2021.
¡Hola!
Este fanfic contenía algunos errores, así que me he dado a la tarea de corregirlo pero manteniendo la idea original.
Escribí esta historia como un regalo a Gravi (Rolling Girl) por su cumpleaños de hace unos añitos, y lo sigue siendo.
También es con mucho amor para todos aquellos que la lean.
Espero muchísimo que les guste.
Disclaimer: Digimon no me pertenece.
Butterfly
Lavaba sus manos con evidente apuro. Necesitaba darse prisa.
El ensayo de ese día se había alargado ya que Yue, el baterista, se había retrasado y se vieron obligados a esperarlo para comenzar.
—Hey, Matt, ¿estás listo?, ya solo faltas tú.
—¿Listo para qué? —Sus ojos azules enfocaron su atención al espejo frente a él, mismo desde el que podía ver al chico parado en la entrada al baño.
—La fiesta del señor Himura —contestó Yue, caminando hacia Matt, luego lo miró con una ceja enarcada—. No lo habrás olvidado, ¿verdad?
Ishida arrojó al cesto de basura la toalla con la que había secado sus manos.
—Olvidado o no, no importa. No iré. —Las palabras de Matt, no parecieron molestar a Yue, quien ya estaba acostumbrado a la marcada actitud de su compañero.
El chico de cabellos negros se cruzó de brazos.
—No creo que a Tai le importe que llegues un poco tarde, de todas formas estamos hablando de tu carrera profesional.
Matt, que ya había emprendido camino a la salida del pequeño cuarto, se detuvo. Yue le agradaba, sin embargo, su comentario le había parecido un poco molesto. A pesar de ello no cambió su postura, pues algo tenía bastante claro.
Himura tan solo era su representante. Tai era su mejor amigo.
—A mí sí me importa y más lo hace el hecho de que me estés haciendo perder el tiempo, Yue.
—El señor Fujimoto nos acompañará esta vez.
—¿Qué? —La sorpresa en la voz de Matt fue bastante notoria.
El señor Fujimoto era uno de los agentes más importantes dentro de la industria musical en Tokio. Matt y sus compañeros de la banda le habían enviado diversos vídeos y audios con algunos de sus trabajos, y obtuvieron respuesta de su parte apenas unas semanas atrás.
—Fue él mismo quien pidió que nos reuniéramos el día de hoy —añadió Yue.
Matt dejó escapar de entre sus labios un pequeño sonido de molestia. No era posible que se le hubiera pasado algo así. No se explicaba el hecho de que no hubiera recibido algún mensaje o correo para avisarle sobre lo de Fujimoto. Luego lo pensó mejor, tal vez sí los había recibido pero no les había prestado atención.
Miró su reloj de pulsera. Todavía faltaban dos horas para que iniciara la reunión por el cumpleaños de Tai.
Haría acto de presencia en casa de Himura durante un rato y después podría marcharse.
—Bien —respondió, reanudando su camino.
—Entonces, ¿vendrás con nosotros? Iremos en el auto de Haru.
—Los veo allá —soltó Matt, sin detenerse y dedicándole una sonrisa meramente fugaz.
Incluso con la puerta de la habitación cerrada, Sora alcanzaba a escuchar las carcajadas provenientes de la salita de la casa. Hubiera deseado que aquel ambiente le otorgara un poco de relajación y calma, pero era todo lo contrario.
Habían tenido mucho cuidado en cada uno de los detalles concernientes a la fiesta sorpresa de Tai. Todo había ido a la perfección a excepción de una sola cosa.
El mejor amigo del cumpleañero no se encontraba presente.
Matt había prometido presentarse temprano en casa del moreno para ayudarles con los últimos preparativos, sin embargo, la fiesta ya llevaba más de dos horas de iniciada y el rubio todavía no llegaba.
