La luz de una estrella.
Capítulo 20: Fiesta de Disfraces.
Ella era su mejor amiga, es lo tenía bastante claro, pero ya había hecho una promesa y debía cumplirla. Caminaba casi arrastrando los pies y deseando que el tiempo pasara lo más lento posible, no sabía cómo iba a decírselo. ¿Debía decirle primero lo que había hecho?, o ¿Cómo había sucedido?
– ¡Davis!
Sintió su cuerpo tensarse ante el llamado de la pequeña castaña que se acercaba hacia él con una sonrisa.
Tarde o temprano iba a decírselo, así que sonriendo lo mejor posible intento relajarse mientras caminaba en su dirección – Lo siento si tarde – rascó su nuca sonriendo a modo de disculpa.
Kari soltó una risita – No te preocupes, acabo de llegar.
Notó como la castaña jugueteaba con sus manos de una manera… ¿Nerviosa?
Entre más pronto comenzara, más pronto terminaría y así saldría de ese enorme dilema en el que había entrado. Intentó visualizar la cara de Juri frente a él.
– Oye Kari, tengo que decirte algo importante.
– Yo también necesito contarte algo.
– Tú primero – dijeron al unísono.
Rieron ante su sincronía – Primero las damas.
La castaña tembló por dentro, no se imaginaba que fuera tan difícil decírselo, pero lo tenía allí frente a ella y nada lograba salir de ella con naturalidad.
– Davis – metió un mechón de cabello que molestaba en su ojo por detrás de su oreja – Tú… ¿Te molestarías conmigo si TK me acompaña a la fiesta de Mimi?
Podía sentir la mirada del moreno, era como si pudiera ver a través de ella, ¿No le creía?, ¿No confiaba en él?
– Mira, sé que pasaron tantas cosas, y que yo, bueno…
– Voy a ir con Juri.
Abrió sus ojos con sorpresa – ¿Qué?
Davis desvió su mirada momentáneamente – Me encontré con ella y… hablamos de unas cuantas cosas, y de un momento a otro ya le había prometido ir con ella, no te enojes conmigo por favor.
Kari sonrió – No tengo por qué hacerlo.
– Kari, de verdad, sucedió tanto en ese momento que…
– No tienes por qué darme explicaciones Davis, confío en ti, y sé que esto es lo correcto, si tú lo crees así, también yo – lamió sus labios – ¿No te molesta entonces que vaya con TK?
Él también sonrió y negó con la cabeza – Yo también confío en ti Kari – en un acto que no tenía contemplado tomó sus manos – Estos últimos días han sido de locos, han pasado tantas cosas que no entiendo, no logro asimilar todo esto pero – parpadeó rápidamente y la miro fijamente – Todo está tomando su curso ahora, debo decir que algo extraño, pero te vez más feliz, yo me siento más feliz. Solo prométeme que nuestra amistad no termina.
Nunca se llegó a imaginar que eso pudiera suceder, no se sentía mal. Unos meses antes si le hubieran dicho que Kari comenzaría de nuevo a salir con TK se hubiera burlado de que eso sería algo completamente imposible. Además de que él no lo permitiría. Pero ahora era todo diferente. Las cosas habían dado un giro brusco de un momento a otro, y allí estaba ahora, dándole su apoyo y ánimos a Kari de seguir con TK, porque eso era exactamente lo que estaba haciendo. Y extrañamente, al igual que muchas de las cosas que estaban pasando a su alrededor, lo hacía sentirse bastante bien.
– Nuestra amistad será para siempre Davis – soltó sus manos y saltó directo hacia sus hombros, pasando sus brazos alrededor del cuello de su amigo – Gracias Davis.
No comprendía que había sucedido entre Davis y Juri, pero si él la había invitado era porque definitivamente algo bueno habría pasado. Estaba feliz, no había otra palabra para describir lo que sentía en ese momento.
Pase lo que pase.
Era por completo su decisión, ya había pasado suficiente como también tener que aguantar estar en boca de todos, y aún más cuando se trataba de una mentira. Se afligía de pensar cómo se debió sentir Kari en todo ese tiempo.
Matt y ella habían decidido pasar la tarde juntos viendo una película, si había alguien a quien le molestara eso simplemente lo ignoraría, total, se trataba de su vida no la de los demás, era lo suficiente mayor para saber que quería y que no.
Había tratado de mantener su mente ocupada en su fiesta de cumpleaños, tenía que ser una fiesta muy especial, además de divertida, todos iban a ir disfrazados, pero le daban un poco de nervios, y debía admitirlo, también… miedo.
