¡Srtas.!

T_T no me odien, sólo compréndanme no me voy a excusar y a contarles con acontecimientos que me acontecieron xD en resumidas cuentas, enfermedad de más de un mes, mucho trabajo, visita de mi mami a Chile :D vacaciones, otra vez enfermedad -.- y falta de inspiración *snif*snif* para terminar no pude comprar el álbum de Super Junior y estoy que me tiro por un balcón, quedaría como alma en pena pero así podría ir a Corea y escuchar el álbum muajajaja xD (Se me arrancan los enanitos del bosque)

Éste capítulo es la segundo parte prometida U_U (se va a un rincón y la rodea un aura lúgubre) se que dije que no me tardaría, pero soy una infiel por eso hay un lindo momento Amuto en el cual espero me perdonen y me digan sus críticas ;) el capítulo es corto porque hay cosas que no pueden ir allí! Mi cabeza las tienes dando vuelta pero se niega a dárselas a conocer xD (es una egoísta se lo diré por Uds.)

Espero que disfruten leyendo como yo escribiendo. Gracias por sus lindos REVIEWS y por esperarme con paciencia.

Besos melosos a todas |*.*|

SC NO ME PERTENECE. Pero la historia es mía.


Silencio Total II parte


Su mente entró en un estado de conciencia lentamente, sintió un aroma fuerte y varonil, también un tenue dolor en el cuello. Abrió sus ojos y se encontró con una camisa a cuadros, ella no recordaba tener puesta ninguna prenda así, de inmediato levantó su rostro esperando que fuera una mala pasada ó que siguiera dormida —por favor que no sea lo que me imagino, por favor por favor— su mente decía sin parar. Así como el sonido de una chicharra, de esas que se presionan en los concursos, comprendió que no se equivocaba, frente a ella un rostro impasible de una piel blanca como la de ella, cejas gruesas y castañas, una nariz perfecta tal como si estuviera hecha con la más dedicada métrica, ojos profundos de un café exquisito, casi miel, un cabello igual de castaño con aire despeinado, labios carnosos listos para ser besados. Y de nuevo la chicharra sonó en su mente, rayos! qué estaba pensando, o más bien no lo hacía, sus mejillas subieron de tono un poco y se alejó lo más rápido posible de ese ser. Sin duda había muerto y un príncipe encantando salido de fantasía la recogía para llevarla al cielo, al correrse hacía atrás se topó con el resto de espacio de su silla de avión, claro seguía allí. ¿Cuánto tiempo había dormido? tal vez algunas horas pero... en qué momento se le había recostado a su compañero de asiento! si en verdad existía un agujero negro espontáneo, que apareciera y se la tragara de INMEDIATO, pero como no era una caricatura de MARVEL sino la vida real lo correcto era asumir U_U

—Realmente lo siento, no se en que momento me recosté sobre usted, discúlpeme por favor— la peli rosa le expresó apenada al chico que tenía al lado, pero este simplemente levantó la vista de un libro que estaba en sus manos y posó sus ojos en ella, aquella mirada parecía insignificante pero Amu no entendió porque sentía una energía recorrerla desde los pies a la cabeza, esos ojos claros y dulces trasmitían fuerza y misterio, sin saber como se sentía atraída, deseosa de perderse en lo que tales orbes mostraba, pero la magia fue rota con la voz salida de aquellos labios...

Es de mala educación dormirse sobre las personas sin conocerlas; —la voz más dulce y seductora, como música en los oídos—. Pensó Amu ignorando el tono leve de reproche del interlocutor. —Pero es de más mala educación quedarse mirando fijamente a alguien hasta el punto del escrutinio—. Esta vez Amu calló en cuenta de la incomodidad del chico y se avergonzó más, simplemente no se explicaba porque había quedado tan atrapada mirándolo. Tratando de reponer la mala impresión ya causada decidió que lo mejor era disculparse luego darle la espalda y evitar más embarazosas discusiones.

—Realmente lo siento, se que está mal mirar directamente a una persona, más sin conocerla, es sólo que tenía que ver en quién me había dormido, por favor disculpe mi mala educación e ignóreme— la oji ámbar se giró mirando hacia la ventana con la cara roja y queriendo poder tele transportarse, mira que dormirse sobre alguien, después mirarlo hasta cansarlo y embobarse por su físico, Dios qué tenía el desayuno de Rima, naturalmente era despistada y después de lo ocurrido con Ikuto se había vuelto más retraída, pero esto rompía todo, hace mucho sus ojos no se posaban en ningún otro muchacho, ella sólo tenía vista para el peli azul, pero no comprendía que le pasaba, química, ¿que más podía ser? Nada, sólo eso…

Segundos pasaban pero Amu sentía horas, la persona a su lado respiraba a un compás tranquilo sin emitir ruido alguno. Estaba desesperada y frustrada, de pronto el aire parecía muy poco para compartirlo con aquel, sin duda tenía que ocupar su mente en algo de inmediato. Se levantó un poco del espaldar y buscó el reproductor por la silla sin encontrarlo, disimuladamente tocó sus bolsillos y vio que allí tampoco estaba, lo único era debajo del asiento, —qué momento más acorde para agacharse y ver a los pies de su asiento—, el tono irónico de su mente no se hizo esperar. A punto de levantarse e ir en la búsqueda del escurridizo aparato una mano se extendió en su dirección entregándole lo que le faltaba.

