Tadaima!
Pues finalmente ¡HE REGRESADO! ha pasado más tiempo del que me hubiera gustado y en realidad no tengo excusa válida para tanta demora... 8 meses han sido eternos hasta para mí. Como muchas saben, en el último capítulo les conté que tuve el fin de una relación que sin duda me afectó mucho y me retraje en libros y muy pocos fics, tuve delirio de zombie pero regresé a la vida con más fuerza.
Este capítulo en una forma, es el crecimiento que logré obtener de mi experiencia y sin darme cuenta los sentimientos de Amu fueron un apoyo para mí y mi mal trecho corazón. Las buenas cosas nos dan recuerdos y las malas experiencias, a fin de cuentas de todas aprendemos.
Y a las que les da curiosidad; el chico en cuestión volvió a buscarme con la cola entre las patas y yo no he hecho sino reírme de sus intentos de ver lo que ya se perdió. Las primeras palabras van dedicadas a él.
Bueno no las entretengo más, disfruten y no quieran ahorcarme.
¡Abrazos para todas!
SC: No me pertenece, solamente hago sufrir a sus personajes ^^
10 meses después
Una misma persona no puede lastimarte 2 veces de igual forma; uno, porque ya no le crees con certeza, desconfías 50 % de lo que te dice o expresa. Dos, el sentimiento que tienes hacia esa persona es totalmente inferior al que sentías y créeme, difícilmente volverá a ser como antes.
Creo que después de tanto tiempo por fin estoy lista.
Al principio sentía que el tiempo transcurría a mi alrededor, pero no a través de mí.
Que las mañanas eran inventadas y las tardes sólo una pintura más, cada noche era un parpadear de ojos, ¿realmente es todo tan efímero?
¿Quién lo diría? Osaría alguna persona imaginarme un día sin pensarte, sin amarte… jamás. Era como traicionar; falso como quien dice que no necesita respirar.
Pero hoy finalmente, con el corazón ensanchado de confianza, de seguridad, soy libre de todas las cadenas y trabas que me traía tu amor. He dejado la niña dependiente, aquella que no decía cómo pensaba o qué opinaba de situaciones por temor de generar una discusión.
Me estás viendo, soy madura y autosuficiente, creo en mí y tengo ganas de luchar, nunca más podrás dañarme, nunca más caeré ante ti.
Ah y lo he confirmado, lo que no te mata… te hace sorprendentemente más fuerte.
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No podría decir que no recuerdo cada cosa como si fuera ayer.
Hay millones de imágenes rondando por mi cabeza, y cada una de ellas contiene sonrisas y felicidad. A su lado yo no tuve miedo y no existía la necesidad de fingir fuerza, me recibió con los brazos abiertos llenos de un sentimiento que aunque no era palpable, te inundaba todo el ser.
Porque jamás nadie me miró así, la mezcla justa de amor y deseo, ¿podría haberme sentido más querido? No lo creo.
Once de la noche, decidimos encontrarnos cerca de un parque, yo llegue antes y me sentía nervioso, era nuestra 2da salida desde que empezamos… y ella era perfecta.
Con una sonrisa en su rostro y las mejillas sonrosadas fue caminando directamente hasta mí, tenía tanta suerte de que me escogiera.
Dijo hola con un tono nervioso, pero yo no pude evitar acercarme y tomar sus labios, no la dejaría jamás, estaba totalmente anonadado por ella.
Caminamos de la mano en silencio porque no había necesidad de palabra, les ha pasado? Esa conexión, esa plenitud que te deja perdido en otro… eso amigos yo lo sé, se llama amor y vaya que lo sentía por Amu.
Nos sentamos juntos en el pasto y hablamos de todo un poco, aún me sonrío si recuerdo aquel día, al final nos recostamos mirando al cielo mientras yo temblaba; un poco porque mi suéter era poco abrigador, y ella tan preparada como siempre nos rodeó con su bufanda. Tumbados sin pensar en nada concreto, supe que con ella no había necesidad como con las otras de estar en un lugar para entretenernos, preferiría mil veces tenerla sólo para mí y besarla cada que se me antojara antes de estar rodeado de música o una que otra bebida.