La pelirroja sabía, gracias a un mensaje que Tk había recibido hacía un rato, que Matt llegaría un poco tarde debido a un evento de último minuto, aunque aquello no la había hecho sentir del todo despreocupada.
Con resignación, Sora escuchó de nuevo saltar el buzón de voz en su teléfono, y un momento después, alguien entró sin prisa a la habitación.
Los castaños ojos de Tai la miraron con atención. Ella se limitó a darle una tímida sonrisa.
—Con que escondiéndote de mí —dijo el moreno, al mismo tiempo que cerraba la puerta y avanzaba hacia ella.
—Creí que tu habitación sería el último lugar en el que me buscarías.
Él sonrió, y una vez llegó hasta la pelirroja, acarició su mejilla con suavidad.
—Supongo que llegará más tarde.
Sora tardó solo un instante en comprender las palabras del castaño, cuando lo hizo, puso de todo su empeño para formar la sonrisa más dulce que podía. El moreno la había descubierto.
Era evidente que para Tai era muy importante que sus amigos estuvieran presentes, sobre todo, cuando del mejor de ellos se trataba.
—Ya sabes lo demandantes que pueden ser en la banda. Ya no debe de tardar —dijo Sora, tratando de sonar lo más segura que podía.
Tai asintió y depositó un suave beso sobre sus labios.
—¿Vamos afuera? Me preocupa un poco que los chicos puedan destruir mi casa en nuestra ausencia —soltó Tai, sonriendo.
Mientras la mano de su novio la llevaba de nuevo hacia el lugar donde se desenvolvía la fiesta, compartió rápidas miradas con Mimi y Tk, consiguiendo únicamente encogimientos de hombros.
Sora decidió centrarse en la reunión y divertirse, así no distraerían al moreno del objetivo de aquella fiesta.
Pasado un rato, decidió postear en redes sociales una foto con él, decidió aprovechar y echó un rápido vistazo a su inicio, fue entonces cuando una publicación llamó inmediatamente su atención.
Con una repentina y exigente urgencia, comenzó a buscar a Tai entre todos los demás. Lo encontró dentro de la cocina, miraba la pantalla de su teléfono y parecía muy interesado en lo que veía.
Sora lo supo enseguida. Él también ya había visto aquella fotografía, la miraba en ese mismo instante. La expresión en sus ojos castaños se lo confirmaba.
A pesar de que las luces del hogar de los Yagami estaban encendidas, no alcanzaba a escuchar absolutamente ningún ruido proveniente del interior.
Gracias a aquel silencio, Matt pudo notar que, incluso estando apagada, podía sentir la vibración de su motocicleta que se mantenía unos cuantos pasos a su espalda. Supo unos momentos después, que aquel sentir no tenía nada que ver con ella, sino que se trataba de palpitaciones propias de él, provenientes directamente de su interior.
No había tenido necesidad de consultar la hora para saber que ya era bastante tarde, y pensó luego de un rato, que ya había sido tiempo suficiente para armarse de valor, además las piernas habían comenzado a entumírsele por no haberse movido de su posición durante varios minutos.
Caminó a la entrada y dio tres ligeros golpes a la puerta, luego metió las manos en los bolsillos de sus pantalones.
La menor de los Yagami fue quien abrió. Hikari le dedicó una sonrisa tan ligera, que sintió que apenas y podía ser considerada como tal.
—Buenas noches, Matt —lo saludó de forma tan neutral, que desde ese momento Matt pudo estar seguro de que las cosas ya estaban bastante mal.
—Buenas noches, Kari. —Intentó sonar tranquilo.
Luego de que lo invitara a pasar, se dio cuenta de la bolsa de plástico que sostenía Hikari en una de sus manos. Un poco más allá, en la mesa de la salita, Sora se encontraba con una bolsa idéntica, recogía vasos y algunas botellas. Cuando su mirada se cruzó con la de ella, la pelirroja lo saludó con un ligero asentimiento de cabeza para luego continuar con su labor. No había sido merecedor de ni una sola sonrisa de su parte.
