[HETALIA NO ME PERTENECE]

=PoV Gilbert=

La habitación siempre silenciosa y oscura ahora se hallaba completamente iluminada.

La habitación que siempre estuvo repleta de chucherías por doquier ahora estaba prácticamente vacía, solo podía verse lo básico y necesario que cualquier persona podría necesitar en una habitación; Una cama, un ropero, una pequeña mesita de noche y la típica estantería con grandes y sucios libros que seguramente pertenecían a una irreemplazable colección, libros que seguramente ya ni deberían existir... pero que la nostalgia los había salvado de las llamas del olvido.

Las paredes que en algún minuto fueron de un color celestino ahora eran luminosamente blancas y el olor a la pintura que hasta algunas horas era fresca persistía en esas cuatro paredes, el olor embriagador de la pintura que se había utilizado para cubrir el pasado de los muros a su alrededor, para hacerles comenzar su historia una vez más.

Aquél lugar que en los pasados días había estado envuelto en un aura en extremo deprimente ahora estaba completamente despejada, casi pura de no ser por la repentina esperanza que se percibía en el sitio... quizás solo era una ilusión provocada por la ventana abierta de par en par que dejaba entrar el aire primaveral limpiando el abrumador olor a la pintura, o quizás era su percepción de las cosas ahora que no tenía ojos para verlas por el mismo.

Fuera lo que fuera que le hiciera sentir vivo en ese momento, no tenía intenciones de conocerlo.
Ahora solo podía tomar el bastón blanco a un lado de su cama y levantarse en un camino a ninguna parte.

=PoV Ludwig=

El rubio menor de los dos había vivido de todo con su hermano mayor, obviamente no solo refiriéndose a la reciente experiencia de la discapacidad visual del más grande. No, de todo a lo largo de su vida entera, felicidad, tristeza, abandono, compañía, confianza y desconfianza. De todo y de todas las maneras posibles, aquello era algo que podía asegurarlo con los ojos cerrados, sin miedo a cualquier tipo de equivocación.

Su hermano mayor era el que siempre había estado ahí para él, incluso cuando el que más soporte necesitaba era el mismo, no, ahí estaba el testarudo oji-rojo diciéndole a su hermano pequeño que todo estaba bien, incluso cuando todo estaba roto entre ambos germanos, el albino era el primero en hacer de tripas corazón y hacer como si nada hubiese ocurrido, también cuando el menor le había traicionado de la peor forma posible, el más grande de ambos no tuvo problemas en hacer las diferencias a un lado y seguir con la vida como si nada... No tuvo problemas en cubrirle las espaldas a pesar de lo solo y vacío que se sentía.

Y el rubio sabía que toda aquella mierda seguía latente en la mente del mayor, todas y cada una de las porquerías que habían vivido juntos o que el mismo le había hecho sin saberlo, pero también sabía que ahí estaban también los recuerdos felices de ser una familia. así como también estaban en su propia cabeza dando vueltas la mayoría del tiempo.

Eran familia, y el albino siempre había elegido familia por encima de todo y a pesar de todo.
Ahora le tocaba a él seguir su ejemplo sin fallar, porque su hermano lo había dado todo por su única familia, y lo había levantado mil y una vez cuando lo necesitase sin importar la situación.

Ahora era su turno, no sabía como hacerlo pero lo ayudaría, era su turno de ser fuerte... era su turno de ser el pilar de su pequeña y ultra-disfuncional familia. y lo haría, porque era su hermano y no había nada que no fuera a hacer por él.

Lo primero de aquella etapa era intentar sacar de aquél tortuoso ensimismamiento a su hermano que no hacía más que negar su estado diciendo cosas como "West, estoy en coma, tienes que ayudarme a salir de aquí, ¡te lo ruego!", las que por supuesto eran las mínimas ya que la mayor parte del tiempo no escuchaba ni le hablaba a nadie, solo se quedaba negando de manera casi imperceptible, con los ojos muy abiertos y ubicados en un punto en ninguna parte, "buscando una salida".

