¡Hola! Primero que nada quiero darles la bienvenida a esta historia, la cual, la verdad vengo escribiendo hace mucho, mucho, tiempo. El foro donde la había subido tiene problemas, así que me he tomado la libertad de volver a subirla en otra pagina, espero que las personas que antes solían leerme lleguen hasta aquí, y, sobre todo, que los nuevos lectores se enamoren de esta historia tal como yo lo he hecho...
Una decisión puede cambiar tu vida.
Prologo.
Antes de que comiesen la lectura, debo darles el contexto de la historia, la escribí cuando el anime quedo sólo hasta el capítulo 167 y aún no salía el final del manga. En "una decisión puede cambiar tu vida" nuestros personajes tuvieron una batalla con Naraku, en la cual desafortunadamente Naraku mata a Kohaku para completar la perla, el grupo de Inuyasha luego de una intensa batalla logra arrebatarle la Shikon no Tama, sin embargo, Naraku escapa, por lo que Inuyasha y sus amigos actualmente se encuentran en su búsqueda. En cuanto en el ámbito amoroso, Inuyasha ha escogido a Kagome y ya llevan un buen tiempo manteniendo una relación de pareja.
Capítulo 1: Kiukumi, el comienzo de todo.
Era un día de un sol resplandeciente un hanyou estaba sentado en un árbol atrapado en sus pensamientos y repetía a cada instante el nombre de una mujer a la cual amaba y el nombre de la mujer de la cual debía alejarse. El seguía repitiendo esto cuando la voz cálida de una chica con vestimentas extrañas lo saca de sus pensamientos.
- Inuyasha vamos hay que partir hacia la próxima aldea- dijo la muchacha dulcemente, al oír su voz el hanyou se entristeció y bajo la mirada.
- ¿Qué te sucede Inuyasha? - preguntó un pequeño zorrito que salió del hombro de éste.
Inuyasha le da un fuerte golpe en la cabeza preguntándole muy nervioso - ¿Me estabas espiando? ¡¿Escuchaste algo de lo que dije?!
- No Inuyasha, no escuche nada, pero ¡¿Por qué me golpeas bruto?!
- ¡Te golpeo para que aprendas que no es bueno espiar a los demás! - muy enojado.
- ¿Pero qué pensabas Inuyasha? – Lo cargoseaba Shippo - Dime, dime, dime.
- ¡No te incumbe enano! ¡No te metas en mis asuntos! - Continúa gritando - ya vamos - se bajo del árbol de un brinco.
Cuando iban caminando hubo una pregunta que los dejo a todos inquietos, como siempre, el de la interrogante fue Miroku.
- Inuyasha ¿Qué tanto pensabas en ese árbol? –Inuyasha se puso inquieto- generalmente eres tú el que nos apura para irnos, pero esta vez fue al contrario…
- Es muy cierto excelencia ¿En qué pensabas Inuyasha?- Sango estaba curiosa.
Hubo un silencio tremendo, todos miraban con los ojos fijos a Inuyasha, luego de unos segundos se animo a responder.
-¡JA! (con su tonito) No es de su incumbencia, mejor métanse en sus asuntos y no en los míos - Respondió un tanto nervioso.
Kagome al oír esto queda muy preocupada por Inuyasha y a la vez con mucha rabia, pensaba - Ya está pensando en Kikyou ¡Uy! No lo soporto, al menos podría fingir un poco más.
Finalmente llegaron a una aldea, por supuesto el monje Miroku fue inmediatamente en busca del mejor palacio y comenzó a engañar al encargado. Al fin, al término de la conversación…
- Disculpe señor usted sería tan amable de traer algunas damas para que nos bail… - el monje libidinoso no pudo continuar su frase, ya que Sango lo golpeo con su siempre confiable bumerang.
- ¿Con que unas damas, ah?
- No Sango, no me hagas caso, tu sabes que tu eres mi terroncito de azúcar – rió nervioso.
El dueño del templo quedo mirando con la gota de sudor en la nuca y muy extrañado pensaba- ¿Serán de confianza? Esta gente parece muy extraña, tal vez en exceso, creo que debo mandar a vigilarlos- Luego de todo, comenzaron a caminar por el palacio y se encontraron con una jovencita a un lado llorando.
- ¿Qué te ocurre chiquilla caída del cielo? - le dijo Miroku muy interesado en ella, pero Sango le dio una golpiza. La chica lo miro anonadada.
- No te asustes por ese monje PERVERTIDO - Kagome especialmente grito esa palabra - Y dime… ¿Qué te ocurre? - preguntaba con su tono de voz amistoso.
- Por lo visto ustedes son recién llegados ¿Cierto?
- Sí, somos recién llegados ¿Por qué? ¿Molesta acaso? Porque si te molesta puedes largarte de aquí.
- ¡OSOWARI! — Inuyasha cae dejando un hoyo en el palacio.
