¡Oha~Lucky! ¿Cómo están? Espero que muy bien, como siempre. Ya llegamos a noviembre, ¡mi mes de aniversario! :D Si, Ai-chan cumple un año en Fanfiction, owo y me hace emocionarme más de lo debido. Es por esa razón que les he traído este nuevo fanfic Amuto, pero no será muy largo. Espero que lo disfruten.

Como todos sabemos Shugo Chara no me pertenece, es de Peach Pit, yo solo estoy escribiendo esta historia porque tengo algo de tiempo libre. Y solo lo diré esta vez.

«Sensō to Heiwa»

Primera parte—

Me encontraba sentada junto a mi novio, en una placita cercana a nuestro hogar. Ambos, mirábamos el hermoso cielo estrellado de aquella noche. Su mano entrelazaba la mía, se encontraba algo fría y tensa. Estábamos tranquilos; pero yo intuía que había algo más, algo que Ikuto no quería decirme. Quizás por miedo, realmente nunca lo supe con certeza… solo sabía que él siempre me ocultaba cosas, y que era realmente complicado para mí lograr hacerle decirme lo que estaba sintiendo o pensando en realidad.

—Ikuto… —le llamé, mientras depositaba mi mirada en él.

Ikuto me miró con sus azules y penetrantes ojos, que en ese momento tenían un brillo extraño, uno que jamás descifré. Parpadeó dos veces y ese fulgor desapareció de su mirada, dando paso a una llena de cariño. Me sonrió como siempre lo hacía y acercó su rostro al mío.

—¿Ocurre algo, Amu? —susurró en mi oído aquella pregunta.

Un escalofrió recorrió mi espalda y entonces supe que él me estaba ocultando algo, algo verdaderamente malo. De seguro, algo que yo jamás querría escuchar en toda mi vida, pero así era.

—Soy yo quién debería hacerte esa pregunta, Ikuto —exclamé.

—Entonces… pregúntamelo tú a mí —musitó.

Suspiré y me quedé en silencio.

Si no me quería decir lo que me estaba escondiendo, sus razones tendría él.

Volví a fijar mi vista en el cielo, segundos después una estrella fugaz atravesó el firmamento y yo cerré mis ojos, para pedir un deseo.

"Espero que nuestro matrimonio funcione y que Ikuto y yo seamos felices, para siempre. También cuando seamos mayores… no importa la edad que tengamos, ni la cantidad de años que transcurran. Solo quiero que seamos felices…"

—Pediste un deseo, ¿verdad?

—Así es, ¿qué hay de ti?

Le observé curiosa, expectante a su respuesta. Ikuto me miró y sonrió una vez más. Apretó ligeramente mi mano y soltó un sonoro suspiro, para posteriormente asentir con la cabeza.

—También lo hice…

—Y… ¿qué pediste? —cuestioné, sé que no se debe decir lo que uno desea, de ese modo hay más posibilidades de que ese deseo se convierta en realidad. Pero mi curiosidad era demasiado poderosa.

—No te lo diré…

Y así fue. A fin de cuentas, Ikuto jamás me dijo lo que deseó.

La noche avanzaba rápidamente y ya comenzaba a hacer un poco de frío, por lo que decidimos regresar a casa.

A partir de ese día, para mí las horas realmente se pasaban sin que yo lo notase. Tal vez yo no quería saber del pasar del tiempo.

¿Quién sabe?

Quizás yo nunca quise reconocer que los días transcurrían y que Ikuto actuaba cada vez más extraño. Posiblemente lo noté, pero hice caso omiso a aquello.

—¿Sabes una cosa, Amu? —me dijo unos días después de aquella magnifica noche en la que los dos pedimos un deseo—; Realmente te amo. De verdad quiero casarme contigo… ¿qué tal si adelantamos nuestra boda?

—Pero aún faltan unos meses, Ikuto —exclamé—. ¿Por qué tanta prisa por consumar nuestro casamiento?

Ikuto no respondió. Miró al suelo y suspiró con resignación. Se veía como si le hubiesen diagnosticado padecer una grave enfermedad y le quedase poco tiempo de vida, al menos esa era la sensación que me daba en aquel momento.

—¿Ikuto?

—Ikuto, ¿pasa algo? —pregunté preocupada, ya que él se veía igual de decaído.

—No, nada…

Ikuto intentó sonreír, pero en lugar de obsequiarme una dulce y alegre sonrisa, solo apareció en su rostro una mueca de melancolía.

Ikuto me enviaba mensajes circunspectos en todos sus gestos, en sus frases… era como si me estuviese diciendo que él… se iría.

Los días seguían transcurriendo.

Yo, en ese entonces, era apenas una cría que aún no cumplía la mayoría de edad. Ikuto era un joven maduro, las facciones de su rostro eran las de todo un hombre, pero a pesar de eso no aparentaba la edad que tenía en verdad, se veía mucho más joven.