Pero las cosas no mejoraron luego, una vez que salió de su hospitalización las cosas se tornaron peores, de algún modo había aceptado que en realidad todo lo que estaba viviendo era la mera realidad y su enojo contra todo y todos era tal, que incluso se podía ver sin problemas en su rostro todos los pensamientos de odio y rencor hacia el mundo en general, no dejaba que nadie se acercara, que nadie le tocara, y se negaba a recibir cualquier tipo de ayuda, nunca hablaba, y a pesar de que estuviese ciego podía verse en sus ojos la ira contenida. El rubio nunca quiso saber lo que pasaba por la mente del albino en esos días, estaba seguro que en más de alguna ocasión le había oído murmurar que los mataría a todos.

Las semanas fueron pasando y al alemán le pareció que el albino se ablandaba poco a poco con el mundo, había comenzado a dejarse llevara a pasear por la casa, aunque claro, era tanto el éxtasis que sentía al pensar que su hermano estaba abriendo sus sentimientos con el mundo que no pudo notar como el mayor simplemente arrastraba los pies por el suelo como si no tuviera más opción que hacerlo y como habría la boca con desgano cada vez que sentía la comida caliente chocar contra sus labios... no fue hasta días después que se dio cuenta de lo alejado que estaba de la realidad. Su hermano estaba en depresión.

Luego de eso pasaron los días y pensó que necesitaría ayuda, estaba desesperado por alguien que le dijera que era lo que estaba haciendo mal, desesperado por una mano amiga que le diera la solución a sus problemas.

Nunca supo si fue un error o una ayuda del cielo.

Pidió ayuda a todas las personas que eran cercanas al albino, sus amigos de siempre: Antonio y Francis, que llevaban regalos la mayor parte del tiempo y cada ve que tenían espacios en su apretada agenda de naciones. A la húngara, que si bien no se pasaba todo el tiempo daba sus visitas cortas intentando animar si éxito alguno a su amigo, al que juró ver rodar los ojos con desanimo cada vez que oía la voz de la muchacha y como último recurso, pensó en Roderich... se la pasaban peleando la mayor parte del tiempo, pero eran cercanos, además, el rubio no era ni una pizca de tonto, sabía lo que se cocía entre esos dos desde hace años.
Pero nunca contó con que el castaño hubiese derribado todo lo que había entre él y el prusiano.

Nunca supo si lo que hizo fue el peor error de su vida o la decisión con más suerte de su parte que jamás tomaría.

Ese día había pedido ayuda de los dos amigos del oji-rojo para llevar al castaño de procedencia austriaca a su casa, era el último chance de lograr algo y las otras dos naciones estaban completamente de acuerdo con él... estaban seguros de que aquello funcionaría, así que de ese modo lo hicieron, llevando de manera forzosa al austriaco a la casa de ambos germanos esperando a que aquello al menos ayudara a la depresión del albino.

Entonces le escucharon hablar por primera vez en casi un mes "Nein", "Que se vaya...", "¡Llévatelo!".

Estaban seguros de que la habían cagado y es que a simple vista todo había resultado un desastre y el albino había sacado a gritos al austriaco de su habitación y solo con verle la cara a este último al dejar la casa se podía saber que si alguna vez había existido algún lazo entre el albino y el castaño... el prusiano se había encargado de quemar hasta la última conexión viva.

=PoV Roderich=

La mirada vacía y los ojos perdidos en la nada que había a su alrededor, ya no había lágrimas corriendo por su rostro, no, de eso ya nada. La tristeza se había quedado sin nada que destruir en su interior, porque ahora el castaño no era más que una cáscara vacía o al menos así se sentía él, mirando a su alrededor a los escombros de lo que alguna ve fue un bonito sentimiento. Un sentimiento destruido por una pequeña mentira, un sentimiento que él mismo se había encargado de apuñalar una y otra vez... porque de no haber sido por él y su forma de tratar a la persona que más amaba en el mundo... de no haber sido claro con sus propios sentimientos desde el principio, si tan solo hubiese encarado sus miedos... entonces sus miedos no se lo estarían comiendo vivo ahora mismo.