- ¡Ay! ¡¿Kagome, por qué hiciste eso?! – el chico replica molesto.
- ¡¿Qué no ves que ella esta llorando Inuyasha?! ¡¿No tienes sentido común?! ¡¿Cómo puedes ser tan insensible?! - Responde con un grito tan grande, que el hanyou tuvo miedo de ella, Kagome se da media vuelta y pregunta volviendo a su tono amable - ¿Qué te sucede? ¿Por qué lloras?
- Como decía… como ustedes son nuevos por estos alrededores de seguro no han oído la historia…
- ¿Historia? ¿De qué historia hablas? - Preguntaron todos como canto.
- Cerca de este templo hay un lago, el lago Kiukumi.
- ¿El lago Kiukumi? – Pregunta Sango- Creo haber oído sus historias, se dice que es el lago del Infierno, que ocurren cosas extrañas y que muchas veces se encuentran cadáveres.
- Sí - asiente la chica - en ese lago habita un Dios – cuando la chica dijo la palabra Dios todos quedaron sorprendidos- El Dios Tei… Se dice que es una bestia maléfica y cruel, nunca se le ha visto el rostro, ya que vive en las profundidades de las aguas. La gente de esta aldea no se atreve a acercarse mucho a ese sitio, ya que muchas veces aparecen cadáveres y suceden cosas extrañas fuera de lo normal y todo este mal lo crea el Dios Tei. A éste dios lo han tratado de matar, pero no es encontrado y la poca gente que lo ha logrado ver muere en sus manos, pero el no ataca por atacar, la persona que esté en el lago y derrame lagrimas es atrapada por una especie de tentáculos que te jalan hasta el fondo del lago – la chica se larga a llorar de nuevo- Ayer en la tarde mi hermana Kaira se iba a casar, pero su futuro marido no llego nunca, eso la hizo ponerse muy triste así que se fue corriendo en dirección al lago donde conoció a su prometido, yo la seguí pero…
- ¿Kaira…? ¿Estás bien?
- ¡Por supuesto que no, él me dejo, él me dejo y yo lo amaba! – lloriqueaba desesperada
- Lo sé, pero tal vez sea lo mejor…
- No, no, no, no es así, no es así, sin él yo no soy nada…- dijo triste.
- Hermana, te entiendo, pero mejor aléjate de la orilla
- No quiero, quiero llorar y que me lleven.
- Kaira, por favor, ven y no te atrevas a llorar - advertía angustiada. Fue cuando una pequeña gota de dolor y de pena salió del ojo de Kaira hasta llegar a su destino, el lago… Un grito desesperado.
- Ella no me hizo caso, lloro y se la llevo, no pude hacer nada y hoy por la mañana volví y… me encontré con su cuerpo en la orilla del lago- siguió llorando desesperada. Kagome al ver lo triste que estaba la chica la abraso y le dijo:
- Calma, nosotros atraparemos a ese demonio.
- ¡QUÉ! Estas loca Kagome ese es un Dios ¡UN DIOS! ¿Sabes lo que es un Dios? Kagome aunque trate y trate a un dios no se le puede vencer – miro al suelo apenado- ni siquiera el desgraciado de Naraku lo podría derrotar - lo último lo dijo suavemente.
- Pero Inuyasha si nadie lo ha visto ¿Cómo se sabe que es un Dios?- asimilaba con una sonrisa Kagome.
- No seas boba hasta aquí siento la apestosa presencia de ese sujeto- esto lo dijo como queriéndole decir: tonta, no tuviste razón.
La chica se levanto y advirtió seriamente - hagan lo que hagan, pase lo que pase, no se atrevan a llorar en ese lago...
Inuyasha fue a pasear por los alrededores cuando… - Esté olor es el de… ¡Kikyou! -
Inuyasha se fue saltando de árbol en árbol hasta encontrarse con Kikyou a un lado de un árbol gigantesco- Kikyou…
- Vaya Inuyasha, hace tiempo que no te veía…- aparento indiferencia - Y dime ¿Cómo sigues con esa mujer?
- Kikyou yo… yo – tartamudeó – yo… sólo te amo a ti y a nadie más… y por eso… y por eso… yo soy capaz de dejar a Kagome… tu eres la mujer que amo y a nadie más que a ti…
- Inu... yasha - Susurró Kikyou ruborizada.
Inuyasha la toma de un brazo, la atrae hacia él y le da un beso dulce y tierno, parecían la pareja perfecta, empezaron con un beso sencillo, pero luego comenzó la pasión, como si hace mucho pero mucho tiempo no hubiesen estado juntos.
Kagome estaba sentada a un lado del lago contemplándolo mientras pensaba- ¿Cómo puede ser que un lago tan hermoso como éste traiga tanta desdicha a las personas de este lugar…? ¿Pero qué me pasa? ¿Por qué tengo éste presentimiento tan extraño? Será que…- luego murmuro bajo y con tristeza el nombre de Inuyasha.