Y lo entendía.
No parecía haber más personas en el lugar.
Estaba a punto de preguntar por Tai, cuando escuchó un objeto caer y romperse dentro de la cocina. Fue directo hacia ahí.
—Maldición. —Le escuchó decir al mayor de los Yagami.
—Cuidado, Tai. Voy por una escoba. —La voz de su hermano menor, resonó con urgencia.
Antes de entrar se cruzó frente a frente con Tk, sin embargo, el menor salió del lugar sin dedicarle ni una sola mirada. Matt decidió pasar por alto aquel pequeño desplante de su hermano y se adentró al lugar encontrándose con Tai inclinado justo al lado del fregadero.
—Hola, Tai —dijo sin pensar, pues no sabía que otra cosa decirle.
El moreno dejó de amontonar los restos del plato que acababa de resbalársele, luego llevó sus castaños ojos hasta él.
—Hola, Matt.
La contestación de Tai no contenía ni una pizca de molestia. En realidad, no contenía ni una pizca de nada, pensó Matt. No sabía si eso le tranquilizaba o le preocupaba más.
Debía ir al grano antes de que la presión que sentía en todo su cuerpo, justo en ese momento, terminara haciéndolo salir huyendo.
—Lamentó no haber llegado antes. La banda tuvo que…
—Descuida —interrumpió, al mismo tiempo que se levantaba—, lo entiendo, Matt.
—Ni siquiera me has dejado decirte nada, Tai. —Definitivamente estaba más preocupado.
—Tk nos avisó de tu mensaje.
—¿Y te comportas tan maduro? —La ligereza con la que su amigo estaba tomando todo, comenzaba a inquietarle de una forma alarmante.
Tai asintió.
—¿De qué otra manera?
—Estás molesto.
Yagami pareció pensarlo.
—Tal vez. Pero aun así comprendo, en verdad.
El de ojos azules observó cómo Tai siguió en su labor de recoger aquellos vidrios, tal parecía que para el moreno la conversación ya había terminado. Pero no para él. No cuando Tai se esmeraba, sin éxito, en fingir que entendía su ausencia durante la fiesta, cuando la verdad era que casi alcanzaba a sentir su descontento, y lo peor, también su decepción.
Él también se sentía decepcionado de sí mismo, de no haber logrado cumplir con su palabra.
—Tai, en verdad lo lamento.
El moreno asintió mientras depositaba unos cuantos pedazos de vidrio en el cesto de basura.
—No te preocupes, Matt.
La tranquilidad con la que el castaño seguía comportándose, solo lograba aumentar sus nervios y tensión.
—¿Podrías dejar de fingir? —Matt sabía que no tenía derecho de decirle aquello, pero realmente necesitaba tener una charla seria con él.
—No sé qué es lo que quieres que diga. Ya te disculpaste y ya te dije que está bien todo, ¿no es eso lo que hacen los amigos?
—No perdamos el tiempo con rodeos, Tai.
Volvió a dirigir su castaña mirada a Matt, sosteniendo a su vez un trozo grande del plato destrozado. Tai quería entenderlo, se estaba esforzando por actuar con verdadera madurez, pero se sentía decepcionado, triste y confundido. Parecía que las palabras que salían de su boca lo hacían sin consultarle.
Pero no haría nada para evitarlo.
—Lamento hacerte perder siempre el tiempo, Matt. Deberías irte, sé que estás muy ocupado.
Tai giró dispuesto a tirar el vidrio que mantenía entre los dedos, pero Matt lo tomó del hombro y con más fuerza de la que esperaba, jaló de él para que de nuevo lo mirara, pues el juego que había mantenido hasta ese momento, lo estaba llevando al límite de su paciencia.
Completamente desprevenido, el moreno, por mero impulso en afán de no tropezar, había recargado la mano sobre el fregadero, misma que todavía llevaba un trozo de plato entre los dedos.
