas saliste de esa casa—le recordó.
Benjamín la examino y asintió en silencio, se sentó y cerró los ojos— ¿A dónde piensas ir?—pregunto la mujer.
—Tengo una casa cerca de este pueblo—contesto—pienso mudarme para allá, ellos buscaran en otras partes y nunca se imaginaran que este tan cerca de donde antes vivían—explico con los ojos cerrados.
—Quiero ir contigo—anuncio la mujer sentándose a su lado.
Benjamín abrió sus ojos y la miro— ¿por qué?—le pregunto sorprendido.
—Bien sabes porque Benjamín Milburne—cuando Benjamín iba a hablar siguió—y no me vengas con el mismo cuento de siempre, sé muy bien que hay peligro pero mira a Lydia y Sebastian, no pienso seguir alejándome de ti solamente porque tu quieres que este a salvo. Lo único que consigues es lastimarnos a los dos—termino su mini discurso.
Benjamín la miro serio y entendió que por más que dijera no la convencerla—está bien, será como quieras Catherine—termino y la tomo entre sus brazos y la beso dejando que sus sentimientos ganaran por primera vez después de tantos años.
Catherine al principio se sorprendió porque por fin Benjamín no le replicara pero más sorprendida estaba por ese impulso nada característico del vampiro, sin pensarlo más le devolvió el beso con gran pasión. Hasta que los gritos de una pequeña los separo, los dos corrieron al cuarto en donde la niña estaba y la vieron levantada llorando perdida.
Benjamín fue el primero en llegar y la tomo entre sus brazos— ¿Qué pasa cariño?—le pregunto.
—Mamá y papá no están—dijo la niña entre sollozos.
Benjamín ante sus palabras entendió que algo malo les había pasado a sus dos grandes amigos y no pudo más que abrazar a la pequeña—tranquila cariño, ellos están bien—tarto de calmarla.
—No, no, no—susurraba la pequeña aferrándose a la camisa del vampiro; mientras su llanto se iba calmando—hombres malos los tienen—termino cayendo en un profundo sueño.
—Ella los siente—susurro Catherine desde la puerta, la cual se había mantenido al margen y solo observo todo.
—Están sufriendo—susurro Benjamín.
—No puedes hacer nada más Benjamín—se acercó Catherine a su compañero.
—Pude haberlos sacado pero no me lo permitieron—murmuro con impotencia.
—Ellos sabían que si los sacabas los seguirían, por eso no te dejaron y solo te dejaron a la pequeña—trato de explicarle.
—Pero…
—No te culpes más Benjamín, ellos te dejaron a Bella porque no quería que le pasara nada, tu deber a partir de ahora es criar a esta pequeña—lo interrumpió.
Benjamín la miro con gran dolor—tienes razón—susurro y beso la cabeza de la niña en sus brazos.
—Sera mejor empacar las cosas ya que mañana nos vamos—comento Catherine.
—Gracias—dijo Benjamín tomando su mano.
Catherine le sonrió—tendrás que organizar una boda espectacular—comento—claro que antes tendrías que pedírmelo—dijo pensativa, saliendo y dejando al vampiro en la habitación sonriéndole.
Benjamín miro a la niña—creo pequeña que te acabo de encontrar a la mama perfecta—le susurro, trato de dejarla en la cama pero se agarro a su camisa, así que tuvo que acostarse con ella hasta que el día siguiente llego y con ello el comienzo de algo grande.
MIADHARU28