Se asombró de que él supiera lo que buscaba y más aún de que él lo tuviera. —Gracias— dijo suavemente y lo tomo de las manos del otro; fue un roce corto pero cálido y no pudo evitar pensar que esa persona sin duda trasmitía seguridad. Tan absorta estaba sacando sus propias deducciones que no notó el momento en que aquella persona deslizó una mano sobre su mejilla, lo que la sobresaltó.

—Oh! ¿Qué haces?—

—Es extraño ¿verdad? Que una persona desconocida te toque, bueno así me siento cuando me miras fijamente, por favor no lo vuelvas a hacer— el chico terminó la frase y quitó la mano del rostro de Amu, luego fijó su vista nuevamente en el libro, inmutable, inmovible, como una roca.

La oji ámbar no pudo ignorar el hormigueo en su rostro y la zozobra en su interior, pero simplemente no podía despegar sus ojos de él. Tomo su reproductor y se puso los audífonos, buscó música que despertara su mente, debía estar en letargo para actuar de esa manera tan tonta. Miró su reloj de pulso y vio que simplemente llevaban 3 horas de vuelo, escasas 3 las cuales se había pasado durmiendo, ahora debía soportar las siguientes 8 horas con 25 minutos la presencia del peli café, la cual no le molestaría sino se quedara mirándolo exhaustivamente.

*sigh* suspiró tranquilamente y fijó su mente en la ventana, qué estaría haciendo Rima ó Nagi, cómo estaría el clima en Tokio, su hermana Ami iría al aeropuerto?

Cómo estaría Utau con su carrera de cantante y su relación con Kuukai, de seguro seguirían tan felices como siempre.

¿Se tendría que topar rápidamente con Ikuto? ó tal vez saldría airosa en esos 3 meses sin tener que verlo una sola vez… Pero su mente y su sentido común sabían que era imposible, él vivía cerca y estudiaban en la misma universidad, no verlo sería por ayuda divina, ojalá contara con ella, así no tendría tanto temor en su corazón y tristeza en el alma, así sería más fácil ir allí y poner una sonrisa que ya no poseía, sentirse segura, fuerte y valiente, nada como las sobras que era. Frágil, llorona y sentimental, *sigh* un nuevo suspiro escapó de sus labios, poner su mente en aquellas cosas no era mejor que observar a su acompañante.

El cielo a través de la ventana lucía claro y hermoso, mirarlo permitía que se calmara la ansiedad que llevaba dentro, sería como en la película Mulán, "aunque el viento sople, la montaña no se le arrodilla" Ikuto había sido más que un viento, un huracán. Pero no se arrodillaría, la vida seguía adelante y ahora ella iría al mismo ritmo.

En Tokio

—Ami, ¿qué estás haciendo?— una mujer de sonrisa amable entró a un cuarto lleno de cajas por armar y cinta por todas partes.

—Lo que debimos hacer desde hace meses— la peli-rosa respondió de manera decidida y cortante.

—Pero hija esas son las cosas de tu hermana, es ella quién debe decidir que hacer con ellas— la tristeza de la mujer de lentes fue notoria en su voz

—Okasa. ¿Crees que Amu será capaz de entrar a ésta habitación y ver cada foto junto a esa persona, rodearse de los peluches, las cartas y demás regalos que recibió de él?— la chica miró a su madre duramente pero a través de aquellos ojos fríos se escondía la tristeza, la decepción, ella creía en Ikuto pero esa persona era mentirosa y vil, jamás permitiría que volviera a lastimar a su one-chan

—Hija— las palabras salieron de la boca de Midori sin fuerza y terminaron con una mirada de comprensión. Ella también creía que todo se solucionaría, que era mentira. Considerar al peli azul parte de su familia y que él después lastimara a su Amu; era como perder a 2 hijos. Amu no sería nunca la misma y aquel muchacho amable de ojos zafiro tampoco.