Abrió el puño y el pedazo de vidrio cayó al suelo con una ligera mancha de sangre en una de sus esquinas.
—Tai…
—Vete.
Habían discutido en un sinfín de ocasiones, también eran incontables las veces en que habían terminado peleando a golpes, pero Matt no tenía ni un solo recuerdo en el que Tai le hubiera contestado de aquella manera tan fría. Tampoco había ninguno en el que su mirada fuera así. No molesta, no decepcionada o triste.
Vacía.
En todo el tiempo que llevaba conociendo a Tai, nunca se imaginó que terminaría rogando para que le diera la oportunidad de excusarse, de que le dejara darle una explicación.
Realmente, la posibilidad de un escenario como el que se presentaba frente a él, jamás existió en su mente.
Pero estaba sucediendo.
—Es hora de irnos, Matt.
Sintió las manos de Tk jalarlo por la chamarra de mezclilla que llevaba puesta, al mismo tiempo que Sora entraba y llevaba a Tai hacia el fregadero para lavar la herida.
—No es nada, en serio —decía Tai, al mismo tiempo que Sora hacía caer agua sobre su mano.
—Anda, Matt —pidió Tk, nuevamente.
Ni siquiera había notado que había puesto cierta resistencia, no hasta que notó la mirada insistente de su hermano menor.
Matt se dejó llevar directo a la puerta del hogar. Observó a Kari llevar una toalla a la cocina, pero ella no los volteó a ver siquiera.
Y lo supo enseguida.
Lo había arruinado de forma tremenda.
Matt cerró la puerta a su espalda y arrojó su casco a uno de los sofás.
Desde que habían bajado de la motocicleta, había perseguido a su hermano menor hasta la puerta de su casa, pidiéndole hablar.
—Tk, vamos.
—Ahora estoy muy cansado, Matt, ¿podemos hablar mañana? —pidió Tk, sin mirar a su hermano mayor.
Con cada rechazo, Matt sentía que se alejaba más de la posibilidad de lograr arreglar las cosas.
—Yo también estoy cansado, pero necesito que hablemos ahora.
El menor se detuvo en el pasillo que lo llevaba a su habitación.
—¿De qué quieres hablar? —preguntó, casi con resignación.
Matt lo pensó un poco. Ya había cometido muchos errores aquel día, no podía seguir arruinando las cosas si es que quería comenzar a enmendarlas.
—Hoy lo arruiné todo —soltó sin más.
Tk asintió.
—Coincido contigo.
Takaishi odiaba el hecho de sentirse molesto con su hermano. Aun así, sabía que tenía razones comprensibles para hacerlo.
—Lo lamento, juro que lo lamento. —No le mentía. Se sentía realmente mal por haberles fallado así a sus amigos, especialmente a Tai. Y no era que quisiera simplemente excusarse con ellos, pero necesitaba que le dieran la oportunidad de contarles lo que había sucedido.
—Matt, tú elegiste el día porque se suponía que estarías libre.
—Lo sé. —Frotó una de sus manos sobre su rostro. Se encontraba completamente exhausto y exasperado—. Se suponía que así sería. Al final ya no dependió de mí.
—Es obvio que no. —Tk dio media vuelta dispuesto a irse a su habitación de una vez por todas.
—Espera, por favor.
El menor llevó su cabeza hacia atrás y lanzó un sonoro suspiro de resignación. Matt era su hermano después de todo, no podía simplemente dejarlo ahí de esa manera.
—Matt…
—Lo sé, lo sé. Hoy lo eché a perder todo, y todos ustedes están en su derecho de molestarse conmigo, sobre todo Tai. —Suspiró—. Créeme que se salió de mis manos. Soy un estúpido que no sabe manejarse bajo presión.