Ahora a la nación austriaca no le quedaba más que caminar entre los escombros de su vida... había vivido mucho todos estos años, había aprendido mucho, pero ahora mismo nada de eso importaba porque ¿Qué importa tener todo el conocimiento del mundo, si cuando llega el momento de aplicar aquello que conoces, simplemente no lo haces?.

Y abrió los ojos solo para encontrarse que la realidad delante de sus ojos no era muy diferente que la de sus sueños.

Roderich había emprendido vuelo a Alemania hace unos cinco días atrás, los había pasado en un hotel en Berlin y es que después de la conversación que había tenido con el ruso y dejándose llevar por el primer impulso tomó el primer avión hacia la capital alemana... pero no sabía que hacer, que decir, como actuar... había vivido tantos años y ¿Quién iría a pensarlo?, que alguien como él no tendría la respuesta que necesitaba, que alguien como él a pesar de vivir siglos enteros seguía aprendiendo de la vida.

No importa cuantos años tenga alguien, nunca es tarde para una experiencia nueva, nunca es tarde para seguir aprendiendo de la vida.

=PoV Gilbert=

Gilbert era el tipo de persona que aprendía hasta de la más mínima cosa a su alrededor, pero no siempre podía aplicar todo su conocimiento sobre la vida... muchas veces solía dejar pasar oportunidades únicas volar lejos, muchas veces era tanto su dolor que se encerraba en si mismo y esperaba a que todo fuera menos doloroso para sacar la cara de entre sus cobijas y mirar al mundo a su alrededor.

Pero había veces, en que tomaba las oportunidades con ambas manos y no las dejaba escapar nunca más. Esta era una de ellas.

Gilbert había visto mucha gente salir de situaciones mucho peores que la suya, gente que perdía las dos piernas en un accidente o en la guerra, gente que lo perdía todo con las catástrofes naturales... gente que nacía sin nada, ¿Cómo podría él dejarse amedrentar tanto por la sombra de una persona que le había hecho tanto daño, hasta llegar al nivel de haber perdido la visión y estar postrado en cama?... ¡no se lo merecía!, ¡no se merecía lo que él mismo estaba haciéndose!.

Esa era la conclusión que había sacado de la visita del castaño, había huido del dolor que le provocaba el rechazo y el asco con que él le trató aquella vez... pero no solo 'aquella vez', ¡Había aguantado sus malos tratos desde siempre!, justificandolo en la mayor parte de los casos y es que todos esos años había puesto al resto por delante de si mismo. ¡Una cantidad inigualable de años!, ese día aquello había sido la "gota que rebalso el vaso" nada más.

Era tiempo de pensar en él "Que le den al mundo west, estoy cansado de toda su mierda... yo voy a hacer lo que quiera con ojos o sin ellos, ¡no me interrumpas crío, me importa una mierda", esas habían sido sus palabras exactas al momento en que bajó las escaleras por si mismo para hablar con su hermano, para decirle que ibas a vaciar toda la maldita habitación, pintarla y a "escribir historia nuevamente".

Fue su nuevo inicio... pero para un nuevo inicio hay que ponerle un punto a todos los asuntos pendientes del pasado.

Roderich era su punto pendiente.

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Taráaaan no pude estirarlo más, pesaba terminar todo en este capítulo pero no, voy a subir uno más dentro de esta semana PORQUE DIOS ME SIENTO ASQUEROSAMETE CULPABLE por demorarme tanto en subir este capítulo... ¿Sabían que lo empecé a escribir en marzo?... seh a very long time ago... PERO AQUÍ ESTÁ Salido de mis entrañas... espero termiarlo luego :'D el próximo capítulo se soluciona todo.