CAPITULO 1

Habían pasado ya 2 meses de que la preparatoria se había terminado, todos habían dicho adiós; cada uno seguiría su camino, a pesar de las promesas de estar juntos siempre.

Era un dia de verano; el sol de media tarde daba directamente a las ventanas, el viento soplaba de manera melodiosa y una lenta pero refrescante brisa se colaba de repente por cualquier rincón disponible. En la habitación se encontraba un chico, cuya descripción puede resultar familiar; se trataba de un chico, de mediana estatura de piel muy blanca, mejillas con un perfecto toque rosado, ojos verdes que en ocasiones parecían azules, profundos y expresivos, y un cabello cobrizo perfectamente peinado.

El chico se encontraba empacando las ultimas de sus pertenencias en cajas de cartón, las cuales portaban la leyenda "universidad"; en su cara se podía ver una mezcla de melancolía y felicidad y sus manos temblaban repentinamente, haciendo su tarea un tanto más difícil. De repente un hombre irrumpió en la habitación algo agitado:

-¡Kurt!, es tarde, ¿aun no terminas de empacar?-, cuestiono Burt, el padre del chico, con un tono imperativo

-Estoy en eso, no falta mucho-; contesto el chico, con un tono mucho más relajado que el de su padre

-Tienes 15 minutos, ordeno Burt con una sonrisa

Kurt no podía evitar detenerse con cada cosa que empacaba, cada objeto tenía su historia e inmediatamente venían a su mente muchos recuerdos de todos sus años en McKinley High. Estaba absorto en sus pensamientos cuando de repente se encontró con una cinta de audio; esta no contenía ninguna leyenda, ni ningún tipo de etiqueta; Kurt la miro cuestionándose que cosa podría ser, no recordaba nada acerca de ella, pero había algo que le decía que no podía desecharla, así que la tomo y la guardo en su bolsillo mientras torpemente guardaba lo último de sus pertenencias en una caja.

Bajo las escaleras tambaleándose por el peso de la caja, en el recibidor lo esperaba su padre con las manos en la cintura moviendo el pie rítmicamente y Carole, su madrastra, que tenía una expresión de tristeza en el rostro y las manos sobre la cara, como queriendo evitar el llanto.

-Te ayudo-, dijo su padre mientras le retiraba la caja de los brazos

Kurt se quedo parado unos cuantos segundos en las escaleras, admirando su casa en su totalidad, la sensación de tristeza apareció de repente, podía sentir que cada rincón le hablaba y le contaba una historia diferente; había pasado toda una vida entre esos muros y hoy era el dia de partir a escribir su propia historia. Cuando los sollozos de Carole lo regresaron a la realidad bajo corriendo las escaleras y la alcanzo con un tierno abrazo en el umbral de la puerta

-Es demasiado triste que se vallan-, argumento la triste mujer de cabello corto y castaño, -el lunes partió Fin y ahora te vas tú- . Kurt trataba de aguantar el llanto y sonreía, su padre interrumpió el momento:

-Por la noche recogeré tu auto del aeropuerto y tus cosas llegaran mañana por la tarde en la mudanza, ¿estarás bien hasta entonces?- Cuestiono Burt

-Sí, llevo todo lo necesario conmigo- respondió Kurt

Burt se acerco a su hijo y le dio un enorme abrazo, tan fuerte que parecía que sacaría todo el aire del pequeño cuerpo de Kurt. El chico respondió el abrazo y sonrió para disimular el llanto.

Minutos después de la despedida, Kurt se encontraba conduciendo su auto hacia el aeropuerto y recordó la cinta de audio que había guardado en su bolsillo, con una mano la saco y la introdujo en el autoestereo. La cinta comenzó a correr y la concentración de Kurt se vio rota al escuchar una voz familiar, se paralizo un momento al escuchar la melodía y una sensación de dolor viajo desde su estomago hasta su garganta, el llanto estaba a punto de estallar, asi que se estaciono a la orilla del camino y se quedo escuchando con dolor.