Esos días tuvo que aguantar de todo, no sabía que hubiera hecho si no hubieran estado allí sus amigos y Matt, seguramente no lo habría soportado.
– ¿Pasa algo?
Matt la miraba interrogativamente, se apresuró a negar suavemente con la cabeza, no quería frustrarlo más con lo mismo.
– Solo estaba pensando que ya mañana será la fiesta.
El rubio sabía que había algo que Mimi no quería decirle, se había mantenido muy callada desde que habían salido de clases, incluso al llegar a su casa parecía algo pérdida, y eso comenzó a preocuparle, y más por lo que había pasado en esos días, se había quedado sin palabras para insultar mentalmente a toda persona que se atreviera a decir algo sobre la castaña. Y eso gracias a que Tai se había mantenido cerca de él todo el tiempo para evitar descargara todo su enojo con alguien
– Bueno es que…
Giró a mirarla, hablaba como si algo le preocupara demasiado, la notaba algo nerviosa incluso, y eso lo asustó. Siempre llegaba un momento del día en que su cabeza no dejaba de pensar en lo que sucedería si Mimi decidiera dejarlo, la simple idea le aterraba.
– Ya sabes, será de disfraces, y quería, bueno – balbuceaba con cada palabra que salía de su boca – Me gustaría que tú y yo fuéramos coordinados.
Algo dentro de Matt se relajó completamente, era como si tuviera una bomba dentro de él que estaba a punto de estallar si ella no le decía nada.
– ¿Coordinados? – Sonó bastante normal para él, pero por dentro ardía de felicidad al saber que no era nada malo.
– Si, que nos disfrazáramos parecidos, que fuéramos pareja disfrazados también.
Y entonces comprendió. Por su cabeza pasaron cientos y cientos de imágenes de películas que había visto, desde hadas, hasta hermosas princesas con sus coloridos y brillantes vestidos, no logró evitar imaginarse vestido de todo un príncipe. Sonrió. Aunque así fuera, lo haría con todo gusto por ella.
– ¿Y qué tienes en mente?
Mimi sonrió deslumbrantemente –Bueno, apenas me llegó la idea hoy por la mañana…
– De verdad lo lamento Sora.
La pelirroja podía leer en cada sobre sus nombres. Kasumi, Joe, Izzy, TK, Mimi, Matt… Tai. No sabía porque motivos había decidido escribirle cartas también a Kasumi, se conocían claro, pero… ¿Cómo iba a saber que llegaría a ese límite? No podía quitar la vista de esa caja, dentro de ella se encontraban muchos recuerdos, muchas palabras escritas y nunca leídas.
Sacudió su cabeza, comenzaba a marearse.
– ¿Sora?
¿Qué podía decirle?, ¿Gracias?, ¿Gracias por qué?, ¿Por ayudar a Kasumi a robar esas cartas y ahora entregárselas?
– En un principio parecía divertido, yo no te conocía, creí que no me afectaría – se mordió el labio – Nunca imaginé que tendrían un valor o importancia para alguien, no lo consideré – bajó su mirada – Hasta ahora que te conocí.
Sora la miró – ¿Por qué me las entregas ahora Amaya?
– Porque es lo correcto.
No veía venir esa respuesta, de hecho, no veía venir absolutamente nada de las cosas que estaban pasando, todo estaba de cabeza, y lo único que quería era poder irse a casa y tirarse sobre su cama, dormir, olvidarse de todo por un momento.
Debería sentirse feliz de saber que había sucedido con todas las cartas que envió, pero no era así.
– Es mejor que me vaya – Amaya recogió su mochila y se dispuso a salir del aula, se detuvo unos segundos y sin voltear articuló – Lo lamento.
Escuchó la puerta cerrarse y algo caliente comenzó a recorrer su mejilla derecha, ¿Por qué lloraba?
Tal vez solo era que tenía muchos sentimientos encontrados y no había mejor manera de dejarlos salir de ella.
No le importaba como había sido posible que robaran sus cartas, realmente no quería ni siquiera saberlo, tampoco sabía si había sido una trampa de Kasumi, o con qué fin Amaya se las había entregado, porque no había duda, era su letra, sus trazos, sus dibujos…
¿Qué más daba? No iba a salir por los patios de la escuela gritando a los cuatro vientos lo que Kasumi había hecho, no iba tampoco a decirles a sus amigos, ya no más. Si algo sabía era que la venganza jamás dejaba nada bueno, y no servía de nada, solo te hacía sentir superior un momento, y después, únicamente por dentro te vas volviendo un monstruo.
