Hola, esta es una corrección, originalmente es "Canción de navidad" o "A christmas carol" de Dickens, y esto salio de ver "Los fantasmas de Scrooge"
Disclaimer: Los personajes son de Meyer y la historia es de Dickens, yo solo jugué un poquito con la trama y con los personajes.
Feliz navidad
–¡Jasper! – era la tercera vez, en quince minutos, que la señora Whitlock le llamaba a su marido
Jasper Whitlock era abogado, millonario, único heredero de la fortuna Whitlock, dueño del mejor bufete del país. No era el esposo perfecto; a los veintitrés años se casó con Alice Cullen, y muchas personas aún se preguntan cómo es posible que la señora de la casa llegue a soportarlo después de diez años de casados, pero Alice amaba tanto a su esposo que no le veía los defectos; la señora Whitlock era caritativa, hermosa, amable, buena, respetuosa, todo lo contrario a su esposo, y a pesar de todo lo que decía la gente, Alice siempre estaba para su esposo cuando la necesitaba.
Cuando llegaban las fiestas de navidad Jasper se volvía realmente insoportable, el matrimonio se iba con sus respectivas familias. Alice se reunía con sus padres, hermanos, cuñadas y sobrinos para festejar la nochebuena; Jasper se la pasaba hablando con su padre de negocios y su madre participaba al ser los tres abogados.
Como todos sabían, la esposa de Jasper Whitlock Sr. Solo había podido tener un hijo ya que el trabajo ni la salud le permitieron tener más.
La señora Cullen había tenido tres hijos y la menor era Alice, había tenido dos varones: Edward y Emmett, los cuales estaban casados con Isabella mejor conocida como Bella y con Rosalie respectivamente.
–Jasper – volvió a llamar Alice, pero su marido no dejaba su teléfono, así que lo mejor que se le ocurrió a la mujercita fue:
–¿Qué te ocurre, Al? – le preguntó su marido molesto, sin soltar ninguna palabrota, ya que aquello había sido una promesa que le había hecho a su mujer, la cual no decía groserías ni por error.
Alice había arrojado su amado móvil a un vaso de agua, ella sabía que tenía arreglo gracias a que por error le había ocurrido eso hacía ya unos cuantos meses.
–Te estoy hablando – le dijo molesta, con las cejas arqueadas.
–Bueno ya te estoy escuchando – Jasper hizo una mueca y colocó las los codos sobre la mesa.
–¿A qué hora nos iremos? – Le pregunto su adorada esposa – mi madre llamó en la mañana y dice que me quiere allí antes de que sean las seis.
–Yo salgo a las nueve – le informo, sacando el teléfono del agua – si quieres nos despedimos antes de que tú te vayas y eso.
–Bueno, entonces cenemos – el día 23 de diciembre era de esperarse que la señora Cullen ya tuviese todo organizado y quería que el día 24 a las 6:00 pm. en punto ya estuviesen sus hijos reunidos en la sala de la casa.
-¿Querida, tienes que irte? – le preguntó su marido.
Jasper era, aunque no siempre, un tanto egoísta con respecto a los sentimientos de su esposa.
–Es navidad, cariño.
Alice amaba a su familia, pero muy pocas veces la ponía sobre su Jasper.
–Ya lo sé, querida, pero yo no la pasó muy bien…
–Pues ven con mi familia – le interrumpió, como muy pocas veces.
–No, de eso nada – Jasper, en otras circunstancias, habría aceptado, pero la familia de su esposa organizaba una gran fiesta y eso a él no le agradaba.
–Bueno, entonces me iré mañana ¿Bien?
–Claro. – Respondió reticente.
Terminaron su cena y fueron a dormir.
A la mañana siguiente Jasper se levantó temprano y se despidió de su esposa, a la cual no vería hasta el primer día del año entrante.
Dejó bastante claro a sus empleados que sólo daría el día 25 de diciembre libre y tendrían que regresar el día 26 media hora antes de la entrada normal.
Al mediodía, puntuales como cada año, entraron unos samaritanos a la gran oficina.