—¿Bajo presión?, ¿en serio? —Tk lo miró con una ceja enarcada, luego sacó su teléfono y pareció buscar algo. Pocos segundos después, pasó el teléfono a manos de su hermano mayor.
Matt miró la fotografía que aparecía en la pantalla del dispositivo y luego rodó los ojos.
—Estúpido Yue —soltó, con notable irritación.
—No pareces muy descontento en la foto.
Volvió a mirarla. En ella aparecían Yue y él. Detrás de ellos se notaba a leguas la fiesta en la que se encontraban presentes. Se había visto obligado a tomarse esa fotografía y poner su mejor cara, pues gracias a que Yue había abierto la boca y propuesto esa idea, la fotografía había sido tomada por el mismo señor Fujimoto, y posteriormente fue posteada en la cuenta oficial de la banda.
Fue entonces que un pensamiento pareció golpear cada rincón de su cabeza.
—Fue por esto que Tai estaba así —murmuró para sí mismo.
Entendía que sus amigos se encontraran molestos por no haber llegado a la fiesta sorpresa de Tai, pero luego de darse cuenta de que todos pensaban que la razón había sido por haberse marchado a otra reunión, fue que entendió que todos debieron sentirse traicionados.
Cayó en cuenta de lo molesto que debía sentirse Tai.
No había llegado a tiempo, y no le dejó explicarse pues había pensado que la había pasado de lujo en otra fiesta.
—No pudimos evitar que la viera —aclaró Tk, refiriéndose a Tai.
—Tk, tienes que ayudarme —pidió de inmediato. Sabía que no había persona en el mundo en quien más confiara para poder pedirle ayuda que en su hermano menor… o en Tai, pero éste último quedaba descartado por el momento.
El menor desvió sus ojos azules, inseguro.
—No sé si sea correcto que yo me meta en esto.
—De verdad necesito tu ayuda. —Relajó los hombros y pidió que lo mirara a los ojos—. Sé que no lo merezco, por ser un imbécil, pero déjame explicarte lo que pasó con la banda, y después de eso aceptaré que decidas ayudarme o no hacerlo.
El menor le sonrió con cariño. Jamás podría darle la espalda a Matt.
—Tienes mi apoyo incondicional, independientemente de cualquier cosa, hermano.
Matt también sonrió.
—Lo sé, Tk. —La gigante sonrisa que formaron sus labios, fue inevitable.
—Pero de todos modos me gustaría escuchar lo que sucedió.
A medida que dejaba atrás uno a uno los pasillos de su escuela, los pensamientos se agolpaban con mayor rudeza dentro de la cabeza de Tai.
Durante las dos noches que habían transcurrido, no había conseguido eliminar el enojo hacia Matt. Se suponía que era su mejor amigo, pero no se había presentado a su fiesta de cumpleaños.
Todos habían asistido, incluso Joe, con todo y sus exámenes y proyectos encima, se había dado el tiempo de acompañarlo un rato.
Sentía muy extraño el hecho de estar tan molesto con Matt por una razón así. Pero no podía simplemente evitar pensarlo.
Le habían organizado una fiesta sorpresa y su mejor amigo no había llegado, sino hasta que ésta había finalizado. Además, una foto le evidenciaba que su rubio amigo había preferido irse de fiesta con su banda.
No negaba que le dolía el hecho de que Matt hubiera preferido a su banda por encima suyo, aunque también comprendía que la banda era un proyecto importante para su amigo.
Y aceptaba que en ese momento él mismo estaba actuando y comportándose de forma egoísta.
Tal vez esa era la razón de que durante toda la mañana se hubiera sentido así de culpable.
Bastantes años sustentaban su larga amistad con Ishida, y durante todo aquel tiempo, algo le había quedado muy claro.
Matt jamás traicionaría a su amistad.
El vibrar de su teléfono lo sacó de sus cavilaciones. Miró el mensaje que acababa de recibir y apresuró el paso.
"Te apartamos un lugar, encuéntranos adelante."