Yo era consciente de que él todos los días salía de casa para ir a trabajar, pero siempre llegaba con las manos vacías al regresar. Y producto de eso… discutíamos.

¿Por qué? No era que yo fuese una mujer interesada. Todas las parejas tarde o temprano discuten, y nosotros claramente no éramos la excepción.

Mis padres me habían dejado bajo el cuidado del que dentro de unos meses sería mi esposo. Dijeron que yo ya era una mujer hecha y derecha, que no tenían más nada que enseñarme y que, por lo tanto, debía irme de la casa para vivir con Ikuto y atenderle como se merecía.

Yo sabía realizar todos los quehaceres del hogar, Ikuto tenía su propia casa y ambos vivíamos allí. Nadie ni nada nos molestaba… éramos "felices".Y aunque la mayoría de las personas se escandalizaban, ya que según ellos, Ikuto y yo vivíamos "enpecado" por no ser cónyuges "bajolasdelaley" y ante "losojosdeDios" eso no nos importaba lo más mínimo. Ambos nos amábamos y pronto uniríamos nuestras vidas con el sacramento nupcial.

Y esa noche… esa maldita noche, reñimos una vez más.

Era ya tarde, debía de ser pasada la media noche, cuando Ikuto llegó. Entró en la casa sin decir palabra alguna y pasó directo a nuestra habitación. Yo había estado esperándole desde temprano, quería cenar con él, tal y como todos los días, pero Ikuto había llegado de mal humor, o eso me pareció. En sus manos traía un bulto que no alcancé a ver claramente, así que decidí seguirle. Entré en la habitación y palidecí al ver la escena que tenía en frente. No quería creer lo que estaba observando, pero de no ser porque lo estaba presenciando con mis propios ojos, no lo hubiese creído.

Ikuto tenía sobre la cama una enorme maleta, una que traía consigo, y estaba metiendo rápidamente diversas de sus pertenencias en el interior. Ikuto… iba a irse de la casa, y no debía ser adivina para saberlo. Pero aún así, yo merecía una explicación.

—¿Qué… estás haciendo? —cuestioné.

Tenía miedo de preguntarlo, pero si quería saber lo que estaba pasando y porqué, debía hacerlo.

Ikuto me miró y se acercó a mí tan rápido, que me sorprendí al darme cuenta de que me había abrazado fuertemente y yo ni siquiera tuve tiempo de reaccionar.

—Amu… hay algo que debo decirte… —murmuró.

Sentí su aliento en mi oído y me estremecí sin quererlo. Algo en mi interior me decía que me alejase de él; que me fuera de allí en ese momento, para así no oír lo que él tenía que decirme. Pero… yo no hice nada, simplemente me dejé abrazar por mi novio.

—Ikuto…

—Amu… lamento habértelo ocultado pero… me iré por la mañana.

—¿Amu?

—¿Por qué? —pregunté, ya que fue lo único que se me vino a la mente.

Mi voz se quebró, no quería sonar así, pero no pude evitarlo.

Ikuto me aferró más a él y yo dejé que lo hiciera. Había comprendido que él se iría y que no quería hacerlo. Era una obligación… pero ¿por qué?...

—Dentro de unos días… estallará la guerra.

Ikuto me soltó y se sentó en la cama, ocultando su rostro con sus manos. No estaba llorando, pero si se veía desesperado.

No era secreto para mí que Ikuto había realizado el servicio militar, pero eso había sucedido ya hacía bastante tiempo atrás, cuando él tenía dieciocho años. Después de eso, me juró que no pertenecería a la milicia, y yo le creí…

—Ikuto… no te vayas… —le rogué.

Él me miró y sus ojos se cristalizaron. Su mirada estaba cargada de culpabilidad… y entonces supe que había algo más, algo que Ikuto había mantenido en secreto… algo peor que la guerra. Pero… ¿qué era aquello que lo hacía sentir culpable? En ese momento no lo sabía, pero debí de sospecharlo.

—No tengo elección… Amu. —suspiró—. Yo… te he fallado, desde hace unos meses que soy parte del ejercito.

No supe que decirle. La verdad, siempre me había dicho que trabajaba en una escuela como profesor de educación musical. Pero, recién en ese instante todo tuvo sentido. En ese momento comprendí la razón de que él nunca trajera dinero a casa; en realidad nunca estuvo impartiendo clases, sino preparándose para irse a la guerra… y no me lo dijo porque no quería preocuparme. O al menos, eso es lo que aún hoy quiero creer.

—Amu… en verdad te digo que lamento habértelo ocultado. Es en serio…

—Solo… ¡déjame sola! —le grité y me encerré en el baño.