Cuando detrás de ella llego él, el dueño de su corazón y pensamientos… Kagome se había puesto tan feliz cuando lo vio, pero ella no sabía lo infeliz que seria luego de unos instantes…
- Mira Inuyasha ¿No te párese una locura que este lago siendo tan hermoso atemorice tanto a los del pueblo? - dijo feliz.
- No… realmente no - dijo fríamente.
- ¿Qué ocurre Inuyasha? - Preguntó preocupada sin saber qué le esperaba.
Se sentó al lado de ella y volteo la mirada y, sin mirarla, le dijo - Kagome... yo... yo lo siento mucho, pero amo a Kikyou y a nadie más en este mundo, creo que sólo me confundí contigo, a quien realmente amo es a ella...
- Yo… bueno, yo… Inuyasha pensé que la habías olvidado después de todo lo que habíamos pasado, después de que me dijiste que me amabas, pero bueno, tendré que afrontar que fue solo un sueño un maravilloso sueño… a pesar de todo creo que en el fondo de mi corazón ya sabía que tú la amabas a ella y es por eso que estoy dispuesta a confrontarlo, además, una vez te dije que aun así seguiría a tu lodo Inuyasha- dijo dulcemente evitando que las lagrimas se le salieran de los ojos.
- No, Kagome tu no entiendes – dijo aún sin mirarla - Yo quiero que… yo quiero… que te vayas y no vuelvas más a mi lado…
- Inu... yasha - Susurró asombrada.
- Tú me confundes y eso no puede ser, mira, ahora yo estaré con Kikyou y sé que eso te hará daño, así que quiero que te vayas por favor…
- ¿Y qué pasara con la perla…?
- La perla ya está completa, sólo falta exterminar a Naraku y eso... eso lo haré al lado de los chicos y de Kikyou, tú te iras - A Kagome se le vino el mundo abajo, no podía creerlo, su corazón estaba en pedazos. Inuyasha se levantó, se dio la vuelta y dijo- Adiós Kagome, adiós...
Kagome se levantó bruscamente y le grito - ¡No Inuyasha! ¡No puede ser que esto termine así, yo te amo! - corrió y lo abraso por detrás suavizando su voz - Yo te amo y deseo más que nada estar contigo y si tengo que soportar verlos juntos lo haré, no me importa lo que pase, no quiero separarme de ti Inuyasha.
- ¡Pero yo sí Kagome! - le grito - ¿Por qué tienes que hacer todo esto más difícil? Te dije que no quiero volver a verte, quiero borrarte de mis pensamientos, quiero que tu ya no seas nada para mi ¡No te quiero cerca! Kagome tu... tu... tu eres un estorbo para mi - concluyó de forma fría dándole un pequeño empujón hacía atrás para que lo soltara, Kagome estaba totalmente paralizada ante esas palabras, le rompían el alma
- ¿Inuyasha cómo puedes hablarme así? ¿Cómo puedes decir que soy un estorbo para ti después de todo lo que hemos pasado? - Inuyasha guardo silencio - ¡Anda contesta, se un hombre y contéstame!
- Te hablo así porque es lo que siento, digo que eres un estorbo para mi porque es la verdad, no eres más que un estorbo que cada día estorba más y más - Kagome ya no podía soportarlo, pero permaneció ahí para saber qué era lo que de verdad sentía Inuyasha - Y en cuanto a lo que hemos pasado, eso no significa nada para mí, la veces que has llorado por mí no son nada y que me hayas creído y confiado en mí tampoco significa nada, lo único que te agradezco de verdad es que hayas ayudado para que Kikyou volviera a la vida, por esa única razón, gracias... Ahora ya vete de una vez, no quiero ver tu rostro nunca más - Kagome no sabía lo mucho que le dolió a Inuyasha tener que decirle todo eso, pero era la única manera para que se marchara. Ella sólo lo mira y contiene las ganas de llorar como nunca antes, fue cuando lo vio marchándose y lo único que pudo hacer fue gritarle lo primero que se le vino a la mente, lo cual podía ser verdad, una verdad que siempre estaría presente.
- ¡Te odio Inuyasha! ¡Escúchame, te odió! ¡Te odio como nunca antes había odiado! ¡Todo mi amor se convirtió en nada más que odio, te odiare hasta el final de mis días Inuyasha! ¡TE ODIO! - Ella no supo lo mucho que le dolieron esas palabras a Inuyasha, pero él siguió caminando sin mirar atrás. Kagome se dirigió hacia el lago y en la orilla sólo cayó rendida repitiendo bajo, te odio, muchas veces hasta que ya no pudo más.
Continuara...
Espero les hay agradado el comienzo de esta historia, muchos saludos y sigan leyendo :)