Limpio sus mejillas con su suéter y cerró la caja que tenía frente a ella, tal vez las quemaría pero primero quería darles una buena leída.
Colgó su mochila sobre su hombro y salió del salón, definitivamente llegaría a su casa y dormiría durante todo el día.
– ¿Dónde estabas?
Amaya cerró la puerta detrás de ella y se adentró a casa de Kasumi – Ya te dije que tenía que hacerle unos mandados a mi madre, no me dejo venir antes.
Kasumi rodó los ojos – Y por esa razón es que agradezco no vivir con mamá.
– Eso se escuchó bastante mal.
Se encogió de hombros – Solo digo que vivir con papá es maravilloso, casi nunca está en casa, llego a la hora que quiero, salgo cuando quiero.
– ¿Para qué querías que viniera? – cada vez le era más complicado hablar con su amiga, le preocupaba muchísimo, quería ayudarla, pero no tenía ni la menor idea de cómo hacerlo, y mucho menos si su amiga no ponía de su parte.
Kasumi le dedicó una sonrisa y se fue hacia la cocina.
Amaya suspiró, ¿Ahora qué?
Se encontraba algo cansada, sospechaba que era más cansancio mental que físico, esos días se la pasaba pensando y reflexionando sobre todo lo que había hecho, sobre todo lo que hacía.
Se levantó con pesadez del sofá donde ya había amoldado un perfecto lugar para ella y su cansada espalda.
Lo primero que vio fue a Kasumi frente al refrigerador con una sonrisa que decía que se encontraba satisfecha con algo, más desconocía por completo ese algo hasta que bajo la mirada.
A sus pies se encontraba un balde de aproximadamente unos 30 litros, no tenía nada de raro, parecía ser de esos que guardaban la pintura. Regresó su vista a Kasumi y seguía sonriendo. Claro, el balde no le decía nada, pero sin duda, la sonrisa de la rubia se debía al contenido de este.
– Ya tengo listo el regalo perfecto para Mimi.
Amaya deprisa levantó la tapa del balde y arrugó el ceño. Levantó su vista hacia Kasumi que seguía sonriendo.
– ¿Qué te parece?
– Que estás loca.
Enarcó una ceja – Es nuestra oportunidad Amaya, no tendremos ninguna como esta.
Amaya cerró el balde y negó con la cabeza, comenzó a arrastra el balde hacia el pequeño patio a su derecha.
– ¿Qué haces?
– Voy a deshacerme de esto – entre jadeos, intentaba acercar el balde hacia la puerta.
Kasumi jaló el balde de regreso y Amaya perdió el equilibrio cayendo de sentón en el piso.
La miro sorprendida, la rubia solo la miraba, y lo comprendió, levantándose la reto con la mirada – Yo no voy a ser parte de esto.
– Creí que eras mi amiga.
– Eres mi amiga Kasumi, pero no seguiré siendo tu títere. No más.
Antes de que la otra pudiera replicar cualquier cosa, se acercó a la puerta y salió.
Siempre le sería complicado andar con vestido, se miró al espejo e intento calmar a su corazón que no dejaba de hacerle ver lo nerviosa que estaba.
Esperaba no verse muy niña, ¿Pero qué más daba? Todos irían disfrazados de algo, no sabía con qué extraño disfraz podría encontrarse allá, sus zapatos negros eran lindos y coquetos, sus medias blancas le daban un poco de comezón, pero adoraba su vestido azul como el cielo y su chistoso mandil blanco. Acomodó su moño negro, había pensado en llevar una peluca, pero decidió mejor no hacerlo, sería una Alicia pelirroja.
– ¡Sora!, Tai está aquí.
Y de nuevo su corazón se aceleró.
– ¡Enseguida bajo!
Habían quedado de verse en su casa para partir juntos a la fiesta de Mimi, su madre se ofreció a llevarlos, el casino no era muy lejos, pero a pie a esa hora sería algo preocupante para Toshiko que prefirió ofrecerse a darles un aventón.
Se acercó a la puerta y regresó corriendo al espejo, miró su vestido, que sus medias no se encontraran sucias, su moño en su lugar, su cabello perfecto, a excepción de ese mechón rebelde que siempre la desobedecía.
Se dio una última mirada y tomó su bolso.
Al bajar logró escuchar como su madre y Tai conversaban quien sabe qué cosas. Inmediatamente sus ojos buscaron los de él.
– Oh, cierto, voy por un suéter no sé qué tanto calor me pueda dar el auto.