Una mujer que me haga querer ser mejor, que yo anhele ser mejor, es la que amaré para siempre.
Y sí, aunque sea pasado, aunque ella ya no quiera saber de mí y me odie, ella tiene derecho a exigir al mejor y yo tuve que renunciar a tenerla por una promesa.
En el avión
Estábamos más cerca de Tokio, bueno sólo quedaban 3 horas.
Definitivamente las últimas son como las más largas, aunque pensándolo bien, todo el viaje en general había sido excesivamente extenso y estresante.
Había cambiado de sentimientos en cuestión de horas; del enojo al nerviosismo, de la indignación al llanto. Después de todo era el viaje más importante de mi vida.
Todo se definiría en los días que seguirían.
Me sentía renovada, una seguridad había crecido en mí desde que aquel chico había extendido su pañuelo en mi dirección. Yo era Hinamori Amu y tenía una familia que me amaba, amigos que me alentaban, tenía que seguir adelante. Sí, caerse duele; pero la solución no es llorar. Hay que sacudirse las rodillas y continuar caminando.
La sonrisa creció en mi rostro y entonces creí que podía mantenerme firme, luchadora. Iba a intentarlo y no me lamentaría más.
—Hay que reconocer que después de todo eres muy bella al sonreír— mi diálogo interno se quebró por el comentario que llegó a mis oídos. ¿Sería cierto? ¿Aquella persona me había hablado a mí?
Giré mi cabeza a la izquierda con los ojos como platos y una expresión de: "es broma" en mis cejas y ceño. Seguro lucía muy graciosa porque el chico a mi lado sólo pudo soltar una sonora carcajada que terminó por contagiarme también. Las personas a nuestro alrededor voltearon a mirarnos por el desorden que estábamos causando.
¿Qué estaba pasando? Después de parecer perros y gatos nos reíamos juntos como si lleváramos años de amistad; y debo decirlo, se sentía tan genial reír con sinceridad y sin tristeza.
Cabe relatar que la azafata se acercó con mirada de pocos amigos pidiendo que bajáramos el tono de la voz, pero yo noté su mirada de disgusto porque ahora el chico a mi lado parecía no ignorarme.
—Podrías dedicarte a la comedia, eres tan expresiva que trasmites a todo lo que piensas— soltó el castaño con lo que parecía una sonrisa sincera y por tanto no supe decidir si me estaba insultando o halagando.
—Como un libro abierto —respondí con amabilidad. Todos siempre me lo han dicho, estos ojos no mienten.
—Eso es agradable —dijo y luego giró su posición para quedar de lado y mirarme a los ojos.
—Tienes un lindo par de ojos dorado, y no lo tomes a mal; las antiguas culturas decían que eran ojos embaucadores, que hacían perder a aquellos que los contemplaran sin parpadear, me preguntó si me pasará lo mismo por observarte un par de minutos—
Tragué fuerte sin darme cuenta. Quien antes me tachaba de acosadora ahora parecía que me coqueteara y en mi cabeza yo sufría de un shock mind que parecía no poder superar.
Porque había escuchado bien y no había dicho observarlos sino observarte.
Dentro de todo, me sorprendía justamente porque las bipolares éramos nosotras, el sexo femenino, las de venus, etc. De dónde había salido este chico con su perfecta nariz y aquellos ojos capaces de embelesar al mundo.
Después de tener la extensa charla con mi cabeza y saber que aquel seguía mirándome como si me encontrara el objeto más interesante del avión sí, pensé bien, objeto. Decidí que no podía perder este round también, ya que al parecer, nos estábamos enfrascando (o yo nos enfrasqué) en una batalla donde el ganador tendría derecho a mirar con autosuficiencia por el resto del viaje, así haciendo acopio de la seguridad que no poseía le lancé lo primero que se vino a mi mente.