El auditorio de su escuela se encontraba lleno en su totalidad, incluso grupitos de estudiantes se amontonaban por la entrada para ver si encontraban algún lugar o hueco en el cual colarse.
Cuando Sora le había pedido que la alcanzara en el auditorio de la universidad, no le había parecido extraño, pues creyó que solo sería un punto de encuentro para marcharse a algún otro lugar, pero luego le anunció que Kari, Mimi y los demás también los encontrarían allí.
Y era cierto.
Se preguntó qué tan temprano habrían llegado para tener aquellos lugares de primera fila. También lo asaltaba la interrogante de saber qué hacían ahí, y aunque no tenía ni la menor idea, sospechaba que debía de tratarse de algo muy importante.
—Tardaste una eternidad en llegar —soltó Mimi, en cuanto lo vio.
—Acabo de enterarme de esto hace como diez minutos.
El moreno rodó los ojos con diversión y se giró para encontrarse con Sora.
—¿Qué es todo esto?, ¿por qu…
Sora levantó su dedo índice y lo posó encima de los labios de Tai, indicándole que guardara silencio.
—Ya va a comenzar —exclamó la pelirroja, dedicándole una tierna sonrisa.
Tai miró directo al escenario y casi dio un brinco, sobresaltado. No había reparado en los instrumentos que resaltaban sobre el lugar, los reconoció inmediatamente pues pertenecían a la banda de Matt. Cada uno de sus integrantes comenzó a aparecer sobre el escenario, como si él mismo los hubiera llamado mentalmente.
Antes de que Matt apareciera, volteó a mirar a sus amigos pero ninguno le prestaba atención. Parecía que la banda hubiera hecho algún tipo de hipnotismo para que se concentraran exclusivamente en ellos.
Una ola de irritación comenzó a adueñarse del cuerpo de Tai. Sus amigos sabían todo lo que había pasado hacía tan solo dos días, y aunque no hubiera hablado acerca de ello, estaba seguro de que todos conocían cómo se había sentido con la situación.
Pero ahí estaban, ahí lo tenían a pesar de todo. Eso sí que debía considerarse como traición.
—¡Buenos días!, ¿Cómo están todos?
Matt había mencionado cinco palabras al micrófono y eso había sido suficiente para alterar a todos los presentes.
—Gracias a todos por acompañarnos hoy. Es una ocasión muy especial. —El de ojos azules aflojó un poco las manos que sujetaban su guitarra—. Este pequeño concierto va dedicado a una de las personas que más ha impactado en mi vida. Una amistad que inició a golpes y que seguramente terminará igual en algunos ochenta años. —Una breve ola de risas inundó el lugar, luego Matt llevó su mirada hasta Tai—. Sabes que eres más importante para mí que una fiesta, ¿verdad? —Pareció pensarlo un poco—. Bueno, eso creo.
Más risas. Tai también sonrió.
Sí, lo sabía.
—Idiota —murmuró Tai, sin dejar de sonreír.
—Esta canción la escribí junto a mi mejor amigo, y ya he terminado los últimos arreglos. Está lista. Pero antes de comenzar: Feliz Cumpleaños, hermano.
No era mentira, realmente habían trabajado en una canción, juntos.
Todo había comenzado cuando Matt había tenido un colapso musical, al menos así había sido como Tai lo había llamado. Su rubio amigo le había contado que tenía un bloqueo para escribir, ya que no lograba crear nada nuevo, realmente lo había visto muy estresado por eso. Tai conocía la razón.
Los padres de Matt y Tk habrían cumplido veinte años de casados ese año, sin embargo, llevaban más de diez años separados.
Tai ya sabía que a Matt el tema le afectaba y que no le gustaba para nada el hablar de aquello.
Decidió hacer lo mejor que pudo por su amigo: Distraerlo.