Una vez solos, Tai se acercó a ella y depositó en sus labios un suave beso – Pero que Alicia tan bonita.
Se alejó un poco de él para poder observarlo completo, era idéntico al sombrerero loco, al menos su vestimenta, no llevaba absolutamente nada de maquillaje en el rostro, pero el sombrero lo disimulaba bastante – El sombrerero siempre tan observador.
Desde que ella le dijo que se disfrazaría de la protagonista de su película favorita, él no dudo en buscar hasta que dio con el disfraz del sombrerero.
– Oye, ¿Y Kari?
Por un momento se había olvidado de su amiga, no la había visto ni hablado con ella desde el día anterior.
Acarició su cabello y le sonrió para tranquilizarla – Se fue hace un rato, TK paso por ella, me dijo que nos veríamos allá.
– Estoy lista chicos – miró como el moreno tenía entre sus manos las de su hija y sonrió – Vámonos no querrán llegar tarde.
Música salía de las bocinas que se encontraban sobre el escenario, las luces emocionaban con tan solo verlas, el ambiente que comenzaba a formarse era ciertamente genial.
Había un grupo sobre el escenario que comenzaba a acomodar su equipo de sonido, todos ellos vestidos como vampiros.
Miro a Matt a su lado, en un principio pensó en pedirle a él que tocara, pero aunque fue de cierta manera algo egoísta, prefirió tenerlo con ella a su lado toda la noche, era su fiesta de cumpleaños también, así que se daría el lujo esa noche.
– Allí vienen Tai y Sora.
Volteó en dirección a la entrada, soltó la mano de Matt y corrió a abrazar a la pelirroja.
– Que bueno que ya llegaste.
Sora sonrió – Lamento la tardanza, estaba un poco nerviosa.
– ¿Tú nerviosa? – Mimi la tomó de la mano y le guiñó un ojo – Quiero mostrarte todo el lugar, esta maravilloso – corrió con ella a su lado.
Tai se acercó a Matt – Oye, tú novia acaba de robarse a la mía.
– No somos… – ante la mirada insinuante de Tai sonrió – Espera, si – asintió – Mi novia se llevó a la tuya.
– ¿Aún no llegan mi hermana y TK?
El rubio pareció pensarlo – Que raro, salió de casa antes que yo.
– Hola chicos – Yue con su traje de Drácula, venía acompañado de Yolei y Ken que iban representando a dos simpáticos mimos.
– ¿Yolei sabes algo sobre mi hermana? Salió antes que yo y aun no llega.
La pelimorada se sintió un poco extraña, nunca había hablado con Tai – Ahora que lo recuerdo – estampó su mano en su frente – Acabo de hablar con ella, me dijo que te avisara que ya viene en camino.
– Ya respira viejo – Matt dio un pequeño golpe en su brazo – Esta bien.
– ¡Davis! – Yolei levantó y agitó su brazo para llamar la atención del recién llegado chico.
– Se supone que no debes hablar – observó Davis al llegar a su lado, por lo que la chica solo atinó a hacer un puchero y empujarlo con sus caderas.
Rieron y entonces notaron que el moreno no iba solo, Juri Nagano iba con él, todos se preguntaban que sucedía allí, pero por obvias razones, no podían preguntar nada, al menos no en ese momento.
Tai observó del otro lado a Kasumi y a Amaya hablando, al mirarlas inmediatamente sintió un escalofrío por todo el cuerpo, algo le olía mal allí, no le dio tiempo de seguir pensando más en eso, de repente todo el lugar se había quedado en silencio.
Un chico vestido de príncipe con su pantalón negro y su chaleco azul, todo impecable entró, no le fue difícil reconocer que se trataba de TK, pero no era por eso que todos habían guardado silencio.
A su lado entró también una chica, traía puesto un vestido estilo a bella, con sus ondulaciones hasta el suelo, sus guantes que iban desde sus dedos hasta sus codos, una coleta sujeta por un llamativo listón amarillo, solo dejaba unos mechones caer por su rostro delicadamente, estaba hermosa. Podía decir que el lugar brillo con tan solo su llegada.
– Kari te ves… despampanante.
¿En qué momento Sora y Mimi habían regresado?
Se sonrojó notablemente – Muchas gracias.
Un chico desde el escenario llamó la atención de los presentes.
– ¿Qué tal la noche muchachos? Estamos muy emocionados por comenzar a tocar, así que los invitamos a la pista de baile, así que cumpleañera – buscaron a Mimi y apuntaron hacia ella con un reflector – Estas canciones van por ti.