—Deberíamos comprobarlo y así podríamos descartar o afirmar esa mitológica idea. —
Su sonrisa se amplió más dejándome ver el perfecto juego de dientes que tenía, ¿este chico podría tener algún defecto físico? Ya sabíamos que de personalidad le sobraban las fallas, pero lo visible, lo palpable, lo que la ciencia podía testear ¿qué? Es realmente injusto que haya tanta perfección junta.
Levantó sus cejas como quien no da crédito a mis palabras pero no retiró la vista de mí. Y yo me sentía descubierta ante su escrutinio, pero también me alegraba de no estar pendiente de otra cosa que no fuera nuestra conversación.
—Me llamo Fran, después de todo es un gusto conocerte— extendió su mano derecha hacia la mía y me dio un apretón moderado; piel suave, dedos largos, uñas perfectas e inmaculadas, la lista crecería para confirmarme lo que ya sabía. Tenía todo de todo y sabía usarlo.
—Tienes razón, creo que sí será un gusto— sonreí de vuelta y también apreté su mano, después fui desajustando mi mano para retirarla aunque era una acción unilateral.
—Tocas piano—
Su afirmación me sorprendió porque no cualquiera sabría que las marcas y textura áspera en mis manos se debiera a que tocara.
Me quedó mirando como si le faltara algo para continuar y entonces caí en cuenta que aún no le decía mi nombre. —Amu— pronuncié y entonces sí soltó mi mano con delicadeza.
El resto del viaje fue realmente corto, las que parecían eternas horas se simplificaron a risas y minutos. Hablamos de tantas cosas diferentes que difícilmente puedo recordar.
Seguía siendo un odioso, pero era su estado natural. De pronto no fue tan malo topármelo de compañero de avión y sentía que esta persona haría una diferencia en mi estado de ánimo.
Fran y yo bajamos del avión y fuimos a buscar las maletas, pero en el pasillo que une el avión con la sala para llegar al aeropuerto la azafata que nos atendió durante el vuelo caminó hacia él y le entregó un papel cuidadosamente doblado; no hacía falta verlo para corroborar que era un número telefónico, un suspiro con sonrisa escapó de mi boca mientras internamente pensaba que yo no tendría las agallas para hacer algo así.
—Tu sonrisa es por…— Fran me miraba con sus ojos entrecerrados y conspiradores, imaginándose quién sabe qué tantas cosas.
—Sólo pensaba que yo no tendría las agallas para hacer algo así — respondí tranquilamente ofreciéndole una sonrisa serena.
No sé qué pasó por su cabeza pues su semblante se volvió serio y pensativo, subió una mano para sostener su mentón y quedó cavilando a la nada. La representación perfecta de la estatua de un filósofo griego.
Segundos después continuamos nuestro camino hacia la zona de equipajes, se notaba que aunque estuviéramos en el aeropuerto no era normal ver un hombre como Fran.
Su metro ochenta y ocho de altura, junto a un cuerpo delgado pero que aún la ropa permitía resaltar que era marcado no podría pasar desapercibido. A eso sumémosle la blancura de su piel y los asombrosos ojos.
Si bien el color de su cabello café castaño medio rubio no era tan extraño, diría uno… común, en él todo cuadraba y te dejaba sin aliento
— ¿Amu, cómo es tu maleta? — salí de mis enredos mentales para reaccionar al llamado de mi acompañante.
—Negra con un cintillo rojo en el manojo— Fran se dirigió a la cinta corredera donde ponen las maletas y regresó con mi maleta en su mano izquierda y la suya en la derecha. Al parecer por el tamaño de su maleta (igual al de la mía) su estancia en Japón era por un largo tiempo, lo cual me reconfortó extrañamente.
—Gracias, no te hubieras molestado—
—Sino la hubiera ido a buscar estaríamos todo el día detenidos esperando que llegara hasta ti—
—Pero eso no es posible— repliqué sin caer en cuenta que justamente a eso hacía referencia, y los colores de mi cara ya se acumulaban en mis mejillas para replicar cuando la sonrisa en su rostro de nuevo me dejó sin habla.