Okasa, sé que decidimos esperar a que Amu llegara y ella misma empacara cada cosa, la tirara o simplemente la refundiera en el sótano, pero… cuando hablé con ella su voz no era la misma, y pensé que en cualquier momento se rompería. One-chan nunca me había parecido tan frágil y por eso no quiero que tenga que enfrentarse a todos estos recuerdos de nuevo, suficiente fue enterarse en París sola, por eso yo voy a guardar en cajas cada una de esas cosas y cuando ella este lista las abrirá y decidirá que hacer, pero por el momento, solo por unos segundos, quiero evitarle el dolor de mirar esta habitación y perderse en el año anterior.

—Mi Ami, que chica tan buena tengo—la peli café se acercó a su hija abrazándola y depositando un beso en su frente. A veces había que recorrer largos caminos para llegar a la meta, y solo esperaba que el de Amu no se siguiera extendiendo, con ese pensamiento salió de aquella habitación queriendo por un momento olvidar la tormenta que parecía empezaría.

%%%-%%%-%%%-%%%-%%%-%%%

—No, no, no y NO. ¿Cuántas veces tiene que repetir algo una persona para que sea entendida? O acaso mi japonés está siendo malo, tratamos en otra lengua, eso no va a ocurrir— una rubia caminaba de una lado a otro por una gran sala con los ojos llameantes, la frustración brotando de su cuerpo y la ira tangible como uno de sus brazos.

—Utau, cálmate, sólo serán 2 canciones, estas en todas tus facultades para hacerlo—una mujer hermosa con voz tranquila le replicó a su hija.

—Así fuera sólo que tuviera que doblar, ó pararme como una estatua en el escenario, si quiera tararear, dije y es mi última palabra, no cantaré allí, no para esas personas—

—No seas obstinada, sabes que se criticará que no cantes, eres reconocida, además es tu deber con la familia—

—¿Mi deber con la familia? Créeme, el solo hecho de ir a ese lugar ya me rompe el estómago y el corazón. Con tales cosas mi deber esta más que saldado, además si para ti eso es deber familiar pues cantando también rompería a alguien de mi familia. Así Aruto me grite, me encierre no cantaré en la iglesia ni en la recepción, yo ni siquiera hablaré en la boda de Ikuto y es mi última palabra— la muchacha salió decidida de aquella sala con la cara roja y sus manos en puños. ¿Es que acaso nadie entendía lo que significaba tener que ir a esa boda y encima cantar un canción de amor? Una que describiera el lazo fuerte de los que unirían sus vidas, que dejara claro cuanto se amaban, encima que fuera la canción que Ikuto había compuesto para Amu.

Ella estaba dividida, quería al peli azul, lo apreciaba, pero también quería a Amu. Con qué cara le contaría a su mejor amiga que cantaría en aquella boda! La sola idea le daba escalofríos, ella sabía cuan mal estaba la peli rosa, sentía que era traición, la más descarada jamás narrada o contada en una historia. Su amiga llegaría en pocas horas y tendría que enfrentarse a tantas cosas, muchas que seguramente terminarían rompiéndole más el corazón, si es que era posible.

Cuanto necesitaba de Kuukai en esos momentos, lamentaba aquel viaje que había hecho, lo único positivo es que Ikuto también se había ido y así se postergaría el encuentro de los dos.

A veces su mente no comprendía como el oji zafiro había dejado de amar a su amiga, parecía falso e irreal, por ella, Ikuto se había vuelto mejor persona, más amable, directo, sincero, como un hermano mayor para Utau, pero ahora era una sombra, alguien que sólo respiraba por su novia, la miraba con contemplación, con amor. Esperaba que Amu nuca tuviera que ver aquella mirada porque si a ella le dolía, no imaginaba lo que pasaría la peli rosa.

8 horas, el tiempo inclemente avanzaba con delicadeza como sino supiera que hace mal, la chica de piel nívea pronto llegaría y el encuentro con el vendaval estaba cerca, tácito, listo para destruir todo a su paso

En el pasado…

"Moriría en tus brazos una y otra vez con tal de besar tus labios, mátame de amor pero antes regálame tu vida, hazme la promesa de que me pertenecerás aunque el mundo termine y la última gota de agua se deshaga subiendo como vapor al cielo. Rómpeme los dedos para parar la ansiedad y anhelo de tocarte, de fundirme a ti, sólo de esa manera te perteneceré y me pertenecerás y una vez cuando llegue el momento de cerrar mis ojos y abandonarme al fin; tu sonrisa será la luz que me de el contentamiento y la paz eterna."

Ikuto susurraba en el oído de Amu mientras los cuerpos se entregaban el uno al otro. Caricias lentas que se tatuaban en la piel, amarse era hermosamente dulce y ser correspondido sonaba como el canto de un ave que vuelve a ser libre, su primera vez era más allá que un poema, más allá de una canción. Él siempre tratando de evitar la combustión en su interior al mirarla y saber que cada día era más hermosa, hermosamente suya, quería ir despacio, tratarla como jamás había hecho con alguien, esperar siglos si fuera necesario, valía la pena con tal de no alejarla de sí. Era hombre y ella despertaba en él más que deseo, por eso era tan difícil parar de besarla o escucharla susurrar cuanto lo amaba.