Un grito perfectamente sincronizado por los invitados dio inicio a la música, y nadie puro esperar a comenzar a bailar.
Todo iba marchando a la perfección, esa noche iba maravillosa pensó Sora, entre gritos, aplausos, risas, todos estaban en la pista demostrando sus mejores pasos, hasta que su mirada se centró en una de las orillas.
Disimuladamente se acercó a la chica que se encontraba sola sentada en las sillas – ¿Por qué no vienes a bailar?
– Bueno… perdí a Kasumi hace un rato, y creo que no me vería nada bien bailando sola.
Sonrió – No tienes por qué bailar sola – ofreció su mano – Ven a bailar con nosotros.
Amaya miro detrás de la pelirroja donde un grupo se dejaba ver bastante encendido – La verdad no creo ser muy bienvenida allí.
Sora tomó su mano y haló de ella – Lo eres, yo te estoy invitando, vamos.
Amaya dudosa volvió a mirar detrás de ella y luego la mano de Sora. Se levantó y se dejó guiar por la chica.
Nadie la miro mal, nadie se le quedó viendo extraño, nadie pareció hacerla menos, y eso le alegró. No tardó en comenzar a moverse con más seguridad y unirse a las bromas con los demás.
– Voy por un poco de agua.
Kari se despegó del grupo y se dirigió a la mesita de alimentos, sentía que comenzaba a sudar, y como no hacerlo con tanto movimiento, sin duda se estaba divirtiendo a lo grande.
Recargada en la mesita se encontraba Kasumi, se veía completamente extraña allí, iba disfrazada de Cleopatra, y estaba completamente sola. Todos se encontraban en la pista de baile, y por un momento se sintió mal por ella. Tomó rápidamente de un vaso con refresco y se disponía a irse, a unos pocos pasos mordió su labio y regresó.
– ¿Piensas quedarte aquí toda la noche?
Kasumi la miro y la hizo arrepentirse momentáneamente de haber regresado – ¿Qué si lo hago?
– Bueno, es una fiesta, todos están bailando.
Enarcó una ceja y soltó una falsa carcajada – ¿Vienes a burlarte de mí?
– Vengo a invitarte a bailar.
– ¿Debes estar bromeando?
– Estoy hablando completamente en serio – miro hacia el grupo de chicos que bailaban de un lado a otro – Créeme no te vas a arrepentir de venir.
Rodó los ojos – Kari, deja de molestarme, no iré.
Lanzó un suspiro y tomó su brazo firmemente.
– ¿Qué haces?
– Te llevo a bailar.
Parecía que su fuerza de voluntad estaba en contra de ella, de un momento a otro se encontraba en medio de Matt y Kari. Ella no quería estar allí, ellos la odiaban ¿No?
Pero nadie parecía molesto, creía que en cuanto se acercara a ellos la correrían o algo por el estilo, pero se sentía bien alejarse de la mesa, llevaba allí un buen rato y estaba bastante aburrida.
TK comenzó a bromear con ella, luego Mimi, hasta Sora lo hacía, la tomaba para bailar y las risas no se hacían esperar, sonrió. De un momento a otro Toshio también se encontraba con ellos, y todo iba realmente genial.
Miro a Amaya que le dedicó una radiante sonrisa y siguieron bailando, estaba feliz por su amiga, quien diría que ese día podía ser en el que quizá todo cambiaría.
Creía que la consideraban una persona despreciable, así quería que fuera, que todos la consideraran superior, pero estando sola y mirando como todos a su alrededor se divertían realmente la hacían sentir todo, menos superior.
Y en esos momentos se sentía tan… Bien, realmente bien, como hacía mucho tiempo no se sentía, Kari no la miraba con odio, Sora no la miraba con rencor, Tai no la miraba con desprecio, todo lo contrario.
– Te ves muy bien de Cleopatra.
Miro sorprendida a Mimi – Gracias, tú también te ves estupendo de Sandy, pero debo admitir que el disfraz que más me gustó sin duda es el de Kari.
Todos voltearon a mirarla sorprendidos, al principio creyeron que habían escuchado mal, cualquier cosa, pero no.
– Te ves hermosa Kari.
La castaña sonrió dulcemente – Muchas gracias, tú también te ves estupenda Kasumi – no había pizca de maldad o mentira en ello, y eso le alegró.
Decidieron poner un poco de música en las bocinas para que la banda pudiera descansar, todos fueron a sentarse para comer un poco y descansar sus pies, estaban seguros terminaría con las piernas hinchadas de tanto bailar.