—Realmente eres muy despistada Amu, será divertido conversar contigo—
Me entregó la valija y nos dirigimos a migración, yo esperaba que por el horario no hubiera una fila tan extensa, contrario a lo que quería había muchísimas personas delante de nosotros haciéndome sentir cansada sólo de pensar las horas que nos tocaría esperar. Y es que debería ilegal que te hagan hacer fila después de un viaje tan largo.
Para mi sorpresa este tiempo también se pasó rápido y no fue incómodo, más bien entretenido.
Me enteré que Fran era modelo nacido en Alemania y criado en Francia. Hablaba 5 idiomas entre ellos inglés, alemán, francés, japonés y ruso. Era piloto de la Fuerza Aérea Francesa hasta que en un desfile un estilista se obsesionó con él y hasta que no aceptó ir a presentar un casting no le dejó en paz. Así que hacía algunas campañas pero su pasión era volar.
Tenía 24 años y disfrutaba de leer y la música, sabía un poco de violín y de piano.
Yo sólo podía preguntarme… ¿Qué había hecho con mi vida en todo ese tiempo? Él sólo era algunos años mayor que yo y se expresaba como alguien maduro, centrado, interesante y culto.
Tenía aficiones como el teatro, opera, visitaba museos y se divertía. Amaba su familia y leer. Sabía un poco de cocina pero más por su deseo de ser independiente y auto suficiente. Veía por los ojos de su hermana menor que aquí entre nos (mi mente y yo) nos imaginábamos que era una belleza andante.
Creo que Fran no pensó que llegaría a sincerarse tanto conmigo o a relatarme tantos detalles de su vida, yo estaba curiosa cada vez más por escucharlo y sumergirme en sus relatos. Y por mi parte, hace mucho tiempo no me sentía tan tranquila hasta el punto de olvidar mi razón de venir a Japón y por qué no quería estar aquí.
Cabe resaltar que Fran nunca me preguntó por qué lloré en el avión y eso fue un detalle más que me hizo sentir cómoda.
Una policía nos preguntó si veníamos juntos a lo que al responder que sí pasamos a una caseta de migración, la amable señorita nos sonrío y selló nuestros documentos, Fran siguió con las 2 maletas y mientras tanto la señorita me guiñó un ojo y me susurró "¿son todos así de guapos?, tu novio es un sueño" yo aunque le sonreí quedé más roja que una fresa y asentí mientras continuaba mi trayecto.
A los pocos pasos le di alcance a Fran y acerqué mi mano para tomar mi maleta pero terminé posándola sobre la suya. En ese momento me sentí igual de torpe que en el avión y solo quería que apareciera un agujero y me tragara!
Fran se detuvo y mientras yo miraba mis zapatos como si fueran lo más interesante sobre la faz de la tierra, pasó mi maleta a mi lado derecho y tomó mi mano izquierda cerrando los dedos en un agarre.
Me sobresalté hasta más no poder y mi loco corazón comenzó a latir de manera desenfrenada. Hace mucho tiempo, como milenios un hombre diferente a Ikuto no tomaba mi mano, si bien en Francia todo es más desinhibido yo soy japonesa acostumbrada a que la cercanía de este tipo o besos son con tu pareja. Subí mi mirada y Fran me sonreía un poco nervioso.
— Te parece bien ir así mientras salimos del aeropuerto… es un poco incómodo como me observan y de seguro si me ven con una japonesa no resultaré tan diferente. —
Como autómata dije sí con mi cabeza y continuamos caminando.
Ya estábamos cerca de la salida del aeropuerto y la verdad no quería soltarme de esa mano.
En poco mis pensamientos se vieron interrumpidos por un grito familiar.
— ¡One-cha! — frente a mi estaba Ami con su sonrisa resplandeciente y mi corazón dio un vuelco y me embargó la emoción más pura que habría sentido jamás.
Ami llegó hasta mi y me abrazó al cuello mientras sollozaba poco y yo solté mi maleta para pasar mis brazos por su espalda, pero no dejé la mano de Fran.