Dentro del auto se escuchaba "Close to you" de The Carpenters cantada por una hermosa voz masculina. Kurt lloraba sobre el volante y lo golpeaba repentinamente; cuando la canción termino, la misma voz ahora daba un discurso entre risas:

-Siempre estaré cerca de ti, te amare hasta el último de mis días- declaraba amorosamente la voz masculina

El discurso no pudo terminar, pues Kurt expulso la cinta del estéreo y la lanzo sin dirección dentro del auto. Ahora un tanto furioso continuo con su camino y repentinamente sintió que avanzaba muy lento. "¿Cómo es posible que aun tenga esa estúpida cinta, si me deshice de todo lo que tenía que ver con él?" se preguntaba en voz alta; era inevitable, los recuerdos aparecieron en su mente.

Hacía ya 5 meses que había dicho adiós a Blaine, el chico que había conocido hace casi dos años; el que lo había acompañado en sus momentos difíciles, el que le había enseñado a ser fuerte, el que lo defendía y daba todo por él, el que le enseño muchas cosas… su primer amor.

Siempre que lo recordaba no podía explicarse como su relación perfecta se había ido cuesta abajo, como ahora no eran más que dos desconocidos.

Intento pensar en otra cosa, pues el solo recordar su rostro sonriendo era como mil cuchillos atravesándolo; por eso se había deshecho de todo lo que se lo recordara y le había pedido a su familia y amigos jamás volver a mencionar.

Una hora después se encontraba en el avión que lo estaba llevando a cumplir su destino, se acomodo en el asiento y decidió dormir, esperando que eso lo tranquilizara y le borrara a Blaine de su cabeza, ahora si para siempre.

Los primeros días en Nueva York habían sido duros; extrañaba a su familia y amigos y estar solo lo deprimía aun más. Sin embargo esa mañana se encontraba muy emocionado y de buen humor, era su primer día enel Instituto de Artes de Nueva York. Se había levantado más temprano de la hora y se había vestido tan elegante como siempre; había desayunado, o más bien lo había intentado, pues los nervios no lo habían dejado probar alimento sólido y se encontraba sentado sobre la cama, jugueteando con la correa de su side pack; no pudo soportar otro segundo más sentado, tomo sus cosas y salió rápidamente de la habitación; había decidido caminar hacia la escuela.

El tiempo pasó más rápido de lo esperado y minutos después se encontraba en la entrada de la institucion, podía ver a muchos chicos y chicas vestidos de las formas más elegantes, excéntricas y únicas que pudieran existir. Todos iban apurados, algunos con la misma cara de temor y desconcierto que el.

Dentro del edificio de paredes elegantes y de colores brillantes todo era un caos, gente caminando sin rumbo, murmullos por todos lados viejos amigos saludándose y ya con su horario en mano se dispuso a buscar su aula, pero estaba completamente desorientado.

Estaba seguro de que debía preguntarle a alguien algo, cualquier respuesta lo haría sentir menos nervioso; frente a él se encontraba una chica, quien no podía pasar desapercibida fácilmente, llevaba una chaqueta de cuero de un amarillo brillante que hacía juego con sus enormes tacones, pero eso no era lo único que la hacía inconfundible entre la multitud, tenía una larga cortina de cabello rojo intenso que le caía hasta la cintura; Kurt estiro su brazo y le dio un leve toque en el hombro e inmediatamente la chica volteo

-Disculpa- dijo un temeroso Kurt, -¿sabes cómo llegar al ala de diseño de modas?-

La chica lo miro con un gesto extraño y le contesto vivazmente: -¡Claro!, lo hare si a cambio me dices tu nombre.

Quizá si Kurt no hubiera estado tan nervioso y aturdido se habría dado cuenta de que la chica de cabello rojo le estaba coqueteando, sin embargo esto no sucedió y se limito a contestar:

-Mi nombre es Kurt, Kurt Hummel-

-Muy bien Kurt Hummel, yo son Rondha Adams- contesto la peliroja entusiasta - vamos o llegaremos tarde-

Rondha tomo a Kurt de la mano y comenzó a correr por el pasillo con él, metiéndose por los huecos que había en la multitud; inmediatamente una imagen llego a la mente de Kurt, se veía a sí mismo corriendo de la misma forma que lo hacía ahora, pero tomado de la mano de Blaine y por los pasillos de Dalton, inmediatamente se solto de la mano de la chica y se detuvo de golpe.