Aquella mujer no sólo acababa con su voluntad sino que a diario le hacía perder de a poco la cordura. Si la felicidad fuera costosa sería un pobre vagabundo esclavo de unos ojos dorados, se sometía a cada capricho de quien era más que su novia, su mejor amiga, su compañera, su vida entera. Y por eso estaban en tal situación.

Imposible decirle no, imposible controlar a su cuerpo y no ir al vaivén del de ella, perfecto bajo el suyo. Todo había sido planeado, la trampa más maravillosa en la que un hombre podía caer.

Recibir una llamada en que su novia le pide ir a un lugar desconocido porque tuvo un percance de dinero. No era extraño creerlo, ella era tan despistada que podía olvidar la cabeza de no ser por el cuello. Además, después de haberle dicho que no se verían en 4 días quería morir por besarla, anhelaba oler su cabello y sostenerla en sus brazos para sentir que respirar quedaba de nuevo en segundo plano.

Llegó a la dirección y se encontró con un edificio de lindos apartamentos a las afueras de la ciudad, según la llamada se había equivocado de dirección y se había quedado sin dinero pues se confió de las tarjetas y estas allí no servían. Pero… ¿qué estaba haciendo en tal lugar? Ya le preguntaría más tarde, más la sorpresa se lo llevó al encontrar a su novia con unos short pequeños y una blusa apenas de tiras, zapatos de tacón y el cabello suelto. Los ojos salieron de sus orbitas y el pulso aumentó a niveles incontables.

Amu se le acercó con cautela para pronunciar

¿Por qué tardaste tanto?—

Mientras su mano se posaba en su mejilla morena.

¿Q-qué su-sucede?—preguntó, claro que la voz le temblaba aquella habitación con una luz tenue y una ninfa hablando con inocencia y sensualidad, ser piedra en ese momento sería más sencillo.

Me rodeó con sus brazos por el cuello mientras besaba mis labios con lentitud, en ese punto mi auto control pendía de un hilo y tenía que tragar fuerte sino quería cometer una estupidez. Pero sólo pude dejarme llevar por ella. Me llevo hacia una cama y me acostó allí, luego se puso sobre mí y fue desabotonado mi camisa, rosó mi piel y temblé pero no de frío, yo apretaba mis manos para que no cobraran vida, pero seguro mi cuerpo actuaría solo.

Sólo una parte de mí seguía consiente, la parte que tímidamente preguntó: ¿estás segura de esto? Y aquella misma parte escuchó claramente y con alegría un: totalmente segura.

Dejé de ser un títere y me liberé de las cuerdas de mi hechicera, enredé mis manos en su cabello y olí el dulce aroma de su cuello, la ropa sobro y la piel quería tocarse, nuestros corazones se desesperaban por latir al mismo ritmo. Tocar su piel era cremoso y perfecto, cada parte de su cuerpo era una perdición de la cual yo me volvería adicto, hombros delicados, abdomen plano, su voz jadeante.

Ella también me recorría con temor, y me sentía hermoso por aquella mirada inocente con que me contemplaba, tal como yo la contemplaba a ella.

Besos iban, besos venían y de pronto estábamos listos para el gran paso. Nos protegimos claro, y la sonrisa que me brindó para tranquilizarme era mejor que la magia. Se que le dolió pero ella me beso para quitarme el desespero que fue apareciendo en mi rostro al imaginarme que la había lastimado.

Momentos después no había arrepentimientos, los dos nos sentíamos plenos, agradecidos y sin una pizca de ganas de detenernos. No sabría decir a ciencia cierta cuanto tiempo nos amamos, cada momento a su lado era un minuto ó un siglo, yo perdía la noción del tiempo. La amaba más que a nada en el mundo y quería plasmar en su piel que ella me pertenecía, así como en la mía era claro que ella era mi dueña.

Dormimos por horas pero entre horas nos amábamos de nuevo y yo era total y completamente FELIZ.


A qué me merezco un review! :)

Bueno, me encantaría leer sus opiniones, diremos que el momento Amuto no es muy explícito pero cuido la categoría, además jamás en la vida he hecho un lemmon, creo que al igual que Joselyn moriría de combustión espontánea jajaja.

Les agradezco seguir conmigo en esta historia, en especial sus palabras de aliento, su motivación la cual hacen de mi trabajo pequeño algo GRANDÍSIMO. Me siento más que honrada que alguien tome el tiempo de leerme y poner lo que piensa, lo único que me queda es agradecer por todo otra vez.

Espero nos leamos en pococ tiempo BESOS!

AT. Su fiel servidora Sui-AliRs