Cuando Ami levantó su vista se fijó en mi acompañante y su rostro se quedó con una expresión estupefacta digna de foto. A su vez, bajó la mirada a mi mano y la vio entrelazada a la del chico castaño.
Vi su sonrisa endemoniada aparecer y una corriente eléctrica me recorrió de arriba abajo.
— Después de todo, no te enojarás porque he limpiado tu habitación de tantos trastes cursis — Pronunció mi hermana y al nombrar lo que menos quería pensar la burbuja en la que me había encerrado se rompió como la cáscara de un huevo.
No era un sueño, estaba en Japón e Ikuto se casaría. En mi cuarto solo habían recuerdos para mí y basura para él.
—One-chan, gomen—
Aquellas palabras me trajeron de nuevo a la realidad.
—No te preocupes— pronuncié y evité su mirada.
—Te presento a Fran, lo conocí en el avión y viene a quedarse un tiempo en Japón. Fran, te presentó a mi hermana menor, Ami. La loca de la moda que te nombré en el viaje —
Fran recobró la compostura y dejó de mirarme con preocupación para extenderle la mano a Ami, solo hasta ese momento soltó mi mano.
— Es un gusto Ami, aquí entre nos te ves más simpática y amable que tu hermana. También sueles dormir encima de desconocidos en el avión—
— Jamás lo he hecho, hay gente así?—
—Me quitas un peso de encima, ya comenzaba a pensar que tal vez era un mal de familia y tal como dije a tu hermana arrancaría corriendo hasta que no me la topara ni por error—Por mí no tienes que preocuparte si algo aprendí de casa, fue decencia—
— ¡Oigan!— vociferé, se olvidan que estoy aquí y ¿escucho todo?
Su carcajada llenó los espacios y me sentí nuevamente feliz de haber regresado a casa.
Retomamos nuestro camino con Ami a la cabeza indicándonos donde había dejado el auto, durante el trayecto Fran retomó mi mano y la ansiedad me llenó de nuevo el pecho.
Ami no hizo comentarios al respecto y solo caminó y preguntó cosas varias del viaje. Llegamos al auto y me sorprendí al ver la bonita camioneta que Ami había traído. Muy amplia e impecable, de seguro el nuevo regalo por parte de papá.
—Te quedaste muda porque es un lindo auto ¿verdad?— me preguntó sonriendo como si ella tuviera el conocimiento absoluto.
—En realidad me sorprende que en un año ya hayas dañado tu auto anterior y ahora papá se haya visto obligado a comprar uno nuevo para ti, no tienes arreglo— con ese argumento mi sonrisa se ensanchó y sé quenada podría rebatir mi argumento tan bueno.
— El auto es para ti, sigo conservando el mío im-pe-ca-ble—
Excepto eso, me dije mentalmente mientras recibía las llaves de un auto que apenas sabía que tenía.
— Amu creo que… —
—Te llevaré a donde vayas Fran. — Repliqué antes de que terminara, dado que ya asumía lo que diría y yo no tenía nada de ganas de llegar a casa.
Fran asintió y poco a poco fuimos subiendo el equipaje al maletero; aunque replicó porque yo quería ayudarle a cargar me di cuenta que era innecesario pues él se las apañaba bastante bien solo.
No hubo necesidad de insinuarle a Ami que se hiciera atrás ya que ella se deslizó primero que nosotros mientras yo iba hacia el puesto del conductor.
— Recuerda que soy muy joven y atractivo para morir— pronunció mientras me abría la puerta del conductor y se dirigía hacia el lado del copiloto.
— Lo sé — dije y suspiré cansada.
— Si me pasa algo te rondaré por el resto de tu vida y te haré las noches un infierno —
— ¿Serán peores que las horas en el avión? — le dije divertida mientras arrancaba el coche.
— Oh, creo que ni siquiera podrás imaginar cuán peores. —
Nos dirigimos camino al hotel donde se hospedaría y en el hall ya lo estaban esperando una serie de personal.