Él mismo empezó a crear una canción a partir de su amistad con Matt. Logró crear unas cuantas líneas que rimaban y hablaban de forma graciosa acerca de ellos dos. Al principio, Matt lo miraba con una ceja enarcada, pero luego de un rato, ambos se divertían escribiendo y creando estrofas.
Y justo ahí en el auditorio, luego de compartir una mirada con Matt y que éste comenzara a tocar su guitarra, fue que se sintió realmente contento, olvidando por completo lo que hacía tan solo dos días había sucedido.
El auditorio se había quedado en completo silencio, pues la melodía que Matt tocaba con su guitarra era algo bastante inusual en la banda.
No era ruidoso, sino, todo lo contrario. Era suave, casi relajante. Entonces Matt comenzó a cantar.
Al inicio de la canción describía a dos niños, uno callado e introvertido pero decidido y de gran corazón, el otro un poco rebelde e inquieto pero muy valiente. Luego hablaba acerca de cómo chocaban entre sí por ser tan contrarios y diferentes.
El silencio que había reinado, acabó cuando toda una oleada de vítores comenzó a emerger y a dejar el lugar aturdido con todo el ruido, pues toda la banda había comenzado a tocar, transformando la anterior melodía en una canción muy al estilo Matt Ishida.
Matt y Tai compartieron una mirada cómplice.
—Estoy observándote, Tai. —Mimi había tenido que gritar un poco para que el moreno, dos lugares más allá de donde ella se encontraba, la escuchara.
—No queríamos que te enteraras así —respondió él, con un ligero encogimiento de hombros y una sonrisa divertida bailando en sus labios.
—Comienzan a darme celos —dijo Sora a Tai, muy cerca de su oído.
—No te preocupes, tú me gustas más que él. Eres más bonita.
Luego de varias risas, volvieron su atención de nuevo al escenario.
La canción seguía hablando de ellos dos como seres completamente diferentes, pero que se necesitaban para crecer. En cómo dos niños habían dejado de darse puñetazos en la cara para convertirse en mejores amigos.
La canción describía su amistad, incluyendo algunas palabras y frases que solo ellos dos podrían descifrar.
Estallidos de emoción y alegría inundaron el auditorio cuando la canción terminó.
La banda tocó tres temas más que, al ser ya muy conocidos, provocaron toda una ola de euforia.
Al final, luego de agradecer a todos los presentes y a sus compañeros de banda, Matt corrió buscando a los demás.
Los encontró cerca de la salida.
Tai se había detenido un momento para atar una de las cuerdas de sus tenis que se había desatado, Matt llegó a su lado y dio un ligero golpe a su hombro.
—Buen discurso, Matt, casi me lo creo todo —dijo Tai, levantándose.
—Estuve practicando toda la mañana.
—Fue evidente.
Cuando todos salieron, ellos dos se detuvieron ante las puertas.
—Lo lamento mucho, en verdad, Tai. —La culpa seguía devorándolo por dentro. Nunca se había puesto a pensar en lo mucho que le importaba Tai, de otra manera, no se explicaba el por qué necesitaba estar bien con él.
El moreno sonrió.
—Yo lamento haberme comportado así. —Tai sabía que había actuado egoístamente. Se sentía como un pésimo amigo por no haberlo escuchado.
Matt metió las manos en los bolsillos de sus pantalones. Se encontraba un tanto nervioso, además, el hecho de que quisiera reparar las cosas, no ayudaba a dispersar la pena.
Con sus ojos azules puestos en Yagami, se dedicó a relatarle los sucesos del día anterior, comenzando con sus planes frustrados para poder irse a casa después del ensayo.
—Era verdad que Fujimoto se encontraba en la fiesta, pero tenían un cronograma ya armado para la banda, incluía una sesión de fotos improvisada en la reunión y una entrevista al final. Al parecer necesitaba más material de nosotros para presentar en los medios. Yo no tenía idea de nada de eso. Créeme que fue completamente aburrido, a excepción de la cerveza, claro —finalizó, con una sonrisa.