Kasumi los miró mientras tomaban lugar y comenzaban a platicar, la llamaban para que ella también fuera, y allí, todo su cuerpo, su mente, su sentir, todo dio un brincó y lo decidió. Bajo la atenta mirada de todos, dijo algo al oído de Toshio, el pareció dudar pero lo llevó del brazo al escenario.
Al mirar a todos delante de ella, dudó por un momento, dirigió su mirada a Kari, la castaña la observaba algo intrigada, luego miro a Mimi y decidida, tomó el micrófono.
– Hola – paso su mano nerviosamente por su cabello – Desde hace unos días – tomó aire – Quiero disculparme contigo Mimi.
Todos los presentes miraron a la castaña que no comprendía absolutamente nada.
– Por mi culpa se desató un rumor sobre ella y sobre Matt.
Tai miro nervioso a su amigo que se mantenía al margen mirando a Kasumi fijamente.
– Mimi y Matt no tienen la culpa de nada de esto. Toshio y yo fuimos quienes comenzamos a salir juntos.
Sorpresa. Esa era la palabra que describía perfectamente lo que dejaban ver los rostros de todos allí presentes.
Mimi no lo soportó más, no tardó nada en llegar al escenario y quitar el micrófono de manos de Kasumi antes que dijera cualquier otra cosa. La intención no era esa, comprendió al instante lo que la rubia quería decir, pero no dejaría que se humillara así misma.
– No quiero que haya mal entendidos – comenzó la castaña y miro fijamente a Matt – Toshio y yo nos dimos cuenta que no éramos felices juntos – lo miró y este le dedicó una sonrisa que la animo a continuar – Decidimos terminar, fue hace un tiempo, entonces Kasumi y él decidieron comenzar a salir juntos, un tiempo después lo hicimos Matt y yo. Ha sido la mejor decisión que hemos tomado. Como amigos nos apoyamos en todo, y esto fue una parte de ese todo. Tomar las cosas con la suficiente madurez.
Kasumi pidió de su mano el micrófono y esta se lo cedió – A veces nos comportamos de una manera bastante superficial – miro a Kari – Y también infantil. Quiero disculparme por todos estos años Kari. Quiero que todos sepan que Kari Yagami es una de las mejores personas que pueden llegar a conocer, me comporté de una manera detestable y me arrepiento de ello. Quiero pedirles que reflexionen todo lo que pasa por sus vidas, y que se enfoquen en aquellas cosas buenas que hacen que nuestras vidas sean más felices – sonrió ampliamente – Sora, a todos los diamantes, y a todos los demás – dijo enfocando su vista a los demás invitados – Les pido una disculpa por todo lo que pude provocar – suspiró – Sora tenía razón, todo este tiempo, los diamantes son algo estúpido e infantil. Y por ello, los diamantes dejan de existir – un murmullo de sorpresa se hizo presente – Aunque creo que terminaron desde hace mucho tiempo, no hace falta un grupo así. Tus verdaderos amigos estarán allí siempre – finalizó mirando a Amaya.
Pasaron unos cuantos segundos y los aplausos estallaron por todos lados.
– ¡Esto hay que festejarlo con más música! – gritó uno de los chicos de la banda.
Amaya salió disparada a abrazar a su amiga – Estoy tan contenta Kasumi.
No podía dejar de sonreír, realmente se sentía tan ligera en ese momento que casi sentía que podía volar – Yo también amiga.
Kari y los demás se acercaban a ella… hora de hablar cara a cara.
– Entonces – continuó Amaya – ¿Eso quiere decir que ya no habrá necesidad de usar el balde cierto?
– ¿Balde? – y palideció.
– ¿De verdad piensas bañar a Mimi con esto?
Le tendió unos billetes – Ya te lo he dicho todo, no importa en qué momento sea, siempre y cuando la mayoría este mirando.
El chico pareció dudar, pero extendió su mano y guardó el dinero en su pantalón.
– Si te arrepientes, debes decírmelo.
Rodó los ojos – Pase lo que pase, quiero todo esto sobre Mimi, en el momento perfecto corta el cable que lo sostiene y es todo. Ya me encargaré yo de lo demás.
– Bien.
Todo parecía moverse ahora en cámara lenta, el fotógrafo había pedido a la cumpleañera posicionarse bajó el marcó que adornaba el lugar para las fotos.
"Pase lo que pase, quiero todo esto sobre Mimi"
– ¿Kasumi?
Levantó la parte de su vestido que golpeaba contra el suelo y emprendió carrera, no podía permitir que sucediera.