–Buenas tardes, señor, ¿Gusta hacer una donación? – le preguntó el primer hombre, era un tanto regordete y con un bigote bastante vistoso.
–¿Para qué? – pregunto Jasper, sin despegar la mirada de la computadora.
–Para dar alimento y techo a las personas necesitadas, por su puesto. – El segundo hombre habló sonriente.
–¿No hay asilos?
–Sí, señor, pero…
–¿No hay fábricas?
–Sí, pero…
–¿No hay prisiones?
–Sí, señor…
–¡Entonces no veo porque requieren mi ayuda! – Se levantó de su asiento muy molesto – ¡Sí tienen las instituciones que acabo de mencionar no veo el porqué de mi donación!
–Di- disculpe, se- señor – tartamudeó el primer hombre y ambos salieron de la oficina a trompicones.
–No creo que este año vaya a ser de mucha ayuda si seguimos así – dijo el segundo hombre cuando iban por la calle.
–Lo veremos, Dios se apiada de su pobre rebaño – le contestó el primero con una sonrisa y se le ocurrió el nombre de una persona que sí daría una cantidad reconocible a la causa para ayudar a los necesitados: Alice Whitlock.
Jasper, al regresar a la casa vacia, encontró un nota de su esposa:
Hola, amor, espero que te pases una linda navidad en casa de tus padres, te extrañare mucho, espero que tu también me extrañes porque tengo una noticia que darte al regresar.
Te amo mucho, adiós.
Tu Alice.
–Ay, Alice – dijo riendo.
Recordaba perfectamente porqué se había enamorado de ella: su hermosa sonrisa lo cautivaba y sus ojos lo llamaban y cayó en su poderoso hechizo.
–Jasper – escucho como le llamaban y por reflejos volteo la vista.
–¿Quién va? – pregunto asustado.
–Jasper, soy yo – dijo la voz – Peter, tu amigo.
Peter había sido el mejor amigo de Jasper, y no está demás agregar que el señor había muerto hacía tres años por cáncer pulmonar.
–Eso no es posible – dicho esto sonó el timbrazo del reloj de la sala, que marcaba las 12:00 – tú estás... muerto.
–Lo que dices es correcto – le dijo y se escucho como se arrastraba algo, y ese "algo" iba hacia él – pero debes saber que estas muy mal.
–Claro que no – negó con la cabeza y en ese momento la imagen de Peter se hizo presente frente a él – ...te- tengo todo lo que quie- quie- quiero...
–Jasper ¿ves esto? – Dijo señalando las cadenas que llevaba colgando por todo su cuerpo – son todos los errores que cometí en vida.
–¿Qué errores? Tú eres... eras un gran hombre. – Jasper tenía una mirada de pánico y la cabeza le daba vueltas.
–Pero nunca logre lo que yo quería, siempre me quedaba atrás, le daba lo mejor al mundo y nunca estuve satisfecho.
–Eso no es malo, eras bueno con tu prójimo.
–Al morir no te explican tus errores, y ahora tengo que cargar con todo esto – dijo y alzo los brazos – y tú para aquí vas pero aun tienes tiempo Jazz, tienes tiempo para que tus pecados sean perdonados, tienes que cambiar, hermano.
–¿Qué?
–Jazz eres una autentica mierda, así que te voy a ayudar – le dijo sonriendo – esta noche te visitaran tres fantasmas y tu veras si corriges tus errores o la sigues cagando.
–Pero…
–Esta será la última vez que me veras – dicho esto salió por la pared que tenía un hermoso ventanal.
Jasper quedo perplejo y podía jurar que escucho como alguien murmuraba: "Este inútil, siempre he tenido que ayudarlo, estoy harto, me voy a ganar una buena patada en el culo por esto. ¿Será que el pie de Dios me puede hacer un hoyo? Santa madre..."
Hace unas semanas borre la mayoría de mis historias, esta no porque me gustaba, pero ahora vi que tiene muchos errores, entonces intentaré corregirla para que esto no parezca el trabajo de una niña del parvulario.
Muchas gracias por haberla leído en su peor momento, nos leeremos.