Al bajarse del auto todos se inclinaron en una reverencia formal y se dispusieron a dirigirse al maletero en fila india.
—Amu, ¿permites que abran tu auto? —
— Por supuesto — dije y sacaron el equipaje de Fran.
— Sr. El otro equipaje llegó hace poco del avión y como indicó el chofer se regresó con su auto —
Entonces fue mi momento de quedarme fría, ¿qué otro equipaje, qué auto y en qué momento avisó para que llegara directamente al hotel?
Gracias Kairo.
— Amu, lamento mi descortesía pero debo ocuparme de unas cosas ahora, sin embargo me encantaría que aceptaras cenar tomar un almuerzo conmigo mañana—
¿Almuerzo? ¿Mañana? ¿Habría visto la hora? Eran las 19:00 horas podría haberme invitado a cenar, pero él estaba ocupadísimo.
— Me encantaría invitarte a desayunar pero creo que sería mejor para ti descansar adecuadamente, por tanto me conformaré con esperar tu compañía unas horas más, recibirte radiante y reírme de tus ocurrencias—
Aquella explicación sonaba como si hubiera escuchado mi mente y no pude evitar sonrojarme por lo infantil de mi actitud. Claramente él también estaba cansado y quería dormir, y yo, bueno yo ni entendía porque quería seguir viéndolo cuando por fin podría librarme de su presencia.
— Sino te agrada la idea no te preocupes, podría ser en otra ocasión o tal vez… sabes dónde encontrarme— Fran se giró y señaló el hotel, a poco alguien se acercó con una tarjeta y él escribió atrás algo y la extendió para mi.
—No hace falta — negué con mi cabeza y saque unas notas de mi bolso y escribí el número de mi casa. — ¿Ami tienes el mismo número aún? — escuché un leve sí y continué escribiendo.
— Por el momento no tengo número de celular pero mañana podrías acompañarme a encontrar uno después del almuerzo, claro, si te parece. Si te parece bien vendré hasta aquí a eso de las 12:30 así habrá tiempo de encontrar una opción de almuerzo que satisfaga a los dos. —
—Te recogeré, solo tienes que darme tu dirección, yo no soy de aquí pero cuento con personas que sí— su bonita sonrisa me contagio y extendí otro papel con la dirección de casa.
Ami y yo subimos al auto e hicimos el recorrido a casa, durante el recorrido sacó todas sus garras para comerme viva y saber de dónde había sacado a ese hombre a ciencia cierta tampoco yo lo sabía, pero de ser la peor experiencia se tornaba a una muy agradable. Internamente no dejaba de repetirme lo curioso del destino y lo maravilloso, los golpes dueles el triple de lo que deberían y las sonrisas llenan menos de lo que parece que llenarán. Me sentía extraña pero tranquila.
Prácticamente ignoré todas las preguntas de Ami y me limité a conducir a casa, lo único que necesitaba, era mi maravillosa cama.
A qué estuvo largo no? pues llevaba como 3 semanas escribiendo de a poquitos y hoy he tomado a la musa del cuello y la he amenazado para que dejemos de postergar las cosas, me ha tocado una descaradísima.
Espero que les haya gustado y que al igual que yo se hayan dejado atrapar por Fran; este hombre va a causar muchísimos problemas ¡ni se imaginan! disfrútenlo.
Y a Amu, tal vez uno quiera juzgarla duramente porque se dejó deslumbrar rápidamente por una cara bonita pero... cuando te sientes tan poquita cosa y llega alguien que te sonríe como si fueras la más brillante constelación; el mundo te tiembla (más si es tan atractivo como Fran) que a todo esto está inspirado en un amigo que me ayudó a superar al anterior desgraciado; es un sol y merecía aparecer aquí. (Aunque a cambio de conocerlo en un avión, me lo encontré en un metro, pero eso es otra historia).
Pasteles para todas y espero recibir hasta tomates :)
Gracias por su apoyo y por recordarme que esta historia también es importante para Uds.
Créanme que ¡LAS QUIERO!
Sui-AliRs.