Aseguré la puerta y me quedé allí, sentada en el suelo toda la noche. No quería verlo, no quería que él se fuera de mi lado. No quería… pero ¿qué podía hacer yo al respecto? Después de todo, era su decisión.

—¡Amu!

Ikuto golpeó a la puerta, llamándome inútilmente, pero yo no salí. Golpeó hasta cansarse, y después de casi una hora, cesó…

Sentí cómo se recargaba en la puerta, desde afuera. Supuse que estaba dándome la espalda, esperando el momento en el que yo saliera, pero eso no pasó.

La noche se esfumó, dando paso al alba. Esa madrugada elsol no salió almenospara… puesto que el cielo estaba completamente nublado. Y para mí, nunca más lo hizo, el sol de mi vida nunca más volvió a salir. Yo no dormí en toda la noche, y a penas clareó, Ikuto se puso de pie, pude sentirlo.

—Amu… —murmuró—, ¿Estás despierta?

—Mmm…

—Amu… tengo que irme ya, ¿no piensas despedirte de mí?

—Mmm…

—¿Estás segura? —preguntó, mientras caminaba en alguna dirección, lo supe por el crujir de las tablas.

Dudé unos minutos, pero luego me decidí. Me puse de pie y quité el seguro de la puerta, para posteriormente abrirla. Allí estaba Ikuto de pie, con su maleta en la mano derecha y una dulce sonrisa adornándole el rostro. Se veía realmente feliz, me pareció que se había quitado un enorme peso de encima.

—Si vas a irte… ¡hazlo de una vez! —grité molesta—. Y, maldita sea, ¡bórrate esa sonrisa!

La sonrisa de su rostro desapareció… bajó la mirada situándola así en el suelo. Su rostro se ensombreció bajo su flequillo. Al parecer, le había dolido lo que le dije.

No es como si yo hubiese querido herirlo con eso, era solo que yo no soportaba verle partir satisfactoriamente.

Me pregunto si el resultado hubiese sido diferente, si yo no hubiese sido tan fría contigo…

Dime Ikuto, ¿sería diferente ahora?

—¿Sabes, Amu? —me cuestionó mirándome a los ojos—; No quiero que la gente que amo, sufra… —suspiró—. Es por eso que tengo que irme, si no lo hago de este modo… ellos llegarán antes aquí.

Entonces, sin más nada que decir, apretó fuertemente la maleta en su mano, y la que tenía libre la empuñó también, para voltearse y abrir la puerta.

—Me voy, porque quiero proteger a quienes amo. No estés triste, Amu. Te prometo que volveré a salvo… por ti —murmuró Ikuto, mientras atravesaba ese umbral—. No llores por mí partida… Amu.

—Te estaré esperando… —susurré—. Todo el tiempo que sea necesario… porque es una promesa.

Caí de rodillas al suelo y oculté mi rostro con mis manos, mientras él cerraba la puerta desde el exterior. Pero no fui capaz de llorar, después de todo, nadie había muerto. Además, Ikuto me había pedido que no llorase por él. Por su partida.

Fue por eso que me prometí a mi misma no demostrar a nadie la tristeza tan grande que aún hoy alberga mi alma.

¿Sabes, Ikuto? En ese momento fui demasiado fría contigo, ni siquiera fui capaz de decirte "Adiós" como era debido, y no sabes cómo me arrepiento… ahora que ya todo es inútil. Solo debo asumir mis malas acciones y esperar, y el día que regreses, te recibiré con una linda sonrisa, de esas que tú adorabas.

Pero a pesar de todo, en este minuto me pregunto… "¿Porquénohabréadelantadonuestromatrimoniocuandopude?" Sé que sonará egoísta, pero es lo que pienso en este momento. Lo único que me deprime, es saber que no obtendré una respuesta en concreto, sino hasta que tú, mi amado Ikuto, regreses a mi lado.

Porque en este instante pienso, que ya no tengo miedo de nada… sé que regresarás, me lo prometiste. Pero si hay algo de lo que me arrepiento, es de no haberme percatado de tus indirectas, y me culpo a mí misma de no haber sido capaz de detenerte. Pero, fui tan ciega que no me di cuenta a tiempo de lo que estabas haciendo.

"No hay peor ciego, que quién no quiere ver… ¿verdad?"

Y aunque ya no hay nada que yo pueda hacer, continúo rezando a diario para que regreses pronto.

Porque… "Noimportalaedadquetengamos,nilacantidaddeañosquetranscurran." Yo te seguiré amando hasta el día de mi muerte… "yquizáspormuchotiempomás".

Continuará…

Y bien ¿Qué les pareció? Ikuto se ha ido a la guerra D: ¿Sobrevivirá? ¿Regresará? ¿Qué dicen ustedes?

Y más importante aún… ¿Merece Reviews? Ustedes deciden =D…

Por ahora solo les diré… ¡Hastaelsiguientecapi!