No, no, no, no. Por favor no.
"Pase lo que pase, quiero todo esto sobre Mimi"
La castaña la miro sorprendida.
– ¡Kasumi!
¡No!
Y en ese momento una lluvia de colores cayó sobre la castaña.
Cientos y cientos de globos comenzaban a caer sobre el salón.
Casi resbaló intentando detenerse, levantó sus brazos atrapando un globo entre sus manos.
Un chico se acercó a ella y rio – ¿No creías que de verdad iba a tirarle eso encima verdad?
Se quedó paralizada, eso había sido suerte.
– ¿Quieres que te devuelva tu dinero?
Ella negó con la cabeza – Gracias.
Había formado una vista hermosa, y casualmente la mayoría de los globos eran rosas. Cerró los ojos, no era pintura apestosa, eran globos. Globos hermosos.
– Vaya – dijo Amaya cuando llegó a su lado – Gran sorpresa he.
– Kasumi – giró para encontrarse con la castaña detrás de ella – Quería darte las gracias por lo que hiciste allá arriba.
– Gracias a ti Kari.
Tai se acercó a su hermana y la levantó haciéndola girar en el aire.
Sora rio – Vas a marearla Tai.
– ¿Estas celosa?
– No es eso lo que… – bajando a Kari, sujetó por la cintura a Sora y unió sus labios a los de ella.
– Ya déjense de cursilerías y vamos a bailar.
Obedeciendo a Davis volvieron a la pista de baile donde la banda ya había comenzado a tocar de nuevo.
– Kari espera.
La castaña se detuvo observando fijamente a Juri.
– Yo también quiero disculparme contigo – tomó sus manos – Kari, lo lamento, por todo, yo, yo…
– Esta bien – asintió intentando tranquilizar a la chica frente a ella que no encontraba las palabras exactas para expresarse. Davis le había contado todo lo que había pasado con Juri por la mañana –Lamento lo que sucedió antes Juri, no era mi intención alejar a Davis de ti.
– Fue mi error Kari, pero no volverá a pasar nunca.
– Disculpen señoritas – llegó Davis tosiendo para tener su atención – ¿Quieres bailar conmigo?
Juri aceptó la invitación y se despidió con un asentimiento de cabeza hacia la castaña.
La música había cambiado a ser un poco más tranquila, tal vez era momento de descansar por fin unos minutos.
– ¿Me permite esta pieza señorita?
TK realmente parecía todo un príncipe, tomó su mano y se dirigieron juntos hacía la pista. Ya descansaría más tarde.
Sora observó de lejos ambas escenas, y sonrió, todo pintaba de maravilla y eso le alegraba bastante, habían pasado por tanto…
– Ejem .
Se abalanzó sobre la persona que recién llegaba – ¿Dónde estabas?
Soltó una risita cuando notó que casi dejaba sin aire al pobre de Alfred – Lo siento, estaba terminando de empacar.
Su sentimiento de emoción se apagó al instante, había olvidado que Alfred regresaría a Francia al día siguiente.
El chico levantó su mentón y sonrió – Vamos a estar bien, los dos estaremos bien – tenía un fuerte sentimiento por la pelirroja, pero entendía donde estaba su felicidad, y eso era lo que él más deseaba. Verla sonreír lo hacía sonreír a él.
– Disfrutemos tu ultimo día entonces – debía alegrarse y hacer que ese momento fuera para los dos especial, Alfred la había apoyado desde el principio, había estado siempre para ella, y la hacía sentirse mal que se fuera de su lado.
– Sora – recargó sus brazos sobre sus hombros – Eres mi mejor amiga, pero no voy a obligarte que me llames de esa manera, tampoco que me llames de otra manera, soy feliz siendo tu amigo, y así va a ser siempre – rodó los ojos – Bueno, podrías llamarme por teléfono de vez en cuando.
– Te lo prometo.
– Hola.
Kasumi se acercó lentamente hacia Tai, se la había pasado toda la noche buscando hablar con él, pero no lo había logrado, y en ese momento en que Toshio había ido al baño, casualmente Tai se encontraba solo cerca de la mesita de alimentos.
– Hola.
–Tai – lanzó un fuerte suspiró y lo miró directamente a los ojos – Lo siento, por todo – no sabía que palabras utilizar, no sabía exactamente que decirle o como decírselo, pero le debía una disculpa – Todo lo que sucedió fue por mi culpa.
Sonrió – Fue muy valiente lo que hiciste esta noche.