—Ser famoso tiene su costo —dijo Tai, devolviendo la sonrisa y con un encogimiento de hombros.
Matt se permitió reír, pero luego de unos momentos, su rostro adquirió un toque pensativo.
—No lo vale si eso incluye fallar a mis amigos.
—Fue egoísta de mi parte no escucharte. Como tu amigo debí apoyarte. Sobre todo con algo así.
—Nos estamos poniendo cursis, Tai —le dijo, con una mueca graciosa.
El moreno soltó una carcajada.
—Tienes razón. Tú iniciaste.
Matt volvió a reír.
—Todo por tener un amigo celoso.
—No estaba celoso —dijo el moreno, frunciendo el ceño.
—Tai, hemos sido amigos durante años, te conozco perfectamente. Sé que viste la fotografía.
Yagami asintió.
—Me partiste el corazón —soltó, y tocó su pecho figurando una expresión de dolor.
Matt lo abrazó por los hombros y talló sus nudillos en los cabellos revueltos de su amigo.
—Eres único, Tai —dijo Matt, meneando la cabeza y riendo.
—Eres tan dulce. —El castaño copió a su amigo y pasó un brazo por su hombro—. Ven, dame un beso.
El de ojos azules lo empujó entre risas.
—Mimi va a matarnos a ambos.
—Que se entere de una vez por todas de nuestro amor.
Matt soltó una nueva y sonora carcajada. Dejó libre el hombro del moreno y cruzó los brazos.
—Tai, sabes que eres mi mejor amigo, ¿verdad?
El moreno lo miró fijamente.
—Sí.
—Y también debes de saber que a pesar de que a veces seas un completo idiota, yo…
Tai había pensado que cada que Matt pudiera sentirse avergonzado por expresar sus sentimientos, podría aprovechar el momento y hacer una buena broma al respecto. No obstante, en ese preciso momento, valoró aquel instante como muy pocas cosas deben de valorarse.
Su rubio amigo era pésimo para mostrar sus sentimientos, pero incluso y con eso, Matt sabía demostrar a las personas que le importaban, lo mucho que significaban para él. En ese momento, como en muchos otros diferentes, Tai entendió perfectamente lo que él mismo significaba para su amigo.
Las mejillas sonrojadas, sus azules ojos mirando cualquier punto menos a él y los movimientos incesantes de sus pies sobre el suelo. A Matt se le complicaban las palabras, pero Tai las conocía muy bien sin necesidad de que salieran de sus labios.
—Matt —interrumpió su repentino silencio y consiguió que la mirada avergonzada de su amigo, se posara sobre sus ojos castaños—, también eres mi mejor amigo, y espero que lo seas por el resto de mi vida.
El Ishida sonrió. Y luego lo abrazó.
Tai correspondió al abrazo enseguida, pero no estaba sorprendido.
Matt podía ser un poco frío, en ocasiones distante, pero nadie merecía el título de mejor amigo tanto como él.
Luego del abrazo, siguió un golpe juguetón en un hombro, luego uno en la cabeza, y otro, y otro más.
Y salieron del auditorio entre empujones y carcajadas.
Ambos habían cambiado a lo largo de los años. Su amistad había evolucionado y madurado.
Habían comenzado una relación de peleas y golpes en la infancia debido a sus ideas tan diferentes. Pese a todo ello, solo necesitaron aprender del otro para llevarse bien.
Pero ahora estaban ahí, riendo a carcajadas, bromeando y apoyándose. Brindándose una amistad verdadera e irrepetible, donde los malentendidos se solucionaban por el valor de la amistad, y ésta se reforzaba.
Valor y amistad.
Notas de la autora:
Espero que hayan disfrutado de la lectura.
Siempre será con todo mi cariño para Gravi.
Nos estamos leyendo.
Fati.