-¿Esta todo bien Kurt Hummel?- pregunto Ronda

-Si, es que me tropeze- argumento –seria mejor si vamos sueltos-

Rondha esbozo una sonrisa que dejaba ver sus blancos dientes y dijo

-No importa, de cualquier forma ya llegamos a tu destino, bienvenido al ala de diseño de modas

Kurt hizo gesto de contemplar el lugar, pero realmente estaba luchando contra esa nueva punzada de dolor que experimentaba cada que Blaine aparecia entre sus recuerdos.

-Muchas gracias por traerme- dijo Kurt con una sonrisa floja

-Tal vez me lo puedes agradecer luego, en el almuerzo tal vez; yo estoy en el ala de fotografía, si te interesa puedes buscarme ahí- dijo Rondha, y después de darle una mirada seductora a Kurt se volteo y siguió corriendo.

Kurt finalmente se dio cuenta de la insistente actitud de la pelirroja y negó con la cabeza, luego se dispuso a entrar al salón de clases.

Durante el transcurso del día. Kurt tuvo diversas clases que lo mantuvieron ocupado y feliz, había conocido a grandes personalidades de la industria de la moda que serian sus profesores y a chicos y chicas con la misma pasión que él: la moda. Al finalizar las clases salió del salón y se despidió de sus nuevos compañeros, dio algunos pasos y se topo con Rondha, quien lo esperaba sentada en el suelo

-Hola de nuevo Kurt Hummel, estas listo para ir a comer; yo te traje hasta aquí y tienes la obligación moral de no negarte-

Kurt se rio para si mismo, pues sabia que Rondha estaba haciendo su mayor intento por conquistarlo, pero el definitivamente no estaba interesado.

-Está bien, dejare que me invites a comer- contesto Kurt y le ofreció la mano para levantarse del suelo.

Llegaron a un pequeño restaurante con paredes de madera y luces amarillas, había muchos cuadros en las paredes que incluían desde fotografías hasta pinturas al oleo, y se sentaron en una mesa que estaba junto a la ventana.

-Es un lindo lugar- comento Kurt

-Qué bueno que te gusto, es mi primera semana en Nueva York, no tengo idea de que lugares sean buenos para comer. Dijo Rondha mientras se quitaba la chaqueta

-Vaya, supuse que llevabas mucho tiempo aquí- dijo Kurt mientras hacía lo mismo

-Intento hacerme ver más confiada, creo que da resultado- Rondha seguía con esa sonrisa de coqueteo y cada que podía movía su mano más cerca a la de Kurt. Kurt lo noto y decidió llamar a la camarera

Mientras ordenaban, Kurt buscaba temas de conversación que distrajeran a Rondha de su tarea de seducción, que conforme pasaba el tiempo volvía mas intensa.

- ¿Y de donde es que vienes entonces?- pregunto Kurt mientras tomaba un sorbo de café

-De Phoenix Arizona ¿y tu? Pregunto Ronda tocándose el cabello; -De Lima Ohio, dijo Kurt.

-Ya veo, supongo que las chicas de Ohio están tristes por tu partida, o tal vez tu novia- dijo Rondha en tono pícaro

Kurt se rio de manera un poco ruidosa y miro a Rondha, se puso serio y continuo

-No, te aseguro que ninguna chica sufre por mi, y acerca de mi novia, bueno yo nunca tuve una, Es….

-Como, un chico como tu nunca tuvo una novia, las chicas de Lima deben estar ciegas-, interrumpió Rondha

La situación comenzaba a incomodar a Kurt, así que levanto la voz e interrumpo a Rhonda

-Sabes Rondha, es muy halagador de tu parte que te veas interesada en mí, pero déjame decirte algo; yo nunca tuve una novia porque no me interesan las mujeres, soy gay-

La sonrisa de Rhonda no se borro de su rostro, al contario, tomo una forma más maquiavélica y levanto una ceja antes de decir lo siguiente

-Ok, entiendo Kurt Hummel, gracias por aclararlo; pero déjame decirte ahora a ti; yo no soy de las que se rinden fácilmente-

Inmediatamente se levanto, tomo sus cosas y salió caminando rápidamente del lugar, Kurt simplemente se limito a tomar su café tranquilamente; pues seguramente, al fin se había librado de esa chica rara que empezaba a resultar molesta.