– Se los debía, solo quiero que no me odies Tai – mordió su labio – Sé que me equivoqué, y bastante y merezco que me odies o peor pero…
El moreno la interrumpió – No te odio, las cosas malas que sucedieron en el pasado, se quedan en el pasado.
– Entonces, ¿Podemos ser amigos?
– Claro que sí.
– Gracias – sonrió tímidamente.
– Gracias a ti Kasumi, esta noche nos diste una gran lección a todos.
Y esperaba que así fuera, se sentía feliz, sin toda esa carga que antes llevaba consigo, estaba decidida a comenzar a hacer las cosas bien. Se sentía maravilloso hacer las cosas bien.
– ¿Puedo bailar con mi hermana?
TK hizo una mueca algo inseguro y luego le sonrió – Claro.
– Al fin me dejan acercarme a ti, ya hasta parece que tengo que sacar cita.
Le sacó la lengua – Soy tan solicitada que incluso tú debes esperar hermano.
Se detuvo y la miro a los ojos como nunca antes lo había hecho.
– Dilo de nuevo.
Frunció el ceño sin entender – ¿Decir qué?
– Hermano – dijo mientras escondía un mechón de cabello detrás de su oreja.
Le sonrió tan dulcemente que dentro de él todo se movió de felicidad – Te amo hermano.
Nunca le había dicho algo como eso, y nunca la había escuchado hablar tan decidida, así que no, no estaba soñando, no le estaba mintiendo. Era la verdad, le decía la verdad. No lo odiaba como él lo pensaba. Su hermana no era así. Kari era maravillosa.
– Y yo te amo a ti hermanita. Y eso nunca, nunca, nunca – hacía muecas exageradas y jugaba con ella en sus brazos – Nunca va a cambiar.
– Esta ha sido una gran noche.
Mimi se veía muy feliz, Matt no soltaba su mano en ningún momento, y las miradas hacía ellos habían disminuido bastante, lo que sucedió esa noche se correría por toda la escuela rápidamente y eso arreglaría el problema que tenían.
Tal cual, Sandy y Danny se veían muy enamorados, sus miradas lo decían todo. Y las cosas pintaban mejorar en su mayoría. Podía verlos más tranquilos, más felices.
– Iremos a bailar un rato, ¿Nos acompañas?
La pelirroja negó suavemente con la cabeza – Me quedaré aquí un rato.
Mientras se alejaban una mano tomó la suya y le dio un suave beso.
– ¿Cansada tan rápido?
– Tu pila es interminable Tai.
La besó, tan tiernamente que sentía que cada vez se enamoraba más y más de él.
– Me gustaría que jamás tuvieras que regresar.
Paso saliva nerviosamente, había olvidado ese detalle por completo, los había dejado en una mentira que no había aclarado.
– ¿Pasa algo?
Ella asintió – Les mentí – ante la mirada interrogativa del moreno continuó – No quería decirles en un principio por todo lo que estaba pasando, ya sabes, pero – sonrió – No regresaremos a Francia.
Abrió sus ojos con sorpresa – ¿En verdad?
Acarició su mejilla y se acercó a él – Mi padre regresará a trabajar aquí, así que regresamos por completo.
Se encontraba contento y en definitiva, iba a explotar de felicidad en cualquier momento.
Continuará…
Y pues, ya regresé, lamento mucho la tardanza, pero por fin medio acomodé mi vida y he regresado :')
Entre idas al hospital, urgencias, me dio varicela… Perdí un semestre en la universidad por enfermedades… Pero bueno vengo feliz a actualizar.
Quiero agradecerles a todos y cada uno de ustedes que leen mi historia, sé que ya paso mucho tiempo, y que tardaba eternidades en actualizar, y de verdad lo siento mucho.
Leí desde el principio toda la historia y bueno, no parece que el primer capítulo lo escribió la misma persona que escribió estos últimos.
Muchísimas gracias por todo su apoyo este tiempo, parece que me estoy despidiendo pero no xD
Este es el último capítulo de "La luz de una estrella". El siguiente será el epilogo, espero en una semana o menos ya quede listo.
Aún faltan cosas por concluir para cerrar con broche de oro.
Terminando este, me dedicaré al 100 a "Secuestrando tu amor" para también poder terminarlo. Tengo muchísimas historias en mente ya listas para ser escritas, pero quería terminar primero las que tenía por allí arrumbadas más no olvidadas.
Ha sido toda una historia para mí llegar hasta aquí.
Ojala me dejarán saber que les pareció la historia y que creen que pueda pasar en el epilogo.
¡Los quiero mucho!
Faty Takenouchii.